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SOUNDTRACK por Keny-chan

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Notas del capitulo:

Hello hello minna-san~

Lo sé, milenios sin aparecer por aquí, per por fin les traigo el final de esta historia. Espero les guste.

 

 

No había podido pegar los ojos en toda la noche, el nerviosismo y la ansiedad mezclados hicieron que su mente imaginara mil y un escenarios, unos mágicos, otros más trágicos y desastrosos.

Pero finalmente el sol había hecho su triunfal aparición, corriendo el telón nocturno y dejando caer el manto azul celeste. A causa del desvelo se había levantado de la cama extremadamente temprano y a pesar de que la cita empezaba a las once de la mañana, ya estaba bien vestido a las ocho con treinta minutos.

Aunque en realidad le había tomado no sólo dos horas, sino también la vida de varias neuronas, decidir que ropa usar para la ocasión. No sabía con certeza si ir de traje, ropa deportiva, o qué demonios; de cualquier otra manera optó por un atuendo sencillo, casual y rockero, todo para encajar mejor con la imagen del rubio cantante con el que saldría.

El reloj marcaba las ocho con cuarenta minutos, suspiró irremediablemente, era el único despierto en la casa y aún faltaba mucho para su esperada cita. Repasó en su cabeza el plan que había ideado y asegurándose de que nada le hacía falta sonrió, rogando que todo saliera bien. Para matar un poco de tiempo se dejó caer de espaldas en la cama, se puso los audífonos de su reproductor, seleccionó la primera canción de la lista de reproducción, cerrando los ojos se dejó llevar por esa voz. La voz de Wolfram.

Había pedido a su hermano la noche anterior le prestara aquel disco donde venían las canciones del rubio, de inmediato lo metió a la computadora, las copió y las importó a su reproductor, así podría escucharlo cantar cuando quisiera.

Disfrutando así de la música, el tiempo pasó con mayor rapidez y cuando se dio cuenta de ello, ya daban las nueve con treinta minutos de la mañana. Se levantó de un salto, se estiró, dejó el reproductor ya apagado sobre el escritorio y bajó al comedor a tomar un bien merecido desayuno.

-¿Estás listo Yuu-chan? –le preguntó su hermano mayor antes de beber un poco de jugo.

-Sí, en realidad me siento bastante confiado –respondió sin tapujo alguno.

-Eso es bueno Yuu-chan, de verdad espero no lo arruines.

– ¿Gracias  madre? –Respondió con ironía –Como sea, ya me voy. Deséenme suerte.

–Pero hijo, apenas con las diez treinta –protestó su padre, pero fue demasiado tarde, el muchacho ya había cerrado la puerta principal.

 

*----*-----*

Salió corriendo de casa, en dirección al parque. Era verdad que aún faltaba media hora para la hora acordada, pero era mejor no hacer esperar a su invitado. Y al recordar de quien se trataba, sonrió con confianza.

La había tomado sólo cinco minutos llegar al lugar y era más conveniente preparar la primera parte del día. Había investigado de los alrededores, y muy cerca de ahí se encontraba otra sección del parque, una reversa protegida por así decirlo, que escondía un lado y era para acceso público también. Se había dicho que era una idea muy cursi, pero no había forma de que no funcionara.

Yuuri se dirigió a una pequeña caseta que se localizaba un poco más allá de la entrada. Rentó dos bicicletas que le servirían de transporte en la otra sección del parque, y volvió a esa banca donde aún debía esperar 20 minutos.

 

*----*----*

Desde hace más de hora y media ya se encontraba perfectamente preparado. Había dormido bastante bien a pesar de la presión que ejercían sobre él esos endemoniados nervios, sin contar que su mente divagaba entre ideas dispersas.

Desde que su familia había llegado a Japón para llevarlo de regreso a su mundo natal, cierta persona se había estado comportando de una forma bastante inusual y lo que estaba por ocurrir era la mayor prueba de ello. Sin embargo no quería ilusionarse demasiado. Ya no.

Miró por décimo tercera vez el reloj de pulsera que llevaba en la muñeca, obsequio de Shouri en su cumpleaños pasado. No tardaría más de quince minutos en llegar y era mejor llegar puntual, como era su hábito. Respiró tanto oxígeno como se lo permitieron sus pulmones, y exhalándolo con calma y discreción, tomó sus llaves, su celular y se marchó.

 

*----*----*

Faltaba sólo un minuto, un agonizante minuto y ya se sentía temblar. Las manecillas del reloj caminaban con extrema lentitud a su parecer.

Levantó la mirada que, había permanecido contemplando el verde césped, cuando vio unas lujosas botas negras. Sabía a la perfección de quien se trataba, y sin aviso alguno, su sangre comenzó a circular con mayor rapidez a través de sus vasos sanguíneos.

–Yuuri –recitó en un suspiro agitado – ¿Has esperado mucho?

–Para nada, acabo de llegar –mintió, echando una ojeada a la imagen frente a él.

Sin que ninguno de los dos se diera cuenta, el otro la había examinado con detenimiento, escudriñando cada pequeño detalle.

– ¡Qué bien te ves! –exclamaron en conjunto, se miraron un instante y rieron unos breves segundos, cómo habían extrañado la risa del otro.

– ¿Comenzamos nuestra cita? –preguntó el moreno, mostrando el camino caballerosamente.

–Me parece una espléndida idea, mi joven Rey –aceptó su invitado con una sonrisita juguetona.

Wolfram se dejó guiar hasta el lugar donde las bicicletas ya les esperaban.

– ¿Qué tienen que ver las bicicletas en esto? –preguntó escéptico, con una ceja arqueada en señal de extrañeza.

–Bien, daremos un paseo con ellas alrededor del siguiente parque. Sólo tiene que seguirme Wolf. –respondió como si nada.

No reclamó nada en contra, sólo se dejaría llevar sin objetar nada. Realmente quería divertirse y para ello no necesitaba pensar demasiado en la vida. Subió ágilmente al pequeño asiento, y condujo a la par de su pelinegro amigo. Anduvo por una zona que realmente no conocía, y a pesar de su curiosidad se limitó a responderle a Yuuri cuando éste le hacía algún comentario.

Avanzaron a una zona mucho más tranquila y menos poblada, en realidad eran muy pocas las personas que merodeaban por ahí. Yuuri dobló hacía un camino no dibujado, adentrándose entre los arbustos bien podados. Creyó que su acompañante le cuestionaría algo, sin embargo, eso no pasó. Wolfram lo seguía de cerca, regalándole constantes sonrisas fugaces.  Aceleró un poco, para adelantarse un poco y darle la sorpresa.

Y así fue. El rubio sólo vio como el pelinegro le adelantó con facilidad, y él por no querer quedarse atrás, se siguió al mismo ritmo. Se detuvo repentinamente al ver el hermoso paisaje que se extendía ante él. Instintivamente bajó de la bicicleta y caminó hacia la orilla del laguito que allí se encontraba.

                –Hermoso, ¿no te parece? –preguntó, feliz al ver que había logrado sorprenderlo.

                –Más que eso. Nunca había visto aguas tan azules y que esté en un lugar como este… es simplemente maravilloso.

                –Ya lo creo. Pero… ¿por qué no te sientas? –le mostró su lugar, junto a él.

El rubio muchacho no pudo evitar sonreír, ver a Yuuri actuar así, le hacía pensar que ese moreno frente a él no era más un enclenque, pero apenas la cita iba empezando, y no podía confiarse de eso aún. Acató inmediatamente la petición y se sentó a su lado, recargando su espalda en el robusto tronco.

Pasaban tranquilamente lo minutos, el silencio que gobernaba la atmósfera no era incómodo, era todo lo contrario. Era dulce y armónico. Pero si permanecían un poco más así, ambos terminarían enloqueciendo; así que el pelinegro optó por comenzar una inocente charla con su compañero.

                –Y dime Wolf… ¿cómo has estado estos tres años?

                –Bien, supongo. Al principio fue difícil, extrañaba tanto Shin Makoku que llegué a sentirme como un pequeño niño que se ha perdido. Los extrañaba a todos… te extrañaba a ti. –ambos sintieron sus corazones dar un vuelco –Pero no podía dejarme caer porque tenía una misión que llevar a cabo, además me di cuenta en poco tiempo que no estaba solo, ni perdido. Y pude salir adelante y estar en donde me encuentro ahora. –mientras habló sólo miró la superficie del lado.

–Siempre tuve una duda, ¿cuál fue la misión por la que viniste? –preguntó, optando por cambiar ligeramente de tema.

–Bueno… hace tres años, poco antes de que se me asignara la misión, su Alteza había sido informado repetidas veces por Ulrike sobre una rara energía un tanto familiar. Sin embargo, en la investigación que llevó a cabo Ken, descubrió que en efecto era una energía que ya habíamos sentido en Shin Makoku, pero estaba vez no residía ahí. Siguió buscando y por fin encontró la localización de esa cosa extraña. Provenía de la tierra, más específicamente Japón. Quiso encargarse él mismo, pero no le fue posible. Así que finalmente informó a mi hermano de la situación, en ese momento yo iba entrando a su oficina y pude escuchar parte de los datos. Me ofrecí voluntariamente para realizar el estudio y en dado caso de que fuera lo que se temía, aniquilarla lo más pronto posible –hizo una pausa, Yuuri lo observaba con cuidado.

                – ¿Acaso creían que se trataba de restos de la energía de Soushou?

                –Eso creímos el principio, pero no estábamos seguros. En cuanto llegué aquí me puse a investigar y me llevó meses dar con la fuente de donde provenía dicha energía. Cuando la encontré me dediqué a estudiarla, con la ayuda de la asesoría que me brindó Anissina antes de partir. Con ayuda de lo que aprendí en las clases de historia de Günter, descubrí que en efecto era un presencia que ya había aparecido en Shin Makokum sin embargo no se trataba de Soushou. Era de un monstruo que había aparecido antes que él, en su momento pudo representar un terrible peligro. Pero ya no era el caso, no sé cómo llegó hasta aquí, pero tengo unas cuantas teorías. Como sea, logré sellar esa poca energía en una caja especial, creada por su majestad Shinou cuando aún vivía. Esa caja en realidad fue hecha para contener a Soushou, pero no sirvió con él. Aunque a mí me resultó bastante útil. –Wolfram terminó de contar su misión, a grandes rasgos por supuesto, y se echó a reír cuando vio la seria expresión de su amigo.

– ¿Y te aventuraste a algo que pudo ser completamente peligroso… sin decirme los detalles? –Se había molestado bastante – ¿Qué  habría pasado si no hubieras podido con ello ¡eh!? ¡¡¿Pensaste siquiera en lo que hubiera sentido yo, si no regresabas?!! –gritó.

–Nunca podría imaginarme que sentirías si algo me sucediese, no lo sé… no lo sé porque tú nunca me lo dijiste –apartó la mirada, la atmósfera se había roto por completo –Lo siento… pero tenía que hacerlo.

Yuuri se reprendió a sí mismo por regañarlo, además Wolfram tenía razón, ¿cómo podría saberlo?, si él nunca le demostró nada. Recapacitó y atrajo al rubio hacia él, abrazándolo fuertemente.

–Perdóname, no debí gritarte –acarició los rubios cabellos y lo acomodó mejor en sus piernas. Wolf no hizo nada, ese día sólo se dejaría hacer.

Pasó una hora más, y la atmósfera se había recuperado, la tensión se había ido. Yuuri vio su reloj y se sorprendió de la hora, pronto sería la una de la tarde. Ya era momento del siguiente paso en la cita.

                –Vamos Wolf, déjame llevarte a otro sitio –lo ayudó a ponerse en pie. Ambos sacudieron sus ropas, tomaron las bicicletas y emprendieron el camino de vuelta.

 

*----*----*

Media hora después ya se encontraban en el centro de la ciudad, en la zona más ruidosa y poblada. Donde estaba lleno de tiendas de gran prestigio de todo tipo. Caminaban una al lado del otro, muy cerca.

Yuuri lo condujo a una enorme tienda de música, sabiendo que es cantante, supuso que eso le agradaría… y no estuvo equivocado. En cuanto el rubio se dio cuenta de la gran variedad de discos que ahí había, se puso a rebuscar como niño impaciente. Desde que llegó a la tierra, hace tres años, se hizo fanático de muchas bandas, tanto inglesas, como estadounidenses y  japonesas.

                –¡¡Es el nuevo CD de Coldplay!! –gritó, corriendo hacia su acompañante, con el disco en alto.

                – ¿De quién? –preguntó un pelinegro bastante confundido.

                – ¡Por Dios! ¿No sabes quién es Coldplay? –Yuuri negó con la cabeza –No lo puedo creer. Como sea, es su nuevo álbum, titulado Mylo Xyloto, su sencillo “Paradise” es… perfecto –el ojiverde comenzó a fantasear como muy pocas veces hacía.

                – ¿No lo tienes?

                –No –agachó la mirada con tristeza –Iré a ver más.

                –Puedes llevártelo Wolf, ese y todos los que quieras –comentó Yuuri con una sonrisa.

                –¡¡¿De verdad?!! –la expresión que puso el ojiverde en ese momento, hizo que Yuuri se diera cuenta de que lo amaba aún más de lo que creía. Verlo actuar tan adorable e infantil, lo hacía querer mimarlo en cualquier cosa que pidiera.

–Claro, después de todo los gastos están pagados –rió tontamente, y lo vio desaparecer entre los muebles y estantes.

Le tomó la palabra a Yuuri sin pensarlo más. Rebuscó y rebuscó y encontró todos y cada uno de los discos que quería: “Resistence” de MUSE, “Day and Age” de The Killers, “Heart and Soul” de Joy División, “Skying” de The Horros, “Go” de Girugämesh y “No Scared” de One ok Rock.  

                – ¡Muchas gracias Yuuri! –exclamó encantado, mientras estrujaba la bolsita contra su pecho.

                –De nada. ¿Te gustaría comer algo dulce antes de continuar? –conocía demasiado bien a Wolfram, sabía que nunca le rechazaría una petición como esa. Sólo necesitó ver los brillantes ojos verdes, para saber que eso era un rotundo “sí”.

 

Muy cerca de ahí se encontraba una de las mejores cafeterías de la ciudad, y había leído que sus pasteles eran los mejores de toda Asia. Pidió una de las mesas más apartadas y privadas que había, la cual les fue concedida de inmediato. Pensó que así estarían más cómodos. Ordenaron de los pasteles más caros, con unos generosos frappés de caramelo para acompañar.

El lado sumamente tierno e infantil de Wolfram salió a relucir nuevamente. El moreno comenzó a creer que se haría adicto también a esa faceta.

                – ¿Está rico?

Wolfram dejó su labor con el tenedor un momento y lo miró –Si, bastante –sonrió por centésima vez ese día.

– ¿No te parece  muy cursi esta cita, Wolf? –esa duda no se había podido alejar de su cabeza desde que comenzó el día.

–Un poco, pero a quién le interesa eso, el objetivo de esto es que ambos nos divirtamos ¿no? –respondió con aquel habitual tono caprichoso.

–Tienes razón, perdona.

–Enclenque –soltó por lo bajo y ambos rieron ante el pseudónimo.

Platicaron, rieron e incluso cantaron a dueto las canciones que ponían dentro de la cafetería. Bueno, sólo las que se sabían. Después de hora y media, y de sepa cuantas rebanadas de pastel y copas de frappé, se encaminaban hacia su siguiente parada.  

 

*---*----*

Iban camino al cine, a ver la película más reciente de la saga de de los héroes de Marvel, sin embargo a cierto rubio se la atravesó una de esas librerías donde tenían todo tipo de textos, libros apilados y viejos… ese olor le fascinaba, nunca se cansaría de él. El moreno no tuvo más remedio que seguirlo y verlo revoletear entre la estantería, tomando cada libro como si de una joya finísima se tratase, y oliendo cada uno con aspiraciones profundas y apenas sonoras.

Y como había sucedido en la tienda de discos, Wolfram llevó un enorme cargamento de libros usados.

– ¿De qué tratan los libros que llevas? –preguntó Yuuri bastante curioso después de verlo buscar tan insistentemente.

–Son de un detective inglés muy peculiar. Su habilidad de abstracción y raciocinio es simplemente fuera de este mundo. Cada caso que resuelve es una obra maestra –respondió su compañero con luces en los ojos.

– ¿Un… detective? –Yuuri sin duda amaba eso – ¡Espera¡ ¿Te refieres a las aventuras de Sherlock Holmes? –preguntó cayendo en la cuenta de la descripción que la había dado Wolfram.

–El mismo. Sir Arthur Conan Doyle es un genio, crear un personaje tan complejo e interesante. ¡Esto es literatura!

– ¿Los leerás para mí en alguna ocasión? –cuestionó entusiasmado el joven rey.

–Cuando su Majestad no pueda dormir, con mucho gusto se los leeré –le regaló una sonrisa y continuaron su camino en dirección al cine.

 

La fila para los boletos de Thor estaba bastante larga, afortunadamente alcanzaron entradas y los mejores asientos.

 

*----*----*

La cubeta de palomitas ya casi tocaba fondo. Wolfram no podía despegar los ojos de la pantalla, le gustaban esas películas de acción, había visto todas la películas que habían sacado, basadas en los comics de Marvel y llegaba a la conclusión de que eran muy pocas las que eran realmente buenas. Y tal parecía que Thor se estaba ganando un lugar en esa reducida lista, después de Iron Man I y II.

Mientras el rubio disfrutaba de la trama, Yuuri se dedicaba a contemplarlo con mucho, mucho cuidado, sólo de vez en cuando volteaba hacia la pantalla. A él nunca le gustaron demasiado las historietas de Marvel y no era porque Stan Lee hiciera historias aburridas, simplemente él prefería DC comics  y a Batman.

El joven Mazoku se había percatado de las insistentes y profundas miradas que habían estado posadas sobre él a lo largo de los 115 minutos que duró la película, pero no había reclamado nada… porque no había nada que reclamar realmente. Le gustaba ser observado por esos ojos azabaches.

Y ahora salían por la puerta principal del cinema. Ya había oscurecido, eran alrededor de las 8 p.m.  Sólo quedaban dos eventos pendientes en la lista de Yuuri: la feria y la cena.

 

Llegar a la feria les había tomado tan solo treinta minutos. En la entrada las luces que se esparcían por todo el lugar creaban una atmósfera dulce y cálida.

                –Nunca has venido a un lugar como este, ¿cierto? –Yuuri sonreía divertido al ver la expresión maravillada de su bello acompañante.

                –Nunca –afirmó enseñando su sonrosada lengua de manera aniñada.

                –Entonces mi joven príncipe, ¿por dónde le gustaría comenzar? – le ofreció su brazo de forma caballerosa y el otro le aceptó divertido, la invitación.

 

No perdieron el tiempo. Subieron primero a la noria; Yuuri siempre imaginó que si en alguna ocasión tenía la oportunidad de subir con Wolfram, lo besaría de la forma más romántica que pudiera, sin embargo… eso nunca pasó. Lo intentó, sí. Pero el rubio nunca se dejó, lo ponía demasiado nervioso. Cuando por fin bajaron se echó a correr al siguiente juego.

Después de terminar un tanto mareados por subirse a esos condenados columpios que sólo saben dar vueltas, salir corriendo de la casa del terror y de la de los espejos. Después de bajar temblando de la montaña rusa y casi devolver a la tierra el algodón de azúcar y la crepas que habían ingerido antes, optaron por cerrar la aventura en la feria con algo mucho más tranquilo.

Wolfram quiso subir al carrusel, sin embargo Yuuri se tuvo que negar, prefería verlo desde abajo, contemplarlo luciendo esa blanca y hermosa sonrisa. El rubio le había dejado su celular a cargo, y el pelinegro no desaprovechó para tomarle muchas fotos, tanto con el suyo, como con el de su acompañante. Tomó tantas que la memoria de su móvil casi se agotó.

Estaba tan ocupado borrando algunas canciones para poder tomar más fotos de Wolf montado en ese blanco corcel que en realidad se parecía al que tenía en Shin Makoku, que no se percató que el modelo de sus fotografías había descendido del juego para arrastrarlo consigo para un nuevo paseo, hasta que unas fuertes manos lo tomaron por las muñecas y lo subieron a la fuerza, sentándolo en el interior de uno de los carruajes. El muchacho de mirada esmeraldina se colocó a un lado, sonriendo satisfecho por haber realizado su travesura.

Wolfram le arrebató el celular y le hizo posar para varias fotos, unas donde sólo aparecía Yuuri, y muchas otras donde aparecían juntos, muy cerca el uno del otro.

 

*----*----*

Eran las 10 cuando salieron de la feria, y ahora veinte minutos después ya estaban parados frente a la entrada de uno de los restaurantes más lujosos y deliciosos de todo el país.

–Que insistencia la tuya de traerme a lugares tan costosos, esto no era necesario Yuuri –replicó por primera vez en todo el día.

–Pero no estoy teniendo una cita con cualquier persona, Wolfram. Eres un cantante bastante reconocido y un príncipe también, mi deseo es darte lo mejor –ante esas adornadas palabras, el aludido no pudo más que sonrojarse ligeramente.

Fueron interrumpidos por una voz amable  y servicial – ¿Puedo ayudarles caballeros?

                –La reservación a nombre de Shibuya Yuuri, por favor –la mujer revisó el libro y asintió.

                –Por supuesto, sígame joven Shibuya.

Los llevaron hasta la mesa más retirada y que en realidad era completamente privada, localizada en un balcón con vista a la ciudad y un poco más allá, la playa. La recepcionista se retiró y un joven y apuesto mesero se hizo cargo de entregarles el menú.

                –En cuanto sepan que ordenar, por favor llámenme –lo último se lo dijo prácticamente a Wolfram, que respondió una apenada sonrisa.

                –No lo culpo por intentar coquetear contigo, después de todo eres muy apuesto, pero, ¡qué descaro! –exclamó molesto por el atrevimiento del mozo.

                –No me dirás que estás celoso, ¿o sí Yuuri? –preguntó divertido por la reacción de su joven rey.

                – ¿Y si dijera que sí?

                –Me echaría a reír. Como sea ordenemos algo rápido, muero de hambre.

Y así lo hicieron, pidieron algo cuya procedencia sabían y Yuuri logró ahuyentar o al menos dejarle en claro que el rubio no estaba disponible para él.

Comieron tranquilamente, platicaron de todo lo que pudieron. Wolfram le pidió le contara con detalle lo que había sucedido en Shin Makoku durante los diez años de su ausencia en su país. El pelinegro con algo de reticencia, porque en realidad deseaba más escuchar al rubio, le platicó que en realidad no se había perdido de mucho, cosa que para el ojiverde fue todo lo contrario, sintió que se había perdido una vida entera, pero ya sabría como recompensar el tiempo perdido. Porque definitivamente iba a regresar.

Los minutos siguieron transcurriendo, las velas se consumían con gran lentitud, al parecer eran de muy buena calidad. Y tan sólo faltaban unos minutos para medianoche, lo que significaba el final de ese encantador día.

 Y además había llegado el momento de la verdad. Wolfram se había puesto de pie, apoyando los brazos sobre la baranda del balcón. Fijó su vista en las cientos de luces de la ciudad y se perdió en ellas.

Se acercó sólo un poco a él, mirando la esbelta espalda y se dijo que era ahora o nunca.

–Wolf… hace tres años, cuando te fuiste, no tuve la oportunidad… o más bien no tuve al valor de decir aquellas palabras que siempre quisiste oír de mí…  –se detuvo un breve momento, Wolfram no lo miraba, pero sabía que lo estaba escuchando –Sin embargo, ahora me tocó esperar a mí 10 años para poder decirlas.

El rubio se giró para verlo directo a la cara, estaba impaciente. Al tener esos orbes verdes mirándolo con tanta fijeza, olvidó lo que iba a decir. Wolfram se acercó a él y tomó el rostro de tez morena entre sus manos.

                –Dímelo de una vez Yuuri, no me hagas esperar más –suplicó en un susurro.

–Te amo –soltó por fin con toda la dulzura que pudo y acarició el rostro blanco de su prometido –Te amo tanto –repitió aferrándolo a su cuerpo con un delicioso abrazo.

Ambos permanecieron en un mutismo momentáneo, Wolfram porque no creyó que de verdad le había dicho esas palabras y Yuuri porque esperaba una respuesta, que al final supo no llegaría. Entonces se atrevió a preguntar.

                – ¿Me darías una segunda oportunidad?

–Te tardaste mucho, maldito enclenque –soltó con mofa, logrando que el moreno se tensara –Pero me di cuenta de que soy tan enclenque como tú, porque te daría las oportunidades que quisieras. Porque estoy tan estúpidamente enamorado de ti.

No lo soportó más. Lo besó, primero con delicadeza, pero habían esperado demasiado para tan poco. Con su cálida lengua pidió permiso para adentrarse más allá, no hubo resistencia, los labios del rubio se abrieron invitándolo a pasar a través de ellos. El delicado beso se volvió más demandante, se transformó en un torpe pero coqueto juego entre sus lenguas.

Cuando los pulmones demandaron aire, se separaron. Ninguno apartó la mirada, ambos estaban felices, ambos estaban complacidos. Ambos estaban enamorados.

–Te amo de todas las formas habidas y por haber, también cuando ese suculento rubor adorna tus mejillas –comentó para hacer enfadar a su prometido.

                – ¿De dónde sacas cosas tan absurdas? Enclenque –renegó con una sonrisa y en seguida lo besó.

 

 

*----*----*

Dos días después, ya que Murata había tenido su cita con Yukari, se encontraban frente a la bañera; listos para retornar a Shin Makoku. Todos los conocidos del secreto se encontraban presentes, lo que incluía a Yuuki, que había ido para despedirse de Wolfram y su familia antes de regresar a Londres.

Retuvo a Yuuri antes de que este entrara al cuarto de baño, pegó sus labios a su oído y le confesó algo que sólo él puso escuchar y que sólo el sabría. Lo soltó y le sonrió.

                – ¿Lo amas? –preguntó

                –Como no tienes idea –correspondió la sonrisa. Se despidió y tomando de la mano a su prometido, saltó al interior de la bañera para volver a casa. 

 

Notas finales:

 

Con este capítulo doy por concluida esta historia. Quiero agradecer a todas y a cada una de ustedes por hacer leído este pedazo de miel jajajaja. Sé que ahora fue una historia muy melosa, pero soy una persona simple la verdad. Además hubo cierta personita que me reclamó porque no había escrito una historia con un final por completo feliz (creo que fuiste tú Himiko-chan. Va por ti) jajajaja.

Hay una cosa que me gustaría, si bien no aclarar, sí mencionar. Yo sé que Wolfram es mucho más maduro y fuerte que el que plasmo en lo que escribo, el detalle está en que no he tenido la oportunidad de leer las novelas y sólo puedo basarme en el Wolf del anime, perdón por eso.

¿Qué más? Agradecer a todas sus comentarios que siempre me ayudan a seguir adelante, motivándome. Las aprecio.

 

También quiero hacer un agradecimiento muy especial a dos personitas que me han apoyado mucho desde que empecé con esto de la redacción, mis dos mejores amigas: Fanny, Viann, ha ustedes muchas gracias por siempre echarme porras, por leer los borradores, darme sus opiniones, por todo. Esta historia, si bien no la han leído completa, es para ustedes. Viann: gracias por ayudarme a escoger los eventos para la cita, me diste muy buenas ideas. Éste capítulo va por ti. Un pequeño homenaje a ambas. La amo mucho :3

 

Sin más, que decir, más que desenvolverme en agradecimientos por seguir la historia, me despido. Me temo que tendré que dejar de escribir por un tiempo, pero en cuanto tenga tiempo libre, aquí me verán de nuevo. Intentaré terminar “Nuovo Amore” lo antes posible, para las que sigan esa historia. Y tal vez tengan un epílogo de ésta.

 

Con amor Keny-chan 

 


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