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¿Un simple amor de verano...? por SorarioOmoe

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Notas del capitulo:

OO:! Odio este capítulo xDD Es tan ¡AAASH! e_é El final demasiado apresurado, muchos diálogos, hice lo que pude para arreglarlo pero BLUH...

 

Aunque eso si, esta lleno, ¡REPLETO DE ABELxJAIRO! xDD No digo más xI

 

Umh... No se :'c No me gusto, ustedes jusguen por si solos.

Jairo esperaba en la central de autobuses mirando ansioso el reloj de la estación, llevaba solo unos minutos de retraso el camión de Renoir, pero estaba demasiado ansiosa cómo para importarle y se dedicaba a mover su pie contra el suelo de manera nerviosa. Hasta que de uno de los camiones vio bajar la delgada figura de Renoir y fue hasta él.

- ¿No te moriste de la desesperación por el retraso del camión?,- le dijo a modo de saludo Renoir mientras dejaba la maleta en el suelo para darle un abrazo a Jairo.

- No,- le dijo Jairo mientras le daba un rápido abrazos,- pero casi-.
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Abel contemplo su casa semi vacía, por su puesto que les habían dado los puestos en la capítal, debían de hacerlo, eran de los mejores doctores en el hospital. Janeiro y Leo no habían tomado muy bien la noticia de la repentina mudanza, y sus padres tampoco, pero no reprocharon al respecto y les desearon lo mejor.

- ¿Crees que así todo volverá a la normalidad?,- le pregunto Alex escéptico a Abel mientras cargaba una caja escalones abajo.

- No lo sabremos hasta que pase,- le respondió Abel con el ceño algo fruncido al ver el tono escéptico en las palabras de Alex,- pero al menos nos irá mejor allá ¿No? Después de todo tu eras él que primer se quería ir a la capital,- le sonrió Abel.

- En eso tienes razón, y también tenías razón en que a Janeiro y Leo no les agradaría mucho la idea-.

- Son niños, se acostumbrarán,- hizo una pausa Abel mientras repasaba con la mirada la cantidad de cajas que había reunido en la salida de la casa,- además es por su bien,- le dijo Abel lo que él también se había dicho todo ese tiempo.

- Lo es,- lo alentó Alex mientras le daba un beso en la comisura de sus labios haciendo sonreír de nuevo a Abel.

Ambos se fueron por su lado de la sala, Alex a la cocina por un baso de agua y Abel a marcar con plumón algunas cajas.

- ¿Este será el último fin de semana que pasaran juntos Jairo y Janeiro?,- le pregunto desde la cocina Alex.

- Si,- le contestó Abel con una mueca de tristeza inperceptible desde la perspectiva de Alex.

- Saldré mañana con Takeru,- se atrevió a decirle Alex tomando en cuenta lo mucho que se detestaban ellos dos.

- ¿Oh de verdad?,- le pregunto Abel mientras sentía cómo los celos lo invadían de forma ligera, le sorprendió un poco que no le importara tanto cómo antes.

- El sábado estaremos con todo eso de la mudanza, y el viernes es el único día que supongo estaremos tranquilos, ¿No hay problema?,- le pregunto Alex para asegurarse de que no había problema con su salida con Takeru.

- No, no lo hay,- se levantó Abel tranquilo al igual que sus palabras,- iré a tomar un baño.
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El jueves por la noche sin duda había sido épico para ellos dos. Salieron al primer bar que encontraron abierto, y ya cuando la bebida se les había subido demás llamaron a sus amigos ausentes en su diversión riéndose por cualquier cosa que decían. Definitivamente, Jairo necesitaba algo cómo eso desde hace tiempo, desconectarse de sus problemas junto con un amigo.

Daban las tres de la madrugada cuando Jairo y Renoir volvieron al apartamento del primero. A pesar de que el alcohol caía pesado sobre ellos, ninguno quería ir a dormir todavía, así que tomaron lugar en la sala. Renoir desparramado en el sillón y Jairo tirado en la alfombra donde plantarse a ver películas con Janeiro.

- ¿Entonces mañana iremos a la escuela por tu "pequeño monstruo" cómo le sueles decir?,- le pregunto Renoir.

- Si, espera a que la conozcas, es la niña más linda del universo,- sonrió Jairo ante el recuerdo de Janeiro.

- ¿Y que sientes con respecto a Abel?,- tomó valor Renoir para preguntarle eso.

- ¿Que debería de sentir?,- se molestó un poco Jairo ante lo que insinuaba Renoir.

- Pues no lo se, después de todo es el padre de tu hija y estuviste enamorado de él un buen tiempo-.

- Pues sonará mal, y torpe e inmaduro, y todo lo que quieras, pero estoy enojado con él,- le respondió Jairo mientras se colocaba boca arriba en el piso.

- ¿Por qué enojado?,- le pregunto Renoir queriendo ondear más dentro de la mente de Jairo.

- Me arrebató de las manos la más grande felicidad que pude haber tenido, ser padre, y se fue con otro imbécil por considerarme que sería un mal padre o no se,- empezó a molestarse Jairo,- lo único que se es que ha sido un egoísta y la a cagado en grande todo el tiempo-.

- Pues gracias a él pudiste estar al lado de Joseph,- le dijo Renoir en tono triste.

Jairo prefirió no contestar nada, estaba demasiado molesto, siempre que pensaba en Abel se ponía furioso, pero ahora además al mismo tiempo lo habían hecho pensar en Joseph, era un choque de sentimientos demasiado extraño.

- No me arrepiento de haber pasado años de mi vida con Joseph, y te haberlo amado y demás pero,- empezó a hablar Jairo mientras miraba hacia el techo,- amarlo también me a condenado a una dolorosa vida sin él,- suspiró Jairo recordando a su difunto esposo.

- Creó que estarás en paz contigo mismo cuando perdones a Abel,- le dijo Renoir tratando de sonreír, el hubiera dado lo que sea al menos por pasar unos días al lado de Joseph cómo más que amigos.

- Quizás, ¿Pero a quien mierda le importa?,- Jairo se levantó del suelo.

Fue a su habitación por unas cobijas y se las arrojó a Renoir, ambos hablaron unos minutos más sobre temas más alegres, hasta que ambos se dieron las buenas noches y fueron a dormir. Aunque la mente de Jairo seguía inquieta por su conversación con Renoir.

Al día siguiente pasaría su día con Renoir y Janeiro.
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Abel y Alex estaba recostados en su cama, Alex leía un libro mientras Abel estaba recostado en su pecho con los ojos cerrados, por lo general así pasaban sus noches cuando al día siguiente era día de trabajo. Los fines de semana solían hacer el amor ya que solo trabajaban en la mañana. Pero esa noche era de estar en ese cómodo silencio que ambos habían formado para las noches en las que solo existían ellos dos. Pero últimamente para ninguno era lo mismo, ya no.

- Buenas noches,- le dijo Alex mientras dejaba su libro sobre la mesa de noche y apagaba la lámpara.

- Descansa,- le dijo Abel.

- El sábado el camión sale a las 8:00, debemos de estar ahí una media hora antes quizás-.

- Jairo me preguntará porque pasé por Janeiro más temprano que de costumbre,- pensó Abel aún con los ojos cerrados y apoyado sobre el pecho de Alex.

- Bueno, es tu elección decirle o no el motivo,- le respondió Alex mientras sentía cómo sus ojos se cerraban.

Después ya no recibió respuesta. Ambos se mantuvieron un rato más despiertos cada quién es su mente.

Alex de repente se sorprendió a si mismo pensando en Takeru, había evitado pensar en él todo ese tiempo porque sabía que lo iba a extrañar mucho cuando se fuera. Crecer es dejar muchas cosas atrás.

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Esperaba algo impaciente a su tío, cómo todos los días que el iba por ella a la escuela. En cuanto logró divizar su silueta a lo lejos, no dudo en tomar y mochila y correr hacia él, pero cuando estuvo a unos pocos metros se dio cuenta de que su tío no iba solo.

- Hola pequeño monstruo,- la saludo Jairo cómo de costumbre.

- ¿Quien es él?,- le pregunto algo disgustada Janeiro.

Renoir dejo escapar una pequeña risita que desconcertó a Janeiro, pero no quito su "expresión de autoridad".

- Me llamo Renoir, soy un viejo amigo de tu tío,- le dijo Renoir mientras le extendía su mano a Janeiro.

Ella correspondió el saludo de mala gana y le dio su mochila a su tío para empezar a caminar a la parada del autobús.

- ¿Y por qué estas aquí?,- le pregunto un poco más relajada Janeiro.

- Vine a conocerte,- le dijo Renoir mientras volteaba a ver a Jairo con una sonrisa y este también sonrió.

- ¿A mi?,- le pregunto mientras tomaba la mano de su tío.

- Si, Jairo me dijo que eras un pequeño amor de persona-.

Janeiro no le contestó y se limitó a sonreír levemente y sus mejillas se tiñeron de rojo. El autbous llego y los tres subieron, Janeiro fue primero y Renoir aprovecho para decirle algo en voz baja a Jairo.

- Se parece a ti en todos los sentidos existentes,- le susurró Renoir.

Jairo sonrió ampliamente y los tres tomaron asiento en el autobús.

Janeiro se sorprendió un poco al ver que el camión que habían tomado no era el mismo que en otras ocasiones. Jairo le explicó que ese día cómo Renoir estaba de visita irían a comer a un restaurante. El resto del camino Renoir se la paso conversando con Janeiro sobre cosas triviales de las que suele platicar una niñita de 7 años. Pero Renoir iba totalmente entretenido y Jairo los observaba con una sonrisa.

Llegaron a un restaurante de comida italiana, que era la comida favorita de Janeiro y Jairo. En cuanto llegó la mesera les entregó la carta a los tres, y a Janeiro un mantel de papel con crayones para dibujar.

- Falta el crayón rojo,- se quejo Janeiro mientras revolvía con su dedo indice la caja de crayones.

- En seguida te la traigo,- le dijo la mesera con una sonrisa.

- Janeiro ven,- la llamó Jairo.

Janeiro volteó levantando la vista de su iniciado dibujo.

- Se te deshizo un poco tu peinado-.

Janeiro palpo su pequeña coleta que tenía del lado izquierdo de su cabeza, tenía el cabello muy corto, así que apenas le alcanzaba para una pequeña colita para que el cabello no le estorbara al jugar.

Se levanto de su asiento y fue a sentarse en las piernas de Jairo. Jairo le quito la liga de color azul que sujetaba su cabello negro azabache igual al suyo y empezó a peinarla de nuevo.

- Aquí tienes tu crayola,- le dijo la mesera dejándola sobre el mantel de papel.

- Muchas gracias,- le dijo Janeiro seria mientras movía sus piesitos que no alcanzaban el suelo.

- Es tan adorable tu hija,- no resistió a decirle la mesera.

- ¿Eh?,- logró decir Jairo volteándola a ver.

- Es tan linda, de tal palo tal astilla,- se sonrojó levemente la mesera.

- No es mi papá, es mi tío,- la corrigió Janeiro mientras volvía a su asiento con su cabello retocado.

- Oh lo siento,- se disculpó con una sonrisa la mesera,- en un momento les traigo su orden-.

- Si, descuide,- susurró Jairo con pesades.

Al instante volteó a ver a Renoir que lo observaba con una sonrisa tranquilizadora. Porque a pesar de todo, era duro escuchar que tu propia hija te diga "tío".

- Janeiro,- la llamo Renoir y esta levanto la mirada para verlo,- ¿Y si decimos que es tu cumpleaños para que nos den algún postre gratis?,- le dijo Renoir con una sonrisa divertida igual que Janeiro ante la idea.

- ¡Sii!,- le respondió efusivamente Janeiro.
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Faltaba ya poco para las 10 de la noche y Jairo no estaba en su apartamento. Abel no desconfiaba de su primo, sabía bien que no secuestraría a Janeiro o algo parecido, pero igual, no le agradaba que se tomara la libertad de llevar y traer a su hija por la calle a horas que no habían establecido.

En las escaleras de los apartamentos, dos voces acompañadas de repente por risas de los mismos propietarios empezaron a hacerse presentes. Abel fijo su mirada en las escaleras sabiendo quien era uno de los propietarios de esa voz.

- Oh hola,- lo saludo Jairo que llevaba a Janeiro dormida en sus brazos.

- ¿Donde estuviste?,- le pregunto Abel de forma tranquila ignorando completamente la presencia de Renoir.

- Por ahí,- le contestó simplemente mientras sacaba del bolsillo de su pantalón la llave de su apartamento y entraba.

Renoir lo siguió y en el camino su mirada se cruzó de forma fugaz con la de Abel, pero ambos evitaron el contacto. Jairo sin avisar nada fue directo a la habitación de Janeiro y la recostó sobre su camita, Abel lo siguió y observó lo que hacia, pero no le replicó nada. Renoir no tardo en darse cuenta que quizás estorbaba un poco ahí, y así que fue a la habitación de Jairo y se encerró adentro.

- ¿Podría quedarse a dormir esta noche?,- le preguntó al fin Jairo un poco nervioso a Abel.

- ¿Por qué?,- le preguntó Abel algo confundido.

- Bueno, pensaba llevarla a ella y a Renoir a desayunar, y pues, él esta de visita y venía para conocerla, y se va mañana en la tarde-.

- No es ningún juguete o algo para que la andes paseando por donde quieras, y además,- hizo pausa Abel para voltear a la habitación de Jairo donde se había metido Renoir,- ¿Quién es él?-.

- Mi novio,- contesto Jairo, aunque obviamente Renoir no era, y nunca sería su pareja.

- Entonces mucho menos dejaré que se quede, ni siquiera lo conozco a él,- le gruño Abel cruzándose de brazos.

- ¿Crees que yo la pondría en peligro?-.

- No lo se,- le replicó Abel frunciendo el ceño,- además ¿Que es eso de que andas con alguien? Te creía más responsable-.

- ¿Estas celoso?,- le pregunto casi riendo Jairo a modo de broma.

- Y si lo estoy ¡¿Qué?!,- le dijo Abel sin pensar.

Ambos se quedaron en silencio analizando lo que acababa de pasar. Abel se mordió el labio fuertemente por la declaración que acababa de hacer, mientras Jairo solo puso semblante serio y desvió la mirada. No querían ninguno de los dos volver a sufrir por la misma persona.

- Quiero decir, no me interesa con quien salgas o algo así,- se corrigió algo tarde Abel.

- No, no te interesa,- volvió a decir en tono burlón Jairo,- aunque descuida, es solo mi mejor amigo de toda la vida, que a estado enamorado platonicamente de Joseph desde siempre,- enfatiso cada palabra con la intensión de molestar a Abel demostrándole lo injustificados que eran sus celos.

- Oh,- se sonrojo Abel sintiéndose la persona más estúpida del universo,- bueno de cualquier manera, ¿De que sirve que Janeiro se quede a dormir aquí?-.

- Bueno, ya esta cómodamente dormida en su cama, y no te matará ni a ella ni a ti ni a tu esposo que se quede una noche-.

En otras circunstancias Abel quizás se hubiera rehusado, pero el sabía algo que Jairo ignoraba por completo, aquel era el último fin de semana que pasaría con su hija.

- De acuerdo,- le dijo Abel resignado volteando hacia el suelo para soltar una pequeña risita.

- ¿Qué?,- le pregunto Jairo al escuchar su pequeña risita.

- Nada, es solo que,- hizo una pausa Abel para pensar si sería prudente sacar aquel tema,- no puedo creer que pensé que andarías con alguien más cuando hace menos de 5 meses murió Joseph-.

Jairo sonrió, al contrario de lo que pensó Abel, que tal vez hasta se ofendería.

- Si, sería incapaz de andar con alguien más,- le contestó Jairo aún sonriendo.

- Será mejor que me vaya ya, nos veremos mañana entonces, cuídala bien,- se apresuró para irse al sentir su corazón oprimirse ante las palabras de Jairo.

- Nos vemos,- se despidió Jairo cuando Abel desapareció ante sus ojos por la puerta.

Cómo siempre experimentó una oleada de soledad al ver a Abel irse, pero luego esta desapareció al recordar que ahí en ese apartamento se encontraban Janeiro y Renoir.

- Considero completamente que le hayas dicho a tu primo que he estado enamorado toda mi jodida existencia de Joseph,- le dijo Renoir saliendo de la habitación para sentarse en el sillón con pesadez.

- Creí que estarías dormido,- le dijo Jairo mientras se sentaba enfrente de él.

- No lo estaba, y creó que eso amerita ser platicado-.

- No hay nada de que platicar, el esta casado y yo sin ánimos de estar en una relación-.

- ¿Entonces es verdad eso de que eres incapaz de andar con alguien después de lo de Joseph?,- le pregunto de forma algo impertinente Renoir.

- Sí, o no lo se,- se frotó en cabello con frustración Jairo,- creó que si, además no veo a nadie con quién podrá pasar semejante cosa-.

- Yo creó que si,- le dijo Renoir pensando en la obvia atracción de Abel y Jairo.

- ¿Que haces cuando lo extrañas?,- le pregunto de forma brusca Jairo.

- ¿A Joseph?-.

- No, a la Reina Isabell II,- rodó Jairo los ojos acompañado de una sonrisa burlona que se convirtió en risa cuando Renoir le arrojó un cojín en la cara.

- Pues, me gusta creer que el es más feliz sea donde quiera que este, y tu te lo llevaste de mi lado hace mucho,- sonrió de forma triste.

- Debes de odiarme por eso-.

- No, porque cómo te dije, siempre he pensado que es más feliz en donde quiera que este,- dijo Renoir mientras rápidas imágenes de su fallecido amigo pasaban por su mente.

- A mi también me gusta creer eso,- dijo de forma ligera Jairo tratando de no ser invadido por la melancolía.

- ¿No crees que a Joseph también le gustaría creer que tu eres feliz?-.

- Lo soy,- le contestó Jairo no muy convencido.

- Joseph nunca te odiaría si decidieras continuar tu vida y andar con Abel-.

Jairo guardo silencio, la verdad ese era el tema que menos quería tocar por múltiples razones, pero estaba seguro de que Renoir no se cansaría hasta hacerlo confesar.

- No puedes ni darte una idea de lo doloroso que es, despertar cada día alado de la persona que amas sabiendo que morirá antes que tu,- dijo con hilo de voz Jairo,- ser feliz a su lado mientras inevitablemente planeas que podrías hacer cuando muera, es terrible, y te destruye, sobre todo cuando al fin pasa y te das cuenta que ni 7 años tu pudieron preparar para este momento-.

- Jairo, mereces algo mejor que seguir torturándote, es obvio que Abel y tu se gustan,- trato de hacer sentir mejor a su amigo tratando de hacerle ver la verdad,- mereces ser feliz-.

Jairo levantó la mirada y entonces volteó hacia atrás, donde estaba el cuarto de Janeiro y sonrió.

- Lo soy-.
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Alex le había prestado el carro a Abel, después de todo todavía debía de ir por Janeiro a casa de Jairo y demás, y el pensaba usar el transporte público junto con Takeru. Recorrió los pasillos de aquel hospital quizás por última vez, lo invadía de forma efímera la nostalgia, pero sabía que en realidad no extrañaría mucho ese sitio.

Al fin, llegó a la recepción del hospital, donde ya lo esperaba Takeru.

- ¿Listo?,- le pregunto este levantándose de su asiento en cuanto lo vio llegar.

- Listo,- le dijo Alex, y ambos salieron del hospital.

Llevaban ya unas 3 horas de estar allí en ese bar platicando de forma tranquila, aveces ambos soltaban a reír, pero era más común en Takeru que en Alex.

- Me alegra que al final Abel se haya convencido de que los puestos haya son mejores,- le dijo Takeru para romper el silencio mientras mecía su bebida dentro del baso de vidrio,- se desharán de Jairo, se desharán de tus padres, ganarán más dinero ¿Que más pueden pedir?-.

- Bueno, no te sientas demasiado halagado, pero te voy a extrañar estando allá,- le dijo Alex, que a esas alturas al igual que Takeru, el alcohol empezaba a hacer sus estragos.

- Descuida, no me se me subirá a la cabeza,- rió levemente Takeru dándole los últimos tragos a su bebida.

- Aunque hay algo que me sorprende,- empezó a hablar Alex mientras le hacia unas señas al mesero para que les llevara la cuenta,- creí que tu te postularías para ir a trabajar al hospital en la capital, ¿Que te hizo cambiar de idea?-.

Alex se sorprendió un poco cuando vio una extraña sonrisa aparecer en los labios de Takeru y echaban todo su peso hacia atrás en el respaldo de la silla.

- Si te lo digo quedaré cómo un total imbécil-.

- Dime,- le insistió Alex algo picado por la curiosidad.

- El puesto que tiene Abel era el único disponible,- le confeso al fin.

Takeru vio la expresión confundida de Alex y volvió a sonreír para luego volver a ponerse serio.

- Yo ya tenía mi puesto, pero cuando me dijiste que irías junto con Abel y había solo un lugar, renuncié al mío para que pudiera tomarlo tu pequeño e histérico marido y el disponible lo consiguieras tú-.

Alex se sorprendió mucho por la respuesta, la verdad es que no se esperaba eso. Pero no dijo nada y puso el dinero en la pequeña bandejita de la cuenta para pagar.

- Solo me he enamorado dos veces en esta vida Alex. La primera vez fue de mi mejor amigo hace algunos años, yo era apenas un adolescente sin puta idea sobre la vida, el y yo pasábamos horas en mi casa, era amor, inocente y tonto, pero lo era, y ese aunque este subestimado, es el mejor amor de todos-.

Sonrió después de decir todo eso con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

- Pero un día se fue, después de años de estar enamorado en secreto de él, nunca supe nada más de él, se que no fue su culpa, fueron sus padres y bluh, pero aún así le guardé rencor varios años-.

- ¿Y la segunda vez que te enamoraste?,- le pregunto Alex sospechando la respuesta.

Pero no le contestó, en cambio Takeru se levantó de su asiento y ambos salieron a la fría calle. Se llevaron una gran sorpresa al ver que estaba lloviendo, en el interior del bar no se alcanzaba a escuchar el golpe de las gotas contra el pavimento. Takeru sacó de su mochila su 3DS para envolverlo en una bolsa de plástico adentro de la mochila para protegerlo del agua.

- Ven,- le tomó la mano Takeru a Alex para salir corriendo bajo la lluvia una vez que volvió a guardar su aparato.

- Pero esta lloviendo y hace demasiado frío,- se quejo Alex resistiéndose a los jalones de su amigo, la mayoría de las veces le recordaba a un niño.

- ¿Que importa Capitán Obvio?,- se burló Takeru y Alex cedió con una sonrisa.

Caminaron sin rumbo, de vez en cuando corriendo, Takeru saltaba en los charcos y Alex se limitaba a cubrirse de forma inútil para "no mojarse". Alex no sabía cuando había sido la última vez hasta esa noche que se había sentido tan libre. Hasta que su cuerpo se libero de sus pensamientos y se entrego a el impulso de corretear entre los charcos junto con Takeru, fue cuando se dio cuenta que quizás había pasado mucho tiempo.

Duraron así hasta que la lluvia se detuvo, y su extraño juego de niños los condujo hasta un parque. Takeru rió mientras se tiraba en el pasto siendo observado por Alex que lo veía con una sonrisa. Tranquilamente tomó asiento sobre el pasto húmedo alado de su amigo.

- ¿La lluvia es extraña no lo crees?,- le pregunto Takeru mientras veía hacia el cielo con solo algunas visibles estrellas.

- ¿Por?,- le pregunto Alex imitando a su amigo fijando su vista hacia el infinito.

- Es tan nostálgica, hace que la gente se sienta tan feliz, o tan triste, provoca tantos sentimientos y al fin y al cabo es solo agua cayendo de forma tonta sobre la gente,- volvió a reír Takeru estremeciéndose levemente por el frío.

- ¿Te presto mi chamarra?,- le pregunto Alex dandole poca importancia a todo lo que había dicho.

- No, si lo haces te enfermeras, y si te enfermas Abel se va a preocupar, él es una persona que se preocupa mucho por los demás-.

- Si, lo es,- se encogió Alex para resguardar el calor cerca de él.

- Ambos son afortunados,- le dijo Takeru esta vez sin sonreír.

Alex lo volteó a ver por el rabillo del ojo viendo la expresión seria de su amigo.

- Abel es tan afortunado de tener a alguien tan perfecto cómo tu a su lado, y pues tu,- se detuvo un rato Takeru para reflexionar sobre sus palabras,- Abel será cómo quieras, pero creó que es perfecto para ti, y es por eso que nunca me he querido entrometer más de la cuenta entre ustedes, son demasiado felices juntos, y ante eso lo que yo siento por ti no debería de importar para nada,- termino de decir Takeru para volver a sonreír mientras seguía con su mirada en el cielo.

- ¿Es una declaración amorosa?,- le pregunto Alex con una sonrisa.

- Si, la más tonta que puedas imaginarte,- le sonrió de vuelta Takeru volteando a verlo encontrándose con su mirada.

Se mantuvieron así unos segundos, sonriendo y sosteniéndose la mirada hasta que Alex cedió ante el cansancio y también decidió recostarse en el pasto húmedo, sintiendo un escalofrío recorrerle ante la sensación.

Después de eso siguieron mirándose a los ojos atentos a cualquier parpadeo.

- ¿Y eliges el último día que nos veremos para decírmelo?,- le pregunto Alex sintiendo un horrible sentimiento que hace mucho no sentía, tanto tiempo había pasado desde la última vez que lo sintió que ni siquiera podía definir que era.

- Creí que nos veríamos en vacaciones, cuando vinieras de visita,- le dijo Takeru tratando de mejorar el ambiente.

- Después de esto no creó ser capaz de volver a verte,- le dijo en tono triste Alex mientras su mano se escabullía hacia la mejilla fría de Takeru.

- ¿Por qué?,- sintió su corazón destrozarse.

Alex guardo silencio antes que contestar, sabía cual era ese sentimiento, algo tan lejano que solo había sentido una vez en su vida y pensó nunca volvería a sentir. Ese sentimiento de dolor metafórico era el mismo que uno siente con una decepción amorosa, un romance fallido, ver llorar a la persona que amas. La única vez que lo sintió fue cuando Abel le dijo que estaba enamorado de Jairo cuando a penas iban en 4 semestre de preparatoria. Ahora volvía a sentirlo, al saber que se había enamorado de su mejor amigo y nunca podrían estar juntos.

- Porque no debo tenerte,- le dijo entrecortadamente Alex por el nudo en su garganta,- tengo una familia, un nuevo trabajos lejos de aquí, estar a tu lado ya no es una decisión que debo de tomar de forma egoísta, y no quiero seguir sintiendo esto por ti-.

Alex aguanto las lágrimas con una gran fuerza de voluntad, incluso cuando su corazón casi se detenía al ver cómo por el rostro de Takeru escapaba una sonrisa risueña acompañada por un par de lágrimas.

- Por esto es por lo que Abel es tan afortunado de tenerte,- le dijo entre un largo suspiro,- ¿Me dejarías al menos satisfacer una de mis grandes dudas?,- le dijo Takeru incorporándose en el pasto mientras se secaba sus lágrimas.

- ¿Cual?,- le pregunto Alex levantándose también del pasto.

Pero después de hacerle aquella pregunta, no tuvo oportunidad de decir nada más al ser acorralados por los labios de Takeru contra los suyos. Alex cerró los ojos para disfrutar de aquella unión y permitió que ambas bocas se abrazaran.

Fue poco más de un minuto, y fue un beso demasiado inocente, pero cuando ambos se separaron sintieron cómo si el tiempo nunca fuera el suficiente y algo resurgiendo dentro de ellos.

- Cómo se sientes tus labios junto con los míos,- le contestó sonriendo Takeru mientras se levantaba del césped,- vámonos antes de que Abel empiece a preocuparse por ti-.
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En el transcurso en taxi a su casa, el cual compartió con Takeru, ambos no se soltaron de la mano, pero siempre estuvieron en silencio, incluso cuando Alex salió del taxi no se dijeron palabra, solo sonrieron.

Alex entró a su casa con pesadez y subió las escaleras, en el transcurso a su habitación vio a sus dos hijos cada uno durmiendo de forma tranquila y sonrió, por ellos cualquier cosa valía la pena. Su habitación estaba a oscuras, eso significaba que Abel ya estaba dormido y se alegro un poco, solo un poco, a pesar de todo el asunto con Takeru, Abel seguía siendo el amor de su vida.

Se quitó la ropa mojada y se puso su camisa de pijama para entrar entre las sábanas. La nostalgia y el horrendo arrepentimiento se hicieron presentes y lo llevaron a abrazar a Abel y hundir su rostro entre su cuello y su hombro.

- Lo siento,- le susurro creyendo que no lo escuchaba.

Pero Abel seguía con los ojos abiertos en la oscuridad sintiendo cada una de las acciones de su pareja.
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Jairo estaba tranquilamente dormido, ignoraba la alarma de su reloj que le rogaba despertar. Pero cedió a abrir sus párpados cuando sintió cómo una pequeña manita le agitaba el rostro de forma persistente. Y al abrir los ojos se encontró con un par de bombillas de mirar grises, exactamente iguales a las de él.

- Buenos días pequeña,- le dijo Jairo mientras acariciaba el cabello de Janeiro.

- Buenos días,- le dijo Janeiro recostada en la cama de su tío con una sonrisa,- ¿Me quedé a dormir aquí de verdad?,- le preguntó incrédula.

- Si, así fue,- le dijo Jairo igual de incrédulo, se sentía bastante feliz de que su hija fuera lo primero que veía al despertar.- Ve a despertar a Renoir para irnos a desayunar-.

- ¡Sii!,- le dijo Janeiro y de un salto bajo de la cama para ir corriendo a la sala.

Lo próximo que escuchó Jairo fueron los quejidos de Renoir y la risita y los gritos de Janeiro pidiéndole a Renoir que la bajara. Podría vivir todos sus días así sin problema.
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Abel llego puntual a las 6:30 para recoger a Janeiro, toco el timbre dos veces y espero a que le abrieran la puerta. En cuanto la puerta se abrió de ella salió Janeiro y lo abrazo fuertemente.

- ¿Me extrañaste?,- le dijo Abel de forma cariñosa mientras acariciaba en oscuro cabello de su hija.

- Si,- le dijo Janeiro con una sonrisa mientras volvía a ir hacia el interior para recoger su mochila.

Abel pasó al interior del apartamento con confianza, sabiendo que quizás, muy probablemente, esa sería la última vez que pasaría por ahí.

- Hola,- lo saludo de forma seca Jairo, aunque en realidad estaba muy nervioso por lo que estaba a punto de hacer.

- Hola,- lo saludo de forma normal Abel,- ¿Y tu amigo?,- le pregunto Abel tratando de sonar desinteresado-.

- Se fue en la tarde, toma,- le dijo Jairo extendiéndole un pingüino de peluche a Abel,- se lo compró a Janeiro ambos se llevaron muy bien,- le dijo con una sonrisa,- se podría quedar aquí el peluche, pero a Janeiro le gusto demasiado y supongo que quiere llevárselo a su verdadera recamara-.

- Si, comprendo,- le dijo Abel mientras caminaba hacia Jairo para tomar el pingüino de peluche.

Ambos después se quedaron en silencio hasta que Janeiro salió de su cuarto cargando su mochila y se paró cerca de los dos.

- ¿Listo?,- le pregunto Janeiro a su hija sonando más emocionado al hablar con ella.

Janeiro solo asintió con la cabeza.

- Despídete de tu tío,- le dijo Abel mientras caminaba hacia la salida.

- Nos vemos,- le dijo Janeiro a Jairo mientras extendía su mano.

Jairo chocó la palma de su mano contra la de su hija y luego me dio un abrazo y un beso en la mejilla.

- Adiós pequeña-.

Jairo vio cómo Abel y Janeiro cruzaron el marco de la puerta, y fue entonces cuando no pudo resistirlo más.

- Espera,- dijo con el tono de voz un poco alzado haciendo que Abel volteara a verlo,- ¿Podría hablar contigo unos momentos?-.

Abel dudó un poco, pero algo lo hizo querer quedarse a hablar con Jairo, era un extraño sentimiento, cómo cuando uno tarda horas en despedirse por querer marcharse.

- Espérame aquí afuera,- le dijo Abel a su hija mientras pasaba y emparejaba la puerta.

Jairo sintió que la voz no saldría de su garganta, pero tomó fuerza para empezar a hablar.

- ¿Que es lo que ocurre?,- le pregunto con curiosidad Abel.

- Bueno, para empezar quiero decirte que te odio, o al menos lo hice, cuando me enteré de que Janeiro era mi hija de verdad te desteste, y duré así varios meses,- empezó Jairo sabiendo que no era un muy buen inicio,- desconozco tus motivos para habérmelo ocultado, y a estas alturas creó que prefiero no saberlos, solo te quiero dar las gracias por dejarme convivir con ella-.

Abel trago fuertemente saliva para deshacerse de un nuedo en su garganta, por sentirse la persona más cruel al saber que lo separaría de Janeiro.

- Pero lo que en realidad quiero decirte es que te amo,- le confesó Jairo al fin.

- ¿De verdad?,- logró decir simplemente Abel con hilo de voz ante esa confesión, y con la sorpresa plasmada en sus ojos.

- Supongo que mientras estuve con Joseph lo ame solo a él, pero siempre sentí algo por ti, todos estos años-.

- ¡¿Y qué quieres lograr con eso?!,- le gruño Abel aguantándose las lágrimas.

- Nada, y lo siento, no quiero que pienses que me interpondré entre tu y Alex, de verdad pienso que son una familia hermosa, me hubiera gustado tener una familia así,- sonrió Jairo con tristeza,- supongo que es todo,- le terminó por decir a modo de despedida Jairo sintiéndose algo tonto.

Jairo ya se iba a dar vuelta para ir a su habitación cuando la voz de Abel lo detuvo en seco.

- No deje de amarte,- le dijo Abel mientras Jairo tomaba asiento haciendo que este volteara a verlo al instante,- la falta de amor nunca fue la razón por la que me fui con Alex-.

- ¿Entonces que te impulso a dejarme?,- le pregunto Jairo un poco temeroso.

- No fue la idea de que serías un mal padre, si es lo que te crees. El único motivo por el cual me fui de tu lado eres tu-.

Jairo lo observaba atento viéndolo a los ojos mientras Abel miraba un rincón del cuarto.

- Somos primos joder,- se froto el rostro con desesperación,- ¿Qué habrían dicho las personas? Mis padres, tu abuela, todos, nuestra propia hija. Y no solo eso, incluso podría haber vivido con las miradas del mundo sobre nosotros, pero la mirada que más me preocupada era la tuya, ¿Que dirías de criar una hija a tu edad? Y es ahí donde viene mi mayor motivo para no estar a tu lado-.

Jairo estaba tan serio que dudaba algún día haber conocido la sonrisa cruzar por su rostro, y sobre todo, sintiendo su pecho contraerse ante cada palabra de Abel.

- Tu felicidad fue mi mayor motivo, no quise decirte que era tu hija por tu felicidad. Pero entonces luego recapacite y decidí decírtelo, pero entonces te vi tan feliz al lado de Joseph, que no quise meterme entre ustedes, así que seguí con la farsa de que Alex era el padre hasta que, me enamoré de él. Pero nunca en estos años deje de sentir algo por ti, pero lo que siento por ti dejo de importar hace 7 años, cuando miré por primera vez los ojos de Janeiro, ahora su felicidad era la única que me importaba-.

Abel contuvo la respiración para volver a inhalar con fuerza temiendo de sus palabras.

- Por ese motivo yo y Alex nos mudaremos a la capital,- soltó por fin Abel sintiendo su rostro humedecerse desde los párpados hasta el borde de las mejillas,- no queremos que veas a Janeiro, hacerlo significaría que tarde o temprano sabrá la verdad, y no quiero que pase, ahora los protagonistas no somos ni tu ni yo-.

- ¿Y por qué me dices todo esto? ¿Por qué ahora?,- apretó Jairo sus puños y su mandíbula para contener el enojo.

- Porque no podía guardarlo más tiempo,- siguió llorando Abel.

- ¿Y por qué me dices el lugar al que irás?-.

- Tal vez espero que me persigas, aunque es algo muy estúpido-.

- Lo es,- le respondió Jairo con la furia gravada en sus palabras.

- Es por su bien,- atinó a decir simplemente Abel.

- Lo se, es por eso que a pesar de saber a donde van no los seguiré,- se levantó Jairo de su asiento para ir hacia la habitación de Janeiro,- ella no necesita dos padres, mamá-.

Abel lo siguió unos pasos, los suficientes para ver cómo Jairo tomaba en sus brazos a Janeiro, ella se quejo un poco aún dormida, pero Jairo le dio un beso en la frente y volvió a dormir profundamente. Jairo se quedo así un buen rato, con Janeiro en sus brazos observándola con ternura, jugar a la casita aunque hubiera sido por solo un mes, habían sido de las mejores cosas que le habían pasado.

- Habrías sido un gran padre,- le dijo Abel sintiendo sus palabras tan vacías, que el eco de estas en su boca lo hizo estremecerse.

- No lo sabremos nunca,- suspiro Jairo mientras acariciaba la mejilla de Abel,- pero algo de lo que estoy seguro es de que tu si eres un gran padre-.

- Pero nunca seré un buen amante,- sonrió Abel sacando una sonrisa también de los labios de Jairo.

Ambos acercaron sus rostros al unisono, pero Abel escapo del encuentro de sus labios para depositar un cálido beso en la mejilla de Jairo.

Acto seguido Abel salió por la puerta por la que había entrado y desapareció ante la vista de Jairo. Pasaron segundos en los que Jairo solo contemplaba la puerta temblando de rabia, hasta que se dirigió a la barra de la cocina tirándolo todo con sus brazos en una rabieta. Era la tercera vez que veía irse justo enfrente de él todo aquello por lo que su vida tenía sentido. Primero fue Abel cuando lo dejo por Alex, la siguiente vez, cuando vio a Joseph con la piel congelada bajo la nieve, y ahora de nuevo observo a Abel irse de su lado junto con su hija.

Totalmente impotente se tiro en el suelo cubriendo su rostro con sus manos. No había lágrimas, y un horrendo nudo en la garganta lo asfixiaba, no sabía si había olvidado cómo llorar, o si llorar a lo largo de su vida había demostrado lo inútil que era derramar lágrima tras lágrima. Sintió cómo la respiración se le iba cuanto más grande era aquel nudo en su garganta, hasta que unas pocas lágrimas se libraron de sus parpados fue cuando pudo respirar de nuevo.

Tomó su teléfono y marco al único número que se ocurrió en esos momentos.

- Hey, ¿Que se te ofrece?,- escuchó la voz de Renoir al otro lado de la línea.

- Se ha ido-.
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Habían sido puntuales a la hora de llegada al camión, al parecer demasiado, porque a pesar de que habían tomado un buen tiempo en guardar sus maletas y tomar asiento, seguía sin avanzar el camión.

- Al despertar mañana ya estaremos muy lejos de aquí,- le dijo de forma distante Alex, el llevaba a Janeiro en sus brazos que seguía dormida desde el camino de la casa de Jairo, a su antigua casa y de ahí al camión.

Abel no le respondió, el llevaba en sus brazos a Leo, que también se encontraba profundamente dormido. Abel y Alex no lo decían, pero todo había cambiado, ya nada de lo que hacían tenía sentido.

- ¿De verdad crees que fue lo correcto?,- le pregunto Abel mientras miraba por la ventanilla.

- Ambos estábamos convencidos de eso,- le dijo Alex mientras estrujaba contra su pecho a Janeiro y ella pasaba entre sueños, su brazo al rededor del cuello de su padre.

- "Estábamos",- repitió Abel ganándose por completo la atención de Alex,- ¿Que es lo que te pasa?-.

- A mi no me pasa nada,- le contestó Alex evadiendo la respuesta.

- Te conozco, más de lo que incluso tu mismo debes de conocerte, y ese lo siento que me dijiste cuando creías que yo estaba dormido- sonrió Abel viendo por el tenue reflejo de la ventanilla el rostro de Alex.

- Creó que entonces más bien tengo miedo de contestarte esa pregunta, pero lo haré si tu me dices que es lo que a ti te pasa-.

- Estas enamorado de Takeru,- le dijo Abel firmemente, evadiendo el también su propia respuesta.

Alex no le dijo nada, su corazón dio un vuelvo a haber sido descubierto lo que sentía hacia su mejor amigo.

- La forma en que lo miras,- volteó a verlo directamente Abel despegando sus ojos de la ventanilla,- es la misma forma en la que me mirabas a mi hace a penas unos años.- Abel sonrío con un poco de tristeza,- es muy amable de tu parte incluso al dejar de amarme seguir tratándome cómo si lo hicieras,- le dijo de forma sincera y cariñosa Abel.

- Porque eres una persona muy importante para mi-.

Ambos guardaron silencio un buen rato, el camión empezaba a llenarse cada vez más, de gente que se veía poco más muerta que ellos.

- Ambos lo sabemos, nuestros corazones ya no se pertenecen,- le dijo Abel.

- Tu corazón nunca me perteneció por completo si somos sinceros-.

- Te equivocas, estos siete años cada día fue tuyo-.

Alex no le contestó, por su mente no paraba de repetirse su despedida con Takeru, era cierto, lo suyo con Abel había acabado.

- Cómo siempre te he amado solo a ti no estaba seguro de si lo que sentía por Takeru era algo más que amistad, ahora compruebo que lo era,- le dijo Alex viendo cómo por el rostro de Abel una mueca de disgusto

- ¿Y por qué no te fuiste con él?,- lo desafió Abel.

- Por la misma razón que tu no te fuiste con Jairo-.

Ambos volvieron a guardar silencio, y fue entonces cuando Abel miró a los ojos por primera vez en esa conversación.

- No me amas, pero tienes miedo de probar tu vida al lado de alguien más, esa es la respuesta,- le dijo Alex con su semblante serio mientras arrullaba a Janeiro en sus brazos.

- ¿También esa es la razón por la que no te fuiste con Takeru?,- le preguntó Abel sabiendo que todo lo que decía Alex sobre el era verdad.

- En parte si, y porque te quiero, y a ellos,- le dijo refiriéndose a sus hijos.

- Es duro escucharlo,- apretó sus puños Abel,- es duro saber que todo a acabado, ¿Sabes bien que te ame todos los días que estuvimos juntos cierto?,- le dijo Abel mientras miraba enternecido con una sonrisa al amor de su vida.

- Lo se, cómo también se que la razón por la que dejarás este camión no es por falta de cariño-.

- Nunca tendré las palabras suficiente para agradecerte todo lo que me diste,- insistió Abel ante la seriedad de Alex.

Alex se dio cuenta y sonrió para tranquilizarlo.

- Tu me has dado más, quizás creas que me condenaste a una vida que yo no elegí, pero si incluso tu me dejas ahora, tengo tantas cosas que me has dado, si alguien debe de agradecerte soy yo,- le hablo con voz suave Alex mientras mantenía en sus brazos a Janeiro.

- No quiero dejarlos,- hablo esta vez Abel refiriéndose a sus hijos.

- Y no lo harás, al único que abandonarás será a mi-.

- Lo siento-.

- No tienes que disculparte, al contrario, soy feliz por saber que e vivido todos estos años a tu lado, pero es tiempo de que cada quien busque su propia felicidad-.

Abel frunció los labios para evitar que varias lágrimas surcaran su rostro, era un adiós, pero no uno triste, era la más extraña felicidad que podría haber experimentado.

- Corre,- le dijo Alex sacando a Abel de sus pensamientos.

Abel se levantó de su asiento, dejando con cuidado a Leo en su lugar, y dio un paso hacia Alex, ambos se miraron a los ojos y Abel se acercó a sus labios para darle un último beso.

- Gracias,- le dijo Abel en un susurro.

Después, corrió a la salida del camión.
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Si lo pensaba bien, las razones para vivir habían desaparecido, le acaban de quitar a su propia hija por segunda vez, y había vuelto a enamorarse de la persona más jodidamente incorrecta para él en el planeta... También por segunda vez.

Si era sincero, morir era un idea que vagaba por la mente de Jairo, pero algo lo detenía a hacerlo, la conversación que acababa de tener con Renoir, en la cual había descargado todo su dolor, quizás ayudaba.

Sumido en la depresión y con oscuros pensamientos, emotivos golpes empezaron a sonar contra su puerta. Jairo se sorprendió mucho, porque nunca nadie tocaba a su puerta. Pero al abrirla la sorpresa fue aún mayor cuando abrió la puerta y se encontró a Abel enfrente de él.

Ambos se miraron fijamente tratando de convencerse de que ese no era un sueño. Abel pudo notar los ojos hinchados de Jairo de tanto llorar, su mirada bajo a sus manos y pudo ver que sus nudillos sangraban, desgarrados quizás por una serie de eufóricos golpes a la pared.

Jairo también analizó a Abel, estaba algo despeinado, con ropa de viaje y la frente empapada de sudor. En el transcurso en que se había fijado en esas cosas Abel avanzó hacia él y tomó su mano adolorida y algo llena de sangre.

- No cambias,- le dijo Abel empezando a llorar por primera vez liberándose de aquel dolor en la garganta que lo atormentaba desde hace días. Mientras sostenía con cariño la lastimada mano de su primo.

- No,- le contesto Jairo algo confundido por lo que pasaba.

Abel no pudo evitarlo más y se lanzó a los brazos de Jairo siendo recibido con cariño.

- ¿Qué es lo que pasa?,- empezó a llorar también Jairo mientras con el dolor palpitante en sus manos acariciaba el cabello de Abel.

- Te elijo a ti,- le contestó Abel sonriendo mientras se separaba para tomar el rostro de Jairo entre sus dedos,- por el resto de mi vida, te elijo a ti-.
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Una joven señorita, 26 años para ser más exactos, observa con pesar una tumba debajo de ella, es la primera vez que va a visitarla, y el dolor la invade, pero de cierta forma es reconfortante observarla.

- Empezará a oscurecer dentro de poco, le recomendaría irse yendo, las calles son algo peligrosas,- le hablo el velador del cementerio.

La joven señorita volteó hacia su interlocutor y sonrió.

- En un rato me iré, es solo que,- volteó de nuevo hacia la tumba,- desde que él murió nunca había venido a visitarlo,- le dijo de forma triste al velador.

- Toda la gente que viene aquí tiene historias,- le dijo el velador mientras se acercaba a la señorita,- si la ayuda a tranquilizarse, podría contarme su historia-.

- De verdad gracias, creó que si lo necesito,- apretó los puños la señorita para no hacer un drama llorando enfrente de un amable desconocido.

- Primero que nada, ¿Cual es tu nombre?,- le pregunto el velador con una sonrisa.

- Janeiro,- le sonrió devuelta la señorita.

- ¿Y de quien es la tumba, Janeiro?,- volteó ahora el velador hacia el lugar en el suelo donde debía de reposar bajo tierra el difunto.

- Es la tumba de mi padre, bueno,- rió levemente buscando las palabras para expresarse,- yo tengo tres padres, mi "padre" biológico, la persona a la que siempre consideraré mi verdadero padre y, mi padre que me dio a luz,- le dijo Janeiro con una sonrisa esperando no entrar en detalles sobre su nacimiento.

- Oh,- dijo algo confundido el velador agarrando maso menos el hilo del asunto,- ¿Y cual de tus padres es esta tumba?-.

Por el rostro de Janeiro surcó una triste sonrisa antes de contestar.

Notas finales:

¡¿A quién mate?! D: ¡¿A QUIÉEEEN?! ¿Que no dije que el final sería feliz?...

 

Bueno, si a pesa del final de este capítulo el final será feliz :'D! Ñmh... Siguiente capítulo puras cosas bellas.

 

Ahora, hector..... :D me mando las siguientes preguntas:

 

mmm de donde sacaste los personajes?: Jairo esta inspirado en mi primo mayor xD! Son igual de insoportables xP... Abel es cómo que pues no se O: El típido uke mariquita jeJE... Alex es mi ideal de hombre perfecto XD! Lo amo... Joseph es pues t.t ¡Ay Joseph! Lo amo, me base en mi personaje favorito de "Tsubasa Chronicles" Fay, para crearlo.

takeru de verdad existe? como se llama?  ¡Takeru si existe! xDD Esta basado en mi estimado amigo y lector Takeru xD! Por ahí anda en los reviews amenazando con secuestrar a mis personajes ¡Acdnacndjas! Saludines a Takeru :33

 

Y poes es todo O':! ¡Gracias por las preguntas! n.n... Solo dos capítulos más para el final, -llora- xD!

 

¡GRACIAS POR LEER! :33


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