Capitulo 17: el sabor de la venganza.
Con su espada en mano, con sus ojos rojos, miraba amenazante, la puerta del cuarto del rey, detrás de ellas se encontraba el actual rey, una sonrisa maniaca curvo en sus labios, lentamente se fue acercando a ella.
¿¡Hermano como esta tan seguro de eso!?...-pregunta el rey mientras se acerca su hermano
Pues, el antiguo consejero de hiroto me dio el libro donde escribió todas las atrocidades cometidas por nuestro abuelo…-cierra sus ojos y da un suspiro largo conciso.
¿Y como es eso que Salomón ha vuelto, el esta muerto, no?...-pregunta esperando una repuesta de su hermano.
No dudes del poder del mundo de los muertos su majestad… ellos puede regresar del más allá…-en ese momento se abre la puerta del lugar, ambos hombre voltean, ven como entra lentamente un chico de pelo negro, que levaba una espada.
Haru…-murmura el rey sorprendido
*En Egipto*
¿¡CÓMO QUE NUESTRO HERMANO SE HA IDO!?...-grita aiko altera a Mahad quien trataba les estaba contando que su querido hermano se había ido.
Me-me temo que si, se ha ido anoche sin decir un por que…-dice el consejero tratando de tranquilizar a la castaña.
¿Por qué nuestro hermano haría eso?...-se pregunta akane quien estaba recostada en una columna.
Atem-sama ¿usted no sabe nada de por que mi hermano se ha ido?...-le pregunta hanako al faraón quien estuvo al margen de la conversación, alejado de su consejero y de las jóvenes.
El consejero miro a su faraón quien estaba mudo, con su cabeza baja, con sus mechones rubios tapando sus ojos carmesí, este camino hasta la joven, sin decir palabra una lágrima cayó de su mejilla, causando sorpresa en la joven pelinegra.
¡Atem-sama esta llorando!...-dice sorprendida, el mencionado se inclina ante ella, incapaz de verle los ojos.
Perdóneme…-murmura-no se nada de el, pero le juro, que las mandare a su reino para que puedan estar a su lado, el matrimonio quedar cancelado...-las 2 jóvenes se miran sorprendidas- le pido un favor… si ve a su hermano…dígale…. Que siempre lo recordare…-su voz se quiebra, como si estuviera llorando, se endereza y se dispone a irse pero la voz de akane lo detiene.
Usted ama a mi hermano…-todo el mundo voltea y mira akane quien sonreía de una forma tierna, la joven de pelo rubio se le acerca lentamente y le acaricia la mejilla- lo se, he escuchado la discusión que tuvo con Mahad, tranquilo, no lo juzgo, pero si le digo, luche por el…-el faraón se sorprende de sobre manera
Si en verdad lo ama, venga con nosotras…-dice aiko- mi hermano nos contó todo a las 2, atem-sama luche por mi hermano, luche por su corazón…
No pondremos contrarias… -ahora fue hanako- venga por favor atem-sama…
Yo… gracias…- susurra mientras una lágrima de felicidad cae de forma traicionera por su mejilla.
*en el barco*
Acostado sobre su cama, el joven príncipe yugi, se removía entre las sabanas blancas, lanzando alaridos de dolor, se encontraba en medio de una pesadilla, en que la oscuridad lo cubría.
Yugi se encontraba en medio de oscuridad, parado en medio de una habitación, no podía hablar, no podía moverse, no podía respirar, estaba atrapado, en medio de la oscuridad, sale una silueta.
La sangre de tu padre correrá…- se escucha a lo lejos, mientras sale la silueta, mostrando la figura de Haru, lleno de sangre, con una espada ensangrentada, sonrisa maniaca y sus ojos rojos.
Ya es muy tarde…
¡SALOMON!...-se levanta de susto y se sienta en la cama.
El tiempo se acaba…-se levanta de la cama y camina hasta la ventana y ve la luna, cierra sus ojos y los abre dejando ver que eran rojos como al sangre.
No puedo permitir que maten a mi padre…
*en Hatti*
Los guardias caminaban de un lado a otro, armados y nerviosos, entre los pasillos del castillo de Hatti había una revuelta, confundida caminando entre los guardia estaba sora, la esclava que miraba extrañada lo sucedido.
¡¡Han herido al rey!!...-escucha de unos de los guardias
“¿¿han herido al rey???”…-piensa sorpendida
Si algo le pasa a mi reino, déle esto a mi padre…
La carta…-mumrua la chica mientras se da la vuelta para ir a su cuarto y buscar la carta que yugi le había dado antes de irse.