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UNDERWORLD por RHYO-DARCK

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Notas del capitulo:

Nah! 

Mucho tiempo sin habernos visto, aunque algunos dicen ya estar acostumbrados. (XD)
En fin, he aquí el ultimo capitulo del año (Como si subiera muchos :v) sé que decir algo como 'me apresuré para terminarlo antes de que terminara el año' sonaría bastante ridiculo, porque mis retrasos son imperdonables pero, así fue como ocurrió. 

Estamos llegando al principio del fin de esta historia y a partir de este momento ocurrirán cosas a gran velocidad. Habrá más dudas que respuestas, lo sé, pero ustedes también saben que así es como funcionan las cosas en este mundo. 

Bueno, no me explayo más para que puedan leerlo, espero que les guste el giro de los eventos. 

¡A leer! 

 

Dammed - Condenado, Maldecido. 

UNDERWORLD

Capitulo doce

Dammed

 

 

 

 

En la oscuridad, primero fue consciente del movimiento. Su cuerpo siendo acunado en un vaivén. El vacío debajo de él. La falta de gravedad. Poco a poco, sus otros sentidos comenzaron a despertar con pesadez. El sonido del golpeteo amortiguado en la lejanía. Los resoplidos cercanos y constantes. La vibración que le estremecía los huesos desde el centro. El olor llegó después. Olor a podredumbre, sudor, pelaje sucio y sangre. El ferroso aroma de la sangre sobrepasó a las demás esencias y le abofeteó con su último sentido. Un cosquilleo cubrió la superficie de su piel, le avisó de su cuerpo húmedo, del liquido que se escapaba de él y que se deslizaba gota a gota por sus brazos y dedos. Luego vino el dolor. Como una daga afilada, se clavó en su espalda, abdomen y piernas. Aguijoneó cada uno de sus nervios y le hizo salir del sopor y la oscuridad.  

 

Sasuke abrió los ojos con un jadeó y la consciencia se apoderó de su mente. Su vista desenfocada presenció una mancha borrosa de oscuridad. En los siguientes segundos logró distinguir las masas de su entorno. Pudo ver la tierra moviéndose bajo él, los árboles pasar rápido a su alrededor y el cielo quieto encima suyo. Todo sumergido en el rojo sangre del manto, asfixiando el aire del mundo hasta volverlo difícil de respirar. Giró los ojos y vio la hilera de dientes que lo aprisionaban, y la lengua que lo mojaba, empujándolo hacia los colmillos. Sintió un duro golpe en el fondo del estómago cuando realizó la situación: Estaba en el hocico de una bestia del manto y siendo llevado a algún lugar. Posiblemente, para ser despedazado y devorado. 

 

Intentó moverse pero el dolor le obligó a quedarse quieto. Movió su cabeza hacia abajo para revisar su cuerpo. La laringe le tembló al presenciar el estado que tenía. Su torso estaba aprisionado por varios pares de colmillos que entraban por la espalda, al igual que por el estómago que reposaba en los colmillos inferiores, prensándolo. Su pierna derecha estaba inmovilizada por un diente incisivo inferior que le atravesaba la rodilla. Su mano izquierda, inmóvil junto a su cabeza, tenía expuesta la carnosidad debajo de la piel y se encontraba pálida por la pérdida de sangre. Sasuke no logró sentir su pierna izquierda, y la posición boca abajo en la que se encontraba, no le dejó revisar si aún la tenía. El crujido de madera llamó su atención. El estuche de flechas estaba aplastado y roto contra el paladar, la presión había obligado a las flechas a quedarse encima de su espalda. Miró hacia su mano derecha que colgaba hacia el frente entre dos colmillos. Manaba sangre a pequeñas cantidades debido al roce constante entre los filos con el movimiento. Hizo un esfuerzo por moverla y consiguió flexionar los dedos. El dolor del calambre por la falta de movimiento casi le evitó volver a intentarlo. Aquello sólo pudo significar que había estado en esa posición, e inconsciente, por mucho tiempo. 

 

Se preguntó con temor, ¿Qué tan lejos de la fortaleza estaba ahora? La carrera de la bestia que lo aprisionaba entre las fauces le indicó el gran terreno que recorría en unos cuantos galopes. Sin mencionar, que no sabía cuánto tiempo había permanecido desfallecido. Trató de enfocar su atención en crear un plan, pero su cerebro estaba tan confundido y temeroso, que apenas y podía seguir manteniéndose despierto. No sabía de qué forma podría deshacerse del encierro de los colmillos. Y aunque consiguiera liberarse, no sabía cómo podría arreglárselas para huir con sus heridas o si podría al menos ponerse de pie. Tensó la quijada con disgusto. Sin importar el plan que llegara a ocurrírsele, las probabilidades de sobrevivir seguían siendo nulas. Si de todas formas iba a morir, no le daría el placer al monstruo que lo atrapó de ser un bocadillo dócil.

 

Con toda su voluntad en ese pensamiento, obligó a su mano izquierda a moverse. Con lentitud la flexionó hacia sus hombros para alcanzar las flechas sobre su espalda. Se estremeció cuando uno de sus dedos se encontró con la puntiaguda punta de un trozo del estuche, deslizó más su mano hasta rozar el cuerpo de madera de las flechas. Con los dedos acaparó cuantas flechas cupieron en su mano cerrada y, con precaución, las deslizó fuera. Sasuke esperó que su movimiento dentro del hocico del animal hubiera pasado desapercibido, y los roces que le dio a su lengua y paladar se los adjudicara al vaivén que hacia al correr. Atrajo las flechas a su lado y las acomodó en su puño con el filo hacia abajo. Aspiró aire para brindarse valor. Sasuke era consciente de la cantidad de dolor que estaba por sufrir, pero ya había tomado una decisión. Exhalando lentamente, levantó su brazo dentro del reducido espacio que le brindaba el hocico de la bestia y, con todas las fuerzas que poseía en ese momento, dejó caer el filo de las puntas sobre la lengua del monstruo.

 

El gruñido de sorpresa ante el dolor golpeó contra el rostro de Sasuke como una ventisca maloliente. Y entonces, antes de que el animal consiguiera abrir el hocico para aullar, Sasuke arrastró el filo de las puntas por la superficie de la lengua, cortando cuanta carne pudo. La sangre brotó abundante, siguiendo el camino del metal sobre el musculo. La lengua retrocedió cuando el hocico se abrió y Sasuke logró volver a clavar las flechas por un costando, perforando una de las venas.  La quijada volvió a cerrarse con fuerza atravesando el torso de Sasuke de lado a lado y haciendo que su cuerpo disparara la sangre hacia afuera, de la misma forma en la que se le exprimía el jugo a una naranja. Gritó con una voz rasposa y ronca. El dolor le nubló la vista y su cuerpo pareció desconectar todos sus nervios de un golpe, como si protegieran a su cerebro para no caer en ese mismo instante en la locura.

 

La bestia sacudió su cabeza de un lado al otro mientras sus fauces apretaban. La sacudida hizo que las heridas se ensancharan por el peso y brusquedad. Sasuke sintió un liquido subir desde su estómago sin control alguno, abrió la boca cuando llegó a su garganta en una arcada natural del vómito. Lo que salió de su interior no fue el contenido de su estomago sino sangre. El animal sacudió su cabeza una vez más y lanzó a Sasuke lejos de él.

 

En el momento en que Sasuke percibió que había dejado el hocico del animal, casi sonrió. Su cuerpo experimentó el vértigo y el golpe del aire, después nuevamente el dolor cuando su vuelo fue detenido por el tronco de un árbol. Sasuke cerró los ojos con fuerza y detrás de sus oídos retumbó el chasquido de los huesos de sus costillas. El aire pareció escasear de pronto y los jadeos de Uchiha temblaron con desesperación. La bestia gruñó y sacudió su cabeza para sacar la sangre acumulada en su hocico y que no dejaba de emanar. Con la lengua trozada casi por la mitad, el animal dirigió su mirada a Sasuke y entrecerró los ojos con rencor. A paso lento comenzó a acercarse al humano que lo había lastimado, con la intención de hacerlo pedazos en ese mismo instante.

 

Sasuke notó la vibración de las pisadas en la tierra y trató de incorporar su cuerpo. Ahora que estaba fuera de las fauces, con un momentáneo alivio verificó que su pierna izquierda seguía ahí. Sin embargo, de su vientre no sólo escurría sangre, sino también alguna clase de blanda carnosidad que bajaba viscosa y lentamente hasta la tierra. Logró levantar su torso superior al apoyarse en sus brazos, sólo para notar que la parte inferior de su cuerpo no cooperó de la misma forma. Cuando ordenó con su cerebro mover las piernas, estas sólo se sacudieron con ligeros espasmos, pero nada más. La sombra de la bestia llegó hasta él y lo cubrió. Sasuke no deseó verlo a los ojos e intentó con todas sus fuerzas arrastrarse lejos.

 

Sus débiles brazos sólo lograban moverlo un par de centímetros y la pérdida de sangre le hacía perder cada vez más fuerza. La pata del monstruo cayó a un lado de su cuerpo, y la desesperación inundó su sistema con falsa energía. La otra pata se posó hacia su otro costado, y entonces Sasuke supo que aquel demonio se encontraba justo encima de él. La sangre de la lengua del monstruo cayó sobre la cabeza de Sasuke. Mezclado con saliva y restos de la carne que había arrancado de su abdomen y espalda, humedeció el cabello y cuello de Sasuke. El gruñido sonó burlesco a los oídos de Sasuke. El demonio estaba viéndolo agonizar con diversión.

 

Ante eso, Sasuke sintió una profunda ira. Apretó los dientes hasta que rechinaron. Su cuerpo comenzó a temblar con un sentimiento confuso que le nubló la cordura. Estaba colérico, decepcionado, asustado, avergonzado, rencoroso y triste. Una amplia gama de sentimientos negativos que lo desequilibró por unas milésimas de segundo, pero justo después, le hizo ver con claridad lo que debía hacer a continuación. Se apoyó en sus antebrazos y empujó su cuerpo hacia delante, ganándose otro bufido de burla del animal. Entonces, se dejó caer y escuchó el sonido de los trozos del estuche caer a de su espalda. Rápidamente llevó su mano derecha a ellos y sujetó el primer trozo grande que encontró. Tal y como había pasado antes, sus dedos recibieron el filoso borde de la coraza rota, cortándole la piel. El estuche estaba hecho con una mezcla de virutas de madera y resina silvestre que, a diferencia de la del mundo humano, su consistencia era más delgada, resistente y ligera. Y eso hacía que los fragmentos de su forma sólida adquirieran filo.

 

Sasuke giró su cuerpo boca arriba y el animal rugió para morder. En el momento en que la bestia acercó su cabeza hacia Sasuke con las fauces abiertas, él le enterró la coraza  en el cuello. La bestia se irguió y aulló con dolor, echó la cabeza hacia atrás haciendo que la sangre de la herida saliera disparada como un chorro. El animal volvió a bajar para matar a Sasuke. Sin notar que, mientras soltaba alaridos, Sasuke había tomado otro trozo de estuche. Uno de mayor tamaño. Entonces fue recibido por una herida directo en la garganta que le hizo doblar las patas y caer directo al suelo, justo encima de Sasuke.

 

La sangre brotó como espumarajos encima del rostro de Sasuke. El peso del animal lo atrapó dolorosamente, inmovilizándolo por completo. Sasuke intentó con todas sus fuerzas alejar el peso fuera de él, pero estaba confinado en el espacio entre la quijada y la garganta con una enorme cantidad de sangre cayendo sobre él. En sus intentos por llevar oxigeno a sus aplastados y perforados pulmones, tragó en más de una ocasión la sangre que salía a raudales. El cuerpo de la bestia dejó de moverse después de algunas sacudidas, mientras que se drenaba por medio de sus acertadas heridas, a conductos de liquido vital importantes. Los brazos de Sasuke cedieron y el pelaje, la sangre y la carne cubrió su rostro. No podía respirar, la sangre entraba por su nariz y boca. El líquido comenzó a ahogarlo y de pronto supo que esa sería su forma de morir. Cuando asimiló ese pensamiento, su mundo se oscureció. Sus pulmones dejaron de funcionar. Y también su corazón, muriendo asfixiado por peso, pelaje y sangre.

 

 

 

 

 

 

 

Escuchó gruñidos. Suaves gruñidos en un eco lejano que tomaron definición conforme los segundos pasaron. En la oscuridad pudo percibir cual era la cantidad de dueños de esos gruñidos. Entonces escuchó el rasgar de la carne. Si. El sonido cremoso y fresco de cuando unos colmillos atrapaban un pedazo y luego jalaban de él hasta que se desmembrara. Escuchó el sonido que hacían al tragar y el escurrir de la saliva y el jugo al suelo.  Inhaló la esencia de pelaje sucio, sangre y podredumbre.  Por un momento creyó que todo lo sucedido antes había sido un sueño, y que seguía atrapado en el hocico de la bestia. Pero no. Su cuerpo estaba tendido sobre una superficie, aplastado por un peso que ahora sintió ligero. Más olores llegaron a él. Tierra, otro tipo de pelaje, otro tipo de suciedad. Otro tipo de bestia, pensó. Entonces abrió los ojos.

 

Al encontrar nuevamente oscuridad, por un momento creyó que estaba ciego. Hasta que sus ojos se adaptaron y entonces distinguió las hebras de pelo sobre él. Toda la superficie sobre él estaba hecha de hebras de pelo. Inspeccionó su cuerpo con precaución. Dobló los dedos, movió los pies, movió los dedos de sus manos, las muñecas también. Estaba exento de dolor. Lo que le pareció extraño. Empujó con una mano el pelaje sobre él y este cedió con facilidad. Los gruñidos que había escuchado antes se detuvieron y entonces chillaron, difuminándose con una vibración ligera en el suelo. Alejándose de ahí. Echó el cuerpo a un lado y notó las estrellas en el cielo. Ya no había manto.

 

Sasuke mantuvo la vista fija en el cielo nocturno. Presenció el resplandor de las estrellas con un nuevo brillo. El aire que sopló y le sacudió el cabello tuvo un nuevo aroma. La oscuridad a su alrededor tuvo un diferente matiz, más fragante y menos penumbrosa. El silencio de la noche pareció susurrante. Bajó la mirada y observó su alrededor. El cadáver de la bestia a su lado estaba abierto, producto de la carroña que otras bestias habían hecho de él. El tamaño ya no logró sorprenderlo. En ese momento donde sus sentidos estaban percibiendo el mundo como si fuera la primera vez, alejaron todo pensamiento de su cabeza. Todo sentimiento también.

 

Levantó las manos frente a él y notó que sus heridas eran más pequeñas. Palpó la superficie de su abdomen y levantó su camisa endurecida con sangre seca, los trozos de carne faltantes estaban regenerados y cubiertos de piel nueva, al rojo vivo. Acarició la superficie con el dedo índice, sintiendo la vulnerable suavidad de la carne. Volvió a bajar su camisa e intentó ponerse de pie. Esta vez, lográndolo con menos dificultad. Lentamente, dio un par de pasos. Se sintió ajeno a su cuerpo, como si tuviera que aprender desde el principio como hacer uso de él.  Llegó hasta un árbol y se sostuvo de el, buscando un mejor equilibrio. Sintió el interior de su cabeza embotado. Se propuso caminar de un árbol a otro hasta que pudiera caminar por sí mismo con mayor seguridad.

 

Caminó por largos minutos que después se hicieron un par de horas. Sasuke no sabía hacia donde se dirigía. No pensaba en nada más que en dar un paso a la vez, en nada más que avanzar un árbol a la vez, en nada más que cruzar un bosquecillo a la vez. Con la mirada perdida al frente, con los movimientos de un muero viviente, sólo buscó avanzar. El viento trajo hasta su lengua el fresco y dulce olor de agua.  Giró la cabeza y cambió de dirección. Llegó a un punto donde comenzaba a haber menos árboles, así que fue obligado a caminar por sí mismo por mayores distancias. Entonces, lo vio. A lo lejos reconoció un estanque de agua, tan grande como una piscina de gimnasio, rodeada de rocas, musgo y plantas. Se saboreó como si ya hubiese probado el agua dulce, sólo para sentir lo rasposa y seca que estaba su lengua. La saliva que se creó después, le trajo el gusto ferroso y salado de la sangre seca dentro de su garganta y boca. Hizo un gesto inconsciente de desagrado. Pero su mente no analizó, ni la textura ni el sabor.

 

Se tambaleó con mayor rapidez hacia la fuente de agua, zigzagueando sobre la tierra con la imagen fija en los ojos. Entre más se acercaba, mayor era el deleite del olor húmedo y el viento fresco. Se arrodilló en la orilla y sumergió la cabeza dentro, sin importarle que el agua de las faldas del estanque estuviera repleta de tierra suelta. Bebió con desesperación, tragándose el sabor ferroso de la sangre en la boca y el amargo de la combinación de fango y musgo en la orilla. Bebió hasta que el estomago se le hinchó y dolió. Alejó el rostro del agua, jadeando. Con los ojos a medio cerrar debido al alivio de haber satisfecho una de las necesidades primarias de su cuerpo, haciendo que la deshidratación retrocediera a la fuerza, gimió. Rodó sobre la tierra húmeda, recostando la espalda en el suelo. Suspiró viendo nuevamente las estrellas en el cielo, sintiendo como su mente racional despertaba del letargo. Conforme los recuerdos llegaban a él, sus ojos se agrandaban en desconcierto.

 

Se sentó de golpe y volvió a palparse todas las partes del cuerpo. No estaba ileso, pero no estaba tan herido como lo había estado horas atrás. Todas las heridas estaban cerradas superficialmente. Todos los pedazos de carne faltantes estaban rellenos. Todos los huesos que se habían roto estaban en su lugar. Sacudió la cabeza, confundido. Incluso el dolor de tener los pulmones perforados por sus propias costillas rotas, no estaba. Rememoró sus recuerdos una vez más. ¿Qué le había ocurrido? ¿Qué es lo que lo había salvado? La imagen de la sangre de la bestia del manto entrando a su boca, obligándolo a tragarla para no ahogarse, lo golpeó. Jadeó. Había bebido la sangre de una bestia. Había tragado los trozos de carne que cayeron dentro de su boca. Se había ahogado después de eso. Había muerto después de eso. Él, había muerto.

 

La sangre del cuerpo de Sasuke pareció enfriarse ante la revelación. Él había muerto, estaba seguro. Sasuke nunca olvidaría la sensación de cómo la energía de su cuerpo se drenaba, su interior colapsaba, la luz se alejaba de sus ojos y la resignación cubrió su ser entero. Había sido la resignación de conocer que ese fue el final del camino. El punto final y definitivo. Se rodeó el cuerpo con los brazos y comenzó a respirar pesadamente, víctima del pánico silencioso que la situación provocaba en él. Muchas cosas le cruzaron por la mente, algunas menos coherentes que las otras. Sentimientos y pensamientos eran un caos. Preguntas y miedos que no daban pistas de desaparecer hasta dentro de mucho tiempo, o quizás jamás.

 

El escalofrío que bajó en forma líquida por la columna de Sasuke, despejó por un momento, toda su crisis existencial. Su cuerpo se tornó rígido y un zumbido silencioso le advirtió el peligro. Se puso de pie en un salto, de pronto recuperando todas las energías. Escudriñó la oscuridad en la dirección que él presintió provenía la amenaza. Sintió la vibración de pasos en el suelo, y el lento avance hacia el estanque donde se encontraba. Se agazapó, abriendo los brazos y arqueando los dedos como si fuesen garras, sin notar que las uñas le crecían, transformándose en garras verdaderas. Cuando la figura animal salió del bosquecillo, un hormigueo subió por el esófago de Sasuke y se detuvo en su garganta. Abrió la boca y profirió un bajo gruñido que resultó desconocido para su mente racional. La bestia frente a él, que no era más grande que un caballo, gruñó en respuesta.

 

El animal lentamente rodeó el estanque con aire amenazante. Sasuke normalmente se hubiera sentido intimidado de estar en la presencia de una bestia de ese mundo mientras estaba completamente desarmado y perdido. Hubiese temido a su tamaño, a su forma gatuna e infernal, de las garras con largas uñas, de los ojos brillantes y rojos. El Sasuke de antes estaría pensando en la forma de escapar del animal que parecía una pantera demoniaca con pelaje hecho jirones y hombros de huesos afilados. Pero no el Sasuke de ese momento. No. Ese Sasuke estaba sonriendo. Moviendo los dedos de las manos de forma ansiosa. Deseando fervientemente que la bestia lo atacara. Y así fue.

 

La bestia saltó hacia Sasuke con las garras y fauces abiertas. Sasuke mordió sus labios para contener una risa y notó el filo de sus dientes incisivos, crecidos y curvos. Colmillos. En un reflejo que no fue capaz de procesar esquivó la embestida del monstruo y, antes de que pusiera las patas delanteras en el suelo, Sasuke se arrojó contra él. Abrazó el cuello con los brazos con fuerza y abrió la boca con toda su capacidad para morder la piel expuesta de la yugular. Sus dientes lograron perforar, pero su corto tamaño apenas y causó algún daño. El animal rugió de sorpresa e intentó sacarse a Sasuke de encima quien seguía mordiendo una y otra vez el cuello del animal sin dejar más que unos cuantos hoyuelos pequeños. Frustrado, Sasuke decidió que morder no le servía de nada, así que prefirió asir mejor el cuello del monstruo y apretar.

 

Inmediatamente notó la diferencia en su fuerza. Sostener al animal le resultó tan sencillo que, incluso sus desesperadas sacudidas y despotriques fueron nada para él. Ciñó su abrazo y sonrió ante al alarido agónico del animal. Volvió a morder por puro placer, apretando su quijada hasta conseguir desgarrar un pedazo. Escupió la carne y volvió a morder. Usó su peso para tumbar a la bestia hacia un costado y la rodeó con las piernas cuando la tuvo sobre él. Oprimió ambos, piernas y brazos, escuchando el chasquido de los huesos uno por uno. Soltó una carcajada y recostó su cabeza en el suelo, viendo las estrellas sin dejar su tortura. Como una anaconda, despedazó al monstruo desde el interior, lentamente. Cuando los berreos le molestaron y la lucha dejó de ser tan animada, dio un bufido aburrido y apretó el cuello una vez más hasta que lo rompió. El animal se volvió lánguido enseguida, estaba muerto.  

 

Sasuke se levantó con pereza y contempló el cadáver. Entrecerró los ojos al ver la carne expuesta en los trozos que había logrado arrancar con los dientes y, por algún extraño impulso, le despertó el apetito. Los colmillos le hormiguearon con ansiedad y sin detenerse a meditar lo que hacía, se arrodilló junto al animal. Tomó la cabeza y la levantó para acercar la carne del cuello a su boca, con desesperación, comenzó a morder y tragar la carne sangrante. Su boca se inundó con el goteante y ferroso sabor de la sangre, le pareció desagradable, pero no le fue posible detenerse. Una vez más, estaba saciando sus necesidades primarias, como si su cuerpo tuviese voluntad propia.

 

Una vez que se sintió satisfecho, centró su atención al camino. Se trasladó a una región más abierta y observó a la lejanía en busca de alguna serranía que lo orientara hacia la fortaleza. Al no tener pista alguna, decidió esperar el amanecer. La salida del sol le diría a donde tenía que ir. El sol siempre salía ligeramente al costado del castillo, detrás de la cordillera donde la roca nacía. Sasuke lo recordaba bien porqué temprano en la mañana el sol estaba justo encima del tragaluz de su habitación. Donde la luz bajaba hacia su cama e iluminaba el cabello de Naruto.

 

Naruto. ¿Pensaría que estaba muerto? Seguramente. Nadie sobrevivía al manto carmesí. Nadie sobrevivía a las bestias de la noche sangrienta. Cerró los ojos con dolor. Nadie sobrevivía como humano. Él ya no era humano. A pesar de no tener idea alguna de cómo había ocurrido, lo que sea que estuviese ocurriendo con él, no se necesitaba pensar demasiado para saberlo. Mucho menos después de haber matado a un monstruo como lo hizo antes, ni de comer su carne cruda con la hambruna que lo había atacado. No después de notar el cambio en su cuerpo, en sus sentidos y en su fuerza. Aún habiéndose convertido en eso, ¿Seguía deseando regresar? Sí. Sin dudarlo. Sasuke quería regresar al lado de Naruto, una vez más. 

 

El viento frío sopló entre el bosque, sacudiéndole el cabello. Se quedó quieto, con los ojos cerrados. Escuchó el ulular de la brisa, el movimiento de las ramas y las hojas en los árboles, la danza del césped en el suelo. Dejó que su cuerpo se relajará con la inactividad, al mismo tiempo que sus sentidos se agudizaban con el entorno. El paso del tiempo se sintió muy corto. Cuando abrió los ojos, los rayos del sol comenzaban a aparecer bajo el manto plateado del amanecer que después se encendió con oro. Sasuke presenció el esplendor del alba emerger de entre las olas de bosques. Con el pensamiento fijo en regresar, comenzó a caminar hacia esa dirección.

 

 

 

 

 

Buscaba agua cuando sentía sed, procurando no alejarse de la ruta. Dormía cuando la noche pesaba y lo arrullaba con la protección de la oscuridad. Su problema era la comida. Al recuperar los sentidos, cada vez le parecía más difícil la posibilidad de cazar a una bestia y comerla cruda sin más. Pero incluso cuando lo intentaba, Sasuke descubrió que los animales pequeños huían de él. Apenas se acercaba lo suficiente para acechar, de inmediato se alertaban con su presencia y escapaban en estampida, de él. Ese hecho golpeó muy hondo del pecho de Sasuke, le recordó que ahora era algo más cercano a un monstruo que a un ser humano. Quizás, ya ni siquiera quedaba nada de su humanidad.

 

Por dos días siguió el amanecer, y al atardecer del tercer día, cerca de las montañas donde estaba, distinguió a lo lejos la serranía que lo guiaría al castillo. La esperanza volvió a brillar para él, y una sonrisa se extendió en su rostro. Sería cuestión de dos días de caminata, uno si corría, pero estaba tan hambriento que, sentía el cuerpo pesado. El agua lo mantenía en pie, pero la desnutrición alentaba su caminar. Si tan sólo pudiera cazar algo.

 

Con cuidado comenzó a bajar del terreno alto, bordeando las enormes rocas incrustadas en la tierra inestable que olía a humedad, lo que le indicaba que estaba cerca de un río. La geografía de ese mundo seguía sorprendiéndolo. Después de haber salido de los bosquecillos, la tierra se levantaba primero en pequeñas colinas y después en grandes montañas. Cruzó un valle entre ellas para luego descubrir una pequeña llanura. El suelo siguió firme hasta entrar a un nuevo bosque donde descubrió que el terreno se desnivelaba, y sin darse cuenta, ahora él estaba en tierras altas. Los bosques donde solían cazar estaban en un declive de tierra enorme, donde volvía a levantarse en la serranía sólo para caer de nuevo. Como si todo lo que antes había recorrido, fuese sólo una muy grande meseta. Y quizás eso es lo que había sido. Los lagos y ríos por los que había pasado, le daba sentido.

 

Se sostuvo en las ramas de los delgados árboles de la empinada. Sintió la tierra blanda bajo sus pies, haciendo sonidos suaves por el polvillo suelto. Zigzagueó por la pendiente, descubriendo entre los árboles inclinados que la bajada se hacía cada vez más vertical. Sasuke llegó a pensar que en algún punto, cuando menos lo imaginara, estaría ante un barranco. Si su suerte era mala, entonces sería un acantilado. Decidió moverse horizontal por un tiempo, con la esperanza de llegar a un suelo menos inclinado.

 

De pronto, sintió el correr de un escalofrío por la espina. Se quedó estático un momento, la sensación había sido distinta al que sintió por primera vez. Una parte lejana en su cerebro acogió ese hecho, dejando el análisis para otro momento. Sasuke puso atención a su entorno. Su oído se agudizó al punto de escuchar un zumbido de vacío que, poco a poco, fue capturando los sonidos para separarlos e identificarlos. El suspiro del viento, el crujido de las hojas al mecerse, el deslizar del polvillo suelto por la tierra, y entonces, el crují de una rama. Ese sonido ajeno trajo más consigo, un respirar lento y quedo, el latido de un corazón, el caminar mullido sobre la tierra, el chasquido húmedo de la lengua al lamer su hocico. Cuando Sasuke percibió el ronroneo dentro del pecho del animal, saltó hacia un lado.

 

La figura de la bestia atravesó el espacio que sólo un segundo antes había abandonado. Su cuerpo enorme enterró las garras en la tierra cuando descubrió que la embestida había fallado. En su parada arrastró tierra, ramas y piedrecillas como una avalancha de lodo, para después mirar hacia Sasuke y gruñir con un gorgoreo que se escuchaba como una doble voz. Era la primera vez que Sasuke veía a ese tipo de criatura. Enorme, cerca de los tres metros de altura, un cuerpo más similar a un felino que a un lobo, justo como el monstruo anterior. Su pelaje era corto y ceñido a la piel hasta el lomo que se encrespaba. Sin embargo, su cabeza sí era canina, ojos frontales, hocico largo, orejas echadas hacia atrás. Una extraña quimera, como sólo podía existir en ese mundo. Las patas no estaban desprovistas de garras, pero la forma abierta de sus palmas tenía cierto parecido a las manos humanas. En esos cinco dedos, las uñas al final de dividían en tres puntas que aseguraban un agarre firme a la tierra suelta, y un desgarre efectivo a la carne de su presa, dañando y tironeando al más rápido roce. Su cola era un musculo grueso que serpenteaba con furia, las venas eran visibles bajo el pelaje, hasta el final que terminaba en una enmarañada bola de pelo, como el de los leones. El marrón oscuro del pelaje hacia resaltar los ojos rojos y felinos que destellaban con la luz del atardecer. El bosque cambió a una tonalidad anaranjada y cálida, pero que alrededor de la bestia sólo enmarcaba una imagen de terror.

 

Sasuke se dio cuenta enseguida que ese monstruo sería difícil de enfrentar, algo en su cabeza lo presentía. El animal dio un paso hacia Sasuke, y fue sólo cuestión de unos segundos de mutuo análisis para que la carrera iniciara. Correr tierra arriba era inútil, pensó Sasuke, con esas garras hechas para el terreno, le daría alcance en seguida, aún con su enorme cuerpo. Correr en horizontal tampoco era opción desde que el sitio era desconocido para él, un mal movimiento y podría quedar atrapado en algún desnivel con rocas o árboles. Correr pendiente abajo tampoco parecía buena idea, el animal podría aprovechar la velocidad de descenso al igual que él, y ese era su territorio. La única ventaja de correr pendiente abajo, sería que el hecho de que Sasuke se escabulliría entre los múltiples delgados árboles y la bestia podría retrasar su carrera debido a que era tan grande, que para avanzar debía buscar un camino donde cupiera sin problemas. Con una decisión tomada, Sasuke volvió a esquivar el embiste del animal y se descendió a toda velocidad.

 

La primera ola de arbolillos le consiguió una buena ventaja, después hubo más presencia de rocas que de árboles. Sasuke maldijo al escuchar la pesada carrera detrás de él. Se preguntó si realmente podría hacerle frente. El zumbido dentro de su cabeza, de alguna forma, le informó que no. Estaba hambriento, cansado e ignorante de sus propias capacidades y limites. No podía arriesgarse a pelear con bestias grandes. En uno de los saltos que Sasuke dio para esquivar una piedra que vio en el último instante, el monstruo saltó hacia él.

 

La cabeza del animal lo golpeó en la espalda, dándole un giro en el aire para luego caer de bruces por la tierra. La velocidad hizo que su cuerpo continuara rodando por la pendiente que cada vez estaba más inclinada. La bestia corrió detrás de él, luego de trastabillar por el salto. En uno de los giros, Sasuke logró aferrarse del tronco de uno de los árboles y detenerse, luego se escudó con él cuando la bestia se lanzó con la garras por delante. El choque del animal con el tronco hizo que la madera gritara en un chasquido seco que hizo eco. Al igual que Sasuke, el golpe desequilibró al monstruo y la pendiente lo hizo rodar cuesta abajo mientras su cuerpo se llevaba a más árboles con él. Sasuke aprovechó el cambio de lugares y fue su turno de ir tras la bestia.

 

El animal golpeó con una roca de costado, giró en el aire y se equilibró como pudo al ver la muralla de árboles que le daban la bienvenida, entrelazados y altos como bambúes. Enterró sus patas traseras en la tierra y se detuvo casi por completo. Levantó la mirada con enojo y se quedó sorprendido cuando vio a Sasuke correr rápidamente hacia él. 

 

Sasuke lo tackleó por el pecho, imitando la técnica imprudente que Naruto había utilizado con el Minoko que había atentado contra su vida en su salida con Natura. Desequilibrar a un animal grande por medio del empuje e inercia. Lo que ninguno de los dos esperó, fue que la embestida hiciera resbalar al monstruo y se diera de lleno contra la muralla de arbolillos que, colapsó de inmediato. Detrás de los árboles delgados terminaba el suelo firme, develando el temible barranco con el que Sasuke no quiso toparse antes, pero que ahora, debido al impulso, les daba la bienvenida a su caída.

 

Sasuke se aferró al pelaje de la bestia cuando notó que había enterrado las garras delanteras en el suelo, frenando a la mitad de su cuerpo. Las patas traseras, sin embargo, colgaban al aire, indefensas y sin soporte. El animal arañó con fuerza, tratando de impulsar su pesado y musculoso cuerpo de regreso a suelo seguro. Sasuke estaba colgado de su costado, balanceándose peligrosamente sin ningún soporte más que sus manos empuñando la piel del monstruo.

 

Con esfuerzo, Sasuke trató de que uno de sus pies se apoyara en la pared de roca cerca de él, pero en cuanto presionó contra ella, notó que realmente no era roca solida sino tierra endurecida, pues bajo su planta, el polvillo comenzó a desmoronarse. En eso, escuchó una especie de sonido de fractura, similar al de la madera cuando era partida, pero sin el eco hueco.  Bajo las garras del animal, que intentaba salir del peligro, la tierra comenzó a hundirse por la humedad natural. Sasuke temió lo peor y, antes de que pudiera pensar en la forma de librarse de la situación, ocurrió el deslave.

 

La esquina del barranco cedió ante el peso; y metros de tierra, raíces y roca se deslizaron igual que una cascada. La tierra se transformó en una masa lodosa y deslizó su peso en la pendiente, empujando el fragmento donde estaban columpiándose primero. Por un reflejo, Sasuke ciñó su cuerpo al costado de la bestia, mientras contenía un grito de pánico por la sensación de caída que fue más corta de lo que creyó. El barranco era una curva alta, donde el monstruo golpeó con el primer desnivel y volvió a rodar en la inclinada. En cada giro, Sasuke recibía una parte del golpe cuando el costado donde él se aferraba tocaba la tierra con piedrecillas. Igual que ocurrió antes, el animal encontró la forma de equilibrarse en uno de los giros y, enterró las uñas en la tierra para frenar la caída. Alertando inmediatamente que, la avalancha de lodo iba costa abajo, hacia ellos.

 

El animal brincó con la intención de alejarse de la ola. Sasuke aprovechó sus intenciones para soltarse de su pelaje, planeando correr en la dirección  horizontal contraria, de esa forma escaparía de él y evitaría que la tierra lo arrastrara. En un par de zancadas, el animal notó a Sasuke huir, ignoró su instinto de supervivencia cuando el rencor y saña de su especie le inundó con el sádico deseo de no dejar escapar a su presa. No importaba que no se encontrara hambriento, su genética le pedía matar sin misericordia a la criatura bípeda que corría desesperadamente por la empinada, así que giró en sus patas y fue tras él.

 

Sasuke soltó una maldición en voz alta cuando escuchó la carrera de la bestia tras él, le sorprendió la tenacidad de la bestia por tenerlo.  No volteó atrás, pero claramente escuchó como el animal saltó por encima del río de lodo que bajaba con tal de alcanzarlo. En cuanto el monstruo entró a un perímetro relativamente cerca de él, el mismo escalofrío anterior se sacudió en su espalda y una incomodidad, imposible de ignorar, brotó dentro de él. La sensación de tener una amenaza a su espalda, el palpable deseo de ser cazado y asesinado, el fulminante escrutinio de sus ojos a su figura, fue insoportable. Sasuke no quería que el animal estuviera en su espalda, no quería ser perseguido por él, no quería ser cazado. Y no lo sería.

 

Un calor nació desde lo profundo de su estómago y agitó la sangre de su cuerpo entero. La incomodidad se convirtió en irritación. En un enojo irracional de quien odia estar indefenso. El latido de su corazón acelerado por el esfuerzo, se tranquilizó para rebotar en cada bombeo, hasta que su pecho vibró por la fuerza. Sintió el cambio otra vez, el escozor en los dientes al crecer y afilarse, el hormigueo en los dedos cuando las uñas emergieron más largas, y el ardor en los ojos cuando, sin saberlo, se tornaron en brillantes fosas de sangre. Iguales a los ojos carmesíes de las bestias que tanto odiaba.

 

Con un gruñido, Sasuke se dio media vuelta, al mismo tiempo que la bestia había saltado con las garras abiertas hacia él. Ambos rugidos, del animal y de Sasuke, resonaron con furia en un eco que rompió el silencio como un trueno. Sasuke recibió al animal con los brazos abiertos y, aprovechando la diferencia de tamaños, se escabulló a su cuello para morder. Enterró los dientes y las uñas, rasgando para hacerlo sangrar. El animal no lograba alcanzarlo para morder, así que lo golpeo con una de sus patas, donde sus garras dividas en tres al final, casi le rasgaron al ropa.

 

Sasuke rodó por el suelo, pero pronto volvió a ponerse de pie. El animal era, indudablemente más fuerte, pero él no iba a dejarse vencer tan pronto. Aun cuando sus colmillos y garras fuesen tan pequeños como para hacer ningún daño, tenía su nueva fuerza, y su tamaño le ayudaría a ser rápido. Ese monstruo no sabría qué fue lo que lo golpeó, pensó con una sonrisa. La bestia se agazapó y descubrió los colmillos, dispuesto a saltar sobre Sasuke de nuevo. Ambos corrieron hacia el otro, cuando estaban a punto de colisionar, Sasuke se lanzó hacia las patas del animal para desconcertarlo. La bestia dio un salto para alejarse y Sasuke aprovechó para alcanzarlo por la cola. El animal soltó un indignado gruñido cuando las manos de Sasuke apretaron la cola y haló de ella con brusquedad, haciendo que la bestia chillara del dolor.

 

Rápidamente se dirigió hacia Sasuke para morderlo, acercando su cabeza hacia él con las fauces abiertas. Tan pronto estuvo a su alcance, Sasuke le arremetió un puñetazo con toda la fuerza que pudo reunir, y en su nueva condición, el impacto fue suficiente para que el hueso de la nariz soltara un grave chasquido. Volvió a halar por la cola al animal, girando su cuerpo para tomar impulso. La bestia, que estaba rascando su nariz ensangrentada y rota, sintió el tirón y a continuación, el vacío debajo de las patas. Notó que Sasuke lo lanzaba hacia el desnivel más alto, donde la curva de soporte del barranco terminaba e iniciaba el vacío. Sin meditarlo, al momento en que su cuerpo voló a un lado de Sasuke, capturó con su hocico ambos brazos al aire, ignorando el dolor de morder su propia cola con ellos.

 

Sasuke jadeó con sorpresa y dolor cuando vio el modo en que el monstruo se contorsionó para atraparlo en sus fauces, llevándolo consigo a la muerte. El viento golpeó contra su rostro mientras caían, impidiéndole abrir los ojos, impidiéndole ver su muerte. El aire frió y rápido se coló por su nariz haciendo que el pecho le doliera. No había sonidos, sólo la sensación de vértigo golpeando cada superficie de su cuerpo. Por un breve momento, cuando la bestia liberó sus brazos, Sasuke disfrutó la libertad de caer. Abrió las piernas, extendió los brazos, abrió los dedos de sus manos e ignoró el dolor del aire frío entrando a la fuerza. Abrió los ojos con esfuerzo, sólo un poco, y vio a la bestia estirando su cuerpo como lo hacía él. Al parecer, se estaba permitido imaginar que se volaba antes de estrellarse con la realidad y morir. Pero el primer golpe no fue del suelo, ni fue recibido por Sasuke.

 

La caída del monstruo fue detenida abruptamente por una afilada roca que sobresalía de la montaña. Aplastó su cabeza, sus costillas y reventó su piel, haciendo que la sangre se disparara hacia afuera, a todas direcciones antes de que los manojos de piel y carne continuaran cayendo. La sangre bajó como lluvia, incluso más lenta que la caída de Sasuke, por lo que se vio empapado por ella cuando la atravesó como una frágil muralla en el aire. Sasuke se preguntó si habría una roca esperando por él también. Entonces vio el inicio del bosque, unos largos, enormes árboles lo aguardaban con los brazos abiertos como la última bienvenida. Entonces vio el cadáver del animal a su lado. Sin ojos, forma o volumen, simplemente un saco de piel llena de huesos rotos y carne destazada. La alcanzó con su mano y la colocó debajo de él, al ver las copas de los árboles cerca, cerró los ojos y se preparó para lo que imaginó, sería la más agonizante experiencia que hubiera tenido hasta ahora. Y lo fue.

 

El pelaje se enganchó con la cima del árbol y dejó que los huesos chocaran con las ramas, rompiéndose una a una por el peso, la velocidad y el impacto. Sasuke contuvo varios gritos cuando escuchó el chasquido de varios huesos suyos al golpear, pero siguió aferrándose al cuerpo bajo él que recibía la mayor parte del impacto. La escalera de ramas atravesó el pelaje y arañó a Sasuke por todas partes mientras descendía. Los golpes pequeños fueron reemplazados por golpes más fuertes y sólidos a medida que las ramas aumentaron su grosor y largo. La caída se detuvo de pronto con un sólo golpe que dislocó los hombros de Sasuke e incluso sintió romperse un par de dientes apretados al frenar.

 

Se hizo un silencio en el bosque, aunque dentro de los oídos de Sasuke sólo se escuchó un agudo silbido. No logró percibir ni jadeos o llanto detrás de ese soplido en sus tímpanos rotos por la vibración de los golpes. El dolor en su cuerpo le impidió moverse por mucho tiempo. Colgado en una rama base, con los brazos y piernas meciéndose a cada lado, sin espacio para reposar, Sasuke suspiró con cansancio. Con los ojos entrecerrados, la vista borrosa y la confusión del vértigo aún presente, una parte de su mente se sorprendió de seguir con vida. Sintiendo la bolsa de pelaje, carne molida y huesos debajo de él, escurriendo sangre que quizás también era suya, Sasuke cerró los ojos con lentitud, perdiendo el conocimiento.

 

 

 

 

 

El mecer de las ramas con el sonido rugoso de la madera vieja, lo despertó en medio de la noche. El ulular del viento que meció su cabello y ropas con un golpe frívolo casi lo espabiló de la confusión que sintió un momento, y luego trajo consigo los recuerdos de sus días recientes. No era un sueño, tampoco una pesadilla. Sasuke seguía vivo, y seguía siendo un monstruo. El pensamiento tomó mayor fuerza cuando, al probar mover cada una de sus extremidades, encontró el mismo resultado que en su último despertar: las heridas eran superficiales, y los huesos rotos y la carne abierta estaban sanados casi en su totalidad. Empujó la lengua contra sus dientes y descubrió que ya no estaban rotos, tenían una sensación lisa y pulcra, como el de la porcelana nueva. Cuando irguió la cabeza, vio un par de dientes cerca de donde se había recostado. Eran dientes rotos con un poco de sangre seca cubriendo la larga punta final. Su nuevo organismo había expulsado los dientes defectuosos, haciéndole crecer unos nuevos en tan poco tiempo. Nuevos dientes, aún cuando Sasuke hacía años que había mudado a sus dientes adultos, sus dientes finales. Se preguntó si la inconsciencia era un estado que su nuevo organismo aprovechaba para la recuperación.

 

Cuando se apoyó en los brazos para levantar su torso, su cuerpo entero se estremeció en dolor. Su recuperación era rápida, casi milagrosa, pero no total. A medida que los sentidos terminaban de despertar, toda la vulnerabilidad remanente regresaba con ellos. Sus huesos ya no estaban rotos, pero tampoco soldados por completo. Las heridas internas de los golpes, al igual que la carne tierna de los trozos que faltaban estaban a flor de piel. Sasuke sufrió el dolor tenso de sus extremidades engarrotadas. Logró equilibrarse sobre la rama y asomó la cabeza.

 

Por un momento, la oscuridad le impidió ver más allá del vacío, hasta que sus ojos se adaptaron y vislumbraron los metros que se interponían entre la rama y el suelo. Lenta y cuidadosamente comenzó a deslizarse de una rama cercana a otra, aún cuando la fuerza en sus miembros no terminaba de volver. A seis metros del suelo, resbaló de una rama, atravesó una pantalla de trozos de pequeñas ramas y hojas secas, y cayó de espalda sobre otra que se rompió bajo su peso, por lo que el suelo le dio la nueva bienvenida, nuevamente cubierto de heridas insignificantes que aún así sangraron un poco. Quedó tendido sobre la tierra un par de minutos antes de volver a ponerse de pie.

 

Caminar en el bosque de noche ya no le causaba tanto temor, aunque su primera noche hubiera estado más guiado por la inconsciencia que por el juicio y algo más allá del instinto le hubiera hecho dar un paso a la vez, quizás muy dentro de él seguía amedrentado. Era un camino que no te advertía de obstáculos o intrusos. Donde a tu alrededor sólo había negro, sobre de ti negro noche y estrellas y debajo de tu mirada tus manos brillaban tan blancas como la muerte. Sin ruidos de insectos o silbidos de aves, la oscuridad tragaba toda existencia.

 

Después de varias horas, rogando porque la dirección que eligió haya sido la correcta, Sasuke seguía sin recuperar las fuerzas. La debilidad se había incrementado, quizás por haber obligado a su cuerpo a regenerarse una vez más. Sin haber comido en varios días y mantenido sólo a base de poco agua, temió estar alcanzando su límite. ¿Qué pasaría si otra bestia volvía a aparecer? Él ya no poseía fuerza para volver a pelear. ¿Qué ocurriría si caía muerto de un momento a otro? Odiaría haber recorrido todo ese camino y resistido tanto, sólo para morir a menos kilómetros de distancia de la fortaleza. ¿Qué haría si al llegar al perímetro, no pudiera cruzarlo? Él, probablemente, ya no era un humano. Entonces, ¿Tendría que vagar fuera de la fortaleza por lo que le quedara de vida? Se vería obligado a permanecer en el mundo de las bestias, hasta que una lo suficientemente grande lograra matarlo. Constantes ideas pesimistas saltaron a su mente a cada tramo de avance.

 

Se detuvo cuando a lo lejos vio un punto claro sobre el suelo. Analizó la forma curva y supo que era una piedra de perímetro. Su respiración se aceleró. No sabía en qué parte del perímetro se encontraba, sólo le importó que estaba cerca de la fortaleza. Cerca de Naruto. Reanudó su camino, luchando por mantenerse de pie, explotando la poca energía que su cuerpo guardaba. Dudó un segundo antes de cruzar, y cuando su pie atravesó ese lapso de tierra sin nada que lo repeliera, soltó un jadeo lloroso de emoción. Atravesar el perímetro seguro se sintió como llegar a casa. El latido de su corazón arremetió contra su pecho, como si le implorara por hacer lo imposible y exigirle a su maltrecho cuerpo que se moviera con más prisa.

 

Las murallas tomaron forma en la noche, acompañadas por un amortiguado y leve resplandor dentro de ellas. Un líquido dentro de su espina vibró con una advertencia. Una sensación diferente a la alarma de peligro que ya había experimentado dos veces. Esa sensación era más parecida a un murmullo confuso que le obligaba a averiguar qué lo causaba. Con pesados pasos, exhaló un ronroneo desde el fondo de su estomago y enfocó su vista hacia el interior de las murallas abiertas. Pisó una que otra ramilla sin prestar atención, ignorando el lejano razonamiento que su descuido podría advertir a la presencia que seguía.

 

Si. Era una presencia. Un olor en el viento que parecía adquirir un color invisible a sus ojos y que aún así lo tentaba a buscar por él. Saboreó en la punta de la lengua la fragancia adictiva de un sabor denso. Dulce. Embriagante. Sus dientes escocieron con ansias de morder algo que él aún no comprendía. Su boca exhaló calor, como si la sangre dentro de sus venas se hubiese evaporado y buscara una salida. Se recargó en la entrada de la muralla y una contracción en su bajo estomago le cortó la respiración.

 

El calor y la extenuación estaban por acabar con él. Apenas y podía respirar en suspiros excitados, entrecortados y frágiles. Escuchó un jadeo y cayó de rodillas, apenas siendo capaz de sostenerse por el súbito dreno de sus energías. Abofeteado por ese mismo efluvio estimulante, elevó su mirada y contempló el origen de la presencia que lo había guiado. El color de su cabello. El brillo de sus ojos. El latido de su corazón, increíblemente audible para él. No estaba soñando. Estaba ahí. Había vuelto a él.

 

–…Naruto… –Murmuró antes de caer al suelo, inconsciente.

 

 

 

 

 

 

 

–…Naruto…–Llamó en un murmuro.

 

Sasuke, que miraba directamente al suelo de la habitación, crispó su cuerpo a la espera de una respuesta. La reacción de Naruto a lo que él le había mostrado, o mejor dicho, su falta de reacción, lo estaba volviendo loco.

 

Naruto se había apartado de la roca con un semblante serio y se acercó a él, le había tomado de la mano y esperó a que Sasuke se tranquilizara. Después, sin ninguna pregunta, regresaron con el equipo y continuaron su retorno al castillo. No se dirigieron la palabra por el resto del recorrido y subieron a su habitación en el silencio que comparten dos extraños. Naruto se sentó en el alfeizar de la ventana y Sasuke se quedó de pie en medio de la habitación, con la mirada gacha.

 

– Naruto, por favor, háblame. –Rogó, entrelazando los dedos de sus manos– Di cualquier cosa, grita o maldíceme, pero habla. –Apretó los parpados, sintiendo el ligero temblor en el cuerpo– Dime qué piensas. 

 

– Estoy pensando que todo tu extraño comportamiento de los días anteriores por fin tiene sentido. –Dijo. El viento frío de la tarde meció el flequillo en su cabello. Suspiró, cerrando los ojos por un momento, para después girar su cabeza hacia Sasuke, viéndolo intensamente– Cuéntame lo que sucedió en esos días que estuviste fuera de la fortaleza. –Ordenó– Lo que más te preocupaba ya pasó.

 

– ¿Y eso es…? –Vaciló. El temor de ver directamente a los ojos de Naruto aún presente– ¿Qué es lo más me preocupaba? ¿Que me odiaras ahora? ¿Que tuvieras miedo de mí? ¿Que me negaras como humano? –Continuó con una sonrisa triste– Aunque yo mismo dudo que siga siendo tal cosa. A fin de cuentas, no te culparía porque sintieras todo eso… soy un monstruo.

 

– Deja tus lamentos sin sentido, Sasuke. –Escupió– Yo no te odio, no te tengo miedo y para mi sigues siendo el mismo bastardo de siempre. A lo que me refiero cuando digo que ya pasó lo que te preocupaba, es que ya me he enterado de lo eres capaz de hacer. –Se levantó de la orilla de la ventana y caminó hacia Sasuke. Lo tomó del mentón y lo obligó a levantar el rostro– Mírame. –Sasuke abrió los ojos, enfrentando renuente la mirada de Naruto– ¿Te estoy viendo con odio? ¿Con miedo? ¿Con repulsión?

 

La laringe de Sasuke se sacudió de arriba abajo mientras analizaba la expresión en Naruto. Los ojos azules reflejaban seriedad y enojo, pero no estaban ni por asomo cerca de expresar odio. La mano de Naruto en su mentón era firme, severa, no era la mano de alguien que pudiera tener miedo. La proximidad común entre ellos, la forma en la que el cuerpo de Naruto no se encontraba enraizado, estoico o reacio, le dijo a Sasuke que había dicho la verdad. Lo seguía considerando humano.

 

Sasuke separó sus manos y tomó la de Naruto que sostenía su mentón. Sin pedírselo, Naruto le extendió su otra mano y entrelazaron los dedos juntos. Sasuke exhaló un suspiro tembloroso y aliviado. El contacto le confirmó que aún estaban juntos, aún compartían la misma relación construida inconscientemente durante años, y que hasta tiempo reciente era dirigida con todos sus sentidos a una mayor profundidad. Seguían siendo su principal y más importante soporte.

 

– Siéntate… –Pidió Sasuke, ahora con decisión en su voz– Te contaré todo.

 

 

 

 

 

 

 

Itachi masajeó el puente de su nariz para aliviar el punzante dolor que el estrés le provocó por un segundo. Las actividades dentro de los cuadernos RAE, por más insignificantes que fueran, seguían aumentando. El habitad de las bestias sufría cambios. Itachi no estaba seguro de si esa clase de anomalías se habían presentado con anterioridad desde que nunca había existido un registro previo de ello. El comportamiento de las manadas, los cambios jerárquicos en ellas, la exploración de los animales a otros territorios y, lo más importante, el reducimiento espontaneo del perímetro de protección; eran los datos más importantes a analizar.

 

Nada era más grave que la posibilidad de que la línea que los separaba de las bestias de ese mundo, estuviese desapareciendo. Aún era demasiado pronto para saltar a conclusiones y no había habido otro cambio en los perímetros restantes en esos meses. Sin embargo, eso no le daba motivos para relajarse. Su miedo se enfocaba en la posibilidad de que, así como el manto era impredecible, la desaparición de perímetro no diera ningún aviso o pista de su próximo cambio. Sin ciclos o pronósticos, Itachi se sintió atado de manos con la situación y la incertidumbre intensificó su migraña.

 

Estaba por volver a leer el reporte del equipo Vitally, cuando tocaron gentilmente la puerta. Suspiró.

 

– Adelante. –Indicó. La puerta se abrió con un rechinido lento, un hombre con capucha entró con vacilación a la oficina que tenía las tres grandes ventanas abiertas, dejando entrar la luz del sol y la ligera brisa fría– ¿Sai?

 

– Lamento tener que interrumpir cuando estás tan ocupado, Itachi-san –Murmuró mientras deslizaba su capucha hacia atrás, mostrando su rostro enmarcado en una muy seria mueca– Pero debo de pedirte algo que no puede esperar.

 

– Si, si, por supuesto. –Dijo con urgencia mientras empujaba la silla hacia atrás con un rechinido– Sólo déjame cerrar la ventana primero.

 

Itachi asomó la mitad de su cuerpo fuera de la ventana para alcanzar las puertas de madera abiertas de par en par y juntarlas en el centro para evitar que la luz del sol alcanzara a Sai. Dio vuelta al pestillo metálico en ellas y con eso quedaron sujetas de forma segura. Sai se deslizó a la orilla de la oficina, hacia las sombras de la ventana cerrada, pero no se despojó del resto de la capucha. Itachi se acercó a él, dispuesto a iniciar con la conversación. Sai abrió la boca.

 

– Quiero que me dé la llave. –Sentenció haciendo que Itachi detuviera su avanece por sólo un segundo. Sai continuó– El anciano debió de habérsela entregado, Itachi-san… junto a las instrucciones de entregármela el día que la pidiese.

 

– ¿La llave? –Su voz salió con duda, pero Sai advirtió la seriedad de su mirada. Itachi sabía a lo que Sai se refería, pero estaba tratando de corroborarlo por alguna razón.

 

– Si. La llave. –Entornó los ojos con gravedad, en una expresión que redibujó la imagen de su eterna sonrisa dentro de la mente de Itachi– La llave de la puerta del tercer sótano. La puerta que Itachi-san no puede abrir aunque lo haya intentado aún cuando no le corresponde. Esa llave. –Itachi dejó de fingir ignorancia. Incluso ignoró la ligera pero acertada acusación de Sai. Levantó la barbilla.

 

– No te la daré, Sai, pero iré al tercer sótano contigo. –Observó la mueca frustrada de Sai, antes de que él tuviese el control de ocultarla. Itachi estaba habituado a analizar los rápidos cambios de expresión gracias a su voluble y difícil hermano menor, la cara de póker de Sai no era nada contra eso– Es cierto que el anciano me dijo que debía guardar esa llave hasta que el pintor en turno la pidiese, pero no me dijo que la entregara.

 

– Bien, entonces. –Escupió con una rudeza que Itachi nunca había escuchado antes provenir de él– Lo que sea con tal de abrir esa maldita puerta. –Se dio media vuelta haciendo girar su capucha en el aire y caminó hacia la salida– Pero necesito que sea hoy. –Apuró. Itachi asintió y lo siguió.

 

El descenso hacia el tercer sótano de la fortaleza se hizo en pesado silencio. Itachi estaba lleno de intriga por el comportamiento de Sai. Había notado las profundas ojeras encarnándose en su pálido rostro, los ojos enrojecidos y su comportamiento ansioso. Claramente Sai había sufrido de varias noches de desvelo severo y se encontraba en los límites de los nervios. Inconscientemente Itachi se llevó la mano al pecho y acarició con preocupación la sensación solida de la llave atada a su cuello a través de la tela de su camisa.

 

Poco más de dos años atrás, Atsushi, el hombre que había sido líder de la fortaleza por muchos años, le había entregado una llave. Una refinada llave ornamental de metal macizo. El color parecido al cobre gastado apenas y le hacía suponer la cantidad de años de vida que poseía, pero los dientes con pocas raspaduras le anunciaban su uso casi nulo. El anciano Atsushi había sido específicamente serio con el tema de la llave; Nadie más que el dibujante de la fortaleza debía de poder usarla, y nadie más que el líder debía poder custodiarla. Cuando Itachi preguntó acerca de lo que abría esa llave, el anciano Atsushi sólo había sonreído con tristeza, diciendo: Espero que nunca tengas la necesidad de saberlo, es una gran vergüenza.

 

Apretó la llave sobre la tela y miró al frente con preocupación. Antes de bajar las últimas escaleras, Itachi propuso llevar una antorcha, pero Sai se negó, llevando sólo un candelabro de tres velas. El tercer sótano, al igual que todos los demás, estaba lleno de reservas comestibles. Los sótanos funcionaban igual a frigoríficos, las piedras absorbían el calor y mantenía las semillas y vegetales de temporada intactos. Itachi solía bajar a hacer la contabilidad personalmente en los días de verano, pero en esas épocas frías, los sótanos eran los espacios menos atractivos.

 

Exhalando vaho, Itachi siguió a Sai hasta el final del sótano. Detrás de los fardos de paja de trigo que se guardaban para hacer papel, estaba oculta una puerta de un metro y medio de alto por sesenta centímetros de ancho completamente forjada en metal. Oscurecida por el frío y el tiempo, las gruesas bandas y remaches se deformaban ligeramente por los martillazos en su construcción. Presenciar la forma en la que simulaba estar adherida a las paredes de piedra, enviaba una fuerte advertencia de prohibición. Sólida, imponente y secreta. Itachi en más de una ocasión intentó ingresar y descubrir el contenido que parecía proteger tan recelosamente, pero la llave que el anciano Atsushi le entregó, nunca giraba en la cerradura por completo. Llegó a temer que quizás el tiempo había arruinado los cerrojos y confinar el interior para siempre, pero ahora que Sai se encontraba ahí, algo le dijo a Itachi que quizás la puerta necesitaba más que una simple llave para ser abierta.

 

Sai caminó hacia la puerta y deslizó los dedos sobre la superficie. La textura se sintió cristalizada debido a las capas de frío que fueron cubriendo el metal a través de los años. Ahora más que nunca estaba seguro que lo que buscaba se encontraba ahí, su padre habría tratado de ocultarlo de él por alguna razón. O quizás, su padre había pensado que el enfermizo Sai que apenas y tenía posibilidades de encontrar una pareja con la que engendrar un heredero que siguiera su legado, no debía de molestarse en descubrir los trapos sucios de generaciones atrás.

 

– Sai… tus manos. –Murmuró Itachi, y Sai ocultó ambas manos debajo de la capucha.

 

Los dedos de Sai estaban maltratados, sus uñas negras con la superficie rota y sus palmas estaban callosas y cubiertas de pequeñas cortaduras. Cuando Itachi no hizo más preguntas, Sai sintió alivio. Envió una mirada a Uchiha y se hizo a un lado para que procediera en abrir la puerta. Itachi entendió y se sacó la cuerdilla que tenía alrededor del cuello donde la llave colgaba. Lentamente dirigió su mano a la cerradura e insertó la llave. Cuando giró la muñeca, se escuchó un chasquido y la llave no rotó más. Itachi suspiró con decepción a pesar de que sabía que la cerradura no se abriría y volteó a ver a Sai, a punto de decirle lo evidente.

 

Sai dio un paso al frente sacando debajo de la capucha un viejo y maltratado pincel. Ante la mirada atenta de Itachi, sujetó el soporte debajo de la brocha y lo giró un par de veces para abrirlo. El cuerpo del pincel se separó de su cabeza y descubrió lo que parecía una larga aguja, pero al observarla mejor, mostró una poco visible superficie de tres niveles. Sai volvió a acariciar la zona de la puerta y dio con uno de los grandes remaches que, inesperadamente, se levantó hacia un lado. Dirigió la aguja hacia una abertura invisible y la adentró hasta que se escuchó un segundo chasquido.

 

– Ahora ya puedes girar la llave, Itachi-san… –Dijo al sacar la aguja de la puerta para volver a guardarla en su escondite el pincel– Esta puerta sólo puede ser abierta por el dibujante.

 

– Sai… –La mirada de Itachi cayó sobre el pincel en las manos del joven, mientras su rostro mostró una mezcla indescifrable de emociones– ¿Es ese el pincel con el que fue enterrado tu padre? –Se hizo un silencio profundo al tiempo en que el recuerdo del funeral del padre de Sai regresó a él.

 

 Había sido el primer funeral que Itachi había presenciado en ese mundo. Un funeral ocurrido poco tiempo después de caer. Un funeral seis días después de que el padre de Sai había dibujado para él bocetos de su familia y la familia Uzumaki. Bocetos que nunca le dio a Itachi después de haberlos terminado. El padre de Sai había muerto de forma extraña, y en sus últimos seis días se le había visto nervioso, paranoico y repentinamente envejecido. Itachi recordó las preguntas que le había hecho sobre su mundo, aunque más específicamente, insistentes preguntas sobre la familia Uzumaki. Sus últimos y claros deseos se los había dado al anciano Atsushi la mañana de su repentina muerte; ser enterrado con los bocetos de su fallecida esposa, su único hijo y el pincel con que los trazó. Y así se hizo.

 

– Sí… –Respondió Sai después de un tiempo– Es el mismo pincel.

 

Itachi giró la cabeza hacia la puerta y mantuvo la mirada fija en la cerradura. Las maltratadas manos de Sai se debían al tiempo que le había tomado escarbar la tumba de su padre para exhumar el pincel con la segunda llave. Sea lo que fuera que la habitación detrás de la puerta custodiaba, debía ser más importante de lo que Itachi imaginó si el dibujante en turno llegaba a esos extremos tan sólo para entrar en ella. Sin más preámbulo, volvió a rotar la llave dentro de la cerradura, descubriendo que la obstrucción anterior que le impedía abrirla había desaparecido. Se escuchó un chasquido, pero la llave aún podía girar así que continuó. Uno, dos, tres chasquidos más y los seguros internos se liberaron, la puerta ahora estaba abierta.

 

Ambos jóvenes se vieron invadidos por la duda antes de proseguir su camino, golpeados por el súbito sentimiento de estar profanando algo sagrado. Pero después de tragarse el gusto oscuro, empujaron lentamente la puerta hacia adelante provocando un chirrido bajo y agudo, como si el metal diera un grito desgarrado en pánico.

 

Sai se adelantó con el candelabro y se introdujo al interior del cuarto. Era más pequeño de lo que imaginó, y sobre todo después de haber contemplado la puerta durante tantas ocasiones antes. La habitación debía medir quizás cuatro metros y medio de largo con una altura de dos metros y tan sólo tres metros de ancho, sin embargo, sólo eran accesibles menos de un metro debido al espacio que ocupaban los estantes con diarios y pergaminos, también baúles amontonados unos sobre otros al fondo. Era una versión diminuta y secreta de las bóvedas de diarios, reservada solamente para los dibujantes y cuyo contenido aún era desconocido para Sai.

 

La regla para los dibujantes era que sus diarios no eran de acceso público, estos eran heredados sólo por sus sucesores. Los dibujantes compartían secretos y técnicas sólo a su estirpe, aunque también era poco conocido que ellos solían guardar secretos enormes de su época. El padre de Sai había hecho registros de múltiples suicidios, al igual que ilustraciones detalladas sobre ellos. Y aunque esa clase de muertes no eran enteramente confidenciales, existían otras situaciones que sí. Juicios, castigos, reuniones. Muchos líderes de la fortaleza dejaban a los dibujantes retratar las escenas más simbólicas de su gobierno para la posteridad. Y mientras los diarios sin mucha relevancia eran heredados entre ellos, aquellos que custodiaban recuerdos innombrables ganaban su lugar en esa habitación. Para Sai era diferente, desde que el líder en turno era un caído con un sentido distinto de la confidencialidad. Sai era un dibujante que no era bienvenido a las reuniones secretas de los equipos. Y su condición tampoco le permitía oponerse a la decisión. 

 

Itachi entró detrás de Sai que en ese momento miraba sin emoción los estantes, perdido en sus pensamientos. Tomó uno de los pergaminos que estaba más cerca de él y lo desenrolló con cuidado. La caligrafía y el estilo de dibujo, así como el color amarillento del papel pese a la conservación, le indicó que era un registro de un juicio de hacía muchos años. Como si fuese un periódico antiguo, narraba en manuscrito los hechos y participantes del juicio, cada versión y palabra de las personas y un trazo de la escena. No muy diferente de los dibujos que se hacían normalmente en los juicios de su mundo, pensó.

 

– Itachi-san, usted no puede ver eso. –Sai dio dos zancadas para tomar de forma poco amable el rollo entre las manos de Itachi– Sólo está permitido que los dibujantes descendientes lo toquen.

 

– Lo siento... –Susurró. Itachi por ese breve momento de curiosidad había olvidado lo importante que eran las reglas de ese mundo, y el pesado significado que tenían para los nacidos allí. Esas reglas regían su vida y su legado después de su muerte, no era algo que tomar a la ligera– Iré arriba a terminar mis deberes, cuando termines aquí dímelo y vendré a cerrar la puerta otra vez.

 

– Si, gracias. –Colocó el pergamino en el lugar donde había estado antes, después de haberle echado un vistazo para asegurarse que no era lo que buscaba. Volvió el rostro a todos los documentos que le haría falta revisar y agregó de forma ausente– Es probable que me tomé varios días encontrar lo que busco… si es que está aquí. –Su voz se desvaneció y volvió a surgir en un instante– Así que es probable que lo moleste de ahora en adelante, Itachi-san.

 

– No hay problema, Sai, ese es mi trabajo. –Se dio media vuelta luego de ver que Sai volvía a sumergirse en sus pensamientos mientras recorría los estantes con el agotamiento de quien debe contar una tonelada de granos de arroz– Asegúrate de no dejar que tu cuerpo se enfríe demasiado. –Agregó y después entrecerró la puerta de metal detrás de él.

 

Mientras subía las escaleras, Itachi no pudo evitar sentir preocupación y curiosidad otra vez. Era frustrante tener la puerta abierta a un nuevo secreto de ese ancestral castillo y no estar permitido a descubrirlo. Consideró preguntarle a Sai luego de que su comportamiento nervioso e irritado pasara, quizás para ese entonces, ya hubiese descubierto aquello que le causaba tanta inquietud. Sin más en mente, regresó al tercer nivel.

 

 

 

 

 

 

 

El viento entró como un suspiro por la entrada al exterior que tenía el comedor, provocando que aquellos que se sentaban en las mesas cercanas se encogieran por el frío. El clima había cambiado repentinamente y más de un residente comentó que era la nevada de augurio. Por fin el invierno estaba dándose la bienvenida y dispuesto a cubrir con nieve cada una de las superficies boscosas en ese mundo.

 

La nevada de augurio era la primera nevada del equinoccio. Una capa delgada de nieve que duraba sólo un día y que volvía a derretirse al siguiente. Pero una semana después, nevadas continuas mantendrían la baja temperatura. Cielos grises, viento silbante, copos de nieve y noches silenciosas. Las cosechas habían sido recogidas y almacenadas, los campos fueron cubiertos y la mayoría de los habitantes se preparaba para un receso en sus labores de campo. Quienes trabajaban afuera habían mudado sus herramientas a las cálidas salas cerca de los sopladores de vidrio. El castillo estaba casi por dedicarse a la hibernación. No habría cacerías, no habría preocupación. Las familias permanecían unidas por un par de meses antes de que el calor volviera, la nieve se derritiera y el clima fuera nuevamente óptimo para salir. Momentánea y bendecida paz.

 

El viento volvió a entrar por la puerta al exterior, obligando a un par de hombres a levantarse para cambiar de asiento, sin importar que se sintieran apretujados en las mesas restantes. El aroma de la sopa de verduras creaba una sensación hogareña y acogedora. Aliviaba la sensación friolenta que las personas trataban de aminorar con suéteres tejidos. Había pocas conversaciones y mucho más castañeo de dientes, como si las bajas temperaturas se llevaran consigo también el entusiasmo escandaloso. Ahora el comedor sólo era poseído por una atmosfera aletargada.

 

– Escuché que Momoe-san dará a luz al bebé en estos días… –Dijo Rock Lee, cansado de quedarse quieto y tranquilo pese al frío– Va a ser el primer bebé en mucho tiempo. ¡Seguro que será precioso! Espero que sea una niña, aunque si es un niño también estará bien, lo importante es que esté sano y tenga sus dedos completos. –Sonrió soñador.

 

– Pareciera que eres el padre. –Sonrió Kiba, pero luego dejó de hacerlo. El recuerdo de que el padre de ese bebé había muerto en una expedición, al igual que muchos otros hombres, volvió a abrir la herida que no había terminado de sangrar– Bueno, aunque no sería mala idea darle nuestro apoyo a Momoe-san. –Añadió.

 

– Yo me encargaré de eso. –Dijo Shikamaru mientras soplaba ligeramente dentro de su termo con té caliente– Cuando ella por fin me recibió estuvo de acuerdo en que yo la apoyara en lugar de su pareja. Eso me hizo sentir menos inútil como líder de grupo. –Confesó con un semblante que bailaba entre el alivio y la tristeza.

 

– ¿Los lideres de grupo deben de ayudar a las mujeres de sus cazadores? –Preguntó Sasuke con un tono desinteresado. Sorbiendo el caldo de la sopa de verduras, sólo había incitado a que la conversación siguiera– ¿Qué clase de apoyo dan?

 

– Bueno, básicamente sólo es asegurarse de que estén bien. –Respondió Kiba en su lugar– Que tengan ropa suficiente, comida suficiente, ver por el niño y eso.

 

– Uno se hace cargo de ellas si hay niños de por medio solamente, cuando no tienen hijos no hay necesidad de estar tan al pendientes y sólo hay que dejarlas con sus madres o hermanas para que ellas la apoyen. –Añadió Shikamaru– Hay que preservar el recuerdo del padre en el niño, hablarle de él, enseñarle a cazar cuando tenga edad suficiente y ser una figura de soporte. No es atención a la mujer sino al niño.

 

– No está bien visto que un líder de grupo se acerque demasiado a las mujeres de sus cazadores. –Shino acomodó sus gafas con el borde de la cuchara con la que comía.

 

– Eso es demasiado prejuicioso. –Bufó Naruto mientras seguía buscando la forma de comer su ración. Odiaba tanto las verduras.

 

– Bueno, ya saben que hay pocas mujeres, no es extraño que las personas sean recelosas. –Chouji acalló un ligero eructo tras su puño– Los cazadores suelen ser muy devotos a sus equipos, por lo cual nunca van a pensar mal de su líder, pero hay algunos líderes que se aprovechan de eso.

 

– Ocurrió un caso donde un líder de grupo abusó de su poder e hizo que uno de sus cazadores mirara mientras él profanaba a su mujer. –Los ojos de Kiba mostraron una llamarada de disgusto mientras hablaba– Hubo un juicio porque la mujer se quejó con el líder de la fortaleza que en ese entonces era Atsushi-san, pero el cazador no habló en contra de su líder de grupo y dejó a su mujer sola. ¡Ese estúpido!

 

– ¿Por qué haría algo así? –Se indignó Naruto.

 

– Porqué lo que se te inculca desde pequeño, es a respaldar a tu equipo y a tu líder. Pasan tanto tiempo mostrándote como ser leal que cuando la persona a la que eres tan devoto hace algo malo contra ti, no puedes defenderte porque no sabes cómo. –Explicó Shikamaru– Aun si logras defenderte, puedes tener dos destinos: Ser apoyado por tu equipo o ser despreciado por el debido a la caída de su líder. Si pasa lo segundo estás condenado a dejar de ser cazador porque te marginarán tanto que ya no podrás soportarlo, y como no querrás cambiar a otro equipo, lo mejor será simplemente dejarlo. –Terminó con un suspiro decepcionado.  

 

– Esa clase de infelices hacen que todos los líderes de grupo queden con una cruz sobre sus espaldas. –Escupió Kiba– No es habitual que sucedan esas cosas, pero cuando pasan es difícil de olvidar para las personas, así que esas experiencias construyen más y más reglas sobre lo que es correcto para ellos y lo que no lo es.

 

– ¿Quién fue ese hombre que abusó de su poder? –Sasuke volteó a ver a todos en la mesa– Por la forma en la que hablan, me dice que ustedes presenciaron el caso, ¿No es así?

 

– Lo hicimos. –Dijo Shino– Vimos desde el inicio hasta el desenlace del asunto.

 

– ¿De dónde crees que Nagato heredó a The Specialist? –Kiba se cruzó de brazos malhumorado– No fueron sólo sus habilidades como cazador, el grupo necesitaba un líder.

 

– ¿Quieres decir que Nagato estuvo bajo el mando de ese sujeto? –Preguntó Naruto con sorpresa– ¿Y dónde está ese líder ahora? ¿Hace otros trabajos? –Cotilleó con la esperanza de conocer al degenerado por pura curiosidad morbosa. 

 

– Misteriosamente murió en una de las salidas. –Bostezó Shikamaru– Demasiada casualidad si me preguntas. –Naruto ladeó la cabeza, avisándole que no entendía a lo que se refería. Shikamaru recargó la mejilla en la palma de su mano y habló con discreción– El juicio no había resultado bien y ya había rumores de que Atsushi-san tenía pensado darle el liderazgo a Nagato, y que sólo era cuestión de tiempo. Y ¡Paf! –Tronó los dedos– Adiós a Ueno-san en una salida de cacería donde nadie mencionó nada al respecto.

 

– Ningún rumor salió a flote, pero los líderes de grupo sospechamos que fue Nagato. –Continuó Kiba– No estamos hablando de asesinato a sangre fría, quizás sólo lo dejaron morir en medio de la cacería, porque el hecho de que el grupo entero no dijese nada, quiere decir que fue algo acordado.

 

– Un motín por la deshonra a un compañero. –Sentenció Shino.

 

– El apoyo que se dan aquí puede ser maravilloso… –Naruto sacudió los hombros en un ligero escalofrío– Pero también pueden ser realmente temibles…

 

– Tu equipo es tu familia. –Continuó Kiba– Se protegen unos a otros, se apoyan, se consuelan y sacrifican por un bien común, y aunque quizás guardemos rivalidades con otros líderes u otros equipos, seguimos siendo una comunidad que creció unida…

 

– Nosotros peleamos las batallas juntos, y de ser necesario, olvidamos las clases y las líneas divisorias para enfrentar una iniquidad… –Siguió Shikamaru– Es por eso que ningún líder de grupo dijo algo al respecto. A Ueno-san se le hizo un juicio pero su grupo le dio su condena. Y entre cazadores eso es justicia. –Todos en la mesa asintieron con un semblante serio.

 

– Nosotros conocemos a eso como complot. –Murmuró Sasuke antes de sorber su termo con té caliente.

 

– Sasuke. –Advirtió Naruto en cuanto notó las miradas reprobatorias de sus compañeros en la mesa– Ellos tienen un concepto distinto a nuestro mundo, no debes juzgarlos. –Sasuke se encogió de hombros con desinterés, aun cuando sentía desagrado.

 

Naruto lo comprendía, él también tenía sentimientos encontrados respecto al tema. Por una parte, estaba de acuerdo en que ese hombre recibiera su merecido después de las cosas terribles que hizo, por la otra, provocar o permitir la muerte de alguien no era algo sin importancia. Ya eran varias las ocasiones en donde Naruto tuvo que escuchar deseos oscuros por parte de los cazadores, todos involucrados con muerte y sangre. Había ocasiones en las que creía que el peligro constante les volvía crueles. Para ellos, el único mal era la muerte, así que siempre la tenían en consideración como si fuera la única solución factible. Perturbador.

 

– Ah, por fin. –Suspiró Chouji cuando un par de hombres entraron al comedor con un rollo de tela con pieles– Pensé que no vendrían a cubrir la entrada nunca.

 

Otros vieron con ojos aliviados como cubrían la entrada con la tela y la colgaban como una cortina al martillarla con clavos sobre el borde superior. Cuando el viendo volvió a silbar ninguna ráfaga de plumillas o viento entró a la cocina, la tela era lo suficientemente pesada como para evitar más brisas. Después de unos minutos, el calor humano y de las antorchas comenzó a reflejarse en los muros de piedra y el comedor se convirtió en algo más acogedor. Los habitantes comenzaron a comer con más gusto hasta terminar sus raciones.

 

– Iré a ducharme. –Avisó Sasuke tras haber juntado los utensilios que utilizó y colocado dentro de su cuenco.

 

– ¿En verdad tienes ganas de bañarte con este clima? –Reclamó Naruto al tiempo que también ordenaba los recipientes que había usado, dejando gran parte de las verduras.

 

– No, pero me consuelo con saber que iré a las termas y no al pozo de agua. –Sonrió y se dio media vuelta para salir del comedor.

 

– Rayos… –Gimoteó Naruto al ponerse de pie, luego miró a sus amigos que estaban poco dispuestos a salir del cálido comedor– Bueno, supongo que los veré más tarde en el campo de entrenamiento.

 

– No cuentes conmigo, hombre. –Negó Kiba– No tengo pensado salir de la fortaleza por ningún motivo, me quedaré en mi habitación y me cubriré con mis mantas hasta la hora de la cena.

 

– Nadie va a salir a entrenar de ahora en adelante, Naruto-kun. –Rock Lee se dio un momento para sorber por su humedecida nariz antes de continuar– Aunque Natura sale mañana de cacería, ¿Verdad? –Volteó a ver a Shino para confirmar.

 

– Nos tocará la ruta más larga, el capitán quiere ir al Noroeste. –Se quitó las gafas para limpiarlas con la tela de su suéter– Así que debemos de recorrer los tres kilómetros del perímetro antes de salir de las piedras y todavía hacer camino hasta la zona de caza.

 

– Y con la nevada de augurio presente, seguro se les hace difícil rastrear. –Dijo Kiba con tranquilidad, pero en su mirada reflejaba preocupación, Shino era su mejor amigo y compañero de cubículo– Tengan mucho cuidado afuera, aunque la nieve vaya a derretirse pronto, aún puede causarle problemas a su técnica de localización.

 

– El capitán tiene eso en cuenta, sin embargo, no podemos posponer el orden de salida, así que nos arriesgaremos en avanzar. –Se colocó los lentes de nueva cuenta– Con la nieve será complicado seguir pistas pequeñas pero esperamos encontrar huellas en su lugar.

 

Natura tiene una técnica de caza bastante rudimentaria, ¿Verdad? –Preguntó Naruto. Todos negaron al mismo tiempo.

 

– La técnica de Natura es la mejor. –Corrigió Shikamaru– Está basada en los principios básicos de la cacería; Olores, huellas, color de suelo, condición de los arboles, pistas de pelaje y todo eso… –Volteó a ver a Shino con una sonrisa– Se compenetran con la naturaleza de la mejor forma y aprovechan el habitad a su favor. Es algo que los otros equipos no podemos hacer.

 

– Cada equipo tiene su propia estrategia. –Dijo para aceptar el cumplido– Los cazadores eligen el equipo donde creen adaptarse mejor. –Volteó a ver a Naruto– Cuando termines de pasar por todos ellos, entonces será tu momento de elegir.

 

– Supongo que si… –Murmuró Naruto sin mucho ánimo, había olvidado que aún le quedaban dos equipos con los cuales salir, aunque él no quería salir más. Le sonrió a sus amigos para disimular su pensamiento anterior– Bueno, entonces iré a ducharme también ¡Hasta la cena!

 

Salió del comedor y corrió escaleras arriba con la esperanza de alcanzar a Sasuke antes de que él bajara hacia las termas. Cuando entró por la puerta de su cubículo, encontró a Sasuke sentado en el alfeizar de la ventana mientras veía la primera oleada de plumillas de hielo caer en el bosque, la nevada de augurio se hacía presente. Con tranquilidad cerró la puerta tras él y caminó hacia la ventana para ver el paisaje.

 

A diferencia de las nevadas en Japón, la nieve no caía en silencio sino que bailaba con los silbidos del viento entre las ramas de los árboles antes de abatir. Quizás porque no era una nevada verdadera todavía, pero seguía careciendo de la tranquilidad de su mundo. Era una nevada ligera, salvaje e inquieta. Bajó la vista para ver el distraído rostro de Sasuke y notó cuando su exhalación se convirtió en un casi traslucido vaho, y como comenzó a tomar color en sus orejas y mejillas debido al beso invernal de la brisa. Estiró su mano y le pellizco su nariz rosada.

 

– ¿Qué? –Se quejó con un pequeño tono nasal debido a la presión en su nariz. Naruto sonrió.

 

– ¿Me estabas esperando? –Dijo al tiempo en que tomaba el lóbulo de la oreja de Sasuke para halarlo un poco. Sasuke alcanzó la mano de Naruto y la apartó sin agresión de él, asintiendo a su pregunta anterior– Entonces vayamos antes de que haga más frío.

 

Sasuke se levantó del alfeizar y cerró la ventana con las portezuelas de madera. Eso evitaría que la habitación se enfriara más de lo que acostumbraba, sobre todo cuando ellos regresarían con los cuerpos cálidos debido al agua caliente. Encendió una veladora ya que el cielo tenía la apariencia gris del pronto anochecer y la luminosidad que caía del tragaluz no era suficiente. Tomó la tela que le extendió Naruto y se la echó al hombro antes de salir de la habitación hacia la primera planta. Por el pasillo se distinguía la cortina de luz en la entrada siendo salpicada por las sombras delicadas de la nieve al caer, y desde su posición cerca de las escaleras, fue una imagen melancólica. 

 

Cuando cruzaron el pasillo frente a la entrada, la desilusión rozó su imaginación. Aún era demasiado pronto para que la nieve se acumulara por lo que afuera sólo estaban los charcos del hielo derretido al tocar el suelo, al igual que la nieve sucia. Dejaron eso de lado para adentrarse en dirección a las termas. Se hicieron a un lado cuando las puertas se abrieron y dejaron salir a unos cuantos habitantes que decidieron tomar un baño rápido después de la comida, luego entraron Naruto y Sasuke.

 

El vapor era más visible conforme la temperatura fuera de la habitación disminuía, al mismo tiempo que el brillo que entraba desde el exterior al cubrirse con nubes. Ahora que las personas habían dejado el cuarto de baño, no había nadie más que ellos dos. Se despojaron de su ropa y la doblaron cerca de una de las orillas fuera del agua corriente que se desbordaba de la pileta como cascada. El tintineo de las gotas y el correr del agua hacia eco en la habitación. Naruto se adentró rápido al agua en cuanto su cuerpo desnudo percibió el frío, y suspiró de gusto cuando la temperatura del agua lo abrazó con calidez. Sasuke hizo lo mismo.

 

Sin la prisa de volver a salir al frío, decidieron tomarse su tiempo en relajar su cuerpo con el agua caliente antes de comenzar a lavar sus cuerpos. Se sumergieron en el agua para remojar su cabello y se reclinaron en una esquina. El vapor saliendo de su piel también.

 

Sasuke parpadeó cuando una gota de humedad del techo cayó helada sobre su mejilla y lo distrajo del reposo. Giró los ojos hacia Naruto y contempló sus mejillas arreboladas de calor, recorrió su cuello con la mirada y levantó un brazo para acariciar con el dedo índice lo que parecía una irritación en la piel.

 

En realidad era una marca de beso de la noche anterior. Después de la salida con el equipo Vitally, y la inevitable revelación de la nueva naturaleza en Sasuke, él aún se encontraba temeroso de volver a relacionarse con Naruto en la forma en la que antes lo hacían. Pese a que Naruto mismo le demostró que no existían ninguna clase de rechazos o prejuicios en su interior, Sasuke se había abstenido de tocarlo de forma consciente, porque en el fondo de sí mismo deseaba evitar incomodarlo. Sin embargo, la noche anterior Naruto había tomado la iniciativa con el propósito de reforzar sus palabras; No lo odiaba, no le temía y para él seguía siendo el mismo Sasuke con el que creció. Seguía siendo humano para él.

 

– ¿Te duele? –Susurró en cuanto Naruto lo miró, y después su expresión mostró confusión por la pregunta. Dobló el dedo para acariciar la marca, ahora con los nudillos– Te hice una marca aquí. –Explicó– Te hice varias, de hecho… –Agregó en cuanto notó que el calor daba nueva vida a varios puntos de su cuello y clavículas.

 

– Ni siquiera sabía que las tenía… –Dijo y su ceño se frunció– Tú sueles morderme mucho, ¿Qué acaso no te puedes contener? –Se quejó– Yo en ocasiones no me doy cuenta si tengo una marca tuya, ¿Qué pasaría si alguien la mira?

 

– No es que no pueda contenerme, es sólo que pareces disfrutarlo cuando lo hago. –Se encogió de hombros.

 

– ¿Qué? –Chilló– ¡No me gusta que me muerdas! ¿Qué clase de conclusión sádica es esa? –Hundió su cuerpo en el agua hasta que sus labios rozaron la superficie– Me haces sonar como un pervertido, ¡Que disfruto que me muerdas! Vaya broma. –Juntó los labios en un puchero y Sasuke sonrió.

 

– Digo que lo disfrutas porque cada vez que te muerdo, tú aprietas alrededor de mí. –Naruto le arrojó agua a la cara, mientras que su propio rostro se tornaba de un rojo brillante– ¡Oye!

 

– Cierra la boca, pervertido. –Se trasladó al otro lado de la pila y se enfurruñó en la esquina mientras fulminaba a Sasuke con la mirada. Sasuke lo ignoró mientras tomaba el jabón para comenzar a lavarse.

 

Al darle la espalda, Naruto acribilló la blanca piel en la espalda de Sasuke. No tenía ni una sola marca en ella; ni de los rasguños que causaba con sus uñas cuando las sensaciones lo superaban y descargaba su tensión con él, tampoco el de las mordidas que le hacía en los hombros en respuesta a las suyas. Ni hablar de las marcas de beso sobre el cuello, justo en esa área donde la laringe temblaba cada vez que gemía su nombre. Cada mañana después de tener sexo, Sasuke volvía a ser un lienzo en blanco listo para ser coloreado otra noche. Y ahora Naruto sabía el porqué.

 

– ¿Qué más puedes hacer? –Murmuró.

 

Sasuke detuvo todo movimiento y con lentitud volteó a ver a Naruto con expectación. No tuvo que pedir una explicación, sabía a qué se refería esa pregunta. Después de haberle hablado a Naruto sobre sus días fuera de la fortaleza, se había guardado los detalles más perturbadores debido a su naturaleza, pero quizás ya era hora de ser completamente abierto al tema ahora que las emociones se habían asentado. El rostro relajado de Naruto, aguardando por la respuesta de su pregunta hecha sólo por sincera curiosidad, motivó a Sasuke a ser sincero.

 

– Además de la obvia fuerza que ya viste, parece ser que puedo curarme a mí mismo. –Explicó al tiempo que reanudaba la limpieza en su cuerpo, esforzándose por hacer de ese momento una charla casual– No sé a qué extremo todavía, pero fui herido en un par de ocasiones allá afuera por las bestias que te conté.

 

– ¿Qué fue lo más grave que te hicieron? –Dobló las piernas para recargar la barbilla en sus rodillas, adoptando la apariencia de un niño pequeño que aprendía algo nuevo con ojos grandes y brillantes.

 

– Heridas grandes como desgarraduras, huesos rotos e incluso pérdida de dientes. Entre más grave más tiempo toma, al parecer. Y tengo la sospecha de que el cuerpo entra en una etapa de letargo para concentrar toda la energía en sanar.

 

– ¿Crees que si te cortas un dedo te vuelva a crecer? –Agrandó los ojos. Sasuke quiso retroceder por el excitado brillo dentro de ellos, intimidado por el interés de Naruto, que parecía verlo como si ahora fuese alguna clase de súper héroe.

 

– N-no lo sé… –Tragó con nerviosismo– Y tampoco es que quiera intentar averiguarlo. –Aclaró. Naruto pareció ligeramente decepcionado ante ese hecho– Oye, no hagas esa cara. Aunque pueda curarme ahora, sigue doliendo cuando me hiero ¿Sabes? ¡Por supuesto que no quiero hacer experimentos ridículos para saber qué puedo hacer y que no!

 

– Eres tan aburrido. –Refunfuñó– Lo primero que se hace en todas las películas de súper poderes, es averiguar que puedes hacer y así aprender a controlarlo y usarlo para combatir el mal.

 

– Bueno, esto no es una película. –Comenzó a enjuagar su cuerpo– En la vida real uno no va por ahí cortándose los dedos para saber si puedes curarlos o no, ¿Qué tal si resulta que no puedes hacerlos crecer otra vez? Andarías por la vida con un dedo menos sólo por hacer tonterías.

 

– No tiene que ser un dedo muy importante… quizás el dedo meñique. –Juntó los labios como en un puchero mientras hacia un cómico jugueteo con sus dedos índices, tratando de convencer a Sasuke de su idea.

 

– ¡No voy a cortarme el maldito dedo! –Gruñó, luego suspiró con cansancio y observó a Naruto con agudeza– Parece que estás tomando el asunto demasiado bien, ¿No es así? 

 

– No tiene nada de malo… –Sonrió– Quizás tú estabas muy preocupado y asustado, y yo también lo estaba antes de que me lo contaras, pero ahora que conozco tu secreto siento que todo está bien.

 

– ¿No estás, siquiera un poco, desconcertado? –Giró su cuerpo para encarar completamente a Naruto, haciéndole entender que su pregunta era completamente seria– ¿No estás tratando de forzarte a tratarme como alguien normal, o si?

 

– No. –Dijo– De alguna forma, siento como si ahora fueras mejor así. –Sonrió con un sentimiento que Sasuke nunca había contemplado antes– Mucho mejor.

 

– ¿Por qué? –Una sensación extraña subió por su columna vertebral luego de escuchar esas palabras– ¿Por qué pareces sentirte tan… cómodo con esto?

 

Un banco de nubes más espeso cruzó sobre el sol causando que la tenue luz que se deslizaba por las ventanillas altas de las termas se volviese débil. El vapor que se levantaba del agua tomó fuerza y cubrió el espacio entre ellos como una densa cortina. Detrás del vaho del agua y su respiración, Sasuke creyó ver que la sonrisa de Naruto se enmarcaba por unas insistentes líneas en sus mejillas. Unas distintas a las que siempre tuvo desde la infancia, porque eran más abundantes y salvajes, hasta el punto de parecer dolorosas. Cuando un ligero zumbido retumbó en su cabeza, se puso de pie de inmediato para superar en altura la cortina de vapor y asegurarse de no estar teniendo alusinaciones, hasta lograr ver a un desconcertado Naruto que ladeaba la cabeza debido a su abrupta reacción. Sin marcas extrañas y sin sonrisa terrorífica. Sólo el Naruto que conocía desde siempre.

 

– ¿Pasa algo, Sasuke? –Sasuke dio pasos hacia él y se sentó a su lado sin dejar de observar su rostro con atención– ¿Qué? –Preguntó cuando el escrutinio le pareció incomodo.

 

– Creí ver… –Se detuvo en media frase y luego sacudió la cabeza en suave negación– No importa.

 

– Extraño. –Sonrió antes de cerrar los ojos y recargar la nuca en el borde de piedra– Pero está bien así. –Murmuró nuevamente.

 

Sasuke observó a Naruto por unos instantes más mientras el zumbido dentro de su cabeza disminuía lentamente. Arrugó el entrecejo en confusión, preguntándose porque había creído ver algo extraño en Naruto. Aunque lo más desconcertante había sido la alarma en su cabeza. La alarma que aparecía sólo cuando había el peligro de estar en presencia de un monstruo.

 

 

 

 

 

 

 

Itachi dejó salir un bostezo mientras giraba la llave para cerrar la puerta de metal. Sai había terminado de leer algunos papiros muy temprano esa mañana, así que era hora de que la habitación volviera a su viejo estado de custodia. Sin embargo, no parecía ser el final de la investigación, pues Sai llevaba en ambos costados un par de bolsas de piel abarrotadas de diarios además de otros ejemplares en sus brazos. Seguramente prefería tomarse su tiempo y no sentir la presión de tener que avisarle a Itachi para que abriera y cerrara la bóveda a cada momento.

 

Para Sai había sido un día largo y una noche tortuosa. Su cuerpo se sentía débil y frío, necesitaba comer algo y dormir también, estar en un sótano que funcionaba como frigorífico por tanto tiempo era un golpe duro a su debilitada salud. Aun así, había avanzado en descartar los documentos en los estantes, en ninguno de ellos se encontraba escrito algo sobre Kushina. Hubo ocasiones donde sintió darse por vencido, hasta que comenzó a abrir los cofres y descubrir material mucho más selecto, especialmente un cofre que tenía un dispositivo de aguja, justo como el de la puerta y cuyo contenido trasladaba ahora a su habitación.

 

Sai esperaba con fervor poder resolver las dudas que le atacaban. Kushina pertenecía ese mundo, sin embargo, había encontrado la forma de salir de él y conocer al padre de Naruto. La información que Naruto y Sasuke le habían dado, habían cultivado una serie de preguntas que seguramente se responderían con el diario correcto, si este existía. Aún no sabía cómo serían esas respuestas, o si cambiaría algo con ellas.

 

Sai rememoró los últimos días de su padre, donde lo dejaba solo en la habitación durante todo el día y hasta muy entrada la noche, seguramente buscando lo mismo que él en esa habitación secreta. Su padre había dejado de hablar con él, apenas dormía y no sabía si comía alguna vez, pero fue consciente de su espíritu roto y motivación perdida, aunque, su muerte resultó una gran sorpresa para él. Simplemente había colapsado un día y no se recuperó. Su padre había gastado sus últimos momentos en tratar de ocultar lo que había encontrado de forma que Sai no lo tuviera a fácil alcance, y por eso fue que encontrar los bocetos antiguos de Kushina le había tomado tanto. Cuando entendió que en ninguno de los diarios disponibles para él obtendría información, fue cuando sintió un gusto amargo en la boca. Sai sabía de la cámara porque su padre se lo había contado cuando era pequeño, pero nunca se la había mostrado, él había descubierto la ubicación de la puerta por cuenta propia durante una noche.

 

Sai era fotosensible. Poseía una alergia severa a la luz solar que podía tener resultados fatales si era descuidado. Su padre siempre lo animó diciéndole que él no era un cazador sino un dibujante, él no necesitaba del sol. Debido a que Sai no podía salir a jugar con otros niños, se dedicó en cuerpo y alma en aprender las artes de su heredado oficio. Sai adquirió una fina técnica, y a los 13 años de edad, luego de la muerte de su padre, era lo suficientemente competente para ocupar su lugar. El nuevo líder tenía un nuevo régimen que disminuyó las labores en Sai; no era necesario para él asistir a las juntas entre grupos cazadores, tampoco a los juicios o las reuniones especiales. Aún así, Sai aprendió otros medios para conseguir la información confidencial a la que sus antecesores tuvieron derecho por tradición, y espiar no tuvo un sentido negativo para él. Tomó lo que le fue amablemente negado sin interferir en la continuidad de los eventos. Se enteró sobre la anormalidad en el comportamiento de las bestias, la probabilidad de estar sufriendo una crisis de perímetro y que la aparición de los caídos era cada vez más frecuente.

 

Así que en el momento que Sai realizó en su consciencia que su padre había tratado de mantenerlo fuera de los oscuros asuntos de ese mundo cuando se llevó la llave de la habitación secreta a la tumba, decidió que, por derecho, él tomaría la información por la fuerza. El remordimiento no lo golpeó en ningún momento, ni siquiera cuando escarbaba en la tumba de su padre cada noche, y tampoco cuando arrancó de sus dedos cadavéricos el pincel con la llave. Él sentía en un interior el fuerte impulso de descubrir la verdad, como si toda su estirpe estuviera maldecida a toparse con el rostro de esa mujer.

 

– No me importa morir después de saberlo, mientras pueda saberlo. –Musitó mientras bajaba las escaleras en espiral hacia su habitación.

 

Llegó hasta la mesa y depositó los libros en sus brazos sobre la superficie, luego se descolgó los bolsos a sus costados. Trató de ordenar un poco el desastre de papeles que cubrían su suelo antes de aprovechar que el sol todavía no salía y bajar pan y té. Necesitaba comer y luego dormir, no cometería los mismos errores de su padre, no tenía la intención de colapsar antes de encontrar lo que buscaba. Él no era tan fuerte como para ser negligente consigo mismo, ya no más. Con esos pensamientos, subió a la primera planta.

 

 

 

 

 

 

 

– ¿Qué hay de súper velocidad?  –Preguntó Naruto desde su capullo de mantas donde apenas asomaba el rostro.

 

– No creo que tenga eso… Es decir, creo que puedo correr un poco más rápido pero creo que es debido a que ahora tengo más fuerza. –Respondió con aire calmado también recostado en la cama y cubierto por las mantas, la mañana había sido intensamente fría. Después de muchas preguntas por parte de Naruto, Sasuke ya se había resignado a darle toda la información que él deseara– Tampoco lanzo rayos por los ojos, por si tienes curiosidad.

 

– Estúpido, no iba a preguntarte eso. –Rió haciendo que su boca exhalara vaho– Entonces, la cosa está así: Tienes fuerza sobre humana, la suficiente como para derribar a una bestia de tres metros de un puñetazo y romperle el cráneo a mano limpia. –Comenzó a enumerar con los dedos– Tienes capacidad de curación acelerada y para que funcione en daños graves debes de estar inconsciente. No sabes cual es lo máximo que puedes llegar sanar y no sabes si puedes regenerar extremidades. Sigues teniendo la misma sensibilidad al dolor, crees que puedas poseer un olfato ligeramente más agudo que antes, pero no estás seguro, tampoco sabes cuál es el máximo de tu fuerza. Tienes un apetito normal y no crees que puedas sobrevivir sin alimento y agua como le ocurre a cualquier otra persona. Tus ojos cambian hasta parecer los de una bestia pero no puedes ver en la oscuridad, tus uñas crecen al igual que tus dientes incisivos, pero al igual que tus ojos, apenas notas el cambio por lo que no te dabas cuenta de tu nueva apariencia y crees que tenerla es inútil. El cambio ocurre cuando te encuentras en peligro, así que es un impulso instintivo de pelear para sobrevivir. Crees que el origen de esto es porque bebiste sangre de una bestia del manto que, sorprendentemente, usan la materialización para aparecer. –Ladeó la cabeza con simpleza– ¿Eso es todo?

 

– Ahora pareces decepcionado. –Frunció el ceño– ¿Qué era lo que te esperabas en realidad?

 

– Bueno, después de la sorpresa inicial, esperaba cosas más sorprendentes.

 

– Puedo romper el cráneo de una enorme bestia sólo con mis manos desnudas ¿Y tú crees que es aburrido? –Gruñó impaciente.

 

– No digo que sea aburrido, es bastante sorprendente en su simpleza pero… Si, ahora eres más fuerte, ¿Eso es todo? –Dijo.

 

– No. También me puedo sanar a mí mismo hasta el punto de recuperar dientes que llegue a perder. –Bufó.

 

– Si, si, siempre tendrás una linda sonrisa y todo eso pero ¿Eso es todo? –Insistió.

 

– Naruto. –Advirtió, comenzando a exasperarse.

 

– No me malentiendas, yo tampoco estoy seguro de por qué me siento tan insatisfecho, a lo mejor es por culpa de que me guste Superman y Spider-man. –Explicó– Me esperaba cosas como la súper velocidad, trepar por las murallas o que puedas transformarte en uno de esos animales por completo. Vaya, que incluso tener sentido arácnido hubiera sido genial, tener un talento sensorial hacia el peligro sí que sería útil.

 

– Hablando de eso… –Dijo pensativo– Creo que lo tengo.

 

– ¿Sentido arácnido? –Parpadeó con sorpresa.

 

– Bueno, obviamente no es arácnido pero, sí que puedo sentir el peligro cuando se trata de esos animales. –Dijo al tiempo en que se levantaba hasta quedar sentado sobre la cama– Cuando hay alguno cerca y es peligroso, puedo sentirlo. Por eso me alejé de los demás en la cacería, porque sabía que había una bestia peligrosa cerca pero no sabía en donde. –Ante el silencio de Naruto, continuó su explicación– No sé cómo explicarlo, es como una especie de cosquilleo, una alarma mental. Cuando están cerca de mí y tiene intenciones de atacar, esta cosa me avisa antes de verlo, es básicamente algún tipo de presentimiento junto a un escalofrío que sube por mi espalda. –Naruto cubrió su cara con las mantas y se sacudió hasta ser un nuevo capullo.

 

– ¿Y dices que lo sientes antes de estar en peligro? –Murmuró desde su escondite.

 

– Si, prácticamente así es como parece funcionar. –Acarició el hombro de Naruto sobre la tela– ¿Tienes frío otra vez?

 

– Si… sentí como un escalofrío ahora mismo. –Dijo. Sasuke sonrió y decidió hacer una broma.

 

– ¿Estás sintiendo mis intenciones de atacarte? Quizás también eres como yo. –La risa de Naruto salió a través de las mantas, pero no salió de su lugar. Repentinamente, el estomago de Sasuke gruñó– Me muero de hambre. Aún es temprano para el desayuno pero creo que bajaré por algo de pan, ¿Quieres un poco? –El capullo que era Naruto asintió y Sasuke se levantó de la cama para ponerse los tenis y salir del cubículo– Ahora regreso. –Avisó antes de cerrar la puerta tras él.

 

La habitación quedó en silencio luego de que Sasuke saliera. Por unos minutos, Naruto permaneció en la misma posición y luego emergió de entre las mantas con una mueca aterrorizada. La descripción de Sasuke caló en algún lugar de su mente y disparó todos los recuerdos de las anormalidades que Naruto había sentido en ese lugar. Los sueños, la sensación de estar en un lugar familiar, incluso el presentimiento que tenía ante el peligro y que coincidía con el de Sasuke a la perfección.

 

¿Qué significa todo esto?

 

– Sai... –Dijo con un suspiro temeroso– Sai también me hizo muchas preguntas extrañas. –Cerró los ojos con temor– ¿Acaso él sabe algo? ¿Hay algo mal en mí?   

 

Levantó la barbilla y giró sus ojos hacia el tragaluz. Detrás del cristal el cielo se iluminaba por encima de la nieve que obstruía su contemplar. Naruto se perdió en sus pensamientos, lleno de un sentimiento de desasosiego que no había experimentado antes con la fuerza con la que lo golpeaba ahora.

 

– Algo está por ocurrir. –Anunció sin ser consciente de sus propias palabras.

 

 

 

 

 

Sasuke hizo a un lado las pieles que bloqueaban la entrada exterior al comedor para poder ver al equipo Natura preparándose para salir. Hacía poco que había amanecido y la nevada de augurio era más hielo que nieve en sí. El cielo seguía cubierto por nubes grises, y aunque ahora había sólo brisas silenciosas, el crujido que hacían al caminar sobre las pilas de hielo era suficientemente fuerte. El equipo estaba equipándose con flechas en el patio trasero, así que luego se trasladarían a la explanada frontal para salir.

 

Se preguntó si realmente era seguro para ellos salir de cacería con esa clase de clima. Recordó que Itachi les había advertido que la presencia de nieve dificultaba las maniobras de cacería y ralentizaba la huida, motivos por los cuales no cazaban en invierno. Sabía que la capa de hielo se derretiría para el final de ese día, pero debido a que las salidas se hacían temprano en la mañana, aún con la baja temperatura en el ambiente, ellos estarían acompañados por el obstáculo todo el tiempo. Natura era el penúltimo grupo antes del inicio del receso, así que el equipo de Kiba, The Express, tendría la última oportunidad de conseguir carne para el invierno.

 

Bufó, recordando que esa no era la primera ocasión que ellos salían a cazar en ese ciclo, y sólo era la primera vez que él lo presenciaba. Seguramente ellos sabían lo que hacían y se las arreglarían como siempre lo habían hecho. Además, Itachi llevaba siendo líder del castillo por casi tres años, y si él había concedido los permisos en esas fechas, debía de haber una gran cantidad de contemplación, análisis y prevención de riesgo detrás de su decisión. Así era su hermano, analítico y detallista, él nunca daría permiso a una salida imprudente. Con esos pensamientos en mente, dejó de preocuparse innecesariamente por un grupo de hombres que al final, no tenían ninguna relación con él.

 

Cerró la cortina de pieles y se dio media vuelta con la intención de tomar algo para comer, pero en cuanto lo hizo, vio a un par de mujeres ingresar a la cocina mientras cargaban unos canastos con ingredientes. Maldición, iban a comenzar los preparativos del desayuno, lo que significaba que había perdido su oportunidad de tomar algunas piezas de pan. Chasqueó la lengua contra los dientes y se acercó a una de ellas.

 

– Disculpa, ¿Crees que puedo entrar a preparar un poco de té? –Dijo, esperando que le dieran permiso.

 

– Es hora de iniciar los preparativos y sabes que no dejamos entrar hombres mientras estamos en ellos. –Se excusó rápidamente. Cuando Sasuke hizo un gesto decepcionado, añadió con rapidez– Pero puedo prepararlo por ti, si quieres.

 

– Lo agradecería mucho. –Respondió mientras fingía timidez. La mujer le sonrió de vuelta mientras encendía la estufa de carbón y colocaba una tosca jarra de metal sobre las brasas para después agregarle agua y un par de ramitas secas de algún té– Gracias. –Deletreó en silencio para que la mujer leyera sus labios, y se fue a sentar a una de las mesas para esperar.

 

A Sasuke le parecía sencillo tratar con las mujeres mayores del castillo, de alguna forma sentía que era igual que hablar con su madre. Las mujeres ya casadas en la fortaleza, no parecían mirarlo con coquetería como lo podría hacer una mujer soltera, ellas parecían firmemente comprometidas con su papel de esposa, madre y miembro de la comunidad. Trataban a los cazadores con respeto maternal, porque comprendían que cuando sus hijos crecieran, había una gran probabilidad de que también se volvieran cazadores.

 

Sasuke se perdió en la imagen de las dos mujeres pelando y cortando vegetales. No eran jóvenes, pero tampoco eran demasiado mayores, sus edades debían rondar los tardíos treinta. Las escasas mujeres del castillo eran un tesoro a proteger, por eso sus actividades se reducían a cocinar y cuidar de los niños. La mayoría de los hombres hacía limpieza, tejía canastos y ropa o cosechaba alimentos. Claro, algunas mujeres escogían el oficio de ayudar en los sembradíos o en realizar cestas, pero eran escasas excepciones.

 

Cuando Naruto y Sasuke habían caído, la población era de poco más de doscientas personas. Después de algunas muertes, que incluían la pérdida de la mitad de un equipo,  nadie tenía el valor de preguntar el actual censo. The Seers había adquirido un par de nuevos miembros, pero eran demasiado jóvenes como para que el equilibrio del equipo se pudiera recuperar tan pronto. A Sasuke sólo le quedaba salir con el grupo de Kiba antes de que tuviera que escoger un equipo de forma permanente, a Naruto le faltaban Natura y The Seers. Siendo honesto consigo mismo, Sasuke no quería pertenecer a ningún grupo.

 

No podía correr el riesgo de que otros descubrieran en lo que se había convertido, no con su falta de control sobre el cambio. Si llegaba a pertenecer a un equipo y en una de las salidas se enfrentaran a una situación estresante, cabía la posibilidad de que Sasuke cambiara por mero instinto defensivo. Él había sido ignorante de su apariencia durante ese estado hasta que Naruto se lo dijo, en esos momentos él se concentraba tanto en la sensación de ira, euforia y poder que, perdía el sentido del entorno. Con eso en mente, ¿Era posible para él unirse a un grupo? La respuesta era sencilla: No.

 

Admitía que el que Naruto supiera de él le quitaba un enorme peso sobre los hombros, quizás el más importante de todos, pero no por eso estaba libre de problemas. Otro punto a considerar era su hermano mayor, Itachi. Era líder de la fortaleza y estaba obligado a sacarle la información que todos creían les ayudaría a sobrevivir fuera de las murallas. Creían que conocía sobre algún escondite, alguna nueva ruta o incluso un nuevo territorio que las bestias no podían traspasar, pero estaban equivocados. Él no se había salvado de nada, al contrario, había regresado con una maldición a cuestas. Era un monstruo. Incluso cuando Naruto había dicho que estaba bien para él, y que seguía siendo humano, él no estaba tan seguro. Aún recordaba ese pensamiento lúgubre: ¿Morí aquella vez, no es así?

 

¿Sobrevivir fuera de la fortaleza? Eso era imposible. Él había regresado, pero no había sobrevivido. Se preguntó por cuánto tiempo podría seguir evadiendo el interrogatorio de Itachi, al menos sabía que tenía un par de meses antes de salir con su último grupo y elegir uno, pero Itachi era probable que no pudiera esperar tanto. ¿Debía mentir? ¿O qué tal si sólo decía la verdad a medias? Quizás podría decirle lo que vio el día en que lo atrapó el monstruo que lo convirtió, la forma en la que aparecían en ese mundo. Pero entonces preguntaría como había sobrevivido a su captura, y si decía que no lo habían capturado, preguntaría donde había estado durante esos cinco días. Pensó en la posibilidad de inventar una historia cobarde, decir que se había ocultado todo ese tiempo y que había tenido tanto miedo de salir, que su regreso a la fortaleza había sido lento. Pero entonces, ¿Cómo podría explicar sus heridas y la sangre que lo cubría?

 

– Maldición. –Golpeó la mesa con el puño por pura frustración. Las mujeres voltearon a verlo debido al súbito ruido y Sasuke decidió tranquilizarse. Todo era tan complicado– Quizás deba hablar con Naruto y pensar juntos en una solución. –Dijo para sí mismo.

 

Cualquier plan que pudiera tener debía de decírselo a Naruto, porque conociendo a Itachi, usaría a Uzumaki para confirmar sus palabras. El motivo por el cual Itachi no había recurrido a Naruto, era porque se notaba que ignoraba la verdad, pero ahora que conocía su historia y se encontraba más calmado y relajado por ello, mostraría de forma inconsciente que ahora era un sujeto de interrogación viable. Itachi era inteligente, notaría el cambio en Naruto sin duda alguna. Siempre lo había hecho.

 

– Ya casi estará listo tu té. –Anunció una de las mujeres, causando que Sasuke abandonara sus pensamientos– ¿Quieres que te lo de en un termo o prefieres una jarra? –Inquirió con una sonrisa.

 

– Ah… Una jarra estaría bien. –Pidió– Lo llevaré arriba para compartirlo con mi amigo antes de bajar a desayunar. 

 

– Muy bien. –Asintió y volvió a la cocina.

 

Unos minutos después, la mujer le entregó una pequeña jarra de estaño junto a dos vasos. Sasuke agradeció mientras echaba un disimulado vistazo al avance del desayuno, tendría por lo menos media hora antes de que anunciaran que podían bajar y comer. Salió del comedor con la intención de avisar a Naruto que necesitaban una historia que contarle a Itachi para cuando volviera a cuestionar a Sasuke sobre sus días en el exterior. A paso lento subió los escalones hacia el segundo piso.

 

 

 

 

 

 

 

Sai parpadeó al escuchar el sonido estruendoso de las cacerolas al chocar, el anuncio para el inicio del desayuno. Se había quedado dormido un par de horas, después de que consiguiera pan de la cocina, incluso aún tenía la mitad de una pieza de pan en la mano, pues colapsó en cuanto se sentó sobre su cama con medio bocado de pan dentro de la boca. Con pereza volvió a mordisquear el pan y se incorporó lo suficiente para tragar.

 

Sus ojos seguían ardiendo por la falta de sueño, pero ya no se sentía tan irritado. Alcanzó una de sus mantas y se cubrió con ella los hombros, luego se puso de pie y caminó hasta la silla frente a la mesa hasta sentarse. Comiendo pan con una mano, utilizó la otra para abrir uno de los libros y ojearlo con lentitud. A primera vista no había mucho de interés, algunos casos serios y anécdotas comunes del dibujante. Confesaba su conocimiento de crímenes e incluso adulterios por parte de su líder, seguramente siendo ese el motivo por el que estaba guardado en la bóveda. Develar secretos oscuros sobre un líder de fortaleza era un asunto serio.

 

Distraídamente, estiró su brazo para alcanzar la jarra de agua que tenía sobre la mesa, y golpeó con el codo uno de los libros que se encontraba tambaleándose en la esquina. El libro cayó sobre una bolsa de piel y la hizo caer de costado, provocando que los diarios de la superficie se salieran. Sai suspiró e hizo la silla hacia atrás para levantarse a recogerlos, agradeciendo que fuera un libro y no la jarra de agua la que cayó sobre ellos. Tomó los más cercanos y luego se inclinó hacia uno que estaba abierto y boca abajo. Lo tomó y lo giró para comprobar que no se hubiera roto alguna página.

 

Estaba por cerrarlo cuando entre las letras identificó un nombre: Kushina. Se quedó enraizado en su lugar unos segundos y luego volvió a leer el nombre para confirmar si no se había confundido con alguna otra palabra, pero el nombre seguía ahí. Era una mención casual, nada importante y se limitaba a nombrarla como una puntuación para luego continuar con otra historia. La forma de expresarse durante la escritura, así como la delicadeza de las hojas le dijo a Sai que era un diario más antiguo de lo que creyó, un diario con un arte de encuadernado de al menos diez generaciones atrás. Dejó caer los libros que había levantado y dio vuelta a las páginas en retroceso, buscando con desesperación alguna descripción que le hiciera confirmar que era la persona que buscaba y no una simple coincidencia de nombres. Llegó hasta los principios del grueso diario, posiblemente las primeras anotaciones de la infancia, cuando un niño aprendía a leer y escribir y le era entregado su primer diario que después estaría añadiendo páginas conforme creciera.

 

He escuchado que Kushina ha importunado a sus padres de nuevo. Ha peleado como un varón con otros niños, allá cerca del pasillo cubierto. Nadie ha de comprender a Kushina quien imita a un varón y desprecia el arte de aprender a ser mujer. Ella siempre ha de anunciar su deseo voraz de ser cazador, pero una mujer no caza jamás.

Kushina ha de estar siempre con el rostro sucio y atuendos maltratados. Su madre ha de tejer su largo cabello rojo a diario, pero al final del día tiene hebras por todas partes, como si fuera una cesta mal elaborada. Su naturaleza no aprecia las sonrisas amables ni el aprender pacientemente como hacer la cocina, su madre siempre pide a su padre que le azote para que se resigne a cumplir con su posición, pero Kushina no amedrenta ni con tundas o bofetadas, ella seguirá diciendo que quiere ser cazador. Antes de que se ocultara el sol mi padre me ha de avisar para aprender una nueva forma de tinta que…

 

– Tranquilo. –Musitó con voz temblorosa– No caigas en suposiciones, no sabes si es la misma Kushina, sigue leyendo con cuidado y trata de atar cabos. –Se ordenó.

 

Trastabilló devuelta a su silla y apartó todos los libros para concentrarse. Con dedos temblorosos comenzó a seguir los renglones en busca de otra mención del nombre. Dio vuelta a varias páginas donde las letras comenzaban a disminuir y los dibujos que iban evolucionando ocupaban mayor protagonismo. Apretó los dientes cuando se dio cuenta de que el dibujante de ese diario estaba pasando por la etapa entusiasta de aprender su oficio antes de salir a jugar o siquiera ponerle atención a los otros habitantes, Sai tuvo que recorrer tres años de paginas antes de que volviera a mencionar su nombre.

 

Kushina golpeó el rostro de un cazador hasta que hizo tronar su nariz. Él intento hacer uso del cortejo para impresionarla y hacerla aceptar ser su esposa ahora que está por cumplir quince inviernos de vida. Kushina ha florecido como mujer en su rostro y curvas pero no deja de lado su actitud de varón. Kushina ha de entrenar al amanecer como los cazadores aún cuando ella no es una de ellos. También ha de seguir contestando atrás a su padre cuando él le recuerda la desgracia que provoca a su familia. Las mujeres murmuran a las espaldas de Kushina cosas desagradables debido a que los hombres intentan cortejarla aún cuando dentro de su mente sólo habiten disparates, las mujeres envidian la belleza de Kushina aunque esta esté opacada por la suciedad del polvo y los moretones hechos por los golpes de su padre. Más importante que eso, Ai-san ha aceptado mi cortejo y me ha concedido el agradable placer de tomarle de las manos, ella está dispuesta a convertirse en mi esposa y…  

 

Sai volvió a frustrarse, ese dibujante hablaba poco de otras personas y de pronto se encontró en una etapa de enamoramiento donde su foco de atención se dirigió a otra mujer. Con desesperación revisó otras páginas y recorrió otra enorme cantidad de tiempo antes de toparse con su nombre.

 

La mano me ha de temblar mientras escribo estas líneas que se supone no debería plasmar. La catástrofe ha caído sobre nuestro mundo e incluso los hombres lloramos con miedo. Algún castigo divino ha de haber caído sobre nosotros a causa de alguna herejía que afecte el deseo de Dios. La línea que nos separa a nosotros del infierno se ha roto.

 

– ¿Qué? –Exclamó Sai con desconcierto, eso había sido una revelación que no tenía contemplado.

 

El líder de este castillo, en toda su sabiduría ha caído enfermo por la noticia. Se han perdido varios hombres que salieron a cazar fuera de las líneas. Cuando ellos hubieron regresado a su hogar perseguidos por bestias, cruzaron las señales que anunciaban tierra segura pero los animales la han atravesado. ¿Qué hemos hecho para afectar el orden de las cosas y que Dios nos quiera extintos? Las mujeres han de haber señalado a Kushina como la culpable de los infortunios. Kushina que siempre ha negado su lugar como mujer y desea imitar la voluntad de un joven varón. Ella ha deshonrado a sus padres y ha hecho llorar a su madre por ir en contra de su lugar que Dios le ha concedido. Ella rechaza a los hombres y a sus cortejos y desobedece las órdenes del líder por cumplir sus insolencias egoístas. Para que Dios no nos abandone, debemos de hacerle una ofrenda a su misericordia y eliminar aquello que atenta contra su voluntad.

Hemos de haber sospechado que Kushina no era natural. Su cabello rojo como los demonios y el fuego debió de habérnoslo dicho desde que nació. Su intempestiva actitud llena de deseo por salir al exterior es claramente una señal de querer reunirse con los suyos. Kushina es un engendro de este mundo que ha sido enviada a corromper a los hombres con su belleza vulgar. Todos hemos acordado a entregarla a los demonios, ella será el sacrificio que Dios merece para otorgarnos el perdón. Kushina ha de ser expulsada fuera de las murallas parar morir por garras de demonios.

 

Sai dio vuelta a la página y encontró un dibujo hecho por agresivas pinceladas, seguramente realizadas en medio del sentimiento de ira y miedo, entonces agrandó los ojos en impacto. Recorrió cada línea de su cabello largo y salvaje, la curva de sus labios y el redondeado toque de su nariz, incluso los ojos eran los mismos que él había dibujado tiempo atrás. Bosquejada en medio de un juicio mientras era rodeada por la mirada de odio de los presentes en la habitación, Uzumaki Kushina.

 

– Imposible… –Su vista se enfocó en el dibujo de ese rostro y su mente quedó en blanco. Ahora estaba confundido, lo suficiente como para no saber que otro pensamiento su mente podía maquilar. 

 

 

 

 

 

 

 

– Si siguen sirviendo verduras, voy a morir de hambre. –Sollozó Naruto mientras sorbía la sopa de su tazón y dejaba los trozos de verduras sin tocar.

 

Todos se habían reunido inusualmente temprano en el comedor, al parecer el frío impedía tener muchas horas de sueño y provocó que media fortaleza atendiera el desayuno al primer llamado. La alarma estaba activada debido a la salida del grupo Natura, pero por alguna extraña razón la población se encontraba tranquila. Quizás por las cada vez más escasas probabilidades de encontrarse con bestias una vez entrado el equinoccio de invierno. Algunos animales de ese mundo invernaban.  

 

– Eres demasiado quisquilloso, princesa Naruto. –Se burló Kiba mientras mordía con exagerada delicia una rodaja de zanahoria– No podrás sobrevivir aquí.

 

– Muero por un enorme tazón de ramen. –Volvió a quejarse, ignorando por completo las palabras de Kiba– Daría cualquier cosa por un poco de miso ramen, incluso hasta vendería a Sasuke.

 

– Idiota, ¿Estás menospreciándome por un tazón de ramen? –Gruñó con indignación. En la mesa todos sonrieron divertidos. Naruto recargó la mejilla sobre la mesa al haber terminado la parte de su guarnición que no tenía vegetales.

 

– Ahora mismo el ramen me parece mucho más atractivo, si. –Lloriqueó– ¿Por qué no cae algún camión surtidor del cielo?

 

– Ya estás diciendo estupideces. –Dijo Sasuke y continuó comiendo su porción.

 

– Las verduras no saben tan mal, Naruto-kun. –Animó Lee– Quizás si te dieras la oportunidad de probarlas.

 

– No necesitas ser amable, Lee. –Rezongó Kiba– Sólo di las cosas como son: O comes verduras o te mueres de hambre durante todo el invierno. –Dijo mientras presionaba insistentemente su dedo índice en la mejilla de Naruto para molestarlo– Una vez que las cacerías cesen, se acabó la carne.

 

– Imbécil, déjame en paz. –Infló las mejillas con enojo infantil, pero no hizo nada para apartar el dedo de Kiba. Tenía demasiado frío como para moverse– Si continuas te morderé.

 

– Oblígame. –Retó, y entonces él y Naruto se enfrascaron en una pelea donde Naruto intentaba morder el burlón dedo de Kiba que le picaba las mejillas a gran velocidad para alejarlo de nuevo al esquivar los dientes. Los demás los observaron divertidos.

 

– Vi a Natura marcharse más temprano. –Inició Sasuke en un esfuerzo por ignorar el malestar de ver a Kiba y Naruto jugando como niños pequeños– ¿A qué horas creen que regresen?

 

– Bueno, eso depende, como siempre. –Siguió Shikamaru con medio bocado en su boca– Ya saliste con ellos en una ocasión, ¿Te pareció que les tomó más o menos tiempo? En comparación con otros equipos, me refiero.

 

– Creo que se toman más tiempo en el recorrido que en localizar algún animal. –Meditó– Tienen un buen trabajo en equipo y su líder es bueno en decisiones rápidas. En comparación con los otros grupos, creo que son más rápidos.

 

– A Sasuke-kun sólo le queda salir con The Express antes de elegir un grupo, ¿No es así? –Dijo Lee, cambiando su atención de la pelea entre Naruto y Kiba, a la conversación– ¿Crees que por ahora tienes alguno que te guste?

 

– No estoy muy seguro… no he tenido buenas experiencias en ninguno. –Sorbió su té para dejar de tener contacto visual con los miembros de la mesa, en especial con Shikamaru.

 

– Supongo que tienes razón. –Dijo justamente Shikamaru con un tono decaído.

 

– ¿Eh? ¿Qué hay de mi grupo? ¡Vitally! –Protestó Lee– ¿A caso no te la pasaste bien con nosotros?

 

– Algo… –Respondió no muy seguro, pues el día en que salió con ese grupo había sido descubierto por Naruto y el miedo que había sentido aún estaba demasiado reciente. Sólo hace un par de días– No es que me la haya pasado mal, pero no creo que sea mi estilo. –Agregó para reparar la ofensa, después de todo, ellos ignoraban su situación y para ellos había sido un excelente día de caza gracias a Naruto.

 

– Sí, creo que Sasuke no se adapta a la técnica de Vitally, concuerdo con eso. –Dijo Shikamaru, recuperando el ánimo– Y no creo que él quiera elegir a The Seers.

 

– Sasuke-kun tiene el estilo de The Specialist. –Todos en la mesa voltearon a ver a Chouji, quien rápidamente se puso nervioso por la aguda atención– Oigan, no lo dije con mala intención, me refería al talento con el que lo han descrito. Cada vez que lo escucho pienso: Suena a una cacería en The Specialist. –Levantó las manos como si se excusara.

 

– Puede que tengas razón, Chouji-kun. –Concordó Lee y se llevó un dedo a la barbilla para observar a Sasuke con análisis– Sasuke-kun ya había dejado una buena impresión en The Specialist antes del incidente que tuvo con Nagato-san… quizás...

 

– No voy a escoger ese grupo. –Interrumpió rápidamente– No tengo interés en volver a estar cerca de ese psicópata.

 

– Oye, habla un poco más bajo. –Susurró Lee con nerviosismo– Nos podría escuchar. –Advirtió y dio una disimulada mirada a la esquina del comedor donde el grupo y Nagato estaban reunidos.

 

De forma milagrosa, tanto Nagato como Sasuke habían evitado encontrarse dentro de la fortaleza, mayormente gracias a los hábitos de Nagato de frecuentar zonas donde los cazadores de otros grupos no acostumbraban. Después del primer mes donde ninguno se había visto, la tensión bajó y comenzó a ser normal ver a Nagato y a Sasuke en un lugar a la vez, aún cuando ninguno de los dos se molestaba en poner especial cuidado, sólo era una relajante coincidencia.

 

Aun cuando llegaban a estar en el comedor en las mismas horas de comida, ninguno parecía notar al otro y ambos se enfocaban exclusivamente a su grupo, por lo cual no había ocurrido ningún nuevo problema, pero nadie deseaba tentar hacer consciente a alguno de que estaban en el mismo sitio. Era claro que la situación no formaba parte de los viejos rencores, pero al menos tampoco era tan alarmante como lo fue al inicio.

 

Con eso en mente, todos decidieron terminar la charla de los equipos, para que Sasuke no dijera nada malo sobre The Specialist o su capitán y entonces todo el avance que se había hecho en esos meses se perdiera por una simple tontería. Después de todo, de sobra era comprensible que Sasuke no eligiera ese grupo, y tampoco era bienvenido a él. Lee estaba por iniciar un nuevo tema de conversación cuando de pronto algo fuera del comedor llamó su atención.

 

– ¿E-ese es Toshio-san? –Todos giraron la mirada en dirección a la salida, tan confundidos como Lee.

 

– Pero ¿Qué hace aquí? –La voz de Kiba reflejó preocupación– Se supone que están de cacería.

 

– No me digas que ocurrió algo. –Shikamaru se puso de pie para ver mejor, su comentario hecho con voz trémula.

 

Fuera del comedor, Toshio, líder de Natura, discutía algo con un habitante que parecía haberlo detenido a cuestionarle lo mismo que todos se preguntaban. Desde donde ellos se encontraban no lograban escuchar nada, pero vieron claramente como el hombre trataba de calmar al habitante aún cuando él mismo no se veía calmado. Pareció decirle que esperara ahí y entonces subió disparado escaleras arriba.

 

– ¿A dónde crees que está yendo? ¿Con Itachi-san? –Chouji se meneó en su lugar completamente nervioso– Si hubiera ocurrido una muerte ya lo habría avisado, ¿No es así? –Se llevo la mano a la boca, como si quisiera callarse a si mismo los malos augurios.

 

– Esto es extraño. –Dijo Shikamaru– ¿Por qué Toshio-san volvería sin su equipo?

 

Antes de que alguien dijera otra duda en voz alta, escucharon los pasos precipitados que bajaban por las escaleras. Itachi y Deidara seguían a Toshio y los tres salieron rumbo a la explanada frontal. Todos se miraron los unos a los otros antes de ponerse ruidosamente de pie e intentar salir del comedor lo antes posible para seguirlos.

 

Naruto y Sasuke se sorprendieron de la incapacidad de los habitantes de contener la curiosidad y arriesgarse a entorpecer algo con su presencia. La escasez de secretos en esa comunidad disparaba su pánico a lo desconocido o lo inesperado y no se sentían tranquilos hasta estar informados de los detalles más mínimos y hasta inútiles. Sin embargo, siguieron a sus amigos al verlos tan desconcertados.

 

 Llegaron a la explanada frontal y notaron que Itachi y los demás habían salido de las murallas, así que los siguieron. Iban trotando ya con una ventaja en la distancia recorrida mientras movían las manos en ademanes, seguramente discutiendo algo. Las personas les dieron su espacio pero no dejaron de seguirlos, cuando Naruto y Sasuke vieron a sus amigos, aceleraron el paso para colocarse junto a ellos, teniendo cuidado de no resbalar con la capa de hielo que aún cubría la superficie y que era cada vez más ligera. 

 

– ¿Qué está pasando? –Preguntó Naruto sin poder contener más su nerviosismo.

 

– No lo sabemos todavía, pero parece grave. –Respondió Kiba sin dejar de ver al frente con una mueca seria.

 

– ¿Qué tan grave? –Siguió Sasuke al no obtener ninguna respuesta útil.

 

– Lo suficiente como para hacer salir al líder de la fortaleza y su mano derecha fuera de las murallas. –Los ojos de Shikamaru reflejaban la misma seriedad de Kiba.

 

– ¿Crees que sea RAE? –Preguntó Inuzuka en voz baja a Shikamaru, pero Naruto y Sasuke lograron escucharlo debido a que estaban tan cerca.

 

– Espero que no. –Respondió con la misma discreción y de pronto su rostro mostró más preocupación.

 

– ¿RAE? –Preguntó Sasuke a Naruto. Naruto lo tomó del brazo y lo alejó de los demás sin dejar de trotar– ¿Qué sucede?

 

– No lo digas en voz alta ni se lo cuentes a nadie porque se supone que yo no lo debo saber… –Advirtió, captando el interés de Sasuke que asintió con rapidez– RAE significa: Registro de Actividad Externa. –Explicó– Es un registro donde anotan todo lo anormal en este mundo.

 

– Debe ser una lista realmente larga teniendo en cuenta todo lo que existe en este mundo y el tiempo que llevan los humanos cayendo en el. –Naruto negó y lo vio a los ojos.

 

– Ese registro fue hecho hace poco bajo las órdenes de Itachi. –Reveló– Han estado ocurriendo cosas muy extrañas últimamente, cosas que antes no habían pasado, o quizás no con tanta velocidad como ahora.

 

– ¿De qué estás hablando? –Frunció el ceño– ¿Y cómo es que tú sabes todo esto?

 

– Eso no importa. –Lo miró enojado– El asunto es que no han sido pocas cosas extrañas y puede que tu regreso esté anotado en ese registro. –Sasuke agrandó los ojos con preocupación ante las últimas palabras– Sin embargo, existe la posibilidad de algo mucho más grave que eso…

 

– ¿Más grave? –Repitió con incredulidad– ¿Qué diablos podría ser más grave que el que puedan sospechar lo que soy?

 

– No creo que sospechen lo que eres, seguramente creen que tiene que ver con esto más grave que puede estar ocurriendo justo ahora, y que sinceramente, espero se equivoquen porque de lo contrario sería un maldito desastre.

 

– ¡Estás dándome más dudas que respuestas! –Levantó la vista cuando todos comenzaron a correr con mayor velocidad– Rayos, vamos también.

 

Sasuke dejó el tema para después aún cuando tenía urgente necesidad de saber de lo que Naruto hablaba, pero en ese momento no podían quedarse atrás. Corrieron durante varios minutos separando rápidamente a los cazadores de los habitantes comunes quienes se quedaron atrás. Los cazadores entrenaban diariamente para fortalecer sus músculos, especialmente los de las piernas, pues de ellas dependían para poder escapar. Pasaron por bosques poco sinuosos e incluso algunos cultivos vacios, luego por un campo cubierto de surcos donde sobresalían las placas de piedra tallada que yacían recostadas sobre la tierra blanquecida por la nevada de augurio, el cementerio.

 

En media hora recorrieron un largo tramo de terreno sin agotarse, y a lo lejos divisaron con alivio un grupo de hombres que mantenían la mirada sobre algo en el suelo. Itachi, Deidara y Toshio llegaron primero y de pronto el ambiente pareció tensarse. Los demás equipos disminuyeron la velocidad conforme se estaban acercando, pero nadie de ellos levantaba la mirada. Cada uno que se reunía al círculo, inmediatamente se convertía en un atónito espectador, y aun cuando sus amigos les preguntaban qué sucedía, no había respuesta.

 

Kiba llegó trotando al círculo y rápido dio un salto hacia atrás con sorpresa.

 

– ¡No puede ser! ¡Esto debe ser una broma! –Dijo con su típico e impaciente tono, esta vez envuelto en temor.

 

– ¿Qué sucede, Kiba? –Preguntó Shikamaru, pero al final terminó de acercarse al círculo para ver lo que ellos veían– No puede ser…

 

Naruto y Sasuke se miraron y luego fueron al círculo. Se colaron entre los cuerpos de unos hombres que permanecían inmóviles y lograron distinguir aquello que causaba tanta conmoción. En el centro del circulo incompleto, había una serie de huellas, huellas que estaban desapareciendo al tiempo que el hielo se derretía, huellas que hacían un camino hacia el bosque lejano. Huellas de una bestia. Se quedaron sin habla.

 

Itachi fulminó el suelo con la mirada y apretó los puños en coraje e impotencia. La situación era más grave de lo que creyó. Inhaló el aire frío con paciencia contenida y volteó a ver los rostros de los cazadores presentes hasta que se topó con los ojos de Nagato que lo observaban sin su característico odio y desprecio, pero seguían serios por lo que sabía Uchiha iba a decir a continuación.

 

– Lideres de grupo. –Llamó y causó que los presentes salieran de su impresión. Los líderes dieron un torpe paso al frente para escuchar las palabras de su líder que mantuvo una pose firme– Quiero que apunten el evento en sus registros y confirmen lo que tanto llegamos a sospechar. –Un silbido nervioso salió de las bocas de los capitanes y más de uno negó con la cabeza mientras miraban a Itachi con pánico, como si el hecho de no decirlo en voz alta los mantuviera a salvo. Pero no era el momento de la negación– Doy por iniciada la estrategia L'ultima anima… –Cerró los ojos y dio un suspiro tembloroso, y cuando los abrió su mirada reflejaba la gravedad y el miedo– El perímetro está por desaparecer.

 

Y todos aspiraron con terror ante lo que sería el inicio de su fin.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Nah!

Espero que les haya gustado, sino pues espero todos sus comentarios y opiniones. Nos vemos el siguientes año, felices fiestas a todos. 

¡Dejen reviews!

 

RHYO DARCK 


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