Capitulo 18: una carta sin abrir...
Sora corría por los pasillos entre el tumulto y algarabía de la gente, cuando lego por fin a su cuarto, busco en sus cajones y saco de ellos un sobre blanco, el cual estaba aun sellado, sora sonrió y se encamino hacia la sala del rey.
*en la sala del rey*
Haru… ¿que haces aquí?...-murmura su padre mientras se le acercaba.
¿es que no puedo visitar a mi padre?...-el tono con el cual contesto no era el usual, su voz ahora era más gruesa y áspera como el de un hombre ya mayor.
Esa voz…-dice para si el consejero, abriendo los ojos enormemente “¡¡¡¡Salomón!!!..”- ¡¡¡mi señor no se acerque a el!!
Raia, ¿Qué sucede?...es mi hijo haru, no un desconocido más…-dice el rey mientras se va acercando a su hijo, este lo mira con sus ojos morados y en un parpadeos se vuelven rojos, levanta su espada causando que el rey se detuviera repentinamente.
Debería escuchar lo que le dicen…- murmura mientras clava su espada en el hombro de su padre en un movimiento rápido, manchando de sangre su cara y ropa.
¡¡¡HERMANO!!!...-grita raia mientras ve caer a su hermano.
*en el barco*
¡¡¡PADRE!!...-grita el menor despertando de golpe de su sueño, sentado en su cama, derramo una lágrima traicionera, levanto la cabeza y miro al techo, mordió sus labios en señal de rabia, los mordió con tal fuerza que un hilo de sangre bajo por su labio.
Salomón… pagaras…¡¡¡¡PAGARAS POR ESTO!!!...-grita mientras sus ojos se vuelven rojos como la sangre y su voz se oscurece.
*en Egipto*
Atem empacaba sus cosas, lentamente, algo pensativo, su corazón latía emocionado con solo pensar en verlo nuevamente, pero el miedo de que el lo rechazase a veces era más grande que su emoción…
¿Y si no deseaba verlo?...
¿Y si el fuera el culpable de su partida?
¿Y si el lo odiaba?...
Sacudió su cabeza tratando de evitar esos pensamientos tan pesimistas, el no lo odiaba, ¿sino como hubiese dejado que le hiciera el amor?, pero… ¿que tal solo fue una noche más para yugi? Solo un amante más que se olvidará al amanecer…
Una lágrimas traicionera bajo por su mejilla morena, se sentó en la orilla de su cama, bajo su cabeza tapando sus ojos con sus mechones rubios, gotas saladas caían al suelo, brotaban de sus ojos lágrimas sin fin, que parecían no querer acabar.
Esa tristeza en su pecho…
Ese sabor amargo en su garganta…
Ese fuerte opresión de su corazón…
Lo estaba matando, pronto, acabaría con el, ese era seguro...
No puedo olvidarte…-susurra entre sollozos mudos- no puedo y no quiero… amor mío… -se levanta de la cama y limpia sus ojos las lágrimas de sus mejillas.
Lucharé por ti…-dice decidido- lucharé contra viento y marea… solo para verte una vez más, voy a estar a tu lado…-tomo su maleta y la cerró y se fue de su cuarto decidido.
Al salir de su cuarto, paradas en la puerta del palacio estaban las 3 hermanas, sonriendo, con miradas tiernas, dieron la vuelta dándole la espalda a atem para así abrir la puerta.
Suerte…-le coloca la mano en el hombro Mahad quien sonriente fue despedirse de su amigo- te deseo lo mejor amigo mío…
Gracias Mahad…-sonríe y se encamina siguiendo a las princesas hacia el puerto de Egipto.
*en Hatti*
Los médicos corrían de un lado a otro, atendiendo al rey quien yacía herido en una cama, Haru o mejor dicho, Salomón escapo antes de que los guardias lo atraparan, raia, veía con dolor a su hermano caído, era doloroso ver a un ser tan fuerte sucumbir así.
Hermano se fuerte por favor…-pide raia mientras ve a su hermano irse, lalvado en brazos de los médicos, dio un suspiro largo, cuando iba a cerrar la puerta del salón del trono, una esclava lo detuvo con su voz.
¡¡SU MAJESTAD POR FAVOR ESPERE!!…-grita sora mientras trata de que el consejero no cierre la puerta.
¿Qué quieres esclava? no es buen momento, por si no lo sabias el rey esta herido…-dice con cierto despreció Raia.
Ya lo se mi señor…por eso…-le extiende el sobre blanco- tome esto, me lo ha dado su alteza yugi, justo antes de partir a su viaje a Egipto…
¿yugi?...-murmura confundido, toma al carta en sus manos y la ve unos momentos- gracias ahora retírate…-prácticamente le cierra la puerta en la cara.
¿Para que habrá dejado una carta?...