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Deja de llorar por Yais

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Notas del capitulo:

Lo confieso, lo que pasa es que me daba cosita escribir este capi.

Capítulo 10

 

 

Gaara miró a su amigo con un gesto sorprendido justo cuando ambos se detuvieron frente al burdel más famoso de la región. –Naruto no… –  quiso aleccionarlo como antes solía hacer, pero el rubio le hizo un gesto con la mano para que se ahorrara el discurso.

 

–No te preocupes. Sólo quiero saludar a unos viejos amigos.

 

El pelirrojo resopló y negó levemente antes de ir detrás de Naruto, quien se introdujo en el edificio sin titubear. Tras atravesar la puerta principal se toparon con un amplio salón repleto de gente sentada alrededor de varias mesas. El lugar estaba lleno de humo, las luces eran tenues y la música ligeramente insinuante. Al fondo había una tarima donde un grupo de personas bailaban y en las mesas había clientes y empleados disfrutando de la compañía mutua.

 

La presencia del rubio en el burdel generó exclamaciones entre los trabajadores y, como si de moscas atraídas por la miel se trataran, varios fueron a recibirlos. Sin embargo de todos ellos una chica resaltó entre la multitud.

 

–¡NARUTO!

 

–Shion – el rubio recibió el apretado abrazo de la mencionada con una mezcla de felicidad y azoro pues ella traía muy poca ropa encima.

 

–Hace tanto que no nos veíamos. Ni tú, ni Gaara san se habían vuelto a pasar por aquí – Shion usó sus bonitos ojos color amatista para mirar a ambos a la vez que hacia señas al resto de los empleado para reclamar a los recién llegados como sus clientes.

 

Gaara asintió levemente con la cabeza para responder el saludo, mientras que Naruto balbuceó por lo bajo algo similar a “no tiene tanto tiempo”.

 

–Vengan, vengan… Shima sama y Fukasaku sama no están ahora, pero no me perdonarían si no los tratamos como se debe –  Shion comenzó a jalarlos para llevarlos con ella a una de las puertas laterales ubicadas fondo del lugar –tenemos mucho de que platicar.

 

 

 

Gaara pensó que la presencia de ellos dos en aquel sitio estaba bastante mal, en primer lugar porque Sasuke decapitaría a Naruto, y pretendería hacer lo mismo con él, y en segundo porque Shion comenzó a gritarle a Haruna que corriera y trajera a Sari porque él estaba ahí.

 

Hacía varios años, unos pocos después de que Naruto y él cumplieran la mayoría de edad, Kankuro los llevó a aquel lugar. En ese tiempo Naruto coqueteaba con todo lo que tuviera vida así que le fascinó el burdel. A él no tanto. La vida de noche no era lo suyo, no le espantaba, pero no le gustaba. Estaba mal que la gente pagara o que hubiera personas viviendo de eso. A Naruto le perdonaba su gusto por esos lugares porque le constaba que el rubio disfrutaba únicamente de tontear.

 

Les habían pasado varias cosas en aquel burdel. Ahí la vida de Naruto y su posible matrimonio habían peligrado y, en su caso, el sitio era el motivo por el cual Sasuke lo detestaba.

 

Las habitaciones del fondo eran los lugares que la gente usaba para practicar todo tipo de actos sexuales no convencionales. Aún era muy temprano, pero algunas ya estaban ocupadas y sus habitantes no tenían recato al momento de gemir, ni la intención de cerrar las puertas. Aparentemente todos estaban dispuestos a que quien fuera se les uniera.

 

Naruto, Shion y él caminaron por el pasillo hasta la última habitación. La más amplia y mejor adornada del lugar. Era el cuarto VIP.

 

–Sé que nombraste a tu hijo en mi honor –Shion batió las pestañas al tiempo que se sentaba en el sillón de tres plazas en la mini salita de la habitación y miraba a Naruto con satisfacción –¿cómo lograste que Sasuke no se opusiera?

 

–Aunque no lo creas fue su idea.

 

–¡Ya!, tienes razón, no te creo –. Ella comenzó a reír y Naruto se sentó a su lado dispuesto a relatarle cómo surgió la idea a la vez que hacía ademanes para darle mayor realismo a su historia.

 

Gaara lanzó un suspiró y se sentó en el sillón de una plaza algunos metros lejos de ellos. Se sintió cuatro años más joven y recordó esa sensación de desamparo que lo acompañaba en esa época. Ahora ya no se atormentaba pensando que jamás sentiría amor por alguien, sino que sufría porque lo había encontrado.

 

“¿Qué estaba haciendo antes de ir detrás de Naruto?, besando a Lee”. Muy en el fondo tenía la sensación de que su esposo no fue tan receptivo a su acercamiento como siempre, más bien apático. Jamás se había planteado que un día el menor le respondería con desidia o que llegara el momento en que ni eso haría.

 

Mucho tiempo atrás, cuando decidió que tenía que odiar a Lee, independientemente de si quisiera o no, y que no lo dejaría alejarse de su lado; dio por hecho que su esposo aceptaría aquello y siempre pondría empeño para que volviese a amarlo. Apenas hoy se planteó la pregunta: “¿y si Lee se cansaba de él?”. Bien podría obligarlo por la fuerza, sin embargo no era lo que quería. “¿Qué quería?”, en realidad seguía queriendo lo mismo que en el momento en que se casó “que Lee lo amara”, a pesar de que él fingiera no corresponderle. Pero probablemente Lee estaba por llegar a su límite y él aún no era capaz de perdonarlo, además, era posible que jamás lo hiciera. Su vida era un chiste.

 

–Gaara sama – antes de darse cuenta tuvo a Sari sobre él. –Que bueno que está con nosotros. Ha pasado mucho tiempo desde su última visita.

 

–Es lo que yo digo – alegó Shion interrumpiendo su plática con Naruto –y no es justo, todos saben que los hombres casados son más interesantes – después de decir aquello le guiñó un ojo al rubio.

 

–Ah sí, ¿por qué? – desde su boda, Naruto desarrolló una capacidad para no darse por aludido cuando alguien intentaba llamar su atención. Pero bajo las circunstancias adecuadas respondía naturalmente. Así que al momento en que Shion se le acercó y él la imitó Gaara pensó que, probablemente, Naruto no era tan inocente y Sasuke no estaba tan maniático como su amigo intentaba hacerlo parecer. 

 

–Porque están más frustrados. Cuando no les da por hablar de sus problemas de pareja – Shion miró a Naruto con apatía porque todo ese tiempo se la pasó hablando de Sasuke –y se dejan llevar, hay mucha pasión contenida. Además, cuando tienen parejas muy “recatadas”, vienen aquí con mucha imaginación…

 

Sari se rió como si recordara algo bastante agradable y le entregó a Gaara un vaso con whisky en las rocas. Ella sabía que el pelirrojo no conversaba y jamás aceptaba una invitación a compartir una cama, no importando si estaba alcoholizado o no, así que su mejor apuesta era hacerlo gastar dinero en la barra y cobrar comisiones de eso. En realidad no ganaría mucho, pero Gaara le gustaba así que valía la pena estar a su lado.

 

 

 

 

 

Sasuke y Lee recorrieron la primera parte del viaje en silencio. No tenían ganas de conversar porque el mayor estaba bastante concentrado en lo que le haría a Naruto tan pronto lo tuviera a la mano,  mientras que Lee estaba sumido en sus pensamientos. Todos relativos a su relación con Gaara y la revelación que Baki y su acompañante le hicieron.

 

Todo ese tiempo pensó que Gaara lo amaba y que actuaba de manera posesiva porque estaba dolido. Y creía que debía soportarlo porque era su culpa que las cosas se hubieran tornado de aquella manera. Lo entendía y lo amaba tanto que, aunque no estuviera de acuerdo, habría justificado cualquier cosa que le hiciera. Incluyendo intentar encerrarlo e intervenir su correspondencia.

 

De cierta forma, si se hubiese enterado de aquellas dos cosas un día antes, entonces habría creído que Gaara lo hacía por algún tipo de amor mal encausado. Pero ahora, la única explicación que encontraba era que su esposo deseaba mantener su fachada, justo como lo hacían frente a Sasuke y Naruto, y no confiaba en que él también fuera capaz de mantenerla. Era un hecho que pensaba lo peor de su persona.

 

–No llores – cuando Sasuke le ordenó aquello Lee cayó en cuenta de que sus ojos se estaban empañando. Se ensimismó tanto que dejó de ver el camino y le habría ocasionado daño al animal que lo llevaba o a sí mismo, si no fuera porque Sasuke tomó la rienda de su caballo y la de él, con la intención de hacer que ambos detuvieran su andar.

 

En cuanto pararon la marcha el mayor resopló –si vas a llorar por Gaara no deberías hacerlo ahora. Ese idiota merece un golpe para que se le acomoden las ideas. Que hagas algo. No que te pongas a llorar a mitad de la nada.

 

Lee clavó la vista en la crin del caballo e intentó volver a controlar sus pensamientos. Le estaba costando mucho trabajo aceptar que Gaara no lo amaba. Respiró con lentitud hasta que el  mayor, inusualmente conmovido, se animó a ponerle una mano sobre el hombro y él, no pudo evitar sentir que a alguien le importaba lo que sentía, lo abrazó –Sasuke –. Uchiha se puso tieso, pero no tuvo el valor de apartarlo y se mantuvieron en aquella posición hasta que Lee volvió a su estado ecuánime. –Gracias – le dijo una vez que se separaron.

 

Sasuke negó levemente y siguiendo con su actitud atípica pasó una mano por su cabello para darle ánimos –vamos. Tenemos que poner a esos dos idiotas en su lugar.

 

Lee tenía todo el día intentando adivinara qué haría, pero, otra vez, lo pospuso y prefirió sonreír levemente. De lo único que estaba seguro era que envidiaba mucho a Sasuke y que deseaba ser como él. Incluso, aunque estuviera mal, le dieron ganas de ser capaz de romperle un adorno en la cabeza a quien lo contradijera, o… algo no tan grave.

 

Se animó interiormente. Intentando olvidar la depresión y pensar en maneras de cambiar su actitud pues probablemente era su personalidad lo que no daba lugar a que Gaara lo perdonara y creyera que sólo sabía cometer tonterías.

 

 

 

Hubiese seguido con tal determinación de ser un chico liberal si no fuese porque perdió todo hilo de pensamientos cuando llegaron a su destino. –E-eso es un-a u-na ca-sa de ci-citas – balbuceó en cuanto se dio cuenta frente a dónde estaban parados.

 

Sasuke habría encontrado graciosa la expresión de Lee sino fuese porque habían tardado mucho en llegar, así que sólo gruñó como respuesta afirmativa.

 

–Di-dices que Naruto y Gaara fueron ahí. Pero, n-o harían eso. Gaara no visita ese tipo de lugares – miró a Sasuke como si lo estuviese engañando sólo para ver si era capaz de pensar mal de su esposo.

 

–Claro que los visitan ¿por qué crees que no?, ¿por qué este lugar no es para la gente con educación?, de buena familia y todas las estupideces que te enseñan en Konoha – el mayor no le dio entonación a sus palabras, pero Lee no pudo evitar encogerse de miedo pues sitió que lo estaba reprendiendo. –No lo olvides, Gaara te prohíbe salir de casa pero él viene a este tipo de sitios sin problema.

 

Lee negó.

 

–Vamos y te lo demuestro.

 

–¡No!, no está bien. Y no puedo, no voy a entrar ahí.

 

–Sí, vamos a entrar – Sasuke jaló a Lee del brazo y el menor se resistió. Algunas de las pocas personas que estaban pasando por ahí se les quedaron viendo.

 

–Pero no están ahí

 

– A dónde más van a ir a esta hora ¿a dar vueltas por el parque?

 

–Pero Gaara no… – Lee estaba por morder a Sasuke para que lo dejara de jalar cuando éste lo soltó y la inercia lo hizo caer de sentón en el suelo.

 

–Bien, quédate aquí afuera. Igual me sirves – Sasuke se acomodó la ropa como si recordara que él no hacía ese tipo de cosas. –En cuanto le diga a Gaara que su esposo está parado, solo, a mitad de la noche, frente a la puerta del burdel, seguro sale corriendo de ahí.

 

Sasuke comenzó a caminar a la puerta del local cuando Lee razonó lo que le había dicho y sintió pánico. No quería estar ahí solo. –No, espera. Voy contigo – se levantó como resorte –no me dejes… ¡Sasuke!

 

 

 

Cuando ambos entraron al lugar, Lee miró todo aquello como si se tratara de un mundo completamente diferente. Jamás en su vida se imaginó que pisaría un sitio como aquel y cuando varias miradas se posaron sobre ellos, se aferró al brazo de Sasuke en busca de protección. Siempre le dijeron que esos lugares eran lo peor de lo peor.

 

Cerró los ojos para no seguir viendo a su alrededor. En todas las mesas había hombres borrachos besando sin recato a los trabajadores del burdel. Metiendo sus manos debajo de sus uniformes, sin importarles que el resto pudiera verlos.

 

–E-esto es… vámonos, no los veo – con cada paso que daban, Lee apretaba con más fuerza el brazo de su compañero. Temía que cualquiera de todos los que los miraban se acercara creyendo que estaban buscando algo.

 

–Claro que no los ves. Aunque estés detrás de mi sé que tienes los ojos cerrados – se burló Sasuke.

 

Lee lanzó un quejido –no están aquí.

 

 

 

–¡Sasu chan! – de pronto una chica se paró frente a ellos y esbozó una enorme sonrisa –¿qué sorpresa tenerte por aquí? – Lee se hizo lo más pequeño que pudo para que la recién llegada no lo notara.

 

–Haruna – saludó el mencionado con una especie de gruñido –vine por Naruto ¿dónde se metió?

 

–¿Naruto?, no, Naruto ya no viene por aquí – ella se llevó una mano a la boca y se inclinó como si pretendiera contarle un secreto a Sasuke –dicen que su esposo le tiene la correa muy corta. ¿No lo sabes?, la última vez que vino llegó detrás de él y lo sacó diciendo que si volvía a pararse por aquí lo iba a castrar. Fue muy gracioso.

 

Las palabras de la chica absorbieron la atención de Lee y el imaginarse esa escena lo relajó un poco. La voz se escuchó amable, así que se asomó de detrás de la espalda de Sasuke para ver a la recién llegada.

 

–¡Oh! Y ¿quién eres tú? – Haruna reparó en él y cuando quiso tocarlo Lee saltó hacia atrás.

 

–Lee – respondió jalando a Sasuke para que siguiera fungiendo como escudo humano.

 

Haruna rió –no te asustes querido, no te voy a hacer nada malo… a menos que quieras.

 

–¡No! – Lee volvió a esconderse –no quiero estar aquí, vámonos.

 

–Cállate – Sasuke lo regañó para que se estuviera tranquilo y le dio un manotazo para que lo soltara. Después miró a Haruna directo a los ojos –ve y dile a Naruto que tiene un minuto para salir de donde sea que se metió, porque si no se va a arrepentir.

 

–Ya te dije que ni Naruto ni Gaara están aquí.

 

–¿No están? – Sasuke enarcó una ceja –yo jamás dije que Naruto viniera acompañado de Gaara.

 

Haruna abrió la boca como si pretendiera argumentar algo, pero ninguna excusa se le vino a la mente así que se rindió –está bien. Naruto llegó hacer un rato y fue a la última habitación, de las del fondo. Ya sabes a cuál. – Al terminar de dar la instrucción miró a Lee – Sasu ¿por qué trajiste a un niño?, sabes que no aceptamos menores de edad aquí… ¿por qué no viniste con la pelirroja tan bonita que la hace de tu niñera?

 

Sasuke entornó los ojos como respuesta. Entonces Lee se dio cuenta de lo patético que seguro lucia, escondiéndose detrás de Uchiha, y se enderezó. Aunque eso no fue suficiente para hacerlo ver mayor, así que Haruna le hizo un ademán  para que saliera del burdel –vamos.

 

–No. Yo vengo a buscar a Gaara.

 

Ella arrugó el ceño unos segundos y luego sonrió –¡oh! – se empezó a reír y volvió a mirar a Sasuke –¿trajiste al esposo de Gaara contigo?, eres una persona terrible.

 

–Ya basta – Sasuke le puso una mano en el hombro a la mujer y la apartó –no te interpongas en mi camino.

 

–Jamás – Haruna se quitó de inmediato y dejó avanzar a Uchiha, pero cuando Lee intentó seguirlo ella lo detuvo.

 

–Pero no tú. Lo siento, de verdad no puedo dejar ir a un niño más allá del salón de bienvenida.

 

–Eh, pero yo...

 

Haruna miró a Uchiha y el mayor hizo una mueca. En la parte de enfrente la gente estaba portándose de manera “recatada”, pero en la parte trasera las cosas eran mucho más subidas de tono. Había llevado a Lee porque él necesitaba espabilarse, pero tampoco pensaba exponer su inocente mente a las perversiones de aquel burdel. Tal vez era demasiado.

 

–Haz lo que dice Haruna.

 

–Pero… me arrastraste hasta aquí y ¿ahora dices que no puedo ir?, ¡casi matas a Baki san! Voy a acompañarte – Lee intento desafiar la autoridad de los otros dos, pero Sasuke no quería escuchar argumentos, así que le puso una mano en el pecho y lo empujó hacia Haruna para que lo sostuviera.

 

–No tardaré mucho.

 

Lee lanzó un gruñido.

 

–¿Quieres ir a uno de los privados del frente?, ya llamaste mucho la atención – sugirió Haruna y Lee aceptó inmediatamente cuando se dio cuenta de que ahora lo veían más personas y que varios parecían tener muy malas intenciones.

 

La mujer llevó a Lee hasta uno de los privados antes nombrados. La habitación no era mayor a tres por cuatro metros y al fondo había un sofá cama. A un lado de la puerta estaba una tarima y un poco más a la derecha un mini bar.

 

–¿Quieres? – Haruna preguntó al descubrirlo examinando el bar.

 

–No. Estoy bien.

 

–Bien, porque no te iba a dar. Recuerda: no menores de edad – lo miró de hito a hito antes de preguntar –¿exactamente cuántos años tienes?

 

–Dieciséis.

 

–Por la forma en que te comportas te estaba calculando unos catorce.

 

Lee, ligeramente avergonzado, se sobó un brazo. Probablemente exageró su actitud respecto al lugar. En realidad no debía sorprenderse, no era como si jamás hubiese hecho lo que los otros hacían. Aunque, no lo pudo evitar. Cualquier tema relativo a las relaciones sexuales, propias o ajenas, lo asustaba, despertaba su curiosidad, avergonzaba, entristecía y lo hacía feliz; todo a la vez.

 

–Pero bueno, no creo que a Gaara le guste saber que estás aquí. No deberías dejar que Sasuke te convenza a hacer este tipo de cosas, él está acostumbrado, pero es peligroso para los niños como tú, no parece que salgas mucho de tu casa.

 

Lee se encogió de hombros y volvió a concentrarse en no deprimirse. “¿Qué más daba?”, ya estaba ahí y a pesar de que Sasuke no le dijo a dónde pretendía llevarlo, Gaara no le iba a creer. Si pensaba en decírselo. –No creo que le importe tanto qué me ocurra, más que lo que la gente dirá… aunque él haya venido aquí en primer lugar.

 

Haruna negó levemente –ya… bueno, entonces no te deprimas. No eres el único. Aquí decimos que el matrimonio es nuestra mayor fuente de empleo –. Aunque después de declarar aquello se sintió un poco mal, por obvias razones ella no creía en el matrimonio y afirmaba que ir a un lugar a distraerse era natural, pero Lee le dio mucha pena. –¿Sabes? Hay mucha gente extraña, por ejemplo muchos casados nos visitan, pero Sasu es el único que se mete aquí para arrear a su esposo fuera y lo más gracioso es que Naruto sólo viene a conversar. Quienes trabajamos aquí somos mucho mejores escuchando que cualquier psicólogo… y aunque Gaara no es de conversar mucho, haría lo mismo aquí que en un restaurante familiar.

 

Lee miró a la joven, ladeó la cabeza y, después de varios segundos, comprendió por qué Haruna le dijo aquello. Ella pensó que su tristeza se debía a que él creía que Gaara estaba ahí buscando compañía. De hecho, jamás le cruzó por la cabeza que su esposo hiciera ese tipo de cosas, era absurdo pensarlo. Gaara estaba ahí porque acompañaba a Naruto, justo como él a Sasuke.

 

 

 

–¡Oye Haruna!, ¿dónde te metiste?, tu cliente ya llegó – la chica y Lee escucharon la voz de alguien llamando desde afuera e inmediatamente la mencionada se levantó.

 

–Perfecto, Lee me tengo que ir, quédate aquí ¿sí?, yo le diré a Sasu que venga a buscarte antes de irse – y dicho esto salió corriendo del privado –¡Voy cariño!

 

 

 

Lee se quedó en el privado un largo rato, sin moverse. Después miró a todos lados con curiosidad, pero como la habitación no tenía muchas cosas con las cuales pudiera distraerse probó dejarse caer sobre el sofá cama varias veces para comprobar qué tan acolchado era.

 

Jugueteó un rato hasta que escuchó que la puerta del privado se abrió y por ella entró una pareja. Ambos estaban tan concentrados en besarse que no repararon en su presencia hasta que casi chocaron con él.

 

–Hola, cariño ¿qué haces aquí?, este privado esta reservado para mi chico y yo, o ¿vienes a hacernos compañía? – el hombre que le habló estaba muy borracho y pretendió tocarlo, pero Lee le dio una patada en el estómago y corrió hacia la puerta.

 

–¡No! Pero pasen una bonita noche.

 

–Oye, ¿quién… – el acompañante del que le habló intentó detenerlo, pero Lee corrió sin mirar ni una vez hacia atrás.

 

 

 

–Uff, no sé qué fue eso – dijo tan pronto paró su carrera. Los privados estaban en un pasillo largo y él lo recorrió hasta que llegó hasta donde el pasillo se bifurcaba. Miró con indecisión el que iba a la izquierda y el de la derecha, pero al recordar que Sasuke fue hacia la izquierda la última vez que lo vio también siguió esa dirección. Prefería reunirse con alguien conocido a volver a quedarse solo.

 

 

 

Mientras avanzaba más se arrepentía de no haber vuelto al salón. Pensó que tal vez quedarse afuera del local no hubiera sido tan malo como entrar, pues ahora iba avanzando por otro pasillo en el que resonaban una gran cantidad de sonidos perturbadores. Gemidos y exclamaciones de placer.

 

Si mal no recordaba Haruna le dijo a Sasuke que el lugar donde estaba Naruto era al fondo. Probablemente todos estaban ahí. Así que apretó el paso y no volvió a detenerse ni se puso a pensar en los sonidos que escuchaba hasta que llegó a su destino.

 

 

 

Vaciló cuando llegó a la que supuso era la habitación que buscaba, pero acopió valor y entró. El lugar ocupaba un espacio mucho más amplio que los privados, con una cama de verdad, una mini sala, espejos en las paredes y un minibar surtido con vino y champan para nada corriente. Lee caminó al centro del lugar antes de lanzar un suspiró de desilusión porque el cuarto estaba vacío.

 

Justo cuando decidió salir, escuchó que alguien entraba a la habitación con él y cerraba la puerta.

 

–Hola – lo saludó una voz desconocida y Lee sintió que se paralizaba cuando al girarse se encontró con un hombre cubierto sólo con un albornoz y acercándosele sin mucha ceremonia –bien, alguien nuevo.

 

–Arhh… – Lee dio tantos pasos hacia atrás como los que el hombre daba para aproximarse –no se acerque o... o voy a… – miró a todos lados pero como sus pasos lo habían llevado hasta la cama lo único que encontró para usar como arma fue una almohada –voy a golpearlo.

 

–No pequeño, ¿no te lo dijeron? Yo soy quien te va a enseñar una cuantas cosas –el hombre le sonrió y Lee sintió un escalofrió de terror así que le lanzó la almohada al rostro y se trepó a la cama de un salto, para ir hacia el otro lado y buscar una manera de correr hacia la puerta, pero el hombre lo agarro de una pierna y lo botó sobre el colchón.

 

–¡Suéltame! – Lee comenzó a patalear –no, ¡déjame!

 

El tipo se subió encima de él y le agarró los brazos para que dejara de manotear –Kami, eres un excelente actor. Recuérdame dejarte propina extra.

 

–¡Yo no trabajo aquí!, argh ¡suéltame! – después se puso a gritar –¡no estoy actuando!

 

El hombre se acomodó entre sus piernas y siguió con el, para él, juego de apresarlo de las manos y comenzar a quitarle la ropa. Lee le mordió la mano y le dio varias patadas, pero esas acciones más que desincentivar a su atacante lo animaban mucho más. Cuando sintió que aquel extraño había logrado desabotonar su pantalón y estaba por bajárselo lanzó otro grito, cerro los ojos y se puso a llorar –No, ya. No quiero.

 

El hombre paró unos segundos y dejó la tarea para inclinarse sobre él y lamer sus lagrimas –te voy a…

 

 

 

Aunque no supo qué se suponía que le iba a hacer aquel tipo, porque algo no lo dejó continuar. Escuchó un golpe y después se sintió libre. Cuando abrió los ojos y se incorporó vio que Gaara estaba sobre el tipo y le estaba desfigurando el rostro. Recordó una escena similar, pero ahora no sentía el mundo nebuloso y, de hecho, tampoco creyó que tenía el deber de detener a su esposo.

 

–¡Hay!, por dios ¿qué está pasando?, ¡seguridad!

 

Lee volteó a la puerta y vio que Naruto, Sasuke y varias personas estaban ahí. La que había gritado era una trabajadora. Su rostro se enrojeció, se encogió y con las manos temblorosas se abrochó el pantalón.

 

Naruto detuvo a Gaara antes de que le hiciera algo muy grave al hombre, así que cuando seguridad llegó lo más que tuvieron que hacer fue decirles a los cuatro que se largaran de ahí. Shion y Sari no hicieron algo para defender a sus amigos porque no paraban de girar sobre su mismo lugar intentando reanimar al cliente que Gaara dejó inconsciente.

 

–Ven – Gaara tomó a Lee de la muñeca y prácticamente lo arrastró hasta que salieron del burdel y una vez en la entrada lo zarandeó bruscamente al tiempo que le gritaba –¡¿se puede saber qué estabas haciendo ahí?!

 

–Ah, yo, estaba…

 

–No te puedo dejar solo ni dos horas porque me vuelves a hacer esto.

 

–Es que, no, no sé, estaba… estaba – Lee entró en shock. ¿Cómo que le volvía a hacer eso?, acaso no vio que lo estaban atacando  –yo no quería…

 

–Gaara – Naruto intentó hacer razonar a su amigo pero éste le lanzó una mirada muy seria.

 

–No te metas en esto Naruto.

 

–Tienes que calmarte. No ves que Lee no se siente bien, como para que encima tú le grites.

 

–Yo no te digo cómo tienes que tratar a Sasuke así que no te me… – no pudo terminar de hablar porque recibió un golpe a puño cerrado en el rostro.

 

–Eres un imbécil – Sasuke creía que Gaara fuese a razonar con palabras en ese momento y Naruto previendo que su amigo no se tomara a bien el golpe apartó a Sasuke. Poniéndose entre él y Gaara.

 

El pelirrojo entrecerró los ojos y desafió a su amigo con la mirada antes de volver la vista hacia a Lee. –Para mi estás muerto – y dicho esto se dio la vuelta para irse.

 

 

 

Lee sintió que la ultima palabra se repitió en su mente miles de veces antes de entender su significado y reaccionar. Aunque en realidad no pasaron ni tres segundos cuando él intentó seguir a su esposo –Gaara, espera, no digas que eso –, no pudo darle alcance porque Sasuke lo sostuvo del brazo.

 

–No vayas ahora.

 

–Pero dijo que estoy muerto, no estoy muerto. Me está dejando, si me deja de verdad voy a morir. Sasuke, tengo que ir – se tironeo, pero como momentos antes no logró zafarse y comenzó a quejarse. –Me mató – en su mente o en la vida real, fuese como fuese, en realidad estaba muriendo.

 

 

Notas finales:

Las moralejas son: No fastidies a Sasuke porque arruinará tu vida. No fastidies a Neji porque la autora le hará justicia. Si pones a tu esposo y hermano bajo el mismo techo te vas a arrepentir y si te casas sin conocer a tu pareja, mucho más.

Estuve leyendo/corrigiendo esta historia y, Jashin, me reí bastante. Me retorcí y jalé los cabellos. No sé cuál era mi estado mental cuando la escribí, pero creo que la intención era hacer una novela ligera para leer en un viaje y… quería fastidiar a mi yo del futuro.

Debieron verme mientras revisaba esto, era de “mierda Lee, cómo pude hacerte tan idiota”, “Gaara mi vida, mata… me jode, también te fastidie” LOL. Amo a esta historia, tengo un romance tormentoso con ella y, en especial, con este capítulo.

Ahora estoy escribiendo otra historia (La respuesta SasuNaru - en honor el final de Naruto), así que no debería estar escribiendo otras cosas, pero recibí una petición por correo donde me pedían actualizar esta historia y, la verdad, he estado tan dispersa y alejada de mi OTP que me dije “¡va!, gracias por no perder la fé” (Claudia). Me tomó dos semanas terminar las revisiones, y unos días más para escribir el capítulo 10, pero ya esta.

Espero les haya gustado, valiera la pena la espera y leernos pronto.

Yais

PD. ¿Quién creyó que Lee iba a encontrar a Gaara con alguien en el burdel?


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