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Deja de llorar por Yais

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Notas del capitulo:

¡HOLAAAA a todos!

Como siempre hago, quiero agradecer en esta sección a todos aquellos que me dejaron un RR en el capítulo pasado. ¡Gracias! a: Kimiyu, Nina-chan, Cristal, Emina2040, KAISER, chiqui1105 y t-mari-umi por su apoyo.

Y ahora sí, el capítulo... 

 

Capítulo 8

 


Gaara salió de la habitación sintiendo el estómago revuelto, ahora entendía la ironía de su matrimonio. Cuando se casó con Lee sabía que éste sostenía una especie de relación con Hyuuga, pero a él no le importó. Creyó que podía tener al pelinegro con sólo planearlo. En ese entonces jamás le cruzó por la mente que su ahora esposo fuera algo más que inocencia y torpeza. Pero ahora que estaba consciente de los alcances del menor, de su seguridad y confianza no quedaba absolutamente nada.


De creer que Lee sentía amor por él, pasó a tener la certeza de que aceptó su matrimonio por conveniencia y que si ahora se portaba como un arrepentido y digno esposo, era sólo porque deseaba tenerlo estúpido y ciego, de nuevo, dispuesto a ofrecerle cuando quisiera.


Se daba cuenta de que a pesar de que aún lo amaba no podía perdonarlo, siempre estaría pensando en aquello, siempre se lo recriminaría, jamás volvería a confiar en él. No quería. Así como tampoco quería dejarlo ir, la idea de imaginarlo con alguien más era igual de insoportable. Al menos, bajo su techo, podía vigilarlo.


Cerró los ojos y cuando los abrió notó que seguía parado a mitad del pasillo. Ahí tenía otro gran dilema. Debía volver al dormitorio y pasar la noche con Lee. Daba por hecho que Naruto no hablaría de sus problemas matrimoniales, si llegaba a notarlos, pero estaba seguro de que Sasuke se regocijaría contándoselo a cuanto estuviese dispuesto y eso incluía a Hyuuga.


Uchiha jamás fue alguien que le agradara, pero al ser el esposo de su mejor amigo había aprendido a ignorarlo y aceptar sus desplantes. Los problemas entre ellos había iniciado por un malentendido y él jamás tuvo el interés de hacer las paces. Siempre pensó que Sasuke lo fastidiaría con niñerías y nunca se imaginó que se atrevería a hacer algo tan grave como entregar cartas de amor a su esposo. Eso era algo que pensaba cobrarle muy caro en cuanto tuviese la oportunidad.


Inhaló hondo y decidió volver al dormitorio que compartía con su esposo, esa noche no dormiría.


 


Dentro de la habitación Lee aún estaba sumergido en sus pensamientos. Ya no sentía la burbuja de felicidad en la que anteriormente se había encerrado. Acababa de entender que a pesar que los celos de Gaara le decían que lo amaba, sería muy difícil que lo perdonara. No quería enfadarse, no deseaba rendirse, no quería imaginarse un futuro como aquel porque si aquel amor que sentía por Gaara desaparecía, entonces, ¿qué le quedaría?


Su corazón se estrujó. Neji era su mejor amigo pero a su esposo le molestaba que mantuviese contacto con él. Estaba en la obvia encrucijada de decidir entre 2 sensaciones que eran similares. Ambos eran su familia. Suspiró. Era doloroso recordar que siempre le habían enseñado que debía hacer cuanto pudiera para complacer a su marido. Antes nunca imaginó que debiera revelarse, ahora sabía que algo no estaba bien.


–Gaara – susurró, manteniéndose firme en la idea de que ya no era momento de llorar, y fue a la puerta para ir detrás del mencionado.


 


El mayor miraba la perilla con insistencia y justo cuando pensaba tomarla para girarla, la puerta se abrió. Sin siquiera darle tiempo a reaccionar vio como Lee salió del cuarto a paso veloz antes de verlo y sentirlo chocar contra él. Ambos se quejaron por el golpe e instintivamente se abrazaron para evitar caer producto de la inercia.


– Auch – Lee hizo gestos de dolor cual niño pequeño mientras se separaba de Gaara – lo siento.


–¿Por qué tenías tanta prisa? – preguntó como si lo hubiese golpeado intencionalmente, otra vez.


–Ah, pues yo – Lee lo miró fijamente y observó como la cachetada que antes le hubiera dado seguía marcada en su mejilla – lo siento – repitió – por lo de hace un momento, no era mi intención que las cosas fueran de esa manera. La carta de Neji era muy importante para mí y no puedo soportar escuchar cuando hablan mal de mis amigos, creo que si platicamos esto…


–No quiero que te escribas con él – lo cortó Gaara –no voy a permitírtelo.


Lee sintió enfadarse pero se tranquilizó instantáneamente e intentó razonar con Gaara –Neji es mi amigo, es casi como mi hermano, tengo que escribirme con él.


–Claro – Gaara dejó entre escapar un tono sarcástico al tiempo que gruñía.


Lee meneó los dedos ansioso. Era evidente que Gaara no se lo iba a poner fácil –no hay nada más en la relación que tengo con Neji. Me estás prohibiendo escribirme con alguien que es como de mi familia.


Gaara entrecerró los ojos, era evidente que no le creía a Lee una sola palabra –ven – lo tomó del brazo y lo llevó de vuelta a la habitación, no podían seguir discutiendo eso a mitad del pasillo.


–Yo jamás supe lo que Neji sentía – Lee fue el primero en hablar una vez que estuvieron a puerta cerrada –pero ni antes o en ese momento podía corresponderle. Menos cuando la persona a la que amo es a ti – recibió una mirada incrédula y sintió otro golpe a su moral pero no se rindió, tenía que hacer entender a su esposo –él sabe que no puedo corresponderle y ya lo aceptó.


Gaara titubeó en su duda.


–Tienes que creerme, no ocurrió algo con él o con Kankuro san.


Ambos se quedaron en silencio y Lee se dio cuenta de que había hablado de más cuando ya era demasiado tarde.


–No tengo manera de comprobar que eso es verdad – Gaara habló, tiempo después, aparentando calma – y “si” con Kankuro no ocurrió algo fue sólo porque llegué y los interrumpí – se llevó una mano a la frente, sinceramente cansado. Lee acaba de hacer uno de sus comentarios oportunos y a pesar de que muchas veces dijo que esa era una de las características que amaba de él, ahora comenzaba a dudarlo.


–Lo siento – Lee se disculpó en voz baja e intentó componer su error –pero, aunque no hubieses aparecido, nada hubiera ocurrido – agachó la mirada – fui un tonto, lo siento, jamás fue mi intención lastimarte. Sólo creía que estaba haciendo lo correcto y no me di cuenta de lo mal que estaba hasta que fue demasiado tarde. Gaara –  llevó una mano a su rostro y acarició su mejilla – yo te amo.


El pelirrojo cerró los ojos con el contacto. Tenía el corazón acelerado y estaba bastante triste. Era la primera vez que dejaba hablar a Lee sobre el tema durante tanto tiempo. El menor antes había aceptado que había tenido algo que ver con su hermano, después se lo negaba y, ahora, le volvía a decir que lo había traicionado pero que creyó que era lo correcto, que no quería lastimarlo. ¿Acaso Lee quería que lo odiase más?, ¿por qué no podía sostener su palabra y seguir negándolo todo?


Su alma lloró. Otra vez. Sabía que Lee le mentía al decirle que lo amaba. –No te creo – le confesó apartando la mano que le acariciaba el rostro –no entiendo cómo puedes decir que no querías lastimarme y terminaste metiéndote en la cama con mi hermano. No tiene explicación – lo hizo a un lado, estaba cansado.


Lee cerró los ojos y se mordió el labio inferior. La verdad era que ni él sabía o entendía ¿cómo? o ¿por qué? Se habían dado las cosas en ese momento. Sólo había visto a Kankuro sobre de él y su mente estaba tan confundida y su cuerpo tan relajado que no hizo otra cosa más que escuchar atento todo lo que le decía, le pidió un beso y en respuesta él cerró los ojos. No había querido hacerlo, pero las palabras de Kankuro estaban envueltas con un efecto hipnótico que no le permitió pensar algo más.


–No la tiene – Lee lo detuvo tomándolo de la mano –pero no sé lo que pasó en mi cabeza ese momento – intentó que Gaara no lo dejara, sabía que sus palabras no lo ayudaban y que su esposo tenía muy buenas razones para estar enfadado. –Yo sólo te amo, esa es la única verdad – el menor aún no lograba explicar las razones de lo ocurrido, pero lo que sí sabía era que se había equivocado, lo que creyó que en ese momento era coherente en realidad no lo era, no tenía sentido en absoluto. – Yo sólo quería consolar a Kankuro san y que dejara de pensar en la muerte de Matsuri san.


Aquello fue demasiado para escuchar –¿te das cuenta de lo que me estás diciendo? – Gaara lo encaró, otra vez enfadado. Era increíble –que te metiste en la cama con mi hermano para consolarlo – aquello era tan irreal que si no le estuviese ocurriendo a él, sentiría lástima por el pobre que tenía que escuchar esas cosas.


–NO – Lee gritó asustado por la línea que estaban tomando los pensamientos de Gaara. – Es… – se quedó callado. Definitivamente las cosas no se habían dado como su esposo creía, pero tampoco había forma en que él lo explicara sin que por cada palabra su relato se prestara a malinterpretaciones. Ya lo había explicado antes, cometió un error.


Gaara lo presionó con la mirada y Lee suspiró.


–Sólo quería ayudar a Kankuro san. Pero me malinterpretó y esa noche él me dijo que siempre había pensado en mí, que no debí casarme contigo cuando le había prometido a él otra cosa – Lee cerró los ojos, su esposo era intimidante y sus recuerdos nebulosos –dijo que debía irse de la hacienda pero que no podía hacerlo antes de… tener un beso.


–¡Y tú eres tan… – Gaara tomó, instintivamente, a Lee de los hombros apretando y dispuesto a lastimarlo, pero paró. Tal vez fueron demasiados sentimientos, o bastante tiempo pensando en aquello. Exhaló lentamente. Lo que era cierto era que estaba cansado, rendido, no había entendido la primera parte de lo que dijo Lee y, más importante, se daba cuenta de que no creía nada. Dio un par de pasos hacia atrás antes de caminar hasta la cama y comenzar a prepararse para dormir.


– No quería hacerlo – Lee volvió a hablar, recordando que su mente decía que no, pero su cuerpo no actuó con él.


Gaara se rindió en su tarea de acomodar las almohadas y dejó de ignorarlo – él no parecía estarte forzando a algo – por fin llegaba la tan esperada verdad y nada, todo era igual. Decepción era lo único que lo inundaba al saber que sólo confirmaba lo que ya sabía.


–Estaba muy sorprendido – Lee se justificó con la única respuesta que había encontrado después de noches y días pensando en aquello.


Gaara resopló ligeramente y lo acercó hasta él para apretarlo en un abrazo –Lee, la verdad es que nada de lo que inventes ahora va a cambiar algo. – Los ojos del mencionado se abrieron sorprendidos y su cuerpo se puso rígido. – Entre nosotros, siempre va a ser igual. No te esfuerces, sólo respeta lo que sea que queda de esta farsa porque seremos esposos hasta que alguno de los dos muera.


Lee sintió que el tiempo se detenía – pero te amo, no es ninguna farsa – lo apretó contra sí llorando –no sé por qué permití que me besara, pero sé que fue un error. Me equivoqué – sintió como Gaara lo liberaba y él no pudo hacer otra cosa más que resbalar hasta hincarse frente a él –perdóname, por favor – suplicó.


–No puedo – Gaara lo incitó a pararse para besarlo con calma y guiarlo hasta el colchón. Él siempre creería que Lee no lo amaba, nada cambiaba el hecho de que se le negó en su noche de bodas. Que Gaara fue el único que deseó ese matrimonio y que el menor sólo se dejó llevar, ahí estaba su castigo. Lee se revelaba ante él e inventaba cualquier cuento incongruente para seguir carteándose con Hyuuga. Pero lo había traicionado y ese era un hecho que, por mucho que intentara suavizar, ni en la más fructífera de sus fantasías podría negar.


–Entonces – Lee se alejó un poco, pero no demasiado como para que su esposo no pudiera tocarlo – tú ¿No me amas? – Gaara se la pasaba diciendo que era Lee quien no lo amaba, que no lo respetaba y que no le mintiera, pero jamás le había dicho que no lo amaba.


El mayor acarició sus cabellos. Quería decirle que aquella era una pregunta descarada y estúpida de su parte, pero no podía soportar el gesto de inmensurable tristeza de Lee. Sabía que era ambiguo, lo amaba pero no podía perdonarlo. Y como ambas cosas no debían ir de la mano prefirió quedarse callado. No le interesó pensar en cómo Lee pudiese interpretar la respuesta a su pregunta.


Lee esperó, mientras se aferraba a él. Gaara le había confirmado que no lo iba a perdonar, y no lo había hecho en un arranque emocional, se lo había dicho con seriedad, frialdad y completa sinceridad. Ya no se preguntaba si había esperanza, ahora sabía que no había.


Así que, ido, ya no imaginó que hacia el amor con su esposo, ignoró todos esos sentimientos de amor, confusión, vergüenza o enfado. En ese momento se entregó sólo a sí mismo, se permitió sentir placer sin notar a Gaara, no quería pensar en nada ni escuchar repetirse en su mente una y otra vez la respuesta implícita a su pregunta.


Cuando la mañana llegó. Lee tenía la certeza de un cruel “no” tatuado en todo el cuerpo. Así que cuando se levantó no le importó dejar a su esposo solo en la cama. Se dio un baño frio en silencio y salió del cuarto aún traumatizado.


Al llegar a la planta baja se encontró con Sasuke atormentando a Karin – Lee – le gruñó – el desayuno.


– Buenos días Sasuke san, lo siento, olvidé preguntar a qué hora desayunabas – su tono de voz fue plano – nunca me había encargado de una casa cuando hay visitas pero debí suponer que despertarías mucho más temprano que yo.


El mayor parpadeó confundido. Lee era torpe así que no era de sorprenderse que no supiera atender a sus visitas, pero que le dedicase un gesto así de taciturno y triste no cuadraba en absoluto.


–Ahora preparo algo ¿qué se te apetece?


Sasuke era muy listo y bastante empático a pesar de que no lo demostrara, así que inmediatamente imaginó que su pequeño encargo había originado una explosión entre su amigo y Gaara.


–Disculpa si no puedo preparar ninguna de las cosas a las que estás acostumbrado, no sé nada de comida internacional, sólo aprendí lo que me enseñaron en Konoha – Lee seguía ido, pensando en los días anteriores y lo que vendrían.


–Sólo dime dónde están las cosas – suspiró el mayor – yo me encargo.


Lee negó caminando hasta la cocina –eres un invitado – tomó una cuchara, sacó un par de recipientes y volvió a hablar al ver que su amigo lo siguió hasta la habitación –no está bien que cocines, yo me enc…


Sasuke le arrebató los recipientes –yo lo haré… no pareces concentrado.


El menor cerró los ojos, su cuerpo tembló y los ojos se le llenaron de lágrimas – ¿de verdad? – susurró.


–Además – Sasuke le ordenó con un gesto de mano que comenzara a darle los ingredientes –no me gusta que alguien aparte de mi prepare la comida de Naruto.


Durante toda el tiempo que pasaron cocinando Lee intentó no pensar y concentrarse en Sasuke, pero le fue imposible. Mirar al otro deslizarse con una ligera sonrisa mientras servía el plato de Naruto o ver como su gracia natural lo hacía verse perfecto e impecable, como seguro sería su matrimonio, le hizo sentirse diminuto. Él nunca tendría algo así. Jamás.


– Ya está – Sasuke lo sacó de sus pensamientos y al entrar al comedor observó a Gaara y Naruto sentados a la mesa. En ese momento pudo notar que había pasado la última media hora sin mover un solo dedo y Sasuke no le había regañado por ello. También notó que Karin estaba a un lado suyo, cargando a Shion, y que Naruto no paraba de festejar que Sasuke le hubiese preparado su platillo favorito. Una vez más se sintió basura y Gaara, sentado a un lado suyo, experimentó la misma sensación.


Naruto y Sasuke tenían una relación que a pesar de sus altibajos siempre terminaba en un lloriqueo por parte de Naruto y una rendición total de parte de Sasuke. Eran una especie de pareja perfecta y eso no era algo que, en ese momento, Lee o Gaara necesitaran se les restregara en la cara, en su casa. Lee se entristeció más y como Gaara estaba seguro de que no soportaría más de eso, decidió romper la promesa que la noche anterior le hiciera al rubio.


– Pero ayer dijiste que nos acompañarían a dar una vuelta al pueblo – Naruto hizo un berrinche.


– Tengo mucho trabajo pendiente – se disculpó caminando hasta su oficina – además yo los veo muy tranquilos.


Su amigo dejó aflorar una sonrisa confiada –sí – parecía recordar haber pasado una noche magnifica. Muy diferente a la suya –pero no es justo, lo prometiste.


–Dobe ya vamos – llamó Sasuke al rubio desde la puerta al tiempo que acomodaba el sobrerito de salir de Shion sobre la cabeza del pequeño.


Naruto resopló rendido y le lanzó una última mirada a su amigo – si tengo un problema con el Teme te responsabilizaré por ello.


Gaara se encogió de hombros. Lo lamentaba por Naruto, pero sabía que no podía soportar a Sasuke mucho tiempo sin reclamarle que se inmiscuyera en su matrimonio. No quería hacer un gran alboroto sobre eso así que su única opción era esperar a encontrarse, mañana, a solas con Sasuke y dejarle claro ciertos puntos.


Lee no se apareció frente a él en todo el día y no intentó adivinar qué era lo que hacía. Bloqueó los pensamientos relativos a la noche anterior porque, a pesar de que fue una noche intensa y decepcionante, lo ocurrido no había cambiado nada. Sólo confirmó lo que bien sabía. No tenía idea de que para Lee había sido toda una revelación. Ni qué tanto había cambiado su vida.

Notas finales:

¿Qué tal?... les gustó (Tengo miedo Y.Y)

... ejem. Pues ya, ok, les voy a confesar que no tengo idea de lo que estoy escribiendo. Bueno, si, pero... no.

No quiero que no quieran a Gaara ^_^U y mucho menos quiero que no amen a Lee ^^. Pero la cosa está así:

De entrada y, hasta ahora, Lee ES infiel (No vas por la vida dejando que cualquiera te bese sólo porque le tienes lástima y más si tienes una pareja) y Gaara ES un exagerado (Dhaa ya, si sólo fue un beso, no te proyectes XD).

Aún así, todavía falta algo muy importante que saber y aunque ya estamos en el climax los 2 capítulos siguientes también son cruciales en la trama. Así que no le pierdan la fe a Lee y denle mucho amor a Gaara.

 

GRACIAS POR LEEERR y los que gusten comentar los estoy esperando.

Saludos, bsos y abrazos.

Yais


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