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UNDERWORLD por RHYO-DARCK

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Notas del capitulo:

Nah! 

Ya, por fin, actualización. 
Ya ni sé que decir, así que mejor no diré nada acerca de mis retrasos. :v 

Por lo demás, espero que no los haya hecho sufrir demasiado con la larga espera, y de verdad quisiera que el capítulo les gustara. 
Como siempre, se resolverán algunas dudas pequeñas, pero emergerán otras
(Ya saben que soy maldito y me encanta intentar entretenerlas con misterios ¬u¬)
Como sea. Sin mas que decir, espero que lo disfruten.

¡A leer! 

 

Shatter - Añicos, Pedazos 

UNDERWORLD

Capitulo diez.

Shatter.

 

 

 

 

Después del grito que estremeció a todos los que estuvieron cerca de la muralla con caseta, se hizo un breve silencio. Mutismo que volvió a ser roto por las angustiosas aspiraciones de Naruto que continuó arrodillado en el suelo, con el rostro entre sus manos.

 

Naruto nunca había sentido un dolor como el que experimentaba en ese instante. Sentía que el llanto se le atoraba en la garganta, como un manojo de lijas. Su mente se negó a aceptar cualquier cosa que no estuviera relacionada con la brutal realidad de que Sasuke había muerto. La opresión que le golpeaba en el pecho era tan física y dolorosa que, por unos instantes, creyó que su corazón y pulmones explotarían de un momento a otro. Incluso aunque abría la boca para aspirar aire, éste no llegaba con suficiente rapidez. Se ahogaba. Se ahogaba en pena, tristeza y dolor. La pérdida de sus padres no se comparó ni por asomo a su nuevo desconsuelo.  

 

Shikamaru estaba recargado en una de las columnas de piedra que se abría como entrada a la explanada de la fortaleza. Su respiración aún errática le provocó un dolor en los costados al momento en el que sus pulmones se extendían y contraían con cansancio. Volteó a su alrededor y trató de vislumbrar, de entre la roja oscuridad, cuántos de sus hombres habían llegado a salvo. Contó rápidamente, apretó la mandíbula, y volvió a contar. No se había equivocado. Había perdido a la mitad de su grupo y aquello provocó que una pesada hiel se le acumulara debajo de la lengua. Escuchó un llanto amargo venir del pasillo sobre la muralla, resaltando en el silencio que sometía a toda la multitud que se encontraba en la zona frontal del castillo. Un estado de aturdimiento que profanaba cada nervio de cada habitante. Pero el silencio no duró mucho. Sollozos y ruegos comenzaron a elevarse de los labios de mujeres y hombres. Madres, padres, compañeros y amigos, desahogaron su dolor como el repiqueteo insistente de una noche de lluvia, mojando la tierra con lágrimas en lugar de agua. Los hombres que habían regresado corrieron hacia sus familias, apaciguando un poco el cúmulo de lamentos que vibraban cada vez con más insistencia.

 

 Sin dejarse llevar por las emociones, Shikamaru decidió dirigirse hacia las escaleras de la muralla, donde podría encontrarse con el líder de la fortaleza, y comenzar a notificarle lo sucedido. Mientras subía los peldaños, ese lamento especialmente desgarrador se escuchó con más claridad, hasta que pudo ver a Naruto arrodillado en el suelo, jadeando entre el llanto y espasmos que latigueaban por su cuerpo. Fue en ese instante, cuando Shikamaru volvió a pasear la mirada por todas partes, y más de una vez, para luego palidecer de miedo. Sasuke no estaba por ningún lugar. Ninguno de los hombres que había dirigido hacia las grietas estaba por alguna parte. La mitad de su equipo que había perdido estaba constituida por esos hombres. Sus órdenes los había matado. Y mientras Shikamaru analizaba ese hecho, deseó caer en un hoyo sin fondo. Porqué ahora no sabía cómo iba a enfrentar a Naruto, ni tampoco a Itachi.  

 

Itachi se alejó del balcón donde había permanecido con la mirada perdida hacia el bosque, y volteó a ver a Naruto en el suelo. Caminó hacia él con paso lento, mientras todos los hombres que se encontraban en el pasillo se hacían mansamente a un lado, cediéndole el paso. Se colocó frente a Naruto y lo vio desde su altura, manteniendo una seriedad inescrutable.

 

– Contrólate, Naruto. –Habló con voz pragmática– No debes de hacer esta clase de actos aquí afuera, harás que las personas comiencen  a verse afectadas. –Contempló la trémula figura de Naruto casi con indiferencia– Guarda tus lamentos para cuando estés en tu cubículo. –Sentenció.

 

Naruto dejó de llorar al instante. Separó ambas manos que tenía sobre el rostro y lentamente subió la cabeza para ver a Itachi con una mueca incrédula.

 

– ¿Qué acabas de decirme? –La voz rasposa por el reciente llanto, reflejó claramente lo afectado que estaba– ¿Qué carajos acabas de decirme? –Itachi frunció el ceño ante la última cuestión, pero se mantuvo firme.

 

– Levántate, tranquilízate, enjuaga tu cara y ve a tu habitación. Cuando estés ahí podrás llorar todo lo que desees, pero por ahora, te ruego que no causes angustia sobre los demás. –Con la mirada fija en el rostro de Naruto, se mantuvo en una posición templada, digna de su puesto.

 

– ¡¿Qué demonios está mal contigo?! –Naruto se levantó de un salto, vociferando con angustia y enojo– ¡¿Qué me calme, me dices?! ¡¿Quién demonios te crees que eres para decime que me calme?! ¡No me hables como si hubiera perdido a mi pez dorado, Itachi! –Dio una zancada hacia el frente agarrando la camisa de Itachi por el cuello. Apretó la tela entre las manos a punto de zarandear al Uchiha– ¡Se trata de Sasuke, maldita sea! ¡¿Qué acaso no te importa una mierda?! ¡¿Cómo es posible que me pidas que me calme?! –Las lágrimas volvieron a acumularse dentro de los ojos de Naruto, cayendo por las mejillas y reflejando una inmensa ira– ¡Y tú estás aquí parado como si nada hubiera pasado! ¡Ni siquiera parece que te importe que Sasuke esté muerto! ¡Ni siquiera parece que te duela!

 

– ¡Claro que me duele, maldición! –Gritó Itachi de improviso haciendo que todos incluso Naruto se sobresaltaran– ¡No te atrevas a decirme que no me duele o que ni siquiera me importa! ¡Era mi hermano! –Los ojos de Itachi se humedecieron– ¡Lo vi nacer! ¡Lo vi crecer! ¡Cuidé de él toda mi vida! ¡Lo he amado toda mi vida! ¡Hubiera dado lo que fuera por mantenerlo a salvo! ¡Con gusto cambiaría de posiciones con él porque siguiera vivo! –Naruto lentamente dejó ir la tela de la camisa de Itachi, impactado por la confesión y el cómo en ese momento el cascaron de líder de Itachi estaba cayendo junto a cada lágrima– Él es… mi tonto hermano pequeño… –Sollozó– ¿Cómo no me va a doler esto? –Itachi cubrió su rostro con sus manos, llorando libre pero silenciosamente.

 

 Naruto dio un paso atrás aguantando el llanto que deseaba volver a surgir. Todos en el pasillo guardaron silencio. E incluso las personas que estaban en la explanada dejaron su pesar de lado para ver llorar a su líder. En ese día cubierto por el manto carmesí, sólo se podía sentir pesar, escuchando el ulular débil del viento y el llanto de Itachi.

 

 

 

 

 

 

 

Arrastrando los pies, Naruto se adentró hacia el castillo. Ignoró las miradas de aquellos que lo voltearon a ver con simpatía y compasión, en esos momentos no deseaba el inútil consuelo de nadie. Su único objetivo era llegar rápido a su habitación y hundirse en la miseria que Itachi le prohibió demostrar en público. La mirada de Naruto se encontraba vacía, perdida en un lugar a la lejanía, caminaba sin enfocar realmente lo que tenía frente a él.

 

– Naruto… –Naruto detuvo su caminata de mala gana y volteó a ver a la persona que lo había llamado. Sakura, que tenía los ojos enrojecidos y las mejillas manchadas de lágrimas secas, se acercó a él– Naruto yo… lo siento tanto. –Murmuró tragándose el nuevo llanto. Se frotó los brazos con sus manos y sollozó bajando la mirada– Yo sé… yo sé que Sasuke-kun y tu eran grandes amigos… sé que yo no lo conocía tanto como tu pero, quiero que sepas que en verdad lamento mucho lo que le ha pasado… –Naruto la miró sin alguna expresión. Sakura levantó la vista hacia él, viéndolo a los ojos– Si necesitas hablar con alguien... sabes que estaré ahí para ti. –Tiritó– Cualquier cosa que necesites, estaré ahí para ti…

 

Naruto no dijo nada, volvió a mirar hacia un punto perdido y continuó su caminata. Sakura ni siquiera se molestó por su mutismo o el hecho de que prácticamente haya ignorado sus palabras. Ella entendía el dolor que Naruto debía estar sintiendo en esos momentos, así que lo vio irse lentamente, como si fuera la marcha de un muerto viviente, andando hacia la oscuridad. 

 

No había sonido dentro de la fortaleza. No había ninguna antorcha encendida porque aún era de día, pero la oscuridad del manto carmesí consumía cualquier rastro de fulgor existente. Era igual que estar dentro de un tanque de agua ensangrentado. Incluso el aire se percibía denso, difícil de respirar. Naruto dejó que su cuerpo se moviera por inercia y se encaminara a la habitación. El zumbido del silencio comenzó a penetrar dentro de sus oídos y la opresión de la tensión hizo su caminar más lento. Se sentía tan irreal. Todo parecía una mentira. Sentía como si de un momento a otro se despertaría de una pesadilla que le dijera que nada de lo que había ocurrido minutos atrás era cierto. Nunca habían perdido a sus padres. Nunca habían perdido a Itachi. Nunca habían caído a la arena roja. Nunca habían peleado con bestias. Y nunca habían sentido, lo que sentían. Incluso estaba dispuesto a sacrificar sus momentos con Sasuke, si eso le garantizara despertar de ese sueño.

 

Sus pies chocaron con el primer peldaño de la escalera y lo bajó de su sopor. Unos pasos se escucharon tronar contra las paredes de piedra, haciendo eco. Shikamaru logró ver entre la oscuridad la figura de Naruto al pie de la escalinata y se apresuró a alcanzarlo. Aunque no parecía que él fuera moverse pronto. Tenía los ojos fijos en los escalones, como si su mente estuviera descifrando que era lo siguiente que tenía que hacer. Verlo de esa manera, hizo que un chasquido en el pecho de Shikamaru le produjera un malestar más agudo.  Naruto no estaba mejor que Itachi, al que cobardemente decidió posponer el reporte al verlo llorar.

 

– Naruto. –Llamó con un hilo de voz, pero fue suficiente para rebotar en las paredes– Naruto, yo… –Dudó en continuar al ver que Naruto no volteaba a verlo, pero decidió hacerlo al considerar que quizás era mejor que no lo viera. No sabría cómo enfrentarse a una mirada devastada– Naruto, yo quizás fui la última persona que vio vivo a Sasuke… –Los ojos de Naruto se levantaron hacia él, y Shikamaru relamió sus labios, intentando buscar las palabras correctas– Yo… no tengo ningún mensaje… pero quiero que sepas que Sasuke estaba muy determinado en regresar. –Se silenció paulatinamente al no percibir ninguna reacción por parte de Naruto. Aunque Shikamaru pensó que era debido a que él mismo no había dicho nada en realidad. Era muy malo en intentar dar consuelo.

 

Naruto liberó a Shikamaru de su mirada ausente y comenzó a subir los escalones. Shikamaru lo observó mientras se marchaba. Se maldijo internamente. Si tan sólo hubiera hecho que Sasuke se fuera con el grupo donde él se encontraba y no haberlo enviado lejos. Era verdad que en ese momento le había parecido la decisión correcta, la alternativa más segura, pero había fallado completamente en su deber de líder. No había protegido ni a Sasuke, ni a sus hombres.  Escuchando como la puerta del cubículo de Naruto se azotaba, Shikamaru cerró los ojos con tristeza. Una pesada carga se colocó sobre sus hombros, la consciencia de cargar con el recuerdo de las vidas perdidas, por lo que restaba de la suya.

 

 

 

 

 

Naruto cerró la puerta de su cubículo y apoyó la espalda en la madera. La ventana que había dejado abierta dejaba entrar la poca claridad que se percibía del manto. Las manchas oscuras en la habitación comenzaron a tomar formas borrosas, hasta que Naruto enfocó su vista en la oscuridad. Cada mueble lo golpeó con un recuerdo. La mesa donde se sentaron juntos a escribir, o que en ocasiones subieron la cena para conversar. El relieve de la ventana donde Sasuke solía sentarse cuando se perdía en sus pensamientos. El closet que ambos compartieron. La cama en la que durmieron. En la que se besaron. En la que se abrazaron. En la que se acariciaron e intentaron hacer el amor. Ese cubículo guardaba en sus paredes los suspiros que dieron en la noche. Los secretos que se confesaron. Las risas que compartieron. Las palabras que se dijeron.

 

Naruto apretó los labios. Una sensación opresora lo golpeó en el pecho con fuerza, atragantándole un puñado de emociones en la garganta. Los ojos le escocieron y le turbaron la vista, humedeciéndose. No tenía idea de que hacer. Todo era tan doloroso. Tan confuso.

 

Se deslizó por la puerta hasta quedar sentado en el suelo de piedra y dejó escapar un sollozo. Apretó los dientes y se abrazó las rodillas, tentado a mecerse en su mismo lugar. No sabía si gritar o correr. Sintió que estaba a punto de volverse loco. Naruto se levantó de un salto y corrió hacia la cama, arrojándose a ella sin molestarse por el dolor de caer sobre la piedra cubierta de pieles. El aroma en las sábanas  del lado de Sasuke desencadenó todo el pesar que antes intentó contener. Abrazó las telas entre sus brazos y hundió el rostro en ellas como si fueran una almohada. Y entonces se dejó ir. Con resoplidos incontrolables comenzó a llorar. Gimiendo dolorido y abandonado, se hizo un ovillo en su lugar, arropándose entre el aroma que Sasuke había dejado atrás.

 

–…Sasuke… –Lloró, ya sin noción o control– ¿Por qué?... –Sus balbuceos sonaban a sus oídos como los de un niño pequeño, pero no le importó. No le importó si afuera de su habitación los demás en los cubículos lo escuchaban. En ese momento su dolor era tan grande, que no quería pensar en nadie más–  Sasuke… ¿Por qué no regresaste? ¿Por qué?... Sasuke… ¿Qué voy a hacer? Por favor dime… ¿Qué voy a hacer?...  

 

Naruto continuó murmurando incoherencias y rogando a la oscuridad hasta que el manto despejó el cielo y descubrió las estrellas de la noche. No bajó a la comida de la tarde, ni tampoco a cenar. No sintió apetito, sólo cansancio, y cuando sus ojos no le otorgaron mas lágrimas para llorar, cayó dormido entrada la madrugada.

 

Esa noche Naruto sintió que fue la más fría de todas. Sin nadie para dormir a su lado, aún en medio de sus sueños no encontró descanso.

 

 

 

 

 

Naruto se encontraba escondido debajo del alféizar de la ventana del desván. Había estado oculto de Iruka-sensei desde hacía una hora. En la planta baja de la casa, la sala de estar estaba inundada de personas vestidas de negro, todos hablando en voz baja de la tragedia que había ocurrido hacía dos días; La muerte de los padres de Naruto y sus amigos los Uchiha, los padres de Sasuke.

 

Los reportes de la policía habían sido breves. La avioneta privada de la compañía había despegado con rumbo a la prefectura de Shizuoka para un encuentro casual con socios de la corporación. Debido a los fuertes vientos que se reportaron tardíamente por el centro de operaciones, la avioneta se desestabilizó y estrelló en Suruga Bay, mar de esa costa. La altitud, los fuertes vientos, el oleaje y la velocidad del impacto hicieron que la búsqueda por restos se dificultara. Después de dos días, encontraron los cuerpos de los tripulantes, todos ellos. Con gran ironía la policía había mencionado que; Afortunadamente murieron al instante del impacto. “Afortunadamente”, que irrisorio.  

 

Se les había dado anuncio a Naruto y Sasuke dos días antes de la cremación y ceremonia luctuosa. Itachi había sido notificado de inmediato. Y con gran temple, a pesar de su corta edad, se hizo cargo de los preparativos funerarios con ayuda de Umino Iruka; tutor de verano de Naruto y gran amigo de la familia Uzumaki. Naruto adoraba a Iruka-sensei, siempre le había divertido pasar tiempo con él, charlar y jugar. El motivo por el cual se escondía de él, no era porque le molestara saber que ahora estaría a su cargo, sino que Iruka había tomado la decisión de llevarlo consigo hasta Okinawa, con la justificación de que; sería mejor estar lejos de todos los recuerdos dentro de la casa. Okinawa estaba demasiado lejos. Demasiado lejos de su hogar, de su escuela, de sus amigos. Demasiado lejos de la casa Uchiha, donde vivían Sasuke e Itachi. Y Naruto se negaba rotundamente a estar lejos de los que eran como sus hermanos. Lo único que le quedaba como familia.  

 

Pero Naruto era tan sólo un niño de ocho años. Era consciente de que su berrinche no era rival para la decisión ya tomada de un adulto. Aun así tenía la esperanza de que con su actitud, le demostrara  a Iruka lo reacio que estaba de abandonar su hogar. Naruto se abrazó las rodillas y sorbió por la nariz. Tenía las mejillas humedecidas por el llanto anterior. Había demasiadas cosas como para que un niño como él las soportara. Había perdido a su padre, a su madre y estaba en riesgo de quedarse sin sus mejores amigos. Todo era demasiado solitario.

 

– Me tomó mas tiempo encontrarte de lo que creí. –Naruto levantó el rostro de entre sus rodillas y vio a Sasuke asomando la cabeza por encima de la escotilla de entrada al ático– Iruka-sensei está preocupado por ti. –Dijo al tiempo que terminó de subir al desván, cerrando la puertilla tras él.

 

– Por ahora no me importa Iruka-sensei. –Se enfurruñó. Sasuke soltó un leve sonido monosilábico mientras se sacudía los pantalones negros, mirando a su alrededor– ¿Y tú qué haces aquí? –Exigió– Deberías estar en la sala recibiendo condolencias y esas cosas…

 

– Tu también. –Frunció el ceño. La verdad era que Sasuke no quería hablar del tema, no quería volver a llorar. Mucho menos frente a Naruto, que aún hipeaba– Escuché lo que te dijo Iruka-sensei… –Desvió la mirada– Dijo que te llevará con él. –Naruto se hizo ovillo de nuevo, y Sasuke tragó saliva. A ninguno de los dos les gustaba la noticia.

 

– Yo no me quiero ir. –Murmuró con tristeza.

 

– Y yo no quiero que te vayas. –Dijo, viéndolo a los ojos.  

 

Naruto se sorprendió por las palabras de Sasuke. Esperaba que hiciera algún comentario molesto acerca de que estaría libre de él o algo por el estilo, quizás una broma, pero nunca una declaración honesta. A pesar de ser grandes amigos, pocas veces decían sus sentimientos tan honestamente. Sasuke caminó hasta donde estaba Naruto y tomó asiento a su lado. Permanecieron en silencio por unos minutos en los que se apreció el sonido de los murmullos en la planta baja y las campanillas que hacían tocar los recién llegados frente al altar.

 

– Ellos realmente ya no están, ¿Cierto? –Murmuró Naruto, posando la barbilla en sus rodillas.

 

– Eso parece… –Bajó la mirada con tristeza, pasando el trago amargo de la situación.

 

– Si me voy a Okinawa… –Murmuró– Entonces me sentiré solo… –Una película de lágrimas sin derramar se formó en sus ojos– Si me quedo aquí, aun tendré tu compañía  y la de Itachi. Pero si me voy…

 

– Eso es lo que deberías decirle a Iruka-sensei. –Reprochó débilmente– Esto no sólo te afecta a ti… –Reclinó su cuerpo para que su hombro tocara el de Naruto y le pasó una mano tras la espalda, simulando un abrazo.

 

– Pero tú sigues teniendo a Itachi… –Le recordó. Recargó la cabeza en el hombro de Sasuke que estaba cerca de él, dejándose consolar. Sasuke chasqueó la lengua, intentando encubrir su vergüenza con molestia, sobre todo por lo que estaba a punto de decir.

 

– Incluso aunque Itachi esté aquí, si tú te vas entonces… yo también… –Naruto ladeó el rostro sin moverse de su lugar. Sólo para distinguir la cara de Sasuke, quien fruncía el ceño, viendo a otro lado– Me sentiré solo si no estás por aquí molestando como siempre… yo no podría pasar por esto si no estuvieras aquí.

 

Naruto se le quedó mirando hasta que sintió la mano de Sasuke pasar de su espalda a sus ojos, cubriéndolos. En medio de la oscuridad, sonrió, sabiendo que Sasuke había hecho eso por estar avergonzado. Pero volvió a ponerse serio rápidamente. Por unos momentos Naruto caviló que, no parecían tomar la muerte de sus padres como se suponía debían hacerlo.

 

Habían llorado, si. Pero a pesar de la tristeza que se sintió en el pecho, junto al vacío e impacto de la noción de que aquellas personas que les habían dado la vida, criado y amado no estarían más junto a ellos, no estaban inusualmente devastados. ¿Sería porque aun eran niños?

 

Naruto sintió el silencio del desván, y la mano de Sasuke se retiró de sus ojos lentamente, permitiéndole volver a ver. El perfil serio de Sasuke se incrustó en la retina de Naruto y se le quedó mirando un rato. Ignoró si Sasuke era consciente de su escrutinio y lo dejó pasar, o si él también estaba inmerso en sus propios pensamientos de la situación. Naruto no sintió esa falta de fuerzas y ganas de vivir que muchos adultos decían experimentar ante la pérdida de algún ser amado. ¿Realmente era por su edad? ¿O es que… simplemente era porque ninguno de los dos se sentía solo mientras se tuvieran mutuamente? Levantó la vista, viendo el volar de algunas motas de polvo contra la luz. Permanecieron ahí hasta que ambos prepararon el discurso que le dirían a Iruka, para impedir que Naruto se mudara de ciudad. Ninguno de los dos estaría solo realmente, pero si alguno de ellos hacía falta, entonces era lo mismo que la soledad.

 

 

 

 

 

Naruto abrió los ojos un segundo antes de parpadear pesadamente a causa de la intensa luz que llenaba la habitación. Su cuerpo pareció resentir en ese momento las muchas horas que había dormido y, al igual que él, su estomago estaba despertando después del tiempo sin comer. Sólo fueron unos segundos de paz cuando, cada recuerdo del día anterior llegó a su cabeza. Naruto sintió el momento en el que se le cerró la garganta de nuevo y los ojos se humedecieron. Su cuerpo tembló en un sollozo y comenzar a llorar otra vez.

 

– Sasuke…

 

 

 

 

 

 

 

La fortaleza se encontraba sumida en un silencio fúnebre. Itachi, después de calmarse, colocó de nueva cuenta la máscara de líder y reunió a todos en el comedor. Mencionó unas improvisadas palabras de condolencia y declaró el luto por un día. Bajo la mirada compasiva de los habitantes, Itachi se retiró a su cubículo en la tercera planta y no volvió a bajar.

 

Deidara se ofreció a subir la cena a la habitación de Itachi y, a duras penas, logró que comiera parte de la ración, para después dejarlo dormir. La noche anterior había sido la primera ocasión en la que Itachi se mostró abiertamente vulnerable, y aquello había tocado fibras sensibles en muchos. Itachi era un buen líder. El anciano Atsushi, quien había estado enfermo desde la caída de Itachi, Nagato y Deidara, vio el potencial y la nobleza de un buen dirigente en el mayor de los Uchiha.

 

Atsushi había permitido que Itachi se desenvolviera como cazador por un corto tiempo y, al cumplir un año en la fortaleza, lo presentó como líder potencial a todos los habitantes. No hubo ninguna negación por parte de la población. Itachi se había ganado la confianza de las personas a base de acciones. Todos conocían su temple, lo centrado de su mentalidad, su generosidad y responsabilidad. Y sobre todas las cosas, confiaban en el juicio del anciano Atsushi. Sabían que tenía el don de leer correctamente a las personas.

 

Itachi fue instruido en todo lo que se refería a mantenimiento y registro dentro del castillo. Aun cuando era una comunidad relativamente pequeña, el conteo de las raciones, la supervisión de los sembradíos, los materiales, las labores, eran cruciales para la supervivencia de todos. Un error, un descuido y todos sufrirían con las consecuencias. Los habitantes se encontraban en una situación en donde si se perdía un cultivo o se abusaba del uso de ciertos materiales, se provocaría una escases angustiosa. Cada cosa dentro de la fortaleza necesitaba observación minuciosa.

 

Siempre debían de presentarse reportes regulares, se debían comparar resultados con estados anteriores, se debían hacer bitácoras,  se debía atender los problemas de los ciudadanos, se debía satisfacer hasta las más mínimas necesidades. Se debía tener un registro sobre el estado del castillo, áreas dañadas por clima, estado de los muebles, estado de los servicios. Ser líder de la fortaleza significaba ser el ojo vigilante, la mano protectora y la espalda que cargaba con todos los problemas. El líder debía también ser el juez, el mediador y el ejecutor. Su deber también radicaba en mantener la armonía. Asegurarse de que todos se llevarán bien, y si no era posible, asegurarse de que todos estuvieran tranquilos y alejados de las riñas entre ellos.

 

Todas y cada una de esas cosas era deber del líder y era aplicado diariamente. No tenía días libres, no tenía recesos. Se era líder las veinticuatro horas al día. Se era líder al dormir y al despertar. Se era líder hasta morir. Y si el líder podía sentir su muerte cerca, su obligación era buscar de entre los habitantes a su reemplazo y enseñarle todo lo que se le enseñó a él, asegurándose de explicarle que, a su debido tiempo, él también tendría que tomar a un discípulo que lo precediera. Tal y como habían hecho con Atsushi.

 

El anciano Atsushi, observando como Itachi se desempeñaba, consideró que quizás la fortaleza estaría en presencia de su primer líder caído, y posiblemente, su mejor líder. La noche de frío invierno cuando Atsushi se fue a dormir sintiendo ese irregular y pesado palpitar en su corazón, no tuvo temor de no despertar el día siguiente. La fortaleza estaría en excelentes manos. Y tal y como presintió, Itachi lo encontró la mañana siguiente, con apariencia dormida, tranquilo y una sonrisa de alivio, dejando ese mundo sin ningún pendiente.

 

 

 

 

 

 

 

Deidara subió despacio por las escaleras, llevando una bandeja con la ración para el desayuno. Esperaba encontrar a Itachi aún durmiendo, o quizás, en algún estado de depresión. La pérdida de su hermano menor a pocos meses de haberse reencontrado, debía de ser un duro golpe.

 

 Era bien sabido por Deidara, lo mucho que Itachi se preocupaba por su hermano menor. Cada día, desde que habían caído en ese mundo, no dejaba de mencionar esporádicamente, cuan inquieto estaba por saber cómo Sasuke se las estaría arreglando con su ausencia. Se preguntaba cómo habría tomado la noticia de su desaparición, si comía adecuadamente, si asistía a la escuela, si lo hacía muerto y estaba deprimido de volver a perder a alguien de su familia. Al mismo tiempo, Itachi intentaba tranquilizarse a sí mismo. Mencionaba lo independiente que era Sasuke y que seguramente encontraría el modo de permanecer estable. Se convencía de que Sasuke no estaba realmente solo. Tenía a Uzumaki Naruto, su amigo de la infancia, a su lado para apoyarlo. Y tenía a Iruka-sensei, que sabía no dejaría solo a su hermano y la haría también de su tutor si hiciera falta.

 

Deidara llegó hasta la última planta y caminó por el pasillo hasta donde se encontraba la oficina y habitación del líder. Abrió la puerta empujándola con el hombro y entró. Se detuvo en seco al escuchar el rozar de la pluma sobre el papel y levantó la vista, sorprendido. Uchiha Itachi se encontraba en su escritorio, escribiendo lo que parecía uno de los reportes matutinos, concentrado también, en algunos documentos sobre la mesa. Llevaba el rostro serio, casi monótono.

 

– ¿Que estás haciendo? –Inquirió Deidara ante la imagen frente a él. Itachi levantó la mirada de su trabajo al escuchar la pregunta.

 

– Ah, ya llegaste. ¿Tienes contigo los reportes de tu área? –Reanudó la escritura, volviendo a bajar la vista.

 

– Te hice una pregunta, Itachi. –Itachi suspiró cansinamente.

 

– Estoy haciendo mi trabajo, como puedes ver. –Su voz salió desprovista de emociones. Deidara frunció el ceño y terminó de entrar a la habitación, cerrando la puerta tras él con el pie.

 

– Sé lo que estás haciendo. Lo que te estoy preguntando es: ¿Por qué estás trabajando después de lo que pasó ayer? –Dejó caer, casi con brusquedad, la bandeja con el desayuno sobre el escritorio.

 

– Soy el líder de esta fortaleza. –No dejó su labor de lado, concentrado en la redacción– No puedo darme el lujo de ponerme a llorar, o de deprimirme. Hay trabajo que hacer, Deidara.

 

– Juro que no te entiendo, Itachi. –Se dejó caer sobre una de las sillas frente al escritorio, bufando– Ayer estabas llorando, como dios manda. Nadie va a reprocharte si te tomas un día o dos, ¿Sabes?

 

– No los necesito. –Detuvo su acción y miró a Deidara a los ojos– No importa si lloro, me deprimo o me encierro en la habitación. Sabes mejor que nadie, que nada de eso traerá de regreso a Sasuke.

 

– Lo sé, pero… era tu hermano, Itachi. Por dios, debes sentirte terrible. –Se frotó el cuello con nerviosismo. No sabía si estaba teniendo el suficiente tacto como para entablar el tema– Lo que quiero decir es que, al menos trata de demostrar un poco tu dolor… todos pensarán que no te importa.

 

– Me importa, y mucho. Y sólo yo debo saber lo mucho que me duele. Claro que me duele. –Una tentativa capa húmeda le cubrió los ojos, pero fue controlada inmediatamente– Créeme que deseo como no tienes idea tirarme sobre la cama y llorar lo que me resta de vida, pero no puedo hacer eso. Me cuesta mucho trabajo no llorar incluso mientras estamos hablando, me cuesta tratar de trabajar… pero no puedo hacer otra cosa. Hay más personas que también perdieron a alguien ayer, y no necesitan a un líder incompetente ahora.

 

– Eres alguien de admirar, hombre. –Itachi tomó el cumplido con humildad– Pero, en fin. Si esa es tu decisión, que así sea. –Trató de sonreírle, otorgándole ánimos y apoyo. Itachi asintió.

 

– ¿Traes los reportes? –Inclinó la cabeza al no verlos a simple vista. Deidara gruñó y se levantó de su lugar.

 

– Iré por ellos ahora. –Caminó hacia la puerta y, antes de salir, volteó a ver a Itachi una vez más– Desayuna mientras voy por ello. Y por favor, líder. Tome en cuenta nuestra situación y termínese toda su ración, no deje sobras como ayer que no estamos para esa clase de lujos. –Itachi asintió con obediencia. Entonces Deidara salió de la habitación, cerrando la puerta.

 

Itachi dirigió la vista hacia el desayuno de esa mañana. Notó que los frijoles ya habían germinado y habían hecho una sopa con ellos. Eso significaba que el arroz debería de estar en su punto antes de la primera nevada, por lo que pronto debería dar la orden de su recolección en el sembradío cerca del río, donde el agua fluía constantemente y mantenía los pequeños surcos inundados, justo como se necesitaba. Alcanzó el cuenco de madera y suspiró sin mucho ánimo de comer pero, tal y como había dicho Deidara, no podía darse el lujo de rechazar la ración y desperdiciarla. Sintiendo la madera del cuenco tibia por la sopa recién servida, comenzó a comer lentamente.

 

En medio de los sorbos, sintió las lágrimas descender por su rostro. Después las limpiaría antes de que Deidara regresara. Pero por ahora, necesitaba ese silencioso desahogo. Dolía mucho. Dolía la sola idea de que él estuviese comiendo para vivir, porque tenía la obligación de hacerlo. Debía de vivir para la fortaleza y sus habitantes. Debía vivir aunque no tuviera un motivo, sólo una obligación. Debía vivir mientras su hermano menor, no había podido hacerlo. El niño que había visto crecer, con quien jugó, a quien amó, de quien cuidó hasta verlo convertido en hombre, y que no estaba más. Su estúpido y amado hermano pequeño.

 

 

 

 

 

 

 

– Creo que deberíamos avisarle a Itachi-san… –Murmuró Rock Lee, preocupado. Miró a sus compañeros que cenaban en la misma mesa dentro del comedor.

 

– ¿Qué? ¿Hoy tampoco bajó? –Kiba apretó la cucharilla de madera con fuerza– ¿En que está pensando ese idiota? –Sus ojos mostraron un deje de rabia y tristeza.

 

– La muerte de Uchiha Sasuke ha sido tan lamentable como las demás. –Habló Shino desde la orilla de la mesa– Sin embargo, Itachi-san ha sabido sobrellevar la perdida. No puedo creer que Uzumaki Naruto se esté comportando de esta manera cuando sólo era su amigo.

 

– Cierren la boca ustedes dos. –Shikamaru frunció el ceño– Es comprensible que Shino piense así, pero tú sabes que Sasuke era muy importante para Naruto, Kiba. –Inuzuka apretó los labios y bajó la mirada–  Todos los días estaban juntos, y de boca del mismo Naruto escucharon que ha sido así desde que nacieron. El dolor de Naruto no es menor al de Itachi-san.

 

Se hizo un silencio tenso mientras continuaron con su cena. Ese sería el quinto día después de la catástrofe ocurrida con el equipo; The Seers.  La perdida de la mitad de un equipo de cazadores afectaba a todos. Shikamaru sentía el peso de la culpa sobre los hombros a cada minuto. El silencio luctuoso había terminado, pero aún así, podía palparse la tristeza dentro del castillo.

 

– Me preocupa mucho Naruto-kun… –Reanudó Lee– Pero no sólo él, también me preocupa Momoe-san, Shoko-san y Yurie-san… tampoco han querido salir de sus cubículos.

 

– Si. Y Shoko-san acababa de comprometerse. –Coincidió Chouji– Momoe-san embarazada… Yurie-san enferma… Esto parece un desastre, ¿Verdad? 

 

– Ninguna me recibió cuando fui a expresarles mis condolencias… –Shikamaru posó la frente entre sus manos– Tampoco las culpo… soy la última persona que quieren ver. Soy quien debía cuidarlos y falló…

 

– No digas eso, Shikamaru-kun… –Lee dejó a un lado su cuenco vacío, recargándose en la mesa– Tus ordenes no fueron equivocadas.

 

– Incluso Itachi-san te lo dijo, ¿No es así? –Mencionó Kiba, al recordar como Shikamaru pidió disculpas a Itachi frente a la junta de grupos– Nada de esto fue culpa tuya, nadie puede predecir la aparición del manto y mucho menos de las bestias.

 

– Pero… ¿Por qué sólo fueron tras ellos? –Nara apretó los ojos, y trató de contener las lágrimas– Yo… se suponía que les había indicado el camino seguro, entonces… ¿Porque? –Su voz dejó escapar la frustración que había estado tratando de ocultar– Mis cálculos eran correctos. Las bestias siempre aparecen en un terreno explanado, no había razón por la que estuvieran en las grietas… –Todos en la mesa lo observaron con compasión. La culpa lo estaba consumiendo– Pareciera que pudieran olfatear el miedo que les tienes… pareciera que pudieran percibir cuando alguien te importa y con toda la malicia fueran tras de ello…  –Los hombros le temblaron– Pareciera que esos monstruos sólo quieren volverte loco…

 

– Shikamaru… –Susurró Chouji. Le dio unas suaves palmadas en la espalda sin decir nada más.

 

No había palabras para consolar a un capitán que había perdido tanto. Era la primera vez que The Seers tenía perdidas desde hacía ocho años. El padre de Shikamaru, había aprendido de la peor forma como elaborar estrategias. Cada una le había costado un miembro del grupo, pero cuando terminó de analizarlas, The Seers no había vuelto a derramar ni una gota más de sangre. Shikamaru sentía que había decepcionado a su padre. Había seguido al pie de la letra las estrategias que él había dejado, y mentalmente había hecho otras para asegurar la supervivencia del equipo. Así que era la primera vez que pasaba por ello. Esperando también, fuera la última. Puesto que si volvía a pasar por un golpe como ese, no estaba seguro de ser capaz de recuperarse.  

 

– Ah, Sakura-san… –Exclamó Lee, llamando la atención de todos, de nuevo.

 

Los jóvenes dirigieron la vista hacia la entrada del comedor, donde Sakura estaba entrando con una bandeja. Se notó decaída y con ojos enrojecidos. Sin muchos rodeos, se dirigió hacia la mesa de los chicos en cuanto los vio. Dejó caer su cuerpo en la banca cuando le hicieron un espacio libre, y suspiró con cansancio.

 

– ¿Cómo está Naruto? –Preguntó Kiba para romper el silencio. Sakura negó lentamente.

 

– Igual… –Murmuró– No ha querido comer demasiado. Dejó casi todo lo de su ración, incluso aunque intenté obligarlo… –Volteó a mirarlos, decaída– Estoy muy preocupada por él. No quiere levantarse de la cama y parece que llora todo el día… –Sakura estrecho sus manos  las apretó– Está muy mal… tengo miedo de que cometa una locura.

 

– Esto ya es demasiado. –Gruñó Kiba– ¿Qué gana ese idiota dejándose morir así?

 

– Sasuke-kun era muy importante para él. –Regañó Sakura– Yo… yo comprendo que esté tan dolido. –Miró hacia el suelo.

 

Sakura también había estado muy deprimida. Sasuke había sido el primer chico del que se había enamorado. Quizás no lo conocía muy bien, pero las conversaciones que había mantenido con él le habían dejado claro que era un hombre inteligente, serio y sagaz. Era un excelente cazador a pesar de ser un caído. Era lo suficientemente fuerte como para enfrentar a alguien como Nagato. Era apuesto y parecía que tenía aún mucho que dar. Sakura había llorado mucho también. Incluso Ino había derramado algunas lágrimas por Sasuke. Pero Sakura sabía que ese dolor no se comparaba en nada a lo que sentía Naruto. Naruto parecía sufrir aún más que Itachi, que era hermano de sangre de Sasuke.  

 

– Sugerí que tal vez deberíamos avisarle a Itachi-san –Dijo Lee. Sakura sospesó la propuesta, apretando los labios.

 

– Quizás sea una buena idea, pero Itachi-san tampoco parece querer lidiar con esa clase de cosas. –Todos en la mesa le prestaron atención tras esas palabras. Sakura se reclinó cerca de ellos, para hablar en voz baja– Escuché sin querer que, Deidara-san ha estado alejando lo más posible del líder el seguimiento de las viudas y madres de los cazadores que murieron.  

 

– No lo comprendo… –Susurró Kiba– ¿Itachi-san ha declinado de los casos? –Sakura negó.

 

– Deidara-san se ha encargado personalmente de ello… –Dijo– Pero tampoco Itachi-san ha preguntado. Creo que Itachi-san no quiere deprimirse y deliberadamente lo ha dejado estar. Nadie ha dicho nada, porque comprenden que la pérdida de su hermano menor ha sido un golpe muy fuerte, pero…

 

– Pero de esa manera, si le contamos de Naruto, no podrá hacer nada. –Finalizó Shikamaru. Sakura asintió. Volteó a verla– ¿Deidara-san sabe del estado de Naruto?

 

– Igual que todos, y aún así no ha acudido a verlo. –Mencionó preocupada. Todos mostraron una mueca de desaprobación.

 

– ¿Y porque carajos Deidara ha pasado de Naruto? –Reclamó Kiba.

 

– No lo sé… –Sakura bajó la mirada– Quizás está haciendo tiempo. Sabe que el único al que Naruto escuchará, será a Itachi-san… pero hasta que él no pueda recuperarse en un par de días más, Naruto no tendrá ayuda.

 

– Pero Naruto-kun está muy mal… –Protestó Lee– Sakura-san misma ha dicho que no ha comido bien, ¿Qué pasa si él no tiene un par de días más? –La tensión subió en la mesa. Pensar en la peor de las consecuencias, lejos de ser exagerado, era una realidad bastante latente en un mundo como el suyo.

 

– Yo creí que Itachi-san estaba bien. –Shino se acomodo las gafas, sin embargo, también pareció intranquilo.

 

– Es porque él dijo que estaba bien, e inmediatamente comenzó a trabajar. –Asintió Sakura– Estuvo bien los primeros dos días, pero Deidara-san notó que ir a hablar con las viudas fue mucho para él. Y entonces lo suplantó. Dejó que Itachi-san se hiciera cargo de las cosas regulares, mientras él hacía seguimiento de las mujeres.

 

– Entonces, ¿Eso es todo? –Kiba frunció el ceño– ¿Vamos a esperar a que Itachi-san se haga cargo?

 

– No hay mucho de donde escoger, por si no te has dado cuenta. –Shikamaru dejó escapar un suspiro. No importaba que problema se presentara, parecía que él era impotente para solucionarlo– Nosotros no podemos meter la nariz sin delicadeza…

 

– Sakura-san… ¿Naruto-kun no ha dicho algo? –Preguntó Lee– Quizás en verdad hay algo que nosotros podamos hacer, sin tener que molestar a Itachi-san…

 

– Naruto no me ha dicho nada… –Se sintió inútil– Y para ser sincera, yo también he sido muy cobarde como para siquiera mencionarle a Sasuke-kun. –Desvió la mirada. Los hombros le temblaron, y Sakura tragó un quejido, volviendo a ver a los presentes en la mesa–  Ni siquiera sé que decirle realmente.

 

De nueva cuenta, se hizo un silencio en la mesa. Todos miraban hacia algún punto distinto, intranquilos por la situación. La mayoría de los que estaban en la mesa, habían tratado con Naruto más de una vez y les simpatizaba. En el caso de Lee y Kiba, representaba un buen amigo cercano. Después de meses de convivencia, entrenamiento juntos, charlas y peleas. Naruto era un miembro importante del círculo. Que un amigo estuviera en problemas, y ellos no pudieran ayudarlo, era frustrante.

 

Kiba se puso de pie, golpeando la mesa con las palmas abiertas. Todos se sobresaltaron por el inesperado sonido y voltearon a verlo, interrogantes. Kiba hizo el banquillo hacia atrás y se libero del mesón. Dio dos pasos hacia la puerta, y cuando pasó por detrás de Shikamaru, este le tomó del brazo para detenerlo.

 

– ¿A dónde crees que vas, Kiba? –Su voz sonó mas a reclamo que a una pregunta. Kiba se zafó de su agarre con un manotazo.

 

– Yo no voy a quedarme sentado, lloriqueando. Voy a subir a ese maldito cubículo y sacar a Naruto a patadas. –Comenzó a dar pasos airados hacia la salida del comedor. Todos inmediatamente se pusieron de pie, yendo tras él.

 

– ¡No puedes hacer eso! –Sakura corrió hasta ponerse frente a Kiba, bloqueándole el paso. Llamando la atención de todos los presentes en el comedor sin querer– Por favor, trata de ser más comprensivo, Kiba.

 

– Lo siento, pero yo no voy a tratar a la princesa Naruto como si estuviera hecho de vidrio. –Empujó a Sakura con impaciencia por el hombro. Kiba escuchó el reclamo de Rock Lee, pero no se detuvo.

 

Apretó los puños con mayor fuerza a cada paso que daba. Escuchó los pasos de todos ir tras él, pero dejó de prestarles atención cuando se dio cuenta de que no tenían más intención de detenerlo. Llegó a la escalinata y la subió dando saltos. Cuando llegó al pasillo del segundo piso caminó directamente hacia la puerta del cubículo. Abrió la puerta de par en par causando un estruendo.

 

El cubículo estaba oscuro a pesar de que estaban a media mañana. La ventana estaba cerrada y se percibía un fuerte olor a humedad. Seguramente del rocío de las madrugadas y que no fueron ventiladas. Había una figura sobre la cama hecha un ovillo entre las sábanas. El ambiente abofeteó a Kiba de improvisto. La pena en esa habitación era increíblemente fuerte. Algo como una nube pesimista y embriagadora que incluso hizo sentir el pecho de Kiba ser inundado por una inexplicable tristeza. Nadie debería estar en una habitación como esa. Ahora entendía porque Sakura temía que Naruto cometiera suicidio. Con una atmosfera así, cualquiera lo contemplaría.

 

– Naruto… –Murmuró todavía desencajado. Dio un par de lentos pasos en dirección a la cama– Naruto… ¿Estás despierto? –Dijo ahora con nerviosismo.

 

El ovillo de sábanas  se movió en su mismo lugar, arropándose. Esa acción hizo que la furia de Kiba resurgiera rápidamente. Llegó hasta los pies de la cama en un par de zancadas. Sin delicadeza jaló las sábanas  fuera de la cama, obligando que el cuerpo se diera media vuelta por la fuerza del movimiento. Naruto se encogió por la sorpresa, pero no hizo más movimiento que ese.

 

– ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo, Naruto?! –Vociferó Kiba, tirando las sábanas al suelo con desprecio– ¡Te estoy hablando, maldita sea! –Se inclinó hacia él y con violencia le dio la vuelta para tomarlo del cuello de la camisa. Naruto mantuvo la mirada perdida pese a que tenía la cara de Kiba gritándole a sólo unos centímetros– ¡Te he dicho que me respondas! –Lo zarandeó.

 

Eso hizo que Shikamaru y Lee, que se habían quedado en el marco de la entrada, corrieran hacia Kiba para hacerlo soltar a Naruto. Shikamaru tomó a Naruto de los hombros y lo sentó en la orilla de la cama. mientras que Rock Lee sujetó a Kiba por la espalda, obligándolo a que retrocediera. Sakura se cubrió la boca con las manos, conteniendo el llanto.      

 

– ¡Eres malditamente patético! ¡¿Me escuchaste, Naruto?! ¡Eres débil! –Gritó mientras forcejeaba contra Lee, que lo intentaba sacar fuera de la habitación– ¡Me enfermas! ¡No eres mejor que una de esas mujeres que sólo lloran por su amante! ¡Imbécil! ¡No sirves para este mundo! –Los ojos de Kiba se llenaron de lágrimas de rabia y frustración– ¡Eres un cobarde! ¡Dejándote morir por la ausencia de Sasuke! ¡¿Crees que él hubiera querido que hicieras esto?! ¡Eres un completo inútil ahora! ¡Tal vez deberías ahorrarnos todo esto y saltar de la maldita ventana! ¡Al menos ten el valor de siquiera hacer eso! ¡Estúpido! 

 

– ¡Ya basta, Kiba-kun! ¡Es suficiente! –Rock Lee logró sacarlo hasta el pasillo, fuera de la vista de Naruto. Sakura se fue con ellos, cerrando la puerta.   

 

Naruto cerró los ojos con dolor y agachó la cabeza, apenas consciente de que Shikamaru estaba sentado a su lado, sosteniéndolo por los hombros. Comprendió claramente cada una de las palabras de Kiba. Comprendió incluso el motivo por el cual estaba tan molesto, pero ni siquiera verlo estar tan decepcionado de él, logró calarle en el cuerpo lo suficiente. Ningún dolor podía distraerlo del que sentía ya. Percibió las manos de Nara darle una caricia en los brazos, buscando reconfortarlo. Luego permanecieron en silencio un momento, hasta que Shikamaru suspiró.

 

– No tomes en serio las palabras de Kiba, ¿Si? –Susurró– El sólo está preocupado por ti, pero no sabe como demostrarlo. La verdad es que… –Dijo–…todos estamos preocupados, no sólo Kiba.

 

Naruto permaneció con la cabeza gacha, sin saber cómo responder.

 

– Yo sé… que todo esto es duro. –La voz de Shikamaru bajó hasta sonar tan lamentable como Naruto se sentía– No eres el único a quien perdió alguien ese día. Todos ellos fueron amigos nuestros, todos fueron importantes. –Continuó– Pero debes de comprender que no por eso debas rendirte tan fácilmente.

 

Los hombros de Naruto temblaron. Se abrazó a sí mismo, no queriendo mostrarle a Shikamaru que estaba a punto de llorar. Nara se dio cuenta de inmediato, pero decidió continuar con lo que estaba tratando de decirle.

 

– En cierta parte, creo que Kiba tiene razón… ¿Crees que Sasuke hubiera querido que te hicieras esto? –Naruto agrandó los ojos con dolida sorpresa, pero no pudo ser visto– Yo no tengo muy claro cuáles eran los planes que tenían ustedes, pero puedo adivinar que consistía en luchar juntos, ¿No es así? –Se llevó las manos detrás de la cabeza, como si quisiera aligerar el ambiente, haciéndolo más informal– Todos sabemos dentro de nuestros corazones que algo como esto nos llegará algún día. Ya sea por una enfermedad, por un accidente o por salir al exterior, esto nos pasará algún día. Sé que quienes en verdad sufren son los que se quedan atrás, como nosotros. –Volteó a ver a Naruto, contemplando lo indefenso que parecía en ese momento. Le palmeó lentamente la cabeza– Es por eso que, debemos de seguir viviendo por ellos. Si hay algo que ellos quisieron cumplir, nosotros podemos hacerlo en su lugar. En nosotros está el dejar que ellos se pierdan para siempre u honrarlos con nuestras acciones… –Entrecerró los ojos con melancolía–…O al menos… eso fue lo que me dijo mi padre que hiciera. –Naruto levantó la cabeza, lo suficiente como para ver el rostro de Shikamaru. Nara le sonrió con tristeza– Mi padre también murió afuera… el que yo sea líder de equipo se lo debo a él… yo intentaré seguir viviendo para lograr todo eso que él no pudo. Yo continuaré viviendo para poder recordarlo y así mantenerlo con vida... aquí. –Posó una mano sobre su pecho, señalando el corazón– Para eso nos sirve continuar, Naruto. Para poder seguir recordándolos.

 

Naruto apretó los labios. Sus ojos se cubrieron de una película húmeda que tercamente retuvo. Shikamaru sintió un ligero alivio al verlo cambiar de expresión. Había logrado que los ojos de Naruto adquirieran un poco mas de vida. Quizás era un recuerdo triste o sentimientos demasiado nostálgicos como para ser oportunos, pero era mejor eso al vacío que antes había mostrado. Nara se puso de pie y volvió a palmear la cabeza de Naruto, como si fuera un niño pequeño.

 

– Piensa en eso un poco… y después verás las cosas de una forma diferente. A pesar del dolor que sientes ahora, llegará un momento en el que puedas volver a levantar el rostro y continuar. –Dejó su lugar junto a Naruto y caminó hacia la entrada, abriendo la puerta– Te dejaré que descanses. Pero, recuerda que te estamos esperando… no estás tan solo como crees.

 

El sonido de la puerta cerrarse creó un eco en las paredes de piedra y provocó que toda la miseria regresara. Naruto se dejó caer en la cama, viendo por el tragaluz como la luz se volvía gris. Rodó hacia un lado, encogiéndose en su lugar. Un sollozo escapó de su boca, pero ni siquiera tuvo fuerzas para llorar otra vez. Naruto podía entender todo lo que le habían dicho. Pensando con claridad, se preguntó si de forma inconsciente, efectivamente, se había intentado dejar morir. La perdida de Sasuke era suficiente como para desmoronar todo el sentido por continuar. No podía ponerse de pie tan fácilmente.

 

Sasuke siempre había sido uno de los pilares más significativos en su vida. Había sido el primer mundo que conoció. El primer lazo que formó y el más fuerte. Sin él, Naruto sentía que no le quedaba nada más. Y por si fuera poco, Sasuke había representado para él, un sentimiento más poderoso que la hermandad, la amistad y el amor. Se había enamorado irrevocablemente de él. Y nunca se lo dijo. Quizás Sasuke lo había notado, pero aun así, no haberlo puesto nunca en palabras, era otro golpe.

 

Volteó a ver el lado de la cama donde durmió Sasuke. A esas alturas ya no había ni un solo rastro de su olor. Todo ahora tenía aroma de humedad y vacío. Sumergido en la oscuridad, abandonado y solitario. Naruto era uno más de los muebles de ese cubículo. No tenía un uso. No tenía un propósito. No tenía una voluntad. Con ese pensamiento, sus ojos se cerraron sin notarlo.

 

 

 

 

 

Las fauces se detienen sobre su figura. El aliento, que apesta a muerte, le golpea el rostro. Abre los ojos, y se pregunta qué es lo que detuvo al demonio. Levanta la mirada. Los ojos brillantes le observan. Fijos y concentrados, ese demonio le analiza. Es inteligente. Es perverso. Retrasa el momento de agonía. Le impregna miedo. A pesar de la sorpresa, el dolor no abandona su cuerpo. Huesos rotos. Piel cortada. Sangre. Golpes. No tiene la condición para levantarse y huir. Pero tiene la voluntad de pelear. Las patas del demonio, a cada lado de su cuerpo, entierran las garras en la tierra roja. Roja, por la maldición de esa pesadilla. El ronroneo del monstruo sale en un suspiro y le mece el cabello. Busca desesperadamente por sus piernas algo que le sirva para defenderse. Siente el pinchazo puntiagudo de algo que había olvidado que traía encima. Lo sujeta con fuerza y lo saca de las telas. El monstruo se da cuenta. Levanta su cuerpo y gruñe. Lo ha decidido. Peleará. No caerá tan fácilmente. Su muerte será un problema para ese demonio. Aunque el resultado esté decidido, no se rendirá. Se posa sobre su mano herida y ejerce fuerza. Busca ponerse de pie. Se tambalea y se levanta. Aprieta los dientes al escuchar un segundo chasquido venir de su pierna rota. El demonio retrocede, ofendido. Los ojos brillantes se entrecierran, notando el desafío de su presa. Los dientes se alinean como una sonrisa macabra. La diversión malsana y sádica de un demonio. Agazapa su enorme cuerpo, abriendo las fauces. Aprieta fuertemente el arma. Siente el filo cortar su palma. No presta atención, no se distraerá en una pequeña herida más. La bestia ruge y salta en su dirección. Grita con coraje y adelanta el arma de su cuerpo. Morirá combatiendo.

 

 

 

 

 

– Naruto. –Naruto abrió los ojos de golpe. Abrió la boca, intentando meter aire a sus pulmones. Su cuerpo tembló, lleno de adrenalina– Naruto, ¿Estás bien? –Naruto viró sus ojos hacia la voz, encontrando el rostro preocupado de Itachi.

 

– Itachi… –Murmuró. Hizo un gesto cuando sintió un dolor en su garganta. Su boca estaba demasiado seca– ¿Qué haces aquí? –Se sentó con esfuerzo. Notó la luz de vela en la habitación y notó que ya había oscurecido. Se había quedado dormido otra vez.

 

– Shikamaru y Kiba vinieron a verme… –Dijo, pasándole el termo con agua que traía consigo. Naruto gimió, sabía que era lo que le habían dicho a Itachi; tomó el termo y lo destapó, llevándoselo a la boca, bebiendo– Yo… no sabía que estabas en esta condición. –Dijo con culpabilidad.

 

Naruto desvió la mirada. No había visto a Itachi desde el día en que murió Sasuke, y estaba avergonzado de lo que le había dicho. Por su culpa, Itachi se había roto delante de toda la fortaleza. Lo había acusado de no importarle la muerte de su hermano menor, cuando él sólo estaba guardando la compostura. Además, ver a Itachi le hacía recordar su dolor con más fuerza. Nada como tener un rostro muy parecido a la persona que habías perdido para terminar de sentirte un harapo. 

 

– ¿Por qué no has salido de esta habitación, Naruto? –Cuestionó. Pese a saber el motivo de la profunda depresión de Naruto, necesitaba que hablara por sí mismo.

 

– No he tenido ánimos, eso es todo. –Se encogió de hombros, devolviéndole el termo a Itachi– No voy a dejarme morir ni nada de eso. No le creas al estúpido de Kiba. –Su voz sin embargo, era demasiado calmada como para ser tomado en cuenta– Lamento que hayan tenido que ir a molestarte.

 

– No digas eso… –Murmuró, sintiéndose más culpable.

 

Algo similar le había dicho Kiba y Shikamaru, pero al contrario que Naruto, las palabras de ellos habían parecido más un reclamo. Itachi se había propuesto trabajar con firmeza para ayudar a los habitantes de la fortaleza, porque no era momento de ser un líder débil, sin embargo, tal convicción sólo se había mantenido por un par de días. Tan pronto como el golpe de consciencia de su pérdida regresó, Itachi no pudo lidiar con los daños colaterales de la última cacería. Dejó que Deidara se hiciera cargo de todo lo que se vinculara con la muerte de los cazadores. Por lo que no se había enterado del precario estado de Naruto, hasta que fueron a informárselo dos de los líderes de equipo. Y entonces rápidamente bajó para ver por él mismo, como estaba Uzumaki.    

 

– Ya estoy bien… –Dijo cabizbajo– Shikamaru y Kiba ya vinieron a darme de patadas, así que ya puedes seguir con tu trabajo… mañana bajaré al comedor y volveré a mis quehaceres.

 

Itachi apretó los labios. Naruto parecía que no se había visto en un espejo. Estaba pálido, con ojos rojos e hinchados. Su ropa arrugada y su piel seca. Parecía que no había tomado un baño en esos días, su cabello estaba hecho un desastre lleno de nudos y pelos de las pieles sobre la cama. Su mirada tenía un aspecto de profundo abandono. Y esa imagen fue una grave punzada en el corazón de Itachi. Había perdido a sus padres, había perdido a su hermano pequeño. Naruto era todo lo que le quedaba para recordarlo, y lo había descuidado de esa forma. Si algo terrible le hubiese pasado, Sasuke jamás se lo hubiese perdonado.

 

Con ese pensamiento en mente, rápidamente se acercó a Naruto y lo atrajo en un abrazo. El cuerpo de Uzumaki se puso rígido por la sorpresa, pero lentamente se relajó. Sentir el calor corporal de alguien más, junto a ese sentimiento de consuelo, le hicieron salir las lágrimas otra vez. Sintió como Itachi le acarició el cabello una y otra vez. Ambos habían pasado por la misma perdida. Sólo ellos podrían llegar a entender vagamente la magnitud de dolor que sentía el otro. Ahora sólo quedaban ellos dos.

 

– Lamento haberte dejado solo, Naruto… –La voz de Itachi emergió con un temblor de llanto contenido– Estaba tan concentrado en no pensar en mi propio dolor, que ignoré el tuyo por completo. –Hizo su abrazo mas fuerte– No volverá a pasar, te lo aseguro. No perderás a más familia. –Juró.

 

Naruto era el recuerdo más fuerte de la vida de su hermano menor. Así que se aseguraría de atesorarlo tanto como le fuera posible. A pesar de que no había forma de que pudiera protegerlo de ese mundo. A pesar de que era posible que algún día también perdiera a Naruto en las garras de un monstruo. Mientras viviera, él lo apoyaría. Por la voluntad de Sasuke, porque para él, Naruto siempre fue la personas más importante.

 

Se separó lentamente y miró con atención a Naruto. En ese momento no tenía a un joven hombre de dieciocho años. Tenía al pequeño Naruto de ocho años que recién había perdido a sus padres y que retenía dolorosas lágrimas en sus ojos. El mismo temor a lo incierto. La misma vulnerabilidad. La sensación de tristeza de haber perdido a sus pilares. Pasó ambos pulgares por debajo de los ojos de Naruto, llevándose las lágrimas. Naruto lo miró a los ojos. Itachi se inclinó hacia él, posando su frente sobre la de Uzumaki. Ambos cerraron los ojos.

 

– ¿Te sientes mejor? –Naruto asintió débilmente– Bien. –Se apartó un poco para verlo– Acompáñame, ven.

 

– ¿A dónde? –Itachi le dio la espalda para caminar hacia la lámpara que había dejado sobre la mesa.

 

Naruto no tuvo más opción que ponerse de pie de la cama y buscar con la mirada sus tenis, encontrándolos cerca de la base. Los sacudió golpeándolos ligeramente contra el suelo y luego se los puso. Caminó hacia Itachi que lo esperaba en la entrada del cubículo y, por primera vez en esos días, Naruto salió de la habitación. Caminaron fuera del pasillo y bajaron por las escaleras. Naruto se dio cuenta la dirección que habían tomado, y se percató que Itachi llevaba algo bajo su brazo, pero no preguntó.

 

Tal y como se había imaginado, llegaron a las puertas de las termas. Itachi abrió la puerta y dejó que Naruto entrara primero. Le arrojó lo que tenía en el brazo y resultó una manta que envolvía un cambio de ropa. Le estaba pidiendo que se diera un baño.

 

– Te esperaré aquí afuera, no te tardes. –Cerró la puerta.

 

Naruto se quedó unos segundos aturdido. Suspiró con cansancio y se dirigió al cuarto de donde venía todo el vapor. Las termas en la noche parecían agradablemente relajantes. El tintineo de las gotas hacía un breve eco y el agua corriente, inundaba las habitaciones de piedra. Las pequeñas ventanas que hacían hilera en la parte superior de las habitaciones, dejaban escapar un poco el vapor al tiempo en que permitían entrar la luz. Azul. La iluminación se reflejaba en la piedra y convertía a todo en un tenue azul.  

 

Se detuvo donde el agua corriente no lo alcanzaba y comenzó a quitarse la ropa. La perspectiva de un baño no lo entusiasmaba, pero Itachi delicadamente se lo había ordenado. Su cuerpo olía agrio y sus ropas estaban algo rasposas, por el sudor y la suciedad general. Seguramente tenía un pésimo aspecto, pensó. En el momento en que su cuerpo se dejó hundir en el agua caliente, un escalofrío delicioso lo sacudió. En seguida el baño no le pareció nada más que una buena idea. Parecía que todo lo que había necesitado, era simplemente limpiar su cuerpo. Como si con el agua, dejara escapar la mayoría de sus pesares. Con parsimonia y ahínco se frotó con el jabón el cuerpo y el cabello. Se aseguró de lavarse dos veces y entonces salió.

 

Usó la manta para secarse el cuerpo y luego se colocó el cambio de ropa que le había dado Itachi. Notó que era su propia ropa. Seguramente había sido tomada antes de que Itachi lo despertara de su sueño. Se detuvo en medio del camino de colocarse los tenis nuevamente. El sueño. Había tenido esa clase de sueño anteriormente, pero con Sasuke alrededor, nunca le había puesto la atención necesaria. Sasuke. Su pecho recibió una honda punzada. Sacudió la cabeza.

 

El sueño lo había tenido por primera vez la noche que ellos habían caído. Y a lo largo de esos meses de estadía, esporádicamente lo había vuelto a presenciar. No era un sueño en sí. Era más como si alguna clase de experiencia extra corporal donde no veía lo que pasaba, sólo sentía. Todo difuminado en una penetrante oscuridad. Podía sentir claramente el cansancio, el dolor y el miedo. Lo que aterrorizaba a Naruto sobre estos sueños, era que parecían fragmentos de una historia. Y cada vez que soñaba con ello, le era presentada la continuación. Sabía cuál era el final. Lo sentía siempre. Morir era inevitable en ese sueño. Era una ineludible sentencia. Cuando volvía a pensar en los acontecimientos de los sueños anteriores, con mucho esfuerzo, se podía hacer una idea. Y una pregunta resurgía imparable después de cada uno de ellos.

 

¿Voy a morir?...

 

– Naruto, ¿Estás listo? –El sonido de la voz de Itachi junto al rechinar de la madera en la puerta, hicieron que Naruto diera un salto en su mismo lugar. Se colocó la manta sobre la cabeza y caminó presuroso fuera de la habitación de la pila de agua, para ver a Itachi.

 

– Si. Ya estoy listo. –Itachi asintió y abrió la puerta en su totalidad para que Naruto saliera del baño– Itachi… Sé que quizás me trajiste aquí porque apestaba pero… pude haber tomado una ducha temprano por la mañana, ¿sabes?

 

– No fue por eso que te traje aquí… –Mencionó– ¿A dónde vas, Naruto? –Preguntó cuando Uzumaki se adelantó a su paso y se dirigió hacia el pasillo de regreso al segundo piso. Naruto volteó a verlo, interrogante.

 

– ¿De regreso al cubículo? –Dejó escapar con duda. Itachi meneó la cabeza y la inclinó hacia la otra dirección. Hacia el pasillo que llevaba a la explanada frontal– No me digas que… –Dejó la frase en el aire, con cierto temor.

 

– Ven conmigo. –Dijo, continuando su camino en cuanto se aseguro que Naruto lo seguía– Esto que hago es por dos motivos. –Explicó mientras caminaban– El primero es para, obviamente, sacarte del cubículo. –Sonrió. Salieron por la puerta frontal, aquella que tantos malos recuerdos les traían, demasiado recientes y frescos. Pero se mantuvo firme– La segunda es como un castigo, por preocupar a todos tus amigos.

 

Naruto gimió adolorido en cuanto vio una sencilla fogata a los pies de la escalinata. Aquella en la que había estado cuando el manto alcanzó los muros de la fortaleza, diciéndole que Sasuke había muerto. Pero también le trajo un recuerdo sobre el castigo que les esperaba a los que eran enviados ahí. Volteó a ver a Itachi con ojos preocupados. Él sólo asintió, comprendiendo la pregunta que ni siquiera se hizo en voz alta.

 

– Vas a quedarte en la caseta de vigilancia tres días. –Tomó una pequeña bolsa de tela que Naruto sabía, no había tenido antes– Aquí tienes; pan y agua. –Declaró. Naruto cogió la bolsa que, seguramente había tomado de la cocina mientras él se bañaba.

 

– ¿Es en serio? –Preguntó lastimosamente, en una última esperanza. Itachi volvió a asentir, y Naruto bajó la cabeza, suspirando– Joder. –Comenzó a caminar hacia la muralla, Itachi lo acompañó.

 

– Puede que… no sea el mejor lugar para traerte de vuelta. –Murmuró en un lapso de arrepentimiento– Pero pienso que sería peor que sólo te dejara en la habitación. –Naruto entrecerró los ojos, deteniéndose un momento– ¿Naruto?

 

– Yo… lamento haberte dicho todas esas cosas, Itachi… –Se disculpó– Creo que simplemente me desquité contigo, y lo siento de verdad. –Itachi sonrió con tristeza, caminó hacia él y le posó una mano sobre la cabeza.

 

– No tienes porque preocuparte… lo comprendo muy bien. –Naruto levantó la cabeza. La mirada revelando remordimiento– Ven, te contaré una historia corta.

 

Subieron juntos la escalinata, llegando hasta el cuadro de piedra que hacía de caseta vigía, donde reposaba una lámpara y una manta. Se sentaron en una de las esquinas e Itachi desdobló la tela, colocándola sobre las piernas de ambos. Naruto posó la bolsa con pan a su lado. Itachi miró al cielo un momento. La noche, como todas las demás era fría, pero estaba despejada de nubes y permitía ver a todas las estrellas. Una de las cosas buenas que tenía ese mundo, era irónicamente que estaba desprovisto de seres humanos.

 

No había una mancha en esa tierra. No había contaminación, explotación o desequilibrio. El habitad reinante no permitía que los humanos que llegaban a sobrevivir, se multiplicaran lo suficiente como para causar un mal. Si. Itachi sabía que la humanidad era el mal de su mundo. Era el motivo por el cual el planeta tierra estaba en tan mal estado. La contaminación, la deforestación, la caza de animales, el poco respeto por la vida y la naturaleza, representaba la calumnia más grande. Y aun sabiendo eso, los humanos no hacían nada para remediarlo. Poseían una arrogancia asquerosa que los hacía reclamarse a sí mismos la cima de la cadena alimenticia, y por lo tanto, el derecho erróneo de hacer lo que les placía con todo lo demás. En el mundo donde estaban ahora, las enormes bestias los mantenían a raya, como si controlaran una peste. Itachi sabía todo eso, pero el sentido de supervivencia provocaba que odiara a los animales. Al final de cuentas, de eso se trataba la naturaleza en sí. Pelear por una posición, con la esperanza de escalar y no tener una amenaza mayor. Todo siempre se había tratado del miedo a morir. En este caso, miedo a ser devorado.

 

Dejó de lado sus pensamientos inusuales y se centró en lo que quería decirle a Naruto. Sería su compañía sólo por cortos minutos, después se retiraría. Dormiría, para que la mañana siguiente, pudiera hacerse cargo de sus deberes diarios como siempre hacía.

 

– Yo tenía seis años cuando mi madre me dijo que en unos meses me convertiría en hermano mayor. –Comenzó, manteniendo una voz sosegada, llena de melancolía. Naruto se arropó en su lugar, atento a lo que sabía, le iba a contar– La verdad es que al principio no sabía lo que significaba ser un hermano mayor, pero estaba muy contento. Los bebés eran pequeños y bonitos, así que saber que mis padres traerían uno a casa, me pareció algo muy emocionante. –Suspiró, viendo todavía el cielo– Siempre tocaba el vientre de mi madre, y contaba los días para que el bebé naciera. Mi mano fue la que sintió a Sasuke moverse por primera vez, incluso fui con mi madre al doctor para saber lo que el bebé sería. Un niño.

 

Naruto levantó su rostro al cielo también. El inmenso azul oscuro de la noche. Un color similar al que Sasuke había tenido en su cabello.

 

– Cuando Sasuke nació, fui el último en poder verlo dado que seguía siendo un niño. Pero, cuando mi padre me dijo que iba a conocerlo, estaba frenético. –Sonrió– Ahí estaba él entre los brazos de mi madre, una cosa toda suave y de cabellos oscuros. Recuerdo lo asustado que estaba cuando mi madre me sentó a su lado en la cama para que intentara cargarlo. Era tan pequeño, tan delicado y estaba tan dormido. Tenía mucho miedo de hacer algo mal. –Una ligera risa le escapó de la boca al recordarlo– Nunca olvidaré que pensé; Oh, este es el bebé más hermoso de todo el mundo. –Naruto apretó los labios, escuchando con atención– Poco después, la amiga de mi madre que llegó del extranjero trajo a un bebé con ella. Pensé que también era muy bonito, pero que ningún bebé se compararía con Sasuke. Complejo de hermano mayor, supongo. –Volvió a dejar escapar una risa– Yo fui el que sugerí que los pusieran en la misma cuna y así podría verlos a ambos. Y lo que pasó después, nunca lo borraré de mi cabeza. Cuando el bebé rubio abrió los ojos, Sasuke también abrió los suyos y se quedaron mirando por mucho tiempo. Se sonrieron mutuamente e hicieron gorgoritos, quizás platicando entre ustedes. –Naruto sintió una nueva ola de emoción. Le causó que los ojos se sintieran escocer– Entonces tú, Naruto… levantaste tu botella de leche y la dejaste caer encima de la cabeza de Sasuke. Sasuke estaba tan enojado que pujó y apenas se sentó para pegarte con su mano. Dios, desde pequeños ustedes pelearon…

 

Itachi abrió un segundo los labios y los cerró otra vez. El nudo en la garganta era soportable, pero la humedad que quería emergerle de los ojos, no tanto. Parpadeó para controlarla. Hablar de Sasuke era lo que ambos necesitaban ahora, sin importar lo mucho que doliera. Sólo ellos habían compartido la vida con ese hombre, y sólo ellos podrían hacer que siguiera presente a través de los recuerdos. Itachi tragó y continuó.

 

– Después de eso pareciera como si el tiempo hubiera pasado demasiado rápido. Ustedes crecían con cada día que pasaba y se mantenían unidos, pero también se mantenían peleando. Sasuke empezó a caminar primero y tú ibas detrás de él gateando, pero no te gustaba así que aprendiste a caminar muy pronto, todo para seguirle el paso a Sasuke. –Naruto hundió la cabeza entre las rodillas, para que no se escapara un sollozo de él–  Se tomaban de las manos y recorrían todo el jardín, y si uno se caía se llevaba al suelo al otro y lloraban juntos. Ustedes no dijeron papá o mamá cuando aprendieron a hablar. Ustedes balbucearon sus nombres primero. Fue cuando comprendí que, ustedes tenían su propio mundo. –Itachi sintió una lágrima deslizarse por la mejilla y la limpió con el dorso de la mano– Por supuesto que también me incluían en ocasiones, pero yo era demasiado grande así que tenía obligaciones. Yo debía ir a la escuela y hacer tareas, por lo que no estuve tan presente como hubiera querido. Cuando fueron creciendo, se mantuvieron juntos y aprendieron todo a la vez. Siempre fueron muy apegados y hasta antes de entrar a la secundaria, fueron muy honestos. Cuando pasó lo de nuestros padres, pude ver que no había sido tan duro para ustedes como lo fue para mí, porque ustedes se tenían mutuamente. Pero pensé que estaba bien. Si ustedes pudieran mantenerse en un lugar donde el dolor no los alcanzara tan profundo, entonces yo estaría bien y vería por ustedes.

 

Naruto recordó la noche cuando murió Sasuke y justamente el recuerdo de ese día le había llenado la mente. Había sido el día que se había desmoronado gran parte de su mundo, y la presencia de Sasuke le hizo sentirse mejor. El pensamiento de; Mientras estés conmigo, todo estará bien.

 

– ¿Sabes, Naruto? Yo quizás puse mucho peso sobre ti. –Dijo– Te entregué a Sasuke y aparté las manos para que ustedes dieran lo mejor. Hay muchas cosas que lamento ahora. Pienso en las cosas en las que quizás debí haber insistido o haber exigido saber más, para ayudarlos. Pero debido a que ustedes eran ustedes, y siendo así siempre encontraban una solución sin importar que tan grave fuera la pelea, yo les di el espacio que yo creí que necesitaban. Pero eso me hace preguntarme si no fue sólo egoísmo de mi parte y en realidad los dejé solos… quizás ustedes necesitaban ayuda y yo me convencí a mi mismo de que no era así. Me hace preguntarme si sólo fue por mi propia comodidad...

 

– Itachi… eso no es verdad… –Quiso protestar a las palabras tan duras que Itachi se decía a sí mismo, pero fue interrumpido.

 

– Yo sé que ustedes se han lastimado en límites insospechados, pero también sé que ustedes se cuidaban con el mismo fervor. –Dijo– Naruto… debo confesarte que, no siempre te consideré tan importante. Eras un amigo de la infancia de Sasuke y el hijo de la mejor amiga de mi madre, pero nada más. Era lo normal. –Volteó a ver a Naruto con mirada afligida– Creo que fue aquel día, en el velorio de mis padres, que yo realmente comencé a apreciarte como si fueses mi otro hermano menor. Estabas tan cerca de Sasuke y lo ayudabas a superar todo que, realmente agradecí tu existencia. Cuando Sasuke comenzó a hacerse mayor y empezó con toda esa mala personalidad suya, siempre me aliviaba saber que contigo cerca, él podía ser siempre un poco más suave. –Sonrió– Gracias a ti, él nunca estaba solo. Tú siempre hacías tantos amigos y siempre incluías a Sasuke, así que él estaba rodeado de buenas personas por eso. Cuando yo caí aquí, estaba muy preocupado por él, pero también confiaba en que haría lo mejor. Sasuke siempre ha sido inteligente y te tenía a su lado. Con ello, si él pensaba que había muerto, entonces no la pasaría tan mal.  

 

– Itachi… –Murmuró. Naruto sentía que no merecía todas esas palabras.

 

– Cuando cayeron aquí… Ustedes se aseguraron de cuidarse mutuamente. Gracias a que estabas aquí, Sasuke se vio motivado de continuar día a día, pero nuevamente sentí que estaba ausente para ustedes. –La voz de Itachi se volvió más ronca. Un nuevo nudo de sentimiento en la garganta– A pesar de estar atrapados en este lugar, tú hiciste de los días de Sasuke algo de lo cual él no se lamentara… y eso yo… –Sollozó– Eso yo te lo agradezco con todo mi corazón…

 

Naruto dejó que las lágrimas cayeran y se abrazó las piernas con fuerza. él era el único en tener que dar las gracias. Gracias a Sasuke, él también se había esforzado en ser mejor. Gracias a Sasuke, él había aprendido el deseo de proteger a alguien. Gracias a Sasuke, él había aprendido a amar a otra persona con todas sus fuerzas.

 

– Sé que yo no soy Sasuke… –Dijo al tiempo que se puso de pie para marcharse– Y sé que nunca seré alguien capaz de complementarte como él lo hizo… porque no soy parte de ese mundo. Pero quiero que sepas que, al igual que él, yo intentaré protegerte. –Itachi se acercó para acariciar la mejilla de Naruto, donde la humedad siguió su curso– Eres la familia que me queda y eres lo que me recuerda a Sasuke, así que ahora eres lo más importante para mí.

 

– Itachi… –Lloró– Itachi, gracias… gracias…por todo esto… –Itachi le sonrió por última vez y asintió hacia él antes de darse la vuelta e irse.

 

Recargó la espalda a la pared de la caseta y volvió a mirar al cielo, esta vez llorando en silencio. Recordar a Sasuke dolió. Pero prefirió eso a dejarse hundir en la miseria donde quizás terminaría sin siquiera volver a ver su rostro en sus memorias. Naruto también tuvo muchos remordimientos. Le dolió el no haber sido capaz de decirle nunca lo que sentía. Le dolió que nunca hubiera tenido la oportunidad de haber tenido sexo con él. Ellos ingenuamente habían creído que tenían mucho tiempo y prometieron a la nada que lo volverían a intentar. Sin embargo, la vida era traicionera y vil, y les hizo romper su palabra por primera vez. Naruto nunca sabría lo que se sentiría decir el nombre de Sasuke en un momento de pasión. Nunca conocería a ese extremo el calor de su cuerpo. Nunca escucharía esa voz que lo llamaría o las expresiones que haría. Nunca tendrían ese vínculo terrenal que las personas que se amaban disfrutaban. Y por supuesto, nunca tendría la mañana siguiente, donde cada uno de los suspiros y caricias cobraran vida como vergonzosos y felices recuerdos. Nunca lo tendría.

 

…Sasuke…

 

 

 

 

 

 

 

Naruto abrió los ojos y resintió el frío de la madrugada. Se había quedado dormido de nueva cuenta. Todas las fases de sentimentalismo a lo largo del día le habían dejado agotado. Se envolvió mejor en la manta y notó que la lámpara que Itachi le había dejado en la caseta se había apagado.

 

La tomó junto al pan y el agua y se levantó con esfuerzo. Sintió una rigidez en las piernas al haber permanecido en la misma posición tanto tiempo, y también el dolor cosquillado de la sangre sin circular. Caminó lentamente y con cuidado hacia la escalinata y bajó hacia la fogata. Estuvo seguro que Itachi no lo regañaría por dejar el puesto, después de todo, él mismo le había confesado que nadie cumplía seriamente con la tarea de vigilar. La fortaleza tenía un perímetro seguro que repelía a las bestias y éstas no cruzaban jamás ese territorio. Estar en la caseta era sólo un ligero castigo.

 

Se dejó caer en el suelo cerca de la fogata a medio encender. Encontró una rama seca con la que movió los trozos de carbón y así logró avivar el fuego.  Naruto vio como tenía el aliento blanco por el frío. Hurgó en la bolsa de tela y extrajo uno de los panes para comenzar a mordisquearlo sin apetito. Tener que pasar otra vez por eso al día siguiente le pareció molestó. Pero fue consciente de que merecía ese castigo.

 

Con distracción comenzó a pasear la mirada por todo el lugar. La explanada frontal le pareció muy diferente. La noche convertía todo sitio en algo más lúgubre. Naruto recordó en ese momento las palabras que había dicho Sai. En la fortaleza se veían cosas extrañas. Sintió un súbito miedo y se encogió en su lugar, castañeando los dientes. Volteó a todas partes con nerviosismo. Agudizó el oído para captar cualquier sonido. Ese mundo no tenía insectos como las cigarras o los grillos, por lo que la noche se mantenía perturbadoramente silenciosa. Los sutiles sonidos del viento entre las ramas de los árboles era todo el arrullo que tenía. El chisporroteo del fuego consumiendo la madera y su propia respiración, cortaban el silencio casi sobrenatural.

 

– E-estaré bien… –Tartamudeó– No debe faltar muchas horas para que amanezca… mientras me mantenga cerca del fuego no veré nada extraño. –Se convenció, y abrazó su cuerpo.

 

Muchas muertes habían ocurrido a lo largo de la historia de la fortaleza. Los habitantes no hacían alarde de historias de fantasmas. No por qué no ocurriera nada, sino por qué ocurrió siempre. Habían ocurrido suicidios por parte de los caídos al verse aprisionados en ese mundo hostil. Nadie tenía certeza de la cantidad de años que poseía el castillo. Sus paredes de piedra solida, parecían indestructibles y dispuestas a vivir por mil años más. Ningún líder se arriesgaba a extender más ese inmueble. Se tendría que tallar mas la cordillera para ello, y eso no aseguraba su estabilidad. Era algo que sólo debía permanecer inmutable con el tiempo.

 

Naruto tomó un sorbo de agua del termo y volvió a mover los trozos de madera consumida en la fogata.  Se preguntó si debía volver a dormir. El sueño lo despejaría de cualquier temor y pensamiento. Se recostó, alejándose ligeramente de la fogata, para evitar que la tela se quemara accidentalmente. Sintió el silencio, el ocio y la somnolencia afectándole otra vez. Cerró los ojos a punto de caer dormido.

 

…Llega al escondite… aquella alma en pena…

 

Naruto abrió los ojos de golpe, y se sentó rápidamente. Frunció el ceño, no estando seguro si aquella voz de su madre, había sido un susurro o un sueño.

 

…Llega sin saber… que será condenada…

 

Un escalofrío. El mismo escalofrío que tenía tiempo sin sentir. Se puso de pie de un salto y comenzó a sentir el miedo irracional que siempre lo gobernaba.

 

...Perdida esa alma… se refugia desesperada…

 

Notó el vapor aparecer frente a su rostro. El aliento blanco de su boca que salió en bocanadas. Su respiración agitada de incertidumbre. Las manos le temblaron y dio pasos en retroceso, alejándose de la fogata. Algo estaba pasando.

 

…Esa alma destrozada… que no sabe que es un alma…

 

La noche súbitamente se lleno de inquietud. Y a los ojos de Naruto el cielo comenzó a dar vueltas. Su cuerpo se tensó y el escalofrío subió por la espalda disparando desesperación. Volteó a todas partes, cada sombra que lo rodeaba, cada objeto poco visible en las tinieblas. Algo estaba ahí. Algo. Movió su cabeza a todas direcciones con gran velocidad, intentando localizar la fuente de su miedo.

 

…Esa alma repudiada… está aquí…

 

Naruto viró sus ojos hacia la entrada. Las murallas abiertas reflejaron sutilmente el fulgor de la fogata, pero después de ellas, todo era tinieblas. Naruto escudriñó hacia la abertura oscura. Sintió el golpeteo de su corazón contra el pecho, latiendo con más fuerza. La respiración agitada exhalaba vaho. Entonces escuchó un crujido.

 

Su cuerpo dio un salto en su mismo lugar. Y el palpitar de su corazón se escuchó hasta detrás de los oídos. El escalofrío volvió a subir y bajar por la columna, y lo enraizó al suelo. Mantuvo los ojos fijos en las sombras que estaban más allá de las murallas, y su pulso subió gradualmente. Como si le diera aviso del avance de aquello que lo acechaba.

 

De pronto, algo en la cabeza de Naruto se gatilló. El viento trajo una brisa que chocó contra su rostro y le despejó el miedo.  Naruto sintió que ahora tenía control sobre su cuerpo. Despegó los pies del suelo que lo tenía sujeto y dio un paso temerario hacia el frente. La penumbra tras la puerta pareció hacerse más profunda. El aliento blanco disminuyó al controlar sus jadeos. Rodeó la fogata y avanzó con cuidado hacia la entrada. Escuchó un nuevo crujido y se detuvo.

 

Naruto separó las piernas y agachó su cuerpo. Un sonido amortiguado en la tierra avanzó por el camino hacia la fortaleza. El escalofrío volvió a ascender y Naruto curvó ambos brazos a los costados. Sintió que los labios se levantaron hacia arriba, como un gesto de furia. No supo que era lo que sucedía, sólo estaba seguro que iba a defenderse. Percibió un malestar concentrarse en su estomago y subir imparable hacia su esófago para detenerse en su garganta. Antes de abrir la boca para proferir lo que estaba seguro, era alguna especie de grito de guerra. Los pasos en la tierra se detuvieron.

 

Una figura salió de la oscuridad y se recargó en la muralla. Se escuchó un par de jadeos cansados que hacían intervalos débiles. Naruto se irguió, confundido. Era una persona. Caminó hacia ella. La figura tembló y se dejó caer de rodillas, entrando por completo al perímetro donde los retazos de luz terminaban.

 

Cabello negro, piel pálida. Los ojos de Naruto se agrandaron. Ropa gastada, herido, manchado de sangre. Un trago seco se coló con fuerza por la garganta de Naruto y una exhalación de sorpresa emergió después. Respiración errática, cuerpo débil. La persona levantó el rostro y miró fijamente a Naruto. Los ojos de Uzumaki se humedecieron y los labios le temblaron en una frase muda. La persona emitió un quejido y después un susurro que pareció romper el silencio eterno de ese mundo.

 

–…Naruto… –Profirió antes de caer por completo al suelo, levantando polvillo por el golpe muerto. 

 

Naruto se mantuvo atónito por unos segundos. Mantuvo la boca abierta y la mirada perdida sobre la persona desfallecida. Todo el dolor regresó de un solo golpe. Sintió que las rodillas le temblaron y estuvo a punto de sucumbir ante la impresión. Negó con la cabeza al tiempo que sus pies dieron más pasos indecisos hacia el frente. Las lágrimas cayeron de sus ojos y sollozó con miedo. El corazón se estremeció en su pecho y sintió como si hubiese sido estrujado con crueldad. Las palabras entonces salieron, aún llenas de desconcierto.

 

– ¿Sa…su…ke…? –Decir aquel nombre, no hacía más real lo que vio–… ¿Sasuke?... –Repitió, forzando a sus pasos a ser más firmes– Sasuke. –Aceleró su cuerpo y levantó los brazos hacia la figura en el suelo– ¡Sasuke! –Gritó, corriendo hacia él.

 

Se dejó caer de rodillas cuando llegó hasta donde estaba Sasuke tirado boca abajo. Naruto manoteó por todas partes intentando darle vuelta, pero su cuerpo lleno de cortaduras y raspones con sangre seca, le colmaron con el temor de lastimarlo. Lo sujetó de los hombros y lo rodó en su lugar. Las lágrimas en los ojos de Naruto cayeron sin detenerse. Cuando despejó el rostro de los mechones de cabello sucio y apelmazado con nada más que sangre, Naruto lloró. Era Sasuke.

 

Sasuke estaba ahí. Naruto se agachó y pegó su rostro al pecho de Sasuke con rudeza. Cuando escuchó el latido de su corazón un lamentó salió de su boca. Sasuke estaba vivo. No podía creerlo. Ni aun teniéndolo frente a él, podía creerlo. Sasuke. Por el que se había encerrado en la habitación para ahogarse en llanto y lamentaciones debido a su muerte, estaba ahí. Le tocó el rostro y paseó sus manos por sus mejillas, sintiendo lo fría que tenía la piel. Rogó que no fuera un sueño. Imploró que no se despertara de un momento a otro al lado de la fogata. Porque si aquello no era más que una alucinación, su razón se perdería y sin dudar se subiría a las torres para saltar. Sería muy cruel despertar después de ese golpe de falsa esperanza.

 

Naruto cerró los ojos y pegó su frente a la de Sasuke, sintiendo como el cuerpo le temblaba por su llanto vergonzoso e incontrolable. Pero la emoción que le invadió desde ese momento que lo vio, era demasiado poderosa. Se sentía tan triste, tan devastado, tan inseguro y golpeado por alguna especie de retorcida felicidad, que era opacada por todo lo demás. Su cabeza era un desastre. No supo bien porque esos sentimientos tan negativos. Quizás por la misma resolución mental que luchaba contra lo imposible del evento.

 

Sasuke emitió un gemido adolorido y Naruto abrió los ojos, separándose de él. No era tiempo de intentar controlarse, Sasuke estaba gravemente herido. Levantó la cabeza y alzó el cuello, gritando con todas sus fuerzas hacia el castillo.

 

– ¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Alguien! –Vociferó con voz trémula y desesperada– ¡Itachi! ¡Itachi, por favor! ¡Ayúdame!

 

No tardó demasiado tiempo para que la fortaleza se viera cubierta por la conmoción. Antorchas se encendieron y voces se levantaron. Se escuchó el sonido de varias puertas abrirse de golpe y de pasos salir presurosos de los cubículos. Naruto siguió gritando, alterado.

 

– ¡Por favor, ayúdenme! ¡Por favor, vengan pronto! –Sasuke volvió a gemir y Naruto calló de golpe, volcando toda su atención a él.

 

Los pasos corriendo fuera del castillo hasta la explanada frontal hicieron que la vibración en el suelo fuera completamente perceptible. Voces de los hombres señalando el lugar se intensificaron. La luz de las antorchas llegó hasta Naruto y entonces, los pies de los hombres se detenían de golpe y el sonido de la sorpresa salió en forma de jadeo.

 

– ¿Qué?

 

– Imposible…

 

– Dios mío.

 

– ¿Qué es esto?

 

– No puede ser…

 

Miles de frases cubiertas en asombro y miedo se escucharon. Llanto de mujer comenzó a hacerse notar. La fortaleza completa era testigo de algo que nunca había ocurrido. Naruto levantó la cabeza hacia ellos y notó las muecas de incredulidad. Ninguno de ellos se acercó, preso de la sorpresa. Uchiha Sasuke estaba de vuelta.

 

El barullo cerca de la fortaleza se volvió insistente y todos giraron la cabeza para ver que ocurría. Las personas se hacían a un lado para darle paso al líder de la fortaleza que caminaba presuroso. Cuando el último muro de hombres se hizo a un lado, Itachi abrió la boca y se congeló en su sitio.

 

– ¿Naruto? –Balbuceó, volteando a ver al rubio, como si esperara una respuesta de él. Pese a que veía con sus propios ojos lo que estaba pasando– Naruto… ¿Ese es…? –Tembló.

 

– Es Sasuke… –Lagrimeó. Su voz cargada con sentimientos profundos– Es Sasuke. Itachi… está vivo… –Itachi se dejó caer de rodillas.

 

Gateó hasta llegar al lado de Naruto, mientras sus labios dejaron que un gimoteo escapara. No retuvo la humedad de sus ojos y se inclinó a ver el rostro de quien, efectivamente era su hermano. Itachi se cubrió la boca, apaciguando un llanto. Tocó la cabeza de Sasuke, viéndolo con tristeza. Itachi seguramente estaba pasando por la misma mezcla confusa de sentimientos que Naruto había tenido antes. Era inexplicable como la felicidad de tener a alguien de vuelta, era tan apabullante que sólo parecía pena.

 

Su hermano menor. Su tonto hermano pequeño. Algún dios lo había traído de vuelta. Lo había traído de la profundidad de ese infierno para regresarlo a él. No había perdido a su familia. Itachi soltó un alarido y se inclinó hacia el cuerpo de su hermano, abrazándolo. No pareció consciente de que prácticamente lo había arrebatado de los brazos de Naruto. Y a Naruto tampoco le importó, lo comprendía. Sasuke volvió a quejarse y eso causó que Itachi se riera con histeria, al mismo tiempo que lloraba. Aquel sonido pesaroso, era una prueba de que seguía con vida.

 

– Está herido, Itachi… –Dijo Naruto, tallándose los ojos– Necesita que lo atiendan pronto… –Itachi cayó en cuenta de ese hecho también. Apretó a su hermano a su pecho, no queriendo que nada volviera a pasarle y giró su rostro a la multitud que veía la escena sin salir del estupor.

 

– ¡Traigan a las enfermeras, rápido! –Ordenó, provocando que varios dieran tropiezos al ser traídos de regreso de la sorpresa– ¡Quiero que venga la madre de Sakura! –Dijo. Quería que la mas experimentada se hiciera cargo de Sasuke– ¡Ayúdenme a llevarlo dentro!

 

Naruto se puso en cuclillas y sujetó a Sasuke de las piernas. Itachi lo acomodó para que otros dos hombres tuvieran espacio para meter sus manos debajo del cuerpo inconsciente.

 

– ¿Tenemos que moverlo? –Dudó Naruto en el último momento, cuando al ejercer presión para cargar a Sasuke, él volvió a soltar un quejido– Quizás deberíamos esperar a que las enfermeras vengan.

 

– No puedo dejar a Sasuke al aire libre. –Regañó Itachi– Necesitamos moverlo fuera de la tierra, tiene muchas heridas que podrían infectarse. –Los parpados de Sasuke temblaron, sin ser notado por los demás– Una vez que lo llevemos a la enfermería, ellas se asegurarán de revisarlo bien. –El cuerpo de Sasuke se irguió después de esa frase, manoteando los brazos de Itachi– ¡Sasuke! ¡Gracias a dios estás consciente! –Sasuke se llevó una mano a la cabeza, atacado por un repentino dolor. Posó una mano sobre el hombro de Naruto e intentó ponerse de pie– ¡No te muevas!

 

– No necesito que me revisen… –Su voz baja, apenas fue escuchada. Estaba rasposa, frágil y temblorosa– Estoy bien… –Su cuerpo volvió a tratar de ponerse de pie, sin mucho éxito.

 

– ¡No estás bien en lo absoluto! –Insistió, abrazando a Sasuke por la espalda para obligarlo a adoptar una posición donde su carga fuera más sencilla– ¡Estás cubierto de heridas! –Apuntó a sus ropas– ¡Y parece que has perdido mucha sangre, estás manchado por todas partes!

 

–…No toda es mía… –Murmuró. Naruto frunció el ceño, confundido. Itachi no prestó atención a sus palabras– Déjame.

 

– ¡Las enfermeras ya vienen en camino! –Gritó alguno de los hombres de entre la multitud espectadora. Sasuke se tensó e Itachi se acercó a él para intentar levantarlo otra vez.

 

– Vamos, Sasuke… necesito que te revisen. –Itachi sintió la tensión de Sasuke y arrugó el entrecejo. Volteó a verlo a la cara. Sasuke agachó la cabeza, cubriendo su rostro tras el flequillo– ¿Sasuke?

 

– He dicho… que estoy bien. –Dijo sombríamente. Dio un codazo hacia atrás, logrando empujar a Itachi lejos de él– ¡No necesito nada, maldita sea! –Miró a Itachi con exasperación– Sólo… sólo llévame a mi habitación. –Reclamó, recargándose en sus antebrazos. No podía ponerse de pie aún– Por favor… déjame ir allí…–Suplicó al final.

 

Itachi lo miró con nerviosismo. Sasuke probablemente estaba sufriendo alguna especie de colapso nervioso. Quizás lo que necesitaba fuera sentirse seguro, y eso sólo sería posible si estaba resguardado en su cubículo, que era un sitio familiar. Sasuke necesitaba asistencia médica, pero si seguía insistiendo en que deseaba ser trasladado a la habitación, podría ponerse inquieto, violento y terminar lastimándose a sí mismo. No podía permitir que se asustara por tener muchas manos extrañas sobre él e hiciera eso. Suspiró, frustrado.

 

– Bien… –Cedió– Te llevaremos a tu cubículo. Pero debes ser atendido una vez que estés ahí, ¿Entendiste? –Sasuke asintió. Itachi suspiró, aliviado– Entonces, te llevaré allí… Naruto. –Volteó a ver a Uzumaki, que se acercó para ayudar– Avisa a los herreros que necesito que suban la tina a la segunda planta, luego ve a la cocina por algo de té y pan para Sasuke, necesita alimentarse cuidadosamente. –Naruto abrió la boca para protestar, él quería estar cerca de Sasuke. Itachi lo miró con severidad– Ahora.

 

Naruto apretó los labios y asintió. Se puso de pie y corrió hacia el interior para hacerse cargo del mandato. Se frotó las manos y entreabrió la boca. Sasuke estaba vivo. Que irreal seguía pareciendo. Caminó hacia el patio trasero donde se encontraban los pasillos techados, cerca del final, donde estaban los campos de tiro, estaba un pequeño cubículo rezagado donde los herreros trabajaban. Antes de llegar, vio el patio completamente oscurecido. Naruto se palmeó la frente. Nadie estaba en sus puestos usuales, era de madrugada.

 

Volvió al interior y comenzó a preguntar quienes eran los herreros, para poder darles el mensaje de Itachi. Después se dirigió a la cocina para calentar agua. Buscó entre los canastos una pieza de pan que hubiera sobrado de las raciones y la tomó. El vapor salió del agua a casi bullir y la vació en un termo, echándole una ramita seca de té. Los tomó rápidamente y con cuidado caminó hacia las escaleras, donde venía bajando Itachi. Sin preguntar, Itachi le arrebató los alimentos y volvió a subir a la planta alta, dejando a Naruto al pie de las escaleras, sin saber qué hacer.

 

Regresó a la cocina, arrastrando los pies y se sentó en una de las bancas. Por breves minutos se siguieron escuchando el subir y bajar de los pasos en las escaleras, y conversaciones breves. Habían subido la tina. Habían llevado agua caliente. La madre de Sakura había corrido a atender a Sasuke. Sakura subió con hierbas medicinales. Llevaron más agua. Entonces el silenció volvió a la fortaleza, las luces de las antorchas comenzaron a apagarse en muchos pasillos. Los habitantes, después de cotillear sobre el evento, habían regresado a dormir.

 

Itachi, Sakura y su madre entraron al comedor, suspirando con cansancio. Naruto se puso de pie y esperó pacientemente a que tomaran asiento en uno de los mesones más cercanos.

 

– ¿Cómo está Sasuke? –Preguntó sin poder resistir el silencio por más tiempo.

 

– Sasuke-kun se encuentra bien… –Dijo Sakura, sonriendo con preocupación. Al parecer, Naruto no era el único en sentir la conversación extraña. Mencionar a Sasuke, después de todo ese dolor, era como un sueño– Revisamos sus heridas y son en su mayoría superficiales, comió un poco y apenas y dejó que lo metiéramos a la bañera con hierbas… –Continuó, recargándose en la mesa– Pero no nos dejó revisarlo demasiado… insiste en que se encuentra bien… creo que sólo está muy cansado.

 

– Mañana por la tarde intentaremos atender sus cortes… –Continuó la madre de Sakura. Su expresión frustrada. Sasuke debió de haberse puesto demasiado necio, seguramente manoteando para evitar que lo tocaran. Justo como había hecho con Itachi–  Pero, justo como Sakura dice, está muy cansado. Por ahora lo dejamos dentro de la tina con agua caliente… Tu eres su compañero de habitación, ¿Cierto? –Naruto asintió– Bien. Cuando subas, déjalo un rato y antes de que el agua se enfríe, ayúdalo a salir y recuéstalo en la cama… ese hombre necesita dormir. Dios… allá afuera… es tan… es imposible asimilarlo. –Itachi tensó los hombros en su lugar.

 

– Esta es… la primera vez en la historia… que pasa esto… –Murmuró Sakura– Que alguien que haya quedado expuesto al manto, regrese. Y nunca jamás… después de tantos días. Todos en la fortaleza estarán hablando de esto por semanas.

 

El silencio gobernó el poco habitado comedor. Itachi estaba sentado en la silla. Tenía la espalda muy recta, las manos entrelazadas y los codos apoyados sobre el mesón. Su rostro estaba serio. Naruto se preocupó por un breve instante al verlo en ese estado de ánimo, pero luego sacudió su cabeza con negación. No era momento de perder el tiempo, pensando en cosas que no eran de su incumbencia. Tenía que subir a su habitación. Naruto comenzó a dar zancadas hacia la puerta de entrada con la intención de ir hacia el segundo piso. La voz de Itachi lo detuvo cuando estaba por cruzar el umbral.

 

– Naruto. –Naruto giró su rostro para observarlo– Hoy iré a hablar con Sasuke después de que amanezca… asegúrate de que descanse bien, por favor. –Naruto asintió y continuó su camino.

 

Itachi recargó el mentón entre las manos, pensativo. Después del súbito golpe de adrenalina, confusión y júbilo, comenzó a meditar los sucesos. Sasuke había estado fuera de la fortaleza por cinco días. Expuesto al habitad salvaje. Expuesto a la maldición del manto carmesí. Había regresado por su propio pie casi ileso. Necesitaba respuestas. Itachi necesitaba que Sasuke le dijera donde había logrado ocultarse por tanto tiempo. El hecho de que por primera vez, en todo lo que se conocía de ese mundo, alguien regresara después del lapso del manto, sólo podía significar que existía una manera de mantenerse a salvo fuera de los muros. Y todos los habitantes del castillo estaban en su derecho de ser informados al respecto. Un nuevo territorio neutral, podría significar muchas cosas. Quizás dentro de ese mundo, podían existir una gran cantidad de lapsos de tierra donde las bestias no pudieran cruzar. Quizás con ellas podrían tener la posibilidad de trasladarse. Quizás ellas podrían significar algo. Como un camino de migas que los guiara a un mejor lugar. Quizás Sasuke conocía la posibilidad de que ahí, pudiera haber una salida.

 

 

 

 

 

 

 

Naruto caminó lentamente por el pasillo. Su corazón incrementó su palpitar cuando vio la tenue luz por debajo de la rendija de la entrada a su cubículo. Apretó los labios, nervioso. Su entorno lo hizo sentir embotado. La incredulidad siguió sin desaparecer de su sistema. Era muy difícil tranquilizarse. Después de que casi había llegado a un punto de asimilación en la muerte de Sasuke, el que volviera a su vida era igual a una golpe en el estomago. Le quitó el aliento y lo sumergió en un conjunto de emociones que lo sobrepasaron. Demasiado rápido como para reconocer, que fue lo que realmente sintió ante el suceso. 

 

Levantó la mano con lentitud, dirigiéndola hacia el pomo de la portezuela. Aspiró aire y con cuidado la abrió. La vela apenas iluminaba. Tal vez porque era una de esas velas delgadas que usaban para decorar, y no una de las gruesas velas con cristal violáceo que servían para iluminar habitaciones. Escuchó el chapoteo delicado de agua y dirigió su mirada hacia el sonido. Habían colocado en el lugar donde solía estar la mesa, una bañera curva de cobre. Con la poca luz, Naruto percibió su color a oxido y los múltiples golpes que había recibido con el fin de mantenerla firme y funcional.  Sasuke estaba dentro de ella, dormitando con la cabeza recostada en un borde y los brazos asidos con pereza a la superficie.

 

La madera en la puerta chirrió y los parpados de Sasuke se abrieron. Su mirada se dirigió rápidamente hacia la entrada. Naruto se congeló en su lugar y jadeó. Los ojos de Sasuke se abrieron el doble de su tamaño. Naruto notó el momento en el que un sentimiento cálido golpeó a Sasuke, haciendo que un brillo húmedo se posara en su mirada. Naruto sintió que un nudo volvía a formarse en su garganta. Apretó sus labios, que temblaron y se abultaron como el gesto de un niño, aguantando el llanto. Lágrimas otra vez. Esta vez no le importó llorar. Naruto sabía que aquellas eran lágrimas benéficas. Lloraba por ver a Sasuke de nuevo.

 

Sasuke se quedó quieto en su sitio, contemplando a Naruto. Lo notó mas pálido, y demacrado. Tenía sombras de cansancio bajo los ojos y llorando como estaba, parecía abandonado. Pese a todo eso, para Sasuke, Naruto seguía siendo una luz resplandeciente. Abrió la boca, pero no pudo hablar, así que la cerró de nuevo. En su lugar, Sasuke movió su mano, indicándole a Naruto que se acercara a él.

 

Naruto terminó de entrar en la habitación y cerró la puerta. Casi corrió hasta la bañera y se dejó caer de rodillas, tomando la mano de Sasuke. Pegó su frente al borde y soltó un sollozo.

 

– Sasuke… yo creí… en verdad pensé… tu… no habías regresado y estuve… yo estuve… dios… Sasuke… –Lloró– No tienes idea de todo lo que he pasado… maldito bastardo… por favor... No vuelvas a irte… no me dejes solo… –Naruto gimoteó, apretando la mano de Sasuke que había dejado de estar fría. Sintió los dedos de Sasuke acariciar su cabello, humedeciéndolo. 

 

– Naruto… –Suspiró, por fin. Logrando capturar toda la tención de Uzumaki, quien levantó el rostro para verlo– No llores… –Fue todo lo que dijo, acariciando con su mano libre la mejilla de Naruto.

 

Se quedaron viendo a los ojos. Naruto vio que tan desmejorado estaba Sasuke también. El baño previo al medicinal se había llevado consigo toda la sangre seca y polvo. Con ello las heridas de Sasuke no se veían más que como simples rasguños. Nada grave. Pero su mirada había cambiado. Sólo Sasuke sabía que tanto horror debió de haber vivido. Había estado desprotegido, solo e indefenso en un mundo de monstruos y demonios. Naruto se mortificó al imaginar el miedo por el cual debió de haber pasado. La desesperación por buscar como volver, la incertidumbre de si lograría sobrevivir. Pánico, desesperanza, desasosiego.

 

– Sasuke… –Naruto se puso de pie y se sentó en el borde.

 

Lanzó sus brazos al cuello de Sasuke y lo atrajo hacia él. Sasuke también lo abrazó de la cintura y levantó la barbilla, buscando lo mismo. Con desesperación acercaron sus rostros e inclinaron sus cabezas, buscando besarse. Chocaron sus narices con desincronización y sus dientes se golpearon entre ellos. Todo por la premura de tocarse. Hasta que por fin, después de ese torpe vals, sus labios se rozaron. Delicadamente, con el temblor en el cuerpo. Tiritar de emoción dificultaba más el contacto.

 

Se besaron en los labios varias veces, hasta que recuperaron el ritmo. Entonces Sasuke tanteó con su lengua el labio inferior de Naruto, pidiendo entrada a su boca. La respuesta fue lenta, pero cedida. Naruto saboreó el agridulce sabor de Sasuke en su boca y gimió adolorido de volver a sentirlo. Su corazón hinchado y desbocado, le tronaba en los oídos. Se preguntó si Sasuke lograba escucharlo desde su lugar. Se separaron lentamente, aún dándose besos y pegaron sus frentes, viéndose a los ojos. Jadeando después del largo gesto.

 

– Estás aquí… –Murmuró Naruto, abrazándolo por el cuello, mas fuerte– Creí que te había perdido… en verdad lo creí… Sasuke yo… sin ti… ya no quería seguir viviendo… –Confesó.

 

Necesitaba decirlo. Necesitaba poner en palabras todo a lo que se había enfrentado con la muerte de Sasuke. Como todo objetivo y razón se había evaporado y la vida se había transformado en una experiencia amarga y gris. Demasiado cruda, dolorosa y solitaria como para seguir en ella. Sasuke entrecerró los ojos con tristeza. Los ojos negros se movieron y brillaron nuevamente con ese sentimiento más grande que él. Aferró a Naruto con firmeza, entendiendo perfectamente lo que trataba de decir.

 

– Sasuke… –Gimió Naruto. Carcomiéndose por dentro, desesperado por arrojar esas dos simples palabras que le fueron privadas y que habían quemado en su mente con remordimiento. Incluso si en verdad todo eso fuera un sueño, al menos trataría de no cometer el mismo error. No otra vez– Sasuke… te quiero… te quiero. Eres… lo más importante para mi… eres todo lo que he conocido… sin ti… yo no sabría que hacer… yo… estoy enamorado de ti.

 

Sasuke contempló los ojos de Naruto. Su brillo nostálgico. Vio como todo ese azul tranquilo se transformó en marea, y como golpeó con fuerza justo en su pecho. Sasuke sabía que Naruto lo quería. No hubiesen sido todo eso que ellos fueron, de haber sentido lo contrario. Pero el simple hecho de escucharlo, derribó algo muy dentro de él. Naruto estaba enamorado de él. Esa mirada que estaba presenciando, no daba pie a dudas. Esa mirada que estaba contemplando en esos momentos, le dijo todo eso y mucho más. Estaban tan completamente perdidos.

 

Sasuke cerró los ojos y dejó escapar un par de lágrimas. Inclinó su rostro y lo colocó debajo de la barbilla de Naruto. Pegó la nariz al cuello de él y aspiró. Se tragó un sollozo. Nunca imaginó que las palabras de una persona le llegarían a afectar tanto. Sasuke había visto muchas películas, donde al final había una confesión de amor. Siempre pensó que la reacción de los actores ante una frase sin nada de especial, era exagerada. Pero en ese instante lo entendió. Quizás no eran exactamente las palabras. Era todo lo demás. Verlo a los ojos, escuchar su voz. Presenciar el momento en donde se volvía vulnerable y le entregaba todo. En sus manos tenía el poder de proteger o destruir el corazón de Naruto. Y justo en ese momento en el que asimiló todo eso. Pensó en el miedo embriagador que debió de haber significado hacerlo.

 

Presionó sus labios en el cuello de Naruto y lo escuchó suspirar. Ascendió por él hasta llegar al mentón, dejando besos. Rozó debajo de los labios y besó la comisura, para al final besarlo de verdad. Los ojos azules estaban atentos. Sasuke sabía el porqué. Sólo necesitaba tiempo. Él también iba a saltar, a volverse indefenso. Le entregaría todo su ser a Naruto. Le daría el poder de que hiciera con él lo que quisiera. Viendo fijamente a sus ojos. Recordó todos los pensamientos que había tenido antes de que él fuera...

 

Sasuke abrió los ojos y retrocedió. Soltó a Naruto y se recargó al otro extremo de la bañera. Bajó la vista hacia el agua y apretó los puños.

 

– ¿Sasuke? –La voz preocupada de Naruto le hizo volver al presente. La respiración de Sasuke se volvió irregular, y Naruto se inclinó hacia él, tratando de ver que le ocurría– ¿Sasuke, estás bien? ¿Qué te sucede? ¿Quieres que llame a Sakura-chan? –Sasuke volteó a todas partes de la habitación, como si de pronto no reconociera donde estuviera. Sus ojos abiertos de par en par, sin enfocarse en ninguna parte– ¡Iré por Sakura-chan! –Avisó, al notar ese estado. Se puso de pie y estuvo a punto de dar un paso, cuando sintió que lo apresaron por la mano.

 

– ¡No! –Gritó Sasuke. Naruto volteó a verlo. Sasuke apretó los labios, agitado. Bajó la mirada– No… todo está bien. Estoy bien…

 

– Sasuke… –Susurró, volviendo a su lugar– ¿Estás asustado? –Sasuke cortó de golpe su agitación y encaró a Naruto, viéndolo con sorpresa– ¿Qué? –Preguntó, confundido– Ah… bueno. Dije asustado pero… quizás no sea eso… –Dijo, pensando que Sasuke se había quedado indignado de que lo acusara de tener miedo.

 

Sasuke cerró los ojos y meneó la cabeza, indicándole que no había sido eso. Silencio. Sasuke se concentró en su mano alrededor de la muñeca de Naruto. Lentamente volvió el agarre más gentil. Deslizó los dedos por el dorso de Naruto, y jugueteó con los dedos. Le dio vuelta a la mano y entrelazó sus propios dedos con los de él. Apretando tiernamente su palma con la de Naruto, tomándose de las manos.

 

– Naruto… –Dijo con voz baja. Tratando de recuperar la atmosfera que habían tenido antes de su estúpida reacción. Hizo de sus labios una línea. Debía tener cuidado y tranquilizarse. Ya no estaba en el exterior. Ahora estaba dentro del castillo, con Naruto– Naruto… yo…

 

– Tranquilo… –Arrulló. Sasuke meneó la cabeza. Él también necesitaba decirlo.

 

– Naruto… perdóname por haberte hecho sentir todo eso… –Volvió a verlo a los ojos– Yo también… creí que no volvería a verte, yo también creí que no tenía esperanza de estar aquí, contigo…  y cuando creí que estaba a punto de morir… –Hizo un gesto. Pero inmediatamente continuó– Yo me arrepentí mucho de nunca haberte dicho esto… –Irguió su cuerpo dentro de la tina, haciendo caer el agua sobre su cuerpo. Tomó el rostro de Naruto entre sus manos– Si tú me hicieras falta, yo tampoco hubiese querido seguir… me has dado muchas cosas… y me has aceptado tal cual soy… por tu causa, yo estoy en conflicto con este mundo, porque lo odio… –Tragó la saliva que se le había acumulado bajo la lengua y continuó– Pero de no haber sido por qué caímos aquí… quizás yo nunca me hubiese dado cuenta de esto. –Naruto aspiró aire, a la expectativa. Nervioso de lo que sabía escucharía. El corazón comenzó a golpetear con fuerza, otra vez– Nunca creí que llegaría a sentirme así por alguien… nunca llegué a imaginar que serías tu… tu significas para mi, algo tan valioso, que es imposible que llegué algún día a superar esto. –Sasuke enterneció su mirada– Nunca llegaré a querer a alguien, más de lo que te quiero a ti ahora… –Naruto jadeó. El impacto de esas palabras, pesaron en su pecho y se acomodaron en el rincón más profundo, asentándose. Sasuke sonrió– Estoy enamorado de ti.

 

Naruto asintió, con el borde de sus ojos humedecido. Abrazó a Sasuke, sin importarle que sus ropas se mojaran. Sasuke devolvió su abrazo. Se apretaron con fuerza. Habían perdido la esperanza de volver a estar así. Habían llegado a creer que nunca se verían de nuevo. Estar de regreso en los brazos del otro, les hizo entender, que ese era el lugar al que pertenecían.

 

Sasuke bajó el rostro, incitando a que Naruto volteara a mirarlo. Cuando sus ojos se encontraron, toda la ternura desapareció para dar paso a la necesidad. Sasuke dejó caer sus labios con rudeza sobre los de Naruto en una fricción dolorosa. Pero Naruto no protestó, sólo contestó la acción con más besos. Sasuke se golpeó las piernas contra el borde de la tina y recordó que estaba desnudo. No le importó, aquello sólo facilitó el trabajo.

 

Bajó sus manos hasta el final de la camisa de Naruto y tiró de ella hacia arriba. Naruto levantó los brazos e interrumpió el besuqueo mientras la tela pasó por su cabeza, para después salir. Sasuke aprovechó la pausa para salir de la tina. Todo su cuerpo olía a hierbas, pero no se detuvo a considerarlo, a Naruto no parecía molestarle tampoco. En cuanto puso sus pies húmedos en el suelo, sintió el molesto peso del polvillo adherirse a la piel de sus plantas. Lo ignoró después de un segundo y tomó a Naruto de la mano.

 

Se encaminaron hacia la cama, cuyas telas se sentían más hoscas de lo habitual. Brevemente Naruto recordó que las telas estaban sucias, sin lavar desde hace cinco días. Hizo un gesto. Que mal momento. Su distracción no duró demasiado, Sasuke le exigió atención de nuevo. Lo tomó de la barbilla y lo haló hacia su boca otra vez, haciendo que Naruto abriera los labios y dejara que Sasuke metiera su lengua. Naruto levantó las manos y las paseó por los antebrazos húmedos de Sasuke, acariciando. No había sido plenamente consciente de la desnudez de Uchiha, hasta ese momento. Pero no era tampoco nada nuevo. No para ellos, que se habían tocado de esa forma antes. Cuando Sasuke se inclinó hacia Naruto para pasar la lengua por su cuello, Naruto agradeció haberse dado un baño un par de horas antes. Hubiera sido terrible que Sasuke hiciera todo eso con él, mientras permaneció sucio. Aunque, pensándolo bien, quizás tampoco le hubiese importado demasiado en ese momento.

 

Con prisa, Uzumaki desabotonó sus pantalones él mismo. Tiró de ellos junto a su ropa interior. Se detuvo a medio muslo cuando sintió una mordida de Sasuke en su hombro y por reflejo colocó sus manos sobre los hombros de él, sin detenerlo. Sasuke paseó sus dedos por los costados duros de Naruto, sintiendo el movimiento de su respiración y el erizo de la piel al contacto. Notó la molesta tela a medio camino y dejó de mordisquearle el cuello para terminar de desvestirlo. Separó su cuerpo del borde de la cama donde seguía de pie, y se inclinó para tomar los pantalones de Naruto desde los extremos de las piernas, jalando bruscamente hasta sacarlos de sus pies. Después hizo lo mismo con sus bóxer, arrojándolos hacia algún lado.

 

Naruto se arrastró con los codos hasta el centro de la cama y suspiró cuando vio a Sasuke acercarse a él, gateando. Abrazarse desnudos sacudió sus cuerpos en un espasmo que les erizó el cabello bajo la nuca. Naruto percibió cada borde irregular en la piel de Sasuke raspando su piel, producto de cada herida y arañazo que cubría su pecho y brazos. Sasuke respiró pesadamente sobre las mejillas de Naruto y abrió la boca para besar y morder suavemente. Subió hacia el oído de Naruto y metió la punta de la lengua, sonriendo al sentir como el cuerpo bajo él, tembló ante su acción. Naruto se concentró en besar los hombros de Sasuke. No lo mordió por temor de rozar sus dientes en un área sensible y que provocara lastimarlo. Sacó su lengua, llevándose rastros húmedos que le supieron amargos. Hierbas medicinales. Subió por la curva entre el cuello y el hombro y besó debajo del oído. Tomó el lóbulo de la oreja, succionándolo con fuerza y escuchó el jadeó de Sasuke justo en su oído.

 

Sasuke no quedó atrás y volvió a acomodarse para ver el rostro de Naruto y besarlo en los labios. Naruto enredó los dedos en el alborotado cabello que Sasuke tenía tras la nuca, acariciando. Se sacudió en medio del beso, tratando de acomodarse bajo el cuerpo de Sasuke para estar más cómodo. Él lo percibió y encorvó su espalda, levantando su estomago, restándole peso. Sin preguntar, Naruto abrió las piernas y permitió que Sasuke descansara entre ellas. Rápidamente percibieron el cosquilleo ansioso de sus penes cuando sintieron de forma directa la presión. Sasuke dobló sus rodillas y les cedió peso, logrando que el moverse resultara sencillo. Naruto gimió cuando el miembro de Sasuke rozó el suyo, y como Uchiha comenzaba un vaivén de suaves fricciones.

 

Un escalofrío les recorrió la espina. La humedad en el cuerpo de Sasuke contagió a Naruto, refrescando un poco la temperatura en los cuerpos. Sasuke abrió la boca, soltando un jadeo. Meciéndose con mayor insistencia. Empujó las caderas hacia arriba, envistiendo el pene de Naruto y la piel de su vientre, estimulando su glande. Naruto gimió en respuesta, saboreando la sensación que Sasuke le compartía sin ser totalmente consciente. Sasuke se comportó de forma más egoísta, inquieta y enardecida. Su rostro mostró la desesperación. Los resoplados jadeos que salían de sus labios chocaron contra las mejillas de Naruto. Sasuke ansiaba la liberación.

 

Naruto entrelazó los tobillos en la espalda baja de Sasuke y lo arrastró hacia abajo para estar más cerca de él. El peso y la restricción no hicieron que Uchiha aminorará  el movimiento. Por el contrario, el roce entre los estómagos y las erecciones crearon sudor y calor. Naruto dejó caer las manos por la espalda de Sasuke y enterró las uñas. Absortos en la sensación y saboreando el inicio del final, apenas fueron consientes de los espasmos. Gimieron en voz baja percibiendo como su eyaculación volvía el lugar que los conectaba, resbaladizo.

 

Jadearon unos momentos, tratando de recuperarse. Sasuke se apoyó en los brazos y levantó el rostro para ver a Naruto. Quien tenía el flequillo adherido a la frente y el rosto perlado en sudor. Continuaba respirando con la boca abierta después del agitado encuentro. Lo recorrió con la mirada, y decidió que aún no era suficiente. Se levantó de su lugar, llamando la atención de Uzumaki.

 

– ¿Sasuke? –Llamó. Sasuke caminó hacia el closet improvisado. Naruto entendió lo que estaba haciendo y cerró la boca de golpe.

 

– Naruto… sabes que yo no te presionaría a hacer algo que no quisieras… –Dijo Sasuke al sentir el silencio tras él. Metió la mano debajo de un montón de ropa doblada y extrajo el frasco de ungüento que días atrás habían escondido. Reservado para el momento en que ellos decidieran intentarlo otra vez.

 

Naruto no dijo nada y bajó la vista. Se preguntó porque estaba dudando ahora, pese a que apenas hace un par de horas, se había dicho a sí mismo lo arrepentido que había estado de no haber logrado tener sexo con Sasuke. Ahora Sasuke estaba de regreso. Tenían otra oportunidad. Una oportunidad que no debían desperdiciar, ante la incógnita cruel de no saber qué pasaría con ellos los días siguientes. Apretó las sabanas en puños. Tragó en seco y levantó la mirada con decisión hacia un Sasuke que le daba la espalda.  

 

– Yo no te presionaría, pero… –Continuó Sasuke, dando media vuelta. Su rostro mostrando arrepentimiento– Pero he estado por cinco días allá afuera… cinco días a punto de morir… –Una sombra cruzó por sus ojos– Créeme… esto es justo lo que necesito para olvidarme de todo lo que pasó, y saber que estoy de vuelta contigo.

 

Ambos se observaron brevemente, en silencio. Cada uno sumergido momentáneamente en sus pensamientos. Naruto ya había tomado una decisión, sólo estaba corroborándola con la mirada de Sasuke. Por lo que todo lo que hizo, fue asentir. Y entonces Sasuke comenzó a caminar de regreso a la cama con el frasco en mano. Quizás no habría mejor momento que ese. Ese momento en donde todas las dudas anteriores, por mínimas que fueran, no pesaran. Sasuke ahora sabía qué hacer. Naruto también. No cometerían los mismos errores, y no se echarían atrás. Ese era el momento.

 

Sasuke llegó al borde de la cama y fue recibido por los brazos de Naruto, abrazándolo para darle un beso. Relajados del orgasmo reciente, todo pareció más fácil. Sasuke se apuró a continuar, antes de que la sensación desapareciera de Naruto y lo pusiera rígido como la última vez. Sin demasiados preámbulos destapó el frasco, hundiendo los dedos en la sustancia cremosa, extrayendo generosamente ungüento. Deslizó los labios hacia la oreja de Naruto, mordisqueando. Uso una rodilla para abrirle las piernas, y éstas por voluntad se acomodaron a cada lado de sus piernas, creando su acceso. Naruto respiró hondo al percibir la punta de los dedos de Sasuke rozar el esfínter, dando calmos círculos, lubricando el exterior. Se concentró en cerrar los ojos, inspirando y exhalando. Soltando su cuerpo para la intrusión espontanea que iba a recibir. La punta del dedo índice entró de un empujón, sorprendiéndolo.

 

 Sasuke sintió el apretón de la carne al momento, pero enseguida se relajó. Miró disimuladamente a Naruto, concentrado en relajarse. Y entonces con cuidado ahondó su dedo al interior del pasaje. Lo rotó, quedando su palma hacia arriba y encogió su dedo, intentando algo. Vio a Naruto fruncir el ceño por la sensación. Entonces comenzó a encoger y extender su dedo, imitando el movimiento de cuando se llamaba a alguien. Sasuke se enfocó en la sensación cálida y suave de la carne interna, en como el ungüento en su dedo volvía el interior mas terso. Frotar con al yema del dedo, pareció relajar a Naruto y hacerlo sentirse bien. Estaba disfrutando la caricia. Sasuke alcanzó el miembro de Naruto con la otra mano y acarició con la palma la superficie. Buscó la excitación de Uzumaki por medio de caricias. Primero rozando la piel, después moviéndola de arriba hacia abajo. La sangre comenzó a provocar que se hinchara, y con ello Sasuke tomó la punta entre los dedos, haciendo círculos. Naruto soltó un suspiro, relajando su cuerpo una vez más.

 

Sasuke coló el segundo dedo sin dificultad. Y el hecho de ver que Naruto seguía disfrutando, lo entusiasmó. Abrió los labios, observando cómo los dedos de su mano se perdían entre los glúteos de Naruto. Entrecerró los ojos sintiendo un cosquilleo agradable a lo largo de su pene, comenzando a endurecerse. Apenas fue consciente de que sus caderas deseaban moverse, como si sus dedos simularan la penetración de su propio miembro. Aquello no le había pasado la última vez. En ese entonces había estado nervioso, asustado e inseguro con las constantes quejas de Naruto. Ahora estaba disfrutando, aun cuando no era tocado. Metió el tercer dedo y vio como el vientre de Naruto se sacudió. Un gemido llegó a los oídos de Sasuke. Lamió sus labios. Estaba tan cerca.

 

La seguridad que ahora tenía, pareció emerger desde algún punto oculto en su cabeza. Sasuke no sabía bien que ocurría con él, pero de pronto un calor anormal subió desde la boca de su estomago, hasta la base de su nuca. Jadeó y vislumbró un vaho salir de su boca. La habitación no estaba fría, o al menos él no la apreciaba así. Así que el vapor venía de su cuerpo, de su propia alta temperatura. Un aroma dulce envició el aire. Aroma mezclado con el sudor, el almizcle y el ungüento. Sasuke entrecerró los ojos, sintiéndose ligeramente mareado. Exhalando vaho a cada respiración. Miró a Naruto desde su lugar, que parecía tan inmerso en el momento como él. Tenía las manos a cada lado de su rostro, con los parpados a medio caer y la vista vidriosa y perdida. Su cuerpo estaba más húmedo que antes y el color azorado en su rostro llegaba hasta el pecho. Jadeaba igual que él, exhalando el mismo vaho caliente.

 

Naruto encorvó la espalda cuando los dedos de Sasuke se encogieron y extendieron dentro de él. Estaba embotado. Sofocado en un olor pesado y agradable. Olía a la piel de Sasuke, a la característica esencia acida de su semen manchándole el estomago. Había un vaporoso pero insistente aroma dulce, que parecía hechizado, paseándose por el lugar, volviendo a él cada tiempo, abofeteándolo con algo que, casi podía confundir con somnolencia. Y entonces enfocó su mirada a arriba. Y vio a ese Sasuke de respiraciones toscas y ojos hambrientos que lo miraba fijamente. Su corazón dio un salto, y de pronto la adrenalina se disparó. Naruto escuchó un zumbido en lo profundo de sus oídos, como una alarma que lo obligó a erguirse. El movimiento hizo que fuera más consciente de los dedos de Sasuke en su interior. Echó los brazos tras el cuello de Sasuke y estampó su boca con fiereza. De pronto había sentido un calor intenso, que pareció menguar en el momento que lo tocó a él. Sasuke lo recibió con el mismo ímpetu, moviendo sus dedos con rapidez de adentro hacia afuera, más profundo y menos delicado.

 

Cuando Naruto con torpeza enredó las piernas a las caderas de Sasuke, lo obligó a sentarse sobre sus rodillas y a sacar las manos de entre sus cuerpos para poder sostenerlo un segundo por la cintura y después pasear las manos por los costados de Naruto, intentando acaparar tanto como le fuera posible. A ninguno de los dos les importó que el ungüento mezclado con la humedad de Naruto quedara esparcido. Tampoco que en su abrazo, el semen que permaneció casi seco en sus vientres, se mezclara y humedeciera con la fricción y el sudor. Sasuke repentinamente se vio a si mismo frotándose contra Naruto, rozando ardorosamente sus erecciones en esa posición. El escalofrío se sintió tan bien, que incluso enterró los dedos con rudeza, en los costados de Naruto. Quizás también las uñas. Sus bocas se medio abrían y cerraban, metiendo y sacando las lenguas, chupando y mordiendo sus labios. Respirando desesperadamente en las mejillas del otro, casi haciendo el beso eterno.

 

No les importó el dolor en la mandíbula o el ardor alrededor de sus bocas. Se separaron un instante, inhalaron aire, se vieron a los ojos y volvieron a golpearse en un beso. Naruto se dejó caer en la cama, ignorando el golpe de su cabeza sobre la base de piedra poco acolchonada, y se llevó a Sasuke con él, para tenderlo en su regazo. Ambos gruñeron con ansías cuando el movimiento les dio otro estimulo y Naruto soltó sus brazos para arañar la espalda de Sasuke. Enterró los dedos en una herida que encontró a ciegas y jaló hacia los lados, como si buscara rasgarlo más. Sasuke jadeó, casi sofocándose y volcó su rostro en el cuello de Naruto, descubriendo sus dientes, mordiendo con saña. Naruto desconoció si la repentina humedad en su cuello era producto de sangre, la sensación sólo le provocó un gemido audible y el estremecimiento de su cuerpo con un golpe de placer. Era el espectáculo de dos animales. 

 

– Sasuke… –Gimoteó en un sonido que denotó necesidad. El calor dentro de su cabeza lo embriagó a un punto donde el hilo de sus pensamientos no era más que una bruma densa. Estaba concentrado en sentir, en aliviarse y en perseguir su instinto por satisfacerse. 

 

Sasuke casi se convulsionó al llamado de Naruto. Su cuerpo se tensó de forma automática, llen de anticipación. El bullir de la sangre le provocó un sentimiento doloroso sobre el pecho que sólo se limitó a llamar excitación. Soltó un gemido ronco y agarró a Naruto por las caderas, levantándolas de la cama. Naruto se sujetó a la espalda de Sasuke, resoplándole al oído. Mientras Sasuke siguió ocultando la nariz en la base del cuello de Naruto, lamiendo el rastro líquido que bañaba la piel. Un segundo se quedaron quietos, sólo escuchando el escándalo de sus respiraciones y latidos. Las sabanas se rozaron cuando Sasuke encorvó su cuerpo, adoptando posición. Y sin necesidad de mediar miradas o palabras, atrajo el cuerpo de Naruto hacia él. La punta del glande chocó contra el esfínter, ejerciendo fuerza. Resbaló hacia arriba y volvió a su lugar, insistiendo otra vez. En el lugar donde la carne estaba suave, el glande se acopló y la presión hizo que cediera. 

 

Naruto inspiró aire con sorpresa cuando la punta comenzó a abrirse paso, lenta e imparable. Nada comparado con la última vez. Cerró los ojos percibiendo el calor en su plenitud, avanzando ardoroso y casi doloroso más adentro. Su cuerpo no se tensó ni hizo un ademan de expulsar el intruso que pareció detenerse a medio camino. La sensación invasiva le proporcionó una tirantez incomoda, pero fácil de lidiar. El calor no disminuía, así que asumió que tendría que acostumbrarse a sentir como quemaba. Su cuerpo abierto le hizo considerar, que nunca había estado tan vulnerable como hasta ese momento. Pero al mismo tiempo, también causó que se realzara en algo más importante. Sasuke estaba dentro de él. Habían logrado superar el paso que habían dejado inconcluso, y estaban a pocos movimientos de tener sexo por primera vez.

 

Sasuke por otra parte estaba quieto en su lugar. Tenía los ojos cerrados con fuerza y la mandíbula fuertemente apretada, tratando de contenerse. Entrar en Naruto había sido diferente a la última vez. La penetración no había sido incomoda para él esta vez, las paredes internas le dieron un abrazo húmedo que lo succionaron más profundo, contagiándolo de calor. Sentía el movimiento y la suavidad. Palpitaba agradablemente como una bienvenida. Decidió no penetrarlo con toda su longitud para evitar lastimarlo. Tampoco creyó que fuera necesario, por ahora. Estaba dentro de él a poco más de la mitad y la sensación fue algo superior a lo que había imaginado. La carne se sacudía a su alrededor, apretando y liberando, provocándole un siseo. Moría por moverse, pero aguardó. Acarició a Naruto con la punta de su nariz y depositó un par de besos a lo largo del área cercana. La calma que los sumergió ese momento, les permitió procesar lo que pasaba. Y todo se sintió natural. Naruto se removió en su sitio, tanteando la sensación. Sasuke salió de su escondite y lo contempló. Algo de toda la situación, se sintió vergonzoso. Pero pasaron de ello cuando se besaron otra vez.

 

– Voy a moverme… –Anunció Sasuke en un susurro junto a los labios de Naruto, quien sólo lo miró.

 

Sasuke hizo el primer movimiento, suspirando ante la sensación de frotamiento. La presión era agradable y la sensación que se daba cuando al entrar la carne se cernía sobre su glande, le envió un cosquilleo intenso. Intentó adoptar un ritmo constante mirando fijamente el lugar donde su erección bombeaba, sintiéndose más excitado. Definitivamente era superior de lo que imaginó. Ya no tuvo duda. Cerró los ojos, disfrutando del roce y como el movimiento de entrar y salir causaba un sonido jugoso. El aroma dulce regresó con mayor profundidad y se coló por debajo de su nariz, comenzando a turbar su mente de nuevo. Naruto gimió y él abrió los ojos. Quiso verlo mientras lo sentía. Quiso ver a Naruto retorcerse por el placer que le causaba él. El hambre emergió posesivamente. Estaba haciéndolo suyo.

 

Naruto abrió los labios para respirar y dejó escapar un sonido ronco en su lugar. Las primeras embestidas de Sasuke sólo lo habían hecho consciente del calor, pero no había sentido nada más que irritación y molestia, quizás un ardor soportable. Pero conforme dentro de él comenzó a suavizarse, producto quizás del ungüento esparciéndose y del pre semen de Sasuke, la sensación cambió. Todo su interior se vio acariciado, eliminando la picazón que lo había desesperado. Cada movimiento era un alivio y enviaba espasmos que rebotaban por cada rincón de su cuerpo. El calor volvía a consumirlo con lentitud. Y las manos de Sasuke sobre sus caderas se volvían más recias, marcándole los dedos. Él no quería quedarse atrás. Mucho menos cuando el aroma de Sasuke lo abofeteó, como para recordarle que ahí estaba. Relamió sus labios ansiando el sabor fresco de menta que Sasuke tenía en su paladar. Y sin abrir los ojos, estiró las manos, llamándolo. En la oscuridad, donde sólo sentía, unos labios bajaron a complacerlo, entregándole el sabor que él quería.

 

Sasuke se meneó en su lugar, sintiendo dolor en la espalda baja. Intentar moverse al mismo tiempo que besaba a Naruto, no era cómodo. No quiso recostarse sobre él, eso le dificultaría las maniobras y lo limitaría a una penetración lenta. Rompió el beso con la intención de erguirse en su lugar, pero las manos de Naruto volvieron a clavarse en su espalda, impidiendo que se alejara. Gruñó, frustrado. Pero se olvidó de ello pronto. Naruto le lamió los labios y le succionó el mentón, incitándolo. Sasuke sintió de repente un escozor recorrerle los dientes y bajó al hombro de Naruto para mordisquearlo, otorgándole alguna clase de alivio. Naruto ronroneó complacido y tanteó con la punta de los dedos la superficie irregular de la piel en la espalda de Sasuke. Encontrando ocasionalmente alguna herida donde pudiera enterrar las uñas para volverla a abrir.

 

Cada vez que sentía el dolor, Sasuke jadeaba al sentir un pinchazo agradable a lo largo de su erección. Sus caderas empujaban hacia Naruto en ritmos irregulares, donde aumentaba y disminuía la velocidad cada lapso. Paseó sus dientes por el cuello y mejillas de Naruto, dejando líneas rosáceas tras su camino. Tenía las ansias de morder más fuerte, para que Naruto sintiera el mismo golpe de placer que él. Cuando Naruto jaloneó una herida sobre sus antebrazos, lo hizo. Mordió en la curvatura del hombro con fuerza, hasta sentir a sus dientes frontales e incisivos deshacer tiernamente la primera capa de piel, sacando un par de gotas de sangre. El cuerpo bajo él se sacudió con un siseo de sorpresa. Y entonces Sasuke apretó los parpados al sentir como el interior de Naruto se contraía súbitamente, casi estrangulándolo. La sensación conjunta, donde Naruto se cernía a su alrededor y lo succionaba, junto a las uñas siendo enterradas en su piel otra vez, disparó en Sasuke un escalofrío desde el bajo vientre hasta la columna vertebral. Subió, llegó a su cerebro como placer y bajó entumeciendo su camino. Sasuke jadeó cuando el agolpamiento en su bajo vientre se incrementó subiendo hasta su miembro. Su cuerpo entero se tensó, y fue golpeado por el vértigo. Apretó los dientes cuando eyaculó y su cuerpo fue acunado por el alivio, el cansancio y el letargo.

 

Regresó a la consciencia con su respirar agotado y fue consciente de que Naruto también había alcanzado el orgasmo. Y eso había disparado el suyo. Semen cálido estaba adherido a su estomago y al de Naruto. Sasuke bajó la cabeza y posó su frente en el pecho de Naruto, tratando de recuperar el aliento. El movimiento permitió que el pene de Sasuke se deslizara perezosamente fuera de Uzumaki, trayendo con él un rastro viscoso que buscaba la salida. Las manos de Naruto acariciaron el cabello de Sasuke y eso le provocó una sonrisa aletargada.

 

– ¿Sigues vivo, bastardo? –Preguntó Naruto con una sensual voz ronca y una palpable falta de aliento. Sasuke rió entre dientes, acurrucándose sobre él– Estás pesado… –Dijo. Causando que de mala gana, Sasuke rodara hacia un lado, liberándolo de su cuerpo.

 

– Hola. –Sonrió Sasuke cuando vio a Naruto. Uzumaki estaba hecho un desastre. Su rostro estaba a medio dormir con los parpados apenas abiertos. El cabello alborotado y sudado, así como el rostro lleno de rubor. La sonrisa soñolienta que le dirigió, hizo que Sasuke creyera que la imagen de Naruto después del sexo, podría convertirse en su favorita– ¿Estás bien?

 

– Justo ahora… comienzo a sentir que no voy a poder moverme mañana. –Rió. Y era verdad. Su cuerpo se sintió como si de pronto adoptara la consistencia de una gelatina. Se sintió ligero y pesado a la vez. Como el agarrotamiento que causaba el ejercicio sin calentar– ¿Y tú?

 

– Me siento muy bien… –Confesó sin culpabilidad, volviendo a sonreír. Naruto soltó un bufido disgustado. Sasuke se arrastró para quedar cerca de él– ¿Te… gustó? –Preguntó, viéndolo a los ojos con seriedad.

 

– No me preguntes eso… –Dijo, comenzando a sentirse avergonzado. Por dios. Habían tenido sexo. En verdad habían tenido sexo. Le resultaba tan increíble ahora que lo pensaba. No se sentía como si algo hubiera cambiado, y al mismo tiempo, muchas cosas ya no eran igual. Sasuke lo siguió mirando fijamente– No… estuvo tan mal… –Murmuró a regañadientes–…Sí… me gustó… –Dijo al final con un hilo de voz, mirando a otra dirección.

 

– A mi también. –Sonrió– ¿Fue como imaginaste que sería?

 

– No. –Contestó de inmediato. Sasuke frunció el ceño con preocupación– Ni en un millón de años imaginé que alguien me metería algo en el trasero. –Se burló, aligerando el ambiente. Sasuke se rió en voz baja.

 

– No. Supongo que no. –Dijo. Aún animado por el comentario de Naruto– Pero… eso no te impedirá que lo hagamos de nuevo, ¿Cierto? Podemos hacerlo otra vez, ¿Verdad? –Naruto sintió esas palabras como un déja vu. Rememoró la noche que se tocaron por primera vez y que Sasuke también le preguntó si tenía permitido hacerlo de nuevo. Sonrió.

 

– Si no te dejo hacerlo otra vez, estoy seguro de que te pondrás insoportable. –Se colocó de perfil, acomodándose para dormir.

 

– ¿Eso es un sí o un no? –Se cercioró, adoptando la misma posición que Naruto, pasándole un brazo por el costado. Naruto recargó su pierna sobre el muslo de Sasuke.

 

– Que sí, bastardo. –Bostezó.

 

Sasuke suspiró aliviado y apoyó su barbilla sobre la cabeza de Naruto. Estaba tan cansado. El sexo era mucho trabajo pero, los instantes que duraba, valían totalmente la pena. Bostezó sintiendo el peso del sueño. No deseó despejarse como siempre hacía cuando se masturbaban, para limpiarse. No. Eso podía esperar. Sólo necesitaba dormir un par de horas. Seguramente las pocas horas que faltaban para el amanecer. Sasuke aspiró el olor del cabello de Naruto, sintiendo el cuerpo entre sus brazos, cálido y dormido. Después sin darse cuenta, cayó rendido también.

 

 

 

 

 

 

 

Sasuke frunció el ceño al sentir un calor sobre el rostro que lo molestó. Gruñó, reacio a despertarse por completo, pero el molesto calor no lo dejaba en paz. Parpadeó pesadamente sintiendo el ardor que la falta de sueño le causaba a sus ojos. Volteó el rostro y un deslumbro le hizo volver a cerrarlos. Movió su cabeza, y notó tras los parpados que ya no había esa luz. Entonces abrió un ojo para espiar. Había amanecido. Posiblemente eran cerca de las siete de la mañana, porque el sol estaba justo encima del tragaluz del techo y caía imparable hacia la cama. Sasuke intentó arrastrar su cuerpo lejos del molesto rayo y se vio impedido de movimiento. Volteó hacía abajo y encontró a Naruto dormido sobre su brazo que, en ese momento que intentó moverlo, lo golpeó con un doloroso calambre. Seguramente por haber dormido con peso encima. Las memorias de la noche anterior desfilaron en su cabeza y le sacó una sonrisa embobada. Naruto y él.

 

Se estiró en su sitio gimiendo adolorido cuando todos los huesos de su cuerpo crujieron en protesta, arrastrando la sabana que los mal cubría en el proceso. Cada articulación se sentía como esponja, en una mezcla entre lo incomodo y lo agradable. Era sólo cuestión de acostumbrarse, pensó. Irguió la cabeza en vista que no podía moverse sin despertar a Naruto y dio un vistazo a la habitación. La noche anterior no había notado las motas de polvo por la escasa luz. Pero su cubículo daba una apariencia descuidada. Los muebles estaban polvorientos. Sasuke se preguntó si Naruto habría pasado por alguna especie de depresión en su ausencia. Observó sus ropas en el suelo haciendo camino hasta la base de la cama. Y como la tina de cobre obligó a que el mesón donde a veces escribían o desayunaban si no querían bajar al comedor, quedara marginado contra una pared.

 

Sasuke recordó que había mordido a Naruto en múltiples ocasiones la noche anterior y volcó su atención a él. Sentía las sabanas rasposas y sucias, adhiriéndose a sus cuerpos, por lo que no quería que Naruto obtuviera una infección si tenía una herida. Movió con delicadeza el mentón de Naruto de un lado al otro, para permitirle ver su cuello, pero no encontró ni un rastro de marcas. Ni siquiera había aluna irritación o enrojecimiento. Sasuke se encogió de hombros, quizás no lo había mordido tan fuerte como pensó. En medio de todas las cosas que habían pasado la noche anterior, pensar no fue precisamente una de las primordiales. Notó que la mitad inferior del cuerpo de Naruto se había descubierto, seguramente mientras él se había estado estirando. Movió su mano para alcanzar la tela y cubrirlo.

 

Cuando estiró su brazo, notó que todas sus heridas estaban vaporosas. Todas eran líneas rosadas y poco llamativas. Entrecerró los ojos, tornándose serio. Apretó los labios. Bajó su vista a su pecho, comprobando que todas estaban en igual condición. Tenían la apariencia de que hubieran sido hechas ese día o que estaban por desaparecer. Bufó confiado cuando pensó que, nadie notaría el cambio, todo había estado oscuro como para reparar en ello. Entonces recordó a Sakura y su madre, quienes lo habían examinado más de cerca. Rechinó los dientes. Todo estaba bien. Nadie diría nada. Estaba exagerando. Meneó la cabeza y decidió no preocuparse. Volvió a mover la mano para tomar la tela e intentar cubrir a Naruto, cuando de pronto la puerta del cubículo se abrió. Sasuke se congeló en su sitio, dirigiendo rápidamente la vista hacia la entrada.

 

Itachi estaba en el umbral con expresión pasmada. Sasuke sintió un torbellino de confusión y miedo. Abrió la boca para decir algo, pero no supo que decir, así que terminó sin decir nada y sólo parecer un idiota con la boca abierta. Itachi no estaba muy alejado de su expresión. Estaba ahí, de pie en la entrada de la habitación con la intención de revisar a su milagrosamente retornado hermano menor. Y lo que encontró en su lugar fue la vista panorámica del trasero de Naruto al aire y de un Sasuke también desnudo sobre la cama, con un rostro que reflejaba el mismo desconcierto que el suyo.

 

No quedó lugar a dudas de lo que en esa habitación había ocurrido. La ropa en el suelo, el desastre de sus cabellos, la condición desnuda de sus cuerpos, incluso la lenta reacción de Sasuke de tener algo que decir, al menos para intentar excusar lo inexcusable. Dios mío. Naruto y Sasuke habían tenido sexo. La mente de Itachi se sintió marearse. Naruto y Sasuke habían tenido sexo. ¿Por qué? ¿Desde cuándo?, ¿Ellos tenían esa clase de relación? ¿Por qué? ¿Desde cuándo?, y así todo se volvió un torbellino. Donde Sasuke e Itachi se quedaron mirando fijamente, sin moverse porque no sabían qué hacer.

 

Naruto profirió un ligero ronquido que provocó que los hermanos parpadearan, como si los regresaran a la realidad. Sasuke inspiró aire a punto de decir algo e Itachi rápidamente levantó una mano para detenerlo. Itachi se llevó un dedo a los labios y meneó la cabeza. Sasuke entendió. No debían despertar a Naruto. Eso ellos dos tendrían que discutirlo después. A solas.

 

– Sólo vine a ver como estabas. –Susurró Itachi, sintiendo que la situación comenzaba a incomodarlo. Pero intentó torpemente no mostrarse más sorprendido.

 

– Estoy mejor. –Contestó igualmente. Y arrugó la frente cuando su propia consciencia hizo una broma de doble sentido con su frase. “Mejor después de lo de anoche, como puedes notar. ¡Ja!”,maldito subconsciente– Eh… Itachi… yo… –Intentó explicar. Itachi volvió a menear la cabeza.

 

– Luego… –Aconsejó– Y no te preocupes… comprendo. –Sonrió con consuelo. Tranquilizando a Sasuke un poco– Iré por su desayuno. Tienes diez minutos, despiértalo. ¿De acuerdo? –Sasuke asintió rápidamente. Itachi sonrió de nuevo y salió de la habitación cerrando la puerta.

 

Itachi caminó por el pasillo con el cuerpo rígido. Se detuvo al borde de las escalera y pegó la frente a la pared. Internamente hacía todo lo que no podía en ese momento. Corría en círculos gritando, haciendo las expresiones de pánico más estúpidas, junto a la sorpresa de descubrir que su hermano menor estaba relacionado con su otro hermano menor. Que escándalo.

 

Si lo pienso con detenimiento… quizás no es tan sorprendente….

 

Pensó. Y es que la relación de Sasuke y Naruto siempre había sido demasiado profunda como para ser considerada normal. Rememorando muchas situaciones y dejando de lado el hecho de que ambos fueran dos hombres, en verdad pareció contar con lógica. Itachi suspiró con cansancio. Ahora tenía una razón más para interrogar a Sasuke. Pero por ahora le daría un descanso. Bajó los escalones hacia el comedor, rogando que Sasuke se hiciera cargo del cubículo hasta que él volviera y ambos pudieran fingir frente a Naruto, que no había ocurrido nada. Naruto posiblemente saltaría desde la ventana si supiera en qué clase de situación Itachi los había visto, así que mejor guardarlo en secreto. Los hermanos Uchiha eran buenos en trabajar en equipo.

 

 

 

 

 

 

 

Rock Lee bajó alegremente los escalones hacia el sótano donde estaba la habitación de Sai. Estaba lleno de energía juvenil y entusiasmado por contarle las noticias del regreso de Sasuke. Se sorprendió que no encontrara la antorcha de las escaleras encendida, pero asumió que era porque Sai seguía dormido, así que no le importó.

 

Dio vuelta y encontró una habitación casi a oscuras. Su vista tardó en acostumbrarse a la luz débil de la vela encima del escritorio y a distinguir la silueta de Sai en medio de la habitación. Dio un paso, bajando el último escalón. Se escuchó un crujido de papel y Lee bajó la vista. Agrandó los ojos al descubrir que todo el suelo de la habitación estaba repleto de hojas, libros y papeles con letras y retazos. La habitación de Sai estaba muy desordenada. Los muebles tenían todos los cajones abiertos y los libreros con pocos libros. Los demás estaban a los pies del mueble, abiertos en diferentes secciones y amontonados descuidadamente.

 

El lugar parecía que había sido víctima de algún atraco. Rápidamente volteó a ver a Sai. Quien estaba inmerso en un puñado de papeles en sus manos, aparentemente sin haber notado la presencia de Rock Lee en el lugar. Quien dudó en si quedarse en su sitio o avanzar hacia Sai con el temor de pisar o arruinar algún documento importante. Al final caminó hacia él, llamando su atención.

 

– Ah, Lee-kun… Perdona este desastre. –Sonrió apenado. Para luego volver a leer los papeles en sus manos.

 

– Sai-kun… ¿Qué pasó con este lugar? ¿Estás bien? –Llegó a lado de Sai, posando una mano sobre su hombro. Preocupado.

 

– Si, todo está bien… sólo estaba buscando algo. –Se alejó de Lee, caminando hacia uno de los estantes. Alcanzó otro libro y comenzó a hojearlo con desesperación.

 

– Estás…. ¿Buscando algo? –Preguntó Lee, sintiéndose incomodo. Probablemente Sai estaba molesto o algo.

 

– Si. –Respondió cortante. Se quedó en silencio un momento mientras leía y después levantó la mirada hacia Lee, quien se meneaba en su mismo lugar. Sai sonrió con su rostro blanco y mascara fría– ¿Sigues aquí, Lee-kun? ¿Se te ofrece algo?

 

– Eh… no. Yo sólo quería comentarle a Sai-kun las buenas noticias que ocurrieron anoche. –Se puso nervioso. Sai lo miraba, sonriente, pero distante– Verás… Sasuke-kun ha regresado.

 

– ¿Qué? –La máscara de Sai se rompió, mostrando una mueca de completa incredulidad y sorpresa– ¿Qué has dicho? Pero… Sasuke-kun había muerto en la cacería con The Seers… han pasado cinco días desde eso… nadie… nadie sobrevive a… –Se atragantó y se cubrió la boca con la mano.

 

– Todos están sorprendidos al igual que tu. –Continuó, ignorando la mirada horrorizada de Sai– Es la primera vez que ocurre algo como esto… esto es… un milagro. Que alguien pueda sobrevivir afuera y volver… esto ha abierto el cielo de esperanza… quizás Sasuke-kun sabe como estar a salvo allá afuera…

 

– ¿Lo sabe Naruto-kun? –Se apresuró a preguntar. Lee asintió.

 

– Claro que lo sabe. ¡Él lo encontró! –Sai caminó rápidamente hacia Lee, tomándolo de los hombros. Gesto que asustó al joven, por lo imprevisto.

 

– ¿Naruto-kun? –Repitió.

 

– Eh… si… –Asintió, nervioso– Fue mientras él estaba castigado a la guardia nocturna… yo… no sé cuáles son los detalles. Sólo sé que fue él quien lo encontró. Despertó a todos pidiendo ayuda y cuando salimos, estaba Sasuke-kun con él… estaba muy herido. Pero Sakura-san mencionó que no fue nada grave y sólo eran rasguños… aun así estaba cubierto de sangre. –Finalizó, para luego adoptar nuevamente una expresión preocupada– Sai-kun… ¿Estás seguro que estás bien?

 

– Si. Lo estoy. –Sonrió, dando un paso atrás– Sólo estoy cansado, he estado buscando algo durante días… he dormido poco.     

 

– ¿Necesitas ayuda? –Ladeó la cabeza– Sabes que puedes pedirme lo que sea… –Sai meneó la cabeza.

 

– No, gracias. Esto es algo que sólo puedo hacer yo… –Hizo una mueca– Y si te soy sincero… ni yo mismo sé que estoy buscando… sólo sé que lo sabré en cuanto lo vea. –Lee se encogió de hombros.

 

– Entonces te dejaré solo… perdona que te interrumpiera…

 

– No. Al contrario. Gracias por avisarme de estas noticias, Lee-kun… siempre eres muy considerado conmigo… –Sonrió con melancolía.

 

– Somos amigos, ¿No? –Rió– Es lo mínimo que puedo hacer… De todas maneras, si cambias de opinión y necesitas mi energía y juventud para buscar, aquí estaré. –Golpeó su pecho con el puño con entusiasmo.

 

– Muchas gracias. –Lee asintió y se dio media vuelta para subir a desayunar. Sai deshizo su sonrisa en cuanto se encontró solo de nuevo. Caminó hacia la cajonera y posó ambas manos sobre el borde. Fulminó con la mirada el contenido del primer cajón abierto– Si los diarios no están aquí… eso significa que están en ese lugar. –Murmuró, gravemente pensativo– Si es así, entonces… tú, debes de ser alguien de quien la fortaleza no desea se enteren…. –Se levantó de su sitio, caminando hacia un rincón donde estaba su capucha– Voy a traerte del exilio….

 

Se colocó la capucha y se cubrió enteramente. Caminó hacia la escalinata y subió lentamente por ella, exponiéndose a estar cerca de la luz del sol.

 

Dentro del cajón se encontraban varios bosquejos. Las hojas de diferente color y los trazos distintos sólo adjudicaban que eran imágenes hechas por distintos dibujantes. Distintas generaciones habían trazado y ocultado el rostro de la misma persona entre los diarios conservados sólo por el siguiente dibujante. El rostro de Kushina sonreía en cada una de esas hojas.

 

 

 

Continuará…  

 

 

 

Notas finales:

Nah! 

¿Qué les pareció? ¿Bien? ¿No bien? Quiero saber. ;w; 
Espero que la escena lemon haya sido de su agrado. Sé que es algo corta, pero no quise meterme en muchos detalles repetitivos. (Que de todas maneras pienso que sí hice) Hubo un misterioso momento donde de pronto todo era sof-violencia. ¿Porqué sospechan que fue? 
Y sasuke está de regreso. Pero algo está diferente en él. 
De aquí en adelante comienza el estira y afloja de respuestas. Muchas saldrán a la luz, otras sólo darán psitas. 
Ójala que la trama les esté pareciendo interesante. Me gustaría intentar sorprenderlos mas adelante. 

Agradezco, como siempre, su eterna comprensión y paciencia. Y sobre todo agradezco los comentarios de las personas. significan mucho para mi, para nosotros en nuestra única satisfacción y pago. Así que espero sus opiniones.

Hasta la otra. 

¡Dejen Reviews! 

 

RHYO DARCK 


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