Como los últimos fines de semana, Joseph tiro prácticamente a Jairo sobre la cama, le quito la blusa y le puso una más cómoda para dormir, siempre con ese olor a cerveza impregnado en él que a Joseph le causaba cierta repulsión y se resignaba a dormir a su lado.
- ¿Qué tal estaba tu pareja esta noche?- le pregunto Joseph a su amigo sin muchas ganas aún de dormir.
- Mejor que las últimas dos, muy agradable- sonrió ligeramente Jairo.
Llegaba ese punto de la noche en que sus problemas volvían a aparecer después del lapso de felicidad entre la bebida y el sexo, el alcoholismo y el orgasmo, donde existía un mundo donde Abel no se encontraba a su lado. Volteó hacia Joseph y se recostó entre sus brazos sintiendo la eterna caricia de su amigo sobre su cabello.
- No me agrada esta rutina Jairo, te has vuelto tan patético, antes era divertido salir contigo y hacer ese tipo de cosas por diversión, pero ahora solo lo haces para rellenar una perdida insuperable con tonterías, ¿Por qué lo haces? Este no es el Jairo que es mi mejor amigo-.
- El Jairo que era tu nuevo amigo nunca se había enamorado, soporta esta faceta- hubo un breve momento de silencio en el cual ninguno durmió aún- ¿Tu alguna vez de has enamorado Joseph?-.
Ante la inesperada pregunta detuvo sus caricias por unos segundos y después volvió a retomarlas.
- No nunca- le respondió secamente sintiendo entre sus dedos ese hermoso cabello negro.
- Bueno, cuando lo estés me comprenderás-.
Joseph sonrió sarcásticamente y sintió como Jairo se acurrucaba contra él listo para dormir.
- Descansa Joseph-.
- Tú también descansa cariño-.
Abel escuchó el despertador sobre el buro de su cama, las 7:00. Había dejado ya la preparatoria una semana atrás, no levantó intrigas ni rumores por el simple hecho de que a nadie le importaba en la escuela le importaba su vida. No le agradaba ir al doctor solo, así que le pidió a Alex que lo acompañara ese día, se habían quedado de ver para la cita.
Abel pidió un taxi ya que se le había hecho tarde y se mareaba demasiado siempre que iba en camión y la “excusa” de ‘estoy embarazado’ no era muy útil en su caso para tomar asiento en el autobús.
- Lamento muchísimo la tardanza, me quede dormido y me metí a bañar, y tenía mucha hambre porque vomite todo anoche, así que tuve que desayunar algo a la fuerza- se disculpo Abel tomando asiento alado de Alex en una de las bancas del centro.
- Tranquilo, lo que más me preocupa es tu salud, ¿Cómo te sientes?-.
- Bien, ya no he tenido muchos mareos, aún queda media hora para la consulta, ¿Qué quieres hacer en ese rato?-.
- En lo que llegamos será la hora, mejor hay que irnos yendo-.
- Tienes razón-.
Ambos se levantaron de sus asientos y se dirigieron tranquilamente hacia el hospital. Ambos platicaban tranquilamente, Abel era un poco serio pero alegre, a diferencia de Alex que era un poco más serio que él.
Llegaron al hospital y en vez de entrar al consultorio habitual del doctor fueron a una zona poco habitada del hospital donde atenderían a Abel para no levantar sospechas, al ser uno de los pocos embarazos masculinos no querían ser acosados por la prensa y ese tipo de cosas.
- Hola Abel, ¿Cómo amaneciste?- Lo saludo el doctor indicándoles que tomaran asiento.
- Bien, ya no he tenido tanto mareo- le respondió con una sonrisa.
- Muy bien, empezaremos por hacerte una ecografía para ver cómo va todo con el bebé-.
- Si, está bien-.
Abel se recostó en la cama que había en ese no muy lujoso cuarto y se levantó la camisa sintiendo ese frío gel sobre su abdomen aún no notorio. En la pantalla se pudo apreciar como con un par de movimientos del doctor empezó a formarse vagamente en el monitor con manchas blancas la forma de un bebé. Esa era la primera vez desde que le dieron la noticia de su embarazo que veía a su bebé, y en ese entonces no tenía esa forma que ahora tenía.
- Al parecer todo va bien, y a estas alturas ya se puede ver como late su corazón- dijo apuntando un espacio del monitor donde se veía como un pequeño palpitar.
Abel enterró sus uñas en la palma de sus manos, quería llorar pero no podía, y no sabía porque quería llorar, esa era la imagen más hermosa que había visto en su vida, pero no debería de ser así, no debería de tener esos sentimientos hacia el bebé que quería dar en adopción.
Joseph como siempre se levanto antes que Jairo, lo contemplo dormir unos minutos y después bajo a su cocina a prepararle el desayuno, al parecer solo había para preparar hot-cakes y se puso a preparar la masa. Ya cuando estaba sumido en sus pensamientos dando extrañas formas a los hot-cakes, sintió unos brazos rodearle la cintura y se erizo un poco al sentir su aliento sobre su cuello.
- ¿Por qué siempre los haces tan deformes?- sonrió Jairo al ver los hot-cakes de Joseph.
- Es aburrido hacerlos solo circulares- se limito a contestar y tratando de volver a su tarea antes de quemar el desayuno.
- Muchas gracias por todo lo que has hecho por mí en estas semanas, no sé donde estaría si no fuera por ti-.
- Anda, solo trae un plato que ya están listos- le dijo con esa sonrisa tranquila tan característica en el rostro de Joseph- iré a llevarle unos a tu abuela-.
- Yo le llevaré su café ve adelantándote-.
Joseph tomó la bandeja del desayuno para la abuela de Jairo y subió las escaleras con destino a su habitación, tocó la puerta y escucho la dulce voz de su “segunda abuela” indicándole que pasara.
- Buenos días abuela, ¿Cómo te sientes hoy?- Se dirigió hacia ella quien veía la televisión tranquilamente.
- Joseph querido, Jairo no me dijo que vendrías-.
- Me quede a dormir anoche, lamento no haberle avisado-.
- Sabes que eres bienvenido cuando quieras-.
- He preparado hot-cakes para el desayuno ojala le gusten- le dio la bandeja sobre sus piernas para que empezara a desayunar.
- Buenos días abuela- dijo Jairo entrando a la habitación con la taza de café en la mano y dejándola alado de la mesa de noche de su abuela.
- Jairo, eres tan afortunado de tener a un amigo como Joseph a tu lado, muy pocas personas soportarían que las pusieran de cocineros en sus casas-.
- Lo sé abuela- sonrió levemente Jairo volteando a ver la sonrisa de Joseph.
Si, era una persona afortunada.
- Estas muy serio desde la visita al doctor, ¿Qué tienes?- le pregunto Abel a su amigo.
- Tranquilo no es nada-.
- Te conozco, ¿Qué tienes?-.
- ¿De verdad quieres saber?-.
- Si, por algo te pregunto- se empezó a preparar Abel para la respuesta de su amigo.
- No me parece que lo des en adopción, es tu hijo, y puedes hacerte cargo de él y te conozco perfectamente, le tienes cariño lo note cuando se empezó a distinguir su forma en el monitor-.
- No estoy listo para esto-.
Ambos guardaron silencio unos segundos, el parque estaba relativamente solo, ambos se limitaban a mirar hacia donde quisieran y pensar en sus propios asuntos.
- No quiero que tomes una decisión de la que puedas arrepentirte más adelante- empezó a hablar de nuevo Alex después de haber meditado un poco las cosas- sabes que yo estaré aquí apoyándote pase lo que pase y lo que tu decidas-.
- Lo sé, gracias-.
- Dime, ¿Cómo te sientes al saber que estas esperando un bebé?-.
- Es extraño, sobre todo cuando recuerdo que Jairo es el padre, de cierta forma me hace recordar que entre nosotros hubo algo, y eso me hace feliz, ¿Suena egoísta?-.
- No, en realidad no, debió de ser difícil para ti haber roto con él-.
- Era lo mejor- dijo empezándose a sentir un poco triste con el tema.
- ¿Crees que puedan volver a estar juntos después de que des en adopción al bebé?-.
- No lo sé- Abel hundió su rostro en sus manos frotando sus ojos para intentar no llorar ante la frustración que sentía- lo he lastimado tanto, y tal vez en realidad nunca estuvimos destinados a estar juntos, el nunca querría regresar conmigo después de todo esto-.
Alex rodeo a Abel con sus brazos en un abrazo y acaricio su cabello y Abel correspondió el abrazo al momento.
- Si de verdad te amara te perdonaría-.
- El merece otra persona, mejor que yo-.
- No puede haber alguien mejor que tú-.
Abel solo sonrió levemente y se aparto de los brazos de Alex mirando tranquilamente hacia una pareja con su pequeña hija jugando en los columpios. Incluso aunque nunca se imagino ser “mamá” siempre tuvo la idea de poder algún día llegar a formar una familia, que irónica es la vida.
Joseph y Jairo paseaban tranquilamente por el centro de la ciudad comiendo un helado y hablando de cosas sin importancia, llega un momento de la vida en el que solo con voltear a ver la sonrisa de alguien sabes que ambos ríen por la misma razón, cuando conoces a una persona y ambos se vuelven tan importantes para el otro, es como leer sus pensamientos con solo ver su sonrisa, su mirada contra tus ojos.
- Parece que mi abuela quiere que seamos novios- le dijo Jairo a Joseph.
- Pues soy encantador, es comprensible- le contesto con una sonrisa que fue correspondida al instante.
- Supongo que sí-.
- ¿Supones?-.
- Si, supongo-.
Joseph suspiro en silencio, incluso algunos de sus amigos hacían comentarios sobre lo bien que quedarían él y Jairo como novios, pero él sabía que Jairo solo lo quería como amigo y eso para él estaba bien.
Los domingos eran muy sencillos para ellos dos, nada de antros, bebidas ni cosas por el estilo, eran salidas a caminar, comer helado, a veces alguna película, observar algún hombre atractivo que pasara, el domingo sin duda era el día favorito de ellos dos, donde solo existía su pequeño universo que solo habitan ellos.
Fueron a un parque cerca del centro y ambos se sentaron en el pasto, ya estaba cayendo la noche y ambos miraban el cielo en esas tonalidades naranja y rosa del atardecer. Joseph pudo sentir como Jairo empezaba a recargarse sobre él y lo abrazaba.
- Joseph, ¿Te puedo hacer una pregunta?-.
- Adelante- le respondió con algo de nerviosismo.
- ¿Te gusto, cierto?-.
Joseph guardo unos segundos de silencio, trato de controlar el ritmo de los latidos de su corazón.
- Con ese rostro le gustarías a cualquiera- le contesto con una sonrisa divertida tratando de ocultar sus nervios.
- Me refiero a algo más “serio”, ¿Acaso estas enamorado de mi?-.
Joseph no sabía qué hacer o responder, quito los brazos de Jairo que rodeaban su cuerpo y lo tiro contra el pasto subiéndose encima de él y dándole un apasionado beso, Jairo simplemente lo dejo hacer lo que quisiera observándolo tranquilamente.
- Yo te amo, desde hace tanto tiempo, te amo- le dijo Joseph abrazándolo aún encima de él.
Sus miradas se encontraron y ambos se observaban, había algo, un extraño sentimiento naciendo de Jairo, no era amor, no era lo que sentía por Abel, pero era cercano a eso. Tal vez.
- ¡Malditos homosexuales de mierda!-.
Escucharon un grito a lo lejos que rompió la atmósfera del momento y se voltearon a ver de dónde provenía.
Abel estaba sentado enfrente de todas esas personas, sus padres, Alex, y los padres de Alex, sus padres lo miraban con comprensión y apoyo al igual que Alex, en cambio los padres de su amigo lo miraban con cierto desagrado.
- Bueno, estuve pensando las cosas y quiero conservar el bebé-.
- ¿Estás seguro de esto hijo?- le pregunto su madre.
- Si, sé que es lo mejor para él y para mi-.
Alex esbozó una leve sonrisa mientras que sus padres se limitaron a hacer pequeños gestos de disgusto. La cena fue muy incómoda para todos, discutiendo sobre el futuro, sobre el bebe y demás cosas hasta que llegaron a un tema aún más incómodo que Abel esperaba nunca tocar.
- Y, ¿Piensan casarse algún día o en donde vivirán?- pregunto la mamá de Alex con un poco de fastidio.
- ¿Cómo?- pregunto Alex tímidamente.
- Si, cuando llegue el bebé, ¿Dónde piensan vivir los tres?-.
- No había pensado en eso- la apoyo la madre de Abel.
- Pues… - titubeo Abel que al estar tan ocupado en tantas cosas no se detuvo a pensar en eso.
- Terminando este semestre podría conseguir un trabajo de medio tiempo y alquilar un pequeño departamento por el momento, en lo que termino la universidad y consigo un buen trabajo, incluso Abel podría volver a estudiar después de que nazca el bebé-.
Abel lo volteó a ver algo sorprendido y con un leve sonrojo en sus mejillas, pensar que él estuviera haciendo todo eso por él.
- Tengan por seguro que los ayudaremos económicamente en lo que sea hasta que se estabilicen- les dijo con una sonrisa el padre de Abel.
La cena termino con un cierto final feliz, Abel fue a su cuarto junto con Alex donde ambos Alex se sentó a la orilla de la cama y Abel se recostó volteando hacia el techo.
- No es necesario que nos mantengas- le dijo Abel aún con la mirada en el techo.
- Se supone que es “mi hijo” debo de hacerlo, además en un año tu volverás a la escuela, y ambos podremos concluir nuestros estudios y buscar un buen trabajo-.
- Lo haces sonar tan fácil, las cosas serán demasiado complicadas cuando llegue-.
- Lo sé, pero me alegra que hayas decidido quedártelo-.
- ¿Crees que fue una buena decisión?-.
- Claro que si, serás un excelente padre-.
- Gracias, ¿Sabes? Al tomar la decisión tome en cuenta que con el bebé ya no podría regresar con Jairo nunca, cuando lo diera en adopción podría regresar con él, tu no tendrías que preocuparte por mantenernos ni yo ocuparme de él, pero sé que todo será para bien, quiero que él sea feliz- toco levemente su estómago sintiendo ese pequeño bulto que empezaba a formarse-.
Ambos entraron a la casa riendo, se contuvieron un poco al ver la hora y suponer que ya estaría dormida la abuela de Jairo.
Subieron entre pequeñas risas a la habitación y se tiraron sobre la cama sonriendo.
- ¿Vista la cara de ese imbécil cuando le conteste?- le pregunto Jairo a su amigo sonriendo a lo grande con la vista en el techo.
- Tonto, casi nos golpean por tu culpa-.
- Eso le pasa por insultarnos, y tú tienes la culpa por hacer esas cosas en público-.
Entonces ya no hubo respuesta y sus sonrisas se desvanecieron casi por completo, hubo unos momentos de silencio y el ambiente se tensó con un poco de incomodidad por parte de ambos.
- ¿Es cierto lo que dijiste en el parque?, ¿Tu me amas?- le pregunto Jairo volteando a verlo.
- Si, es verdad, te amo-.
- ¿Por qué no me habías dicho?-.
- Siempre has sido un puto y con lo de Abel menos ganas daban de decirte-.
Jairo sonrió levemente y se subió encima de él besándolo dulcemente en los labios, era un beso largo y profundo, ambos se abrazaron y acariciaron el cabello del otro. Una vez que terminaron de besarse sintiendo un poco la falta de aire en sus pulmones.
- Quizás yo no correspondo de la misma manera tus sentimientos- empezó a acariciar su rostro delicadamente con la yema de sus dedos- pero de algo estoy seguro, y es que te quiero, demasiado, y quiero intentar tener una relación formal contigo, ¿Aceptarías?-.
Joseph solo sonrió ampliamente mirando a los ojos a Jairo. Esas palabras que solo pensaba escucharía en sus sueños eternamente, y ahora no era una realidad.
- Claro que aceptó- lo rodeo con sus brazos sintiéndose inmensamente feliz.
Nuevamente unieron sus labios en un beso, aunque esta vez no era tan tierno, era un poco más intenso y deseoso. Jairo empezó a quitarle la camisa a Joseph quien no opuso resistencia y empezó a quitarle la camisa a él también.
Ambos se encontraban totalmente desnudos sobre la cama acariciando sus cuerpos y besándose, Jairo se aventuro a morder el cuello de Joseph dejando pequeñas marcas rojas y escuchando los gemidos de Joseph que no hacían más que provocarlo a cada gemido que salía de esos labios tan adictivos.
Recorrió cada rincón de su piel lamiendo, mordiendo y pesando su cuerpo, cómo queriendo marcarlo para él solo, mientras Joseph solo acariciaba su cabello dejándose llevar por el placer que le provocaba.
Jairo ya no puedo aguantar más tiempo y alzó las piernas de Joseph, lamió su ano lubricando la entrada y escucho un fuerte gemido proveniente de Joseph, era su turno de disfrutar. Desde el principio las embestidas fueron rápidas y profundas, gozaba viendo el rostro de Joseph inundado de placer por su culpa, ambos respiraban pesadamente con la lujuria, el deseo plasmados en sus caras, no era como cuando lo hacían con un desconocido en el bar, esto era especial.
Jairo sintió como el calor se abultaba alrededor de su miembro y supo que no duraría más tiempo y terminó por correrse en el interior de Joseph, y este al sentir el semen cálido de Jairo dentro de él se corrió entre ellos dos salpicando ligeramente en abdomen y Jairo lo tomo con su dedo lamiendo el semen de Joseph ante sus ojos.
- ¿Te gusto?- le pregunto con una sonrisa mientras Jairo se recostaba a su lado.
- De los más deliciosos que he probado- le contestó con una sonrisa pervertida.
- Eres un asco-.
Joseph se acurruco en el pecho de Jairo y este lo rodeo con su brazo sintiendo el cansancio caer sobre él.
- Entonces, ¿Ahora somos novios?- le pregunto Joseph.
- Exacto-.
- ¿Esos novios que se toman de la mano y solo se besan entre ellos?-.
- Simplemente seremos ese tipo de novios que se quieren de verdad, y así lo demás saldrá por su cuenta-.
Joseph se abrazo aún más a él, aunque en el fondo sabía que aún amaba a Abel, no le importo, y aunque Jairo sabía que aún amaba a Abel, también sabía que debía seguir adelante, y estar ahora entre los brazos de Joseph, lo hacía tan feliz y olvidarse de vez en cuando de su primo. De vez en cuando.
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