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¿Un simple amor de verano...? por SorarioOmoe

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Notas del capitulo:

Holi, me tarde exactamente dos meses en actualizar, pero ya ven, el "maratón Guadalupe-reyes" familia, amigos y demás xD! De verdad estoy muy avergonzada por eso, pero ¡Hey! No me odien t.t Ya llegó el capítulo.

 

Este capítulo es algo intenso, quería hacerlo más feliz, pero cuando menos me di cuenta ya iba por las 9,402 palabras y dije 8D Ni madres, luego se me duermen.

 

Aclaración: Hay partes de este capítulo que transcurren en el futuro, un futuro en el que Janeiro esta parada enfrente de la tumba de su padre-papá-papá biológico, la identidad del muerto quedará revleada en este capítulo -u-

 

 

Janeiro se secó una pequeña lágrima que surcaba su rostro ante el recuerdo de su fallecido padre. El velador seguía observando la tumba entre un corto silencio que se había formado.

- Lo lamento mucho,- se limitó a decirle de forma sincera.

- Descuide,- sonrió Janeiro,- ya han pasado 11 años desde eso, he tenido demasiado tiempo para asimilarlo todo, es solo que nunca había venido a visitar su tumba, desde hace años que no vivo en esta ciudad-.

- ¿Naciste en esta ciudad?,- le preguntó el velador.

Janeiro asintió.

- Nací aquí, y viví aquí hasta que tuve 15 años, después de su muerte me mude a la capital y solo he vuelto de vez en cuando para visitar a mis abuelos, pero esta es la primera vez desde hace 11 años que vengo a visitarlo a él,- sonrió mirando con cariño la tumba.

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Abel despertó por los rayos del sol que se colaban entre las cortinas de la habitación de Jairo. En cuanto abrió los ojos sintió una reconfortante sensación, descubrió que estaba rodeado por los brazos de Jairo, y no solo eso, ambos habíando dormido sin camisa y la piel desnuda de su acompañante le daba una calides inigualable.

Se estiró levemente en la cama y se incorporó para poder ver mejor el rostro de Jairo, dormía tranquilamente, pero eso no lo detuvo ante el irresistible deseo de besarlo. Con delicadeza posó sus labios contra los de Jairo, quien al instante se removió en la cama al ser despertado. Abel solo soltó una pequeña risita sin haber separado en ningún momento sus labios de los de él.

No paso mucho para que Jairo despertara del todo y se diera cuenta de lo que pasaba. Empezó a corresponder el beso y con su brazo busco la cintura de Abel para atraerlo más hacia él. Cuando su brazo abrazó la cintura de Abel lo jaló hacia él haciéndolo caer sobre su pecho y ambos empezaron a besarse apasionadamente.

- Buenos días,- se separó Abel para sonreírle a Jairo.

- Hey,- le dijo con ternura Jairo.

Abel apoyó su cabeza sobre el hombro desnudo de Jairo, era su hombro izquierdo, por lo que guardó silencio absoluto y así pudo escuchar los tranquilos latidos del corazón de Jairo.

- Te escuchas feliz,- le dijo Abel.

Jairo sonrió, habían pasado tres días desde que Abel tocó a su departamento, le tomó un rato comprender que había dejado a Alex por él, y que ahora Abel estaría a su lado toda la vida. Durante esos tres días habían hablado mucho, habían reído, pedido pizza adomicilio, no habían salido mucho de la cama, en el transcurso de tres días habían hecho el amor mínimo unas 9 veces, pero sobre todo la pasaban el día hablando sobre cualquier tontería, sobre ellos, sobre sus vidas, no importaba. Pero había un tema que no podía seguir dejándose pasar de largo.

- Hoy deberías de hablarle a Alex,- le dijo Jairo acariciando el cabello de Abel, con su mano disponible que no estaba ocupada abrazándolo.

- Lo se,- le dijo Abel mientras cerraba los ojos ante las caricias.- Empiezo a extrañar a mis hijos-.

- ¿Con quién de los dos se quedarán Janeiro y Leo?- Le preguntó de repente Jairo.

Abel abrió los ojos con algo de confusión. Por su mente también había surgido esa pregunta, pero había preferido esquivarla.

- Luego pensaremos en eso,- le dijo Abel mientras volvía a incorporarse para volver a besar a Jairo.

Aquel beso fue más apasionado que el anterior y desperto en ellos de nuevo el deseo. De un movimiento Jairo dejo a Abel recostado boca arriba sobre la cama y él encima de él. Pasando sus manos por todo su pecho cubierto hasta que sus manos de forma traviesa se escabullieron debajo del pantalón de pijama que había utilizado Abel.

Abel se sacudió un poco ante la sensación, el momento era perfecto hasta que una molesta melodía irrumpió en el lugar. Con algo de brusquesa empujo a Jairo para poder salir de la cama y fue directo hacia su celular. Jairo se limitó a mirarlo con reproche sintiendo la presión palpitante de su miembro en sus boxers.

- Hola,- contestó Abel con una sonrisa.- ¿De verdad? Creí que me llamarías antes o algo así-.

Podía escuchar Jairo desde la cama, no sabía con quien hablaba ni cual era el tema, pero de algo estaba seguro es que esa tarde se quedaría con las ganas de otro encuentro en la cama con Abel.

- Si tienes razón, si, bueno entonces nos veremos en la tarde, si quieres podrías quedarte aquí en lugar de pagar el hotel,- le dijo Abel a Alex al otro lado de la línea telefónica.

- No gracias, no quiero ni entrar en su nido de amor,- dijo Alex serio pero con la intención de molestar a Abel de forma amistosa.

Abel hizo pequeños pucheros y se sonrojo, gesto que no paso desapercibido para Jairo.

- Bueno esta bien, no tienes que decir cosas tan vergonzosas,- terminó por reír Abel haciendo sonreír a Alex.

- Bien, entonces nos vemos a las 3-.

- Así será-.

Abel colgó el teléfono y al instante volvió a tirarse sobre la cama algo cubriéndo su rostro con sus manos.

- ¿Era Alex?,- le preguntó Jairo a Abel.

- Si, si era, esta aquí en la ciudad-.

- Que rápido, creí que le hablarías hoy para que viniera mañana-.

- Dijo que no quería molestarnos con esas cosas y que sería mejor así, quizás tenga razón,- se encogió de hombros Abel aún con sus manos cubriéndo su rostro, aquel brusco movimiento al levantarse de la cama lo había hecho sentir mal-.

- ¿Todo bien?,- le pregunto Jairo al ver cómo estaba.

- Solo, me maré al levantarme tan rápido, pero estoy bien-.

- Tonterías, ¿Te sientes mal?-.

Antes de que Abel pudiera darle una respuesta, se levantó corriendo ante la vista algo confundida de Jairo. Ese sería un largo día.
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Se habían quedado de ver con Alex, Janeiro y Leo en un restaurante familiar de la ciudad. Discutirían sobre lo que pasaría mientras los niños jugaban en la área de juegos. "Lo que pasaría" era todo lo que se refería a la custodia de los niños, y el puesto de trabajo de Abel. Todo era demasiado confuso.

Jairo llevaba esperando afuera de la puerta del baño unos minutos, desde afuera se podía escuchar las arcadas de Abel al vomitar y por la mente de Jairo no paraba de repetirse los posibles resultados de tres días de sexo sin protección.

Al fin salió Abel mirando a Jairo a los ojos por unos instantes sabiendo lo que venía.

- No creó estar embarazado,- le dijo Abel de forma directa para caminar a la entrada por su abrigo.

- Igual deberías de comprarte una prueba de embarazo o lo que sea que tu uses para estar seguros-.

- De seguro es el resultado de haber comido solo pizza por tres días seguidos,- sonrió Abel mientras Jairo abría la puerta-.

- Supongo, mi estómago esta más acostumbrado a toda esa basura,- le sonrió Jairo.

- Desde mañana yo empiezo a cocinar-.

Jairo empezó a reír levemente, aunque además la idea de la comida de Abel también le parecía una excelente idea.

Tomaron un taxi en dirección al restaurante donde se habían citado. Jairo pudo notar lo entusiasmado que se veía Abel por volver a ver a sus hijos después de tres días. Claro, para alguien cómo Jairo tres días sin ver a Janeiro eran casi nada, pero para un madre, o en este caso Abel, tres días podían llegar a ser una eternidad.

Bajaron del taxi y entraron al local. La mesera después de la descripción de Abel los dirigió a la mesa donde Alex ya los esperaba. Él primero en ver a Jairo y Abel acercarse a la mesa fue Leo que al instante gritó "papá" y fue corriendo hacia los brazos de Abel que lo recivió con entusiasmo. Después Janeiro siguió a su hermano y también se prenso de los brazos de su papá. Jairo solo los observaba a los tres hasta que si mirada viajó hacia la mesa de donde habían salido disparados, en ella de espaldas hacia ellos estaba Alex.

- Hola tío-.

Escucho Jairo la voz de Leo.

- Hola Jairo,- esta vez fue la voz de Janeiro y su corazón se iluminó.

- Hey pequeños,- los saludó Jairo a ambos.

Sacudió el cabello de Leo y a Janeiro la cargó en sus brazos mientras caminaban hacia la mesa. Al principio Abel se sentía algo nervioso, pero en cuanto llegó a la mesa y miró a los ojos a Alex una sonrisa tranquila surco su rostro.

- Hola,- le dijo Abel.

- Hola,- le contestó Jairo.

- Hey,- le dijo Jairo acercándose también a la mesa.

Todos tomaron asiento, los únicos que hablaban eran Janeiro y Leo platicándole a su papá sobre su nueva casa en la capitál, que habían salido a visitar parques y demás cosas. Abel simplemente les sonreía y contestaba con frases monótonas a todo lo que le decían, mientras Jairo y Alex miraban entretenidos el menú.

Llego la hora de pedir la comida y todos eligieron sus respectivos platillos. Los adultos vieron el tiempo de espera de la comida, cómo una gran oportunidad para hablar sobre cualquier tema pendiente, así que enviaron a los niños al area de juegos para poder estar tranquilos.

Cualquiera se podría dar cuenta del ambiente tenso en la mesa, y sobre todo de la prisa que tuvieron los adultos por correr a los niños de la mesa, así que obviamente cuando Jairo y Leo se dirigieron hacia los juegos las dudas empezaron a aflorar en sus mentes.

- ¿Por qué ni papá ni mi padre nos quieren decir donde estuvo papá estos tres días ?,- le pregunto Leo.

Ambos se habían subido a unos tubos de plástico semi transparentes donde podían observar a lo lejos a sus padres y a su tío hablar.

- No lo se,- le respondió Janeiro mientras podía ver perfectamente a los adultos desde los juegos del restaurante.

- ¿Donde viviremos ahora nosotros?,- le pregunto confundido Leo.

- Tampoco lo se,- le respondió Janeiro mientras los seguía mirando.

- ¿Podrías ir a espiarlos?,- le sugirió Leo

Por el rostro de Leo se escapó una sonrisa cuando su hermana se levantó de su asiento y ambos se pusieron en camino a ir a escuchar de que hablaban.

- ¿Y cómo les ha ido?,- empezó la conversación Alex.

- Bien,- sonrió Abel nervioso.

Jairo estaba sentado al lado de él con la espalda encorvada y los codos sobre la mesa con la mirada algo perdida.

- ¿Y a ustedes que tal les fue en la nueva casa?-.

- Es más pequeña de lo que se veía en internet, pero es muy acogedora y el vecindario no esta mal,- le dijo Alex mirándolo a los ojos cuando Abel aún seguía esquivando su mirada.

- Bueno ya basta, ¿De que vinimos a hablar aquí?,- dijo Jairo en voz baja con una sonrisa mientras volteaba a ver a Alex.

Él le sonrió de vuelta y echó todo su peso al respaldo de la silla.

- Empiezo a trabajar el lunes, así que me tendré que ir mañana, los papeles del divorcio supongo que podemos posponerlo para luego, ¿Tu que quieres hacer? ¿Aún quieres irte allá?-.

- No, me quiero quedar aquí,- le contestó Abel.

- Pues yo no pienso renunciar a mi nuevo puesto-.

- Pero si vivimos en ciudades diferentes quién se quedará con Janeiro y Leo, ¿Le preguntó Abel?-.

Janeiro y Leo estaban detrás de una pequeña pared escuchando todo mientras pasaban desapercibidos por sus padres y su tío.

- Creeí que ya te habías hecho esa pregunta desde antes. Una de las razones por las que nos ibamos a ir allá era también para que estuvieran en otra escuela, dejando de lado claro que querías huir de Jairo,- dijo Alex co sutilesa esperando no hacer enfadar a Jairo, pero este lo tomó con calma y sonrió.

- Lo se,- dijo al apenado Abel.- Pero hoy mismo quiero ir a recuperar mi trabajo, y no quiero que tu te los lleves contigo-.

- También son mis hijos, ¿Crees que no quiero llevármelos?-.

- Janeiro es mi hija también,- dijo interrumpiéndolos Jairo.- Quiero recuperar tiempo con ella-.

- Yo no quiero que eso pase, ella solo se confundiría si de repente resulta que su tío en realidad es su padre-.

- Yo no quiero eso,- le dijo de forma suave Jairo sin querer exasperarse con todo eso.- Incluso aunque ella siga pensando lo que quiera que soy de ella, solo quiero estar al lado de mi hija-.

A Alex lo invadió una pequeña oleada de celos, le parecía injusto que después de haber cuidado de Janeiro toda su vida, y que después de haber sabido desde el primer momento que iba a nacer que se la arrevataran, era algo cruel, demasiado.

Iban a seguir la contienda pero la mesera llegó con los platillos de comida. Abel fue a buscar a sus hijos, que en cuanto escucharon que irían tras ellos, corrieron hacia la zona de juegos procurando no ser vistos. La comida transcurrió en silencio, algo más tranquilo que al inicio, pero por la mente de Janeiro aún se repetían las palabras de su padre y de su tío tratando de encontrarles el sentido.
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Después de la ida al restaurante, antes de que pasara más tiempo Abel decidió ir a pedir de nuevo su trabajo. El plan era entrar rápido al hospital, ir a las oficinas y asunto cerrado, mientras Jairo, Alex, Janerio y Leo lo esperaban afuera comiendo un helado. Y efectivamente, le tomó poco más de media hora solucionar todo el problema.

Aunque la noticia de su regreso había sido algo extraña para sus jefes, igual les alegró tener de vuelta al mejor pediatra del hospital de vuelta. Abel al final cómo había decidido quedarse con Jairo considero obviamente necesario ir a volver a pedir su trabajo y renunciar al otro puesto, después de todo la mayoría quería irse a trabajar allá, no tardarían en encontrar un reemplazo para él.

Su familia ya llebava un buen rato esperándolo afuera, así que para no toparse con ningún colega del trabajo y evitar cualquier charla tediosa decidió pasar por una zona del hospital que por el momento estaba deshabitada. Tomó el camino por las escaleras para ir hacia allá, y al entrar se encontró a Takeru sentado en el suelo con la laptop en sus piernas.

En cuanto Takeru sintió su presencia volteó a verlo, por si era uno de sus jefes que lo había encontrado haciendo el vago en horas de trabajo. Pero se sorprendió aún más cuando vió que era Abel, cuando Abel ya debía de estar instalado con Alex a kilómetros de ahí.

Abel tenía pensado que su visita al hospital fuera rápida, pero algo le decía que sería buena idea hablarle a Takeru. Tomó asiento en el suelo enfrente de Takeru y este se quitó los auriculares para lo que sea que le fuera a decir Abel, aunque aún confundido por todo lo que pasaba.

- Hola,- le dijo Abel algo incómodo notando la cara de sorpresa de Takeru.

Takeru puso en pausa su juego.

- Hola, creí que no volvería a verte nunca,- sonrió ligeramente Takeru, al ver a Abel ahí en ese sitio su primer pensamiento fue "¿Donde esta Alex?".

- Si, decidí quedarme y vine a reclamar de nuevo mi trabajo,- le dijo Abel sin voltearlo a ver.

El corazón de Takeru dió un pequeño brinco al escuchar eso, significaba que Alex estaba también de vuelta.

- Bien, es bueno tenerlos de regreso,- sonrió esta vez más ampliamente Takeru aún sin saber muy bien cómo comportarse con Abel.

- Eso es de lo que quería platicarte, y ni siquiera tengo idea de porque te lo digo,- le dijo Abel empezando a sentirse algo estúpido.

La intriga de Takeru crecía cada vez más, ni si quiera tenía ánimos para molestar a Abel, esos días a penas y había podido comer, y dormir ni se diga, por haber estado pensando en Alex y tener noticias de nuevo sobre él, era algo que no podía haberse imaginado.

- Alex decidió quedarse con su trabajo en la capital solo yo regresé-.

Takeru abrió y cerró la boca algo titubeante sin saber que decir, es más, no sabía que significaba eso.

- Alex y yo terminamos, ya no estamos casados, ¿Entiendes?,- le dijo Abel pensando en lo confundido que debía de estar.- Te recomendaría ir corriendo a la oficina del director antes de que alguien más reclame el puesto, digo, de seguro quieres volver a estar al lado de Alex-.

Sin más Abel se levantó de su lugar con una sonrisa, tenía que admitir que a pesar de todo Takeru no le desagradaba tanto, y la idea de ver a Alex feliz al lado de quién el sabía que sería, lo haría feliz.

- ¿Cómo?,- balbuceó Takeru sintiendo cómo si la fuerza se le hubiera ido de un momento a otro, incapaz de reaccionar ante aquella noticia.

- Quizás él te explique luego, solo ve y reclama ese maldito puesto,- le sonrió Abel y siguió su camino a casa.

Dejando a un confundido Takeru atrás.
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Al llegar los cinco al apartamento de inmediato Alex y Abel se dirigieron hacia la habitación de Jairo, para discutir sobre la custodia de los niños sin que estos los escucharan. Jairo se quedo en la sala con los niños y encendió el televisor para disimular aún más cualquier cosa de la conversación de Alex y Abel que su pudiera filtrar por las paredes.

- ¿Quieren algo de tomar?,- les pregunto después de un rato Jairo algo fastidiado.

- ¿Te puedo hacer una pregunta?,- le dijo Janeiro ignorando la pregunta de su tío.

- ¿Que pasa corazón?,- le dijo Jairo mientras él iba al refrigeradór por una cerveza.

- Leo y yo los escuchamos hablar en el restaurante,- le dijo Janeiro provocando que Leo la mirada de forma reprensiba por haber revelado su travesura.

Los ojos de Jairo se abrieron en doble por la impresión que le provocó escuchar eso.

- ¿Tu eres mi papá?,- le pregunto Janeiro mirando hacia el suelo.

Jairo la observó algo confundido, en realidad él podía vivir el resto de sus días sabiendo que Janeiro lo quería cómo un tío, simplemente se conformaba estando a su lado, pero en cuestión de tan poco tiempo, las cosas habían dado un giro demasiado inesperado.

Cerró la puerta de refrigerador dejando la cerveza en la barra y se acercó hacia su hija. Se hincó para quedar a su altura.

- No, yo no soy tu papá,- le dijo al fin Jairo sintiéndose algo vacío.- Yo y Abel te creamos, los papás crean a sus hijos, pero puedo decirte que no importa quién te cree, lo que importa es quien te vio crecer y te educo y sobre todo quién te amo,- le empezó a decir Jairo recordando la temprana muerte de sus padres y cómo había sido su abuela quién cuidó de él por tantos años.- Alex es tu padre porque el te ama por sobre todas las cosas, y te ha dado todo lo que tienes, yo nunca podría remplazar eso-.

Janeiro entendía lo que decía, un poco, al menos captaba la idea, pero un sentimiento en su interior no dejaba de molestarla. Hasta hace unos días ella vivía feliz con sus dos papás, hasta que un día, despertó en otra casa donde solo estaban su padre y su hermano y al preguntar por su papá le dijeron que estaba trabajando. Ella no era tonta, ningún niño es tonto, todos los niños saben lo que pasa a su alrededor o si algo esta mal, su papá se había quedado para estar con Jairo, para ella él había sido el detonante y la causa por la cual todo era cómo era.

- Te odio,- le dijo Janeiro apretando la mandíbula.- ¡Te odio!,- empezó a llorar fuertemente.- ¡Todo es tu culpa! Quiero regresar a casa con mis papás-.
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- No te los llevarás,- le dijo Alex de forma seria.

- Pues yo no quiero estar sin ellos, aunque tu tampoco obviamente,- Abel se frotó su sien con confusión, en realidad no tenía ni idea de que hacer con sus hijos.- Creó que deberían de quedarse conmigo,- le dijo Abel después de un corto silencio.- Además Jairo es el padre de Janeiro después de todo-.

Alex y bajo su rostro, le había ofendido de sobremanera que tomara en cuenta quien debía de quedarse con ella solo por los lazos sanguineos.

- No me sobornes con eso, si le preguntas a Janeiro quien es su padre, ¿Que te dirá? Y no solo que ella diga, también quién la ha cuidado durante toda su vida, no puedes quitarmela y tampoco a Leo,- le dijo Alex un poco más a la defensiva.

- Tienes razón lo siento, pero supongo que así debe de ser, Janeiro y Leo podrían pasar todas las vacaciones contigo-.

- Leo no porfavor,- le rogó Alex en un susurro.- A Janeiro lo entiendo, estará con sus dos padres biológicos, ¿Pero él?-.

- ¿Quieres que este contigo?,- le dijo Abel sintiendo cómo se destrozaba ante la idea de separarse de su hijo menor.

- Al menos él porfavor-.

Abel suspiro profundamente, no podía arrebatarle sus dos hijos a Alex.

- Yo me quedaré con Janeiro y tu con Leo, ¿Te parece bien?,- le ofreció Abel.

- No me parece bien, pero supongo que es lo máximo que se puede hacer-.

- De verdad lo siento,- le dijo Abel sintiéndose terriblemente mal.

- No te disculpes, tu y yo ya no nos amábamos, ¿Recuerdas? Así que el asunto de la custodia y demás llegaría tarde o temprano-.

- Bueno, además podrás estar ahora con Takeru,- le dijo Abel de forma amistosa.

- No lo se,- sonrió de forma nerviosa Alex sin estar muy seguro de querer hablar del tema.

- Hoy cuando fui a recuperár mi trabajo me lo encontré en los pasillos-.

Alex volteó a verlo al escuchar esa oración sintiendo el entusiasmo recorrer su cuerpo con la simple idea de escuchar algo sobre Takeru.

- Al parecer ahora que mi puesto esta desocupado el lo tomará, así que trabajarán juntos-.

- Tu puesto originalmente era de él, pero te lo dejo a ti para que tu y yo pudieramos irnos a trabajar allá-.

- En realidad no es tan malo, quizás-.

Ambos sonrieron divertidos, Abel dejando escapar una pequeña risita.

Unos gritos los interrumpieron mientras platicaban, unos gritos que identíficaron al instante. Se trataba de Janeiro. Ambos salieron corriendo al instante hacia la sala de la casa.

Encontraron a su hija forcejeando contra Jairo y soltándole golpes en los brazos. La primera reacción de Alex fue correr hacia ella y cargarla en sus brazos. En cuanto lo hizo Janeiro se aferró a su cuello y Alex pudo sentir sus lágrimas escurrir por su piel.

- Quiero ir a casa,- le dijo Janeiro entre sollozos.

Alex y Abel cruzaron miradas de forma seria, después de unos segundos en los que se comunicaron en silencio, Alex tomó la mano de un confundido Leo que observaba toda la escena y fue a la habitación de Janeiro con sus dos hijos y cerró la puerta detrás de él.

Jairo y Abel quedaron solos en la sala. Abel suspiro de forma pesada y se sentó en uno de los sillones bajo la mirada angustiada de Jairo.

- No he olvidado algo que te dije hace unas noches. Ni tu ni yo somos los protagonistas ahora, debo de pensar primero en mis hijos, y si estar contigo significa dañarlos de algún modo creó que no podría ser lo mismo,- le dijo Abel de forma seria.

- Lo entiendo,- le dijo Jairo, lo que el tampoco quería era dañar a su hija.
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- Quiero ir a casa,- le dijo Janeiro llorando a su papá cuando él la depositó sobre la cama y ella se sentó al borde.

Alex se hincó enfrente de ella y acarició su cabello, después dirigió esa misma mano para secar sus lágrimas.

- Tranquila amor, dime que es lo que pasa,- le pidió de forma amable Alex a su hija.

- Tu no eres mi padre,- le dijo.

La primera reacción de Alex fue enfurecerse al pensar que Jairo le podría haber dicho alguna cosa sobre el tema. Pero antes de ponerse de pie para ir a reclamarle escucho la pequeña voz de su hijo.

- Los escuchamos hablar en el restaurante,- dijo Leo sintiéndose culpable.- Lo lamento-.

Alex guardo la calma y espero un rato para contestar. Tenía a su hija llorando justo enfrente suyo y a su hijo confundido por todo lo que pasaba. Creía hasta ese día que era fuerte, pero al ver esas miradas llenas de inocencia y miedo, no sabía en que creer.

- ¿Sabes lo que es la adopció, cierto?,- empezó a hablarle Alex a su hija.

Ella asintió levemente.

- Abel es tu papá, él te dio a luz, pero yo no soy tu padre, yo te adopte,- empezó a decir con torpeza sin saber hacia donde iba todo eso.- Se que enciendes el televisor sin permiso cuando tu papá y yo nos vamos a trabajar traviesa,- le dijo Alex picando la pancita de Janeiro haciéndola reír por un instante.- Entonces habrás visto las suficientes películas para saber que aunque no seas mi hija de sangre, te amo más que a nada en el universo, y que no importa si no tenemos la misma sangre tu eres mi hija y yo soy tu padre. Leo si es mi hijo, si lleva mi sangre, pero tampoco eso quiere decir que ustedes dos no sean hermanos, y a ambos los quiero igual.

Ambos niños quedaron satisfechos con aquella respuesta. Pero aún había un problema.

- Lo odio, todo es su culpa, tú y mi papá se van a separar por su culpa,- le dijo llorando Janeiro.

- No es culpa suya,- dijo Alex dirigiéndose tanto a Leo cómo a Janeiro.- Su papá y yo ya no queremos estar juntos cómo pareja, pero eso no significa que no nos queramos, y mucho menos que dejemos de quererlos a ustedes, sólo queremos tomar caminos distintos-.

- ¿Donde viviremos?,- le preguntó Janeiro entre sollozos.

- Leo vendra a vivir conmigo a la capitál, tu te quedarás a vivir aquí con tu papá y Jairo-.

- ¡No!,- le dijo empezando a llorar de nuevo Janeiro mientras rodeaba el cuello de su padre con sus brazos a modo de abrazo.

- ¿Por qué no puedo estar con mi papá?,- le dijo Leo en casi un susurro a Alex también empezando a llorar.

Alex se mordió el labio y mientras que con un brazo abrazaba a Janeiro, con el otro acercó a Leo hacia él y lo abrazó contra su pecho. En esos momentos Alex al ver a su propia familia tan destrozada también le daban ganas de llorar, de volver a ser un niño y llorar sin ningún compromiso, tener los brazos de su padre como lugar para estar a salvo sin importar la tempestad que estuviera afuera. Pero no era así, ahora el era padre, y debía de ser ese refugio para sus hijos

- ¿Quieren mucho a su papá cierto?,- les dijo Alex tragándose el nudo en su garganta.

Janeiro asintió con la cabeza aún suspirando por el llanto, y Leo dijo un leve "si" aguantando las lágrimas.

- Él esta enamorado ahora, quiere estar con tu tío y ser feliz con él, si se separan su papá va a estar muy triste, ¿No quieren verlo triste?-.

- No,- dijo debilmente y de forma triste Janeiro.

- Hay que dejarlos estar juntos. Su papá ahora quiere estar con otra persona, quiere quedarse aquí a vivir con su tío, y yo quiero irme a vivir a nuestra nueva casa, las cosas cambiarán mucho, pero algo que no deben de olvidar es que su papá y yo los amamos, más que a nada en el universo-.

Leo y Janeiro se quedaron en silencio analizando lo que su padre les había dicho, por unos segundos hubo un profundo silencio en el que ninguno de los tres hablaba.

- Así que quiero que vayan ahí a la sala y le digan a su papá que lo quieren, y que puede quedarse aquí, ustedes lo seguirán queriendo-.

Janeiro y Leo se separaron de su padre cuando este se puso de pie, tomó de la mano a sus dos hijos y fueron hacia la sala ha hablar con Abel.
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- La noche siguiente mi padre se fue y no lo volví a ver hasta las vacaciones de verano junto con mi hermano, él de verdad quería que mi papá fuera feliz, me convenció de quedarme a vivir con mi papá y mi tío-.

- ¿Eras muy cercana a tu padre?,- le preguntó el velador.

- Si mucho, incluso hoy en día yo y mi padre somos muy cercanos,- sonrió Janeiro al recordar a Alex.

- Entonces tu "padre" no fue el que murió-.

- No, mi papá ahora sigue trabajando en la capital junto con su novio, ellos nunca se casaron, cuando les pregunte porque me contestaron que por simple pereza de los papeles, ceremonias y demás cosas, pero son muy felices juntos-.

- ¿Entonces quién fue él que murió? ¿Tu papá o tu tío?-.
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Ya eran las 9:00 de la noche, Abel se encontraba en el baño de su casa con la prueba de embarazo al lado suyo, en realidad eran tres pruebas de embarazo para estar seguro y por la paranohia. Alex se había ido hacia el hotel donde se hospedaba con sus dos hijos, y él se había quedado en aquel acogedor apartamento. Cuando Janeiro fue hacia él y le dijo que quería quedarse a su lado y que no necesitaba irse con Alex a la capital, fue el momento más relajante de su vida. Aunque Leo hubiera su hubiera decidido irse a la capital, sabía que era porque sus hijos tampoco querían dejar solo a su padre.

Abel miró su reloj, faltaba poco para que la prueba mostrara sus resultados. Esa noche estaba seguro de que no podría dormir, porque al día siguiente debería de despedirse de su hijo menor y empezar una nueva vida en familia al lado de Jairo con su hija. Todo era tan complicado, y solo podía esperar que esa prueba diera negativa.

Al fin, llego el momento en el que se suponía estarían ahí los resultados. Pero no los vio al instante espero unos minutos más. Tomó la primera prueba en sus manos, las frangas estaban algo borrosas, pero legibles. Y así fue tomando cada una de las pruebas para ver el resultado.

- ¿Por qué tardaste tanto en el baño?,- le preguntó Jairo al ver a Abel entrar por la puerta de la recamara.

Abel solo se encogió de hombros y se recostó en la cama tapando su rostro con sus manos y soltando un largo suspiro.

- Fue un día difícil,- dijo Jairo al aire mientras apagaba la lámpara de mesa.

- Y que lo digas,- le respondió Abel.- ¿Listo para ser padre?,- le preguntó Abel queriendo abordar el tema de Janeiro y su nueva vida.

- Desde hace tiempo,- le respondió Jairo recordando al instante a Joseph.

Hubo un silencio corto en el que Abel se acercó hacia Jairo para abrazarlo y recargar su cabeza en su pecho.

- Por cierto, desde que Joseph murió no me has hablado mucho sobre él,- le dijo Abel mientras disfrutaba de ir abrazar a Jairo.

A Jairo lo tomó desprevenido esa pregunta, pero al instante sonrió recordando a su difunto esposo y mejor amigo de toda la vida.

- ¿Y que quieres que diga?,- le respondió Jairo.

- No lo sé, lo conocías de toda tu vida y viviste casado con él 10 años, me sorprende un poco que no me hables sobre él, digo, también se convirtió en una persona muy importante para mi con los años-.

- La verdad, duré casi dos meses llorándole a Joseph en casa de Renoir, mi amigo del cual te pusiste jodidamente celoso,- se rió Jairo ganándose un brusco apretón por parte de Abel.- Duré dos semanas en las cuales me era imposible hablar de él porque al instante me ponía a llorar cómo una vieja,- sonrió Jairo no muy divertido.- Todo lo que podría haber tenido guardado sobre él ahora vivo tranquilo con todo eso-.

- ¿Seguro?,- le preguntó Abel abrazando más el brazo de Jairo.

- No-.

Las luces de los faros brillaban iluminando la tranquila calle entrando por la ventana la tenue luz.

- Esto es algo que ni siquiera a Renoir le he platicado con mucho detalle, así que pon atención suertudo,- le dijo Jairo ocasionando que Abel girara sus ojos y riéndose por saber que lo había hecho- Ni yo ni Joseph queríamos ser padres, y la experiencia de ambos con los nuestros había sido un asco. Su papá lo abandonó a él y a su mamá cuando tenía 8 años, desde ese momento su mamá a penas y lo cuidaba, lo detestaba, y conforme Joseph fue creciendo su madre más lo fue odiando, cuando se enteró de que Joseph tenía sida lo echó de la casa con el pretexto perfecto. Y mis papás pues ya sabes, murieron en un accidente automovilístico y mi abuela ni hablar,- río Jairo para luego quedar en silencio.

- ¿Ajá?,- lo alentó a seguir Abel con delicadeza.

- Supongo que nuestras horribles niñeses nos llevaron a odiar la idea de ser padres algún día, pero al parecer eso es lo que nosotros decíamos por fuera, cuando Joseph murió,- se detuvo de nuevo Jairo, aún le costaba decir esas dos palabras.- No estaba presente en este mundo, el estaba en otro mundo donde él y yo eramos padres de un niño, se montó en su cabeza toda una vida a su lado educando juntos a un niño, fue entonces cuando me di cuenta de que él lo que más había deseado era ser papá. Podríamos haber adoptado, podríamos haber tenido un hijo de mil formas, pero él nunca me lo pidió porque sabía que él moriría joven y no quería hacerme sufrir aún más,- sonrió grándemente Jairo pensando en el amor de su vida-.

Abel entonces se le vino a la mente algo que estuvo presente con miedo toda su vida, Joseph siempre supo que Janeiro era hija de Jairo. Eso era algo que Jairo nunca debería de saber.

- Él era así, siempre pensaba primero en los demás,- dijo Abel al aire sonriendo por el recuerdo de su amigo.

Con su cabeza aún apoyada de forma cómoda en el hombro de Abel, Jairo asintió pensando en mil y un situaciones al lado de Joseph.

- ¿Entonces tu también hubieras querido tener un hijo con Joseph?,- le pregunto Abel, y al instante se sintió mal por tener celos del recuerdo de un muerto, y alguien al que él estimaba tanto.

- Si,- le contestó sin pensarlo Jairo.- Pero ¿sabes?,- se incorporó para abrazar a Abel de frente para dormir.- Todo pasa por una razón-.

Ambos se dieron un beso que ni siquiera llegaba a rosar en lo erótico, cómo un primer beso entre dos adolescentes enamorados, la tranquilidad podía verse recorrer sus cuerpos.

Se separaron riendo cómo tontos, estaban seguros de que si pudieran verse se sentirían extremadamente estúpidos por reír por cosas tan tontas, pero no les importaba.

- Te amo Jairo-.

- Y yo a ti te amo Abel-.

- La prueba de embarazo la compré hoy,- se puso a decirle recordando cómo se escabulló un rato en la farmacia del hospital después de haber ido a hablar con Takeru.

En cuanto dijo eso Jairo prestó completa atención a lo que Abel decía sintiendo su corazón acelerarse.

- Dió negativa, fue la pizza lo que me hizo sentir mal toda la mañana-.

- Oh,- dijo Jairo sin saber si sentirse desepcionado, feliz o lo que sea o todo junto.

- Algún día podría dar positiva,- se atrevió a decir Abel sonrojándose al instante en la osuridad.

Solo escucho la risita de Jairo, y sonrió.

- ¿Te gustaría?,- le pregunto Jairo.

- ¿A ti?-.

- Si, más que otra cosa,-.

- A mi igual,- dijo Abel abrazando más a Jairo.- En unos años, quizás muchos quizás pocos-.

- No importa lo que tarde, por el momento soy feliz solo tenerte a ti y a Janeiro-.

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Alex despertó ese día con pesadés, se había levantado antes que sus hijos y volteó a verlos, dormían tranquilamente. Fijo en especial su atención hacia Janeiro, aún no se hacia a la idea de tener que separarse de ella, acarició su cabello causando que Janeiro se moviera levemente y sonrió, como pocas veces suele hacerlo.

Entró a bañarse e hizo una llamada a Abel. Tenían que ponerse de acuerdo para ese día, el intinerario había quedado de la siguiente forma: dejarían a los niños con una niñera después de desayunar juntos, Alex iría a reeinscribir a Janeiro a la escuela mientras que Abel y Jairo irían con los papás de Abel para decirles sobre su relación, después todos volverían a verse cómo a las 6 de la tarde, y a las 8 el camión saldría hacia la capital con Alex y Leo abordo. Ese sería un arduo día, y algo que Alex no le quiso decir a Abel, ese día después de ir a la escuela de Janeiro, iría hacia el hospital en busca de Takeru, era hora de hacer algo para el mismo.
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- Se que no estas preocupado por la niñera, estas así de ansioso porque iremos a hablar con tus padres-.

Abel ignoró a Jairo mientras seguía mordiéndose las uñas, cruzaron la calle y pudieron ver en seguida la casa de los padres de Abel.

- Hey,- le llamo Jairo mientras lo tomaba de los hombros y le sonreía.- Todo saldrá bien-.

Abel le sonrió y siguieron caminando, al fin estuvieron en frente de la puerta y tocaron el timbre. A los pocos segundos salió la mamá de Abel a recibirlos.

- Mi amor,- le dijo a Abel abrazándolo fuertemente, para ella había sido una bendición cuando escucho por teléfono decir a Abel que no se mudaría de la ciudad.- Cuanto tiempo sin verte Jairo,- le dijo a su sobrino mientras se separaba de su hijo para abrazarlo a él-.

- Desde el verano, lamento no haberlos venido a visitar en Navidad,- le dijo Jairo mientras pensaba en todo el rollo que se había armado por esas fechas.

- Lamento lo de Joseph,- le dijo su tía profundizando más el abrazo.

Instintivamente Jairo también la abrazo már fuerte y sonrió.

- Gracias-.

- Bueno pasen los estábamos esperando desde hace rato-.

Ambos entraron al calor del hogar y la mamá de Abel los dirigió a la sala, ahí estaba sentado el papá de Abel que los recibió de una forma muy similar a como los había recibido la mamá de Abel.

- ¿Y bien?,- le dijo Caty hablándole a ambos con una leve sonrisa,- ¿Que es lo que nos querían decir?-.

- Bueno,- empezó a decir Abel sintiendo su corazón completamente acelerado.- Creó que la mejor forma de empezar es diciéndoles que... Alex y yo estamos en proceso de divorcio-.

- ¡¿Cómo?!,- exclamó Caty abriendo grandemente los ojos.

- ¿Que fue lo que pasó?,- le preguntó Lalo.

- ¿Y recuerdan que el papá de Janeiro no es Alex?,- les preguntó Abel esperando ir por la dirección correcta.

- ¿Si?,- le dijo Caty empezando a tener un pésimo presentimiento sobre todo eso.

- Me he separado de Alex para estar con el padre de Janeiro,- dijo Abel haciéndo latir su corazón, y el de Jairo, a un ritmo impresionante por los nervios.

- Pero, ¿Quién es? ¿Por qué? ¡¿Ya pensaste en tus hijos, como reaccionarán ante esto?!,- empezó a desesperarse la mamá de Abel ante todo eso.

- Tranquila, es algo que he estado pensando mucho mamá, y se que es lo correcto,- al decir eso a Abel le dieron unas ganas tremendas de tomar la mano de Jairo como apoyo, pero aún no era tiempo.- Es una muy buena persona, y de verdad lo amo, los niños se llevan bien con él, Leo se irá a vivir con Alex a la capitál y yo me quedaré aquí con él y Janeiro-.

- ¿Y quién es?,- pregunto la mamá de Abel más tranquila pero igual de confundida y alterada ante toda esa información.

- El padre de Janeiro, es Jairo-.

Hubo un largo silencio en el que Abel deseaba que se lo tragara la tierra, en los primeros segundos por los labios de su madre se formó una sonrisa, pero al instante se dezhiso dandose cuenta de que no era niguna broma. En lugar de la sonrisa por sus ojos empezaron a derramarse pequeñas lágrimas y tapó sus ojos con sus manos.

Abel se le hizo un nudo en la garganta al saber que el había provocado todo eso, sintió la mano de Jairo colocarse al rededor de la suya dándole ese apoyo que necesitaba desde el inicio.

El papá de Abel se levanto rápidamente de su sillón y se dirigió a abrazar a su esposa.

- Vayanse de aquí,- les dijo de forma seca, ellos parecían congelados ante la situación.- ¡Largo!-.

Abel aguanto las lágrimas en sus ojos, se levanto de su asiento y fue hacia la puerta, sin soltar la mano de Jairo en ningún momento.

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Alex iba caminando hacia la salida cuando algo lo hizo detenerse en seco. Volteó hacia la derecha y ahí estaba Takeru observándolo desde uno de los pasillos de hospital. Ambos se miraron fijamente hasta que Alex decidió caminar hacia él.

Takeru se tensó al ver que se acercaba y no sabía muy bien cómo reaccionar, según lo que le había dicho Abel habían terminado él y Alex, ¿Pero entonces que hacia Alex ahí? ¿Habría decidido volver con Abel y renuncio al puesto en la capital? ¿Y si Abel le había mentido para que Takeru tomara el puesto libre y se largara lejos de ellos ahora que volvían? ¡¿Y si en realidad toda la idea había sido de Alex?!

No tuvo tiempo para formular más preguntas porque una vez que Alex estuvo enfrente de él lo envolvió en sus brazos y le dio un profundo beso en los labios.

Takeru no tardó en corresponderlo de la misma forma mientras rodeaba el cuello de Alex con sus brazos. La gente pasaba a su al rededor viéndolos, algunos con desprecio y otros simplemente desconcertados, pero para ellos no existía nada.

- Ya,- le dijo Takeru riéndo y empujando a Alex para romper el beso.

Alex solo sonrió un poco igual divertido por todo eso, de nuevo se miraron unos segundos y volvieron a abrazarse.

- ¿Te vas a la capital?,- le pregunto Alex disfrutando del aroma del cuello de Takeru.

- Si,- le contestó este ya cansado de estar sosteniendo todo su peso en la punta de sus pies para poder alcanzar a abrazar a Alex.

Este lo notó y decidió soltar a Takeru.

- Dime que tu te quedarás allá,- le dijo Takeru preocupado ante la idea de tener que despedirce de nuevo de Alex.

- Si,- le contestó este con seriedad pero con ese tono de voz tan tranquilo que tanto le encantaba a Takeru.- De echo ya estoy viviendo allá-.

- Me encontré a Abel en la mañana pero no me dijo mucho sobre el tema-.

- Te invito a cenar y te lo platico todo con detalle,- le dijo Alex con una sonrisa con algo de picardía.

Takeru soltó una pequeña risita para disfrazar lo nervioso que se sentía, pero por sobre todas las cosas, se sentía inmensamente feliz.

- Si tu pagas por mi esta bien,- le dijo a modo de broma Takeru.

Ambos empezaron a caminar hacia la conocida salida del hospital, pero por si el corazón de Takeru no estuviera ya lo suficiéntemente acelerado, una vez que dieron unos cuantos pasos la mano de Alex se entrelazó con la de él.
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- Mis abuelos duraron un buen tiempo en aceptar la unión de mis papás, pero al final se rindieron al ver que eran muy felices juntos y todo aquello no me causaba un enorme daño psicológico,- río para si misma Janeiro.

- Pareces haber sido feliz al lado de ellos dos-.

- Todos los días extrañaba a mi padre y a mi hermano, pero si, fui feliz al menos por un tiempo-.
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Abel duro un buen rato llorando en el hombro de Jairo, fueron a un parque que quedaba serca de la casa de sus padres, al final después de un buen rato Abel se tranquilizó y pudieron volver a casa. Jairo se la paso todo el camino al apartamento tratando de hacer sentir mejor a Abel, y al parecer lo logró, porque Abel soltaba pequeñas risas, se detenían de vez en cuando para darse un pequeño beso, se empujaban en la calle mientras jugaban, parecían dos adolescentes enamorados.

Ambos iban platicando mientras subían las escaleras, la niñera debía de seguir ahí y la habían pasado bien, así que no les importaba tener que pagar una hora extra. Pero al entrar no se encontraron a la niñera cómo esperaban, ahí en la barra de la cocina estaban Alex y Takeru.

- ¡¿Tú?!,- casi gritó Abel al ver a Takeru.

Alex giró los ojos con fastidio sabiendo lo que venía.

- Holi,- le contestó Takeru para hacer enfadar más a Abel.

- Ridículo, ¡¿Que hace él aquí?!,- le preguntó Abel a Alex.

- Baja la voz, los niños ya están durmiendo, me lo encontré cuando fui al hospital y creí que no estaría mal traerlo-.

- Pero no tiene porque estar aquí-.

- Todo el tiempo hablas de mi cómo si no estuviera escuchándote,- se quejo Takeru.

- Callénse todos, ¿Quién carajo es él y que hace en mi apartamento? ¿Y cómo logró el titán ese entrar aquí?-.

Takeru empezó a reír y Jairo solo frunció el ceño al no ser tomado en serio.

- Nunca se me había venido a la mente decirte así,- le dijo Takeru a Alex.

- Y ni se te ocurra hacerlo,- le dijo de forma seria Alex.- Nos dejo pasar la niñera-.

- Es un compañero de trabajo de Alex, bueno, si se puede decir que trabaja,- le dijo Abel a Jairo para no tenerlo tan confundido.

- Takeru Len, mucho gusto,- le dijo en forma de presentación a Jairo.

- Igualmente,- le dijo Jairo con una sonrisa, la verdad debía de admitir que era divertido ver a Abel enojado con alguien que no fuera él.

- Lamento la escena, yo y Abel siempre somos así, pero creí que ahora que no ando detrás de su esposo se tranquilizaría un poco-.

Hubo incómodo silencio en el que Takeru aguantaba soltar una risa ante la cara confundida de la mayoría de los que estaban ahí presentes.

- Creó que ya no alcansaste tu camión,- le dijo Abel a Alex fijándose en la hora y también queriendo despistar la conversación hacia otro rumbo.

- Si no importa, me iré mañana en la mañana-.

Al mismo tiempo por la mente de Takeru y Alex atravesó una fugaz idea y ambos sonrieron para sus adentros.

- No quiero despertar a los niños así que podrían quedarse a dormir aquí esta noche,- les Alex a Abel y Jairo, pensando en lo que podría pasar teniendo la habitación del hotel solo para él y Takeru.

- Eh si esta bien-.

- Ya nos tenemos que ir,- se apresuró a decir a Alex antes de que todo eso se tornara más incómodo.

- E-Esta bien,- dijo Abel viendo cómo ambos salían por la puerta a penas despidiéndose.

Takeru y Alex iban bajando las escaleras, ambos divertidos por lo que había pasado, aunque claro, Alex sin expresar y una mierda de lo que sentía en su rostro.

- ¿Entonces ya no andas trás de mi?,- le preguntó bromeando Alex a Takeru.

- Uno, ya no eres esposo de Abel y dos,- hizo una pausa para tomar su mano cómo lo habían hecho toda la tarde.- Ya no necesito ir trás de ti-.

Ambos estaban algo confundidos por lo que acababa de pasar, pero al menos fue bueno saber que al parecer no deberían de pagar la hora extra a la niñera. Abel se dirigió a la recamara donde estaban sus hijos, vio a Janeiro y Leo durmiendo juntos y sonrió. Aunque era triste pensar en que a partir del día de mañana duraría un buen tiempo sin verlos a los dos juntos.

Pudo escuchar cómo Jairo había entrado a la habitación y decidió seguirlo. Se estaba quitando la ropa hasta quedar en boxers para dormir. Lo observó en silencio divertido sabiendo que su primo estaba conciente de que era observado.

- ¿Entonces ese tipo quiere algo con Alex?,- le pregunto Jairo mientras entraba en la cama.

- Pues si,- le contesto algo confundido Abel.- Siempre quiso algo con Alex, pero nunca intento nada porque respetaba lo nuestro, supongo que ahora que no hay nada que respetar ya se le hizo su gran fantasía,- sonrió Abel.

- ¿Y cómo te hace sentir eso?-.

- ¿Piensas que estoy celoso de ellos?-.

- No,- fingió de forma pésima Jairo resoplando un poco.

- Porque sabes que ahora yo no siento algo así por Alex-.

Jairo no le contestó algo dudoso pero todas sus dudas se fueron cuando sintió cómo a su lado Abel se empezaba a quitarse la ropa también para dormir, apagaba la luz, y lo abrazaba de forma cariñosa.

- Ahora solo te quiero a ti imbécil,- le dijo Abel disfrutando de la piel de Jairo.

- Descansa pequeño nerdo,- le dijo Jairo recordando a la perfección la época en la que solía discutir así con Abel.

Abel sonrió divertido al igual que lo hizo Jairo.

- Ese verano,- sonrió Abel mientras hundía más su rostro en el pecho de Jairo.

En su interior desearon, que todas las noches fueran igual a esa.
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Los días pasaron, hasta convertirse en el transcurso de una semana, Alex y Takeru se habían ido a vivir juntos a la capitál junto con Leo

No era la primera vez que iba a recoger a Janeiro de la escuela, en realidad era lo más alejado a la primera vez de ir por ella, pero ese día todo era muy distinto, todo en absoluto era distinto ahora.

A lo lejos pudo ver a Janeiro en la entrada y ella también lo volteó a ver, pero a diferencia de todas las demás ocasiones, su hija no corrió a su encuentro ni mostro un mínimo de alegría por verlo.

- Hola pequeño monstruo,- la saludo Jairo sintiéndose algo inseguro.

- Hola,- le dijo de forma seca Janeiro y casi abentándole la mochila a su padre biológico.

- ¿Cómo te fue hoy en la escuela?-.

- Bien,- dijo Janeiro igual de cortante.

Jairo entonces supo que si quería volver a ser aunque sea, mínimo, el tío favorito de su hija debía de emplear otra táctica para hablarle.

El camión llego tras unos cortos minutos de espera. Iba casi vacío, una anciana en los asientos de adelante, casi al final un hombre escuchando música y una señora con su hija abordó el camión junto con ellos. Se sentaron en medio unos asientos atrás de la anciana en silencio sintiendo la tención entre ellos.

- Lo siento,- le dijo Jairo cuando el camión avansó.

- ¿Por qué te disculpas?,- le dijo esta sin voltear a verlo.

- Porque por mi tienes que quedarte aquí-.

- Mi padre me dijo que lo hiciera por mi papá, que mi papá se quedaría aquí solo si yo me quedaba, y que mi papá sería feliz quedándose contigo,- le dijo Janeiro mirando por la ventana del autobús.

Ambos quedaron en silencio cada uno sumido en sus pensamientos, todo aquello era muy incómodo, pero sobre todo triste, era un silencio triste.

- Mi padre me dijo que no importa que ya no vivamos juntos,- empezó a decir Janeiro mientras se le cortaba la voz por las lágrimas.- Dice que aunque él y Leo se vayan y yo me quede aquí... No significa que no me quiera, que siempre me amará,- empezó a llorar Janeiro recordando el último abrazo que le había dado su padre.- Que siempre me amara-.

Jairo también empezó a llorar, y abrazo a Janeiro que lo correspondió al instante. Y así estuvieron un rato abrazados llorando, sobre todo Janeiro, hasta que llegó su parada y ambos se bajaron a unas cuadras del apartamento.

En cuanto el camión avanzó y ambos, padre e hija, quedaron prácticamente solos enfrente de un parque, Jairo se hincó delante de ella mirándola a los ojos desde abajo.

- Yo nunca podré reemplazar a Alex, pero te amo, y mientras él no este yo te protegeré, a ti y a tu papá, no dejaré que nada les ocurra así que no llores,- le dijo Jairo secando las lágrimas de Janeiro.- Yo lo único que quiero es verte feliz-.

- ¿Mi padre será feliz también? ¿Él y mi hermano?-.

- Te extrañan eso es seguro, pero no dudes que son felices-.

Janeiro sonrió más tranquila.

- ¿Y mi papá es feliz?-.

- También lo es,- le contestó Jairo.- Tu papá es feliz porque te tiene a ti aquí, y yo soy feliz de verlos a ambos felices, así que no llores más,- paso Jairo su mano por las mejillas húmedas de su hija.- Quiero lo mejor para ti-.

Jairo le sonrió suspirando un poco con el llanto.

- ¿Me lo prometes?,- le pregunto Janeiro con un esbozo de sonrisa.

- ¿Que cosa?,- le pregunto Jairo sintiendo que perdía un poco el hilo de la conversación.

Jairo sonrió ampliamente poniéndose de pie. Se paro al lado de Janeiro y le ofreció su mano para caminar. Janeiro la tomó sin titubeos sintiendo la calides que solo poseía su tío.

- Lo prometo,- sonrió apliamente.
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Toda esa charla con el velador del cementerio le había aclarado muchas cosas a Janeiro. No la hacia sentir mejor, ni mucho menos arreglaba sus problemas. Pero al menos ahora estaba más mentalizada con la idea de volver a la ciudad donde había muerto su papá.

Caminaba de forma lenta hasta la salida, y su corazón latía de forma apresurada, lo que más quería era simplemente irse a dormir y olvidarse de todo. Su corazón dió un brinco en su pecho al ver justo enfrente de la reja del cementerio un auto plateado, y su chofer de esa noche recargado en su costado.

Ambos se miraron analizándose, después de casi once años había muchos cambios en ambos. Pero Jairo al instante sonrió al ver lo grande que era su hija ahora.

- Hola,- le dijo simplemente Jairo, con ya 42 años de edad.

- Hola,- le dijo Janeiro de la misma forma.- Muchas gracias por pasar por mi, de verdad no tenía idea de que el camión se retrasaría tanto,- le dijo Janeiro recordando el motivo de porque había llegado casi al anochecer al cementerio-.

- No ha sido ninguna molestia, en cuanto tus abuelos me pidieron que pasara por ti porque ellos tenían otro compromiso acepté al instante-.

- ¿No viene Joseph contigo?,- Le preguntó Janeiro con incomodidad, ya que no quería tener que ver a su hermano menor.

El tonó de voz disgustado de Janeiro ante la mención de su hermano no paso desapercibido para Jairo.

- No, descuida Joseph se quedo en mi casa,- le dijo Jairo con una sonrisa amable.

- Oh,- dijo simplemente Janeiro apretando la sujetadera de su maleta.- Pesa un poco, ¿Podría meter mi maleta ya al auto?,- Le preguntó Janeiro ya harta de todo eso.

- Sí,- le cotestó Jairo abriendo la puerta de los asientos de atrás.

Janeiro caminó hasta el auto y metió ahí sus maletas mientras Jairo le abría la puerta del lado de copiloto. Janeiro entonces tomó asiento y Jairo le cerró la puerta para ir a su propio asiento y empezar a manejar.

Ambos iban en silencio total, Janeiro miraba ansiosa por la ventana esperando llegar pronto a casa de sus abuelos, nunca estuvo en sus planes ver a Jairo cuando decidió ir de visita con sus abuelos, pero supuso que prefería eso a ir sola por las calles de noche.

- ¿Entonces estas estudiando medicina igual que tus padres?,- Le pregunto Jairo, que a pesar de sonar tranquilo en realidad estaba demasiado feliz de volver a ver a Janeiro después de 11 años.

- Si,- le contestó de forma cortante Janeiro, pero a los segundos se arrepintió y decidió que podía ser más amable después de todo.- Me especialisaré en cardiología, Takeru el novio de mi padre trató de convercerme de que fuera cirugana igual que ellos, pero no me llama tanto la atención,- le dijo todo eso en un tono más amable.

Jairo sintió una pequeña punsada en el estómago cuando escucho la palabra "padre" y saber que no se refería a él, pero sabía que no podía culparla.

- Si es lo que te hace feliz, hazlo,- le dijo Jairo.

Janeiro ya no quería seguir abordo de ese auto, quería bajarse ya en ese mismo momento, de echo la idea de ir a pie por la peligrosa calle empezaba resultarle mejor que ir en ese auto con Jairo.

- ¿Cuanto tiempo te quedarás?,- Se atrevió a preguntarle Jairo al fin, aun sabiendo que Janeiro le saldría con algún pretexto para no verlo.

- Uh, unos 3 días maso menos, pero me la pasaré con mis abuelos y pues también escribiré aquí parte de mi tesis,- le dijo Janeiro tratando de librarse de cualquier invitación de su padre biológico.

Jairo notó la indirecta y decidió no decirle más, pasaron unos cuantos minutos y al fin llegaron a la casa de los abuelos de Janeiro.

En cuanto el auto se detuvo Janeiro bajo rápidamente rápidamente y abrió los asientos traseros para bajar su maleta. Jairo también se bajo para ayudarle a cargar su maleta.

- Gracias,- le dijo Janeiro.

Su padre solo le sonrió y fueron hacia la puerta de la casa de Caty y Lalo, los abuelos de Janeiro y padres de Abel. Jairo dejó la maleta a un lado de la puerta mientras Janeiro tocaba el armonioso timbre. La mirada de Jairo se posó en un papel que estaba atorado entre el suelo y la puerta y dirigió su mano para tomarlo, Janeiro se dio cuenta y también empezó a prestar atención al trozo de papel.

Estaba doblado en cuatro partes y Jairo lo desdobló con curiosidad, era una nota de los abuelos de Janeiro.

- "Nos hemos ido de vacaciones mi cielo, puedes quedarte con Jairo en tu estadía aquí. Con cariño Caty y Lalo",- leyó Jairo mientras que con cada palabra su mirada se iba ensanchando más por la sorpresa.

Janeiro le arrebato la hoja con algo de brusquedad y empezó a leer ella misma lo que decía, no podía creer lo que estaba leyendo. Insistentemente empezó a tocar el timbre bajo la mirada todavía confusa de Jairo.

- Debe de ser una broma y no tardan en llegar,- le dijo Janeiro mientras frotaba sus manos con nerviosismo.

- Creó que no,- le dijo Jairo empezando a incomodarse.

- ¿No dice cuando volverán o algo así?,- le preguntó mientras de nuevo leía la carta.

- No-.

De repente para los dos todo cobró sentido al mismo tiempo, todo eso había sido una trampa de los abuelos de Janeiro.

- Desde antes de que llegara aquí habían estado molestándome en que te volviera a hablar,- dijo Janeiro más para ella misma que para Jairo.

Jairo también había escuchado a sus suegros comentar constantemente sobre Janeiro, quizás, aunque claro era más que obvio, habían planeado todo eso para que estuvieran juntos un tiempo.

- Estoy muy cansada,- le dijo Janeiro esta vez directamente y tratando de mantener la compostura.

- Podrías quedarte esta noche a dormir en mi apartamento y en la mañana hablarle a Alex para decirle sobre todo esto,- le sugirió Jairo, después de todo no quería forzar a su hija a pasar tiempo con él.

- De acuerdo,- se rindió Janeiro.

El viaje al apartamento fue igual o incluso más incómodo para los dos, Janeiro incluso quería llorar, lo que menos quería era volver a ese lugar y tener que ver por más tiempo a su padre biológico, y mucho menos a su hermano menor.

Pero al final llegaron. Jairo subió la algo pesada maleta de Janeiro escaleras arriba mientras ella solo cargaba un pequeño bolso, le hizo el favor a Jairo de tomar las llavez y abrir la puerta. No quizo titubear al abrirla porque no quería mostrar enfrente de Jairo lo mucho que le incomodaba y entristecía volver a ese lugar. Al abrir la puerta miles de sentimientos la golpearon de repente, ni siquiera se percato muy bien de que Jairo iba hacia su habitación a dejar su maleta y volvía después al lado suyo.

- Quédate en mi habitación esta noche, yo dormiré con Joseph,- le dijo Jairo a su hija y ella salió de sus pensamientos.

- Muchas gracias,- le dijo Janeiro y le dio el esfuerzo de sonrisa más grande que pudo haberle dado a Jairo. El cual fue demasiado escaso.

Jairo también le sonrió, pero no de forma forzada, si no más cariñosa. Cada uno se dirigió a dormir, y de nuevo más recuerdos golpearon la mente de Janeiro al abrir la habitación de Jairo. La cama estaba acomodada de forma distinta, y no le sorprendió después de lo que había pasado era obvio que no quisiera que nada permaneciera igual. Prefirió no pensar más en eso y se recostó en la cama, al lado de ella estaba su maleta. Sacó una blusa sin mangas, blanca y una falda larga de color azul pálido cómo pijama, se quitó toda la ropa y se vistió para dormir.

Un escalofrió la recorrió al entrar en la cama y cubrirse con las cobijas y tuvo mucho cuidado en darle la espalda al lugar en específico de esa cama donde había muerto Abel. El lugar en el que su papá había muerto mientras entre sus brazos se encontraban ella y su hermanito.

Notas finales:

Soy una perra sin emociones y ustedes me odian, pero yo los hamo, y hamo el drama <3

 

Y pues sobre el capítulo, Janeiro odia a Jairo, Abel esta muerto, Alex es feliz con Takeru en la capital, han pasado 11 años, Janeiro ahora tiene 26, ¡Cómo crecen! :'33

 

En el último capítulo, osea el siguiente *muere de tristeza*, será emh un final triste en si xD! Pero les juro que les dejará un sentimiento feliz o ¡No lo se! Me dan arranques bipolares, quizás todo termine en que en realidad Jairo murió en que Jairo murió en el capítulo 2 cuando lo arrastraron las olas y Abel se volvió loco y todo pasa en su imaginación... ¡PUEDO HACER ESE FINAL SI ME DA LA GANA! D: ok no xD

 

¡Juro por el amor de Buki no tardar tanto en actualizar esta vez! Dejen sus reviews por favor :33 Y Gracias por leer.


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