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Deja de llorar por Yais

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Notas del capitulo:

Hola!... tengo mucha prisa, voy a salir y no voy a tener acceso a internet y  mi computadora hasta mañana. Publico ahora, pero quiero que sepan que aprecio sus comentarios y apoyo y que voy a responderles a uno por uno en cuanto pueda. Gracias y a leer.

Capítulo 13


 


–Lee, te amo – Gaara se envolvió con las cobijas e intentó inhalar el ya inexistente olor del pelinegro en su almohada. Ese día se cumplían seis meses desde la última vez que vio a su esposo, y estaba desolado. Se lamentaba y no podía evitar repetir ese “te amo” que en su tiempo le negó.


Ahora comprendía que había cometido un terrible error al dejarse llevar por el miedo y orgullo. Lee se equivocó, todo el mundo lo hacía. Él muchas veces cometió estupideces que lastimaron a las personas importantes en su vida y todas, tarde o temprano, lo perdonaron. Si hubiera demostrado la misma capacidad que el resto para olvidar lo malo y abrazar lo bueno, ahora seguramente sería feliz.


 


Durante los primeros meses de búsqueda ninguna de las noticias que recibió fue buena. No importaba qué pueblo visitaran sus trabajadores o él, ni cuántas puertas de casas, hospitales, hoteles, conventos y hasta hospicios tocaron; nadie recordaba haberse topado con alguien remotamente parecido a Lee.


Pero lo peor ocurrió un lunes, cuando uno de sus trabajadores encontró un abrigo, que reconoció como propiedad de Lee, desgarrado y amarrado a un árbol. Después al fondo de un barranco adyacente, encontró más trozos de ropa ensangrentada que correspondía a la que usaba Lee ese día. No había rastro del cuerpo del pelinegro, pero a nadie le sorprendió aquello porque esa era una zona de lobos.


Cuando Gaara tuvo los trozos de tela entre sus manos se encerró en su habitación y ya tenía dos meses sin salir de ahí. No quería escuchar a todos a su alrededor diciendo que Lee estaba muerto, porque eso era imposible y no iba a aceptar tal cosa. Con palabras firmes les dejó bien claro a todos los que intentaron venderle aquella historia, que miles de cosas podían explicar el hallazgo y no todas implicaba la muerte. Aunque no pudo encontrar alguna plausible.


En algún lugar su querido esposo, a diferencia de él, se levantó esa mañana de la cama y le dio los buenos días al bebé que crecía en su interior. Cuando los encontrara le aclararía a Lee que él también era lo mejor que le había pasado en la vida. En ésta y la siguiente, si es que algo como eso existía.


 


Entonces un golpeteo en la puerta interrumpió sus lamentaciones. –Gaara – Kankuro entró en su habitación sin esperar permiso y él lo ignoró. Su hermano le había estado ayudando con las tareas de rastreo, pero no se habían dirigido la palabra en todo ese tiempo. Curiosamente la falta de comunicación no era algo que él impulsara, de hecho era Kankuro quien lo evitaba. Así que le sorprendió tenerlo ahí.


No se había planteado decirle que lo que había pasado esa noche ahora le parecía tan lejano y sin importancia que ya ni pensaba en eso. Suponía que Kankuro se sentía culpable por la huida de Lee y aunque algo de responsabilidad tenía, si de señalar culpables se trataba él llevaba las de perder. Además, lo único que importaba era encontrar a Lee.


–Estar encerrado no te hará bien – Kankuro continuó con un tono de voz que pretendió ser firme –Gaara debes salir, afuera te necesitan. Esto no se puede sostener sin dirección.


Siguió sin contestar. Nada ni nadie lo iba a levantar de la cama que compartió con Lee. Ni siquiera le cruzó por la cabeza que de la producción de la hacienda era de donde sacaba parte de los fondos para continuar con su búsqueda.


Kankuro hizo una mueca, se recargó en la piecera de la cama, y tras un largo silencio inhaló hondo antes de comenzar a hablar. –Sé que es difícil y suena estúpido que yo lo diga, pero por experiencia sé que tu vida será mucho mejor si aceptas que Lee ya no está.


 


 


Durante mucho tiempo Kankuro también guardó la esperanza de encontrar a Lee, pero conforme pasó el tiempo comenzó a dudar y ahora sinceramente creía que el pelinegro estaba muerto. No fue el hallazgo de la ropa lo que lo convenció, sino ser consiente de que Lee daba todo por su hermano menor, y que de saber que Gaara lo buscaba habría vuelto en un santiamén. La única y obvia razón por la que no estaba ahí era la muerte, y por desgracia Gaara jamás lo iba a aceptar.


Era consciente de que estaba pisando terreno vedado y pronto sobrepasaría los límites, pero aun si Gaara lo odiaba con mayor intensidad, creía que era momento de hacer algo. Y esperaba que en el más allá Lee lo perdonara. –Supongamos que Lee está vivo.


–Lo está – la respuesta de Gaara fue automática.


Kankuro inhaló con pesar –si no lo has encontrado a estas alturas es porque no lo vas a hacer. Cuando Lee te abandonó tomó una decisión, respeta el hecho de que no quiere que lo encuentres. Continúa con tu vida, así como él continuó con la suya.


–No voy a dejar de buscarlos a él y a mi hijo, y cuando los encuentre va a volver conmigo porque así es como debe ser, no voy y él tampoco ha continuado con nada si no estamos juntos.


Kankuro apretó con fuerza la madera con la que estaba hecha la cama. A pesar de que en su momento hubiera odiado que Gaara se alegrara de la partida de Lee, ahora creía que esa opción era preferible a su estado actual. –Reacciona. No puedes detener el tiempo, ni dejar que esto te gane… no puedes permitirle a Lee hacerte esto, porque no lo merece. Crees que es terrible que te abandonara, pero no es así. Ahora puedes encontrar algo mejor.


Gaara se incorporó y miró a Kankuro como si estuviera dispuesto a lanzársele encima. ¿Cómo se atrevía a decir algo como eso?


–No quería contártelo, iba a guardármelo toda la vida porque no es algo de lo que esté orgulloso y porque creí que de verdad Lee y tú iban a superarlo. Que te haría feliz y aprendería a apreciarte como lo mereces.


–No quiero escuchar estas tonterías ahora – Gaara se llevó ambas manos a los oídos y se los cubrió como solía hacer cuando era niño. Detestaba que la gente comenzara a hablar de cosas que perturbaban la apreciación que tenía de sí mismo y de los que lo rodeaban. Cuando era pequeño y sus padres peleaban a causa suya, aprendió que si no los escuchaba o pretendía no hacerlo, la vida era mucho menos dolorosa.


Lamentablemente ignorar a Lee lo había llevado a estar en el lugar donde se encontraba, así que se prometió que la próxima vez que las cosas se complicaran escucharía. Aunque parecía que las palabras de Kankuro lo iban a guiar a un descubrimiento que no quería hacer.


–Gaara escúchame – Kankuro tomó al mencionado de las muñecas y descubrió sus oídos. En ese momento volvieron a sentirse como hermanos. –Estaba molesto contigo porque fuiste a Konoha y volviste feliz… ni siquiera te vi convivir con él, pero por la forma en que hablaba de ti me sentí celoso. No sé si era por él o simplemente porque tenías algo que yo acababa de perder, y… no importa porque ni siquiera tiene justificación… simplemente pensé que me sentiría mejor si lograba que alguien me volviese a querer como Matsuri lo hacía.


El mayor hizo una pausa y tragó saliva para ver si así podía eliminar el nudo que tenía en la garganta. Gaara dejó de oponer resistencia y decidió prestar atención hasta al temblor de las pupilas de su hermano mayor.


–No pensé que me correspondería, pero lo hizo. La verdad es que lo acaricié tantas veces como pude y aceptó fugarse conmigo. En ese momento creí que no importaba porque tenían nada de casados, incluso que sería mejor para ti si te lo quitaba. Esa misma noche nos íbamos a ir, y si no hubieras llegado antes...


–Cállate – Gaara le ordenó de repente y en vez de golpearlo como usualmente lo haría le apretó la nariz, en un gesto que solía hacer cuando quería que Naruto dejara de parlotear sin parar.


El mayor calló. No tanto por la orden o por la falta de coordinación, sino porque la acción de su hermanito lo desconcertó.


–Sé que me mientes.


–¿Qué?


–Cuando le decías a Temari que te ibas de negocios pero te perdías para hacer todas esas tonterías, sabía que mentías. Quieres que odie a Lee y crees que estaría bien que te odiara a ti también.


–No…


–Si yo odiara a Lee entonces dejaría de culparme por haberlo alejado y ya no me preocuparía por él. Pero jamás lo voy a hacer.


Entonces Kankuro soltó un gemido ahogado –te estoy diciendo la verdad.


–No.


–Lamento que no sea lo que quieres escuchar. Pero así es como es…


Gaara apretó los puños y le dio un empujón a su hermano para que se alejara. –No necesitas mentirme y tampoco decirme la verdad. Antes no quería saber sobre eso, ahora menos. Lo voy a encontrar y aunque tú o cualquiera me diga que no me quiere, incluso si lo dijera él, no lo voy a creer. Lo voy a tener de vuelta conmigo.


–Supongamos que Lee te ama, ¿entiendes qué significa eso?, que si supiera que lo estás buscando ya habría vuelto. “Si pudiera” – recalcó – ya habría vuelto.


–Lee no quería dejarme, yo lo obligué. Está haciendo lo que cree que quiero que haga, pero está equivocado.


–Ahora ya no puede creer algo. Está muerto ¿lo entiendes? Está bien que te lamentes su muerte todo lo que quieras, pero acéptalo. Eso lo hará más fácil – repitió –sé de lo que te estoy hablando, yo también perdí a mi familia.


Gaara gruñó y se volvió a acurrucar en la cama –cállate y déjame solo.


Debajo de las cobijas apretó los ojos con fuerza para no llorar. Kankuro lo había hecho sufrir mucho, pero era su hermano y aparentemente era el único que lo entendía. Le decía todas esas tonterías para desengañarlo porque sabía que seguramente moriría amando a Lee y que jamás aceptaría su muerte. No en balde tenía más de 5 años prendado de él.


Por fin lo había recordado.


 


(…Flash back…)


 


Desde que tenía memoria sufría de un insomnio que él calificó como idiopático. Así que por la noche, raras veces ocurría algo en la hacienda de sus padres sin que él se enterara. No recordaba específicamente la fecha, pero tenía muy presente el momento en que Kankuro entró a la hacienda más ruido del común y cargando a alguien entre sus brazos.


Usualmente lo habría reprendido por meter a desconocidos en la casa. Kankuro sabía perfectamente que no podía llevar a sus “distracciones” ahí. No era correcto y existían muchos lugares en los que podía ir a divertirse a parte de su casa, pero justo cuando iba a protestar, una sensación indescifrable se instaló en su pecho. Algo que parecía curiosidad, pero ansia a la vez.


Él sabía perfectamente lo que hacían dos personas en una cama, pero jamás había hecho algo así. Su hermano decía que a su edad ya debería de haberlo hecho, pero en realidad jamás había tenido el interés. Hasta ahora.


Se escondió en una esquina y su hermano pasó a su lado sin notarlo, después lo vio entrar a su cuarto. Escuchó golpeteos, como si se arrastrar algo, después que se prendía la chimenea y luego nada. Permaneció escondido detrás de la esquina varios minutos sin tener la más remota idea de por qué estaba haciéndolo. Él no era quien estaba cometiendo algo indebido.


Entonces la puerta de la habitación de su hermana se abrió y él dio un saltito antes de correr directo a su habitación y encerrarse ahí. Temari avanzó por el pasillo balanceando la tela de su bata blanca al compás de sus pasos, haciéndola lucir como un fantasma, y bajó a la cocina probablemente en búsqueda de un vaso con agua.


Gaara se quedó escondido esperando que Temari regresara a su habitación y poder volver al lugar desde el que vigilaba a su hermano. Le pareció una eternidad de tiempo lo que Temari tardó en regresar a su habitación y tuvo que esperar a que pareciera que ella dormía para salir de su habitación. Mientras avanzaba a su escondite escuchó a Kankuro cuchichear, pero sus palabras eran ininteligibles.


De verdad se sentía estúpido, pero volvió a esconderse dando un salto como gato asustado cuando Kankuro salió de su habitación. Estaba oscuro pero alcanzó a ver perfectamente como acarició con una sonrisa tonta la superficie de la puerta del cuarto que acababa de cerrar y después lo vio caminar, balanceándose y dando saltitos de felicidad.


Sintió una especie de alivio mezclado con decepción. Después mucha curiosidad por saber a quién había llevado su hermano. Caminó con lentitud hasta la puerta y la abrió con mucho cuidado para no despertar al invitado de Kankuro.


El bulto sobre la cama era pequeño y cuando se acercó para descubrirlo se quedó de una pieza. Era un niño de aspecto extraño. Diferente a lo que se podía encontrar en Suna y probablemente en toda la región. Su cabello negro estaba desparramado sobre la almohada y su piel brillaba a causa de la luz que proyectaban las llamas en la chimenea.


No supo cómo fue que se atrevió, pero alargó la mano y acarició, primero las puntas de su cabello y después fue a la raíz. Le tocó los brazos con la yema de los dedos. Y se pasó toda la noche mirándolo.


Lo asaltó un pensamiento bastante tonto. Que estaba enamorado.


Por eso cuando Kankuro dijo que ese era el chico con el que se casaría, se enfadó mucho e hizo todo lo posible para olvidar esa noche y el sentimiento, pero cuando lo vio en la fuente su subconsciente le recordó cómo se sentía el amor a primera vista.


Se casó con él sin saber que había amado a Lee más tiempo del que podía recordar.


 


(…Fin del flash back…)


 


Cuando Kankuro estaba por irse de la habitación como le ordenó. Gaara volvió a calmarse.


–Tú crees en el amor a primera vista. Durante mucho tiempo dije que era imposible, pero la verdad es que me pasó dos veces y lo perdí esas dos veces –.Gaara sintió como los ojos se le inundaron de lágrimas y a través de ellas vio que Kankuro también estaba a punto de llorar. –No quiero que ésta sea la última vez. Por favor, dime que lo voy a encontrar.


El mayor tensó el cuerpo y dando tres pasos torpes se abalanzó para abrazar a su hermanito. Ahora no podía controlar el llanto.


–Lee está muerto Gaara, y lo siento, yo te hice esto. Perdóname. Quisiera poder decirle lo mismo a Lee, pero es imposible.


Gaara apretó los ojos y los brazos alrededor del torso de Kankuro –n-o…di-dime que lo voy a encontrar. L-o voy a encontrar.


Kankuro sintió que algo le oprimió el pecho y la garganta. El cuerpo de Gaara temblaba como si estuviera luchando por mantenerse aferrado a sus esperanzas o sucumbir a la innegable realidad. Verlo aceptar la muerte de Lee no era tan tranquilizador como creyó que sería, era lo peor que había experimentado en su vida.


–Quisiera haber sido yo – contestó Kankuro pensando que le hubiera encantado seguir a Matsuri. Aunque no estaba seguro de que su esposa lo fuera a recibir con los brazos abiertos.


Había hecho algo horrible y esperaba que Gaara se mantuviera en la idea de jamás preguntarle la verdad. Porque no se lo iba a decir. No por sí mismo, sino por su hermano. Tenía que sacarlo del agujero, no echarle tierra encima. Jamás volvería a lastimarlo. Lo ayudaría a recuperarse y nunca sabría que Lee había sido víctima de la soberbia de ambos. De él más que del resto.


 


(…Flash back…)


 


Kankuro miró con una expresión irritada la medicina que el doctor le recetó. Debía tomar tres gotas de aquel líquido cada vez que comenzara a sentir ansiedad. Cuando en su cabeza no parara de rondar la idea de que lo mejor que podía hacer era ir al patio trasero y darse un balazo entre ceja y ceja.


Porque no le veía sentido a la vida. Nada valía la pena y ninguna medicina, plática estúpida o bebida era capaz de acabar con el sentimiento de abatimiento e infelicidad que lo acompañaba cada minuto de su vida.


–Estúpido ansiolítico – gruñó y en vez de mezclar las tres gotas con su té, exprimió el gotero por completo y agitó el líquido. Pero no lo bebió, sino que lo dejó en la mesa de la cocina y se alejó de él como si fuese veneno.


¿Qué sentido tenía adormecer sus emociones por un momento?, ¿qué sentido tenía prolongar su vida de aquella manera?... lo mejor era dejar que las cosas siguieran su curso. Matarse.


 


“Piensa en lo que Matsuri san hubiera querido” – de pronto escuchó la voz de Lee viniendo de la nada.


Con esas palabras el pelinegro lo convenció para que se tomara por primera vez aquella infusión. Le hizo caso no porque su dicho fuese algo nuevo o revelador, sino porque le sonrió. La sonrisa del pequeño le gustaba. Su calidez e inocencia, le hacía creer que aún había esperanza. Aunque no fuese verdad.


La vida había hecho algo fantástico al ponerle enfrente a una persona que conoció cuando se encontraba en la mejor época de su vida. Cuando el amor era algo que fácilmente se confundía con el sexo, y ni siquiera sabía lo que era la dicha de tener a su alma gemela entre los brazos solo para que la muerte se la arrebatara.


No creía que Lee sería capaz de remplazar a Matsuri. Pero parecía un ángel mandado por su esposa para levantarlo y hacerlo volver en sí. Aunque era curioso y verdaderamente molesto que Lee volviera a aparecer en su vida siendo el esposo de su hermano. Aquello era algo que prefería ignorar.


De pronto, como si lo hubiera invocado, Lee apareció en el comedor. Traía el cabello mojado, haciendo notar que acababa de ducharse y ahora bajaba para tomar su acostumbrada leche caliente para dormir como roca.


–Kankuro sama– lo saludó con espontaneidad y entonces el mencionado sintió que la angustia se convertía en ira. No sabía con quién estaba molesto. Con Lee, con Gaara, con sus padres por siempre haber preferido al menor y a su hermana. Con el doctor inepto que no pudo salvar a su esposa y a su hijo… o consigo mismo porque lo único que pudo hacer fue apretar la mano de Matsuri y sentir como se enfriaba poco a poco.


–Lee – sonrió y no tuvo idea de a dónde quería llegar cuando su cuerpo se movió para tomar la taza de té y tendérsela al menor. –Sé que prefieres leche caliente antes de dormir, pero deberías probar un poco de té. Es de hierbas relajantes.


Cuando Lee bebiera el ansiolítico, haría lo que le pidiera sin dudar.


 


(…Fin del flash back…)

Notas finales:

Bye :o


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