Esa noche debía viajar a Europa, debido a la presentación de su libro, no le gustaba dejar al baka solo, pero era adulto y sabía cuidarse, no era tan idiota, ¿verdad? ¿Para que negarlo? Era tierno, y lindo cuando quería. Pero eso no le quitaba lo idiota.
-Ya baka, suéltame- El rubio escritor trataba de quitarse a Shuichi de encima, sin mucho éxito, puesto que Shuichi había entrado en uno de sus estados en donde se ponía sensible y lloraba por todo.
-Yuki, no me dejes, Yuuukiiii- Shuichi no se quería bajar de la espalda del escritor.
-Si no te bajas, no podré traerte nada, no te daré nada y te echare de mi departamento- Yuki lo amenazaba de todas las formas posibles para que el chico de cabellos rosas se bajará de su espalda, el taxi ya lo esperaba y el rubio detestaba la impuntualidad.
-De acuerdo, pero Yuki, no te vayas a enamorar de una mujer, ni de un hombre aunque- Comenzó a reír de forma desquiciante a lo cual, a lo cual el escritor soltó una sonrisa -Como si eso fuera a pasar ¿verdad?- Yuki sin pensarlo lo jalo hacia el y lo beso suavemente.
-No pienses cosas que sabes, no pasarán, mi lapa rosada, ahora muévete que necesito pasar- Yuki salió con una maleta y abordo el taxi que lo llevaría a Europa, junto a su editora… Sin saber que le deparaba al que llaman, destino…
Ruedas de prensas aquí, allá… Por todos lados, y así fue desde que llegó a Europa… La editora no se le despegaba ni un instante… Pensó que tenía una oportunidad con Eiri, pero el destino… volvió a jugarle una mala pasada.
Cierta tarde, un chico de cabellos color negros y ojos grises paseaba por el lugar en donde Yuki estaba fumando, era un pequeño parque, con algunos árboles y bancas en distintos colores, el escritor de ojos dorados lo siguió con la mirada, no sabia la razón, pero había un algo en ese chico que le atraía…
-Hola, soy Ian y usted es…- El chico de cabellos negros le hablaba, sin ánimos, pero lo intentaba… Puesto que en esos instantes, no deseaba estar solo, necesitaba compañía.
Eiri lo miró con desconfianza… Sinceramente no deseaba hablarle, pero igual… no lo ignoraría… -Eiri…- Que extraño, siempre daba su seudónimo como nombre… Igual, no pensaba que ese muchacho fuera a llamarlo por su nombre.
-¿Puedo sentarme, Eiri?- El chico le sonrió por un instante y el rubio, no pudo negarse, esa sonrisa era hermosa y sí, le llamo por su nombre.
Y con un “hola” comenzó todo, tenían tanto en común… La misma suerte, ambos escritores… Con mucha fama, desde adolescentes locas, hasta amas de casa… La misma cara de fastidio con el mundo, ambos son muy fríos… El mismo silencio, amaban el silencio, el mismo tiempo… La misma tristeza, pues ambos ya tenían a alguien con quienes compartir su vida…
Y tantas preguntas que hacerse y poco tiempo para contestarlas, puesto que el viaje era solo de dos semanas, sin embargo, Ian convenció al escritor de ojos dorados a quedarse un poco más… Solo un poco, quería que olvidara que tenía a un pequeño amante, quería que olvidara todo y solo tenerlo para él…
Y todo fue muy rápido… Esas noches que pasaban juntos eran de total entrega y pasión… Estaban decididos a dejarlo como un free… Sin embargo, todo dio un giro de 360º cuando el amante de Ian le llamo y contesto el escritor rubio…
-¿Quién…?- Eiri se cayo en cuenta muy tarde, ese fue un fatal error…
-¿Quién eres?- La otra voz a través del auricular no sonaba muy amigable…
-Amor…- Ian le arrebato el teléfono a Eiri, quien solo hizo un gesto de total enfado y espero pacientemente en la cama…
-No lo que pasa es que… No, Derek… espera no es… - Ian rompía en llanto, Eiri lo abrazó y el teléfono celular cayó al suelo…
-Lo perdí Eiri… Lo perdí- En ese instante Yuki decidió que el debía dejar a su bola rosa… No estaba seguro de amar a Ian… Pero estaba seguro que el que su novio lo hubiese dejado era su culpa, no estaba seguro que hacer, quizá un trago le serviría para relajarse… por ello invitó a Ian a beber un poco… le pidió que pasara por el a su habitación justamente a las 10:30 Pm…
En esos momentos hablaba con Shuichi, se sentía una basura… Ese pequeño de cabellos rosados, lo amaba y esperaba…
-“No tardes”- Y solo eso bastó para que Shuichi lo dejara… definitivamente…
Ahora que recordaba cada palabra del enano, cada gesto, cada lágrima derramada no se le hacia justo dejarlo llorando, lo quería más que a ese “free” llamado Ian Bianchi… Exactamente el fue un free y nada más…
Sin importar que poseyeran la misma cara, la misma suerte, el mismo silencio… la misma tristeza… no lo amaba… Acaso él, Eiri Uesugi, el sexy escritor de novelas románticas ¿Conocía el amor?