El Príncipe de Hatti
Capitulo 1: secretos guardados…
El hijo menor del rey, reposaba en el respaldo de la silla de su escritorio, por primera vez no estaba estudiando, solo pensaba, en su mente divagaba buscando respuestas, pero solo conseguía mas dudas.
Dio un suspiro largo, movió su cabeza aun lado, miro por largo rato la estantería de libro y pergaminos, cada uno ya estaba leído por el, conocía las lenguas perdidas mas importantes y las hablaba a la perfección, conocía mejor que nadie de política y religión, sabia defenderse si hablaba con un monarca o noble y sobretodos las cosas, conocía cada detalle de el pasado de su familia.
Las antorchas que iluminaban su cuarto, el sonido del fuego, la suave brisa de la noche, fría pero confortante, suspiro otra vez, apoyo sus codos en su escrito y entrelazos sus dedos.
Llego a su memoria la conversación con su padre, cerro sus ojos, solo pudo callar…
*flash back*
¿Un viaje?… -dice algo confundido- ¿A dónde si se puede saber?...
A Egipto…-miro a su hijo de una forma indiferente, cerro sus ojos y recargo su espalda en el respaldo de su trono- el faraón envió un pergamino, diciendo que para mantener nuestro acuerdo de paz, debe de casarse con una de tus tres hermanas, mañana mismo, vas a acompañar a tus hermanas en señal de confianza…
¿¡Casarse!?...-dice sorprendido- ¿y mis hermanas ya lo saben?...
Aun no…-dice fríamente- cuando te vayas, las llamare para informales…
Discúlpame padre….¡¡pero no es justo para mis hermanas!!...-dice alterado sorprendiendo a su padre, el cual aunque no hablaba mucho con su hijo, jamás se había atrevido ni a levantarle la voz- ¡¡no podré soportar ver a una hermana mía casarse con alguien que no ama!!
¡¡CALLA!!...-grita alterado su padre levantándose de su trono- ¡¡VETE DE MI VISTA!!!
Su alteza, por favor calma…- pide su consejero y hermano del rey, con tranquilidad se acerco a su sobrino- príncipe, entienda, es lo mejor para su reino, para que haya paz hay que hacer sacrificios…. Suplico, acompañe a sus hermanas, tal vez con su presencia…. pueda aligera las cosas para ellas…
El príncipe bajo la cabeza, guardo silencio, aceptando de forma muda el triste destino de una de sus hermanas.
“solo puedo callar…”
Piensa con pena el joven príncipe, se inclina ante su padre tapando sus ojos con sus flequillos rubios.
Perdóneme padre…me retiro…-dice aun sin mirar a su padre, dio la vuelta y se fue del cuarto.
*fin flash back*
Otro suspiro resonó en la habitación, la noche avanzaba más y más, el temido amanecer pronto llegaría, aun sin poder dormir, incapaz de callar a sus pensamientos, solo guardaba silencio.
Tocaron a su puerta, en un murmullo pronunció “pase”, a su cuarto entro una joven, de melena castaña y ojos color avellana, piel blanca como la nieve, vestida con vestido que dejaba sus hombros descubiertos, color vino, tan largo que ronzaba el suelo, aquella joven era su hermana, su nombre era aiko y era de entre las tres hermanas la que mas parecido fisco tenia con su madre.
Aiko… ¿Qué te trae por aquí?... –el joven intento que su tristeza no fuera reflejada en su rostro y ni voz, para no preocupar a su hermana.
Yugi…-dice la joven de forma seria y mientras su mirada se vuelve melancólica- quiero hablar contigo…
¿Te has enterado ya?...-dio un suspiro, jamás había podido ocultar algo a su hermana- hermana…lamento tanto lo que te van a obligar hacer…
Yugi, hermanito mío…. –una sonrisa sincera paso por los labios de su hermana- se que no quieres que suceda, siendo honesta yo tampoco, pero es lo mejor para nuestro reino…
Aiko…-el joven príncipe se levanta y va la lado de su hermana, en un acto de amor la abraza fuertemente, tratando de olvidar las pena de ambos- hermana mía lo que daría yo por que todo fuera diferente…
Hermano…todo saldrá bien, ya lo veras…-la joven se acurruca en los brazos de su hermano, para que este no viera sus lágrimas caer
El joven príncipe pudo sentir las frías gotas en su pecho, apretó más el cuerpo de su hermana dando todo su calor, tratando de que en sus brazos haya consuelo para ella, su hermana se quedo hasta que el sueño fue presa de ella, la joven se fue con una sonrisa melancólica y un amargo beso en la mejilla.
El príncipe, estaba parado, las antorchas por fin se desgastaron dejando su cuarto oscuro, el dio la vuelta y abrió las cortinas de su ventana, la luz de la luna lo ilumino suavemente, cerro sus ojos por un momento y al abrirlos otra vez, ya su color amatista no estaba, sino un color rojo, tan rojo como la sangre.
Los secreto son la raíz de las familias…- murmura mirando a la luna- mi madre lo sabia mejor que nadie…