Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

UNDERWORLD por RHYO-DARCK

[Reviews - 357]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Otra vez aqui, subiendo un nuevo capitulo, esta vez me siento frustrado de haber tardado tanto, trataré de que no haya tanto espacio entre cada publicacion.
Alguien me pregunto, sobre los nombres de los capitulos asi que, de ahora en adelante pondré los significados.

1.- UnderWorld - Inframundo

2.- Catch - Trampa ó atrapado

3.- Hunt - Cazar

Espero que les vaya a gustar este capitulo.

!Disfrutenlo! 

UNDERWORLD

Capítulo tres.

Hunt.

 

 

 

Sasuke veía fijamente hacia los arbustos. Las ramas quietas y el suelo tácito, aun no le daban anuncio de una amenaza inmediata. Pero el ronroneo gutural, apenas perceptible como un susurro,  le erizaba el cabello de la nuca.

 

Naruto apretó los labios, casi conteniendo la respiración. Viendo el frente con los ojos entrecerrados, desvió su mirada un poco. Buscando en su cabeza la forma de avisarle al esquipo que estaban en riesgo. Sasuke estrujó el arco en su mano, sintiendo el repentino silencio del bosque.

 

– Esperen… –Nagato levantó una mano. Haciendo que los hombres que lo seguían se detuvieran– Algo no va bien…

 

El viento sopló por entre las copas de los árboles, creando un tenue silbido. Pero sólo eso, nada más que el viento, colándose por las ramas. Todos comenzaron a mover sus ojos de un lado al otro, tratando de capturar algún atisbo sospechoso en medio del follaje. Nagato contó mentalmente a toda su tropa, abrió los ojos con alarma, faltaban dos. Giró su cabeza, localizando dos figuras a unos metros lejos de ellos, quietos, silenciosos y, viendo fijamente algo.

 

Un chasquido de madera llamó la atención de Nagato, colocándolo de nuevo en su posición. Ruido frente a ellos, una figura atrás. Apretó los dientes, entendiendo la situación. Levantó la cabeza y tomó aire.

 

– ¡GEMELOS! –Exclamó. Al unisonó de un rugido que se levantó en los árboles que les aguardaban.

 

Las ramas soltaron un alarido seco cuando se partieron, dándole paso a la bestia que había saltado de entre ellos. Todos apretaron los arcos en sus manos, llevando automáticamente una mano hacia atrás, al estuche de flechas. El monstruo de pelaje erizado, color cobrizo. Enterró las uñas en la tierra, encorvando la espalda hacia arriba mientras agachaba la cabeza, gruñendo.

 

– ¡Ahora! –Gritó Nagato. Sacaron una flecha en sincronización mientras corrían en direcciones opuestas, desplegándose.

 

El monstruo ladeó la cabeza de un lado al otro, viéndose rodeado. No dejó su pose amenazante, dobló las patas para tomar impulso y arremeter contra la primera figura que se acercara lo suficiente.

 

 

 

 

 

Sasuke volteó cuando escuchó el barullo que se hacía más adelante. La cacería había comenzado. Abrió los ojos ante aquella bestia nueva, de metro y medio, con apariencia lobuna, aunque Itachi les había dicho que eran similares a caballos, Sasuke no veía ese parecido ni siquiera en el tamaño. A la luz del sol, su pelaje casi se vislumbraba naranja, levantado en crestas irregulares, producto del disgusto animal. La cola afelpada y larga, le daba aun mas apariencia canina, pero las garras abiertas, eran reptiles. Las orejas cortas y levantadas, el tórax ancho y largo, enmarcando las costillas. Diferente a la descripción de Itachi, igual a las diferencias que había entre las razas de una misma especie, pero que, al final de cuentas, terminaban por convertirlo en solo un engendro más.

 

Sintió entonces la mano de Naruto, encadenándose con fuerza a la suya. Regresándolo a la consciencia, de tener uno de aquellos monstruos frente a ellos dos. Los ojos de Naruto fijos al frente, frunciendo el ceño en un gesto de concentración. Sasuke estuvo a punto de abrir la boca para proponer un escape ó una lucha, pero fue jalado hacia delante, obligándolo a correr, justo a la dirección del ronroneo.

 

Agrandó los ojos, asustado de lo que Naruto le estaba obligando a hacer, sentir como corría hacia el mismo peligro, casi le dio el impulso de soltar aquella mano. Entonces pudo ver sus ojos, los ojos rojos y brillantes abrirse, rugiendo con todas sus fuerzas.

 

Casi apretó los parpados, esperando el final cuando los ojos estaban solo a unos centímetros, pero la bestia saltó por encima de ellos. Saliendo a la vereda, descubriéndose. Se agazapó, furiosa de dejar su emboscada. Sasuke recordó las palabras de su hermano, la inteligencia de esas bestias que trabajaban en equipo. Mientras Naruto y él corrían, se imaginó el enorme disgusto que el monstruo sentía al ya no tener, ese as bajo la manga. Estaba en lo cierto, la bestia fue tras ellos.

 

 

 

 

 

– ¡Rodéenlo!

 

El gemelo agitó su cola, impaciente. Mientras que los hombres hacían un circulo irregular a su alrededor, lejos de su alcance. Nagato sonrió al no ver a Sasuke y Naruto, como tampoco alguna señal del otro gemelo, aquello significaba que esa bestia, que tenían al frente, estaba sola. Sería menos trabajo, no habría nada que saltara desde sus espaldas, atacando a traición. Nagato lamentaba que Sasuke y Naruto fueran perseguidos por el otro gemelo, pero valía la pena perder dos hombres novatos, a costa de salvar a diez, mas expertos y valiosos.

 

La bestia vio una abertura entre la repentina muralla de hombres y corrió hacia allí. Las flechas zumbaron, clavándose muy cerca de sus patas, pero sin llegar al objetivo. Todos recargaron con rapidez, pero el gemelo aprovechó la vulnerabilidad, encontrando rápidamente a uno de los cazadores con menos resguardo, saltando hacia él.

 

– ¡No! –Gritó el hombre, asustado. Mientras veía como el gemelo saltaba hacia él, para después tumbarlo al suelo, las garras lo sujetaron de los hombros, haciéndole difícil la lucha. Agarró la cara de la bestia por los lados, tratando de alejarse de las fauces llenas de colmillos. El gruñido que subía desde el pecho, le resonaba en los oídos.

 

Nagato sacó la navaja que escondía en la cintilla de su pantalón y corrió hacia el monstruo.

 

 

 

 

 

Naruto llevó la mano hacia delante, tratando de que las ramas no chocaran con su rostro, corriendo a pesar del camino escabroso. Sujetaba con fuerza la mano de Sasuke, moviendo los ojos a todos lados, tratando de encontrar rápido una vía de escape. Se maldecía en ese mismo momento, Sasuke había tenido razón, ellos no estaban listos. En cuanto escuchó aquel gorgoreo, se había paralizado. La nube de recuerdos lo había abrumado en ese mismo momento. No hubiera podido tomar el arco, aunque hubiese querido.

 

Sasuke entró en pánico cuando sintió la carrera detrás de ellos, pero le había dado un golpe más duro cuando pensó que aquella acción de salir corriendo, era lo más estúpido que pudieron haber hecho. Debido al miedo y lo precipitado de su huida, ahora no sabía qué dirección habían tomado, no sabía dónde estaba el camino de regreso a la fortaleza, si ellos quedaban perdidos, sería el fin.

 

– ¡Naruto, nos vamos a perder! –Gritó, pero fue inútil. Naruto no podía escucharlo en ese momento.

 

Naruto apretó con más fuerza la mano de Sasuke y miró hacia arriba. A lo lejos, en un vistazo rápido, pudo ver entre las copas de los árboles, un atisbo de roca alta. El pico de alguna montaña, o mejor aún, la muralla de piedra que podría guiarlos a la fortaleza.

 

El rugido que escucharon a continuación sonó a un flanco suyo, ambos abrieron los ojos con terror. Naruto vio de reojo los árboles a su lado, escuchando las pisadas que se aproximaban. Cuando una sombra se hizo notar, él giró su cuerpo hacia otra dirección, sin detenerse. Sasuke estuvo a punto de trastabillar cuando de súbito se vio halado por Naruto hacia la derecha. En ese mismo instante el gemelo había salido de su escondite, pasando a un lado suyo. El monstruo, desconcertado por la acción evasiva, quiso cambiar de dirección de igual forma para ir tras ellos, pero debido a la velocidad, sus patas tropezaron con ellas mismas y cayó al suelo entre piruetas.

 

Se soltaron de las manos, sabiendo que era su oportunidad, corrieron con más velocidad, sintiendo los latidos de sus corazones golpetear como si estuviesen en su garganta. Sasuke, cuando vio también la piedra sobresalir por encima de las copas de árboles, deseó suspirar con alivio. Hasta que volvió a escuchar el rugido tras ellos.

 

¡Maldito monstruo!...

 

Sasuke no quiso voltear atrás, no había necesidad, desde que podía sentir la distancia que los separaba gracias al ruido que sus pisadas hacia, las garras en cada impulso rasgaban el suelo, evidenciando su posición.

 

Naruto agradeció cuando, los troncos y maleza de pronto acabaron, recordando que aquello significaba estar cerca del risco, la muralla de piedra que los guiaría a un lugar seguro. Esta vez no se detendría, encontraría el perímetro y ellos estarían a salvo.

 

– ¡Hay que llegar a la muralla, Sasuke! –Avisó. Tenía la tentación de quitarse el estuche de flechas y arrojar el arco lejos, porque solo eran un peso extra que lo agotaba, pero lo pensó mejor. Si había una posibilidad de que la bestia los alcanzara, solo eso podría salvarles la vida.

 

Sasuke comenzó a dar zancadas más grandes cuando el ruido de las garras en la tierra, se hizo más cercano. Esquivando las rocas en el suelo, se movió en movimientos irregulares, para poder desorientar al monstruo.

 

A unos metros de la muralla, corrieron por todo lo largo, para que las piedras grandes que había en la orilla no les estorbaran, ambos rogaban porque la zona donde las rocas dividían el terreno seguro no estuviera lejos. Entonces algo sucedió, Sasuke ya no escuchó las pisadas tras él. Volteó hacia atrás y no había nada, disminuyó la velocidad por un momento. Naruto, ignorante de ello, siguió corriendo.

 

– ¿Pero qué diablos? –Murmuró Sasuke. Para después detenerse por completo, viendo el bosque tras suyo y la cordillera silenciosa. Frunció el ceño, confuso. Una piedrecilla cayó por la serranía, haciéndolo respingar, pero no había nada– ¿Se fue?

 

Volteó a ver a Naruto, que ya estaba algo lejos de él, estuvo a punto de gritarle que estaban a salvo. Un gruñido. Sasuke abrió los ojos y levantó la cabeza. La bestia encima de la roca, clavando sus garras afiladas para adherirse a la superficie vertical. Agazapándose para saltar sobre él.

 

– ¡Oh, mierda! –Maldijo, moviéndose para correr. Como una lagartija, el gemelo corrió por la roca, saltándole después encima. Sasuke cerró los ojos con dolor, cuando se estrelló de frente, en la tierra.

 

El gemelo sobre él, abrió el hocico y tiró el mordisco. El estuche de flechas le escudó de una grave herida, al interferir entre los colmillos y su piel. La bestia jaló del recipiente, furibundo. Las cuerdillas se reventaron con la insistencia. Sasuke gateó de prisa mientras la bestia sacudía la cabeza, despedazando el estuche, regando las flechas por doquier. Se dio la vuelta en el suelo, para ver como de un saltó, ya tenía al monstruo de nuevo sobre su cuerpo. Ya no tenía nada más que lo protegiera, ni que le salvara el pellejo. Apretó el mango del arco cuando volvió a ver a los dientes dirigirse hacia él. De pronto, la cabeza del gemelo se giró hacia un lado debido a un fuerte golpe, al tiempo que un chasquido de madera se escuchaba.

 

Naruto había usado su arco, como si fuera un bate de béisbol para golpear la cara del monstruo.

 

– ¡Corre, Sasuke! –Escuchó decir a su amigo. Se levantó de un salto, corriendo junto a él.

 

El monstruo soltó un aullido, mientras que meneaba la cabeza, desorientado por el golpe. Naruto dejó caer su arco, que se había partido a la mitad, contra la dura cabeza del animal. Ahora los dos estaban desarmados. No le tomó más de unos segundos para que el animal se repusiera y fuera tras ellos de nuevo.

 

Sasuke vio que entre la roca había hendiduras, en su carrera miró atentamente toda la superficie de roca que el risco poseía. Buscando alguna grieta grande que les fuera de ayuda, más adelante, vio un ligero arco en medio del peñasco.

 

– ¡Hay que entrar ahí! –Señaló con la barbilla el sitio, de reojo volteó a ver a Naruto– ¡¿Estás listo?!

 

– ¡Tu primero! –Le avisó– ¡Yo lo tengo más cerca!

 

– ¡Bien!

 

Ambos se dirigieron más cerca de la piedra, teniendo cuidado de no tropezar con las rocas. Sasuke aspiró aire, sabía que sería un movimiento difícil, contó mentalmente, tratando de calcular la distancia. Se precipitó hacia la hendidura, aferrándose con una mano en uno de los bordes para que frenaran su carrera. Metió su cuerpo en el lugar, tan estrecho que le hizo golpearse en ambos hombros, menos de dos metros de profundidad.

 

– ¡Vamos, Naruto! –Vio un segundo después como la luz se bloqueaba, para al siguiente sentir el cuerpo de su amigo apretujarse contra el suyo, empujándolo más hacía adentro, raspándole los hombros.

 

El gemelo derrapó frente a la grieta, para después meter el hocico, lanzando mordiscos y gruñidos. Retrocedió y volvió a arremeter, intentando con todo su ser entrar en el lugar, al ver que no podía, metió una de sus garras, estirando la pata. Naruto retrocedió en cuanto sintió a su camisa rasgarse por las uñas que le habían alcanzado. Sasuke siseó adolorido, sintiendo la protuberancia de una afilada roca clavándosele en la curva de la espalda.

 

– Ya no hay espacio, Dobe… –Jadeó, mareado por el esfuerzo de huir y del súbito lugar estrecho que le provocaba la sensación de claustrofobia– Esa cosa no nos alcanzará aquí…

 

– Eso espero-ttebayo… –Se encogió al ver la garra volver a intentar alcanzarlo– Porque si se hace espacio, me va a ir muy mal… –Mencionó, nervioso. Viendo como el animal usaba sus uñas para escarbar en la roca, no haciendo otra cosa que dejar marcas.

 

Sasuke sintió el estuche de flechas de Naruto caer a sus pies, pues en medio de  su huida había estado balanceándose al borde de su hombro. Miró hacia abajo, acomodando su mano para que el arco, que aun llevaba, no le quitara espacio. Después hacia los lados, el espacio que la cordillera les brindaba era muy poco. El gruñido de la bestia enfrente de ellos, solo le hacía sentir con más fuerza el peso de la situación. Estaban atrapados.

 

 

 

 

 

Itachi dejó la tablilla encima de un cesto de patatas. Levantó los brazos hacia arriba, estirándose. Dejó escapar un gemido de gusto, cuando sintió como su espalda se destensaba. Miró a su alrededor, la bóveda oscura a excepción del candelabro que llevaba consigo, le parecía un lugar reconfortante. El olor del material de madera de las cestas, el olor seco de las patatas, de las hierbas y el agua, siempre lo habían ayudado a tranquilizarse.

 

Allí, en la bóveda más baja de la fortaleza, donde se podía ver incluso el vaho que salía de la boca, jugaba el papel de lo más cercano que allí se podía tener por frigorífico. La bodega de conservas, con sus paredes de roca de río y tierra, absorbía la humedad de las profundidades, bajando la temperatura. Sin importar que tan caluroso estuviese en la superficie, aquella habitación de 15x20 metros, siempre permanecía así, casi a bajo cero.

 

A Itachi nunca le había molestado el frío. Al contrario, le encantaba. Siempre había preferido las gélidas vacaciones en las montañas que, los acalorados viajes familiares a la playa. Tarareó una canción que, ahora apenas y recordaba correctamente, incluso juraba que, había cambiado la letra y agregado detalles de más, pero le daba igual, estaba de buen humor.

 

Volvió a tomar la tablilla, dispuesto a terminar de contar las reservas. Numerando las cestas de verduras y los sacos de hierbas con especies. Recordó que le habían pedido subir una cantidad generosa de patatas para cuando subiera, la hora de la comida sería pronto. Recordó la charla que había tenido con Deidara hacía una hora. Serio el rostro, pero después meneó la cabeza. Todo estaba bien, Nagato era experimentado y un buen líder, estaba seguro que todos regresarían a salvo.

 

– Ahora, veamos… –Murmuró para sí mismo. Acercándose de nuevo al candelabro, necesitaba ver para apuntar. Escuchó el sonido ligero de pisadas sobre el pecho. Frunció el ceño, volteando hacía arriba. El sonido se deslizaba por todo lo largo del cuarto, hasta donde Itachi sabía, comenzaban las escaleras. Los pasos fueron más claros, ahora que bajan y se acercaban a él.

 

Suspiró, molesto. No le gustaba cuando irrumpían en ese momento de tranquilidad y soledad que tenía, cuando podía relajarse de la posición que tenía como líder. Vio entrar a un hombre joven, jadeante por haber corrido.

 

– Dime que es algo importante… –Ordenó Itachi, antes de dejarlo abrir la boca para hablar, ó siquiera acercarse lo suficiente a él– Porque si es un asunto cualquiera, hay muchas personas con las que puedes correr, Misaki…   

 

Itachi conocía a Misaki, el hijo más joven de Hana. Desde que había caído, junto con sus amigos, Itachi vio en Misaki, un joven de ahora catorce años, una especie de consuelo de su hermano. Lo había cuidado, hablado y aconsejado en numerables ocasiones. Como consecuencia, Misaki iba con él, corriendo como en ese momento, alarmado por los más simples detalles; La cubeta se rompió, su diario se manchó de tinta, la ropa que usaba y no le quedaba, etc. Eso le había comenzado a irritar desde que se había convertido en líder, hacía poco más de un año. No tenía tiempo de ayudar innecesariamente a otros, mucho menos con las labores que tenía que llevar a cabo.

 

Misaki meneó la cabeza. Su rostro pálido y aun con rastros de agitación, parecía asustado.

 

– ¡No, Itachi-san! ¡Tengo que decirle…!

 

– Primero, tranquilízate… –Itachi se cruzó de brazos y recargó su espalda en la pared. Dispuesto a escucharlo, en cuanto se calmara– Si intentas decirme algo en ese estado de conmoción, no voy a entenderte nada… respira despacio… cualquier problema que tengas, verás que tiene solución... –Misaki volvió a sacudir su cabeza.

 

– ¡Usted no entiende! –Gritó, desesperado– ¡Es sobre el grupo de caza!

 

Itachi se irguió en su lugar. Completamente atento, y muy dentro de él, asumiendo lo peor.

 

– ¿Qué ha pasado con ellos? –Preguntó, comenzando a sentirse nervioso– ¡No me digas que el manto…!

 

– ¡No, señor! –Misaki se llevó las manos a la cabeza en señal de desespero, Itachi no lo dejaba hablar.

 

– ¡Entonces, ¿Qué pasa?! –Comenzaba a impacientarse.

 

– ¡Nagato-san se llevó a dos miembros más con él! –Vio a Itachi con ojos asustados– ¡Dos miembros no autorizados!

 

Itachi apretó los dientes, disgustado. Estaba prohibido llevar más hombres de los que originalmente se habían elegido. Aumentar la cantidad en una sesión de caza, ponía en riesgo de manera redundante la vida de personas. Nagato conocía esa regla, por ello, los grupos de cacería eran reducidos. Los grupos de Nagato, de diez personas, se consideraban grandes, por lo tanto, riesgosos y con una alta probabilidad de perdidas. Entre más hombres, menor posibilidad de coordinación. Itachi y Nagato siempre habían discutido en eso. Pero Nagato consideraba que, los números altos eran vitales para las trampas, y darles una muerte más rápida a las bestias.

 

Volteó a ver a Misaki. Quien parecía aun no terminar de decirle todo. Itachi prestó mayor atención a sus ojos acobardados, el sudor de su frente, el temblor de sus manos, su respiración nerviosa. Frunció el ceño, encolerizado, pero al mismo tiempo, con un temor en forma de negación. Nagato no se atrevería.

 

– ¿A quienes se llevó? –Cuestionó en un tono gélido. Misaki se estremeció ante la mirada afilada que estaba presenciando, nunca había visto a Uchiha Itachi tan enfadado. Misaki carraspeó, cuando se dio cuenta que estaba a punto de tartamudear. Bajó la mirada.

 

– A los nuevos, Itachi-san… –La tablilla cayó al suelo. Misaki subió los ojos con temor– Al sujeto rubio… y al que usted dijo que era su hermano… –La cara de Itachi palideció, no mostrando nada más que alarma en sus ojos desorbitados–…Salieron con Nagato-san de la fortaleza…

 

 

 

 

 

El gemelo entrecerró los ojos. Rondaba la entrada de la grieta, paseando de un lado al otro, soltando un bufido de vez en cuando. Sentía el olor del sudor, la carne humana. Caliente, moviéndose, latiendo. El hedor delicioso lo volvió loco otra vez. Corrió hacia el arco del peñasco, encontrando la entrada lo suficientemente estrecha como para no permitirle siquiera meter la cabeza completa. Metió una de sus garras, arañando con saña. Escuchó un siseó provenir de la oscuridad, si concentraba la mirada, llegaba a distinguir las dos figuras apretujándose en el interior.

 

– Comienza a abrirse paso-ttebayo –Murmuró Naruto– Siento que esta vez estuvo más cerca…

 

Naruto volteó a ver hacía su camisa, la rasgadura que le había hecho al principio no se había hecho más grande, pero él sentía como si las uñas le hubiesen rosado el pecho. Sasuke simplemente seguía vigilando. Como si también fuese un predador, afilaba los ojos hacia el exterior, viendo directamente a los bermellones pares de pupilas que los acechaban.

 

– No entrará… –Aseguró Sasuke– Esto es puro granito, no hay manera de que lo rompa, por más que escarbe... –Movió la barbilla hacía los bordes de la entrada, señalando las platinas marcas de garras– Si eso es todo lo que ha conseguido en todo este tiempo, no podrá hacer mas… eventualmente se cansará y se marchará, para buscar a la otra cosa como él…

 

– Eso no es lo que nos dijo Itachi… –Naruto negó con la cabeza– ¿Acaso no remarcó el hecho de que te perseguían y ensañaban con todo su ser, hasta no tenerte muerto y despedazado? –Sasuke chasqueó la lengua al también recordar aquella frase– Este desgraciado no nos dejará… se quedará allí, dando vueltas, hasta que él logre entrar ó nosotros intentemos salir…

 

– Y lo peor de todo… –Gruñó Sasuke– Si esa cosa en el cielo viene otra vez… si estamos afuera mientras ocurre… –Volvieron a encogerse en su lugar cuando el bramido del gemelo les avisó de un nuevo intento por alcanzarlos– Este cachorro no es capaz de alcanzarnos… pero uno de los grandes si…

 

– Despedazaría esta roca como a la mantequilla… –Terminó de decir Naruto. La imagen de las dos bestias peleando, la descomunal fuerza que mostraban, regresó a su memoria– Sasuke, hay que hacer algo… ¡Hay que salir de aquí antes de que sea tarde-ttebayo!

 

– Aunque me lo digas… –Enmudeció de pronto, volviendo a notar el arco que estaba en su mano. Abrió los ojos, cuando, con la punta de su pie, sintió la protuberancia en el suelo y el sonido titilante del metal. El estuche de flechas de Naruto, aun estaban intacto– ¡Quizás si podríamos! –Naruto ladeó el rostro, viéndolo de reojo con el ceño fruncido, confuso– Naruto, necesito que alcances unas cuantas flechas –Sonrió con agresividad– Voy a hacerle un hoyo en su maldita cabeza… 

 

Naruto sonrió. Reconocía esa sonrisa en Sasuke, aquella que reservaba para sus crueles actos. Cuando peleaba con alguien y le daba el golpe final, físico ó verbal. Una sonrisa con la que Naruto había sido receptor, contadas veces en la infancia. Aquellas ocasiones donde ambos habían tenido los enfrentamientos más fuertes en su contra. Peligro, era lo que advertía ese gesto.

 

– Piensas rápido, Uchiha… –Elogió. Sasuke dejó escapar un bufido orgulloso.

 

Rígidamente, trató de arrodillarse en el suelo, su cuerpo tembló debido a la posición en un lugar tan reducido. Naruto mantenía la vista hacia el frente, pendiente de que la bestia que estaba afuera no arremetiera por sorpresa. Bajó su mano, percibiendo que estaba lo suficientemente cerca del suelo como para tocarlo. Palpó con los dedos a su alrededor, tratando de localizar el estuche. Estaba tan oscuro, que no veía nada excepto el resplandor que la salida otorgaba.

 

– Date prisa, Dobe… –Murmuró Sasuke– Si el animal viene, podrá alcanzarte…

 

– En eso estoy, maldita sea… –Contestó, nervioso. Escuchando el murmullo enfadado que el monstruo hacía desde el bosque, dando rondines aun, frente a la grieta. La mano de Naruto sondeó hacia atrás, sintiendo el pinchazo de la punta de una de las flechas. Hizo una ligera mueca, luego sonrió– Ya lo encontré… solo necesito… poder alcanzarlo… –Dijo. La voz entrecortada por el esfuerzo de mantener su posición.

 

Arqueó la espalda, haciendo todo lo posible porque su brazo alcanzara mayor distancia. Siguió buscando hacia atrás de él, hasta que sintió, por fin, la cuerdilla de la funda. La agarró con fuerza y se levantó al momento en que la luz externa fue bloqueada. Naruto jadeó. Viendo a la garra pasar a menos de un centímetro de sus ojos. Luego suspiró, viendo que se había apartado a tiempo.

 

– Eso fue peligroso… –Escuchó decir a Sasuke. Su voz parecía tensa, salida de entre sus apretados dientes– No vuelvas a asuntarme así, Usuratonkachi…

 

– ¿Asustarte, tú? –Preguntó Naruto, irónico– Vi la punta de la uña así de cerca… –Hizo un gesto con sus dedo pulgar e índice, manteniéndolos estirados y casi rozándose. Mostrando la distancia que lo había separado entre la garra y su rostro– Y me dices que no te asuste, bastardo… ¡Si el que casi se orina, fui yo!

 

Sasuke dejó escapar una ligera risa entre sus dientes. Puso su mano en el hombro de Naruto, deslizándola hacia abajo con lentitud, hasta llegar a su muñeca.

 

– Dame una flecha. –Exigió. Naruto dobló su codo, acortando la distancia entre la mano de Sasuke y las cerdas de las flechas en el estuche. Escuchó el frote metálico, cuando el Uchiha consiguió deslizar una de las flechas fuera del estuche– Será difícil hacerlo aquí… –Musitó, pensativo– No hay suficiente espacio, tendremos que acomodarnos, al menos lo suficiente como para poder acomodar el arco…

 

– Sasuke… –Naruto volteó hacia atrás– Tendrás que estirar el brazo… –Sasuke asintió, haciéndole ver que, lo sabía. Naruto frunció el ceño, preocupado– Pero… si haces eso… te alcanzará…

 

– Es un riesgo que debo tomar… –Movió su cuerpo hacia un lado, indicándole a su amigo que, comenzaría a tomar posición para realizar el tiro– No estoy dispuesto a darle el gusto de tenernos acorralados por más tiempo… –Sacudió su mano, liberando el arco de la prisión que se había formado entre su cuerpo, el cuerpo de Naruto y la roca– No hay otro camino más que matarlo.

 

Sasuke se colocó de lado, ya dándole suficiente alcance al monstruo si intentaba volver a colar una de sus garras. Naruto pegó las manos a la pared escabrosa de roca, colocando el pecho contra la superficie. Imitando la postura de Sasuke, sintiendo el pecho de su amigo rozar su espalda. Se adhirió lo más que pudo contra la piedra, intentando hacerle espacio al Uchiha para que pudiera tirar. Un gruñido de amenaza.

 

– ¡Apresúrate, antes de que venga-ttebayo! –Gritó.

 

Sasuke pasó el arco a su mano izquierda, para poder colocar la flecha en la cuerdilla. Levantó su brazo, con rapidez, apuntando hacia afuera. En ese justo momento, el gemelo metió su rostro entre los bordes de la entrada, casi atascándose entre ellos. Sasuke rechinó los dientes, apretó el arco y jaló la cuerdilla con todas sus fuerzas. Vio al animal comenzando a alejarse y se precipitó en soltar la flecha. La flecha se disparó, justo hacia la dirección en donde la bestia se encontraba, pero un relieve irregular del borde, estorbó en su camino, dejando que la cabeza del monstruo saliera.

 

– ¡Mierda! –Graznó. Entonces vio la pata del gemelo entrar. Sasuke se encogió en su lugar, bajando el arco tan veloz como pudo, pero las garras alcanzaron su brazo, rasgando la tela de su manga. Dejando cuatro líneas rosadas y casi sangrantes por debajo del hombro. Soltó un siseó de dolor– ¡Demonios! ¡Maldita bestia, hija de puta!

 

– ¿Estás bien? –Preguntó Naruto. Preocupado.

 

– Si, lo estoy… –Encogió un ojo, haciendo una mueca inconforme y disgustada– Pero fallé el maldito disparo, ese animal tiene una suerte del demonio… –Tanteó las manos de Naruto, buscando otra flecha.

 

– Quizás un tiro desde este lugar sea imposible después de todo… 

 

– Nada de eso. –Alcanzó las cerdas con la punta de los dedos, cerrándolos para sujetarlas. Levantó la mano, tomando la flecha completa– Antes no había visto los relieves, porque su estúpida cabeza los cubría, pero ahora no hay forma de que vuelva a salvarse…

 

– Muy bien, “Señor; Yo no me equivoco dos veces” –Sonrió– Veamos que puedes hacer ahora…

 

– Tú solo observa… –Volvió a acomodar la flecha en la cuerdilla, aun sin levantar el brazo. Observó con ojo analítico cada borde que pudiera estorbarle. El rango libre de obstáculos se limitaba a un espacio de diez centímetros. Frunció el ceño, porque ese espacio, no se dirigía hacia el centro de la cabeza ó algún punto que lo matará rápidamente– Naruto… –Llamó– En caso de que no lo derribe con el tiro, pero que pueda crearle un buen daño como para que podamos escapar de él… no lo dudes, sal y corre ¿De acuerdo?

 

– Lo entiendo… –Su voz se escuchó dudosa. Frunció el ceño– Pero sólo si vas a ir conmigo, no quiero escuchar ningún plan heroico venir de ti, bastardo… –Movió ligeramente su cabeza hacia atrás, para poder ver a Sasuke. Escuchó un gorgoreo, la risa contenida de su amigo.

 

– Ni aunque me lo pidieras, sería capaz de hacerme el héroe… voy a correr, por más cobarde que suene.

 

– Créeme, amigo… –Sonrió Naruto– Yo sólo pienso en escapar, y no creo que sea cobarde para nada-ttebayo.

 

Sasuke asintió con la cabeza. Despojó de su rostro cualquier rastro de humor que antes haya tenido, cerró los ojos un segundo, aspirando aire, para después, dejarlo escapar suavemente. Abrió los ojos.  

 

Levantó el brazo, estiró la cuerda. Naruto se preocupó, Sasuke apuntaba a la nada, la bestia no se había asomado, no había gruñido, estaba fuera de la vista. Naruto sintió un escalofrío ascender por la columna, dejó escapar un jadeo de sorpresa a la vez que el torso se arqueaba ligeramente hacía delante, estaba impresionado de la reacción de su cuerpo, tanto, que sus ojos se abrieron casi al borde del terror. Al mismo tiempo, Sasuke arrugó la frente, preguntándose en una recóndita parte de su cerebro, que era lo que ocurría con su mejor amigo. Mientras que la mayor parte de él, estaba atento y a la espera del monstruo.

 

El viento sopló afuera del risco, paseando algunas hojas hasta que caían al suelo. Un segundo no se podía escuchar nada afuera, ni el crujir del pasto, ó el ulular del mismo viento. Sasuke y Naruto contenían la respiración, a la expectativa de todo.

 

Se escuchó el chirrido de la cuerdilla tensarse. Entonces la luz se bloqueó de pronto, mostrando la cara de la bestia tan súbitamente que ambos jóvenes tuvieron que contener un respingo de estupor. El gemelo había metido ambas garras hacia los lados, estirándose más hacia adentro, como si intentara abrir la roca contra su voluntad. Soltó un rugido que les rebotó los tímpanos. La cabeza y las garras se aferraban con tal terquedad, que los bordes rasgaban los contornos de las sienes del monstruo, haciéndolas sangrar, pero a base de ello, su esfuerzo parecía recompensado; Su hocico se acercaba cada vez más a la mano de Sasuke.

 

La cima de la nariz del animal sintió el pinchazo de la punta de la flecha. A esa distancia, con sus ojos adaptados a la nueva oscuridad: vio a Sasuke, estirando la cuerdilla, a Naruto arrinconado contra la pared para cederle espacio. Los ojos de ambos fijos en él, con expresión decidida. El demonio no era idiota, sus parpados se abrieron cuando, vieron a Sasuke mover los labios.

 

–…Vete al infierno… –Musitó con rabia. La bestia soltó un gruñido que, podría haberse interpretado como pánico. Sasuke soltó la cuerdilla.

 

Un alarido animal y miserable estremeció las rocas de la grieta. Mientras la nariz de la bestia, penetrada por la mitad de la flecha, sangraba. El monstruo se sacudió desesperado, mientras trataba de salir del lugar, aun con sus garras afianzadas en el granito y su cabeza atascada entre los relieves. Se empujó hacia atrás, escuchándose el chasquido de las garras rotas.

 

Salió hacia el exterior, despotricando. Dando brincos como potro salvaje, mientras sacudía la cabeza de un lado al otro, con agonía. Llevó una de sus patas hacía su nariz, rascándola para intentar sacarse el arma. Aulló adolorido sin conseguir nada, y continuó brincando.

 

– ¡Salgamos, ahora! –Sasuke tomó la mano de Naruto, halándolo junto con él hacia afuera.

 

Aprovechando la oportunidad mientras el animal se perdió de su vista. Salieron y Naruto vio al gemelo correr en su dirección, salpicando sangre por todas partes. Dejó escapar una exclamación mientras se lanzaba hacia a un lado, tirando el estuche. La bestia estrelló su cabeza contra la roca, para retroceder y volver a hacerlo, como si fuese un poseído. Pedazos de roca cayeron desde la cima ante la insistencia de los golpes. Naruto esquivó algunas mientras se ponía de pie y corría hacia Sasuke que, había regresado sobre sus pasos en cuanto se dio cuenta que su amigo no corría a su lado.

 

– ¡Vamos, Dobe! –Gritó. Tomando de nueva cuenta la mano de Naruto, para asegurarse que no se volverían a separar.

 

Tomaron camino a toda prisa por lo largo del peñasco de piedra, temerosos de volver a escuchar algún gruñido que les dijera que eran perseguidos. Sasuke tiró el arco mientras corrían, ya no le servía de todas maneras; sin flechas, solo era un pedazo de madera con cuerda.

 

No dejaban la muralla en ningún momento. Temiendo entrar al bosque, temiendo encontrarse otra bestia. Sus cuerpos les gritaban detenerse un momento, al menos para revisar el daño, pero sus mentes no estaban de acuerdo con eso. Sasuke sintió de pronto una piedrecilla bajo su pie que, en ese momento, corriendo como lo hacía, le hizo resbalar, llevándose a Naruto consigo. Cayeron boca abajo, raspándose los antebrazos y las rodillas.

 

– ¡Carajo! –Sasuke soltó la mano de Naruto, para poder incorporarse.

 

– Creo que me encajé una piedra en la rodilla… –Se quejó Naruto, mientras se sentaba. Sobó el área con un gesto adolorido. Levantó la vista hacia Sasuke, abrió los ojos al ver la mancha de sangre sobre su hombro, casi cubriendo toda la superficie de la zona. Se acercó, preocupado– ¡Dios, dijiste que estabas bien! –Levantó las manos, dirigiéndolas hacia la herida, intentando tocar. Sasuke las apartó gentilmente de él.

 

– Estoy bien. –Confirmó– Solo es un rasguño, recuerda que suelo sangrar mucho…

 

– Lo sé, pero… –Intentó tocar de nuevo. Sasuke soltó un suspiro, pero se dejó hacer–… Sí… –Murmuró después de unos segundos de exanimación. Levantó la tela de la manga con cuidado, notando que las marcas no eran siquiera profundas. Su rostro se mostró aliviado– Si, parece que todo está en orden… eres un bastardo con suerte-ttebayo.

 

– No confundas suerte con habilidad. –Sonrió de medio lado, arrogante– La suerte no fue quien nos salvo, sino yo y mi destreza en los tiros. –Naruto frunció el ceño.

 

– No empieces con tus tonterías… –Infló los labios, volteando hacia otra dirección–… Aunque puede que tengas razón… –Murmuró por lo bajo. Pero Sasuke lo escuchó. Oír aquello no hizo más que hacerlo sonreír un poco más.

 

Naruto se levantó de su lugar, sacudiendo sus pantalones, después le tendió la mano a Sasuke. Su amigo estrechó su mano y Naruto dio un paso atrás para jalarlo y ponerlo de pie. Sasuke, igualmente, sacudió la tela de sus piernas de forma distraída. Continuaron su camino, de manera más calmada. En parte porque estaban agotados, y por la otra, no escuchaban algún sonido, que les advirtiera peligro.

 

– Hay que volver a corren en cuanto podamos… –Dijo Sasuke. Naruto asintió, agradecido de poder tomarse un leve respiro, después de haber corrido sin tregua durante tanto tiempo. Naruto pensó por un momento, que aquella forma de vida terminaría por provocarle un infarto, debido a la adrenalina que estallaba cada vez que se encontraran en peligro.

 

Sasuke trató de calcular dentro de su cabeza, cual era la posición en la que se encontraban en aquel momento. Recordando el tiempo de caminata fuera de la fortaleza, la dirección en la que corrieron para escapar del gemelo, el tiempo durante el cual huyeron y, al final, pensó en la manera en la que tendrían que volver a escapar, en caso de que otro monstruo apareciera. Fijándose un polo, una ruta segura. Esperando que diera resultado, cuando la situación se presentara.

 

– Ojalá no estemos muy lejos… –Dijo Naruto. Levantó su rostro al cielo, suspirando. Aun escuchaba el latido de su corazón y el zumbido detrás de sus oídos– Moriría por llegar a las rocas blancas, pronto…

 

– Espero que no sea literal, Usuratonkachi... –Sasuke mantenía la vista al frente. Ocasionalmente observando los alrededores.

 

– Estúpido, claro que no. –Frunció el ceño en dirección a su amigo– No vayas a invocar la mala suerte y muera llegando a ellas, ¡Retráctate! –Lo apuntó con el dedo índice.

 

– Si, si. Me retracto… –Sasuke movió su mano, sin interés– Me enojaría mucho si eso pasara, trabajar tan duro para protegerte y que se vaya al caño mi sudor. ¡Oh, claro que no!

 

– ¡Que yo recuerde te he salvado la vida, bastardo! –Chilló ofendido.

 

– Y yo la tuya… –Sonrió– Estamos a mano…

 

– ¡No es cierto! –Volvió a apuntarlo con un dedo– ¡Yo te he salvado dos veces! ¡No, fueron tres veces! –Se corrigió.  

 

– ¡¿Cuándo rayos?! –Vociferó, sobresaltado. El no recordaba tantas ocasiones.  

 

– ¡En el bosque, cuando te tiré al suelo y nos salvamos del monstruo! ¡Me sacrifique por ti cuando, el orejas de conejo estaba atrás de ti! ¡Cuando te cayó el otro encima, lo aparté de ti con mi arco! –Señalaba con sus dedos, las veces mencionadas. Sasuke afiló sus ojos, molesto.

 

– ¡Yo también te salvé del orejas de conejo! ¡Me lancé por ti en esa arena roja! ¡Y acabo de salvar tu trasero hace un momento! –Lo señaló también, de forma despectiva. Naruto agitó sus manos de forma infantil, haciendo una rabieta.

 

– ¡De la arena no me salvaste, si lo hubieras hecho no estaríamos aquí, idiota! ¡Del orejas de conejo tampoco, sólo corriste junto a mí y terminó persiguiéndonos a los dos! ¡Sólo me has salvado esta vez, con tu maldita flecha-ttebayo! –Gritó, histérico. Sasuke giró la cabeza en otra dirección, sus mejillas arreboladas y el ceño fruncido. Naruto tenía razón, sólo lo había salvado una vez, lo demás no contaba. Pero su orgullo no le permitió admitir eso. Siguieron caminando, tranquilizándose después de su ligera discusión.

 

– ¿Entonces estoy en deuda contigo? –Preguntó Sasuke. Apretando los dientes. Era difícil para él aceptar ese hecho. Durante toda su vida, entre él y Naruto, siempre había sido el rubio quien estaba en deuda con él. Este nuevo giro le hacía sentir débil y humillado. Además, estaban hablando de salvar vidas, su vida. No era cualquier clase de deuda, sino la más grande de todas. Se pasó la mano por la nuca– ¿Entonces, que?

 

– ¿Qué, de qué? –Naruto volteó a verlo, confundido de la pregunta. Sasuke seguía sin querer verlo a la cara.

 

– ¿Qué es lo que quieres?, ¿Qué sea tu esclavo de por vida ó algo así? –Decidió voltear a verlo. Lo encontró con los ojos abiertos, sorprendidos– Porque por alguna razón me los estás reclamando, ¿Verdad? –Entrecerró sus ojos, viendo a Naruto con suspicacia. Naruto entristeció su mirada, sintiéndose ofendido, pero también molesto.

 

– Eres un completo imbécil, Sasuke. –Su voz herida, sorprendió al Uchiha. Naruto aceleró su paso, intentando alejarse de su mejor amigo.

 

Sasuke se golpeó la frente, consciente de lo que le había dicho. Corrió hacía Naruto, intentando tomarle del brazo para detenerlo. Naruto le dio un manotazo, evitando que lo tocara.

 

– Oh, vamos, Naruto… –Volvió a intentar detenerlo, pero fue nuevamente rechazado– Lo siento, ¿De acuerdo?... no debí decir eso… –Naruto no disminuyó la velocidad de sus pasos. Sasuke suspiró, frustrado– Ya sabes cómo soy, no puedo evitarlo… sabes que nunca espero que me ayuden gratis, sabes de sobra que he aprendido a no confiar en nadie y… –Naruto se detuvo de golpe, haciendo que Sasuke casi chocara contra él. El Uzumaki giró su cuerpo, completamente furibundo, enfrentando a su amigo.

 

– ¡Soy yo, Sasuke! –Abrió los brazos, mostrándose– ¡Soy yo, maldita sea! –Lágrimas de rabia se asomaron por sus ojos, sin derramarse– ¿Cuándo demonios te he cobrado un favor? ¿Cuándo carajos te he traicionado? ¡Y la única razón por la que te dije, que te salvé tu jodida vida, es porque sabes de sobra, que no me gusta perder contra ti! ¡Así que no me vengas con esas mierdas de que, ahora crees que estoy contigo por conveniencia! ¡Estúpido, bastardo!

 

Retomó su marcha, caminando de forma veloz. Sasuke volvió a ir tras él.

 

– ¡Ya lo sé! ¡Ya lo sé, con un demonio! –Se pasó las manos por la cara, desesperado– ¡Es este maldito sitio, Naruto! ¡Me está volviendo loco! ¡Ya ni sé lo que te digo! ¡Es sólo que…! ¡Mierda, es sólo que odio este lugar! –Alcanzó el brazo de su amigo, sujetándolo con fuerza para detenerlo. Naruto no forcejeó, y Sasuke le dio la media vuelta, para verle la cara. Pero el rubio veía hacia otro lado, molesto– Perdóname por eso… a veces habló sin pensar, ya me conoces, ¿Acaso no siempre he sido así? –Naruto, reticente, volteó a verlo a los ojos. Sasuke se tranquilizó, suavizando su voz– Has estado ahí toda mi vida, no es la primera vez que te digo tonterías como éstas… –Levantó su mano, palmeando la cabeza de Naruto– Y no es la primera vez que me mandas al diablo de esta forma pero, no quiero que nos peleemos en un sitio como este, sólo nos tenemos el uno al otro, ¿Oíste?

 

Naruto asintió con la cabeza, juntando sus labios en su acostumbrado berrinche. Sasuke tenía razón, no era el momento de pelear, solo se tenían el uno al otro, y no iban a separarse por una tontería. No era la primera vez que Sasuke lo lastimaba, aunque no quisiera reconocerlo. Mutuamente, durante toda su infancia y adolescencia, se habían dicho cosas que, después de tranquilizarse, se arrepentían de haber mencionado. El orgullo que tenían, los había dejado en conflicto, y sin hablarse, una ó dos semanas, hasta que alguno de ellos, principalmente el culpable, se acercaba al otro, pidiendo perdón.

 

 Hacer las paces la primera vez, había sido difícil. Su primera gran discusión, se remontaba cuando ambos tenían doce años, y tenían poco de haber ingresado a la secundaria. Ya ninguno recordaba cómo había iniciado, pero jamás olvidaron que cosas se habían dicho. Gritarse desde sus defectos, hasta culparse mutuamente por la muerte de sus respectivos padres, los hirió más que los golpes que se habían propinado en medio de su furia. Itachi se preocupaba por ellos. Cada quien dentro de su casa, encerrado en su habitación, sin dirigirse la palabra, sin querer verse a los ojos, sin desear comer, sin poder dormir. Habían dejado de asistir a clases, con tal de evitarse, ya que eran compañeros de grupo, con asientos asignados, uno junto al otro.

 

Ninguno quería admitir que, habían sufrido con cada palabra del otro, hasta el punto de soltar lágrimas silenciosas, en medio de la noche, cada uno recostado en su cama. Cerca de cumplir un mes, ambos decidieron ir simultáneamente a la escuela, al principio, se despreciaban mutuamente, manteniéndose molestos. Pero ese mismo día, por un encuentro ocasional en el tejado de la escuela. Sin más remedio, hablaron sobre las cosas. Meciéndose incómodos en su sitio, aguantando hacer muecas, escuchándose a regañadientes. Faltaron al resto de las clases, porque estaban demasiado inmersos en sus charlas y disculpas, que todo lo demás perdió importancia. Ambos recordaban, aun ahora, el rostro de completo alivio que Itachi había mostrado, al verlos llegar juntos a casa, pasándose el brazo por los hombros y bromeando como antes.

 

Naruto al recordar todo eso, asintió a lo dicho por su amigo, una vez más. Llevó su mano a su cabeza, tocando la mano que Sasuke aun mantenía ahí. Le dio unas palmaditas en el dorso, indicándole que, estaba bien ahora.

 

Sasuke le sonrió, aliviado. Revolvió el cabello de su amigo, escuchando su risa divertida.

 

– Andando, Usuratonkachi… –Sugirió, las comisuras de sus labios, estaban ligeramente levantadas, apenas sonriendo. Avanzó nuevamente, al camino que por un momento, habían dejado pendiente.

 

– No me digas así, Teme... –Rezongó Naruto. Aun manteniendo su anterior sonrisa.

 

 

 

 

 

Itachi apretó el marco de piedra. Sintió al instante, como algunas piedrecillas sueltas se encajaban en su palma, pero no le puso atención. Entrecerró los ojos, viendo fijamente, desde el palco del lado sur del castillo. Su mirada cargada de rabia, los dientes apretados. Itachi deseó con todas sus fuerzas, ser el primero en divisar el regreso del equipo de caza. 

 

– Itachi-san… –Escuchó una voz nerviosa, tras él. Gruñó–… Itachi-san, ya le avisé a Kabu-san, tal como me lo pidió. –Itachi ladeó su cabeza, viéndolo de reojo. Misaki no pudo evitar desviar su mirada– El le dará anuncio en seguida, si el grupo de Nagato-san regresa…

 

Itachi volvió a ver hacia el exterior. Aquel acto jamás se lo perdonaría a Nagato, arriesgar la vida de su hermano menor y Naruto, sin que ellos tuviesen entrenamiento previo, consejo alguno ó una explicación más detallada de lo que les aguardaba fuera. Volvió a apretar la orilla de roca, ellos ni siquiera sabían sobre las rutas de evacuación, los caminos ó los signos que les indicarían las rutas hacia la fortaleza. Cerró los ojos, sólo para detener el escozor dentro de ellos, se sentía tan lleno de impotencia e ira, que no estaba seguro de cómo actuaria una vez que, tuviese a Nagato frente a él.

 

– ¡Ah! –Exclamó de pronto Misaki– ¡Itachi-san! ¡Mire!

 

Misaki apuntó hacia las puertas de entrada. En ese momento, Itachi abrió los ojos, topándose con las figuras que entraban por ellas. Hizo un conteo rápido.

 

– Misaki –El joven volteó a verlo. Itachi observaba la entrada, con gesto de preocupación– ¿Nagato dejó a alguien aquí, para reemplazarlo con Sasuke y Naruto? –Su voz llena de temor.

 

Misaki contó también el número de figuras que llegaban, asegurándose de que nadie se ocultaba detrás de la bestia que cargaban entre la mayoría, atada de patas en un palo. Abrió los ojos, igual de atemorizado que Itachi, su voz tembló al hablar.

 

–…No… –No se atrevió a ver a Itachi, aun cuando escuchó como golpeaba la orilla de la ventana. Cerró los ojos, temiendo que, ante la respuesta que venía, Itachi lo golpeara, desquitándose– El no se llevó a nadie, se fueron doce… pero yo sólo cuento a nueve desde aquí…

 

Misaki respingó cuando percibió a Itachi moverse. Cuando no sintió golpes, ó escuchó gritos, abrió los ojos. Itachi se había ido.

 

Dejó escapar un suspiro, vio hacia afuera, donde los hombres que arribaban de la cacería, se dirigían hacia los pasillos de la cocina. Misaki sabía algo; Nagato había cometido un grave error, Itachi estaba furioso, y si al momento en que el líder llegara abajo, no encontraba rastro de los dos nuevos miembros de la fortaleza. El fuerte iba a estallar en una disputa. Una tan grande que, podría significar sangre derramada, ó quizás peor. Muerte.

 

Pero Misaki no vio a Itachi salir de las puertas del castillo. Tampoco escuchó gritos venir de las plantas bajas. Misaki se preguntó, confundido, ¿A dónde había ido Itachi?

 

 

 

 

 

Naruto entrecerró los ojos cuando sintió un frío subir por su espalda. Pero no se detuvo a verificar que lo había provocado, fijó su mirada al frente, observando la espalda de Sasuke mientras ambos corrían. En cuanto se habían sentido con suficiente resistencia, reanudaron la marcha, iniciando una carrera que los llevara lo más pronto posible a un área segura.

 

– ¡Te estás quedando atrás, Naruto! –Escuchó decir a su mejor amigo. Sasuke estuvo tentado a detenerse un momento, hasta que, vio a Naruto igualar su velocidad, quedando junto a él– ¿Ocurre algo?

 

Naruto negó con la cabeza. Concentrado en intentar no agotarse, verificó su manera de acoger aire. Respirar por la nariz, exhalar por la boca, de manera lenta, para que el pecho no doliera. No tenía tiempo de ponerse a pensar en esa extraña sensación de aire frío que le rozaba la nuca. Meneó la cabeza, despejándose.

 

Sasuke frunció el ceño. Naruto a pesar de estar corriendo a su lado, parecía de alguna manera distante, quizás por la conmoción de hace algunas horas, el cansancio ó el miedo. Algo perturbaba a su amigo, algo que, seguramente, llegaba a su mente de manera espontanea e intermitente. Sabía que era sólo de pronto y por corto tiempo, lo veía en sus ojos cuando, de pronto se desenfocaban y se distraían, mirando hacia al frente y a la nada al mismo tiempo, para después volver a centralizarse en correr.

 

– ¿Quieres parar? –Preguntó Sasuke cuando, vio a Naruto volver a distraerse, esta vez, frunciendo el ceño.

 

– No, todo está bien –Jadeó– Mejor sigamos corriendo.

 

Cuando vio como Sasuke asentía, Naruto volvió a fruncir el ceño. De pronto, aquel aire gélido de su nuca parecía haberse esparcido por su espalda, acariciándole la columna en un lento y parsimonioso descenso. Naruto se preguntó por un instante, si había enfermado de alguna forma.

 

De pronto Naruto dejó escapar una bocanada, percibiendo el golpe repentino del escalofrío que había bajado, subir súbitamente y sin piedad. Su espalda se había vuelto a encorvar de sorpresa por la sensación, obligando al cuerpo a detener automáticamente cualquier cosa que estuviese haciendo. Naruto abrió los ojos cuando quedó enraizado al suelo contra su voluntad. Parando tan inesperadamente, que se meneó de atrás hacía delante, por el freno.

 

…¿Qué me está pasando?...

 

Se preguntó a sí mismo, asustado. Su mirada se dirigió hacia abajo, vio sus manos temblar.

 

… ¡Oh, no!...

 

Pánico. Su cuerpo se tensó de pronto por el pánico, ese miedo irracional y poderoso que le advertía que algo malo estaba por ocurrir.

 

Naruto levantó su cabeza. Encontrándose con los ojos de Sasuke fijos en él. El Uchiha estaba a unos metros, deteniéndose en cuando escuchó a Naruto jadear, pero en lugar de acercarse a él inmediatamente, observó cada una de sus reacciones. Vio su gesto de desconcierto al inmovilizarse, la mueca de duda ante aquella acción, cómo se inspeccionó el cuerpo, verificando algo. Cuando se llenó de sorpresa por alguna cosa y, después, el momento en que su cara solo reflejó terror. Sasuke entrecerró los ojos con analítica duda, sospechosa duda.

 

Naruto viró su cabeza, como si alguien hubiese gritado su nombre de pronto. Sasuke siguió la dirección hacia donde su mejor amigo veía, en cuanto reparó en que, el terror que antes había mostrado, se veía intensificado.

 

Nada, no había nada en aquella dirección, ni sonidos venir de los arboles, ni gruñidos escucharse entre los helechos. Arrugó la frente, ¿Qué era lo que su amigo miraba?

 

–…Naruto… –Llamó de manera impaciente, pero también preocupada– ¿Qué demonios estás haciendo?, si nos quedamos aquí parados, alguna otra bestia podría… –La sirena de la alarma le hizo respingar, cuando sonó repentinamente.

 

Sasuke sintió a su corazón latir ante aquel apabullante sonido, que le resonaba en los oídos al estar más cerca. Volvió a ver a Naruto, que seguía viendo hacia el horizonte, donde por fin, una línea negruzca se formaba por todo el largo panorama.

 

–…Hay que largarse de aquí… –Murmuró Naruto– Hay que correr ahora. –Dijo más claramente. Giró su cabeza hacía Sasuke que, parecía hipnotizado con el espectáculo que aquellas nubes rojas daban, creciendo más, expandiéndose, dirigiéndose hacía allí, hacia ellos. Naruto se alteró– ¡Sasuke, hay que correr, maldita sea! –Sasuke salió del trance, sintiendo las manos de Naruto en su pecho, empujándolo– ¡Corre, corre!

 

En ese momento, ya nada les importó. Ignoraron la dirección hacia donde se dirigían, ignoraron las ramas que se interponían, el respirar correctamente, el dolor del pecho, el calor de sus músculos. Trataron, mientras corrían, alcanzar ese sonido de sirena que advertía del peligro que se avecinaba. Sus oídos no escuchaban nada más que la alarma, intentando localizar el origen de las ondas, antes de que desaparecieran y ya no tuvieran más pistas que les dijeran, hacia donde huir.

 

El manto carmesí se levantaba, rápida y poderosamente. Ahora conocían el significado, el peligro tan monumental que aquel estado creaba. Apenas y se habían salvado de una de aquellas bestias, uno de los gemelos. Animales que rondaban en el hábitat de forma común. Pero Itachi había sido claro; Las más grandes y poderosas bestias, venían con ese manto.

 

El entorno en el que se encontraban, se vislumbraba ahora difuso. Veían el borroso verde pasar a su lado, las ráfagas grises del peñasco aparecer y desaparecer entre las columnas de hojas. Los segundos les parecieron eternos, segundos en los que ellos sentían que no avanzaban nada, mientras que el manto se acercaba demasiado pronto.

 

…¡No lo vamos a lograr!...

 

Gritó Sasuke en su fuero interno. ¿Acaso sería como aquellos hombres, dueños de diarios pequeños y delgados?, ¿Eso lo convertía en alguien, lo suficientemente débil, como para no poder sobrevivir?, ese pensamiento le llenó de rabia. No estaba dispuesto a aceptar una muerte como esa. Vio de reojo a Naruto, sus ojos brillando en determinación. Sasuke se dio cuenta, que su mejor amigo pensaba, algo similar en ese momento. ¡Habían escapado una vez de aquellos monstruos! ¡Habían escapado una vez del manto carmesí! ¡Habían encontrado la forma de salir con vida, como pocos lo habían hecho!, entornó los ojos, motivado.

 

¡Maldita sea, nosotros vamos a sobrevivir a esto! ¡Y si el infierno no lo desea, que salga ahora mismo Satanás en persona y me meta el pie mientras corro! ¡Porque sólo de esa manera, me van a impedir, salir de esta junto al Dobe!

 

Aceleró el paso, sintiendo como la adrenalina volvía a estallar en su cuerpo. Sasuke odiaba ese mundo, lo odiaba con todas sus fuerzas. Y por eso mismo, no le daría la satisfacción de verlo abatido, él no iba a caer, no hoy. Además, aun tenía un asunto pendiente con Nagato. Tomaría venganza sobre aquel infeliz por haberlos metido en esa situación, por no haber sido capaz de brindarles ayuda. Y también estaba su orgullo de por medio, no sólo le partiría la cara a golpes a Nagato, sino que le restregaría el hecho de haber vuelto. Sasuke tenía muchos motivos por los cuales llegar a la fortaleza.

 

Pero aquella resolución casi desapareció, cuando la sombra de las nubes se acercó a ellos. Naruto sintió como si de pronto su corazón hubiese latido en su garganta, el manto les pisaba los talones y ellos no tenían la menor idea de hacia dónde corrían. La alarma había cesado de pronto, dejándolos solos. Tal vez deberían correr hacia la cordillera, con suerte, encontrarían otra grieta, quizás podrían estar a salvo mientras el manto pasaba. Estaba por llamar a Sasuke cuando, algo lo atrapó por el brazo, jalándolo hacia los árboles. Gritó.

 

Sasuke se sobresaltó. Pero no se detuvo al instante, como quería. Simplemente alcanzó a ver por el rabillo de su ojo, como la mano de Naruto se perdía entre los arbustos. Ahogó un gritó de pavor y sin siquiera pensarlo, su cuerpo se movió, corriendo hacia allí.

 

– ¡No, Naruto! –Exclamó en puro terror, antes de siquiera penetrar entre las hojas.

 

Su mente en un milisegundo ya había maquilado imágenes grotescas. Sasuke se esperaba toparse con las fauces de un animal al terminar de apartar los arbustos, ver a Naruto siendo devorado ó ver simplemente sus restos empapados en sangre y descuartizados decorar el suelo. Sasuke deseó fervientemente, tener la oportunidad de arrojarse contra la alimaña que le había arrebatado a su mejor amigo. No le importaba usar sus dientes y uñas, ya que no tenía ninguna otra arma. No le importaba siquiera morir, porque su único objetivo ahora, era hacer tanto daño como pudiera, a ese malnacido monstruo.

 

Sasuke se esperaba eso. Pero lo único que encontró, fue que ése algo también lo jalara del brazo, haciéndolo entrar por completo al follaje del bosque. Aun en medio de la sorpresa, consiguió levantar su mano, arqueando sus dedos, hasta convertirlos en garras, juntando toda la fuerza que tenía para que, en cuanto las hojas dejaran de obstruirle la vista, perforará los ojos del animal que lo esperaba, con un muy eficaz zarpazo. 

 

Las hojas se fueron y su brazo estaba por bajar en picada hacia su objetivo, sino hubiera visto frente a él, la cara de su hermano mayor, Itachi.

 

– ¡¿Hermano?! –Su voz se escapó de su garganta, cargado de ese matiz de sorpresa e incredulidad. Sasuke se vio completamente confundido en ese sólo instante. En sus ojos se reflejó el deseo de preguntar por lo que pasaba. E Itachi, lo vio.

 

– ¡No hay tiempo, corre! –Advirtió, al tiempo en que volvía a tirar del brazo de su hermano menor.

 

Sasuke vio a Naruto siendo halado por el otro brazo de Itachi, y sintió como si la vida hubiese vuelto a él. Pero dejó el alivio de lado, para dedicarse a la realidad.

 

– ¡Itachi, ¿Qué estás haciendo aquí?! –Gritó Naruto, al fin recuperado de la impresión que Sasuke y él se habían llevado, ante el repentino acto de Itachi– ¡¿Cómo nos encontraste?!

 

– ¡Ahora no es el momento! –Gruñó el mayor de los Uchiha. Jalándolos con más ahínco, demostrando su exasperación– ¡Solo sigan corriendo! ¡Pase lo que pase, no dejen de correr!

 

Atravesaron helechos y esquivaron árboles, Itachi los dirigía a tanta velocidad que, tanto Sasuke como Naruto, creyeron estar a punto de trastabillar. Era casi imposible seguirle el paso, dejando en claro que, aquella manera de escapar, solo se había adquirido por la constante experiencia de estar cerca de la muerte. La manera en que zigzagueaban, la dirección fija a la que se dirigían. Itachi definitivamente, sabía hacia donde correr.

 

– ¡Solo un poco más! –Se gritó a si mismo Itachi– ¡Ya estamos cerca, solo un poco más! –El timbre de su voz lleno de desesperación, impaciencia y miedo.

 

Naruto jadeó al sentir la oscuridad sobre ellos, alcanzándolos. Itachi soltó un gemido de angustia, cerrando sus manos con más fuerza, lastimando las muñecas de los dos jóvenes, sin ser consciente de ello. Sasuke simplemente respingó ante el dolor que le provocaron las uñas de Itachi, rasguñándolo.

 

Sasuke y Naruto, en ese momento, se sentían iguales a los niños pequeños. Indefensos, asustados y necesitados. E Itachi estaba allí, llevándolos de la mano, tratando de rescatarlos con todas sus fuerzas.

 

– ¡Las piedras! –Gritó Naruto, mientras apuntaba con el dedo índice. Sasuke levantó la mirada, afilando los ojos para poder distinguirlas entre aquel penetrante rojo sangre que les comenzaba a privar de una vista lucida.

 

Itachi los soltó, obligándolos a correr por su cuenta. Las rocas blancas estaban a escasos metros de ellos, pero él no estaba dispuesto a darse por salvado, tenían que cruzarlas. Innumerables veces, las líneas divisorias habían sido blanco de emboscadas. Aquéllos sagaces animales, eran astutos de una perversa forma. Tomó aire cuando pasaron de ellas, pero no se detuvo, no podía hacerlo aunque quisiera, a pesar de que se encontraban a salvo. Itachi simplemente no se sentiría en paz hasta que pusiera un pie dentro de la fortaleza.

 

Sasuke siguió a su hermano, tampoco siendo capaz de detenerse, pero disminuyó la velocidad, haciendo que los músculos de su cuerpo se sintieran agradecidos.

 

Naruto se apoyó en sus rodillas, tras de él habían unos cuantos metros que lo dividían entre la zona segura y la que no lo era. Vio como Itachi continuaba de largo, corriendo como si el demonio aun lo persiguiera. Sasuke estaba igual de fatigado, pero aun estaba por delante de él, aunque mucho más atrás de Itachi. Su amigo apenas trotaba con pocas fuerzas, pero seguía avanzando. No enterado de su ausencia.

 

Movió la mano hacia abajo, haciendo una seña que denotaba lo poco que le importaba quedarse atrás, él estaba cansado hasta morir. Inspiró aire, profundamente. Después lo soltó, repitiendo la acción varias veces hasta que su respiración se viera normalizada. Cuando el golpeteo de su corazón dejó de aturdirlo, se irguió para volver a caminar.

 

Gruñido.

 

Naruto abrió la boca ante el sonido. Se dio media vuelta de forma lenta. Sin tener que escudriñar el bosque, simplemente vio a la bestia parada tras él. El, lo miraba con los ojos entrecerrados. Naruto sabía que no podría hacerle daño, cinco metros, las rocas y otros tres metros, los separaban, pero aun así, su cuerpo tembló.

 

Lo reconoció en seguida. ¿Cómo olvidar aquella estatura y forma?, los dientes incisivos saliendo del hocico, las garras crecidas y de forma felina, el cuerpo con la piel hecha girones, la mirada suculenta que tenía sobre él, haciéndole sentir que, aquello que lo miraba, no era un animal. No, la manera en la que ladeaba la cabeza, como si analizara la situación, era lo suficientemente inteligente, como para ser simplemente una fiera mas. Aquello que lo miraba; era un demonio. Un demonio que estaba quieto, con las cuatro patas juntas como si todo el tiempo hubiese estado allí de pie, descansando. La cabeza levantada, el pecho afuera y rígido, casi mostrando altivez. Las comisuras se levantaron, mostrando más colmillos, y después, lentamente, se dio la vuelta, dándole la espalda para caminar al bosque, pero antes de desaparecer entre los árboles, giró la cabeza, dándole un vistazo más a Naruto. Sus ojos brillaron en la oscuridad, casi risueños, para luego desaparecer.

 

Naruto no despegó los ojos del sitio, aun cuando la bestia se había marchado. Mantenía en su rostro una mueca de asombro y miedo, Naruto casi podría haber jurado, que el monstruo le había sonreído. Pero sabía que no era así, incluso él podría interpretar esa acción, tragó en seco, porque aquello significaba que había sido elegido, si el animal y él volvían a encontrarse, sería devorado. Exclusivamente él.

 

– ¡Naruto! –Llamó Sasuke. Y el cuerpo de Naruto saltó unos centímetros del suelo al ser regresado a la realidad– ¡Naruto!

 

Vio como Sasuke volvía por él, viendo a todas partes, esperando ver aquello que había distraído tanto a su amigo.

 

–…Ya voy-ttebayo… –Dijo, felicitándose por la forma tan condescendiente que había sonado. Su amigo llegó a él.

 

– ¿Cómo haces para desaparecer de mi lado sin darme cuenta, ah? –Acusó. Su ceño fruncido, en molestia y preocupacion, pero aun así, trató de sonreír– Un segundo estas junto a mí, y el siguiente, en problemas.

 

Naruto se rió, aunque lo hizo débilmente. Se vieron a los ojos, borrando lentamente su fingida sonrisa. Cerca, una vez más. A punto de morir afuera, una vez más.

 

…Sólo nos tenemos el uno al otro…

 

Sasuke tomó la cabeza de Naruto y la estrechó en su pecho. Naruto lo tomó de los mechones de su cabello, haciéndole bajar la cabeza y sentir su frente sobre la suya. Ambos apretando los labios y ojos, respirando pesadamente, sintiendo libremente el filo del miedo que antes no habían dejado que les paralizara. Tragándose las ganas de llorar cuando, cada uno de ellos, había sentido que estaba por ver morir al otro. Toda su vida habían estado juntos, el lazo que tenían era más fuerte que la amistad y mayor a la fraternidad. Un vínculo de necesidad que, quizás, sólo los hermanos gemelos comprendían. A pesar de los disgustos, las peleas, los accesos de odio, siempre habían sido ellos dos, apoyándose en los momentos más dolorosos de su vida, siendo la causa de algunos instantes trágicos, el motivo de sus heridas y el bálsamo para ellas.

 

En medio de la feroz oscuridad, cada uno, de forma silenciosa, se preguntó, ¿Qué harían el día en que, su mejor amigo faltara?,  no tenían, ni querían, respuesta. No todavía.

 

–…Hay que volver… –Murmuró Sasuke. Naruto asintió, separándose de su amigo de la infancia y hermano.

 

Sin volver a dirigirse la palabra, caminaron a paso lento, de vuelta a la fortaleza. Mirando el andar de sus pies, no levantaron la vista hacia el frente, tampoco se vieron a la cara. No eran extraños, pero como hombres, era incomodo hacer escenas sentimentalistas. Sobretodo hombres como ellos, con una gran cantidad de orgullo. ¿Qué dirían sus amigos ó vecinos, si de pronto los vieran abrazándose de la manera en que lo hicieron?, independientemente de la situación en la que antes se hayan encontrado, la mayoría simplemente, se daría un puñetazo de apoyo, y ya. Los hermanos se abrazaban. Ellos se criaron juntos, como hermanos, pero no lo eran. Ridículo preocuparse por ello, pero aun así, lo hicieron.

 

Vieron las luces detrás de los enormes muros abiertos, el barullo de las personas tras de él, y suspiraron, a salvo. Itachi estaba parado en la entrada, el ceño fruncido y los brazos fuertemente cruzados por el pecho. Sasuke soltó una maldición en voz baja, conocía a la perfección aquella mueca.

 

– ¡¿En qué demonios estaban pensando?! –Estalló el mayor de los Uchiha. Sasuke cerró un ojo ante el grito, ya sabía que su hermano se encontraba enfadado, siempre había hecho lo mismo; Esperaba a que la situación pasara, buscaba un lugar prudente y, entonces, despotricaba con libertad. Afuera de la fortaleza, donde nadie los veía todavía y tampoco los escuchaba, Itachi podría desatar su furia tanto como quisiera– ¡Les hice una maldita pregunta!

 

Naruto no estaba acostumbrado a un Itachi iracundo, y menos a uno que, con aquella luz rojiza del cielo, se viera condenadamente aterrador. Hundió sus hombros con miedo, sentía como si el mayor fuera capaz de soltarles en cualquier momento un golpe. Sasuke, por su parte, levantó las manos, como si quisiera detener todo ese sentimiento negativo que su hermano mayor tenía.

 

– Cállate, Itachi. Nosotros…. –Sasuke se interrumpió cuando, Itachi dio un paso al frente de manera intempestiva.

 

– ¡No me digas que me calle! –Ladró, haciendo retroceder a su hermano menor, el paso que él había avanzado– ¡¿Acaso son idiotas?! ¡¿Cómo fue que se les ocurrió salir de la fortaleza?! –Se restregó las manos en el rostro, tratando de contenerse– ¡Explíquenme ahora mismo, que pasó por sus mentes cuando salieron! ¡Y más vale que sea algo racional, ó juro que les golpearé en esas malditas cabezas suyas, para ver si así puedo acomodarles el tornillo que se les zafó!

 

–…Itachi… todo fue culpa mía… –La mirada de Itachi cayó como halcón sobre el rubio, haciendo que bajara la cabeza.

 

– ¡Eso no es verdad! –Interrumpió Sasuke– ¡No fue culpa tuya, Naruto! ¡Fue ese malnacido de Nagato el que nos hizo salir afuera! –Miró a Itachi, seriamente– Nagato nos retó a Naruto y a mí, a salir de la fortaleza…

 

– Y supongo que si él dice “brinca”, tu preguntarás; ¿Qué tan alto? –farfulló Itachi, en cruel sarcasmo. Pero estaba rabioso. Sasuke negó con la cabeza.

 

– No es así. –Apretó los dientes ante la actitud de su hermano– Yo no iba a dejar que Naruto saliera, y él dijo que no me estaba pidiendo permiso, Naruto saldría con él, porque él lo decía. –Cerró los puños al recordarlo– Ese sujeto se llevó a Naruto, yo sabía que no lo cuidarían, que sólo lo quería para retarlo, así que fui con él. –Afiló los ojos, mostrándole a su hermano su ira– Itachi, ese hijo de perra nos abandonó cuando estábamos en peligro, le importó un comino que nosotros no volviéramos, el no cuidó de nosotros en ningún maldito segundo, y por su culpa, el Dobe y yo casi morimos. 

 

Itachi volteó a ver a Naruto, en muda confirmación. Naruto asintió débilmente, lo que había dicho Sasuke era verdad, en una distorsionada forma, pero lo era. El Uchiha analizó la información por unos segundos, para después asentir, comprendiendo. Se dio media vuelta y entró por las puertas de la fortaleza.  Los jóvenes lo siguieron.

 

–…Están sucios… –Dijo Itachi, de forma casual, aun dándoles la espalda.

 

– Bueno, nos caímos al suelo, nos encerramos en una grieta entre la piedra, peleamos contra uno de esos monstruos, es obvio que lo estamos. –Sasuke dejó destilar veneno en su tono de voz. Pero Itachi lo dejó pasar.

 

– A mi no me importa estar sucio en este momento… –Gimió Naruto, llevándose una mano al estomago– Ahora mismo muero de hambre. –Y como si su cuerpo apoyara su comentario, su estomago gruñó ruidosamente.

 

Ambos Uchiha voltearon a verlo.

 

– ¿Qué? –Preguntó, confundido– ¿Está mal que piense en comida, en estos momentos?

 

– Ahora que lo mencionas… –Murmuró Sasuke. Sus mejillas ligeramente enrojecidas– Yo también estoy hambriento.

 

– No han comido desde ayer, y sólo dios sabe por lo que han pasado en estas horas. –Suspiró de forma resignada. Sus labios se levantaron ligeramente cuando, el estomago de Sasuke y Naruto gruñeron en perfecta armonía– Vengan conmigo, los llevaré a la cocina… 

 

Asintieron al unísono. Cruzaron el largo del patio trasero, dirigiéndose a las luces de una de las esquinas inferiores del castillo, el zumbido de voces les llegó a los oídos. Los tres hombres entraron, viendo el interior de la habitación abovedada, cinco hileras de largas mesas de madera se encontraban casi repletas en esos momentos, en el aire, el olor delicioso de comida, provocó que los estómagos de los jóvenes gruñeran una vez más. Itachi volteó a verlos.

 

– Siéntense en alguna mesa, les traeré algo para que coman. –Señaló los sencillos banquillos de madera con la barbilla.

 

Todas las personas estaban en sus asuntos, pero no pudieron evitar enviar una mirada curiosa hacía los nuevos inquilinos del castillo. Sasuke y Naruto tomaron asiento, viendo a todos a su alrededor, lejos del sonido que sus rudimentarios cubiertos hacían, nada más se escuchaba, no estaban charlando, ni se miraban unos a los otros.

 

– ¿Por qué nadie dice nada-ttebayo? –Le preguntó a Sasuke, bajando su voz, volviéndola un susurro. Sasuke abrió la boca para responder, pero la voz de Itachi, que estaba repentinamente a su lado, lo interrumpió.

 

– Acaban de informarme que, uno de los hombres del grupo de Nagato, no regresó… –Murmuró hacía ellos, al tiempo que ponía un platón de madera, frente a cada joven. Itachi parecía decaído– Un gemelo se abalanzó sobre él, escuché que Nagato lo atacó con el cuchillo, lo apuñaló muchas veces, pero… –Suspiró pesadamente– Mientras lo mataban, el monstruo lo desmembró, no pudieron alejarlo de él…

 

–…Diablos… –Dijo Sasuke, sintiendo compasión por aquel tipo. Naruto bajó un poco la cabeza, sintiéndose triste por la noticia, a pesar de que no recordaba el rostro de ninguno de los hombres que habían formado parte del grupo.

 

– Esta noche se guardará un silencio luctuoso, por respeto al caído… –Itachi les pasó un cuenco con piezas de pan– Coman, después los llevaré a otro sitio. –Entonces se fue.

 

Naruto tomó el platón de madera, con el líquido blanco y cremoso en su interior, poniéndolo bajo su nariz. El vapor que despedía le hizo reconocer el contenido; Patatas. Su boca se hizo agua, sin vacilar tomó una cucharilla, la hundió en la sopa y se la llevó a los labios. Su paladar se estremeció de placer, el hambre le había hecho sentir que, aquello en su boca, era la mejor sopa de patata que jamás haya probado en su vida. Gimió de gusto cuando tomó una segunda cucharada.

 

Sasuke sonrió, las muecas de Naruto siempre le hacían gracia. Lo veía gesticular como gato contento, gemir y sonrojarse, Naruto siempre hacía eso, en especial cuando pasaba tiempo sin comer ramen. Expresando de esa forma, lo mucho que había extrañado el platillo. Decidió dejar eso de lado, tenía hambre. Tomó una pieza de pan, sintiéndola aun tibia, la partió y sumergió un pedazo dentro de la sopa, se la llevó a la boca. Sabía bien.

 

 

 

 

 

Itachi se encontraba en la orilla del comedor, escuchando de boca de algunos miembros del equipo de caza, todos los detalles de la salida. Sentía el peso de una muerte más sobre sus hombros, aun cuando él no los había dirigido, era el líder, era parte de su responsabilidad. Aun cuando le comentaban que, tanto Nagato, como los demás habían hecho lo posible por matar al animal, al acto en que intentaban sacar al hombre debajo de sus garras, la fuerza de la bestia había sido mayor, al igual que su resolución al no desear caer solo.

 

Estaba por decir algo cuando, vio a Nagato entrar por la segunda puerta. Itachi entrecerró los ojos, tensando sus hombros, se levantó de su lugar, antes de que Nagato avanzara más y viera a Sasuke y Naruto. Rodeó las mesas, rápida y sigilosamente, posicionándose a un costado suyo, el hombre ni siquiera lo había visto todavía, aprovechando eso, lo tomó del brazo.

 

– Tenemos que hablar. –Le susurró de manera lúgubre, llamando la atención de Nagato.

 

– Si tienes algo que decirme… –Se soltó del agarre del pelinegro, viéndolo airadamente–… Hazlo ahora.

 

– No voy a provocar una escena en el comedor, menos cuando el silencio luctuoso está presente. –Volvió a tomarlo del brazo, inclinándose sobre él, hablándole en el oído– Tú y yo vamos a hablar, a solas, ahora.  

 

El tono de voz del Uchiha, le hizo entender que no había margen para una negación, lo que le había dicho era una orden. Como un líder le ordenaba a un subordinado. Nagato chasqueó la lengua contra los dientes, asintiendo de mala gana.

 

– Sé lo que vas a decirme de todas maneras, Itachi… –Murmuró, enrabiado. Dando un vistazo en el comedor, detectando dos cabelleras conocidas, sonrió de medio lado– Así que están aquí…

 

Itachi desvió la vista un poco, para corroborar lo que Nagato veía. Cuando observó a Naruto y Sasuke, comiendo animadamente, y entendiendo que Nagato los veía, se llenó de enojo, otra vez. Haló a Nagato de manera discreta, donde las luces de las antorchas del comedor no los alcanzaran.

 

– Si, ellos están aquí… –Graznó– Y no es gracias a ti. –Dejó que su ira se reflejara libremente en su mirada, atacando a Nagato con ella– ¿Por qué sacaste a Sasuke y a Naruto fuera de la fortaleza?

 

– ¿Acaso no son hombres? –Cuestionó, burlón– Todos los hombres deben salir a cazar, es una regla…

 

Nagato se sobresaltó cuando, Itachi lo tomó por el cuello de la camisa, empujando su espalda contra la pared.

 

– ¡Son novatos! –Rugió– ¡Desconocen este mundo, no han tenido entrenamiento, no conocen a las bestias, no saben pelear contra ellas! –Apretó la tela de la camisa de Nagato. Su voz baja, contenida, apenas se escuchaba como un susurro sombrío, en medio de aquella oscuridad, en el pasillo– ¿Cuándo alguien nuevo es pateado al exterior el día después de caer aquí?, ¿No recuerdas todo lo que nosotros tuvimos que hacer antes de salir de cacería?, ¿Recuerdas los consejos que nos dio el anciano, antes de hacerte jefe de expedición y a mí de la fortaleza? –Zarandeó a Nagato– ¡¿Vas a responderme?! ¡¿Vas a responderme, maldito cabrón, porque intentaste matar a mi hermano?! 

 

Nagato le quitó las manos con una fuerte manotada, haciendo a Itachi alejarse de él. Dio dos pasos con fiereza, poniéndose cara a cara con el moreno. Su mirada llena de enojo.

 

– ¡Ese es todo el maldito asunto, ¿No es así?! –Escupió las palabras con desprecio– ¡Todo este asunto se debe, porque es de tu hermano del que hablamos!, ¡Pero si hubiera sido otro…!

 

– ¡No te atrevas a decir que estoy dando favoritismo! –Encaró al pelinaranja–  ¡El hecho de que Sasuke sea mi hermano no es lo importante aquí, sino la manera estúpida con la tomaste la decisión de sacarlo a él y a Uzumaki Naruto afuera! –Entornó los ojos. Recibiendo la misma mirada de odio– ¡Tú y yo hemos tenido enfrentamientos, Nagato! ¡Pero no involucres a Sasuke en nuestros problemas! ¡Y a Naruto menos!

 

– ¿A quién le importan nuestros supuestos conflictos? –Dijo– ¡Esos niños están vivos, así que, ¿Cuál es el maldito problema?! –Itachi estaba por replicar, pero Nagato no lo dejó– ¡No estás en posición de reclamarme nada! ¡No murieron ellos hoy, sino Noeru! ¡Así que deja de querer hacer de esto una disputa innecesaria!

 

– No creas que voy a dejar pasar tu negligencia así nada más… –Advirtió– Será mejor que te vayas preparando, porque voy a convocar esta noche un juicio, y entonces veremos que opinan los demás al respecto. –Sentenció. Se dio vuelta, con la intención de volver al comedor.

 

Nagato sonrió desde su lugar.

 

– Será mejor que los que se preparen sean ellos… –Itachi se detuvo, enviando una mirada de reojo hacía él. Nagato se cruzó de brazos, con aire satisfecho– La corte no va a hacerme nada, soy lo mejor que tienen. –Dijo, para después darle la espalda. Ladeó el rostro un poco, viendo a Itachi sobre su hombro– Si esos dos fueron capaces de sobrevivir ilesos, quiere decir que tienen potencial… –Comenzó a caminar, terminando el tema– ¡Los quiero en mi equipo!

 

Itachi apretó la quijada, soltó un golpe contra la pared.

 

– Maldito seas, Nagato… –Injurió en voz baja. Lleno de frustración.

 

 

 

 

 

–…Estoy satisfecho-ttebayo… –Canturreó, llevándose las manos hacia su estomago, frotándolo con gusto.

 

Sasuke se llevó una mano a la boca, acallando un eructo. Tomó el platón entre sus manos, preguntándose donde podría lavarlo. El comedor había comenzado a desocuparse, cuando Sasuke vio que todos dejaban sus tazones y cubiertos en la mesa, se encogió de hombros, decidiendo hacer lo mismo, aun cuando iba en contra de sus costumbres.

 

– Anda, Dobe. Hay que volver a la habitación –Dio una palmadita en el hombro de Naruto, mientras se ponía de pie.

 

– Pero Itachi dijo que, después de comer nos llevaría a otra parte, es mejor esperarlo…

 

– Ah, es cierto. –Recordó Sasuke. Volvió a tomar asiento en el banquillo, recargando un codo sobre la mesa y la mejilla en su mano, dio un vistazo fuera del comedor, donde el exterior aun se veía oscuro. Frunció el ceño– ¿Qué horas crees que sean?

 

– No tengo la menor idea. –Se encogió de hombros– A mi me pareció como si hubiésemos durado días allá afuera, y con el manto que aparece, ya no estoy seguro si es eso, ó si ya es la verdadera noche…

 

–…El manto… –Murmuró Sasuke de forma pensativa, viendo la madera de la mesa– Sigo sin llegar a entender… bueno, la verdad, no entiendo absolutamente nada de este sitio…

 

– Tampoco yo. –Confesó Naruto. Sasuke le sonrió de medio lado.

 

– Dobe, tú ni siquiera entendías el mundo real, menos vas a poder entender este… –Su voz dotada de sorna. 

 

– ¿Qué me estas queriendo decir, bastardo? –Se enfurruñó– ¿Insinúas que soy una especie de idiota?

 

– No sé si debería de responderte con la verdad y recibir un golpe, ó mentir y seguir siendo amigos… –Dijo, al tiempo que levantaba la mano, deteniendo el golpe que Naruto le había enviado. Sasuke soltó una ligera risa. 

 

– Arrogante, infeliz… –Reclamó. Dándole pequeños puñetazos a su amigo, quien los detenía– Odio cuando dices esta clase de tonterías-ttebayo…

 

– Me gusta molestarte. –Declaró en perfecto descaro.

 

– ¡Lo vienes haciendo desde que éramos pequeños! –Infló las mejillas en disgusto– ¡¿Qué nunca te cansarás?!

 

– Yo también me he preguntado eso… –Dijo, levantando las cejas con cierta sorpresa. Para luego volver a sonreír maléficamente– Pero mientras el día en que me canse llega, seguiré haciéndolo de nuevo.

 

– ¡Monstruo! –Chilló, dándole golpecitos de nuevo, logrando hacer reír a Sasuke, un poco más.

 

– Veo que terminaron. –Dijo Itachi, llegando junto a ellos. Los jóvenes dejaron su juego de lado, asintiendo– Bien. Levántense, les mostraré algo.

 

Itachi se deslizó por el pasillo que daba hacia el interior del castillo. Caminaba a paso seguro, ya conociendo el camino de memoria, mientras que Sasuke y Naruto, tenían que afilar la vista, para poder adaptarse a la oscuridad, hasta que más adelante, comenzaron a ver las luces de las antorchas, iluminando los pasillos principales.

 

Las luces del fuego y el olor del aceite que quemaba, llenaba el pasillo. Itachi les indicaba con los dedos la siguiente ruta que tomaban, para que la recordaran después. A medida que avanzaban, Naruto pensaba que si seguían caminando mas, saldrían por el otro lado de la fortaleza, cuando vio las escaleras que en la mañana Itachi y ellos habían subido, para ver el frente del castillo, se impresionó de lo descomunal del tamaño interior, sobre todo al haber caminado de lado a lado.

 

Doblaron a la derecha. Naruto entonces percibió un olor diferente al del aceite de las antorchas. El ambiente comenzaba a ponerse bochornoso y la piedra de las paredes sudaba, en el aire había un tenue y ligero vapor. Se detuvieron frente a una puerta ancha de madera, Itachi la hizo a un lado y el sonido de agua corriente les llegó a los oídos.

 

– Estos son los baños –Anunció. Dándoles paso hacía la habitación.

 

Sasuke dio un bajo silbido de impresión. Era una habitación húmeda, con grandes ventanas que daban al exterior, en ellas, colgaban hacia los lados pedazos de tela amarillenta que jugaban el papel de cortinas. El suelo era liso, como si la piedra hubiese sido fervientemente pulida. En un extremo, se encontraba un pozo de agua, con varias tinas alrededor y sobre el borde, mientras en el otro, se entraba a otra habitación, el origen de todo el vapor y tibieza venían de allí. Caminaron hacía el, descubriendo una especie de alberca pequeña hecha con piedra de 3x4 metros. El agua desbordándose lentamente de allí, cayendo al suelo imperceptiblemente inclinado y deslizándose hacia un pequeño agujero.

 

– Debajo del ala norte del castillo, pasa una especie de rio subterráneo. –Explicó Itachi– Así que siempre habrá agua corriente por aquí, allí… –Señaló la rustica alberca– El pozo que se excavó hace muchísimos años, dio con todo el sistema de drenaje que crearon, según me dijeron. –Se acercó a la alberca y metió la mano, sonrió– El agua es termal, así que estoy seguro de que les gustará.

 

– ¿Qué hay de… ya sabes, los baños-ttebayo? –Preguntó un dudoso Naruto. Sasuke asintió, de acuerdo con su pregunta.

 

– Ese está del otro lado de esta ala, mas adelante… –Sacó la mano del agua y la secó en su propia camisa– Es agua corriente también, así que no se toparán con una de esas infames letrinas, lo hicieron lejos de los baños, para que los canales de agua que excavaron no se mezclaran.

 

– ¿Solo hay uno? –Preguntó Sasuke, frunciendo el ceño.

 

– Si te preguntas si en todo el castillo hay una sola habitación para el baño, la respuesta es; Si. –Sasuke frunció el ceño aun más– Pero si tu duda es, si sólo hay un solo retrete, entonces despreocúpate, porque no es así, les recordará a una versión pionera de los baños de una escuela, después de todo, aquí hay muchas personas.

 

– Eso está bien entonces. –Dijo Sasuke, denotando cierto alivio. No le hubiese gustado hacer fila afuera del baño, al igual a las que solían hacerse en un concierto.

 

– De acuerdo, ya saben dónde está la cocina, las termas y el baño… –Rememoró Itachi– Supongo que saben a dónde dirigirse desde aquí para ir a su habitación… –Levantó una ceja, dejando cierta interrogativa en la frase. Los jóvenes asintieron, y él sonrió– Muy bien, entonces los dejaré tranquilos. Tomen un baño, relájense, suban a su habitación y duerman, ¿Está bien? –Sugirió, para darse la vuelta. La voz de Sasuke lo detuvo.

 

– ¿Qué te dijo Nagato? –Naruto, que comenzaba a quitarse la camisa, volteó a ver a su amigo y después a Itachi, confundido. Itachi vio a su hermano de refilón, con duda en los ojos. Sasuke se encogió de hombros– Lo vi entrar a la habitación, pero estaba ocupado comiendo, así que vi cuando te lo llevaste fuera. 

 

Itachi suspiró, cansino. A su Ototo difícilmente se le escapaban cosas como esas, resignado, les dio la cara.

 

– No parece que vaya a disculparse por haberlos sacado afuera, al contrario, lo tomó como algo sin importancia.

 

– Desgraciado. –Maldijo Sasuke– ¿Te dijo algo sobre porque no fue en nuestra ayuda, ó porque no fue a buscarnos cuando nos perdió de vista?

 

– Sasuke. –Llamó Itachi, poniéndose serio– Debes de entender que a Nagato no le importa nadie, ha cambiado mucho desde que caímos aquí, aun cuando todos me cuentan que, supuestamente se arrojó contra la bestia para salvar a un hombre de su grupo, yo sé que en verdad no fue así. Nagato seguramente lo hizo sólo para tener a su presa, no por rescatar a ese hombre.

 

– ¿Cómo puede ser eso posible? –Preguntó Naruto, consternado– ¿Cómo puede actuar de esa forma tan inhumana?

 

– Este sitio puede volver loco a cualquiera, Naruto. –Los ojos de Itachi se cubrieron con una sombra de tristeza, reflejada en su voz– Nagato es el que más sale afuera, es un líder de expedición y, un cazador muy capaz, lo reconozco. Sin embargo, él ya no tiene la capacidad para tener piedad, es la consecuencia de esta forma de vida, te empeñas tanto en sobrevivir que, te haces a ti mismo, tu mayor prioridad.

 

– Pero tú nos dijiste que si nos hacíamos amigos de los demás, ellos nos cuidarían las espaldas cuando estuviéramos afuera. –Dijo Sasuke. Recordando lo que su hermano mayor con tanto empeño les había aconsejado.

 

– Si, eso es correcto. –Afirmó– Lo único que les dijo es que, Nagato no es así. No me refiero a que todos lo sean, quizás hay unos pocos que siguen el ejemplo de Nagato, pero son escasos, la mayoría nació y creció aquí, son una familia. Y como tal, se cuidan los unos a los otros.

 

– Sigues sin responder mi pregunta, hermano. –Itachi sonrió. Si, estas cosas no pasaban desapercibidas para Sasuke.

 

Se llevó una mano a la frente, despejando sus cabellos. Volvió a suspirar, cerrando los ojos un segundo. Después los abrió, para ver a los dos hombres frente a él.

 

– Los quiere en su grupo. –Ninguno de ellos entendió lo que decía.

 

– ¿Eso qué quiere decir? –Preguntó Naruto– ¿Es malo?

 

– No lo sé, Naruto. –Admitió Itachi– No sé si es algo malo, pero…

 

– Pero, ¿Qué? –Presionó Sasuke. El quería saber que ocurría.

 

– Cuando alguien dice que los quiere para su grupo, quiere decir que han sido elegidos. –Reveló– Ustedes dejarán de lado las enseñanzas de tejer, cultivar, ó incluso limpiar. –Los vio atentamente– Se dedicarán en adiestrarse enteramente a las técnicas de caza, siendo que el grupo de Nagato, es el más especializado, es casi un honor que les hayan puesto la vista encima –Dijo, aunque la palabra ‘Honor’, la había escupido con desprecio– Dijo que si habían sobrevivido, aun cuando sólo habían caído ayer, quiere decir que tienen… potencial…

 

– Espera, Itachi… –Sasuke meneó la cabeza, tratando de asimilar las cosas. Vio a su hermano, contrariado por lo que había escuchado– ¿Acaso estas diciéndonos, que ese bastardo y demente, quiere que salgamos de nuevo? ¿Dentro de su equipo?

 

– Así es.

 

– ¡¿Qué acaso tú no piensas impedirlo?! –Cuestionó Sasuke, casi saliendo de sus casillas.

 

– ¡No se puede impedir! –Exclamó Itachi– ¿No recuerdan lo que les dije?, como hombres están obligados a cumplir con los trabajos que se necesiten, iba a ser cuestión de tiempo para que alguien dentro de los grupos los eligiera, tendrían que volver a salir de nuevo algún día. Entiende que simplemente… ocurrió más pronto de lo que creía.

 

– Pero él no nos ayudó… –Acusó Naruto– Nos dejó afuera como si no importaran nuestras vidas y se olvidó de nosotros en cuando dejó de vernos. –Apretó los puños, viendo a Itachi, molesto– ¿Cómo se supone que nos unamos a ese grupo, sabiendo que es incapaz de auxiliarnos, si algún día hiciera falta?

 

– ¡Es por eso que van a entrenarse! –Itachi vio a ambos a los ojos, tratando de ser claro– Una vez que aprendan todo lo que deben, verán que no habrá necesidad de depender de Nagato una vez que estén afuera. –Abrió sus manos, como si con ese gesto, intentara abrir las mentes de los dos jóvenes– Yo les ayudaré, les diré todo lo que sé. Ustedes saben que jamás arriesgaría sus vidas, nunca los dejaría en manos de alguien, sin antes asegurarme de que pueden valerse por sí mismos.

 

Sasuke y Naruto voltearon a verse, sus ojos se veían igual de dudosos que los del otro. Confiaban en que lo que les decía Itachi era cierto, él no los abandonaría a su suerte sino estuviera convencido de que, tenían las capacidades suficientes como para tener una alta esperanza de vida. Volvieron a ver a Itachi, con cierto grado de rendición en su mirada.

 

– ¿Qué tanto debemos aprender? –Preguntó Sasuke. Sintiéndose decaído ante la posibilidad de poner un pie afuera de nuevo. Itachi se llevó una mano bajó la barbilla, evaluando a los dos jóvenes con la mirada.

 

– Quizás no demasiado. –Admitió– Sasuke, tú ya sabes arquería por las clases de la secundaria, quizás sea sólo cuestión de aumentar tu velocidad. –Frunció un poco las cejas, cuando vio de su hermano al rubio– Naruto, tú debes de esforzarte mucho para aprender primero a usar el arco, y después, mejorar tu velocidad y tino, eso va a ser duro, pero estoy seguro de que puedes lograrlo. –Naruto asintió, estaba dispuesto a dar lo mejor de él– Lo demás sería cuestión de rutinas físicas, me di cuenta de que necesitan poder correr más rápido, no sé si era porque estaba cansados pero, comparados con la mayoría de los cazadores, ustedes son lentos. Recuerden que puede haber giros inesperados, y que pueden pasar de ser cazadores a ser presas, en un abrir y cerrar de ojos. Les enseñaré atajos y como reconocer los lugares que les indiquen en qué dirección se encuentra la fortaleza. Eso sería, principalmente, lo que deben aprender.

 

Ambos asintieron, comprendiendo. Lo que había dicho Itachi, tenía completa lógica. Se sumergieron en un pensativo silencio, mientras cada uno meditaba sobre las cosas que tenían que aprender y mejorar. Ya habiendo explicado todo, Itachi se irguió en su lugar, rompiendo la atmosfera pesada, les sonrió.

 

– En fin… –Inició– Por ahora, simplemente relájense, mañana cuando se sientan mejor, les comenzaré a mostrar lo que tienen que hacer, entre más pronto consigan su propia meta, mejor. –Se giró, saliendo del cuarto– Buenas noches, a ambos.

 

–…Buenas noches… –Susurraron los otros dos jóvenes, puesto que Itachi ya no podría escucharlos.

 

Naruto suspiró, mientras doblaba su camisa y la colocaba en algún lugar lejos del agua que se desbordaba, para después desabrocharse los pantalones. Sasuke, al ver a su amigo quitarse la ropa para entrar en la rocosa tina, decidió hacer lo mismo.

 

– ¿Qué opinas tú de todo eso que nos dijo Itachi? –Preguntó, mientras se sacaba la camisa por la cabeza.

 

–…Pienso que tiene sentido… –Sacó sus interiores, doblándolos sobre la pila de su ropa en el suelo–…Pero que no me gusta la idea de volver a ver a Nagato, menos estar bajo sus órdenes…

 

– Si, a mí tampoco me gusta la idea… –Coincidió, haciendo una bolita sus dos calcetines– Pero ya escuchaste a Itachi, es inevitable volver a salir, nos lo dijo desde ayer…

 

– No sé porque me disgusta mas la idea de estar con Nagato, que el hecho de estar afuera… –Metió un pie en la alberca, siseando por la temperatura del agua, después metió la otra pierna, para finalmente, sumergirse hasta el pecho, suspirando de placer.

 

– Supongo que es porque Nagato parece ser más traicionero que esos monstruos. –Sasuke se sentó a un lado de Naruto, juntó sus manos para poder acunar agua en ellas, y las llevó a su rostro, mojándolo– Dios, tengo tantas ganas de meterle un puñetazo.

 

Naruto asintió, tomó aire y sumergió su cabeza por completo en el agua, salió enseguida, sacudiendo su cabeza para deshacerse de la humedad extra. Sasuke lo imitó. Ambos se recargaron en la orilla, frotando distraídamente su cuerpo, tratando de limpiarlo.

 

– Sabes, yo también quiero golpearlo. –Naruto frunció el ceño mientras hablaba– No entiendo como Itachi se hizo amigo de un sujeto como él. –Vio algo en la orilla de piedra y lo tomó. Una piedrecilla cremosa de color beige oscuro, lo llevó debajo de su nariz y lo olfateó, olía extraño, como algo cercano a lo herbal– ¿Qué es esto? –Se distrajo, frotando la piedrecilla entre sus manos, consiguiendo una sensación familiar. Olvidando su antigua conversación. Sasuke le prestó atención, al escuchar su pregunta, dicha con voz curiosa. Vio la piedrecilla. 

 

– Parece un jabón ó algo así… aunque es uno especialmente horrendo... –Lo tomó de las manos de Naruto y lo olfateó al igual que su amigo lo había hecho. Arrugó la nariz– Si, es jabón…

 

– ¿Cómo es que tienen jabones aquí? –Volvió a tomarlo y comenzó a restregarlo por sus brazos. Sasuke lo veía aun con la nariz arrugada. Ladeó la cabeza, confundido– ¿Qué?

 

– Recordé como solían hacerse los jabones antes… –Naruto levantó las cejas, incitándole a continuar, mientras sus manos no detenían el proceso de enjabonar sus brazos, ahora pasándose al pecho. Sasuke mantenía su gesto de desazón– Cebo, Naruto… –Dijo– Los hacían con cebo de animal…

 

– ¿De verdad? –Preguntó, impresionado– Entonces… ¿Este también? –Levantó el jabón, para mostrárselo a Sasuke– Que interesante… no cabe duda de que los humanos somos seres talentosos que sobreviven sin importar que… –Y volvió a lavar su cuerpo. Sasuke gimió en repulsión, volviendo a llamar la atención de Naruto. Quien, frunció el ceño con disgusto– ¡Dios, Sasuke!, Ya sé que no es el gel de baño que sueles usar pero, es solo un jabón casero, ¿Y qué, si usaron cebo de animal para esto?, solían hacerlo en la antigüedad, así que, ¿Cuál es el problema? –Sasuke lo tomó de la mano, deteniendo el viaje del jabón por su cuerpo. Naruto lo volteó a ver, interrogante. Sasuke tenía los ojos cerrados, aguantando alguna especie de sensación de asco. 

 

–…Naruto… –Le habló lentamente, abriendo los ojos y observando a su amigo con atención. Su nariz se arrugó de nuevo–… Usan cebo de animal en esto… –Naruto levantó una ceja. Sasuke gimió ante la falta de rapidez de Naruto, otra vez–… ¿Qué animales has visto desde que llegamos aquí, Usuratonkachi?...

 

Se hizo un silencio. Animales, Naruto no había visto animales, ni siquiera había visto aves ó insectos, ¿De dónde habían sacado el cebo para fabricar jabón?, de pronto abrió los ojos, viniéndosele una idea a la cabeza. Con el rostro ligeramente azul, volteó a ver a Sasuke quien, le asintió ante la conclusión que había llegado. Naruto si había visto animales, animales enormes que vivían fuera de la fortaleza, animales que ellos cazaban para comer, de ahí obtenían el cebo. Soltó un chillido de repulsión que rebotó por las piedras del cuarto.

 

– ¡Ay, no! –Gritó, arrojando el jabón tan lejos de él como era posible. Sus manos comenzaron a quitarse los rastros resbalosos de su cuerpo– ¡No, no, no! ¡Qué asquerosidad! –Lloriqueó. Se arrojó contra Sasuke, para embarrarlo de jabón también, en un acto desesperado por deshacerse de él.

 

– ¡Oye! –Gritó, luchando contra las manos de Naruto, tratando de evitar que no le dejara jabón en el cuerpo, fallando– ¡Arg, Naruto!

 

– ¡¿Por qué no me lo dijiste antes, Sasuke?! –Reclamó, tirándose agua encima, quitando por fin el material de su cuerpo.

 

– ¡Te lo estaba diciendo, pero tú eres tan increíblemente lento, que nunca captas nada! –Gruñó, haciendo lo mismo que su amigo– ¿Por qué me tenías que embarrar también?

 

– ¡Para vengarme! –Dijo.

 

– Maldito seas, Uzumaki Naruto. –Masculló Sasuke, entre dientes.

 

– Que la vida te joda, Uchiha Sasuke. –Imitó el tono de su amigo.

 

– ¡Claro que me jode! –Levantó los brazos, chapoteando algunas gotas de agua– ¡Te tengo a ti dentro de mi vida, por lo tanto, me jode!

 

– Amo estar vivo, entonces… –Rió entre dientes, satisfecho de molestar a Sasuke. Escuchó al Uchiha mascullar unas cuantas maldiciones mas, pero sin llegar a entenderlas.

 

– Vámonos ya, ó nos pondremos como una pasa… –Bufó, saliendo del agua. Ignoró la risilla tras él y caminó hacia la ropa doblada, tomó su camisa y la sacudió un par de veces, vio el polvillo salir despedido– Esto arruinará el baño –Murmuró. Se llevó la camisa al rostro y lo secó con ella, sacudió su cabeza para deshacerse de la humedad, mientras secaba el resto de su cuerpo con el pedazo de tela.

 

Naruto al salir de la piscina de piedra, movió su cabeza de un lado al otro, casi imitando a un perro. El agua rebotó por todas partes. Caminó hacia su ropa e imitó el proceso de secado de Sasuke. Se puso sus Slip, y después el pantalón, tomó sus calcetines y metió los pies en los tenis, pisando la parte trasera.

 

– Vámonos, entonces. –Dijo cuando vio que Sasuke ya estaba listo.

 

Salieron de la habitación, guiándose por las direcciones que anteriormente Itachi les había dicho. Naruto recordaba, de todas maneras, el camino a su cubículo, así que caminó confiado. El silencio era penetrante, la oscuridad de los pasillos parecía abrumar el ambiente, si ponían atención, ellos podrían escuchar algunos tenues sollozos venir de algún lado.

 

–…Silencio luctuoso… –Rememoró Sasuke, en voz baja. Naruto asintió, creía comprender, Itachi hablaba de la fortaleza como una unida familia, era lógico que, si algún miembro de esa familia no volvía de afuera, todos  se entristecieran.

 

Naruto percibió la humedad de su espalda, gotas de su cabello resbalaban por su cuello y continuaban un recorrido descendente. Volvió a sacudir la cabeza, arrojando unas cuantas salpicaduras más, a los escalones que subían. Cuando llegaron al pasillo superior, dio vuelta para contar mentalmente las puertas de madera, llegando por fin, a su habitación. Nueva oscuridad les dio la bienvenida, Naruto caminó hacia una pared, buscando con sus manos una tapa de madera. Sus dedos acariciaron la fría piedra, para después notar el cálido y rugoso tablón. Encontró la manija y jaló, abriendo la ventana y dejando que la luminosidad exterior, permitiera a Sasuke ver lo suficiente como para encender las velas sobre la mesa.

 

–…Oh… –Murmuró Naruto. Visualizando con cuidado, podría notar el espeso campo de nubes en el cielo, y si forzaba a sus ojos un poco más, el color rojizo que las vestía–…El manto no se ha ido…

 

Sasuke, que estaba quitándose sus pantalones, para poder cambiarlos por otros de los que había en el estante, giró la cabeza, viendo hacia la ventana.

 

– Es un fenómeno natural, ¿No es así? –Dijo, poniéndose los pantalones, notando que le quedaban un poco apretados de la cintura, pero lo dejó pasar. No era tan incomodo como para no poder usarlos– Supongo que puede permanecer en el cielo tanto como quiera, aparecer cuando quiera y las veces que quiera…

 

Le arrojó a Naruto uno de los pantalones, pidiéndole mudamente que también se cambiara. Naruto los atrapó, obedeciendo, sin dejar de ver por la ventana.

 

–…Sasuke…–Llamó, quedamente. Sasuke se peinó el cabello húmedo con los dedos, dirigiendo la vista a su amigo. Naruto se había quedado a medio vestir, mientras veía como las nubes se movían silenciosamente, desandando–… Se va…

 

Sasuke se acercó a la ventana, presenciando el suceso. El grosor de las nubes disminuía y después se evaporaban, pero era porque retrocedían. Poco a poco, la cortina rojiza oscura daba paso a un cielo nocturno, envuelto en un negruzco azul, haciendo una clara diferencia entre ambos cielos. Sasuke entrecerró los ojos al presenciar, por primera vez, las estrellas de ese mundo. Abundantes, titilantes y puras, se preguntó un sinfín de cosas al mismo tiempo, sin llegar a poner orden ni interés por alguna idea en específico. Simplemente se sumergió en ese estado de sopor, que inundaba el cuerpo cuando éste se quedaba quieto.

 

Naruto terminó de cambiarse y se subió a la cama, asegurándose de dejar suficiente espacio, para que Sasuke se acomodara sin problema. Se tendió boca arriba, con una mano tras su cabeza y la otra posada en el estomago, vio el techo y a través del tragaluces. Percibió el calor de Sasuke cuando se recostó a su lado, viendo también hacia el techo, con las manos entrelazadas sobre su abdomen. Se quedaron en silencio por un breve momento.

 

–…En el quipo de Nagato… –Pensó Naruto.

 

– En serio odias la idea. –Adivinó. Naruto asintió con su cabeza– Bueno, no eres el único, eso es obvio. –Recostó su cuerpo de costado, sosteniendo su cabeza con la mano, viendo a Naruto a la cara– ¿Viste como se había dado cuenta del animal, antes de que éste saliera?

 

– Si… lo recuerdo… –Volteó su cabeza para otro lado– Debe ser porque, como dijo Itachi, se ha especializado.

 

– ¿Y tú? –Naruto volteó a verlo, dudoso. Sasuke se encontraba serio, su boca se convirtió en una tensa línea.

 

– ¿Qué quieres decir? –Frunció el ceño, confundido. Sasuke lo analizó con la mirada, tratando de ver en los ojos de su amigo, si había algo que, intencionalmente le ocultaba.

 

–… Tú te diste cuenta de él, antes que Nagato… –Acusó. Entrecerrando sus ojos, enfocándolos enteramente en Naruto. El rubio meneó la cabeza.

 

– No fue que me haya dado cuenta… –Dijo– Cuando caminábamos, creí escuchar algo y me detuve, cuando veía hacia ese lugar, pude distinguir una sombra, pero no se movía, así que no sabía que era… –Vio a los ojos de Sasuke– Pero cuando vi el brillo de sus ojos, fue cuando me asusté…

 

–…Y entonces te quedaste quieto en tu lugar… –Razonó. Naruto asintió– Ahora entiendo. –Bajó la mirada, recordando algo. Volvió a ver a Naruto, intensamente– ¿Qué pasó mientras corríamos, cuando te detuviste a ver el cielo?, parecías muy asustado, como si ya hubieses sabido que el manto aparecería… –Naruto tragó en seco, no sabiendo cómo responder a ello–  ¿Cómo explicas la reacción que tuviste?

 

–…No lo sé… –Contestó. Su voz destilaba sincera confusión– No sé lo que me ocurrió. De la nada, mi cuerpo se había detenido, sentí que algo no andaba bien, y sabía que lo único que podría empeorar nuestra situación, era que el manto apareciera, por eso volteé a ver al cielo, supongo… 

 

– ¿Un presentimiento? –Dudó. Naruto se encogió de hombros, no descartando la idea– Bien, como sea. –Dijo, restándole importancia al asunto. Volvió a acomodarse, cerrando los ojos– Por ahora dejemos eso pasar, mañana será un día agitado… –Bostezó–… Nos levantaremos temprano, ahora que sabemos dónde está la cocina, iremos a desayunar algo…

 

– De acuerdo. –Naruto, volvió a ver al techo.

 

A los pocos minutos, escuchó que la respiración de Sasuke se volvía lenta y profunda, anunciando que había caído dormido. Naruto juntó sus cejas, sintiendo preocupación, pensando en porque no le había dicho la verdad a Sasuke. Cerró los ojos con fuerza, algo andaba mal con él, lo sentía; los escalofríos, el terror y los sueños, no eran normales.

 

…El infierno es un nido de maleficios… pero también… un pozo oculto… de verdades…

 

Abrió los ojos, recordando, una vez más, la voz de su madre. Ese mundo estaba creando estragos con su mente y cuerpo. Tembló ante la sola idea, el presentimiento angustioso, de que aquello, sólo era… el principio.

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, ahorita ando mandando el capitulo con prisa, pero espero tener muchos de sus comentarios, que saben, me interesan como no tienen idea, los veré en el próximo capitulo.

 

!Dejen reviews!

 

 

 

RHYO DARCK. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).