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Nuevo Colegio por AkikoYaoi

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3.- Un consejo

 

Ahí estaba él, Hanamichi Sakuragi, en la entrada del Internado. Suspiró. Parece que había llegado demasiado temprano. Se veía poco movimiento y definitivamente nadie que conociera. Tampoco pensaba que fueran basquetbolistas, demasiado pequeños, flacos y enquencles, no durarían un minuto en la duela, morirían aplastados.

Se dirigió a la oficina de la Coordinadora del Internado.

-Buenos días, soy Ichika Ryusaki, Coordinadora del Internado. ¿Cuál es tu nombre? -saludó una joven de largos cabellos rubio y ojos verdes, era delgada, pero tenía buen cuerpo.

-Hanamichi Sakuragi.

-Dame un segundo, cariño -dijo amable.

Hanamichi estaba sorprendido por la amabilidad de la mujer, además que lo llamaba como su tía. Esperaba que todos en ese lugar fueran como ella.

-Aquí está -dijo extendiéndole un sobre tamaño carta de color blanco-. Ahí encontraras un documento que te indica cuál es tu habitación y la llave, un plano sobre el Internado y otro sobre la Preparatoria además de un carné de biblioteca. También hay otros papeles que deberías leer sobre las normas de convivencia, las reglas del Internado, de la Preparatoria y otras cosas aburridas -dijo la mujer con una sonrisa, como quitándole importancia al asunto-. En tu habitación encontraras tu ropa y tus materiales -finalizó.

-Muchas gracias, señora Ryusaki -contestó inclinándose.

-No, no, cariño. No me hagas sentir vieja. Dime Ichika o de alguna variante, pero no me llames ni señora ni por mi apellido por favor.

-¿Qué tal Ichi?

-Me gusta -dijo con una sonrisa.

-Un placer conocerte. Nos vemos, Ichi.

-Nos vemos, Hanamichi.

El pelirrojo se retiró de la oficina aún asombrado de la simpatía de la joven y la familiaridad con la que lo trataba. Supuso que siendo la Coordinadora del Internado la verían constantemente y eso era lo mejor.

 

˜*˜

 

Se dirigió a la habitación N°21 del segundo piso. Abrió lentamente la puerta y asomó la cabeza para comprobar si estaba solo, como así era, entró más confiado.

Observó la habitación. Desde la ventana hacia la puerta había un escritorio, un velador y una cama de plaza y media. Luego nuevamente una cama, un velador y un escritorio. A los pies de cada cama había un armario y en el medio de ambos una puerta que al abrirla comprobó que era el baño.

Era obvio que como había llegado primero tenía derecho a elegir cama, optó por la del lado de la ventana. Tal como había dicho Ichi, ahí estaban tres cajas con su nombre. Decidió ordenar de inmediato.

La primera caja contenía sus libros que acomodó en el escritorio junto a los demás útiles de estudio que llevaba. La segunda caja contenía sus uniformes que colgó cuidadosamente y la tercera caja tenía sus buzos que dobló y guardó. Completó el armario con la ropa que llevaba en su bolso. Estaba terminando cuando abrieron la puerta. Suspiró, su compañero de cuarto había llegado.

-Hola, mucho gusto. Yo soy...

-Torpe -le interrumpió Rukawa en el momento justo.

-...

-...

-¿Tú eres mi compañero de cuarto? -preguntó confuso.

-Así parece.

 

˜*˜

 

Sakuragi había salido a pasear por el jardín. No entendía como el Zorro podía estar tanto tiempo en silencio. Para él, dejar de hablar era como dejar de respirar.

En cuanto llegó, lo único que Rukawa había hecho fue ordenar sus cosas y luego tirarse a la cama a dormir. Fue en ese minuto cuando él, cansado de la indiferencia de su compañero de cuarto, decidió salir. Y ahora, mientras más pensaba en lo que había pasado y en todo lo que tendrá que soportar, más se molestaba.

-¿No crees que eres demasiado joven para tener esa cara?

Hanamichi se sobresaltó. Un tipo de unos 1.75 metros de altura, cabellos y ojos negros como el carbón y piel bronceada se encontraba atrás de él. Lo miró fijamente y levantó una ceja dándole a entender que no entendía a que se refería.

-Disculpa mi torpeza. Soy Hiroto Furusawa, profesor de matemáticas -se presentó.

-Hanamichi Sakuragi, alumno de 2° de preparatoria -contestó.

-Joven Sakuragi, lo que le decía -habló con gentileza-. La vida es demasiado corta, no la pierda estando molesto por algo o con alguien. Goce el momento presente, actúe de acuerdo a lo que sienta, no se reprima de sus deseos y sufra del placer de estar vivo. La oportunidad perdida no vuelve, por eso no la pierda... hágalo todo y no se arrepentirá de nada.

-Vaya -dijo asombrado- ¿seguro que no es profesor de filosofía, psicología o algo por el estilo?

-Seguro. Pero no me trates de usted, llámame por mi nombre.

-Solo si tú también lo haces.

-Me parece justo, Hanamichi.

-Entonces que así sea, Hiroto.

 

˜*˜

 

Había estado conversando con Hiroto casi media hora, pero había tenido que irse. Ahora estaba nuevamente solo en el jardín. Pero no por mucho tiempo.

-¡Sakuragi!

Cuando se volteó para saber quién le hablaba vio caminando hacia él a Mitsui, Jin y Kyota.

-Hola ¿cómo están?

-Intentando acostumbrarnos a este lugar -dijo Mitsui.

-¿Y tú? -preguntó Jin.

-Lo mismo, además de evitar al Zorro taimado que es mi compañero de habitación -contestó.

-Vaya, que mala suerte -dijo Kyota.

-¿Y ustedes? -preguntó.

-Mitsui y yo compartimos habitación -dijo Jin.

-Yo aún no sé quien es mi compañero -agregó Kyota.

Siguieron conversando sobre el Internado, sus matriculas, sus clases, horarios y otras cosas cuando otro grupo se acercó a ellos.

-Hola, chicos -saludó Sendoh.

-Hola.

Todos saludaron a la vez a los recién llegados. Eran Sendoh, Koshino, Fukuda y Sawakita.

-¿Qué haces tú aquí? -dijo Sakuragi a Sawakita.

-Supongo que lo mismo que tú -dijo calmadamente.

-Tranquilízate, Sakuragi -dijo Sendoh.

-Está molesto porque tiene de compañero de habitación a Rukawa -habló Mitsui.

-Que mala suerte tienes -dijo Fukuda.

-Sí, ya me lo dijeron -contestó el pelirrojo.

-¿Y los compañeros de habitación de ustedes? -habló Jin.

-Estoy con Sendoh -dijo Koshino.

-Y yo con Fukuda -agregó Sawakita

Estuvieron conversando otro poco más todos juntos, pero eran demasiados como para tener una conversación decente. Así que poco a poco se fueron retirando.

 

˜*˜

 

-¿Qué ocurre, Pelirrojo? Te noto raro -habló Mitsui que había decidido quedarse un poco más.

-Nada, solo lo de Rukawa. Me volveré loco. Pelear es lo de menos, pero no habla. Me aburriré como una ostra.

-Tal vez sea momento de intentar arreglar las cosas.

-¿Y por qué yo?

-Porque tú las empezaste ¿te parece un buen argumento? -se burló.

-Vamos, Michi, no seas cruel.

-No me llames así -dijo sonrojado.

-Entonces no te burles de mí.

Entre bromas y burlas siguieron conversando un rato más de tonteras que lo único que consiguieron fue hacerlos reír hasta que comenzó a dolerles el estomago.

-Jajajajaj auch me duele ajajajaja auch -decía Mitsui.

-Jajajaja está bien jajajaja nada más.

-Jajajajaja -Mitsui rió un poco más hasta que se fue calmando.

-Gracias, Michi.

-¿Por qué? -se hizo el desentendido.

-Por distraerme y hacerme reír.

-No tienes nada que agradecer, Pelirrojo.

Una vez que ambos estuvieron más calmados se dirigieron a almorzar para luego volver a sus habitaciones.

 

˜*˜

 

Una vez que Sakuragi llegó a la habitación lo primero que vio fue a Rukawa tendido en la cama. Recordó las palabras de Mitsui y se decidió.

-Zorro ¿podemos hablar un momento? -dijo lo más tranquilo que pudo.

-¿Qué quieres, Torpe? -contestó un poco agresivo.

-Pedirte una oportunidad

-¿Oportunidad para qué? -preguntó algo confuso.

-Para empezar de nuevo. Sé que fue mi culpa que todo haya empezado mal cuando te golpee en la azotea. Me gustaría que nos lleváramos mejor y ahora que vamos a compartir habitación, creo que es un buen momento.

-No solo es tu culpa. También tuve mucho que ver en nuestras peleas.

-Pero fue porque empezamos mal... por mi culpa.

-Puede ser, pero no sé cómo podríamos llevarnos mejor.

-Conociéndonos. Dime algo de ti.

-No lo sé ¿por qué no empiezas tú? -no se dio cuenta que acababa de ceder en la petición de Sakuragi.

-Bueno, a ver... soy un chico revoltoso, impulsivo y bullicioso. Soy un muy buen amigo, el mejor, una vez que tienes mi amistad no la perderás por nada, además estoy dispuesto a hacer lo que sea por mis amigos y la gente que quiero. Como estudiante soy un asco, pero una maquina deportiva. Mi familia, bueno, mi madre murió cuando tenía 10 y mi padre cuando tenía 14. Mi tutora legal es mi tía que vive en Tokio, así que en Kanagawa vivía solo -meditó un segundo-. Creo que eso es todo por ahora, no se me ocurre más.

-Esa es mucha información para una primera conversación -dijo algo perplejo por todo lo oído.

-Entiendo que no quieras hablar tan pronto.

-No es que no quiera hablar, es que... no puedo. Me siento cohibido. He confiado y me han fallado muchas veces en la vida. Por eso me cuesta comunicarme. Te repito, no es que no quiera.

-Tranquilo, te entiendo.

-Entonces supongo que lo intentaremos.

-Por supuesto, Zorrito. Así que ya sabes, cualquier cosa que necesites puedes contar con este Genio.

Se pasaron el resto de la tarde hablando sobre cosas simples, pero que al final del día les habían servido para conocerse un poco más.

 

˜*˜

 

Y ahí estaba, dos días después en una sala de clases junto a 19 personas más de las cuales solo conocía a dos, escuchando la presentación de los profesores. Reconoció entre todos aquellos que estaban adelante a Hiroto, le sonrió para demostrarle que lo recordaba.

Ni siquiera se esforzaba en fingir interés. Las cosas no habían cambiado tanto como él quisiera. Las clases seguían pareciéndole aburridas y sin sentido. Aunque le pareció obvio que si había cursos tan pequeños en una preparatoria deportiva privada era porque les interesaba el rendimiento académico aparte del deportivo.

Al medio día intentó arrastrar al Zorro a la mesa donde estaban los demás, pero éste se negaba en redondo.

-Vamos, Zorrito -insistía el pelirrojo.

-Olvídalo, Torpe -preciso y conciso.

-No seas antisocial, Zorro, te servirá para...

-Pues soy antisocial. Si no te gusta puedes ir a comer con tus amigos -le cortó.

El pelirrojo lo vio darse la vuelta molesto y sentarse con su bandeja de comida en un rincón del comedor solo. Bufó.

-No te enojes, Zorrito -dijo sentándose frente a él.

-... -lo ignoró olímpicamente.

-No es que me moleste, si así fuera no estaría aquí. El punto es que quizás a ti te haría bien conversar más. Te repito que no es por mí, es por ti -explicó el pelirrojo.

-Yo estoy bien así.

-Tal vez estarías mejor...

-No, Torpe, no lo estaría -le cortó- y ya no insistas.

-Está bien -dijo derrotado.

Hablaron poco, porque estaban más preocupados de comer. Pero se comportaron de una manera bastante civilizada.

-Hola, Pelirrojo ¿puedo hablar contigo un momento? -Mitsui se había acercado a la mesa sigilosamente.

-Claro, Michi ¿te parece en 10 minutos afuera del comedor?

-Sí, te esperaré ahí -y se alejó.

Continuó con su almuerzo y al terminar se disculpó con Rukawa para ir a ver qué es lo que quería Mitsui.

-¿Qué ocurre, Michi?

-Nada. Solo quería saber qué pasó entre ustedes dos -comentó curioso.

-Ah, bueno, nada -dijo confundido-. O sea, conversamos más o menos como la gente y después de eso quedamos en que las peleas serían parte del pasado.

-Así que fue eso.

-Pues sí. Te hice caso -le resumió.

-Te felicito.

Conversaron un poco más y luego se dirigieron al gimnasio. Tenían práctica.

Aparte de los ocho chicos que conocía, Hanamichi pudo ver a otros tres. Fue una tarde tranquila, más que nada de conocerse y presentarse.

 

˜*˜

 

-Háblame de tu familia -dijo el pelirrojo.

-No hay mucho que decir.

-Algo debe de haber -insistió.

-Están, pero no los conozco.

-¿Cómo puede ser eso?

-Así mismo como suena -vio la cara de no entender del Torpe, así que continuó-. Mi padre siempre está viajando y mi madre trabajando. Los veo poco y nada. No los conozco, vivir con ellos siempre ha sido como vivir con desconocidos.

-¿Eres hijo único?

-Se supone.

-¿A qué te refieres? -no entendió lo que quiso decir.

-Mi padre es un mujeriego. No me sorprendería que hubiese dejado a alguna mujer embarazada por allí.

-Ya veo.

-Cuéntame de tu vida amorosa -fue su turno de pedir.

-Es... es vergonzoso.

-Solo dilo -le causaba curiosidad.

-Nunca he tenido novia, por tanto comprenderás que soy vrgn -dijo la última palabra en un gruñido.

-¿Qué eres qué? -no entendió lo último.

-Virgen, Zorro, virgen -dijo avergonzado.

-Ah, eso ¿qué más?

-Me he enamorado 51 veces, me he declarado las 51 veces y me han rechazado las 51 veces -dijo desviando la mirada.

-Ya veo -repitió sus palabras.

-¿Y tu vida amorosa? -el Zorrito había despertado su curiosidad.

-No tengo.

-... -levantó una ceja dándole a entender que no le creía.

-Nunca me he enamorado, por tanto nunca me he declarado y sigo siendo virgen. He rechazado a todas las mocosas que se me han declarado. Fin.

-Eres un tonto, Zorro.

-No me insultes -dijo serio.

-Tú tienes lo que otros tanto deseamos y simplemente lo ignoras... -le dijo- a veces Dios le da pan precisamente al que no tiene dientes -murmuró.

-¿Qué dijiste? -creyó entender.

-Nada, Zorro.

-Ya llegara tu momento, Torpe. Debes tener paciencia.

Siguieron hablando un rato más y luego se decidieron por irse a dormir.

 

˜*˜

 

Un mes después, seguían repitiendo la misma rutina: levantarse, desayunar juntos, ir a clases, almorzar juntos, entrenar, cenar juntos, conversar y dormir.

Ahora ya no solo se llevaban bien. Ambos, aunque sin declararlo abiertamente al otro, se consideraban amigos. Las largas noches de conversa habían desatado una confianza increíble, sabían del otro prácticamente toda su vida y todos sus gustos.

Habían encontrado en su compañero de cuarto la familia que no tenían en sus propias casas. Y como tal se trataban, las discusiones ya ni siquiera llegaban a los gritos. Y ambos estaban contentos con eso.

Esperaban poder mantener esa relación. Aunque en un futuro no muy lejano quizás deberían hacer un par de cosas que en otras circunstancias no harían. Y lo más irónico es que para mantener su relación, deberían ignorarla.

Notas finales:

¿Qué hará Hana con éste consejo? Arreglar las cosas con el Zorrito no es el único uso que le dará ;)


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