Capítulo Dos
Remember
"Arriesgarse es perderse un poco, no arriesgarse es perderlo todo". Mayacowsky
El teléfono de la estancia no paraba de sonar, sacando al ocupante de la estancia de sus cavilaciones pero, al tomar el artefacto, la llamada había sido cancelada. Una castaña observó con los ojos entrecerrados el aparato y lo estrelló contra la pared; estaba airada porque su compañero había desaparecido muy temprano en la mañana y no lograba ubicarle.
Entre tanto un vehículo transitaba por las restauradas calles de Meridian, Missisipi; después de largos años siendo víctima de los constantes ataques de esos monstruos, todo el lugar había quedado en ruinas y desértico, hasta que la naturaleza misma decidió restaurarle. Algunos condominios habían sido levantados luego de un tiempo y, las familias propietarias de esas tierras decidieron volver cuando la zona fue declarada saneada. Varias comunidades fueron añadidas y algunos edificios se erigieron, así como instituciones educativas.
El pelinegro frunció el ceño y observó el exterior a través de las ventanillas del vehículo; se dirigía de vuelta a su departamento, luego de completar su misión y al fin se había quitado de encima a la pelirroja, mandándole redactar los informes. En su trayecto, algo llamó su atención, mientras el taxi hacía parada frente a su departamento; las luces estaban encendidas y él no recordaba haberlas dejado así.
— Seguro la señora Harriet olvidó apagarla. — Recordó a la amable señora que se encargaba de la limpieza de su departamento, era la única persona en toda la ciudad que le trataba como un igual y cariñosamente, los demás solo veían en él un gran potencial que explotar y una figura que pudiese darle beneficios, en cambio la señora Harriet le trataba como un hijo y, eso para el pelinegro no tenía precio. Sus padres, desde muy pequeño, le habían inculcado las reglas del deber por encima de todo y le disciplinaron como si de un instrumento se tratase; un objeto para sus propósitos y, finalmente lograron sus objetivos. Fuery era el orgullo de sus padres; un militar de renombre, un hombre entregado a su patria y respetado por todos. Sin embargo esa no era la vida que Charles quería, se sentía vacío. Los señores Fuery no eran el mejor ejemplo de pareja pero sí el modelo que la sociedad vendía; ricos, de renombre y abolengo, refinados y comedidos, tanto en su hablar como en su actuar. Pero fuera de esto no eran muy unidos; ambos padres mantenían un matrimonio por conveniencia, como si de un negocio se tratase, ambos fueron comprometidos por sus padres para mantener así el nombre de una de las familias más reconocidas de todo Londres y sabían hacer muy bien su papel. El padre era militar, uno de los generales del ejército inglés de Gran Bretaña y, la madre dirigía un famoso programa de televisión para las mujeres modernas, titulado Mujeres de la Nueva Generación pero, ambos, durante sus años de matrimonio, se la pasaban despilfarrando su fortuna en amantes y citas a ciegas, a escondidas de la sociedad ¿y porqué no? hasta en su misma casa. En muchas ocasiones, Charles encontró a sus padres en escenas indecorosas, incluso practicando orgías entre sus amantes y todo eso fue resultándole indiferente. Cuando cumplió la mayoría de edad pidió el permiso para trasladarse a los Estados Unidos de Norte América, donde se unió al ejército, siguiendo los planes que su padre tenía para con él y allí, en una de sus misiones, fue que encontró el amor de su vida; Charles había tenido parejas desde temprana edad, sin ningún compromiso de por medio y un sinnúmero de encuentros con personas de ambos sexos pero, su experiencia con aquella persona era única; lo que él necesitaba. Ese rubio desconocido, que había compartido noches extensas de placer con él, era magnífico en todo lo que hacía y, lograba despertar en él sensaciones que para su persona estaban prohibidas; había sido criado como una máquina de batalla pero, al final todos somos humanos y ese pedazo de carne que late en nuestro pecho es señal de que, sin importar nuestra crianza o decisiones, somos humanos. Meses después de haber iniciado una relación con el rubio, quien le había confesado su verdadera procedencia y naturaleza, se enfrentó a uno de los momentos que marcarían su vida. En principio no le creyó, pensó que se trataba de una broma pero, al ver como ese chiquillo, que para ese entonces eso era lo que parecía el rubio, acababa con una docena de wizards sin usar ningún arma más que su propio cuerpo, fue entonces que recapacitó; Antalon había sido enviado para él. Sin embargo las circunstancias a veces se la juegan en nuestra contra y, justo el día en que iba a presentarles a sus padres su decisión de tomar al rubio como pareja, recibió la fatídica noticia de que su madre había fallecido. Ese mismo día su padre, presa del coraje que sentía, le había comunicado su vergüenza y descontento al enterarse de las inclinaciones de su hijo y, en un arrebato de furia le increpó que él no era su hijo legítimo. Esa fue la gota que colmó el vaso y, sin aceptar ruegos ni reclamos por parte de los suyos, volvió al único lugar que consideraba hogar. De vez en cuando era visitado por Antalon pero, la relación de ambos fue tornándose distante mientras el pelinegro se hundía en su monótona vida. Más tarde Charles recibió cartas de parte del abogado de su madre quien había hecho los arreglos para que estas les fuesen entregadas en una fecha exacta; el 21 de septiembre del 2009, año mismo en que se iniciaría su misión como parte del escuadrón que se encargaría de destruir el nido de los wizards, se le notificó, a través de las nombradas cartas, que tenía un hermano; uno que su madre había engendrado con uno de sus amantes y abandonado a su suerte pero, solo le informaba que el muchacho en cuestión era norteamericano, no le daba más pistas y, Charles encontró una nueva razón para actuar libremente. En sus misiones de saneamiento fue que conoció al cazador Bryan, él se encargaba de hacer los contactos con el cazador, por orden directa de su comandante quien no había encontrado mejor prospecto para una misión arriesgada como la de interactuar con el cazador, quien para ese entonces no tenía ningún trato con los humanos. Sin embargo Charles había despertado simpatía en el cazador y pronto crearon un lazo de amistad. Luego se dieron los acontecimientos de la destrucción del nido y el saneamiento completo del área. Su relación con Antalon continuaba con sus altas y bajas, hasta que el rubio se distanció y el pelinegro empezó a analizar la situación de ambos; Charles ya no sabía si su relación con Antalon era solo atracción sexual, aunque bien sabía que el rubio no pensaba lo mismo; sus sentimientos eran genuinos, por eso decidieron experimentar y uno de los hijos del cazador se ofreció como voluntario. Sin embargo, luego de que el pelinegro aceptara su error y prometiera irse con el rubio a su planeta de origen, nuevas circunstancias le obligaban a quedarse; su padre le había comprometido con nada más y nada menos que la hija del general del ejército norteamericano y con esto su sentencia estaba dictada. Ahora todos sus movimientos eran vigilados, porque para colmo debía dar un heredero y mantener las apariencias como próximo cabeza de la familia Fuery. Realmente estuvo pensando el dejar el ejército pero, su anhelo de encontrar a su hermano era muy fuerte y la única pista que tenía era que, como los amantes que su madre solía tener eran militares, tal vez estando dentro y entre los grandes, pudiese dar con su paradero. Para colmo últimamente los ataques de los wizards eran más coordinados, como si alguien los estuviese guiando y, no había indicio de que existiese un nuevo nido, por lo tanto la mayoría de los organismos internacionales y los medios de comunicación, echaban la culpa a los brawns de que esos monstruos siguiesen reproduciéndose de forma misteriosa y alarmante e incluso argumentaban que quizás ellos eran la razón de su aparición. Por esas razones había dejado ir al rubio, conciente de que ese no era su deseo pero, si así podía evitar un conflicto entre ambas razas, lo haría.
Con decisión subió los peldaños y atravesó la puerta de entrada al departamento. Se extrañó de que la puerta no estuviese abierta y que tampoco hubiese gente en las calles o percibir algún ruido que no fuese el del taxi que le había dejado, alejándose de retorno a la ciudad. Sacó sus llaves y abrió su departamento para encontrarlo vacío, fue entonces cuando percibió con extrañeza que las paredes se agitaban y el techo, al igual que el piso, parecía derretirse. Unas sombras se desplazaban a una velocidad increíble por la estancia y lo primero que hizo el pelinegro fue correr adentro. La imagen que le recibió en la sala fue la de un cuerpo desmembrado sobre la alfombra.
— ¿Señora Harriet…? — escuchó un silbido y corrió aprisa a su recámara, allí recogió algunas cosas y las metió en un bolso, también tomó unos documentos de su escritorio y los metió en el maletín que llevaba para luego salir de allí sin embargo, antes de que pudiese traspasar la puerta de salida esta se había fundido con la pared, bloqueándole el paso. Intentó traspasarla mas con tan solo tocarla se arrepintió, era como lava ardiente. Aquel siseo se volvió a escuchar pero antes de que pudiese emitir palabra alguna una mano cubrió su rostro.
— Quieto. — esa voz le resultó desconocida y quiso descubrir a su captor pero, cuando retiró aquella mano que cubría sus ojos se arrepintió. — Arrgg…— gimió cuando la luz hirió sus pupilas y sintió como todo daba vueltas, para luego caer en la inconciencia.
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