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UNDERWORLD por RHYO-DARCK

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Notas del capitulo:

Nah!

¡Por fin, despues de una guerra interminable con mi facultad, pude hacerme un tiempo (Bastante tarde, lo sé) para poder continuar con el siguiente capitulo!

Me apuré a mi mismo para hacerlo antes de que el año termine, y pude por fortuna, lograrlo.

De antemano, pido disculpas, como siempre por el imperdonable retraso, pero pues, la universidad es primero, y es una sanguijuela quita tiempo-vida, que apenas y me permite hacer esto que amo.

Bueno, sin mas que decir, espero que el capitulo les guste. Gracias por su paciencia.

¡A leer!

 

Something - Algo

UNDERWORLD

Capitulo siete.

Something.

 

 

 

Sasuke levantó la mirada de la ropa que se encontraba lavando en cuanto escuchó la risotada de Naruto rebosar el breve silencio que todos hacían en el río. El día soleado, ligeramente ventoso. Hizo que muchos en la fortaleza salieran a la vez, para dirigirse al río y lavar su ropa acumulada. Cada piedra tallada que se encontraba a la orilla del río, estaba siendo ocupada, mientras que otros se habían sumergido hasta las rodillas en las partes bajas del riachuelo, enjuagando las prendas tan pronto eran terminadas de tallarse, ayudando a acelerar el proceso y así permitir que, las mujeres que estaban sentadas debajo de los árboles, con un canasto a su lado, aguardando su turno, pudieran también hacer su quehacer. Uchiha giró su cabeza hacia quien había llamado su atención. Su amigo.

 

Naruto sacudió sus hombros en risa contenida, después de que la carcajada anterior se le hubiese escapado de la garganta. Kiba le abrazó los hombros, tratando de no reírse igual de fuerte, mientras seguía comadreándole alegremente, las últimas noticias cómicas de la fortaleza. Acercándose a su oído, tratando de ser lo más discreto posible. Sasuke agudizó su mirada, centrándose en los dedos de Kiba que descansaban tan familiarmente en los hombros de Naruto. Gruñó, afectado. Volteó de nuevo a su ropa enjabonada sobre la piedra tallada, aplicando mas fuerza de la necesaria a su lavado.

 

Sasuke no logró entender que era precisamente lo que le afectaba, pero simplemente lo hacía. Odiaba ver a los tipos jóvenes de la fortaleza revolotear tanto sobre Naruto. Aun más desde que leyó ese malnacido diario homosexual, donde predicaba que, a causa del escaso número de mujeres dentro de las paredes del castillo, los hombres se involucraban entre ellos. Se rehusaba a bajar la guardia y dejar que su mejor amigo fuese acorralado por algún idiota y lo intentara utilizar como sustituto de mujer. Por ello, estaba con los ojos abiertos y los oídos atentos ante cualquier palabra extraña o roce sospechoso. Como el que Kiba hacia en ese instante.

 

Sasuke escudriñó de nuevo la mano de Kiba, que no dejó su lugar en ningún momento. La boca se le llenó de bilis cuando observó su cuerpo, recargándose sobre la espalda de Naruto, sacudiéndose de risa. La brecha que los separaba era lo suficientemente larga como para evitarle a Sasuke levantarse de su lugar e ir a tomar a Naruto por el cuello de la camisa, arrastrándolo lejos de Kiba. Pero aun así, ese par risueño estaba tan cerca como para alcanzar a oír sin problemas, sus sofocadas risitas. Sasuke dejó escapar una maldición en voz baja. Le enfadaba el bajo instinto de conservación de Naruto, y su talento de meterse en medio de los problemas más bizarros. Sasuke no sabía si Kiba en realidad era homosexual, y si sus intenciones sobre Naruto eran así de perversas. Dos vergonzosas situaciones que había experimentado dos semanas atrás, le enseñaron a Sasuke asegurarse antes de apuntar su dedo y soltar reclamos. Ya no quería hacer el ridículo. 

 

Si Naruto fuera capaz de desconfiar de las personas, Sasuke no tendría de que preocuparse, pensó. Aun así, Sasuke sabía de ante mano que, ese pensamiento era sólo una mera excusa. No había forma de que él dejara de preocuparse por Naruto, independientemente de cuál fuera la situación. Era el mayor de los dos. Quizás sólo por un par de meses, pero eso lo hacía el responsable de los dos. Siempre había sido de esa forma, hasta ahora.

 

No era que deseara tener a Naruto colgado de su pierna, como el niño pequeño que no era, pero desde que habían caído en ese extraño mundo, de alguna manera, Sasuke necesitaba mantener un ojo vigilante sobre Naruto. De esa forma, no se separarían, no se perderían. Sasuke bufó irritado y arrojó su pantalón enjabonado a un lado, para continuar con una camisa. Nunca se había sentido tan susceptible como ahora. Nunca tan inseguro. Nunca tan desertado.  

 

– Tenía años de no verte hacer una rabieta, Sasuke. –Itachi palmeó fraternalmente la cabeza de Sasuke. Sonrió a su hermano menor, que volteó a verlo con el ceño fruncido– ¿Te peleaste con Naruto, de nuevo? –Preguntó, casual.

 

– No. –Gruñó. Talló con avives su camiseta.

 

– ¿No? –Dudó. Itachi analizó con cuidado la postura enfurruñada de Sasuke, dirigió su vista a un entretenido Naruto, y volvió a ver a su hermano. Sonrió con sorna– Ah, ya entiendo. No estás siendo reñido por él, sólo estas siendo abandonado. –Sasuke sintió como si le hubieran abofeteado. Sobre todo al recibir el impacto de sus pensamientos anteriores, ser dichos en voz alta por Itachi. Vio con cólera a su hermano mayor y tomó aire para reclamar.

 

– ¡Yo no estoy…! –Se silenció, apretando los dientes. Reflexionó un segundo crítico. Él no estaba siendo abandonado. Primero que nada, ¿Cómo se suponía que fuera abandonado?, Naruto no estaba pasando de él, simplemente estaba con otro amigo ahora. Una nueva risa sofocada se escuchó por sobre la corriente del río. Sasuke apretó los puños. No quiso voltear a ver a Naruto, con temor a que el estúpido de Kiba estuviese encima de su amigo, y entonces le hiciera saltar de su lugar, para cruzar el río y patearle el trasero a Inuzuka. Prefirió dirigir su mirada en dirección contraria. Eso fue un error. Ino estaba del otro lado, clavando sus ojos como llamaradas de odio azul sobre él. Después de días de coqueteo, y un apasionado encuentro clandestino a mitad de la noche, donde se besaron y tocaron sin pudor, las cosas entre ellos no terminaron bien. Sasuke a pocos instantes de tener sexo con Ino, de la nada dejó de sentirse seguro y paró todo al momento. Aturdido, confundido e irritado, había salido de la habitación de Ino, diciéndole las peores cosas a la mujer, hiriendo de muerte su ego. Dos semanas y aun no era suficiente tiempo para que su rencor se mitigara, al parecer. Con indiferencia, Sasuke volteó su rostro. Kiba y Naruto manoteando, ahora acompañados por Rock Lee, que se acercó para unirse a lo que parecía una divertida charla. Sasuke bajó la mirada–  No estoy siendo abandonado. –Sentenció. Aunque no se sintió seguro de sus palabras.

 

– No hay manera de que Naruto te reemplace, Sasuke. –Habló, como si Sasuke no hubiese dicho nada– Te comportas así, porque es la primera vez que te sientes amenazado. Es todo.

 

– ¿De qué demonios estás hablando? –Exigió saber, echando su camisa a un lado, continuando con otra prenda– Siempre sueltas idioteces sin sentido, Itachi. –No volteó a verlo. Itachi rodó los ojos y se inclinó, acuclillándose a su lado.

 

– No son sin sentido. Sólo no quieres escucharlas, porque odias que te golpeen la verdad en la cara. –Aclaró. Voltearon a verse– No intentes tratarme a mí como un intruso. Los he visto por dieciocho años, sé de ante mano como funcionan ustedes dos.

 

– ¿Ah, sí? –Ironizó. Tallando de nuevo– Entonces, ¿Te importaría decirme tu análisis?, señor experto.

 

– Es fácil. –Sonrió– Para ti, Naruto es una constante, Sasuke. –Volteó a ver al chico en cuestión. Después a su hermano menor, de reojo. Sasuke juntó las cejas, aun sin comprender– Fue lo primero que conociste, después de nuestros padres y yo. Han estado juntos siempre, nunca ha habido algo que les haya obligado a estar separados. Además, tú eres un hombre realmente renuente a los cambios. Detestas lo que no conoces, lo nuevo.

 

– ¿Qué tiene que ver eso con lo que está pasando ahora? –Dejó lo que hacía, para prestarle verdadera atención a Itachi– No es la primera vez que Naruto está con amigos. Sólo que no me habían molestado, como ahora. –Admitió.

 

– Ah, eso se debe a que es la primera vez que estás fuera del círculo. –Comentó con seguridad– ¡Oh, vamos, Sasuke! ¿No te habías dado cuenta? –Cuestionó cuando vio la mueca de confusión de su hermano menor. Suspiró con cansancio. Levantó un dedo para explicar– Sasuke tu realmente nunca has hecho amigos por tu cuenta, ¿Sabías?

 

– ¿Qué rayos quieres decir? –Rezongó– ¡Claro que he conocido gente por mi mismo! –Itachi negó mientras él declaraba eso.

 

– No, eso jamás ha ocurrido. –Continuó rápidamente, en cuanto vio la intención de Sasuke por protestar– Todas las personas con las que te relacionaste, se acercaron a ti, por causa de Naruto. –Sasuke chasqueó la lengua, incrédulo. Continuando con su labor, ignorando a Itachi. Itachi dejó el grosero gesto de lado, para seguir hablando– Siempre han estado juntos, Sasuke. Y a ti nunca te ha gustado estar cerca de las personas, incluso de pequeño. Siempre fuiste un bebé estoico. –Sonrió con nostalgia– Te negabas a ir a los brazos de alguien que no fuera nuestra madre, Kushina-san o yo. Si alguien te cargaba a la fuerza, llorabas y te sacudías hasta que te devolvieran a uno de nosotros, o en todo caso, a la cuna junto a Naruto.

 

– Para con eso. –Murmuró de mala gana. Odiaba escuchar los vergonzosos relatos de su infancia.

 

– Bueno, a lo que quiero llegar es, ¿Puedes recordar siquiera una vez, cuando tú te acercaste a un desconocido a romper el hielo? –Sasuke apretó los labios. No lo recordaba. Y eso era porque quizás nunca lo había hecho– Naruto siempre ha sido alguien que se acerca a alguien nuevo, habla con él y se hace su amigo. Ahora, como te he dicho, siempre han estado juntos, y por eso, cualquier amigo que hiciera Naruto, también era tu amigo porque estabas ahí. Ustedes siempre han sido como una sola pieza, quien hablara con él, hablaba contigo. Quien hablara contigo, hablaba con él. Obviamente, después cada quien elegía. –Continuó– Siempre había uno que se mantenía más tiempo contigo que con Naruto, o viceversa. Pero eso era después de conocerlos mejor, o más bien, conocerte mejor. Porque al final de cuentas, quien iniciaba las amistades, era Naruto. –Se puso de pie, sacudiéndose los pantalones. Sasuke levantó la cabeza para verlo. Itachi volvió a sonreír– En esta ocasión, tú te has aislado por tu cuenta. Hay chicos que tienen interés en hablarte, Sasuke, pero tú no los has dejado acercarse. Naruto ha estado haciendo eso, como siempre, y ahora sientes la diferencia. Antes, te distraías con las actividades, la escuela o pasatiempos, aquí el tiempo parece ir más lento, no hay a donde ir, y eso te ha golpeado duro. –Palmeó la cabeza de Sasuke, retirándose–  Este lugar te abre los ojos, estúpido hermano pequeño. Así que deja tus viejos hábitos, y has lazos por tu cuenta, en esta ocasión.

 

Sasuke vio a su hermano mayor irse. Miró sin sentimiento la prenda en el tallador, ausentándose del entorno, siendo sumergido por sus pensamientos. Itachi le había dicho cosas perturbadoras. Trató de analizar su pasado desde otra perspectiva, encontrándose con que, su hermano tenía razón. Apretó los puños. ¿Acaso había sido un mero accesorio durante dieciocho años?, Sasuke se encontró de pronto, con toda su seguridad, inestable.

 

 El jamás había cuestionado sus decisiones, hasta ahora. Todo lo que había hecho, siempre le pareció correcto. Fue un buen estudiante, talentoso y elogiado. Fue un deportista sobresaliente. Fue un hombre asediado por el sexo opuesto, popular. Los profesores le daban su confianza, su preferencia. Los conocidos de sus padres, todos de la alta alcurnia empresarial, derramaban de su boca palabras de aprobación, y expectación positiva hacia su futuro. Sasuke siempre estuvo orgulloso de su coeficiente, su capacidad, su desempeño. Pero nada de ese mundo servía aquí.

 

Quizás era capaz de ser un arquero excepcional, un cazador sagaz o incluso un excelente líder. Los hombres le podrían tener devoción por sus habilidades, pero no lealtad. Al menos, no de la que se gana por aprecio, amistad. Alguien como él, no sería muy diferente de Nagato: Un líder al que seguían sólo por su talento. Pero dudaba que alguien diera la vida por él, realmente.  

 

Maldición…

 

Sasuke se levantó de su lugar, tomando la ropa enjabonada en sus manos. La mujer siguiente a él, se colocó rápidamente en la piedra tallada, iniciando sus propias tareas. Con distracción se acercó a la orilla del río, pensando. Trataría de cambiar sus manías amargas. Itachi se los había advertido desde el principio, ese lugar necesitaba la unión, la alianza, para que alguien pudiera cuidarle la espalda. Sasuke había asentido ante esa verdad, pero nunca la había llevado a cabo. Se preguntó si la voluntad era suficiente. Se preguntó si él realmente, podría cambiar.

 

 

 

 

 

– ¡Sasuke! –Naruto lo llamó desde su lugar. Levantó la mano, agitándola para llamar la atención de su amigo, que venía de tender su ropa.

 

Sasuke levantó una ceja. Naruto parado en medio de los surcos donde sembraban legumbres, gritaba su nombre. Se echó las manos a los bolsillos, caminando con lentitud. Vio a Naruto agacharse a continuar con lo que estaba haciendo, ahora que Sasuke ya tenía su atención y se dirigía hacia él. Era la primera vez que Sasuke veía a Naruto ayudar en el sembradío. Se preguntó cuál era el repentino interés, hasta que vio a Kiba levantarse a su lado, en sus manos unas enormes patatas terrosas. La rapidez con la que el sabor amargo le llenó la boca, sorprendió a Sasuke. Chasqueó la lengua contra sus dientes, no le gustaba la nueva sensación de celos que ahora experimentaba cada vez que veía a Naruto junto a alguien más. Se convenció a si mismo que, sólo era la renuencia, como había mencionado Itachi un par de horas atrás. Sasuke no estaba acostumbrado a ser un exiliado, y el hecho de que Naruto no le prestara atención, era el motivo por el cual se sentía envidioso de otros, decidió. Llegó a los surcos, aun con la desazón en sus facciones.

 

– ¿Qué haces aquí, Usuratonkachi? –Preguntó con fingida indiferencia– Si tocaste alguna cosa, ya no querré comer. –Naruto gruñó por lo bajo. Sasuke sonrió, tener su atención le despejaba de tensión.

 

– Calla, estúpido, Sasuke. Mejor deberías venir acá y ver como se hace, Kiba me está enseñando a diferenciar una patata madura de las demás. –Sonrió, olvidando el insulto al instante. Sasuke sacó las manos de los bolsillos, ligeramente interesado.

 

– Bien, aprender cosas nuevas, no le viene mal a nadie. –Se encogió de hombros, accediendo a la petición– Dime que hay que hacer. –Kiba volteó a verlo, sonriendo con ánimo. En ese momento, ningún problema que hayan tenido antes, parecía importar.

 

– Ven y siéntate a mi lado, hermano menor. –Rió, haciéndole señas con la mano, para que se acercara a ver las plantas que en ese momento estaban desenterrando– Esto es una ciencia exacta. –Se jactó– Una vez que aprendas la técnica, podrás cosechar lo que sea.

 

– Sólo son patatas. –Menospreció en broma. Sonrió cuando Kiba dejó escapar un sonido de ultraje y volteó a verlo con despecho. Sasuke entonces pensó, que quizás hacer amigos no era una mala idea, además, Kiba tenía una personalidad parecida a Naruto. Seguramente se llevarían mal, pero de una forma cómica.

 

– Entonces te daré un curso intensivo, estúpido hermano menor. –Retó, con orgullo en juego– Desde cómo se planta, hasta hacer una estupenda sopa de patata. ¿Estás listo? –Apuntó con el dedo. Sasuke volvió a sonreír.

 

– Dime todo lo que sabes, total son sólo verduras. –Volvió al ataque, consiguiendo un satisfactorio rezongo. Naruto a su lado, parecía feliz y cómodo. Como si estuviese orgulloso de ver a Sasuke dar el primer paso.

 

Kiba cumplió con lo que dijo. Les mostró el método con el que se sembraban las plantas de legumbres, el tipo de cuidado que se les debía hacer, como removían las malas hierbas, cuantas raciones de agua al día se debían realizar y como saber cuándo una hortaliza estaba lista para la cosecha. A pesar de que la piel se les hizo rojiza por el sol, y sentían las quemaduras en los brazos, continuaron paseando en medio de los sembradíos, escuchando las explicaciones de Kiba. Luego de un tiempo, con algunas verduras en las manos, entraron a la cocina para preparar la receta del guiso de patatas con salsa de verduras que Kiba había aprendido de su madre. Contando chistes, platicando de anécdotas, escuchando los rumores de la fortaleza, Sasuke sintió que había dado un paso más adentro de ese mundo. La línea que había sobrepuesto a su alrededor, se había hecho más delgada, permitiéndose que lo que ocurría a su alrededor, y los que vivían a su lado, le interesaran. 

 

– Escuché que Shino tiene guardia nocturna esta noche. –Comentó distraídamente Naruto, apenas sorbiendo un poco del jugo del guiso en su plato– El cejotas parecía emocionado, pero no sé porque.

 

–  ¿No te lo dijo? –Kiba levantó las cejas, deteniendo el camino de la cucharilla a su boca– Hoy tendremos una reunión. –Sonrió con malicia, hablando más bajo, aun cuando el comedor a esas horas estaba vacío.

 

– ¿Qué clase de reunión? –Curioseó Sasuke. Escarbó su plato, para juntar los restos del guiso que, no le había parecido tan malo– ¿Alguna especie de quedada secreta, o algo así? –Naruto se rió.

 

– Quizás tengas algo de porno escondido. –Sasuke sonrió, incrédulo.

 

– Dudo que aquí tengan semejante tesoro. A lo mucho nos toparemos con dibujos hechos a mano de ello.

 

– ¡Me imagino unas hojas con garabatos! –Se carcajeó Naruto– ¡Cosas para no saber si es hombre, mujer o quimera! –Sasuke que acababa de echarse la ultima cucharada de comida en su boca, se vio escupiéndola por la risa. Naruto ante ello, dejó escapar risotadas casi histéricas.

 

– ¿Te refieres a revistas con fotografías de mujeres desnudas? –Preguntó Kiba. Naruto y Sasuke voltearon a verlo con asombro– ¿Qué? –Cuestionó, frunciendo el ceño– No creerán que no sabemos de eso, ¿Verdad? ¡Aquí ha caído de todo! 

 

– ¡¿Estás diciendo que en verdad tienen revistas porno por aquí-ttebayo?! –Gritó, emocionado, abalanzándose sobre la mesa. Sasuke y Kiba le chistaron con enojo.

 

– Dobe, no grites eso en voz alta. –Regañó.

 

– ¡Pero estoy tan emocionado! –Comenzó a divagar– ¡Es posible que tengan el número especial de Yuri-chan o Momo! ¡Oh, las extraño tanto-ttebayo!

 

– ¿Quién demonios es Momo? –Kiba tenía una mueca confusa. Sasuke simplemente negó con la cabeza, para que ignorara ese hecho. Kiba no tenía que saber que Momo era una joven actriz de películas para adultos. Y que Naruto tenía algunas revistas donde ella posaba de forma sugerente.

 

– ¡Dime, Kiba! –Naruto volvió a retomar el tema– ¿Aun las tienen por aquí? ¿Podrían prestarme algunas?

 

– Disimula tu desesperación, Naruto. –Se burló, Sasuke. Aunque segundos después, la consciencia le jugó una mala pasada al gritar: Lo dice quien buscó a la primera mujer que le coqueteó– Mierda. –Murmuró, malhumorado. Afortunadamente, ignorado por los otros dos.

 

– No recuerdo si aun siguen ahí, eran bastante viejas. –Jugueteó con el cuenco– Aunque dudo que alguien las saque, de donde sea que las tengan ocultas. Usualmente esa clase de cosas son confiscadas por el líder de la fortaleza.

 

– Es posible que Itachi las tenga, seguramente divirtiéndose a lo grande. –Refunfuñó Naruto.

 

– ¡Oye! –Reclamaron al unísono Sasuke y Kiba. Kiba dudaba que su ídolo Itachi hiciera esa clase de cosas, el comentario de Naruto casi le pareció ultraje. Sasuke por otra parte, quería detener cualquier idea que Naruto pudiera estar maquilando. Tonterías como quizás, ir a escabullirse a la habitación de Itachi en busca de esas revistas. Itachi era un hombre, seria natural si viera esa clase de cosas, Sasuke era realista. Pero no quería que Naruto saltara al ataque, llevándolo a él de por medio, seguramente. 

 

– Quizás podríamos ir a investigar. –Sugirió con excitación, adoptando una mueca picara y malvada. Sasuke se palmeó la frente, ¡Sabía que eso pasaría!– Nadie se daría cuenta…

 

– Detén tus ideas descarriladas, Dobe. –Graznó, Sasuke– No iremos a ningún lado. Tengo poco de salir de un castigo, como para que me metas en otro, no se hará nada. –Lo apuntó con la cuchara, en advertencia. Naruto bufó, decepcionado.

 

– ¡Kiba! –Un joven asomó la cabeza por la puerta trasera del comedor– Ah, ahí estás. Ven, Sumito-kun quiere que lleves a Hatano a la sala de fundido.

 

– ¿La sala de fundido? –Preguntó Kiba. Todos estaban atentos a la conversación– ¿Hatano quiere aprender a soplar vidrio? ¡Qué molesto! –Se levantó de su lugar, rascándose la nuca, con pereza– Ah, casi lo olvido. –Volteó a ver a sus amigos– Ustedes también vayan, será divertido. –Y entonces salió por la puerta.

 

– Ese idiota de Kiba nunca nos dijo de que trataba la reunión-ttebayo… –Reclamó débilmente. Ambos se pusieron de pie, recogiendo los cuencos usados, para dejarlos dentro de la canasta en la cocina– ¿Quieres que vayamos?

 

Sasuke apretó ligeramente los labios, meditando. No tenía idea de qué clase de actividades los jóvenes tenían planeadas en la tan mencionada guardia nocturna. Sasuke recordó haber escuchado de Itachi, que usualmente esos turnos eran aburridos, y la mayoría solía dormir durante ese tiempo. Salieron de la cocina en dirección a su habitación. Tomarían un par de toallas antes de bajar e ir a bañarse. Sasuke decidió arriesgarse y asistir a la quedada nocturna. Nada podía perderse. De esa manera, también podría conocer mejor a los jóvenes de su edad, como tanto le había recomendado Itachi.

 

– Vayamos. –Aceptó, finalmente. Era su oportunidad.

 

 

 

 

 

– Todo está despejado. –Murmuró Naruto, asomando su cabeza desde la puerta entreabierta de su cubículo. Inspeccionó cada rincón del pasillo y verificó que todas las luces de las habitaciones estuvieran apagadas– Andando. –Alentó. Saliendo de su habitación con sumo sigilo, vigilando que sus pasos no hicieran algún ruido.

 

– Itachi nunca ha dicho nada sobre que estuviera prohibido salir de noche. –Explicó, Sasuke– Estas haciendo una película de esto, Dobe. –Sonrió, divertido. Naruto estaba completamente concentrado en su método de escabullirse, haciendo que Sasuke tuviera ganas de reírse en voz alta. Aun con lo que dijo, Sasuke se vio a sí mismo, imitando el comportamiento extremista de Naruto.  

 

Se pegaron a la pared cuando llegaron a la esquina del pasillo, utilizando sus conocimientos de ninjas y espías que habían aprendido en alguna que otra película en la televisión. Al ver todo en orden, corrieron de puntillas en dirección a las escaleras. En algún momento de sus acciones, a cada uno se le escapó una risilla infantil. Emocionados con su comportamiento, y divertidos también. Jugar a ser niños otra vez, de vez en cuando era necesario. Se sentía, refrescante.

 

Sasuke saltó tres escalones y aterrizó en el descanso, moviendo sus ojos de un lado al otro, asegurándose que estuviera todo en orden. Cuando así fue, movió sus dedos, diciéndole con el gesto a Naruto, que era libre de avanzar. Naruto asintió seriamente, desde el borde de las escaleras. Se deslizó rápidamente sobre ellas, usando sólo sus talones, amortiguando el ruido, gracias al aire comprimido en la suela de sus tenis. Llegó hasta Sasuke, y juntos bajaron el tramo restante de las escaleras con rapidez, como si fuesen perseguidos.

 

Naruto tomó la delantera, caminando con prontitud por el pasillo que daba directo a la puerta frontal de la fortaleza, aquella vacía y con la caseta de vigilancia que Itachi les había mostrado su primer amanecer en ese mundo. Ocupado en sus movimientos sigilosos, Naruto apenas y ponía atención a lo que ocurría a su alrededor realmente. Daba vistazos fugaces a los pasillos que se unían al camino principal, pasando sin cuidado al ver a cada uno de ellos, tener las mismas penumbras que el anterior. Pero fue en el penúltimo pasillo que Naruto distinguió como una sombra se movió entre la oscuridad. Fue automático. Los pies de Naruto se enraizaron en su sitio. Sasuke, quien iba tras él, realmente cerca, se golpeó el rostro contra la cabeza de Naruto, debido a su pausa estrepitosa.

 

– Naruto, ¿Qué demonios? –Murmuró de mala gana. Se llevó la mano a la boca, sintiendo su labio inferior adolorido al chocar contra sus dientes. Entonces vio a Naruto realmente, y reparó en su rostro lleno de pánico. Se preocupó– ¿Naruto? –Naruto se giró en sus talones, y se lanzó sobre Sasuke, abrazándolo por el cuello de improvisto– ¡¿Qué pasa?! –Exclamó.

 

– Vi una sombra, Sasuke…. –Murmuró lleno de miedo, escondiendo su rostro en el pecho de Sasuke– En ese pasillo de al lado, no sé que era, pero se movió… –Sasuke parpadeó un par de veces, atónito. Entonces dejó escapar un suspiro frustrado.

 

– Naruto… –Susurró con infinita paciencia– No existen los fantasmas… –Sasuke ya no podía recordar cuantas veces había repetido ese mismo diálogo en lo que llevaba de vida– Vamos, tranquilízate y mira de nuevo… –Le acarició la cabeza con parsimonia, aunque por dentro, estaba exasperado– Mira de nuevo, aquí estoy yo…

 

– No quiero…. –Negó como niño pequeño. Acomodó su cabeza bajo la barbilla de Sasuke– No quiero mirar, llévame a la salida, rápido… –Levantó la cabeza un poco, para que sus palabras fuera audibles. Enterró su nariz en el cuello de Sasuke– Rápido.

 

– Naruto, tienes que soltarme primero. –Gruñó. Naruto siempre había tenido un miedo atroz a las cosas sobrenaturales desde que Sasuke tenía uso de razón– Maldición…. –Se quejó. Abrazó a Naruto y comenzó a avanzar. A Sasuke la situación le parecía ridícula, cosas como las maldiciones y los espíritus macabros, nunca le habían preocupado, era un completo escéptico. Caminó normalmente, mientras que Naruto le seguía el paso con facilidad, aun cuando lo hacía de espaldas, adherido al pecho de Sasuke– Me sorprende que a tu edad aun sigas haciendo esto. –Dijo, ya menos malhumorado.

 

– Pero… –Quiso objetar, sin encontrar una excusa realmente– No puedo evitarlo, son tan aterradores. –Apretó el abrazó en el cuello de Sasuke, quien siseó por la fuerza– Lo siento… –Susurró arrepentido. Sasuke le acarició la cabeza de nuevo, y Naruto se relajó un poco.

 

– Supongo que es culpa de Kushina-san… –Admitió un poco comprensivo– Siempre estaba llena de historias extrañas y cuentos aterradores. –Se detuvo cuando llegó al portal de la salida. A lo lejos se veía el grupito reunido alrededor de una improvisada fogata, aunque sus voces no los alcanzaban, se podía ver que estaban teniendo una charla animada– Nunca comprendí porque tenía que hablarnos de ellos, y justo antes de dormir… incluso creo que a mí me asustó alguna vez…

 

– ¿Verdad que si? –Dijo, frotando su cabeza contra la barbilla de Sasuke, contento de que le diera la razón.

 

– Pero eso fue cuando era pequeño, ahora sé que nada de eso existe, así que tú deberías saberlo también. –Cortó de golpe. Naruto gruñó malhumorado– Los cuentos de Kushina-san sólo fueron eso, cuentos. Así que deja de temblar de miedo ante cualquier sombra o ruido en medio de la noche, Dobe.

 

– Bastardo, tu lo dices fácilmente porque tenías una madre que te leía historias de princesas… –Sasuke mordió uno de los mechones del cabello de Naruto y lo jaloneó en reclamo de su comentario– Ouch…  –Lloriqueó– Como sea, mi madre me siguió contando esas historias hasta que tenía cinco años y mi padre la convenció de que era preferible que las escribiera, en lugar de matarme de miedo… pero cinco años de traumas diarios, espiando desde tu cama tu closet oscuro… no son fáciles de superar. –Se acurrucó de nuevo en el cuello de Sasuke, recordando las noches de miedo que de niño pasaba. Ese era uno de los motivos por el cual prefería irse a dormir a casa de Sasuke cuantas veces pudiera. Naruto amaba a su madre, y estaba consciente de que nunca le contó sus historias con malas intenciones. Al contrario, mientras fue creciendo, Naruto entendió que eran consejos y moralejas. Aunque a veces tenía la sensación de que, su madre también le había dado pistas, aun cuando no había averiguado de que.

 

– ¿Ya puedes caminar tu solo? –Preguntó. Cuando Naruto negó con la cabeza, Sasuke suspiró con paciencia. Sabía que Naruto se recuperaría en un momento, siempre era así. Sintió el cosquilleo de la respiración de Naruto contra su cuello, y el sutil roce de su nariz. Abrazado como lo tenía, Sasuke podía sentir el corazón de Naruto palpitar contra su pecho, tranquilizándose de a poco. Un ritmo que nunca cambiaba, como si fuera una canción agradable que él podía tararear de memoria, debido a las muchas veces que había sido escuchada, sin cansarle. Cerró los ojos un momento, pendiente de ese golpeteo que, en esta ocasión parecía atrapar su atención con más insistencia que en el pasado. Descansó su mejilla sobre los cabellos de Naruto, recordando que aun tenía sus manos sobre su cintura y espalda, pero sin importarle. La cercanía entre ellos, siempre se había sentido natural. Pero algo en esta ocasión era diferente. Sasuke no se detuvo a cuestionarse qué, no importaba– ¿Ya? –Volvió a preguntar. Naruto murmuró algo ininteligible, golpeando con su aliento la garganta de Sasuke. Estremeciéndolo– ¿Qué haces? –Reclamó en voz baja, dando un paso atrás, separándose.

 

– Uy, perdón. –Sonrió con maldad– Olvidé que te excitas con eso. –Se burló. Sasuke frunció el entrecejo.

 

– ¡Estúpido, yo no me excito! –Hizo a un lado a Naruto con un empujón, caminando a zancadas. Tras él escuchó la risa de Naruto– ¡Deja eso o te daré una paliza!

 

– Como si realmente pudieras, Teme. –Caminó rápidamente hasta llegar a su lado. Ahora caminando ambos hacia la reunión–  Sasuke eres bastante pervertido. –Rió en voz baja.

 

– ¿Me lo dices a mi? –Lo vio con reproche– ¿Con que fundamento?

 

– Siempre han dicho que las personas sensibles son las más pervertidas. –Lo vio con superioridad, sonriéndole con dos hileras de dientes– Y tú tienes un cuello bastante sensible.

 

– ¿Disculpa? ¿Me lo está diciendo el tipo que confesó que descubrió que tenía una cintura cosquilleada mientras se duchaba? –Naruto se sonrojó de golpe– Si tú me atacas, yo te atacaré a ti, así que no te conviene estarme provocando, o te lo voy a hacer realidad…  –Amenazó. Naruto abrió los ojos, y lo apuntó con el índice, aguantándose la risa.

 

– ¡Le diré a Itachi que me hiciste una amenaza sexual! –Sasuke respingó, sorprendido y ofendido– ¡Espera a que lo vea mañana, será lo primero que le platique!

 

– ¡Usuratonkachi, sabes que eso no fue lo que quise decir! –Se lanzó hacia Naruto, tratando de atraparlo, pero él lo esquivó, riéndose con escándalo– ¡Como le digas tonterías a Itachi, te juro que te arrepentirás! –En cuanto alcanzó a Naruto, comenzó a frotar su puño contra su cabeza, haciendo que su amigo se quejara entre risas. Mientras que él luchaba por no sonreír, sin éxito.

 

– Ustedes son realmente ruidosos…. –Ambos amigos dejaron lo que estaban haciendo, en cuanto escucharon esa voz adormilada, notando que ya se encontraban a menos de un par de metros de la fogata– No me imaginaba ver al hermano de Itachi-san ser así, aunque estando con Naruto es comprensible…

 

– ¿Qué se supone que significa eso, Shikamaru? –Naruto fingió una mueca molesta, mientras se acercaba a los demás. Sasuke tardó un momento en seguir a su amigo, primero observando a los presentes en esa reunión. Conociendo a todos de vista, tomó asiento a un lado de Naruto.

 

– Así que el hermano menor decidió venir después de todo. –Rió Kiba, arrojando una ramilla hacia la fogata– Casi me esperaba ver a Naruto llegar solo mientras tu aguardabas en la torre, declinando como el príncipe que eres. –Se burló. Sasuke sonrió con reto.

 

– Pues no, Kiba. Tienes suerte que este príncipe te diera el honor de verlo esta noche. –Kiba Gruñó graciosamente, causando que todos rieran en voz baja– Espero que no les moleste que haya venido. –Agregó, volteando a ver a todos. Sentía que estaba haciendo alguna clase de debut, donde ellos eran los jueces que dirían si se quedaba o se iba a casa. Todos sonrieron.

 

– ¡Claro que puedes quedarte, Sasuke-kun! –Saltó Lee, moviéndose de su sitio y yendo hacia ellos, sentándose entre Naruto y Sasuke, como si fueran viejos amigos– ¡Deja que se presenten los demás, seguro es la primera vez que hablan! –Señaló a los demás.

 

– Soy Aburame Shino. –Inició con voz calmada. A Sasuke le pareció extraño que llevara esas antiguas gafas de sol en plena noche, pero no mencionó nada. Atento– Soy cazador del Natura.

 

– ¿Natura? –Preguntó Sasuke, levantando una ceja. Lee tomó la palabra.

 

– El equipo. –Explicó– Todos los equipos tienen un nombre, a veces se cambia según la voluntad del líder, pero la mayoría tienen muchos años, como ejemplo, el Natura, que ya tiene más de treinta años. –Sonrió– Muchos de los futuros cazadores se sienten atraídos por un equipo desde antes de aplicar, solamente por el nombre. Yo soy del Vitally.

 

– Por alguna razón, pienso que ese equipo va a la perfección contigo, cejotas. –Rió Naruto. Lee le pasó un brazo por los hombros, riéndose también.

 

– Bueno es problemático pero, continuemos con la presentación. –Dijo Shikamaru, recargando su cabeza en una de sus manos con desgane– Mi nombre es Nara Shikamaru, también soy un cazador, aunque no porque quisiera… –Bostezó– Mi padre fue uno, así que al ser su hijo varón, me arrojó de una patada a los equipos, aun me sigue pareciendo bastante problemático, pero no hay nada que hacer. Soy el líder de The seers.

 

– Vaya nombre. –Silbó Naruto, impresionado– ¿Por qué le pusieron así, cuántos años tiene? –Se inclinó hacia delante, interesado. Shikamaru hizo una mueca aburrida.

 

– Anteriormente tenía otro nombre, The seers se lo pusieron cuando mi padre se volvió miembro del equipo. Él no quería cambiarlo porque era problemático, pero no tuvo más opción cuando lo hicieron líder del grupo. –Explicó– Ese anciano es bastante inteligente, y creó estrategias para la caza que anticipaba el comportamiento errático de las bestias, nadie había logrado hacer eso antes, por eso el nombre, para ellos, mi padre parecía ser un vidente. Sencillamente envidiable. –Bostezó para finalizar.

 

– Pero tú también eres muy inteligente, Shikamaru. Es por eso que el nombre es el mismo, tú también eres buen estratega. –Chouji sonrió a su amigo, llevándose a la boca lo que pareció ser un trozo de carne seca. Con medio bocado en la boca, se dirigió a Sasuke– Ya nos habíamos visto. –Recordó– Soy Akimichi Chouji, yo no soy un cazador, nunca me ha gustado eso de tener que salir más allá de las rocas del perímetro, preferí ser uno de los tejedores de canastas y ropas. Mi padre si fue un cazador y la mano derecha del padre de Shikamaru. –Volvió a dar un mordisco a la carne seca, masticando ávidamente– Normalmente los hijos de cazadores, se vuelven cazadores también, pero cuando le dije a mi padre que yo no deseaba unirme, no me presionó... lo cual agradezco.

 

– De todas maneras no hubieras sido un buen cazador, Chouji… –Murmuró Shino, seriamente– No cumples con las condiciones físicas para hacerlo. –Chouji bufó, de forma divertida. Todos soltaron una risita sofocada.

 

– No le hagas caso a Shino, Chouji… –Animó Kiba con una gran sonrisa– Si hubieras postulado para los equipos, sin lugar a dudas te hubiera elegido, eres justamente lo que necesitamos…

 

– ¿En serio? –Preguntó, emocionado.

 

– ¡Claro, hombre! ¡Carnada es lo que más nos hace falta, y tú eres el buffet entero! –Nadie pudo evitar reírse a carcajadas a pesar de que algunos lo intentaron, por educación. Pero al ver la graciosa mueca de Chouji, dejaron de lado los sentimientos de culpa.

 

– No se metan con el peso de Chouji, chicos… es problemático. –Sugirió Shikamaru, aun cuando él mismo tenía una sonrisa divertida en los labios. Cuando estiró su brazo para tomar un pedazo de carne seca, Chouji tomó la bolsita de papel, apegándosela al pecho con fingida molestia– ¡Pero si te he defendido! –Protestó.

 

– Los malos amigos no merecen carne seca. –Sentenció, echándose todo el contenido de la bolsa a la boca, causando una mueca de graciosa decepción en Shikamaru, haciendo que todos volvieran a reír– Dejando eso de lado, ¿Dónde está Sai?

 

– ¿Eh? ¿Sai, va a venir-ttebayo? –Se emocionó al ver que todos asentían– Pensé que no podía salir afuera.

 

– Bueno, como puedes ver, ahora es de noche, torpe. –Kiba sonrió cuando Naruto lo volteó a ver con reproche.

 

– ¿Quién es Sai? –Preguntó Sasuke, curioso de ver a Naruto tan emocionado por una persona que él no conocía, aunque el nombre le resultaba vagamente familiar, como si anteriormente lo hubiera escuchado, pero sin prestarle atención en lo absoluto. Lee, quien estaba a su lado, volteó a verlo, sonriente.

 

– Sai es el actual dibujante de las portadas de los diarios, pero no puede salir porque sufre de alergia al sol, ¿Recuerdas que hablé de él un poco? –Sasuke asintió con la cabeza, comenzando a recordar levemente– Escuché que iba a traer algo bueno esta noche. –Cuchicheó. Los ojos de Naruto brillaron repentinamente.

 

– ¿Algo bueno? ¡¿Quizás dibujos de Momo?! –Preguntó, completamente entusiasmado. Sasuke rodó los ojos, mientras los demás simplemente hacían muecas confusas, sin nadie comprender quien era esa cosa llamada Momo y que tenía de bueno– ¡Ese bastardo de Sai, sabía que no me decepcionaría-ttebayo! ¿Dónde estará ahora?

 

– Aquí estoy. –Se escuchó, a la vez que una cara blanca salía de la oscuridad justo al lado de Naruto quien, soltó un grito despavorido, dando un salto imposible de su lugar, para correr y aterrizar de manera aun mas insólita sobre el regazo de Sasuke, abrazándose a su cuello– Tranquilo, Naruto-kun… soy yo. –Trato de calmarlo, apenado de haberlo aterrado tanto– ¿Por qué siempre es que te asusto? –Se preguntó, confundido. Kiba soltó una risotada.

 

– ¡Naruto es una gallina! –Se gorgoreó, dando palmadas sobre sus rodillas, ahogándose de risa– ¡Miren como esta abrazado al príncipe Sasuke! ¡La princesa Naruto! –Sus histéricas carcajadas, fueron prontamente contagiosas, logrando hacer reír a los demás.

 

– ¡No soy una gallina, Kiba idiota! –Protestó enseguida.

 

– Sería más creíble si me dejaras de ahogar con tus brazos, Usuratonkachi. –Musitó Sasuke con esfuerzo, al estar aprisionado en el abrazo de su amigo– Y bájate, maldita sea. –Naruto sonrío torpemente, dejó de abrazar a Sasuke y se bajó de su regazo, sentándose a su lado.

 

– ¡Esto fue épico! –Continuó Kiba con su griterío.

 

– Silencio, Kiba, eres problemático. –Bostezó Shikamaru, cansado de reír. Volteó a ver a  Sai que se sentaba cerca de Lee– ¿Trajiste eso de nuevo? –Preguntó con aire sospechoso. Automáticamente todos se silenciaron, incluso Kiba, para ver a Sai de forma expectante.

 

– Por supuesto. –Aseguró, mostrando una sonrisa igual de cómplice. Hurgó en el bolsillo de su chaqueta y sacó una botella cubierta por una bolsa de papel marrón– Como siempre, de la mejor calidad. Un elixir irresistible, se los aseguro, señores. –Todos sonrieron y miraron la botella con ojos deseosos. Sasuke y Naruto agrandaron los suyos, impresionados.

 

– No me digas que… eso es… –Sasuke se silenció un momento, tragando saliva– ¿Licor? –Sasuke rogó en ese momento a todas las deidades que conocía, que lo fuera. La boca inevitablemente se le hizo agua, la sola idea de tener cualquier clase de licor cerca, algo que le hiciera sentir la embriagues y el placer de la incoherencia a causa del alcohol, parecía una bendición. Él nunca había sido un hombre de vicios, aunque sí había probado por curiosidad un par de cigarrillos y unas copas de diferentes tipos de licor, sin verse mas involucrado. Pero en ese mundo, sentía la necesidad de probar cualquier tipo de relajante parecido. Su ilusión se vio esfumada en cuanto todos voltearon a verlo con desconcierto.

 

– No. –Sentenció Sai– Es jugo de fresa. –Sonrió con avives, como si semejante cosa fuera cien veces mejor.

 

– ¡Trae eso acá, quiero darle el primer trago a esa delicia! –Gritó Kiba en seguida.

 

– No, primero lo beberán Sasuke-kun y Naruto-kun. –Ordenó Sai, haciendo que Kiba comenzara a protestar, sin ser tomado en cuenta– Vamos, beban. –Incitó– Es algo que nunca volverán a probar pronto. –Sasuke hizo una discreta mueca al tener el frasco cerca de él y, efectivamente, percibir el fuerte olor a fresa del interior. Se sintió devastado.

 

– No, gracias…. –Murmuró con tristeza– No tolero las cosas dulces. –Prefirió pasársela a Naruto quien, le envió una mirada burlona. Gruñó ante eso.

 

– ¡Yo sí quiero! –Le arrebató la botella, dándole un sorbo– Oye, está buena. –Agrandó los ojos, impresionado– Es diferente a cualquier jugo que haya probado antes. –Tomó otro sorbo, lamiéndose los labios. Miró a Sasuke, sonriente– Vamos, pruébalo, Teme… sabe tan bien que no te importará que esté tan dulce… –Sasuke volvió a negar con la cabeza. Naruto se encogió de hombros y le dio un trago más, antes de devolverle el frasco a Sai.

 

– Sai es el único que sabe donde se encuentran esos viñedos de fruta… –Alardeó Kiba, pidiéndole a Sai el frasco, con una seña– Nunca se lo ha querido revelar a nadie, el muy tacaño. –Se detuvo para dar un largo trago, y después hacer un sonido saciado, como en los anuncios de refresco– Pero no me importa, mientras me siga compartiendo el producto terminado. –Rió.

 

– Tratar de convencer a Sai para que nos comparta la información es problemático. –Aceptó el frasco que Kiba el pasaba– Opino igual que Kiba, siempre y cuando nos siga compartiendo, estoy satisfecho. –Y al igual que todos, comenzó a beber y pasar la botella.

 

Todos se enfrascaron en platicas sin sentido, pero entretenidas. Chouji además de carne seca, había traído de contrabando unas cuantas patatas finamente rebanas y hervidas en aceite. Naruto se emocionó de volver a ver papas fritas después de tanto tiempo y se arrojó contra Chouji para alcanzar unas cuantas raciones extras. Celebrando ante cada botín llevado a hurtadillas, conversando un poco más de su vida, de sus padres, de sus deberes. Incluso Sasuke se sintió de humor como para acompañar la plática de Naruto, sobre como era su mundo. Los amigos que habían tenido, algunas anécdotas graciosas, incluso el incidente con sus padres. Cuando la madera de la fogata se redujo a pocos carbones brillantes, decidieron que la reunión de esa noche estaba por terminar.

 

– Muero de sueño. –Dijo Kiba en cuanto se puso de pie. Levantó los brazos, estirándose a su gusto– Al menos estoy satisfecho, como siempre Chouji trajo las mejores patatas crujientes. –Felicitó, ganándose una sonrisa orgullosa de Akimichi.

 

– Mañana será una pesadilla levantarse temprano. –Bostezó Shikamaru, sacudiendo sus pantalones del polvo.

 

– Mas bien, querrás decir hoy. –Shino se pasó una mano tras sus anteojos, frotando sus ojos cansados– Será mejor que nos retiremos antes de que nuestro tiempo para dormir se reduzca mas.

 

– Si, yo también quiero dormir un rato-ttebayo… –Sonrió somnoliento– Aunque nos la pasamos bastante bien, ¿Verdad, Teme? –Sasuke asintió, cubriendo un bostezo con la mano– Ah, esperen… Acabo de recordar algo. –Llamó la atención de los demás– ¿Han visto algo raro en los pasillos? Como una sombra, o algo…. –Preguntó, temeroso. Todos voltearon a verlo con simplicidad. Sai sonrió, inocente.

 

– ¿Te refieres a los fantasmas de la fortaleza? –Las miradas cayeron en Sai– ¿Qué? –Preguntó, confundido– ¿No le habían hablado de eso? –Naruto se puso de color azul en seguida. Lee rió de forma estrepitosa.

 

– ¡No digas esas cosas, Sai-kun! –Lee le dio una palmada en la espalda de manera entusiasta– ¡Asustarás mas a Naruto-kun con esa clase de historias! ¡Recuerda que hay que tomarlo con tranquilidad!

 

– Espera… –A Naruto le temblaron los labios cuando trató de sonreír– Estas diciendo que… ¿No es mentira?

 

– No. –Todos dijeron al unísono. Naruto sintió que su cuerpo tambaleó sólo. Shikamaru, bostezó, pero volteó a ver a Uzumaki.

 

– No pongas esa cara, pareciera que vas a desmayarte, que problemático. –Chasqueó la lengua contra los dientes– Es normal que en lugares como estos ocurran esa clase de cosas, ¿No es así? Nadie sabe cuántos años tiene con exactitud este castillo.

 

– Todo mundo ha visto algo alguna vez, pero nadie le pone más atención de la necesaria. –Kiba se talló un ojo con somnolencia, no teniendo la suficiente energía, ni siquiera para burlarse de la mueca temerosa de Naruto. Bufó, cansado– Después de todos estos años, muchas personas han muerto de vejez, pero también ha habido suicidios desde el balcón de las torres, principalmente de caídos.

 

– Algunos de nosotros hemos tenido el infortunio de presenciar esos actos, a corta edad. –Shino se cruzó de brazos, tranquilamente– Personas que mueren en circunstancias tan estresantes, es posible que no se encuentren tranquilas. No te dejes llevar por el temor de algo que no comprendes, y mejor pasa de ello como todos lo han hecho, hay que dejarlos tranquilos…

 

– Bueno, es mejor temerle a los vivos. –Chouji sonrió para aligerar el ambiente– Las sombras y los susurros no dañan a nadie. Vámonos a dormir. –Muchos asintieron, cansados. Se dijeron algunas palabras de despedida y se encaminaron juntos a la entrada. Algunos tomaron diferentes pasillos, al tener habitaciones en la planta baja, como Chouji y Sai. Apenas se encontraron caminando solos en dirección a las escaleras, Naruto tomó la mano de Sasuke.

 

– ¿Qué haces? –Gruñó, aún cuando ya conocía la respuesta– No me digas que vas a entrar en pánico otra vez, no les hagas caso.

 

– Pero… –Dudó– Ya lo escuchaste de todos… hay fantasmas en la fortaleza, cientos y cientos de fantasmas… –Se horrorizó él mismo y se aferró al brazo entero de Sasuke, abrazándolo– ¿Qué tal si vemos uno, Sasuke?, Así como en esa película de terror, donde la mujer de cabello largo baja con los brazos y piernas al revés, por las escaleras…

 

– Estas exagerando. –Suspiró– No creas en las supersticiones de esos tipos, no hay nada como eso, entiéndelo. –Rodó los ojos cuando sintió el agarre más fuerte– Y si por alguna razón imposible, se diera la casualidad de que los espíritus llegaran a existir, no creo que se tomen la enorme molestia de hacerse visibles, sólo para asustarte…

 

– Bueno. –Aceptó– Pero mientras llegamos a la habitación cerraré los ojos, y tú me guiarás.

 

– Usuratonkachi. –Rezongó. Odiaba la idea de hacer de perro lazarillo, pero no tuvo más opción que tener cuidado con Naruto, en cuanto vio que lo había dicho seriamente y entonces, cerraba los ojos, apegándose aun mas a él, tanto, que tenerlo a su lado por poco le dificultaba caminar. Subieron las escaleras sin problemas, y llegaron al cubículo– Llegamos, Dobe… ya puedes abrir los ojos.

 

– Por fin. –Se alivió– Ese fue uno de los viajes más tensos de mi vida… –Caminó rápidamente hacia la cama, y se acercó a desdoblar las sabanas– Teme, ¿Puedes bajar una de esas mantas?, Está comenzando a hacer frío.

 

– Si, últimamente, yo también creo que hace frío durante la madrugada. –Se encaminó con pereza hacia el closet en la esquina de la habitación. Se estiró en puntas hasta alcanzar uno de los pocos cobertores que tenían sobre el– Quizás estemos por entrar a una época fresca, así como el otoño… –Caminó hacia la cama, sacudiendo la manta, antes de colocarla sobre la cama– Ya no es suficiente cerrar la ventana.

 

– Pues no me importa lo que digas, pero me pegaré a ti hoy. –Amenazó con una sonrisa. Se tiró sobre la cama, acurrucándose en la orilla, cubriéndose con las sabanas y mantas– Así que no quiero quejas, Teme.

 

– Estúpido, llevas todas las noches pegándote a mí. –Graznó. Brincó a Naruto, colocándose en el otro lado de la cama. En esta ocasión se alejó de la pared fría de piedra que, parecía irradiar mucho más frio– Durmamos, siento como si los ojos me ardieran, quizás por estar cerca de la fogata tanto tiempo.

 

– Bueno… –Bostezó. Se dio la vuelta y vio a Sasuke sobarse el puente de la nariz, con cansancio– Sasuke… –Llamó. Sasuke dejó lo que estaba haciendo, para verlo. Naruto no dijo nada, y Uchiha levantó una ceja.

 

– ¿Qué sucede? –Preguntó al no tener más dialogo de su amigo. Naruto meneó la cabeza, con tranquilidad y se acercó a él, buscando calor– Dobe… –Sonrió. Sintió a Naruto juntar sus pies con los suyos, para después suspirar con placer, al entrar poco a poco en calor– Buenas noches, Naruto. –Murmuró al verlo cerrar los ojos lentamente, cayendo en el sueño casi de inmediato, sin poder darle respuesta. Sasuke aprovechó que estaban cerca uno del otro, y acomodó su barbilla encima de la cabeza de Naruto. Respiró el olor de la noche en su cabello y se frotó con él inconscientemente, sintiendo como su cuerpo también se llenaba de calidez, logrando que cayera en el sueño.

 

 

 

 

 

Naruto se llevó un bocado de pan a la boca, masticándolo con avives. El comedor del desayuno estaba, como era usual, a rebosar de personas. Todo ánimo parecía haber vuelto, y los eventos pasados, se sentían demasiado distantes. No había nada que le echara a perder ese día, ni siquiera si Nagato llegara de la nada. Nada.

 

– Por favor, necesito que presten atención. –Itachi, en el frente del salón comedor, levantó una mano. Todos dejaron sus cubiertos de lado, silenciándose casi de inmediato– Bien. –Apremió. Levantó la tablilla que llevaba en la otra mano, leyendo un poco– Debido a las repentinamente entusiastas peticiones de permiso para las salidas, he retrasado la respuesta a los equipos. –Los hombres del comedor, pusieron especial atención a esas palabras. Itachi bajó la tablilla y volteó a ver a todos en el salón– Los roles se hicieron según el tiempo de su última salida. El equipo ‘Express’ ya hizo su salida, ahora es turno del grupo Natura. –Algunos hicieron sonido de pesar, otros de regocijo, seguramente, los miembros del equipo en cuestión– Uchiha Sasuke saldrá con ustedes. Es todo. –Sentenció, caminando fuera del salón, después del anuncio.

 

– ¡¿Qué?! –Naruto volteó a ver a Sasuke con sorpresa– ¿Vas a salir tu, y yo no? ¿Por qué? –Sus ojos mostraron un gesto preocupado. Sasuke, lo miró al tiempo que llevaba una cucharada de potaje a su boca y se encogió de hombros, sin interés– Oye, ¿En verdad no te importa? –Reclamó. Sasuke pasó el trago y volvió a mirarlo.

 

– No es la gran cosa. –Hizo una pausa mientras bebía un poco de agua– Además, tú has salido por tu cuenta, ¿De qué te quejas?

 

– Si, pero… –Repeló– Al menos has salido tu también, en otro equipo pero aun así, has salido conmigo. Pero esta vez vas tú solo. –Se sacudió en su sitio. Inquieto– ¿Estarás bien?

 

– Yo no necesito protección. –Dijo, mordaz– A comparación tuya, si yo me veo en problemas, puedo arreglármelas solo.

 

– Maldito. –Entrecerró los ojos, apretando la cucharilla en su mano– Yo estoy hablando en serio. Y en serio estoy preocupado por ti. –Murmuró, molesto.

 

– Estaré bien. –Dijo finalmente– Mientras no sea el equipo de Nagato, todo estará bien. Según Itachi, los demás grupos tienen menor riesgo en pérdidas. A comparación de aquél idiota, los demás son líderes razonables. –Explicó con tranquilidad, tratando de que Naruto dejara de preocuparse por él– Además, mi hermano no me pondría en peligro a propósito.

 

– Si, tienes razón. –Bajó la mirada, tranquilizándose– Es sólo que es la primera vez que estaremos separados. –Susurró con melancolía. Sasuke sonrió, y levantó una mano para alcanzar el cabello de Naruto, y alborotárselo– Pero tienes razón. –Sonrió ante el gesto– Itachi no te pondría en algo peligroso. Por muy líder que actúe, tú eres su hermano.

 

– ¡Naruto, Sasuke! –Ambos chicos voltearon al escuchar sus nombres. Deidara se acercó a ellos, sonriendo– Itachi quiere hablar con ustedes, bajen a las bóvedas si ya terminaron su desayuno.

 

– ¿Mi hermano quiere hablar con nosotros? ¿Para qué? –Hizo su tazón a un lado, poniéndose de pie junto a Naruto– ¿Es sobre el anuncio que dio hace unos minutos?

 

– No lo sé. Hum. –Deidara frunció el ceño– Itachi sólo me pidió que los llamara. –Se dio media vuelta caminando– Pareceré su secretario, pero no lo soy. Sólo vayan.

 

Naruto suspiró con fastidio y se alejó de la mesa, yendo hacia el pasillo. Sasuke se echó las manos a los bolsillos de su pantalón. Se preguntaba qué era lo que su hermano parecía tener tanta urgencia por comentarles. El pasillo que daban a las escaleras de las bóvedas, estaban relativamente cerca. Naruto dio un suspiro, ahora relajado, en cuanto comenzó a escuchar el sonido que sus pasos hacían en el eco de las escaleras de caracol. La sutil brisa fresca del subsuelo subía por los escalones de piedra, arrastrando hasta su nariz ese aroma de papel viejo, cuero y aceite de antorcha. La magnífica estancia de columnas cilíndricas, no dejaba de impresionarlo aun cuando bajaba a ese sitio cada pocos días.

 

– Naruto, Sasuke, por aquí. –Se escuchó la voz de Itachi resonar en las paredes, en cuanto ellos pusieron un pie en el final de la escalera. Sasuke y Naruto caminaron hacia el último de los estantes, donde sabían, se encontraba el mesón rectangular– Siéntense. –Propuso en cuanto los vio acercarse a él.

 

– ¿Qué querías decirnos? –Cuestionó Sasuke, tomando asiento. Al contrario de Naruto, él odiaba ese lugar. El ver tantos diarios, le repugnaba– ¿Tiene que ver con la salida de mañana?

 

– No. –Negó, tranquilo. Tomó asiento al igual que los jóvenes, hojeando la tablilla frente a él– Sasuke, Naruto. –Llamó sin ninguna razón, viéndolos consecutivamente– Han pasado tres meses ya desde su caída. –Observó– Es hora de que sus diarios tengan sus rostros.

 

– ¿No habían dibujado nuestras caras, porque no sabías si íbamos a sobrevivir? –Naruto ladeó la cabeza. Itachi volteó a verlo– ¿Es eso?

 

– No es algo que yo decida. Es una de las reglas. –Explicó, sonriendo, aun cuando sus ojos no mostraban alegría alguna– Siempre se ha hecho así; Al mes de vida aquí, se les entrega un diario, entonces se espera que comiencen a escribir en él un poco, pero la portada no se elabora hasta que pasen los tres meses. –Anotó algo un su tablilla– Así no se malgastara el cuero de las portadas, ni tampoco el material del dibujante. –Subió su vista nuevamente– ¿Ya han comenzado a escribir en sus diarios?

 

– Yo sí. –Asintió.

 

– No. –La voz de Sasuke resultó furiosa. Itachi y Naruto voltearon a  verlo. Bajo la luz de las antorchas en las paredes, la mirada de Sasuke refulgía, su cólera era clara, aun cuando parecía que estaba siendo contenida– No he tocado ese maldito libro, ni una sola vez. –Musitó con dientes apretados. Itachi suavizó su mirada, casi volviéndose compasiva.

 

– Tienes que escribir en él, Sasuke. –Habló con tristeza– Es una obligación.

 

– ¿Para qué? –Apretó los puños sobre la mesa– ¿Para cuándo una de esas malditas bestias me devore, algún idiota vea lo patético que fui al negarme a morir aquí? –Sus hombros temblaron de ira– ¡Esa porquería no es más que un sádico mal chiste, donde todos no dejan de decir que no van a morir, pero al final, lo único que les queda, es ser las sobras en el suelo que los monstruos no quisieron! –Naruto entrecerró los ojos. El ya sabía todo eso que Sasuke le gritaba a Itachi. Su odio por ese mundo, y su miedo a caer.

 

– Sé que es cruel… –Suspiró, llevándose los dedos al puente de la nariz– Y entiendo tu renitencia a convertirte en otro más de los diarios que hay aquí… –Señaló los paneles y estantes a su lado– Yo también sentí lo mismo, Sasuke. Pero las cosas que se deben de hacer, deben de hacerse y punto. –Su voz se volvió autoritaria, viendo a hermano menor con dureza– La importancia de estos diarios, no es sólo un pasatiempo que los que habitan aquí poseen, es un registro de las vidas que han pasado por esta fortaleza. Porque cuando muramos aquí, y la gente sigue cayendo, ellos puedan ver que no fueron los únicos.

 

– ¡Lo que quieres es volverlos locos! –Se puso de pie, golpeando la mesa con las manos– ¡Mostrarles cuántas vidas se ha cobrado este mundo, no es algo que dé alivio!

 

– Los diarios… –Continuó– Son la historia de este mundo y nosotros somos parte de ello. –Frunció el ceño, viendo a Sasuke con más seriedad– Porque cuando llegue el día en el que alguna generación descubra qué sitio es este, como sobrevivir e incluso, como salir, nuestras vidas serán las piezas que necesiten saber. Ellos deben saber, nuestra historia, que al final de cuentas, es el día a día que tenemos.  –Sentenció. Sasuke volvió a sentarse, en silencio, no teniendo nada que decir a las palabras de su hermano– Bien. –Volvió al tema– Como les decía, es tiempo de que su diario sea personalizado. –Volteo hacia atrás, al pasillo oscuro detrás de la mesa– ¿Sai, ya los tienes?

 

– Si. Le pedí a Lee que fuera por ellos. –Sai salió de la oscuridad, sonriendo. En sus manos, un par de diarios– Aunque te dije que no era necesario que ellos vinieran, he hecho muchos de sus dibujos como para saber su rostro de memoria.

 

– ¡Sai, ese es mi diario, ¿Verdad?! ¡Mas te vale que no lo hayas abierto-ttebayo! –Naruto golpeó graciosamente la mesa con su puño, medio poniéndose de pie– ¡Si leíste algo, te las verás conmigo! –Sai sonrió ante la amenaza.

 

– No he leído nada. –Comentó inocente– De todas maneras, no creo que hayas tenido nada interesante que poner aquí. Y el de Sasuke-kun, ni siquiera tiene nada.

 

– ¡Maldito, entonces si lo abriste-ttebayo! –Refunfuñó. Sasuke volteó a otra parte, desinteresado.

 

– ¿Ya se conocían? –Itachi levantó las cejas, impresionado. Sai entró al salón, asintiendo– ¿De dónde?

 

– Bueno… –Sai miró a Naruto con gracia– Sólo digamos que Naruto-kun es una persona con mucha curiosidad y sentido de la exploración. –Naruto sonrojó sus mejillas, recordando que había descubierto la habitación de Sai, por estar merodeando la fortaleza. Sasuke juntó ambas cejas, no gustándole como esas palabras habían sonado, y mucho menos el sonrojo de Naruto, sin saber el motivo– Pero está bien, aprendí mucho de él. A Sasuke-kun también lo conocía.

 

– ¿A Sasuke también? –Itachi contuvo una sonrisa satisfecha, alegrándose por dentro que su hermano menor se relacionara con más personas– Bueno, me alegro que tenga que ahorrarme las presentaciones. Aun así, quiero que ellos estén sepan que harás sus portadas. –Volteó a verlos un segundo, y volvió a Sai– Si crees que en verdad no necesitas tenerlos como modelos, entonces supongo que está bien. ¿Para cuando crees terminar de grabar los diarios, Sai?

 

– Les entregaré los libros hoy en la noche, no te preocupes. –Sonrío– Como ya mencioné, he dibujado sus rostros tantas veces que, ya los conozco. Naruto y tú me han hablado mucho de Sasuke-kun, así que debo estar bien, además, a Naruto ya lo boceté cuando estábamos en mi habitación. –Sasuke volvió a fruncir el ceño, percibiendo la misma desazón que había sentido con Kiba días antes. Dirigió su mirada al suelo, molesto consigo mismo, por no saber qué pasaba con él.

 

– Entiendo. –La voz de Itachi hizo que Sasuke saliera de sus pensamientos– Entonces está bien que se vayan, chicos. Por cierto, Sasuke, mañana debes estar alistándote desde temprano, quizás debería de llevarte con el equipo para que lo conozcas y…

 

– No es necesario. –Interrumpió, poniéndose de pie, esta vez, para retirarse– Conozco a Aburame. –Mencionó.

 

– ¿A Shino-kun? –Volvió a sorprenderse– ¿Cuándo?, bueno, eso no importa. –Negó con la cabeza, sonriendo– Es bueno saber que te estés involucrando. –Sasuke desvió la mirada, incomodo. No quería ver esa ridícula sonrisa fraternal en Itachi, le hacía sentir como si aun lo viera como un mocoso– Pueden irse, hagan sus deberes del día o lo que sea que tengan pendientes, andando. –Despidió, volviendo a su tablilla de apuntes. Sasuke y Naruto le dieron un saludo con la cabeza y caminaron de vuelta a la escalera.

 

Caminaron en silencio, saliendo de las bóvedas, recorriendo el pasillo y subiendo las escaleras a la planta alta, donde estaba su cubículo. Naruto abrió la boca, aun sin estar seguro de que decirle a Sasuke. Simplemente quería romper la pesada tensión que se levantaba en su amigo, cada vez que se molestaba. Antes de que emitiera alguna palabra, un retumbo del exterior le hizo cerrar la boca de golpe. Sasuke y Naruto voltearon a verse, conmocionados. Al escuchar las exclamaciones sin sentido fuera de las paredes, ambos corrieron hacia la ventana. Naruto se preocupó en seguida, si se trataba del manto, entonces sería peligroso que Sasuke saliera por la mañana. Al acercarse al balcón, una corriente de aire fresco les golpeó el cabello y rostro. Un profundo olor húmedo y delicioso les inundó antes de que un sonido conocido, les presentara el paisaje. Lluvia.

 

Naruto levantó la vista a las nubes negras y grises, espesas y cargadas de agua que ya dejaban caer. Las personas en los sembradíos parecían eufóricas y felices, mientras que algunas corrían rápido por telas y ramas, que les ayudarían a cubrir las cosechas más sensibles, y evitar que estas se dañaran con la torrencial lluvia. Las mujeres de la cocina sacaron cubetas grandes de madera, colocándolas lejos de las paredes, para que sólo limpia agua de lluvia cayera dentro. Sasuke cerró los ojos un segundo cuando una nueva corriente de aire, perfumado a tierra mojada y hierva del bosque, se estrelló contra el balcón. El amaba las tardes lluviosas.

 

– Supongo que la cacería de mañana será suspendida. –Murmuró Naruto, tratando de no dejar que la felicidad que sentía por ello, alcanzara su voz.

 

– ¡¿Estás loco?, La lluvia es el mejor clima para cazar! –Kiba rió con estridencia, llegando junto a Shino al balcón– ¡Maldita sea, Shino! ¡Tengo envidia de tu grupo, desgraciados suertudos! –Volvió a reír, observando la lluvia con aire satisfecho.

 

– ¿Por qué dices que este es el mejor clima para salir? –Preguntó Sasuke, levantando una ceja, apenas haciendo un saludo con la barbilla a Shino y Kiba. Shino acomodó sus gafas, mientras también veía el agua caer.

 

– Los olores del bosque despiertan. –Murmuró, explicando con su tono serio– La hierba, la tierra, la madera y el lodo, inundan las corrientes de aire. El aroma a humano de un pequeño grupo de cazadores, es opacado por completo por este enorme bosque. –Vio a Sasuke– El camuflaje perfecto.

 

– Lo más probable es que la lluvia siga por varios días, siempre es así. –Dijo Kiba, pasándose un dedo bajo la nariz– Lo malo de esto, es que ahora hará un frío terrible. –Como si fuera una promesa, un estornudo salió de su boca– Maldición, soy sensible a los cambios de temperatura. –Se lamentó.

 

– Eso se debe a que siempre tienes la cabeza caliente. –Shino se acomodó los lentes, creando un presumido brillo. Naruto soltó una risa ante el comentario, Sasuke sólo sonrió.

 

– ¿Qué quieres decir, Shino? –Kiba entrecerró los ojos con molestia, pasándose el dedo bajo la nariz de nuevo– ¿Insinúas que me dejo llevar fácilmente, que no me detengo a pensar las cosas? –Estornudó–…Diablos… –Volvió a lloriquear, sorbiendo por la nariz.

 

– Será mejor que vayamos al cubículo. –Sugirió Shino, sin cambiar su expresión o tono de voz– Si sigues expuesto a la brisa de lluvia, terminarás por enfermarte.

 

– ¿Estas preocupado por mi? –Sonrió Kiba con aire presuntuoso. Shino negó con la cabeza.

 

– Me preocupo por mí mismo. –Aseguró– Compartimos cubículo, si tú te enfermas, seguiré yo. Andando. –Y comenzó a alejarse.

 

– ¡Eres un maldito, mal amigo, Shino! –Kiba corrió tras él, quejándose– ¡Si te enfermas no cuidaré de ti! ¡Te dejaré sufrir!

 

– Si me enfermo será, porque tú te enfermas. –Continuaron su discusión, desapareciendo por el pasillo. Naruto soltó una risita, pensando que, seguramente Sasuke y él se veían de esa manera cuando discutían.

 

– Vayámonos nosotros también. –Propuso Sasuke, de igual manera– A nosotros no nos afecta tan bruscamente los cambios de temperatura, pero debemos ser cuidadosos, aquí no tienen antigripales. –Esperó a que Naruto asintiera, de acuerdo. Dio un último vistazo por el balcón, antes de comenzar a caminar.

 

Cuando ingresaron a su cubículo, Sasuke fue hacia la ventana, con la intención de cerrarla, mientras Naruto encendía una de las velas. Sasuke se quedó viendo a la neblina del exterior, y se sentó en el borde de la ventana. Con la bruma levantándose de esa manera, el bosque ahora parecía tener un aspecto más fantasmal, pero eso a él le gustaba. Su hermano Itachi y él, siempre habían compartido su gusto por los lugares fríos. Odiaba admitir en esos momentos, en donde la vista del paisaje le seducía, que ese mundo, sin una notable interferencia humana, con sus cielos azules, sus noches estrelladas, su clima estable, sería el mundo perfecto, sin tan sólo no se volviera un infierno rojo o no tuviera bestias.

 

– Esta clase de mañana llama a gritos una enorme taza de chocolate caliente. –La voz socarrona de Naruto, hizo que Sasuke despegara la vista del bosque, para voltear a ver a su amigo. Sentado en la mesa de la habitación, recargando su cabeza entre sus manos, observándolo con diversión, Naruto parecía muy entretenido. Sasuke sonrió.

 

– Yo preferiría una taza de té o café. –Naruto hizo un gesto.

 

– Cierto, a ti te gustan las cosas amargas, como tú. –Su sonrisa de dos hileras de dientes se hizo presente, buscando provocar a su amigo.

 

– Muy gracioso. –Ironizó. Naruto volvió a reír, cerrando los ojos. En la habitación sólo se escuchaba el sonido de la lluvia, a través de la ventana que Sasuke aun no cerraba–…Naruto… –Llamó en voz baja, sin tener algún propósito, pero su amigo no lo escuchó.

 

Naruto suspiró, sintiéndose de pronto cómodo y adormilado.  El sonido, la temperatura y el olor, lo relajaron a un punto donde sus ojos parecían demasiado pesados para abrirse, aun cuando todavía podía percibir todo a su alrededor, como un estado de vigilia. Sasuke recargó la espalda en la pared, subiendo su pie hasta el marco de la ventana. Recargó sus brazos sobre su rodilla, dejando colgar la otra pierna. Se dedicó a ver a Naruto dormitar. Sasuke recorrió con parsimonia su rostro, observando cada punta de su alborotado cabello, el flequillo que caía sobre sus ojos, las pestañas largas, de un tono entre el castaño y el chocolate. Sonrió al ver sus mejillas abultadas entre las palmas de sus manos, haciendo sobresalir sus peculiares marcas de nacimiento. Sasuke recordaba los murmullos de algunas personas, cada vez que el tema sobre las mejillas de Naruto salía a frote.

 

Muchos creían que eran una especie de tatuaje, otros, al sentirlas bajos sus dedos y percibir esa sensación texturizada, pensaban tonterías como que, habían sido hechas por navajas de afeitar, en un arranque de Naruto por llamar la atención. Sasuke siempre se había sentido molesto ante esos rumores, y cada vez que atrapaba a algún grupo de chiquillas en medio de su charla, las contradecía con crudeza, algunas veces, teniendo que mostrar una de las fotos que cargaba en su celular, aquellas de Naruto y él siendo pequeños, casi gritándoles que eran marcas naturales, de nacimiento y genuinas. Obviamente, eso nunca se lo había mencionado a Naruto, y tampoco permitió alguna vez, que él en alguna ocasión se llegase a dar cuenta de esos malintencionados comentarios. Suspiró. Los recuerdos de su vida en la preparatoria se percibían tan lejanos a sólo unos cuantos meses de haberlos dejado atrás.

 

La época de muchas buenas experiencias, cambios y recuerdos que, aunque ellos vivían un mismo estilo de vida, eran distintos entre ellos. Naruto había recibido su primer beso hasta la preparatoria, mientras que Sasuke lo había tenido en primaria. Naruto había tenido su primera novia en la preparatoria, mientras que Sasuke en secundaria, pero se fastidiaba con facilidad de lo posesivas que se volvían con él, así que terminaba cualquier jugueteo pronto.

 

 Naruto no había tenido la oportunidad aun de estar cerca de tener sexo, más allá de caricias y besos intensos con sus novias pasadas. Sasuke ya había experimentado algo más que caricias, casi llegando al punto de culminación, pero siempre interrumpido por algo. Algunas ocasiones, Sasuke se preguntaba si era por eso que Naruto parecía ser más inocente. Si el hecho de no haber tenido una vida con pensamientos perversos atosigándole en cada ocasión, le permitía tener esa radiante luz a su alrededor, como la de un eterno niño. Algunas veces, Sasuke se sentía superior a Naruto, más adulto en comparación a él. Otras simplemente, se sentía más sucio.

 

– Bueno… –Susurró– Al menos aun tenemos en común nuestra castidad. –Sonrió con sátira. De no haber sido por el repentino sentimiento de traición que sintió en el momento en el que Ino sugirió que Sakura y Naruto también se estaban acostando, en esos momentos, no habría siquiera eso entre ellos–  Ni nada. –Consideró. Pues era más que probable que, Naruto no lo hubiese perdonado– Espera… –Frunció el ceño, al recordar de golpe todo ese malestar que sintió.

 

Sasuke había dejado pasar ese tema por alto, y terminó por olvidarlo por completo. Pero ahora, en ese instante en el que volvía a su mente, las cosas le parecían diferentes. Meneó la cabeza, desconcertado. Ya sabía que no le iba bien haciéndose ideas, siempre resultaban equivocadas, así que lo mejor sería volver a descartar ese tema extraño, una y otra vez. Cuantas veces fuera necesario, hasta que la sola intención de contemplarlo, dejara de aturdirle. Separó su vista de Naruto, cuyo hilo de saliva ya comenzaba a gotear hasta la mesa, y clavó sus ojos negros, en las nubes.

 

…Esto está mal… algo… está mal conmigo….

 

 

 

 

 

– ¡Todos los del equipo, no olviden llevarse una capucha! –Toshio, el actual líder de Natura, gritó a los ocho miembros de su equipo– ¡Shino, dale una a Sasuke-kun! –Shino asintió desde su posición. Reunidos en la parte frontal de la fortaleza, Natura se preparaba para salir.

 

– En verdad vamos a salir con esta clase de lluvia. –Murmuró Sasuke. El día anterior había sido un pequeño vislumbro de la tormenta que tenían en ese momento. Los vientos soplaban de un costado haciendo que las gotas de agua atrapadas entre las corrientes, golpearan como agujas.

 

– Va a ser un poco difícil disparar las flechas con este viento pero, estaremos bien. –Shino llegó junto a Sasuke, tendiéndole una capucha verde oscuro– Pero no deja de ser una buena oportunidad para regresar a salvo con mayores probabilidades.

 

– De acuerdo. –Se colocó la capucha sobre los hombros, amarrando las cuerdillas frontales, para después cubrirse con el gorro– ¿A qué dirección irán esta vez? –Preguntó, recordando que cada equipo tenía su terreno de caza.

 

– El Natura siempre recorre las áreas cercanas a los ríos y lagos. –Dijo, cubriéndose también con el gorro de la capucha, dejándole apenas visible los ojos.

 

– ¿Lo lagos? –Levantó una ceja– ¿No te referirás de casualidad, al que está como a dos horas de camino? –Frunció el ceño en cuanto vio a Shino asentir.

 

– Es cerca de esa dirección, pero supongo que mencionas a uno de los lagos más grandes. Nosotros no llegaremos tan lejos. –Volteó a ver a Sasuke, a través de sus gafas– Nos dirigiremos mas al lado sur, cerca de la cascada. ¿Sabes de ella?

 

– No. Pero da igual. –Comenzó a caminar para acercarse a su grupo temporal, seguido de Shino– Ni siquiera estoy seguro de que tú y yo nos refiramos al mismo lago. No he tenido la oportunidad aun de conocer más allá de las praderas.

 

– No es que haya algo interesante. –Se agachó para recoger su estuche de flechas y arco– Todo es bosque.

 

– Supongo. –Amarró la cintilla del estuche contra su pecho, y tomó su arco, asegurándose de que la cuerdilla y la madera estuviera en buen estado. Shino se le quedó viendo por unos instantes. Sasuke levantó una ceja– ¿Qué? –Preguntó.

 

– No armaste un escándalo en esta ocasión, por el hecho de que Naruto no te acompañe. –Observó. Sasuke volteó a ver a otra parte.

 

– ¿Por qué tendría que hacerlo? –Rezongó.

 

– Dímelo tú. –Miró hacia el frente– Escuché que le habías dicho a Kiba que; Tu y él, venían en el mismo paquete. Pero él no está aquí ahora.

 

– Escucha. –Llamó, seriamente. Shino posó su mirada en los afilados ojos de Sasuke, que en ese momento mantenían un gélido y duro sentimiento reflejado– A comparación de ese Dobe, yo puedo cuidarme a mí mismo. Y disparar esto… –Levantó su arco, mostrándolo– No es un problema para mí, como lo es para él. Y a comparación de Naruto, yo no tengo ciega confianza en un líder que ni siquiera conozco. –Shino le ponía atención con interés, sin llegar a intimidarse de la rudeza de su voz– Porque es un imán de problemas, no lo dejo solo. Pero si yo estoy solo, entonces no habrá problemas. –Sasuke entonces, vio a Shino sonreír por primera vez.

 

– Interesante. –Dijo. Y entonces se marchó, dejando a Sasuke con una mueca de extrañeza– Eso explica todo. –Murmuró.

 

Sasuke se acercó a escuchar las instrucciones del líder del equipo, pero apenas pudo entender lo que decía en medio de palabras y lugares que hacía mención. Se quedó pensativo ante la noción que en cada excursión que realizaba, parecía alejarse cada vez más de la fortaleza. Todos dan un aplauso, colocándolo de nuevo en la realidad. La expedición está por comenzar. Todos toman sus cosas, comenzando a encaminarse hacia las puertas frontales de la fortaleza, a un rumbo que Sasuke todavía desconocía. Con decisión, Sasuke caminó detrás de su grupo, quienes iban conversando entre ellos, haciendo caso omiso de la incómoda lluvia. Pasó de los arcos de piedra, y entonces se detuvo un segundo, para voltear hacia atrás.

 

Desde esa posición, la ventana de su habitación no lograba verse, pero no era eso precisamente lo que había buscado. Naruto, quien estaba recargado en el borde del balcón, estaba quieto en su sitio, Sasuke sonrió y levantó una mano, en despedida. Naruto respingó cuando Sasuke se dio media vuelta en su lugar, descubriéndolo en el balcón, e hizo un puchero cuando levantó una mano, para que lo viera. Lo último que Naruto hubiese querido, era que Sasuke se diera cuenta de lo mucho que estaba preocupado por él, como para ir a verlo partir, así que sin más remedio, levantó también una mano, a regañadientes, despidiéndolo. Sasuke retomó entonces su camino, dándole la espalda.

 

– Más te vale regresar a salvo… Bastardo. –Murmuró. Debía de admitir que verlo salir por su cuenta era difícil. Muchas veces estuvo a punto de caer en la tentación de hacer una protesta a Itachi, tal cual Sasuke había hecho antes. Sin embargo, él no era el hermano de Itachi, así que lo más seguro sería que sus gritos no tuvieran efecto alguno– Maldición. –Apretó las manos.

 

El no quería dejar marchar a Sasuke. Sentía un nudo en su estomago que parecía querer arrastrarlo a bajar las escaleras, correr hacia la entrada, tomar a Sasuke de la mano y arrastrarlo hasta su cubículo, protegerse bajo las mantas, como cuando eran pequeños, y olvidarse de todo el mundo. Pero no podía hacer eso. Y si lo intentara, estaba seguro de que Sasuke lo enviaría de regreso con un golpe, regañado y lloroso, como el mocoso malcriado que parecería.

 

– Pareces nervioso. –Naruto se sobresaltó por la repentina voz a su espalda– Perdona, ¿Te asusté? –Deidara se recargó a su lado en el balcón, también viendo hacia las puertas, alcanzando todavía a ver al grupo Natura alejarse por el sendero talado– Sasuke va en ese grupo, ¿No es así? –Naruto asintió, viendo a su amigo marchar– ¿Estás bien?

 

– Si, ¿Por qué? –Naruto notó el temblor en su voz y se maldijo– Estoy bien. –Volvió a repetir con más firmeza.

 

– Sabes, Itachi antes me había dicho que cuando Sasuke saliera solo, el siguiente en ponerse como loco serias tú. –Su mirada se volvió Jocosa– Y no se equivocó, hum.

 

– ¿Qué? –Se ofendió– ¿Quién rayos está como loco?, el único en hacer berrinches aquí, es el Teme. –Frunció el ceño, haciendo un desprecio– Yo sólo vine aquí para asegurarme que Sasuke se largara, y no se fuera corriendo asustado al cubículo-ttebayo.  

 

– Eres un mentiroso terrible. –Se rió. Entonces su mirada sobre Naruto se tornó más amigable– ¿Puedo preguntar algo que, quizás pienses que no me incumbe? –Naruto volteó a verlo, con ojos curiosos. Deidara interpretó eso como un incentivo a continuar– ¿Cuál es el propósito de que los dos actúen así?, es claro que se preocupan el uno por el otro, así que, ¿Por qué negarlo con tanto ahínco?

 

– Yo… –Las mejillas de Naruto enrojecieron de pronto, consiguiendo que Deidara lo viera con mayor burla– No es como si fuera a propósito…es sólo que… –Dijo en voz apenas audible, dejando la frase inconclusa al sentir el bochorno subir sin parar hasta su rostro. Aquella era una buena pregunta.

 

Y la respuesta quizás sería que, no era normal mostrar ese grado de apego por un amigo. A favor de ellos, Naruto consideraría su crianza juntos, y que más que amigos, los sentimientos de ambos eran más fraternales. Lo único que les hacía falta para ser verdaderos hermanos, sólo era el parentesco sanguíneo. Porque una vida que se compartía de la forma en la que ellos habían hecho, donde los secretos pocas veces existían, y cualquier pregunta hecha sobre el otro, podía ser respondida sin vacilar, significaba mucho. Pero ellos no eran familia, así que no podían hacer algún despliegue de sentimentalismo, enfrente de nadie, incluso ellos mismos. Era ridículo, pero el orgullo de un hombre, era de esa forma.

 

Naruto miró hacia el suelo. Si Sasuke y él, hubieran nacido como dos chicas, entonces, cosas como tomarse de las manos, abrazarse y besarse en la mejilla, no sería malo. Palabras de cariño, y promesas puestas en joyas o collares conmemorativos, seria de lo más normal. Pero no era de esa manera. Los chicos no hacían ese tipo de cosas, porque las personas nunca verían bien esa clase de comportamiento, que se presta a la malinterpretación morbosa. Naruto siempre pensó que la amistad entre hombres era más duradera. Lo había visto entre sus compañeros de clase, y comparado con las chicas que conocía. Pero era quizás de esa forma tan leal, porque todas esas innecesarias palabras y actos, se reprimían. Entonces la única manera de poder demostrarlo, era simplemente estar ahí. Estar juntos, siendo amigos, mejores amigos, hermanos, cómplices.

 

– Es sólo que… –Continuó después de un breve silencio, donde todos sus pensamientos parecieron ordenarse, calmándolo– Simplemente así tiene que ser. Eso es lo que nosotros somos. Eso y ya.

 

– Ya veo… –Sonrió, asintiendo ante su respuesta. Itachi tenía razón, nadie cabía dentro de su mundo. Eran sólo ellos dos, y sólo ellos dos se entendían– Supongo que eso basta, hum.

 

Un relámpago cayó, haciendo que los chicos se sobresaltaran. El estridente sonido del trueno que le siguió después, logró hacer que Naruto rechinara los dientes y se removiera incomodo. Nunca había presenciado un relámpago tan cerca. Una serie de destellos entre nubes comenzaron a hacerse notar a lo lejos, así como el retumbo lejano de los truenos, más allá del bosque.

 

– Al parecer la lluvia va a tornarse peor. –Naruto vio a Deidara decir esas palabras. El mayor veía hacia el cielo con el ceño fruncido, como silo analizara– Será mejor que le avise a Itachi. –Dijo, mostrando intenciones de entrar al castillo. Naruto dio un salto hacia él.

 

– ¡Espera! –Lo agarró por la parte traerá de su camisa, alcanzando a detenerlo– ¿A qué te refieres con que va a empeorar, y porque tienes que decírselo a Itachi? –Tragó saliva– ¿Acaso el grupo donde está Sasuke va a tener problemas o algo? –Deidara vio como Naruto parecía comenzar a entrar en pánico. Le sonrió para tranquilizarlo.

 

– Nada de eso, ellos van a estar bien. Es sólo mí deber informarle de todo lo que ocurre a Itachi, no te preocupes. –Sintió que su camisa era liberada– Va a comenzar a hacer más frío, y los vientos pueden volverse violentos, lo mejor es que vayas a tu cubículo. –Naruto asintió, y entonces Deidara se adentró al pasillo. Dobló a la izquierda, con la intención de ir a las escaleras que daban al tercer piso. Su mueca se tornó tensa.

 

Naruto se sobó las manos con nerviosismo. Era ridículo quedarse en el balcón, donde el viento le pegara, así que hizo caso de lo que Deidara dijo y caminó hacia su habitación. La vela que había dejado encendida desde temprano, estaba a punto de consumirse, así que la apagó y vació la cera en el cilindro antes de que se enfriara. Esperaría un momento, para que volviera a adquirir la firmeza que debería tener, antes de encenderla de nuevo. Con la lluvia tan insistente desde el día anterior, no podía abrir la ventana. El tragaluz del techo, apenas e iluminaba, y era debido a que afuera, no había suficiente luz. Las nubes de tormenta, eran demasiado espesas como para que el sol lograra atravesarlas.

 

Se recostó en la cama, cubriéndose con las mantas. El era débil ante el frío, así que se acurrucó como pudo. Sasuke iba a estar bien, sólo debía de esperar a que regresara. Su equipo debería apenas estar saliendo de las rocas del perímetro, o quizás, iban ya de camino hacia donde sea que el líder de expedición haya decidido ir. En esos momentos, si tan sólo no le hubiera prometido a Sasuke ya no subir diarios al cubículo, entonces se enfrascaría en la lectura. Pero debido a que lo había hecho, no tenía nada más que hacer, y la idea de bajar hasta las congeladas bóvedas, no era nada atractiva, no con ese clima. Cubrió su cabeza, recostándose en medio de la cama, donde el frío que irradiaba la pared de piedra no lograr alcanzarlo, y comenzó a dormitar. Quizás para cuando despertara, el equipo de Sasuke ya estuviera de regreso.

 

 

 

 

 

– Bien hecho, muchachos. –Jadeó, Toshio– Lo hicieron muy bien, todos. –Felicitó con una sonrisa. Su grupo, a salvo y completo, mojado hasta los huesos y tiritando de frio, parecían contentos también, pese a las condiciones del clima– Hay que empacar a estos amigos y regresar cuanto antes.

 

Sasuke se limpió el rostro con la manga larga de su camisa. Húmedo de sudor y lluvia, aun así no podía desaparecer la sutil sonrisa en sus labios. La experiencia había sido completamente diferente a lo que había pasado con el grupo de Nagato, The Specialist. No había habido incidentes, todos trabajaban en equipo, y nadie parecía despedir alguna clase de malos sentimientos, más allá de la normal ansiedad y anticipación en medio de una cacería. Vio como Toshio de 27 años, se acercaba a él. Se recargó en el tronco del árbol, junto a Sasuke, y sonrió.

 

– Ese tiro que hiciste, fue bueno. –Reconoció, haciéndose la capucha hacia atrás– Gracias a ti, conseguimos a una de las dos bestias.

 

– No fue nada. –Dijo, viendo como los demás, estaban atando las patas de las bestias que habían visto en los bosques. Tal y como había dicho Itachi, entre más profundo fueran, nuevos monstruos había a los alrededores– Al principio pensé que eran Monokes, pero cuando observé mejor, me di cuenta que son distintos.

 

– Si, algunos se parecen entre sí. –Explicó, amable– Esos de allí, les llamaban simplemente; Chiisana Kemono o bestia pequeña. –Una ligera risa se escapó de su garganta– Antes no eran muy imaginativos con los nombres, pero con el tiempo se adoptaron los nombres que usamos ahora, conforme los abreviaban. Como estos, que ahora les decimos; Chiimono.

 

– Ya veo… –Se levantó de su sitio, sacudiendo el lodo de su capucha– ¿Quieres que ayude con algo?

 

– Pues, ahora sólo están atándolos… –Se rascó la mejilla, pensando– Pero si quieres, nos podemos acercar, para que veas como los preparamos para el viaje. –Volvió a sonreír. Sasuke asintió, pensando en que no le molestaría en lo absoluto, elegir quedarse en ese equipo. Aunque había todavía, otras tres opciones a probar.

 

 

 

 

 

Naruto dobló con cuidado la camisa de Sasuke, y la colocó encima de las demás. Volteó a ver al ahora impecable cubículo, después de haber dormido solamente por unos minutos, una repentina sensación ansiosa lo invadió. Así que como una especie de maniático de la limpieza, había comenzado a ordenar la ropa lavada en el closet, tendió la cama, movió las sillas, desempolvó el pequeño comedor, el buro del agua, la cual había reemplazado, limpió el espejo, bajó hasta el patio trasero, para hacerse de una de las escobas caseras. Barrió varias veces el suelo de la habitación, que ahora casi parecía mármol. Y aun después de todo eso, su frenético arranque de movimiento, parecía no haberse complacido. Apretó sus labios, y decidió entonces bajar a la planta baja.

 

La lluvia tal cual Deidara había predicho, había empeorado y el cielo estaba aun más oscuro. Para esas horas, Naruto ya no sabía si seguía siendo de día. El grupo donde Sasuke había salido, ya tenía bastante tiempo afuera, así que lo más probable era que, si todo había resultado bien, estarían de regreso. Naruto saltó los últimos dos escalones, y sin saber por qué, en lugar de ir a la cocina u otro sitio, sus pies lo dirigieron al pasillo que daba al patio frontal de la fortaleza. Vagamente recordó la plática de su noche de reunión, cuando pasó por uno de los pasillos en donde había visto la sombra, y aceleró el paso. Ya no vería esa fortaleza de la misma forma otra vez, después de que Sakura le hablara de la muerte de los caídos que habían sufrido el mismo tipo de insomnio que Sasuke, cuya presión y paranoia, los volvía inestables, al extremo de que en un arranque de desesperación por escapar de ese mundo, los empujaba al suicidio.

 

Esa memoria, en ocasiones le causaba a Naruto escalofríos, al sólo imaginar que, si él no hubiera estado al pendiente de Sasuke, si lo hubiera ignorado o dejado solo, muy probablemente, Sasuke tampoco hubiese resistido el estrés, y hubiera cometido algún acto de locura. Haber tenido que drogarlo con un té medicinal, ya no parecía un recuerdo gracioso. Cuando se detenía a meditarlo seriamente, la situación le parecía en serio delicada. Sasuke era un hombre capaz en muchos sentidos, pero uno de sus mayores defectos, era esa terquedad hacia los cambios inoportunos. Naruto recordaba que en su infancia, la señora Mikoto había remodelado la habitación de Sasuke, mientras él se encontraba de vacaciones con la familia Uzumaki. Cuando ambos subieron a dejar las maletas, Naruto se emocionó de lo bonita que lucía la nueva tapicería, y como los muebles nuevos se veían geniales. Menos como un niño y más como un adolescente. A esos sencillos ocho años de edad, que comenzaran a tratar a Sasuke como alguien mayor, Naruto pensó que no había algo mejor.

 

Naruto se había sobresaltado cuando Sasuke de la nada, había arrojado su maleta al suelo. Naruto recordaba aun, la vivida expresión de rabia en el rostro de Sasuke. Lo siguiente que había sabido, fue que cuando Mikoto entró a la habitación, la furia de Sasuke se desató. Frases incoherentes como; Esta no es mi alfombra o no se siente más como mi cuarto, hicieron que Naruto prefiriera salir corriendo de regreso a su casa, en lugar de ver qué clase de batalla campal se desataría. Sasuke era renuente a mover de sitio los muebles de su habitación, cambiar el orden de la ropa en su closet, e incluso, tomar un diferente camino de regreso de la escuela a la casa. El siempre había dicho que, “Si las cosas funcionan así, entonces está bien que así se queden”. Naruto por el contrario, adoraba lo novedoso, lo nuevo y lo desconocido. Los muebles de su habitación, se encontraban cada cierto tiempo en lugares diferentes, siempre tenia un celular nuevo cada tres meses e incluso, pintaba su habitación con colores diferentes.

 

Detalles como esos, hacían a Sasuke alguien susceptible. El prefería la planeación previa, la decisión y el control. Pero desde que habían caído en ese mundo, cada una de esas cosas, estaban fuera de sus manos por completo. Por lo cual, no era de sorprenderse que de vez en cuando, que recordaba su situación actual, se pusiera de mal humor. Naruto notó a Itachi, recargado en el marco de la salida al patio frontal.

 

– ¿Qué haces aquí, Itachi? –Preguntó en cuanto estuvo lo suficientemente cerca– ¿Esperas a que ellos regresen-ttebayo?

 

– Ah, Naruto. –Saludó– No te escuché llegar.

 

– Bueno, la lluvia es fuerte. –Sonrió– Apenas y se puede oír bien. –Volteó hacia el frente, viendo como otro relámpago caía muy cerca de ahí– ¡Cielos! –Exclamó.

 

– Mejor acostúmbrate. –Dijo, cruzándose de brazos para evitar que su cuerpo sintiera frío– No suele haber muchas tormentas eléctricas, pero cuando las hay, es todo un espectáculo. Los relámpagos caen por todas partes, debido a que hay muchos lugares con agua.

 

– ¿Quieres decir que, hay días peores a este? –Señaló con su pulgar afuera, justo al tiempo en que el trueno ensordecedor, hacia vibrar hasta las piedrecillas en el suelo– No preguntaré si hay tornados, porque entonces, comenzaré a alarmarme.

 

– No. –Comenzó a reírse ante el cómico gesto de Naruto– Afortunadamente no los hay. Sólo tenemos tormentas, pero a cambio de eso, te diré que los inviernos aquí son majestuosos, blancos y silenciosos. Sin mencionar la primavera, adoraras el olor dulzón en el aire, las flores silvestres invaden hasta las rocas, y es todo un paisaje.

 

– Cierto, tú tienes aquí tres años… –Murmuró Naruto con tristeza. Había olvidado que Itachi tenía años atrapado en ese sitio, aun cuando en el mundo de donde vivían, su desaparición misteriosa y la de sus amigos, apenas y había ocurrido tres meses antes de que Sasuke y él hubieran caído también– Lo siento… –Itachi sonrió con afecto. Levantó una mano y acarició el cabello de Naruto, de forma conciliadora.

 

– No tienes porque disculparte, nada de lo que dije fue con la intención de que te sintieras mal. –Palmeó la cabeza de Naruto, logrando que lo mirara a los ojos de nuevo– Y no tienes que cuidar tus palabras conmigo, no olvides que ahora estamos compartiendo la misma situación. –Naruto asintió. Itachi entonces, se serió un poco– Naruto… –Llamó– ¿Tu te has sentido frustrado en este sitio? –Preguntó, solemnemente.

 

– Yo… –Balbuceó– Sé que esto te sonará extraño, y tampoco quiero que se lo digas a Sasuke… –Itachi asintió, curioso. Naruto nunca le había confiado un secreto, al menos no uno que Sasuke no supiera– Yo he tenido… algunos sueños que… –Una luz cegadora cayó a un costado de la fortaleza, sobresaltando a ambos. Las chispas y el crujir de la madera, les anunció que un relámpago había caído muy cerca, golpeando un árbol. Itachi salió corriendo, seguido de Naruto.

 

– ¡Hay que revisar que no se haya incendiado! –Advirtió, corriendo fuera de las puertas– ¡Si es así, tendremos que llamar a los otros, para que comiencen a acarrear agua! ¡No podemos dejar que ocurra algo como eso cerca del castillo!

 

– ¡De acuerdo! –Gritó, corriendo junto a él– ¡Mira, es ahí! –Señaló en cuanto vio una ligera cortina de humillo gris salir de entre los árboles. Ambos se acercaron, observando como el árboles estaba prácticamente trozado, con una línea negra dibujada a lo largo del tronco.

 

– Cualquier chispa que se haya hecho, parece que no fue nada importante. –Itachi se echó el flequillo hacia atrás, comenzando a mojarse con la lluvia– Que bueno, no es nada de lo que preocuparse. –Exhaló aire con alivio– Ahora, Naruto… –Se dio media vuelta, con la intención de regresar a la fortaleza– ¿Qué era lo que me estabas diciendo? –Naruto estaba de pie, dándole la espalda, viendo hacia alguna parte del bosque– ¿Naruto? –Llamó, preocupado.

 

Naruto sintió como los labios le temblaban. Su estomago de pronto se había contraído en un golpe de ansiedad que le hizo detenerse en medio de su carrera junto a Itachi. Volteó a ver al bosque, hacia donde su estomago parecía querer saltar, y concentró su vista, más allá del bosque.

 

…¿Qué es?... ¿Qué pasa?...

 

Era distinto a los escalofríos que había sentido con anterioridad. Esta vez no era una alerta hacia algo que amenazaba su vida, en esa ocasión, era algo más impalpable. Una especie de presentimiento. Dio un paso hacia el frente, movido por una extraña fuerza que parecía no estaba bajo su control. Era como si algo le estuviera indicando hacia dónde ir, porque algo estaría a punto de suceder. Naruto no tenía idea de lo que ocurría. Si no era algo que amenazara su vida, entonces no podía pensar en algo que tuviera tanta importancia, como para que su cuerpo se movilizará con tanto pánico. Al menos que…

 

…¡Sasuke!...

 

– ¡Naruto! –Gritó Itachi en cuanto lo vio correr hacia el bosque– ¡Naruto, espera! –Corrió detrás de él, apartando las ramas de los árboles y saltando las hojas de los helechos. Abrió los ojos cuando, de la nada, la distancia que los separaba aumento de pronto, de una forma casi inverosímil. Nadie podía correr tan rápido– ¡Naruto, regresa! –Llamó con urgencia. Su pie se deslizó hacia a un lado, haciéndole caer mientras corría. El fango amortiguó su caída, pero le impidió ver la dirección que Naruto había tomado– ¡Maldición! –Golpeó el suelo con su puño. No podía arriesgarse a ir tras Naruto ahora que desconocía su ubicación. Un relámpago iluminó las nubes, haciéndole recordar que, quedarse afuera, también era peligroso.

 

Se puso de pie, indeciso entre volver a la fortaleza o ir a ciegas hacia el bosque. No podía dejar que algo malo le sucediera a Naruto, pero tampoco se encontraba en ese momento, en condiciones de ir a buscarlo. Apretó la quijada, y optó por volver al castillo. Reuniría a un grupo de hombres, tomarían algunas antorchas y ordenaría buscar a Naruto a los alrededores. Sin embargo, Itachi no podía entender, porque de pronto Uzumaki había hecho ese acto impulsivo. Pero lo más importante era saber, ¿Hacia dónde se dirigía?, se preguntó.

 

 

 

 

 

Sasuke frunció el ceño al percibir una sensación extraña en el suelo. Los murmullos que se levantaron entre los miembros del grupo, le hicieron darse cuenta que no había sido el único en notarlo.

 

– No se preocupen. –Dijo Toshio– Nos encontramos cerca del acantilado donde cae la cascada, es sólo la corriente. –Explicó, logrando que todos se tranquilizaran.

 

Apenas llevaban caminando poco menos de una hora. Los Chiimono que cargaban entre varios hombres, eran tan pesados como cargar un par de ciervos, con su cuerpo estilo felino, de apenas un metro de altura, no eran tan peligroso, pero si rápidos. Sasuke los había visto cuidadosamente, una vez que estuvieron muertos en el suelo. Palpó su pelaje áspero al tacto, corto y enmarañado, de una tonalidad cobriza. Sus garras con seis dedos, les ayudaban a correr y escalar rocas, no tenían cola y sus cabezas eran pequeñas, adornadas de orejas triangulares muy grandes. Sasuke automáticamente los comparó con un zorro, un zorro cobrizo con un cuerpo de jaguar grande y un hocico lleno de mortíferos colmillos. Simplemente los animales de ese mundo, era increíblemente extraños, pero sorprendentemente adaptados a cada área.    

 

El temblor bajo sus pies se sintió de nuevo, pero decidió ignorarlo. Tal como Toshio había dicho, quizás era la corriente que había crecido debido a la tormentosa lluvia. El viento sopló una vez mas de costado, arrancando unos tétricos silbidos entre las ramas de los árboles. Todos mantenían silencio, el trayecto de regreso a la fortaleza, era más importante que la salida de exploración, puesto que a esas alturas, ya habían caminado, corrido, peleado y, ahora tenían una carga a cuestas. Sasuke se preguntó cuánto faltaría para llegar, aun cuando recordaba que la caminata de ida les había tomado mucho tiempo, mientras buscaban una zona de caza, se imaginó que el regreso entonces sería sin tantos rodeos.

 

En cuanto llegara, lo primero que haría sería subir a su cubículo por ropa limpia, para bajar a las termas y relajarse un buen tiempo en el agua caliente. Después del baño su siguiente parada sería la cocina, donde esperaba ya estuviera lista la cena, y esta le recibiera caliente. Después de estar saciado, iría a dormir.  Eso sonaba como un buen plan. Sonrió, satisfecho. En esos momentos se sentía como un hombre que regresaba a casa después de su jornada laboral.

 

..Sólo me hace falta la esposa que me diga: Bienvenido, gracias por tu duro trabajo…

 

Pensó con gracia, sin tomar en serio sus propias palabras. Ese pensamiento suyo era el máximo de los clichés en la vida de un hombre japonés. Todos querían una esposa hogareña, que les hiciera sentir que en cuanto llegasen a casa, todo el estrés de la oficina desapareciera. Sonrió. El nunca se había detenido a pensar en cosas como el matrimonio cuando estaba en su antiguo mundo, las únicas ideas del futuro que tenía, era el del éxito que tenía propuesto darle a la compañía de sus padres, una vez que se graduara de la universidad. Matrimonio e hijos podían esperar, hasta que sus metas estuviesen realizadas, aunque, Sasuke siempre había sido el tipo de hombre que no le importaba si nunca se casaba o tenía una familia. Tendría hijos sólo con el propósito de heredar su legado y el de sus padres, continuar con el apellido que tanto orgullo le daba, pero sólo eso. Ese romántico sentimiento de la paternidad, no estaba despierto en él.

 

Si para él, la vida hubiese continuado de esa manera, no le hubiera molestado. Todo lo contrario, él podía fácilmente imaginar a Naruto siendo padre. Uzumaki adoraba a los niños, e igualmente parecía simpatizarle a ellos también. A pesar de lo escandaloso de su comportamiento, de su manía de meterse en las más locas situaciones, su hiperactividad y despliegues de rebeldía, Sasuke estaba seguro de que Naruto sería un hombre de familia sin problema alguno. Era una persona que, una vez que tenia tu cariño, se convertía en alguien incondicional, devoto y a las promesas. La imagen de un pequeño niño rubio abrazando las piernas de Naruto, era enternecedora. Sasuke estaba seguro que él llegaría a querer mucho a los hijos de Naruto, tanto como si fueran los propios, sólo por el simple hecho de tener la apariencia o personalidad de su mejor amigo. La molesta vibración bajo sus pies lo sacó de su ensoñación, e hizo darse cuenta de que la atmosfera había cambiado. Se puso atento.

 

– Silencio. –Dijo Toshio, levantando una mano. Todos se detuvieron en su lugar, alertas– Cuando se los ordene, todos van a dispersarse, formaran parejas y tomaran las direcciones que ya conocen hacia las rocas. –Ordenó. Sasuke apretó su arco, comprendiendo que la situación había dado un giro, y estaban por realizar una retirada forzosa– Shino, quiero que te quedes con Sasuke-kun. Dejaremos a las bestias aquí de ser necesario, no podemos correr el riesgo de tener algo que nos retrase. –Todos asintieron con obediencia– Avancen con cuidado, pendientes de mi señal.

 

El caminar se volvió más rápido y sigiloso. Todos acribillaban con la mirada el bosque, atentos a cualquier cosa que les diera la alerta. La oscuridad, la lluvia, el viento y los truenos, se habían convertido ahora en un impedimento, con tantas barreras visuales y auditivas, era difícil saber si algo se encontraba asechándolos ya. Sasuke tuvo un vago pensamiento extraño: Si Naruto estuviera aquí, quizás él sabría si hay algo con nosotros. Frunció el ceño, desconcertado por esas palabras en su cabeza que casi habían parecido ajenas a él. No era el momento oportuno para ponerse a recordar todos esos detalles perturbadores que había registrado en su memoria, para después. Sin embargo, debía de admitir que, el hecho en sí, ya era perturbador. De pronto el bosque pareció sumergirse en un silencio sobrenatural, donde incluso el viento se detuvo por un segundo y la lluvia se volvió menos intensa. Fue en ese momento en donde Sasuke pudo escuchar con claridad el latido de su corazón, y como se aceleraba a medida que los segundos pasaban. Un chasquido de ramas causo un respingo en todos, y entonces el gruñido se hizo presente.

 

– ¡MINOKO! –Gritó Toshio de la nada, confundiendo a Sasuke que desconocía el significado de esa palabra– ¡DESPLIEGUENCE, AHORA!

 

En el momento en el que soltaron los Chiimono al suelo, todo pareció volverse una locura. Sasuke corrió hacia Shino, que le hacía señas con urgencia y fue entonces cuando una bestia enorme, salió corriendo de entre los árboles. Sasuke apenas e hizo consciencia que, Minoko era quizás el nombre por el cual se referían a ese monstruo, pero eso era lo de menos después de haber visto los colosales tres metros que el animal media en puro musculo. Nunca había presenciado un animal como ese antes, con el pelaje negro, mojado y adherido al cuerpo, parecía como si hubiese sido alimentado con esteroides. Su anatomía era de caderas pequeñas y pecho ancho, como el cuerpo de un enorme Pitbull Terrier, pero con una cola larga que terminaba en mechones rojizos, orejas cortas, pegadas a la cabeza, hocico grande y colmillos en hileras. Sasuke sólo había visto algo más peligroso que eso una vez, y había sido durante el día de su caída, cuando la primera bestia que los atacó a él y Naruto, hizo su aparición con sus cuatro metros de altura.

 

Cuando la carrera por su vida dio inicio, todo lo demás careció de importancia. Los pensamientos que antes había mantenido, se esfumaron de su mente y lo único que tenía en su cabeza era: Corre. Shino iba delante de él, corriendo con seguridad hacia una sola dirección, y Sasuke se aseguraba de poder mantener el ritmo para no perderlo. Corriendo como lo hacían, no debía de tomarles mucho tiempo llegar a un área que Sasuke pudiera reconocer y entonces, correr por su cuenta sin tener que estar a la expectativa temerosa de llegar a perderse.

 

– ¡Estamos cerca de la cascada! –Gritó Shino, sin dejar de correr– ¡No te separes!

 

Sasuke vio a Shino adelantarse un poco, así que aceleró un poco más. Entonces Shino se detuvo de pronto, llevándose las manos a la cabeza, Sasuke alcanzó a ver como mas adelante había un derrumbamiento de lodo. Era probable que la lluvia hubiera provocado que asentamientos de tierra se fueran colina abajo. Sino volteó histérico hacia todos lados, preguntándose si debía correr el riesgo de desviarse, chasqueó la lengua con frustración y le hizo señas a Sasuke para que bajara junto con él hacia el sendero del acantilado, para rodear la tierra.

 

El cambio de suelo dificultó que ambos corrieran tan rápido como antes. Se encontraron de pronto con la vista de la ladera, donde la tierra parecía aun más inestable que antes. El sonido de la cascada cerca de ellos rugía con fuerza, y los bordes del río habían colapsado. Sasuke miraba el suelo por el que corría con mucho cuidado, procurando no pisar alguna raíz o algún sumidero que le hiciera tropezar. Ambos chicos trataban de hacer caso omiso de la fuerza de gravedad que parecía querer arrastrarlos hacia el acantilado, como una mano invisible que los empujaba contra su voluntad. Un rugido tras su espalda, que apenas se levantó sobre el bullicio del agua que caía, los alarmó.

 

– ¡Oh, mierda! –Maldijo, Sasuke, tratando de correr más rápido– ¡¿De entre todos los demás que había, decidió venir tras nosotros?! –Gruñó, furioso.

 

Saltó sobre una raíz de árbol y logró darle alcance a Shino. Estaba a punto de preguntarle la dirección donde se encontraban las rocas cuando, un poderoso chasquido de madera los ensordeció. Un árbol de partió a la mitad y rodó pendiente abajo, arrastrando tierra y rocas. Ambos sintieron que el aire se les escapó de los pulmones al ver como toneladas de madera y lodo se dirigía hacia ellos. Shino se lanzó hacia un lado, esquivando una roca que había rodado violentamente, pero al hacer eso, se precipitó sobre Sasuke, haciendo que él tropezara, justo en el momento en el que el árbol pasó entre ellos, y su capucha fuera atrapada por las ramas, jalándolo a la caída del peñasco.

 

– ¡Sasuke! –Llamó Shino, con temor, levantándose de un salto– ¡Sasuke, ¿Dónde estás?! –Corrió en dirección a la pendiente, donde el árbol estaba de raíces arriba, tambaleándose entre caer o no. El rugido del Minoko lo detuvo en seco, se encontraba cerca. Vio hacia abajo, donde el árbol tenía aprisionado a Sasuke, y después hacia el bosque, donde la bestia venia. Cerró los ojos con fuerza, y apretó los puños– Yo… ¡Lo siento! –Gritó, antes de salir corriendo. Sin Sasuke.

 

Sasuke parpadeó, sintiéndose adolorido. Entonces agrandó los ojos al ver que estaba atrapado bajo las ramas del árbol, asomó su cabeza afuera, y alcanzó a ver a Shino alejarse corriendo. Le costó un segundo comprender que, lo había abandonado, lo había dejado a su suerte, atrapado y solo, lejos de la fortaleza y sin el conocimiento de cómo regresar a ella. No tuvo tiempo para maldecirlo, ni para sentir ira o jurar venganza una vez que regresara al castillo, porque el ronroneó animal, le puso los cabellos de punta.  

 

Se sacudió en su sitio, luchando contra las hojas y las ramas que tenía enredadas a su capucha. Con dificultad logró sacársela por la cabeza, entonces rodó fuera, casi libre. La vibración de la tierra se hizo presente muy cerca de él. Levantó la mirada para ver como el Minoko salía del bosque, mirando a su alrededor y agachando la cabeza, olfateando el suelo. Sasuke se quedó quieto en su sitio, siguiendo con la mirada, el recorrido del monstruo.

 

Con cuidado, se deslizó por debajo de las ramas otra vez. Viendo que el escombro había formado un bordo de dos metros, decidió filtrarse debajo de él, usándolo como escondite. Podía sentir las pisadas llegar hasta su sitio, y el crujir de las ramas cuando la bestia se caminó sobre el árbol. Sasuke escuchó el sonido jadeante que el animal hacia cada vez que olfateaba, la posición en la que se encontraba en ese momento, era peligrosa. Aun cuando el árbol estaba en la orilla del acantilado, la tierra que había levantado había creado la pequeña cueva en la que él ahora se encontraba, entre la superficie y la pendiente, a sabiendas de que en cualquier momento, podría ceder si el árbol también caía.

 

Lentamente, Sasuke asomó su cabeza, para espiar entre las ramas. El Minoko estaba a menos de dos metros de él, con la cabeza cerca del suelo, olfateando nuevamente. En un pensamiento malicioso y cruel, Sasuke esperó que consiguiera un poco del olor de Shino, para que entonces fuera tras él y a él pudiera dejarlo tranquilo. Con el abandono de Shino tan fresco, en ese momento, Sasuke no sintió remordimiento alguno de haber deseado aquello. Regresó a su sitio, en cuanto vio a la bestia acercarse.

 

Sasuke escuchó el crujido de las ramas cerca de su cabeza y pegó la espalda a la tierra tras él. Las patas del Minoko se asomaron a su costado, y el aliento del monstruo se escuchaba sobre él. El corazón le latía con fiereza mientras intentaba con todas sus fuerzas, respirar de forma pausada e insonora, el  ronroneo le hizo fijar su mirada hacia arriba, donde entre las hojas podía distinguir al animal. Era sólo cuestión de que la bestia bajara la mirada, para que pudiera verlo también, y cuando el olfateo hacia su dirección se hizo más insistente, las piernas de Sasuke temblaron por completo. Entonces el Minoko comenzó a alejarse, haciendo que Sasuke sintiera la vibración de sus pisadas alejarse de a poco. Cuando ya no las sintió más, fue el momento en el que Sasuke liberó todo el aire que había contenido en los últimos segundos.

 

– Este sitio va a matarme de un infarto. –Musitó. Agradeció entonces que estuviera cubierto de lodo, pues estaba seguro que había sido el motivo por el cual el monstruo no había logrado ubicarlo– Ahora sólo tengo que ver cómo puedo llegar a la maldita fortaleza.

 

Despegó su espalda de la tierra y caminó con cuidado hacia el final de las ramas para salir de su escondrijo. Levantó una mano para alcanzar una rama y sostenerse de ella para impulsarse hacia arriba. Entonces sacó la cabeza y un relámpago iluminó el cielo. Pero no sólo el cielo, sino también los ojos frente a él. La respiración de Sasuke se detuvo de súbito al tener al Minoko, justo frente a su cara. El vapor de la respiración del monstruo le movió el flequillo, mientras que él estaba prácticamente paralizado de la impresión. Se suponía que lo había escuchado alejarse, se suponía que no había logrado olfatearlo, se suponía que sólo era un animal salvaje, sin inteligencia alguna. Pero no. Le había tendido una trampa, le había hecho creer que se había marchado, para hacerlo salir por su propia cuenta. Ese demonio, lo había atrapado ahora.

 

Sasuke vio su propio reflejo en los ojos del animal. No podía reconocerse en ese instante, esa cara desencajada en terror y estupefacción, no podía ser su cara. En ese segundo eterno, donde temía incluso hacer el mínimo movimiento que sabía lo condenaría, lo único que podía pensar en ese momento fue que, no había manera que pudiera escapar en esa ocasión. Había caído como tanto había temido hacerlo, y lo peor de todo, es que nadie sabría quien había sido él. El diario que Sai les había entregado la noche anterior, aquella libreta que tenia dibujada su cara, estaba vacío.

 

Su rostro, su nombre y edad, era lo único que tenía en la primera página. Tres meses. Sólo había logrado sobrevivir tres meses, había salido tres veces de cacería solamente y entonces había muerto. Devorado por un maldito animalejo que le había tendido una trampa. Su hermano quedaría destrozado, se culparía a sí mismo por haberlo colocado en ese equipo, se culparía sí mismo por haberlo hecho salir ese día, se culparía de tantas cosas que, posiblemente se volvería loco. Y entonces Naruto…

 

Sintió un duro golpe en el pecho ante ese nombre. La imagen de su amigo, despidiéndolo desde el balcón se le grabó en la memoria, desgarrándolo con unas intensas ganas de llorar. No volvería a ver a Naruto. De entre todos los anteriores pensamientos, que lo hacían sentir como mierda, el hecho de dejar solo a su amigo, fue el que lo hundió por completo. Se imaginó el rostro de Naruto al enterarse que él no había vuelto, podía sentir el odio que seguramente sentiría al haber roto su promesa, porque ya no pelearían juntos para sobrevivir en ese sitio.

 

Desde que habían caído a ese mundo, no había hecho más que decepcionarse de sí mismo. Si tan sólo tuviera otra oportunidad, entonces todo lo hubiera hecho distinto, no hubiera habido mentiras, no hubiera permitido que se separaran. En esos momentos, en el que el Minoko abría sus fauces hacia él, Sasuke entendió que, lo único que deseaba en esos momentos, era estar con Naruto.

 

– ¡MALDITO! –Se escuchó. Y entonces, todo fue muy rápido.

 

Sasuke regresó de golpe a la realidad, sólo para ver como el Minoko levantaba la cabeza, al haber escuchado ese grito de furia. Y entonces Naruto saltó contra el animal, empujándolo con todo su cuerpo hacia el peñasco. Sasuke se congeló, viendo todo más lento de lo que en realidad sucedía.

 

Vio a Naruto caer hacia el lodo, después del imprudente salto que había hecho de quien sabe dónde. El Minoko derrapó ante el súbito impulso, moviendo la tierra mojada bajo él, haciendo que se desmoronara y se cuarteara, provocando un nuevo deslave. Naruto fue arrastrado por la tierra, justo hacia el Minoko. El animal arañaba con todas sus fuerzas, intentando correr pendiente arriba sin éxito, sus patas traseras resbalaron por el acantilado, haciendo que fuera inevitable que cayera.

 

Naruto luchaba contra la corriente de tierra, tratando de alejarse del monstruo y de la caída. El Minoko peleando por volver a subir, arañó hacia donde Naruto estaba, arrastrándolo con él. Fue en ese momento, en el que, el Minoko cayó por completo seguido de Naruto. Sasuke se lanzó hacia él, alcanzando a tomarlo de la mano, mientras sostenía de las ramas del árbol con la otra.

 

– ¡Te tengo! –Gritó, aterrorizado– ¡Sostente Naruto! –Suplicó en cuanto sintió como sus piernas cedieron ante el lodo resbaladizo. Sasuke apretó los dientes cuando sintió el tirón doloroso en su brazo, al sostener el peso de ambos.

 

En la orilla del barranco, Naruto estaba colgando de la mano de Sasuke, mientras que debajo de él, el rugido del agua del río se escuchaba lo suficientemente distante, como para hacerle saber a Naruto que la caída era larga y mortal. Sasuke estaba sosteniéndose de la rama de un árbol a medio caer en la pendiente, pero que estaba frenado por un bordo de tierra levantada.

 

– ¡Voy a intentar subirte! –Escuchó decir a Sasuke. Vio como su amigo luchaba con todas sus fuerzas para lograr que sus pies encontraran tierra firme, gruñendo con esfuerzo– Mierda. –Murmuró. Entonces sintió más estabilidad bajo la planta de sus pies, cuando alcanzó una piedrecilla. Tomó impulso y empujó su cuerpo hacia arriba– Un poco más. –Se animó a sí mismo. Entonces, cuando dejó de sentir tanto dolor en su brazo, signo de que ahora sólo estaba sosteniendo a Naruto, volteó hacia abajo, para dedicarse a subir a su amigo.

 

Naruto respiraba rápido, y el latido de su corazón tronaba fuertemente detrás de sus oídos. Después de haber corrido como poseso por casi una hora, no tenía más fuerzas, ni siquiera para ayudarse a Sasuke a ponerlo a salvo. Vio con ojos entrecerrados, como Sasuke soltaba la rama y entonces lo sostenía con ambas manos, jalándolo hacia arriba, más rápido, hasta tenerlo sobre la tierra. Pero no se quedaron ahí, en cuanto Sasuke lo subió, lo arrastró pendiente arriba, donde no corrieran en riesgo de que el lugar donde estuvieran, se desmoronara.

 

Sasuke se dejó caer de espaldas al suelo, jadeando von cansancio. Las manos le temblaban y el hombro le dolía de forma terrible. Sólo esperaba que no se lo hubiera descoyuntado, pero eso era lo de menos en ese momento. Abrió los ojos y vio la lluvia caer sobre él, sintiéndola sobre su rostro, mojando su cuerpo. Estaba vivo. La respiración agitada de Naruto, le recordó que estaba ahí. Con algo de esfuerzo se sentó, viendo a Naruto, también de espaldas en el suelo, agarrando aire con la boca, con los ojos cerrados.

 

El impacto de lo que segundos atrás había ocurrido, golpeó la cabeza de Sasuke como una bofetada. Había sido salvado por Naruto. Había estado a punto de morir en serio, había sido acorralado por un animal, sin ninguna posibilidad de escapatoria o probabilidad de defenderse, y Naruto lo había salvado. Se había arrojado contra un animal de tres metros de altura, peligroso como el demonio y completamente mortífero, sólo para salvarlo. Y en medio de eso, había estado a punto de caer junto a la bestia, a un precipicio cuya altura era desconocida, donde al final le esperarían probablemente, enormes rocas de río que con facilidad lo hubieran hecho pedazos. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Y aun así, Naruto lo había hecho, sólo por él. Rechinó los dientes, lleno de enojo, al verlo ahí tumbado, cansado, pero fuera de eso, como si nada.

 

– Tú… grandísimo imbécil. –Rugió de pronto, haciendo que Naruto respingara del susto– ¡¿Cómo demonios se te ocurrió hacer tal cosa, idiota?!

 

– ¿Disculpa? –Naruto rodó sobre su estomago, estaba demasiado cansado como para intentar ponerse de pie. Observó el rostro de Sasuke, completamente furioso, sin notar sus ojos llorosos, ya que ambos estaban empapados– ¡Por si no lo has notado, acabo de salvarte la vida, bastardo! –Frunció el ceño.

 

– ¡Eso ya lo sé! –Gritó– ¡Y por si no lo has notado, tuve que salvar la tuya también! –Se restregó las manos en la cara, en un intento por tranquilizarse, sentía esas cosquillas en las palmas, de la tentación por golpear algo.

 

– ¡Bastardo, malagradecido! –Logró sentarse en el cuelo. Sus ojos comenzando a brillar de ira– ¡De no ser por mi ahora serías la merienda de la tarde! ¡¿Te das cuenta de todo lo que tuve que hacer para llegar aquí?! ¡Deje la fortaleza sin ninguna explicación, sólo para buscarte! ¡Itachi debe estar como loco!

 

Sasuke apenas y lo escuchaba. En esos momentos, lo único que necesitaba era pasar el mal trago que habían vivido. Sus ojos ardían, y el nudo en su pecho no quería desaparecer. La verdad es que se sentía agradecido como nunca lo había sentido antes. El, que había rogado en sus últimos momentos por una segunda oportunidad, había sido escuchado. Naruto había llegado como un ángel, concediendo su deseo, y ahora le estaba gritando. Se cubrió la cara con las manos, temblando de pies a cabeza.

 

– ¿Sasuke? –Llamó con preocupación– Lo siento, Sasuke… déjame revisar tu brazo, debes estar herido, ¿Verdad?... ¿Sasuke?

 

Gateó hasta su amigo, preocupado de que estuviese sufriendo por alguna lesión, o a punto de colapsar. Le tomó de las manos y las retiró con lentitud de su rostro. Naruto agrandó los ojos al ver que Sasuke, estaba llorando. Aquello le alarmó, y entonces, comenzó a recorrerlo con las manos, verificando que no tuviera nada roto. El cuerpo de Sasuke temblaba.

 

– Estoy bien. –Dijo. Su voz ahogada por el llanto contenido– Estoy bien, Naruto…

 

– No, no lo estas. –Trató de continuar, pese a que Sasuke comenzaba a impedirle que sus manos lo tocaran– Sasuke, si algo te duele, dime por favor. –Sasuke negó con la cabeza, cerrando los ojos y dejando que mas lagrimas se deslizaran por sus mejillas. Al ver eso, Naruto sintió ganas de llorar también–…Sasuke… –Gimió, lastimero. 

 

¿Acaso no entendía la gravedad del asunto? ¿Acaso Sasuke no podía si quiera pensar como era que él se sentía, después de encontrarlo a pocos centímetros de la muerte?, corriendo solo por el bosque, sin saber dónde buscar, simplemente avanzando hacia ningún lado con la esperanza de encontrarlo de alguna forma. No le importó el viento, la lluvia o el miedo. En ningún momento pensó en lo peligroso que era para él estar afuera, sin armas, desprotegido y sin tener idea alguna de cómo volver. Todo por él.

 

Justo en el momento en el que llegó hasta la pendiente y vio al monstruo inclinado y quieto, sintió como si su corazón hubiera dado un salto, cuando descubrió que aquello que el monstruo observaba, era precisamente a Sasuke. Y cuando abrió su hocico para atacarlo, no había pensado en las consecuencias de arrojarse contra ese animal, lo único que había sentido en ese momento, era la rabia de imaginar que ese demonio dañara a su mejor amigo.

 

Naruto abrazó a Sasuke por los hombros, llorando con él. Sentía que ya era suficiente, sentía que no quería volver a pasar por eso, por el terror de sentir a Sasuke en peligro, por la posibilidad de no verlo regresar. Sasuke hundió su rostro en el cuello de Naruto, aun aturdido por todo lo que había pasado. Pero más aun, aturdido de la cantidad de sentimientos que en los últimos momentos que creyó estar con vida, la única cosa fuera querer tener a Naruto, justo así.

 

Sasuke abrazó a Naruto por la cintura, ciñéndolo en un apretado abrazo. No quería dejar ir a ese hombre, no quería nada los separara. No quería volver a defraudar a Naruto, ya no habría más mentiras, ya no habría más promesas rotas o palabras falsas. A partir de ahora, sería sincero consigo mismo. Seria sincero con él. No le gustaba que los tipos de la fortaleza se le acercaran demasiado, no quería ser reemplazado, quería que sólo lo viera a él, quería que sólo a él le perteneciera.

 

En ese momento, donde Sasuke liberó cada uno de los pensamientos que había estado negándose a considerar, se impactó del resultado. Todo lo que antes le había confundido, ahora tenía completo sentido. Aquella sensación de desazón cuando Naruto era amistoso con alguien más, esa ira de que otros se le acercaran con intenciones oscuras detrás, el temor de que de pronto apareciera alguien más importante para su amigo que él. La necesidad de estar juntos, el pánico de imaginar que de pronto ya no lo tuviera en su vida. Desde que cayeron a ese mundo… no. Incluso antes de caer ahí, él probablemente ya había estado sintiendo todo eso. Sólo que nunca se había dado cuenta.

 

La existencia de Naruto era irremplazable en su vida. Incluso si sus padres estuvieran ahí, incluso si no hubiese perdido nada, con sólo el hecho de no tener a Naruto junto a él, la vida para él perdería todo sentido. Ya no podía seguir engañándose, pensando que lo que había entre ellos, era simplemente amor fraternal. Ya no más.

 

–…Naruto… –Murmuró, abrazándolo más fuerte. Fijo sus ojos en los de él, ahora seguro de todo, sin confusiones, sin dudas.

 

– ¿Qué sucede? –Contestó, viéndolo también a los ojos. Sasuke en ese momento, parecía diferente, como si fuera un hombre completamente diferente– ¿Sasuke?

 

Si. Ya no había más dudas, y no podía estar equivocado. Cualquier cosa que ocurriera de ahora en adelante, valdría la pena, sin importar que fuera. Sasuke dejó de abrazar a Naruto, y dirigió sus manos a su rostro. Naruto, hizo un gesto de confusión, pero no dijo nada, Sasuke no le quitaba la vista de encima y parecía inmerso en sus pensamientos, lo mejor era que salieran de ese sitio y buscaran la manera de volver a la fortaleza. Cuando abrió la boca, para decir aquello, sintió a Sasuke jalar su rostro.

 

Naruto abrió los ojos por completo, no estando seguro de lo que estaba ocurriendo en ese preciso momento. Veía los ojos cerrados de Sasuke muy cerca, sentía sus manos alrededor de sus mejillas y percibía el cosquilleo de su respiración junto a su nariz. Pero más importante, era que podía sentir, con completa claridad, la sensación de sus labios contra los suyos. Sasuke lo estaba besando, y él no sabía cómo reaccionar.

 

A punto de removerse con inquietud, Sasuke abrió su boca, atrapando los labios de Naruto con mayor insistencia. Naruto se estremeció y entreabrió los suyos, dejando que Sasuke sorbiera parte de su aliento. Cuando la lengua caliente de Sasuke entró en su boca, Naruto perdió toda capacidad de pensar. No le importó que no supiera porque Sasuke hacia eso, no le importó que estuvieran bajo la lluvia con el riesgo de conseguir una pulmonía a causa del frío, no le importó que estuvieran lejos de la fortaleza, en un bosque infestado de animales peligrosos. Lo único que Naruto pudo sentir, fue que de alguna manera, una muralla había sido tirada al suelo. Y como las piezas de toda una vida eran lanzadas al aire, para después caer en total desorden. Sintió que todo lo que pasaba en ese momento era en su totalidad… correcto.

 

Entonces cerró los ojos, correspondiendo el beso.  

 

 

 

Continuara… 

Notas finales:

Nah!

Por fin comienza la parte que todos han estado esperando. A_Á, espero que no se sienta muy acelerado, o que la magnitud de sus sentimientos y la confusion del cambio tan radical que ambos sintieron, haya sido palpable.

Pero bueno, Espero que el capitulo les haya gustado, y como siempre, pido paciencia para el proximo. Yo tambien me muero por llegar a ciertas escenas importantisimas de la historia, asi que le echare ganas. 

¡Feliz navidad (Atrasada) y próspero año nuevo (Adelantado)!  XD

 

¡Dejen reviews!

 

 

RHYO DARCK. 


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