Abel abrió los ojos levemente, le costó un poco reconocer el lugar donde se encontraba. El color blanco predominaba por sobre todos, y, se fijo en lo que lo envolvía, se encontraba cobijado por una sábana blanca y estaba recostado en una cama, trato de incorporarse un poco pero sintió una molestia en su brazo seguido de un leve mareo, volteó a ver su brazo y tenía conectados unos sueros. Se encontraba en un hospital.
Jairo salió tranquilamente de la escuela acompañado de Joseph, iban de camino a la casa de Jairo ya que su abuela había enfermado de gripe y tenía que ir a cuidarla y preparar la comida.
- Hasta cuando seguirás fingiendo que estás enojado con ellos- le dijo Joseph volteando a ver a su frecuente grupo de amigos.
Jairo no le contestó y siguió caminando. El camino a casa de Jairo fue algo silencioso pero entretenido. Joseph era el único de sus amigos a quien Jairo llevaba a su casa. En cuanto llego puso su mochila sobre el sillón y fue a la cocina para empezar a preparar la comida mientras Joseph se sentaba tranquilamente sin hacer nada en la mesa.
- ¿Quién limpia la casa?- pregunto Joseph pensando en lo ordenada que estaba siempre.
- Yo limpio la casa los domingos, ella solo prepara la comida-.
- ¿Qué edad tiene tu abuela?-.
- Mmh, 78, 77, no recuerdo muy bien, ¿Por qué las preguntas?-.
- Solo decía-.
- ¿Tu mamá ya volvió a casa?- le pregunto Jairo.
- No, he estado solo casi una semana entera, creó que ni se entero de cuando fui a la playa-.
La conversación se dio por terminada y tardo poco más de media hora en estar lista la comida, Jairo subió en una bandeja la comida de su abuela y después se sentó en la mesa a comer con Joseph.
Abel ya llevaba 6 horas en hospital, tenía bajo el sodio y no podían darlo de alta hasta recuperar los niveles, fuera de eso se encontraba bien. Abel les había platicado sus síntomas a los doctores, les había platicado que llevaba ya dos días devolviendo todo lo que comía. Decidieron hacerle unos análisis de sangre y dejarlo en camilla por lo menos hasta el día siguiente.
- Tiene una visita- escucho Abel decir a la enfermera.
- ¡Abel! ¡¿Te encuentras bien?!- apareció en el pequeño cuarto Alex con expresión preocupada.
- Sí, me encuentro bien, ya está todo bajo control- le dijo tranquilamente incorporándose en la cama ya sin los mareos.
- Me diste el susto de mi vida cuando te desmayaste, ese hijo de puta del profesor no sabía ni qué hacer cuando empezaron a preguntarle qué había pasado- le dijo Alex recibiendo una leve risa como respuesta de Abel.
- Me alegra que hayas venido a visitarme, me aburría inmensamente en este sitio-.
Llevaban hablando máximo un minuto más cuando en el cuarto entro un doctor y se acerco hacia Abel.
- Ya hemos hecho los análisis y no hemos encontrado nada grave- en el rostro de Abel se dibujo una leve sonrisa de felicidad al saber que no tenía nada serio- pero- prosiguió el doctor- necesitamos otra muestra para descartar una pequeña sospecha-.
- Claro doctor- dijo Abel amablemente extendiendo el brazo libre de sueros al mismo tiempo que el doctor sacaba una jeringa para muestras de sangre-.
Sintió el frió y húmedo algodón con alcohol y después un pinchazo en el brazo y la extraña sensación de que absorbían algo de su brazo. El doctor se fue de la habitación y Abel se quedo observando su ya anteriormente picoteado brazo y como en él se formaba un nuevo moretón por la muestra de sangre.
- Y, ¿Cuánto tiempo seguirás aquí?- le pregunto Alex.
- Hasta que se regulen mis niveles de sodio y azúcar, tal vez me vaya mañana en la mañana-.
- Pffh, que aburrición, yo me tengo que ir en una hora-.
- No te vayas, la televisión no sirve y no me traje ningún libro- le suplico Abel a su amigo.
- Bueno, me quedaré dos horas más- simplemente no podía negarle algo a Abel y este sonrió con satisfacción.
El tiempo pasó lento. Los padres de Abel después de salir de sus trabajos volvieron a ir a visitar a su hijo. Después de ya casi una hora y media de estar esperando los resultados el doctor entro a la habitación.
- Bueno, podrían dejarme unos segundos a solas con Abel- les pidió el médico a todos los presentes.
- ¿Sucede algo malo?- pregunto su madre algo preocupada.
- Todo está bien, solo necesito hablar con él, no se preocupen-.
Los padres de Abel junto con Alex salieron de la habitación dejándolos solos. El doctor se sentó en un banco que había cerca de la camilla y se rasco la cabeza sin saber por dónde empezar.
- Muchacho… ¿Eres homosexual?- Abel abrió grandemente los ojos y se palideció más de lo que estaba.
- ¿Por qué la pregunta?-.
- Por los resultados que salieron-.
- ¿Qué dices los resultados?-.
- Antes necesito que contestes mi pregunta-.
- Amh- se quedo pensando unos segundos, por su mente pasaron probablemente alguna enfermedad de transmisión sexual- se podría decir que si- le respondió tímidamente.
- ¿Has tenido relaciones sexuales con algún hombre?-.
- S-si- volvió a contestar esta vez con las mejillas color rojo dándole color a su pálido rostro.
- ¿Fuiste el pasivo cierto?-.
- Si pero, a que va todo esto, ¿Tengo alguna enfermedad o algo?- respondió esta vez un poco preocupado.
- No, no, nada de eso, necesitaremos hacerte una ecografía-.
- ¿Para qué?- todo eso se ponía cada vez más raro y confuso para Abel.
- Es solo una tonta sospecha, no te preocupes-.
- ¡No! Quiero saber que pasa- exigió Abel hartándose de todo eso.
- Si te lo digo ahora no lo creerás-.
- Podría intentarlo…- volvió a exigirle Abel.
- Bueno- el doctor se rasco la cabeza- tengo la leve sospecha de que, amh, puedas estar esperando un bebé-.
Abel quedo con mirada confundida mientras observaba como el doctor tomaba su radio y ordenaba una máquina para ecografías.
- ¿Es esto una broma o algo parecido?- le pregunto Abel esta vez un poco enojado.
- No es ninguna broma-.
- Pero eso es casi imposible-.
- Por eso en unos momentos veremos si es verdad o no-.
Abel había escuchado solo de tres casos de embarazo masculino registrados en el mundo, era una pequeña posibilidad entre miles y había muchas complicaciones, no era posible que le pasara eso a él, debía de ser un error del médico, trato de convencerse a sí mismo.
La máquina no tardo en llegar debido a que el hospital estaba casi vacío ese día. El doctor no dejo que los padres de Abel pasaran hasta terminar con la ecografía. Preparo la máquina y puso el frió gel sobre la panza de Abel. Empezó a pasar el aparato por toda la zona hasta encontrar algo y detenerlo en la cámara.
- Oh Dios mío- el doctor volvió a rascarse la cabeza-.
Abel volteo a ver la pantalla con miedo, aunque para el solo eran manchas negras y borrosas por todos lados.
- Bueno pues, felicitaciones, vas a ser “mamá”-.
Abel se quedo en completo shock, era un sueño o debía ser una broma, no podía estar pasando eso, simplemente era imposible. Agacho la cabeza y cubrió su rostro con sus manos con la mirada perdida entre las cobijas.
- Mira- lo llamo el doctor y Abel volteó levemente, el doctor puso su dedo sobre la pantalla- este es el bebé-.
Abel reacciono un poco, y se puso a pensar, el bebé era de Jairo, su primo, ¡Su primo! ¿Qué dirían sus padres o la abuela de Jairo? Se recostó en la camilla con expresión de fastidio y con las lágrimas al borde de sus parpados. Jairo le había platicado sobre lo que quería hacer en la vida, Jairo quería viajar por el mundo, un bebé imposibilitaría totalmente sus sueños. Tenía que pensar el algo para no arruinar la vida de su primo, aunque el precio fueran sus propios sueños.
- Doctor, ¿Usted le podría dar la noticia a mis padres mientras yo hablo con mi amigo?-.
- Si, no veo por qué no-.
El doctor salió de la habitación y seguido de él entro Alex al cuarto parándose frente a la camilla de Abel.
- ¿Qué es lo que sucede?-.
- Alex, por favor créeme por favor lo que te voy a decir. Estoy esperando un bebé-.
- ¿Hablas en serio?-.
- Si, mira- dijo señalando la pantalla donde se encontraban los resultados de la ecografía-.
- He escuchado de algunos casos pero, vaya suerte que te ha tocado- le contesto mirando la pantalla un poco incrédulo y después partiéndosele el corazón al saber que entonces con ese bebé había perdido a Abel para siempre- ¿Cuándo le dirás a tus papás que es de Jairo?-.
- Eso es de lo que quería hablarte- Alex volteó a ver a Abel quien pudo jurar tenía los ojos ligeramente humedecidos por las lágrimas- no pudo dejar que mi familia se entere y tampoco puedo dejar que los sueños de Jairo se destrocen con una familia-.
- ¿Entonces qué piensas hacer?-.
- No puedo decir tampoco que no sé quién es el padre, sería vergonzoso así que- volteó a ver a su amigo suplicante- por favor, finge ser el padre de mi bebé.
Ya estaba oscureciendo, Jairo acompaño a Joseph a la salida, en silencio mientras platicaban sobre cosas irrelevantes.
- ¿Mañana seguirás “enojado” con ellos?- le pregunto Joseph con cierto cinismo deteniéndose en el marco de la puerta.
- Tal vez- le respondió Jairo secamente.
- Ellos solo se preocupan por ti, bueno, otro día espero poder quedarme a dormir, eso de tener la casa completamente sola da miedo-.
- Más bien es soledad-.
Y aunque fuera un poco rara esa reacción en Joseph permaneció en silencio como dándole la razón a Jairo, después de un rato de estar parados en silencio Joseph solo sonrió y se acerco para darle un beso en la mejilla como despedida a Jairo quien sonrió con ternura pero ocultando su sonrisa ante los ojos de su amigo.
- Nos vemos mañana y que tu abuela se recupere pronto- se despidió Joseph desapareciendo entre la escasa luz del sol y los recién encendidos faros.
- ¿¡Estás loco!?- dijo sobresaltado Alex.
No pudieron terminar su conversación cuando las puertas de la habitación se azotaron y entraron sus padres corriendo a la habitación seguidos por el doctor.
- ¡¿Es verdad lo que está diciendo el doctor?!- le pregunto su padre un poco exaltado mientras su madre se ponía a llorar.
- Si- dijo simplemente Abel agachado la cabeza-.
- ¿Y quién es el padre?- dijo su padre tratando de tranquilizarse-.
- Pues yo aah- trato dijo débilmente Abel sin saber muy bien que decir, pero sabiendo bien que no diría que el padre era Jairo- yo no…-.
- ¡Yo soy el padre!- gritó suavemente Alex ganándose la mirada sorprendida de los presentes, sobre todo de Abel.
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