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Deja de llorar por Yais

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Notas del capitulo:

Ah! si, lo sé... pensaron que había muerto ^^U.

Capítulo 5


Gaara apartó con enfado las sábanas que cubrían su cuerpo y se bajó de la cama para ir hacia la puerta del dormitorio y abrirla para salir del lugar. Antes de retirarse miró a Lee por última vez, su esposo fingía dormir pero era imposible creerle. Fue una mala idea obligarlo a tenderse a su lado, más porque él tampoco podía dormir teniéndolo tan cerca. No tenía qué soportar una noche de infierno junto a Lee, cuando podía hacerlo en soledad en otra habitación.


 


A la mañana siguiente se desperezó y sintió los ojos escocerle, hacía mucho que no tenía insomnio, pero parecía que Lee había logrado que le volviesen algunos traumas que se suponía ya había superado. Se levantó con lentitud y cuando recordó que no había sirvientas que le llevasen el desayuno a la cama, bajó al comedor sólo para encontrar la mesa vacía y a Lee, con los ojos cerrados, recargando las manos en el respaldo de una de las sillas.


Lo miró fijamente y descubrió unas pequeñas ojeras adornando sus ojos, además, su rostro se veía ligeramente pálido. En ese momento tuvo el valor de recordar el día anterior, cuando lo apresó entre sus brazos, besó sus labios, jaló su cabello y escuchó sus quejidos mientras lo penetraba. A pesar de que una parte de él se sentía fatal por haber hecho lo que hizo, otra parte lo quería de nueva cuenta.


Lee abrió los ojos al sentirse observado y aunque tembló al descubrir a su esposo, le sostuvo la mirada. En ese momento estaba más desconcertado que asustado –¿dónde están?


Gaara no entendió la pregunta y por eso optó por ignorarlo. Caminó los pocos metros que le faltaban para llegar a la mesa y se sentó en su puesto habitual.


–¿Dónde está Azuka san, Rise san, Belle chan, Nina chan y Odoni san? – Lee hizo la pregunta con rapidez y por fin Gaara entendió a qué se refería.


–Ya no las necesito – respondió lentamente –para eso estás aquí ahora.


Lee se mantuvo en silencio unos instantes procesando la información y se mordió el labio inferior, no le preocupó la insinuación a su papel en la casa, sino el recuerdo de Baki informándole que su esposo sacó a las mujeres en un arranque de furia. Uno que, evidentemente, él había ocasionado.


–Pero tenían años trabajando en esta casa –argumentó  –… ellas no tenían la culpa de… nada de lo que pasó y, además, la mayoría tiene una familia a la cual mantener – Gaara lo fulminó con la mirada y él recordó que le temía pues se soltó de la silla y se echó para atrás.


El mayor no era capaz de comprender cómo era posible que Lee se atreviera a mencionar aquello, hablarle con un tono de reproche. –Mi desayuno – ordenó dándole a entender, sin aludir al tema, que lo que opinara sobre sus acciones le importaba poco o nada.


 


En ese momento Gaara aprendió un par de cosas sobre su esposo. La primera era que cocinaba delicioso y la segunda era que hacía un gesto extraño cuando se contenía para decir algo. –Gaara san – lo llamó en cuanto vio que terminó de comer –lo siento, cometí un error cuando acepté lo que… – pero el mencionado lo interrumpió al hacer ruido con su silla al levantarse.


No quería escucharlo porque de hacerlo, probablemente, terminaría lastimándolo de nuevo. Entonces se dirigió a su despacho como si la suave súplica de Lee porque lo escuchara no llegara a sus oídos y al entrar a su despacho desquitó su ira contra uno de los adornos haciendolo trizas.


 


Después de ese momento Gaara se dedicó a sus asuntos. Continuó con la rutina que seguía cuando era soltero y pasaba horas encerrado o en sus terrenos. Lo único que cambió fueron esos momentos cuando caminaba silencioso por los pasillos y se detenía, por unos segundos,  a  observar como Lee hacia los interminables quehaceres de la hacienda.


Se dio cuenta de que al principio Lee tomaba mucho tiempo en hacer tareas simples. Que se atrasaba a la hora de servir la comida y la casa se notaba un poco descuidada, sin embargo con el paso de los días, el menor logró encontrar un ritmo e incluso sonreía mientras fregaba los pisos o sacudía las cortinas. En cada pequeña acción Lee ponía todo su empeño y aunque eso lo cautivaba era incapaz de hablarle o agradecerle. Su convivencia se limitó a esperar que le sirviese de desayunar, comer y cenar; y aunque a veces Lee intentó hablar, Gaara siempre le dejó claro que no deseaba escucharlo. Fuera ignorándolo o amenazándolo con la mirada.


En todo ese tiempo no se habían vuelto a tocar. Lee ya no parecía tenerle miedo pero no intentaba rozarlo y él también lo evitaba. La mayor parte del tiempo sentía una opresión en el pecho producto del desamor y prefería contar ovejas para calmar su ansiedad, pero otras veces deseaba volver a tenerlo. Apretar su cuerpo y excitarse escuchando sus gemidos.


Entonces una de esas tantas tardes, mientras leía los contratos que recién habían llegado por correo, junto con una carta de Kankuro que en su momento avivó el fuego; ya no se pudo contener. Recordó que Lee era su esposo y que estaba entre sus deberes complacerlo. Tenía que aceptarlo.


 


En la cocina Lee estaba a punto de terminar de preparar la cena. Se sentía agotado por el arduo día de trabajo, así que se sentó en el banquillo que tenía a un lado suyo para esperar a que la comida se cociera en el horno. Aunque estuviese muy cansado, en realidad le gustaba no tener tiempo para sí, era preferible distraerse porque así no ocupaba el tiempo en recordar y entristecerse.


A menudo imaginaba que Gaara volvería a ser gentil con él y que Neji no había declarado, sutilmente y con ironía, que le deseaba un matrimonio infeliz; y cuando despertaba de sus ensoñaciones se sentía muy mal. También se perdía pensando en los muchos hubiera, principalmente en aquella primera vez que visitó Suna y en lo que hubiera pasado si no se hubiera “comprometido” con Kankuro.


 


(…)


 


Esa noche decidió escaparse de los cuidados de su nana. Acomodó las almohadas en su cama para fingir que seguía durmiendo y después salió por la ventana de su habitación en la posada donde se hospedaban con su padre.


Era la primera vez que visitaba el pueblo de Suna y estaba hiperactivo, con la expectación de encontrar algo emocionante, nuevo e impactante para impresionar a sus amigos y, por supuesto, a la linda Sakura Haruno.


Meses atrás Shikamaru le mostró un libro con cuentos populares de la zona, y él se sintió rápidamente atraído por una de las leyendas que hablaba de las piedras de rayo. El relato ubicaba a los protagonistas en un punto inespecífico de la región, pero él y Neji habían concluido que el sitio del que hablaba debía ser Suna.


Se sintió sumamente emocionado cuando su padre le dijo que visitaría el pueblo por negocios y se le pegó como lapa para que lo llevase consigo. Neji le dio un ligero golpe en la cabeza cuando le dijo que buscaría las piedras para hacerle un lindo regalo a Sakura, mientras Tenten le rogó que tuviese cuidado. Deseaba una piedra porque la leyenda prometía a quien conseguía alguna que alcanzaría la felicidad eterna con su pareja.


–Déjalo, es otra de sus tonterías. Seguro no encontrará ni una – Neji dijo aquello para calmar la preocupación de Tenten al tiempo que pretendía desanimarlo. Su amigo siempre intentaba hacerlo sentir mal, lo vencía en todo y siempre tenía la razón. Así que deseaba demostrarle que sí encontraría alguna. Después de todo ¿qué tan difícil sería recolectar un cristal de arena?


Suna era similar a Konoha en muchos aspectos, pero tenía como plus el acceso a una especie de zona desértica a menos de un kilómetro después del sembradío de café más cercano al pueblo. Así que sabiendo tardaría bastante tiempo en ir y volver decidió que lo mejor era escapar a mitad de la noche. Y a pesar de que la oscuridad le daba un toque aterrador a todo lo que lo rodeaba, realizó su viaje con pasos firmes.


El camino que debía recorrer era de terracería y era casi imposible ver por donde caminaba, así que tropezó un par de veces con las piedras sueltas del camino y saludó muy de cerca al suelo otro tanto. Afortunada o desafortunadamente en su vocabulario no existía la palabra rendirse, así que siguió andando hasta que llegó al sembradío de café que debía atravesar.


Se preocupó cuando, tras caminar una cantidad de tiempo considerable, no logró salir del plantío y aceptó que estaba perdido cuando mirase a donde mirase lo único que veía era el cafetal. Suspiró y alzó un puño a la altura de su rostro –¡no te darás por vencido!, ¡debes volver con esa piedra!, sino… sino tendrás que aceptar que Neji tiene la razón en todo – a su amigo le encantaría que eso ocurriera.


–¿Quién anda ahí? – como respuesta a su escandalo, escuchó la voz de un hombre y se asustó. Su padre estaría muy decepcionado si se enteraba de que había escapado, más porque ya le había obligado a prometerle que no volvería a hacerlo. Por lo que comenzó a correr para no ser atrapado.


Cuando se detuvo para recuperar el aliento, se dio cuenta de que ya había salido del cafetal y que estaba en el pequeño desierto que había estado buscando.  Había arena por todas partes y parecía imposible que hubiese dos ecosistemas tan cerca el uno del otro. Sonrió y se dispuso a buscar. Aunque no alcanzó a dar ni un par de pasos cuando sintió un agudo dolor en la pierna derecha y al girarse se encontró con una serpiente aferrada a su tobillo.


Se asustó, lanzó un grito y el animal lo soltó. Sólo alcanzó a dar un par de pasos hacia atrás cuando, entumido de la pierna, tropezó y cayó al suelo. Se golpeó la cabeza y lo último que vio fue el cielo estrellado de Suna.


 


Cuando despertó lo hizo sobre una cama, bajo una sábana y escuchando al fuego crepitar en la chimenea frente a él. Le dolía la cabeza.


–¡Hola! – una voz jovial llamó su atención y al girar el rostro se encontró con un joven, mayor que él por varios años. Su cabello era castaño, al igual que sus ojos y tenía una amplia sonrisa – es bueno ver que despiertas.


–¿Dónde estoy? – lo último que recordaba era que se golpeó.


–En mi hacienda… bueno la de mi padre, mi nombre es Kankuro por cierto – el joven se acercó y entonces Lee pudo apreciar mejor su perfil y altura. –Te mordió una serpiente, son comunes en la zona y no suelen matar, pero de haberte quedado inconsciente en ese lugar podrías haber muerto de frío.


Lee asintió lentamente ¿De verdad podría haber muerto?


–Tienes suerte que estaba en mi ronda nocturna, te encontré porque supongo eras el que hacía ese escándalo. Las noches son muy tranquilas, todo se escucha, si no quieres ser descubierto debes tener más cuidado por donde pisas.


–Entonces, usted me trajo hasta aquí – su voz sonó ligeramente apagada. No sólo había tenido un accidente y su padre se enteraría pronto, sino que no había cumplido su cometido – gracias.


–De nada – Kankuro respondió aunque arrugó levemente el ceño –no me llames de usted dime Kankuro o Kankuro sama si quieres agradecerme el que te salvé la vida – fue ligeramente arrogante al decir lo último – y ¿cómo te llamas?, no te había visto por aquí.


–Rock Lee, estoy de visita con mi padre.


–Ya veo – Kankuro se acercó al fuego y acercó las manos para calentarlas. Hacía algo de frío en el exterior –¿estas hospedado en la posada del pueblo?


–Sí.


– Y te escapaste para dar una vuelta – aquella no era una pregunta sino una afirmación y Lee la confirmó con su silencio – para ir por una de las piedras del rayo ¿verdad?


Lee levantó la mirada y lo observó sorprendido – ¿cómo lo sabe?


Kankuro sonrió y se acercó a la cama, para sentarse al pie de ella. Lee se deslumbró ligeramente – Sakura es ¿no?


El pelinegro abrió los ojos como platos, sorprendiéndose aún más –¿es una especie de adivino?


Kankuro como respuesta volvió a reír –me gustaría pero claro que no – acercó una mano a su cabello y lo revolvió agitándolo entre sus dedos –la mencionaste cuando estabas inconsciente. Además es algo muy común en Suna, por la leyenda  – lo miró fijamente y Lee se encogió sobre sí mismo.


Estuvieron en silencio unos instantes hasta que Kankuro no se contuvo y volvió a juguetear con sus cabellos – ¡ah! eres muy lindo ¿cuántos años tienes?


–Doce – Lee desvió la mirada al tiempo que se sonrojaba levemente, no había muchas personas diciéndole lindo, y era la primera vez que se sentía de esa manera al escucharlo. Le gustó la sensación, era diferente.


–¿Doce? – Kankuro se sorprendió y luego negó con la cabeza aun sonriendo –creo que me siento muy mal.


–¿De verdad?, ¿por qué?, ¿le duele algo? – alzó una mano para ponerla sobre la frente del castaño, justo como lo hacía su padre cuando él se sentía enfermo, pero Kankuro lo detuvo, tomando su mano entre las suyas.


–Es sólo un decir, por las cosas que pensaba – se apartó  –¿por qué no duermes? aún es muy noche, mañana temprano te llevaré a la posada.


– Muchas gracias.


–¡Claro!, descansa – el castaño cerró la puerta. Lee sentía que el cansancio lo mataría, así que no le costó mucho esfuerzo volver a dormir, sonriendo


 


(…)


 


El pelinegro se paró del banquillo al notar que la comida en el horno ya estaba lista. Tomó su manopla y con cuidado retiró la charola del calor. El aroma inundó toda la cocina y se permitió sonreír como tenía días que no lo hacía. Recordando la primera vez que vio a Gaara y el gesto enfadado que le dirigió al encontrarlo a él y no a Kankuro en la cama.


 


(…)


 


–¿Y tú quién eres? – Lee miro hacia todos lados, olvidando momentáneamente que no se encontraba en su casa y confundiéndose al observar a un chico pelirrojo, de gesto serio y voz enfadada, parado a un lado de la cama donde descansaba.


–Rock Lee – respondió rápidamente al recordar todo.


–Y ¿qué haces aquí? – el pelirrojo hizo una mueca, no le gustaba, para nada, encontrarse con quien sabe quién en la cama de su hermano.


–Ah… – Lee se escudó disimuladamente detrás de las sábanas, no le gustaba el tono que el pelirrojo le dirigía – …yo.


–¡Buenos días! – La puerta estaba entre abierta, así que Kankuro entró al lugar sin molestarse en tocar – Lee chan… Gaara.


–¿Quién es él? – Gaara preguntó a su hermano sin responder al saludo –¿qué hace en tu cuarto? – ambas preguntas fueron con un tono amenazante.


Kankuro alzó las manos a la altura de su cabeza, en son de paz –tranquilo Gaara, no es nada, sólo es un chico que rapté anoche, para tú sabes… hacer cosas.


–¿Qué? – Gaara giró el rostro hacia Lee y luego hacia Kankuro. El menor no entendió porque el pelirrojo le dedicó un gesto alarmado y mucho menos porque Kankuro comenzó a reír.


–Es broma, si te das cuenta vengo de otra habitación.


Gaara los miró por encima del hombro –… es un niño – le dijo a su hermano aún creyendo la broma anterior.


–Acabo de cumplir doce años – Lee interrumpió la plática porque en su mundo él ya no era un niño. Y Kankuro se comenzó a carcajear ante el gesto que se formó en el rostro de Gaara.


 


Recordaba que Kankuro le relató a Gaara un cuento fantasioso en el que le decía como, heroicamente, lo había salvado de una docena de serpientes. También recordó la mirada despectiva de Gaara mientras se iba con Kankuro de vuelta al hotel y, sobre todo, recordaba como Kankuro, para fastidiar a su hermano menor, le había dado un ligero beso en los labios antes de subir al carro y partir.


 


–Lo siento Lee chan – Kankuro se disculpó con él una vez que avanzaron unos metros de camino.


Pero Lee no contestó. Aún estaba sonrojado y los labios le cosquilleaban.


–¡Eh! ¿Lee chan? – Kankuro intentó que el mencionado le pusiese atención, pero no logró que lo mirara –contesta o te volveré a besar.


Ante la amenaza Lee saltó en su lugar y comenzó a negar con rapidez –… no, no lo hagas.


El castaño se llevó una mano a la cabeza –no lo haré, no te preocupes. Eres muy lindo pero me disculpo porque no es correcto.


Lee lo miró curioso –¿por qué? – estaba avergonzado y confundido, no podía decir que le agradara besar a Kankuro, pero no le desagradaba. Creía que se había enamorado, el estómago le cosquilleaba de la misma manera como cuando estaba con Sakura san.


Kankuro se sorprendió por su pregunta –bueno, porque eres muy joven y no es correcto, primero debería hablar con tus padres.


Lee frunció el ceño ligeramente, como si meditara lo que le acababan de decir –y entonces ¿vas a hablar con mi padre?, ¿de qué?


El mayor hizo un gesto que a los ojos del pelinegro resulto gracioso –ah Lee, me encantaría… pero creo que esperaré unos cuantos años, para ver si te gusto.


–Me gustas ahora – Lee ya se había relajado aunque aún no entendía del todo de qué trataba el asunto.


Kankuro rió levemente –¿qué te parece cuando tengas 16?, si es que te gusto de verdad para ese entonces.


Lee lo meditó –está bien.


Para el castaño los gestos de Lee resultaban graciosos. Era tan inocente que de verdad se planteó pedir su mano, pero era una tontería. –Mira – dijo cambiando de tema al tiempo que sacaba un cristal de una de las bolsas de su abrigo.


–Es un cristal de arena.


–Sí – Kankuro sonrió –toma, es para ti. Ya no pudiste recolectarlo pero supongo lo quieres para dárselo a esa chica Sakura.


Lee sonrió y lo tomó con rapidez para admirar su brillo y forma –pero – miró al castaño dudoso –este es de Kankuro sama, no puedo aceptarlo.


–No te preocupes, la verdad es que tengo varios de ellos. Los colecciono para momentos como este – Lee parpadeó sin comprender –tu sabes, para dárselo a chicos lindos como tú.


Y entonces el menor se volvió a sonrojar – um gracias.


 


Al final su padre lo reprendió como nunca antes. Regresó a Konoha con un castigo épico encima y se enfadó con Neji cuando, por error, rompió el cristal de arena. Aunque, claro, no pudo molestarse con él mucho tiempo


 


(…)


 


No había recordado a Kankuro hasta que lo volvió a ver y a Gaara no lo reconoció. El pelirrojo era un recuerdo vago de una hora de su vida cuatro años atrás. Hubiese sido estupendo recordarlo. Sin duda, ese habría sido un tema interesante del cual hablar.


Lee sacó la comida del refractario para cocinar y la sirvió en una charola para llevarlo a la mesa. Ya casi era la hora de la cena y no terminaba pues le faltaban los adornos. Así que se giró para buscar en uno de los cajones un cuchillo y estaba por alcanzarlo cuando una mano lo interceptó en su camino.


– Gaara… – se sorprendió al girarse y encontrarse con el pelirrojo, pero no tuvo tiempo para reaccionar o pensar en otra cosa, porque pronto sintió como éste lo jaló y apresó entre sus brazos para darle un beso demandante. A pesar de que un escalofrió recorrió todo su cuerpo, no pudo evitar sentirse feliz y usando su mano libre lo abrazó. Se derritió.


 

Notas finales:

Bueno pues, espero que les gustara este chap, algo raro y, no voy a mentir, no muy bueno ^^U... a mi me faltó un buen smex para decir que es aceptable, pero ya será el siguiente chap XP.

A ver, pues, ya saben, disculpen la tardanza, no tengo remedio aunque lo intente. Gracias por sus RR y espero que este chap les gustara.

He cambiado la diferencia de edad entre Gaara y Lee, todo para que Kankuro no se viera tan mal - =P - en el chap, así que para el flash back anterior Lee tiene 12, Gaara 17 y Kankuro 18 (Gran diferencia XD).

En fin, como siempre gracias por sus RR anteriores. Me gusta eso de mantener la intriga y hacerlos dudar de Lee ^______^, aunque la mayoria se resiste... sigan así, Lee no es infiel, sólo un poco ingenuo.

GRACIAS y HASTA PRONTO (Espero O.o)

Yais

 


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