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UNDERWORLD por RHYO-DARCK

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Notas del capitulo:

Nah!

Después de mucho tiempo, en el que simplemente me parecía que nunca iba a poder terminar este capítulo. Por fin. Si. Ya puedo decirlo. Por fin, lo terminé. *Solloza*
Ok, muchas cosas ocurrirán en este capítulo. Muchas cosas que algunos ya sospechaban y otras que definitivamente les sorprenderán. (O eso espero)

Y como siempre, les recuerdo a mis lectores que, yo soy un maldito. XD Pero que tengan fe en mi. No todo es lo que parece, o casi todo. Así que, no me abandonen después de que lean este capítulo o se perderan ahora si, lo bueno. Porque, ya viene lo bueno, señoras y señores. XD

Pero como siempre, pido mucha paciencia para saber la respuesta a las preguntas que vendrán adelante. respuestas que sin duda alguna llegaran. Sin mas que decir, espero que disfruten el capitulo.

Abajo pondré algunos enlaces de imagenes oficiales de este FF que espero que les gusten.

¡A Leer! 

 

Prey - Presa 

UNDERWORLD

Capitulo nueve.

Prey.

 

 

Naruto jadeó. Arqueó la columna, sintiendo como las pieles que cubrían la base de la cama, se despegaban de su espalda húmeda en sudor. Esa clase de cosas que solían molestarle a diario, en ese momento ni siquiera pasaban por su cabeza para ser analizadas. Nada tenía suficiente relevancia en ese lapso. El calor que sentía en todo el cuerpo, la rasposa sensación de las sabanas hechas de tela tosca, el dolor en su espalda al reposar sobre una base de piedra apenas acolchonada por pieles ásperas, el cabello pegándosele en la frente, nada importaba. Sintió la mano de Sasuke presionarle el pecho, recostándolo de nuevo en la cama. Naruto se quedó viendo fijo a los ojos de Sasuke. Ambos eran un desastre en esos momentos. Uchiha bajó su cuerpo un poco hasta alcanzar a Naruto para darle un beso más. A Naruto no le molestaban los besos, pero Sasuke besaba demasiado, y eso no era algo bueno. No tenía ganas de tener que inventar una excusa para no salir de su habitación, como la última vez que Sasuke le dejó los labios hinchados. Pero en esos momentos, tampoco tenía la voluntad de moderarse.  

 

Así, con la habitación sumergida en la oscuridad. Todo lo demás en ese mundo desaparecía. Nada más embriagador que tener a Sasuke encima de él. Moviéndose. Frotando. Humedeciendo. Sin darle la oportunidad de que él llegase a invertir el control que Naruto sabía, Sasuke siempre iba a exigir tener. Pero mientras siguiera masturbándolo de esa forma tan deliciosa, no iba a quejarse. Por ahora.

 

Sasuke cerró los ojos al sentir la mano de Naruto sobre su erección, acariciando. A esas alturas, ya no había necesidad de ser tímidos. Habían sido ya muchas ocasiones en las que se tocaron al igual que esa noche. Volvió a poner atención a lo que sucedía. Nunca imaginó que Naruto fuera capaz de hacer las expresiones que le mostraba en esos instantes. Lo veía respirar con la boca abierta y entrecerrar los ojos, tenía sonrojado no sólo su rostro, sino que la evidencia de su sangre ardorosa, iluminaba bermellón hasta el pecho. Sasuke sonrió y movió su cuerpo con más insistencia. Se había dado cuenta que, una vez que Naruto se perdía en el momento y las sensaciones, no era capaz de prestar atención a nada más. Abrirle las piernas, apoyarse entre ellas, recostar su erección justo sobre la suya e iniciar las fricciones que les daría placer a los dos, era una tarea sencilla para Sasuke ahora. Como siempre hacía, Naruto dejó de masturbar a Sasuke tan pronto como la tensión subió. Naruto solía dedicarse a disfrutar de él mismo, sin pensar en nadie más. Era débil ante el placer. Ya no tan novato como al principio, pero aun así afecto a delegar la responsabilidad a Sasuke. El sólo quería estremecerse, jadear y saborear.

 

– Siempre te quejas que eres el único en estar debajo de mi. –Murmuró Sasuke, logrando que Naruto apenas y abriera un ojo, para ponerle atención– Pero esto sólo me confirma que si te lo dejara a ti, nunca terminaríamos en nada. –Rió suavemente.

 

– Cierra la boca, idiota. –Gruñó. Odiaba que Sasuke hablara en esos momentos, cuando ya podía sentir su vientre comenzar a contraerse, preparándose para lo que venía. Lo distraía– Sólo termina de una buena vez.

 

– En eso estoy. –Bajó cerca de él, susurrándole en el oído. Sasuke sintió una enorme emoción de orgullo cuando percibió el ligero temblor en el cuerpo de Naruto en reacción con su voz.

 

Naruto sintió los dientes de Sasuke raspando la piel en la altura de su pecho, al mismo tiempo en que le acomodaba las piernas por detrás de su espalda. Así que decidió abrazarlo con ellas, estar más cerca de Sasuke en esos momentos, era simplemente estar más cerca de su culminación, más cerca del placer que tanto estaba buscando. El olor le inundaba los sentidos. Después de haber estado goteando como locos desde el momento en que comenzaron a tocarse. Sus erecciones estaban ya en su punto más alto, en la etapa crítica que anunciaba el orgasmo. Naruto podía sentirlo claramente. Rígido, húmedo, resbaloso entre sus piernas. Caliente, insistente, terso. Su miembro frotándose con otro ajeno, ahora era de lo más natural, aun así, aun con todo ese placer, dentro de su cabeza se comenzaba a escuchar una voz cada vez más notoria; No era suficiente. 

 

– Maldición. –Gimió Sasuke de improvisto. Naruto volvió a abrir los ojos que, no recordaba haber cerrado antes, para verlo a él. Ver a Sasuke comenzando a desesperarse, a ponerse frenético, a tiritar de gozo– Maldición. –Volvió a repetir Sasuke, apretando los dientes, arrugando el entrecejo.

 

La primera vez que Naruto había visto a Sasuke tener un orgasmo, no había sido la primera vez que se habían tocado. No. Aquella ocasión se había perdido por completo, las expresiones de Sasuke. Después de mucho tiempo de no haberse masturbado, Naruto cayó en el sopor sin considerar a Sasuke en lo absoluto. Fue la segunda ocasión donde, con aun dudas y titubeos, pasaron de los besos y caricias sobre la ropa, a despojarse de ella y observarse con nuevos ojos, otra vez. Naruto aun parecía perderse en el espacio y tiempo, cada vez que su piel se erizaba con sensaciones, pero pudo darse la suficiente consciencia para poder descubrir a ese Sasuke. Aquél que volvió a mostrarse cada vez con más frecuencia. Era tan vulnerable y al mismo tiempo tan imponente. Verlo sobre él le excitaba cuando estaba tan cerca de su cúspide del placer. Sin la luz candente de las velas, sólo quedaba el pálido azul de la luna y las estrellas que bajaba por el tragaluz, justo encima de ellos, justo encima de Sasuke. Afuera la noche se volvía cada vez más gélida, pero eso no impedía que el cuerpo Uchiha se humedeciera, del calor de la fricción, del bullir de la sangre, de los fluidos de los dos. Naruto odiaba muchas veces estar en el papel menos cooperativo, iba en contra de sus instintos naturales como hombre. Pero el deseo era más fuerte, y por él cedía su consciencia, su dominio y su voluntad de pelear.

 

Naruto sintió por fin como esa sensación de ligeros calambres, bajaba hasta los dedos de los pies y se esparcía por el cuerpo. La bienvenida al primer escalofrío intenso que subía por su columna, fue toda la confirmación que necesitó, para saber que estaba por terminar pronto. El agolpamiento en su bajo vientre se hizo más insistente y un segundo escalofrío le concedió la perdida de toda razón. Jadeó sin restricciones y se concentró en la fricción que el glande de su miembro obtenía. Moviendo las caderas hacia arriba, a donde estaba el placer, le avisó a Sasuke su condición. No había necesidad de hablar, gritar, hacer ademanes o cualquier clase de gesto para saberlo. Sasuke también era hombre y lo comprendía a la perfección, sobre todo en ese momento, en el que él experimentaba, exactamente lo mismo. Sasuke ahueco ambas erecciones entre sus dos manos y creó una especie de cilindro angosto. Empujó con ahínco hacia allí, forzando a Naruto a moverse también. Al momento en que colisionaban entre ellos mismos y las manos de Sasuke, se creaba un sonido húmedo que les resonaba en los oídos. El abundante líquido pre-seminal comenzaba a convertirse en algo más espeso y menos traslucido. Sasuke percibió el súbito espasmo que atacó a Naruto. Lo vio en el momento cumbre del orgasmo. En cómo el jadeo se convirtió en un gemido resoplado, intentando ser contenido. Su cuerpo se volvió rígido al tiempo que la presión que había estado intentando soportar, era liberada después de un par de espasmos. Pudo notar la sensación viscosa que manchó la palma de sus manos, y entonces Naruto se transformó en algo completamente flexible y blando, luchando por recuperar el aliento que dejó atrás. Esos segundos memorables, arrastraron a Sasuke a encontrar su propio auge. Cerró los ojos, apretó los dientes y percibió el tirón de su espalda que corrió hacia arriba como un escalofrío, para ser esparcido por el resto del cuerpo. Alzó la barbilla buscando no soltar ninguna clase de resoplido molesto, y aferrarse lo más posible a la cordura. Cuando toda la tensión bajó de su vientre a su erección como una curva peligrosa, dejó que todo pensamiento volara fuera y entonces, el golpe de vértigo fue lo único en lo que tuvo que centrarse. Y como esa sensación en donde su cuerpo se engarrotaba desaparecía para dar paso al alivio, el placer y a continuación el letargo.  

 

Sasuke abrió los ojos, respirando pesadamente y se topó con los ojos de Naruto atentos en él. Seguramente disfrutando del mismo espectáculo que él había tenido el privilegio de ver antes. Exhaló aire de su pecho, quedándose quieto un momento. Naruto tampoco se movió pronto, ambos hacían lo mismo; Saborear la sensación post-orgasmo que se quedaba en el cuerpo. Cosquillada, somnolienta, relajante. Sasuke se levantó de su lugar, deshaciendo el nudo de piernas que tenía Naruto en su cintura. Bajó de la cama para caminar desnudo hasta la pared donde se encontraba el pequeño espejo y la mesilla con la jarra de agua. Vació agua sobre sus manos y las enjuagó, tirando los sobrantes de humedad por fuera de la ventana, junto con la prueba de sus actividades nocturnas.  

 

– ¿Quieres que prenda la vela? –Preguntó Naruto, sentándose en la orilla de la cama.

 

– No. Puedo ver, no te preocupes. –Tomó la jarra de agua, y por inercia comenzó el ritual que se había impuesto muchos días atrás. Caminó con el recipiente y un trozo de tela limpio hacia Naruto. Humedeció la tela y la dobló– Dame tu brazo.

 

– Puedo limpiarme solo, ¿Sabes? –Se quejó, pero obedeció de todas formas. Sasuke lo miró con un gesto que no alcanzó a ser un reproche, sino un simple mohín.

 

– Cuando dijiste eso la semana pasada, te acabaste toda el agua. –Le recordó– Hiciste que tuviera que salir hasta las termas yo solo, sólo para quitarme el sudor de encima.

 

– Bueno, perdón. –Rezongó– No es como si fuera a cometer el mismo error dos veces, sólo dame el maldito trapo y mide el agua tú. –Le arrebató el trozo de tela y comenzó a limpiarse él mismo.

 

– Primero quítate el sudor de la cara, después el del cuerpo. –Instruyó– Después dame la tela para enjuagarla y limpiarme yo. Dejaremos eso para el final. –Señaló sin malicia, la entrepierna de Naruto que comenzaba a calmarse y regresar a su estado de reposo, pero más específicamente, al semen sobre su abdomen– No vaya a ser que quieras que me limpie la cara con eso encima.

 

– Cállate, ya lo sé. –Naruto apretó los labios. No quería gritarle a Sasuke ni tampoco hacerlo enojar. No después del estupendo favor que le había hecho hace apenas unos instantes– Toma. –Le extendió la tela una vez terminado de limpiar el sudor de su rostro, cuello, pecho, piernas y brazos. Sasuke se fue hacia la ventana de nuevo, humedeciendo y exprimiendo el trapo un par de veces, antes que comenzar a limpiarse él– Oye. –Llamó, logrando que Sasuke le prestara atención y volteara a verlo– ¿Itachi ya te dijo algo sobre alguna salida?

 

– Aún no. Aunque tampoco es que quiera salir. –Se acercó a la ventana para volver a exprimir el pedazo de tela– De todas formas, escuché que el primer grupo de la alta de cacerías va a salir mañana temprano, así que si no me avisó para entonces, es probable que no vaya a involucrarnos pronto. –Caminó hacia Naruto– ¿Por qué sacas el tema?

 

– Bueno, porque quiero saber si te piden salir. –Tomó el trapo que Sasuke le había tendido. Sonrojó sus mejillas ligeramente– Me preocupo por ti, idiota. –Murmuró bajo. Sasuke lo escuchó y sonrió– Terminé. –Levantó la cabeza para ver a Sasuke. Se encontró con el rostro de Uchiha cerca– ¿Qué? –No recibió respuesta. Sasuke simplemente se acercó a él, besándolo. Naruto cerró los ojos, sintiendo el roce suave que después se volvió más insistente. Entreabrió los labios cuando percibió la punta de la lengua de Sasuke empujando contra ellos. Una suave caricia que terminó pronto.

 

– Si algo pasa te lo diré. –Se pasó la lengua por los labios, para llevarse cualquier saliva que hubiera salido. Sasuke se limpió el vientre y el pene, asegurándose que nada quedara ahí. Humedeció y exprimió el trozo de tela una última vez y entonces volvió a la orilla de la cama– ¿Dónde están mis bóxer? –Preguntó mientras buscaba por el suelo, inspeccionando entre la ropa tirada. Los localizó cerca del mesón, fue por ellos, aprovechando para levantar todas las prendas y colocarlas sobre la silla. Notó que Naruto ya tenía puestos los suyos y se estiraba cómodamente sobre la cama, bostezando– ¿Muy cansado? –Preguntó malicioso, sin evitar sonreír de medio lado.

 

– Me duelen las piernas, maldito. –Rezongó Naruto en seguida, a la vez que se ruborizaba– Tenerlas sobre el aire me produce calambres.

 

– No lo digas como si yo me la pasara de las mil maravillas, Dobe. –Respondió– A mí también me queda adolorida la espalda. ¿O acaso crees que no me canso de estar moviéndome? –Naruto abrió la boca para replicar. Seguramente algo como; Pues podrías dejarme a mí hacerlo. A sabiendas de eso, Sasuke continuó hablando de inmediato, negándole la palabra– Y no. No voy a cederte el lugar. Con tus habilidades para meterte en tu propia burbuja, eres capaz de terminar sólo tú y olvidarte de mí. Así que no empieces. –Saltó el cuerpo de Naruto, colocándose en su lado de la cama, junto a la pared. Listo para dormir, ahora que ya se sentía satisfecho.

 

– Egoísta cabrón. –Maldijo– Tú sólo no quieres que yo esté arriba, ¿No es así? Tienes miedo de que al final te termine gustando. –Lo señaló con el dedo índice.

 

– Sí, claro. –Ironizó– Como eres tan bueno en ello, temo caer a tus pies rogando por mas, Naruto-sama. –Se mofó– Ya mejor duérmete.

 

– ¡Estúpido, no se me da mal-ttebayo! ¡Es sólo que tú tienes un estilo distinto al mío, y por eso no te gusta lo que hago! –Se giró varias veces en su mismo lugar, incomodando a Sasuke a propósito– Sólo es cuestión de agarrarte el ritmo, pero tú nunca me dejas intentarlo del todo.

 

– Bueno, mañana entonces tú vas arriba, ¿De acuerdo? –Dijo de mala gana– Claro, si aceptas intentarlo primero con tu boca, te dejaré estar arriba todas las veces que quieras. –Concluyó, simplemente por buscar molestar a Uzumaki. Aunque había cierto grado de verdad en sus palabras, por lo menos, en la parte en que le gustaría que Naruto lo masturbara con la boca.

 

– Vete a la mierda, Sasuke. –Le sacó el dedo medio– Lo haré si tu lo haces primero. –Retó. Sasuke lo vio a los ojos.

 

– ¿Es un desafío lo que escucho? –Sonrió con prepotencia– Porque tú siempre haces trampa, Naruto.

 

– ¡¿Cuándo diablos?! ¡Yo siempre cumplo mis desafíos!

 

– Eso lo quiero ver mañana. –Le dio la espalda, buscando arroparse con las sabanas– Más vale que no te arrepientas.

 

– Lo mismo te digo. –Refunfuñó, dándole la espalda también.

 

Naruto mantuvo un gesto petrificado, aprovechando que Sasuke no podía verlo. No tenía la menor idea de cómo se armaría de valor para hacer semejante cosa. Claro que todavía faltaba que Sasuke en verdad se atreviera a hacerlo primero. Sexo oral. La sola palabra sonaba excitante, pero nunca se imaginó que él tendría que hacérselo a otro hombre, esa idea parecía desaparecer todo el encanto inicial. Por supuesto, no era que Sasuke le desagradara. Si fuera de esa forma, no lograría tener erecciones ante la mínima caricia erótica que él le hiciera, o ante la visión de su cuerpo desnudo andando hacia él, con las intenciones de hacer que se viniera. De hecho, le gustaba mucho Sasuke. Pero sentía que eran dos cosas diferentes. Porque la idea de meterse un pene a la boca, era lo que no le gustaba. Volvió a darse media vuelta para ver la espalda de Sasuke. Observó el vaivén de sus hombros, debido a la respiración pausada que tenía al dormir. Los parpados comenzaron pesarle. Bostezó de nueva cuenta, dándose por vencido. Mañana sería otro día, y entonces podría preocuparse del asunto todo lo que quisiera. Por el momento, sólo quería dormir tan delicioso como había estado durmiendo en días anteriores. Con su cuerpo aliviado, ligero y saciado. Cerró los ojos sin darse cuenta, cayendo dormido en el acto.

 

 

 

 

 

 

 

– ¿Van a anunciar hoy la segunda oleada de salidas? –Preguntó Naruto, ligeramente sorprendido. Se agachó para recoger algunas puntas de flechas en el suelo. Rock Lee asintió.

 

–El manto no ha aparecido seguido. –Le acercó la cesta llena hasta la mitad de las diferentes puntas rotas que quedaban esparcidas por el campo de tiro. Después la llevaría a los herreros para que hicieran nuevas flechas– Itachi-san dice que ya pasó el tiempo prudente de espera de un nuevo manto, pero como no ha aparecido en dos semanas, comenzará a aceptar solicitudes de exploración.

 

– Si no mal recuerdo, esta mañana salió un grupo, ¿No es así? –Movió la tierra cerca de sus pies, buscando puntas ocultas por el polvo– ¿Qué grupo fue?

 

– Ah, ese fue el Natura. Como fueron el último equipo en salir la temporada pasada, esta vez quisieron ser los primeros. –Le envió una mirada discreta a Naruto– Sobre todo porque ya tienen su cuerpo de miembros completo.

 

– ¿Quieres decir que Shino…? –Miró a Lee, quien le sonrió de nuevo.

 

– Supongo que volvió a sentir la energía de la juventud y decidió que ya había sido suficiente auto-exilio. –Se levantó de su lugar, para continuar buscando en otra parte– Fue con Itachi-san a pedir permiso para volver a incorporarse en su equipo. Obviamente Itachi-san le dijo que no había nada de qué preocuparse, pero Shino-kun es muy serio, así que se quedó hasta que Itachi-san aceptara sus disculpas. –Volteó a ver a Naruto con curiosidad– La verdad es que pensé que tú te enojarías con Shino-kun.

 

– ¿Yo? ¿Por qué? –Ladeó la cabeza. Confundido.

 

– Bueno, yo sé que tú no eres como Sasuke-kun, que se vuelve loco por todo. Pero tampoco eres tan diferente, y pierdes el control ante la mínima cosa. –Rió para sí mismo. Nunca podría olvidar todas las peleas que Sasuke y Naruto habían tenido, por más insignificantes o graciosas que fueran– Sasuke-kun todavía no parece acercarse demasiado a Kiba-kun por el incidente que tuviste en su grupo. Así que creí que pasaría lo mismo contigo y Shino-kun…

 

– Bueno, lo que pasa es que Sasuke es muy rencoroso. –Rodó los ojos, recordando que cada cierto tiempo, parecía obsesionarse con las venganzas– Además, no creo que se lleve mal del todo con Kiba, es sólo que ese idiota es demasiado molesto. ¿Qué nadie ha notado que Sasuke es básicamente un amargado?, a él no le gusta nadie. No se lo tomen personal. –Bufó– Pero como yo no soy un aguafiestas como él, no voy a ir odiando a todo mundo, más que nada porque sé que lo que ocurrió en la cacería con el Natura, fue un accidente. A cualquiera le hubiera pasado-ttebayo…

 

– Me alegra escuchar eso, Naruto-kun. –Caminó al lado de Naruto hasta las últimas filas de blancos para tiro– Yo creo que nadie debería de llevarse mal aquí. Todos hemos estado juntos desde siempre, y juntos nos quedaremos. –Empuñó su mano con entusiasmo– ¡La vida es demasiado corta como para no deleitarla, nuestra juventud debe ser disfrutada! 

 

– Tienes razón, cejotas. Por eso nosotros deberíamos ser más…. –Se silenció de golpe cuando un zumbido le aturdió la oreja izquierda. Volteó hacia esa dirección, viendo como una flecha temblaba a escasos diez centímetros de su cabeza, debido a la fuerza con la que fue lanzada.

 

– ¡Justo en el centro! –Gritó Kiba con entusiasmo al ver su flecha dar en el círculo más pequeño del blanco de madera– ¿Qué pasa, princesa Naruto? –Llamó con malicia, viendo como Naruto salía de su estado de impresión y lo fulminaba con la mirada.

 

– ¡Kiba, eres un hijo de puta! ¡Disparaste hacia acá a propósito! –Gritó. Apuntó a Kiba con su dedo índice, de forma acusadora– ¡¿Qué hubiera pasado si me hubieras dado, imbécil?! ¡Pasó demasiado cerca! –Señaló el blanco que estaba a su lado, para que se notara la evidente cercanía con la que la afilada punta peligrosa, había casi rozado su figura– ¡¿Acaso buscas matarme, perro hediondo?!

 

– ¡Mas que tus malos insultos, me ofende el hecho de que me creas capaz de fallar! –Tiró el arco a sus pies, caminando retadoramente hacia Naruto– Nadie apestaría tanto en la arquería como para no evitar un estorbo de semejantes proporciones. –Dijo, lanzándole una mirada evaluativa, aclarando que Naruto era el estorbo del que estaba hablando. Sonrió con burla– Nadie más que tú, claro está.

 

– Maldito, estas pidiendo una paliza a gritos. –Se arremangó las mangas de su camisa, caminando a zancadas hacia Kiba.

 

– Como si la princesa Naruto realmente pudiera conmigo. –Se mofó. Vio a Naruto llegar justo frente a él. Ambos se vieron fieramente a los ojos– ¿Quieres tratar?, pero no te aseguro que vayas a salir bien parado de esto.

 

– Y yo no te aseguro que no vaya a tirarte los dientes, como le pongas una mano encima a Naruto. –La voz grave y molesta llamó su atención. Todos voltearon a ver llegar a Sasuke, con una mueca visiblemente enfurecida, mientras apretaba ambas manos. Hacía parecer que estuvo esperando tanto tiempo, sólo para encontrar una excusa y golpear a Kiba– Si veo que te mueves, te parto la cara, Inuzuka.

 

El silencio se hizo en el campo de tiro, vacío por la excepción de algunos otros hombres que se preparaban apenas para entrenar. La situación tensa detuvo sus intenciones de continuar, prestando atención a lo que acontecía. Sasuke ya había llamado la atención de los hombres en la fortaleza, desde la noticia de su pelea con Nagato. Se consideraría una mentira, si alguno mencionara que no estaba deseoso de ver la fiereza con la que lo describieron, en vivo y en directo. No sólo por Sasuke, sino también por Kiba. Todos sabían que no era débil, y su evidente apariencia salvaje, era un preámbulo que les decía que, en una pelea, daría por sentado un buen espectáculo. Kiba afiló sus ojos y giró ligeramente su cuerpo, para plantarle cara al Uchiha. Naruto levantó las manos, poniéndose entre Sasuke y Kiba, por si alguno de ellos saltaba ante la más mínima provocación.     

 

– ¡Oye, Sasuke, idiota! –Se colocó en el rango de visión de Sasuke, distrayéndolo de su duelo de miradas con Kiba– ¡Nosotros no íbamos a pelear de verdad! ¡Así es como Kiba y yo hemos estado bromeando!

 

– No hace falta que le des explicaciones, Naruto. –Kiba posó su mano sobre el hombro de Naruto, haciéndolo retroceder. Dio un paso al frente, colocando a Uzumaki tras su espalda, como si lo estuviera protegiendo– El hermano menor sólo ha dicho lo que se había estado guardando hace meses. Yo sé que quiere pelear conmigo, y no tiene nada que ver con defenderte. Es una excusa. –Sonrió con reto– Ven cuando quieras. –Sasuke entrecerró sus ojos, amenazante.

 

– ¡Suficiente! –Naruto empujó a Kiba a un lado– ¡Cejotas, te encargo la canasta! –Dijo. Avanzó directo hacia Sasuke y le tomó del brazo. Caminó sin detenerse, obligando a Sasuke a irse con él. Cuando sintió que Uchiha iba a resistirse, le envió una mirada de advertencia– Tenemos que hablar. –Murmuró, de forma que sólo Sasuke escuchara. Sin más remedio, el Uchiha se dejó hacer, no sin antes volver a enviarle a Kiba, una última mirada desafiante.

 

– ¿Te acabas de dar cuenta que me has dejado en ridículo frente a todos? –Susurró Sasuke mientras caminaban hacia el edificio. Naruto lo volteó a ver, molesto.

 

– ¿Y tú, que estabas a sólo una patada de que Itachi volviera a castigarte? –Contraatacó– ¿Qué diablos intentabas? ¿Por qué quieres pelear con Kiba? pensé que ya te caía bien.

 

– Nadie me cae bien, Naruto. –Informó– Sólo los tolero, pero no quiero ser amigo de nadie aquí.

 

– No entiendo el porqué, si nadie aquí te ha hecho nada. –Entraron por la puerta principal que daba hacia las escaleras. Al ver que ya había una prudente distancia entre Sasuke y el campo de tiro, Naruto por fin, soltó su brazo– Voy a ir con Sai un rato.

 

– Oye, ¿Me hiciste venir hasta aquí, y ahora te largas con otro? –Se quejó. Naruto lo volteó a ver sorprendido– ¿Qué? –Alzó una ceja, inconsciente de lo que había dicho, y la forma en la que lo hizo. Naruto se llevó una mano a la boca, dejó escapar un poco de aire, pero en seguida comenzó a reír– ¿Qué demonios? –Rezongó.

 

– Justo ahora, tu... –Se carcajeó– ¡Sonaste completamente como un tipo celoso! –Dijo entre risas. Sasuke se sorprendió a sí mismo de escuchar tal declaración. Rememoró al instante lo que había dicho. Era verdad, sonaba celoso, y no sólo celoso, sino también infantil. ¿Por qué había dicho algo como eso?

 

– Cállate. –Se llevó una mano tras la nuca y se rascó, molesto consigo mismo– Voy con Itachi, lárgate a donde quieras. –Bufó. Caminando a toda prisa hacia las escaleras para subir a la última planta del castillo.

 

– Imbécil. –Rió un poco más. Se llevó las manos detrás de la cabeza y caminó con paso relajado hacia el pasillo principal, donde después doblaría otro pasillo e iría piso abajo, donde estaba el cuarto de Sai– Me pregunto si ya lo habrá terminado. –Meditó, sonriendo alegremente.

 

 

 

 

 

 

 

Deidara bostezó sonoramente y dejó caer la frente sobre el escritorio. Estaban saliendo de una temporada estacionaria e iban a iniciar demasiadas cosas parar revisar a la vez. Las cacerías se habían reanudado, lo que daba ya en sí muchas tareas antes de organizar cada permiso. Se debían de ver los factores del viento, la temporada, el clima, el tiempo estimado desde el último manto carmesí, entre más detalles. La época de invierno ya se estaba haciendo presente y sólo sería cuestión de días para que el clima diera el giro drástico para la entrada del equinoccio. Todo eso conllevaba proteger los campos de cultivo, resguardar a las gallinas, los huevos y polluelos. Los tejedores debían de comenzar a buscar fibras y tratarlas para poder elaborar ropajes de estación.  Una vez comenzaran las nevadas, sería prácticamente imposible salir, por lo que era primordial reabastecerse de leña. Se tenían que preparar las chimeneas principales dentro de la fortaleza, estratégicamente colocadas en el castillo. Al ser un inmueble enteramente de roca, ésta absorbía las bajas temperaturas y se cubría de una fina capa de escarcha y hielo, si no se tenía cuidado. El líder no podía darse el lujo de vacilar en los permisos de salida en esta ocasión. Eran necesarias las reservas carne. Deidara giró su cabeza perezosamente. Reposando sobre su mejilla, volteó a ver a Itachi, que trataba de contener un bostezo.

 

– No estás en posición de aburrirte, líder. Ni se te ocurra bostezar. –Advirtió. Viendo fijamente a Uchiha. Itachi sacudió su cabeza, despejándose un poco de la neblina de sueño. Levantó las hojas que tenía en la mano, para seguir leyendo– Así me gusta. –Murmuró satisfecho, para después bostezar de nuevo. Itachi lo vio de reojo, con un gesto de ligero reproche.

 

– ¿Por qué tu puedes bostezar y yo no? –Se quejó.

 

– Porque yo ya terminé mi trabajo de hoy. –Sonrió. Se acomodó descaradamente sobre el escritorio, adoptando una posición más cómoda– Vamos, trabaja. –Itachi suspiró, se sentía cansado– ¿Quieres que te traiga algo? ¿Té o comida? –Se ofreció, poniéndose de pie. Necesitaba que el líder se mantuviera despierto y terminara de leer los informes de las alas de trabajo de esa mañana.

 

– Si, por favor. Me gustaría un poco de ambos, si no te molesta. –Sonrió. Algo de té seguramente le vendría bien. A pesar de que no había mucho viento, el clima fresco se podía percibir a través de la gruesa pared de roca. Una humeante y fragante bebida, lo despertaría por completo. Deidara caminó hacia la puerta. 

 

–Bien. Regresaré en un momento, sigue leyendo. –Aconsejó. Llegó a la puerta y tiró del pomo. Respingó cuando vio a Sasuke frente a la entrada, a punto de tocar la puerta– Oh, vaya, Sasuke. –Sonrió al notar que el hermano menor de Itachi, también se había sorprendido, cuando la puerta se abrió antes de que él llamara– ¿Vienes a ver a Itachi? –Se hizo a un lado, dejando que el Uchiha menor entrara a la habitación.

 

– Si, sólo vine a preguntar algo. –Mencionó– ¿Están ocupados o algo así?

 

– No tanto. –Salió de la habitación, aun sin cerrar la puerta– Voy a ir por algo de comer para tu hermano, puedes hablar con él mientras no estoy. Pero no lo distraigas mucho. –Advirtió– Ahora vuelvo. –Cerró la puerta tras de sí.

 

Sasuke se dio media vuelta y vio a su hermano. Itachi estaba sentado en el mesón que hacía de su escritorio. Nuevamente, rodeado de papeles. En una de sus manos sostenía unas hojas adjuntas, como si fuesen un ensayo. Con la otra mano, paseaba su dedo sobre las líneas de más documentos sobre la mesa. Volteaba a ver cada unas consecutivamente, como si las comparara. Sasuke no tenía idea de qué clase de documentos podrían realizarse en un lugar como ese, que mantuvieran a Itachi tan ocupado cada minuto de cada día. En lo que a él le concernía, una fortaleza con poco más de doscientas personas, no debía de costar tanto en administrar. Un lugar aislado, donde cada día se hacía lo mismo, una y otra vez. Una rutina infernal para aquellos que no pertenecieran a ese lugar, pero seguramente, lo más natural para alguien nacido en ese mundo, donde no conocían algo distinto. Los únicos que no mantenían vidas apacibles, eran aquellos hombres destinados a ser cazadores. Ellos ciertamente cumplían con rutinas diarias, pero eran distintos a los demás. Ejercicios intensos, estiramientos, prácticas. Se desvivían con el objetivo de ser más fuertes, más flexibles, más veloces, más certeros, porque sólo dependían de ellos mismos cuando debían abandonar las murallas del castillo. Un cazador se enfrentaba al mundo exterior. Un mundo habitado por bestias peligrosas, astutas, malignas. La diversidad del habitad de ese mundo, era poco menos que conocido. Nadie podía aventurarse más de lo que otros hayan hecho. Todo lo que se encontraba más lejano que eso, era un completo enigma, y posiblemente, una completa trampa letal, de la que nadie quería ser víctima. Aun así, tenían que hacerlo.

 

Naruto y él habían sido seleccionados para ser cazadores. Apenas y había salido en dos ocasiones, y Sasuke sentía que no deseaba hacerlo más. No había lugar a salvo afuera, y no había forma de pelear directamente contra ellos. Demonios con formas extrañas y gran variedad, algunas pequeñas como un cerdo, hasta enormes como árboles. Solitarios, en pareja, en manadas. En los pastizales, en las llanuras, en los bosques, en los lagos. Seres llenos de sadismo perverso que sólo buscaban acabar con más vidas. Apretó las manos contra sus piernas, volviéndolas puño.

 

Pero, al mismo tiempo comprendo… este es su mundo. Aquí los intrusos… somos nosotros.

 

– ¿Sasuke? –Sasuke subió la barbilla para ver a su hermano, que lo sacó de su distracción– No me di cuenta de que estabas aquí, ¿Qué sucede? –Dejó los documentos a un lado e hizo el ademan de levantarse. Sasuke levantó una mano, señalando que se quedara sentado.

 

– Por favor, continua con lo que haces. –Caminó hacia el escritorio– Deidara me dijo que no te distrajera mientras él iba por tú comida. –Alcanzó la silla que estaba frente al mesón, la arrastró hacia atrás y tomó asiento– No me gustaría escuchar sus quejas odiosas, si vuelve y te ve platicando conmigo sin haber terminado eso. –Sonrió. Itachi suspiró, pero también sonrió a su hermano.

 

– Tienes razón. Mejor ahorrarnos eso. –Tomó los papeles de nuevo– Pero dime, ¿A qué has venido? –Levantó la vista por sobre las hojas. Hizo un ademan despreocupado– Descuida, que sabes que puedo hacer ambas cosas a la vez. –Sasuke soltó una risa baja.

 

– Si, ya lo sé. Mi hermano el genio. –Apoyó un codo sobre la orilla del mueble, y recargó una mejilla en la palma de su mano– Quería preguntarte algo, acerca de las salidas de cacería.

 

– ¿Quieres saber cuándo saldrán Naruto o tú, cierto? –Respondió sin dejar de leer. Sasuke asintió, como si su hermano pudiese verlo. Aun así, Itachi continuó, conociendo la respuesta de su hermano menor– Aún no he decidido. –Bajó los documentos un poco, para que Sasuke lo viera a los ojos– Tengo que revisar el orden de los equipos, y tomar en cuenta en donde ya han estado Naruto y tú. –Serió su rostro– Es probable que, si el clima sigue estable y el manto hace una aparición distante, tú y Naruto tendrán una salida consecutiva.

 

– ¿Ambos en un solo equipo? –Itachi negó con su cabeza– Entonces, ambos en equipos distintos, pero los equipos saldrán a la vez. Igual a la última salida que tuvimos.

 

– Debido a que entráremos pronto al equinoccio de invierno, es importante proveernos de alimentos para la temporada. –Dejó los papeles que leía, reemplazándolos por otros– Es difícil salir durante el invierno, este mundo tiene estaciones muy estables debido a que no hay una raza como la de los humanos, que ocasione un desequilibrio ambiental. –Siguió hojeando– Así que no te sorprendas que de un día para otro, cambie el clima de forma radical. Los inviernos son nevados, así que es obvio que algunas bestias invernen, encontrarlas no es sencillo. Sin mencionar, por supuesto, lo difícil que sería para los cazadores tratar de escapar con la nieve.

 

– Entiendo. –Estiró su mano, jugueteando con una hoja de papel hecha ovillo.

 

Itachi levantó una ceja. Disimuladamente vio a su hermano, juguetear apaciblemente con una hoja envuelta. Eran ya cerca de tres semanas en las cuales se había mantenido así de tranquilo. No había escuchado rabietas de Naruto, no había escuchado risas de sus compañeros que los señalaran en una nueva pelea, no había escuchado discusiones. Algo inusual en ellos. Naruto y Sasuke siempre habían sido un terremoto emocional. Peleaban y se reconciliaban frecuentemente, en ocasiones tan seguido, que Itachi nunca sabía cuando había terminado una discusión para cuando estaban molestos por otra razón diferente. Sasuke por sí mismo, era un hombre tranquilo y silencioso. Naruto por otra parte, era el completo opuesto de Sasuke. Era animado, ruidoso, hiperactivo, siempre teniendo ideas descabelladas para las aventuras más inverosímiles. Con alguien así, era imposible para Sasuke permanecer sereno. Con Naruto a su lado, Sasuke gritaba, reía, se enojaba, se divertía. Verlo tan quieto ahora, le preocupaba.

 

Pero, entonces Itachi analizó cuidadosamente. No era que Sasuke estuviese deprimido. No parecía encontrarse cabizbajo, nervioso, tenso o molesto. Sólo estaba tranquilo. Llevó los ojos al tejado, buscando alguna razón a su comportamiento. Quizás para los demás, no era algo de lo cual prestar especial atención, tal cual le había mencionado Deidara. Pero Itachi no se sentía comprendido. No sabía cómo explicar a sí mismo, cuál era el concreto motivo que hacía que inevitablemente, sintiera que algo estaba fuera de lugar. Volteó a ver a Sasuke.

 

– ¿Ocurre algo entre Naruto y tú? –Preguntó. Itachi se sentía incapaz de encontrar una respuesta a su propia duda, nunca había comprendido del todo el mundo de Naruto y Sasuke. Por lo cual era mejor preguntar. Sasuke dejó de rodar el papel de inmediato, y sus ojos mostraron por menos de un segundo, una expresión de sorpresa. Si Itachi no conociera a Sasuke de toda la vida, no hubiera notado ese gesto. Había dado en el clavo. El punto era saber, en qué– ¿Ocurre algo, entonces?

 

– ¿Qué quieres decir con algo? –Reanudó de inmediato su jugueteo aburrido. Su rostro mostraba una mueca indiferente, justo como la que tenía antes de que Itachi le hubiera hecho la pregunta. Nadie que no fuera perfectamente observador, hubiese notado un cambio. Pero Itachi lo hizo.

 

– Bueno, no lo sé. –Fijó su completa atención a Sasuke, por si volvía a ocurrir algún gesto fugaz– ¿Están peleados? ¿Se dijeron algo malo?

 

– Nada de eso. –Se irguió en su asiento para ver a su hermano mayor. Sasuke también volcó su atención en Itachi, atento a cualquier gesto– ¿Por qué piensas que ocurre algo? –Itachi entrecerró los ojos. Ahora sería imposible que Sasuke revelara alguna emoción descuidada. Estaba alerta. A pesar de que su timbre de voz fuese normal, su postura relajada y su rostro tranquilo. Itachi sabía que Sasuke estaba a la defensiva. Se lo decían sus ojos. Itachi suspiró de forma cansada. Una vez que Sasuke colocaba su barrera de hierro frente a él, no había nada que hacer. El único en poder penetrar esa barrera, siempre sería Naruto.

 

– Por nada en especial. –Sonrió a su hermano. Sasuke afiló su mirada, Itachi mentía– De acuerdo, te lo diré. –Dijo en cuanto notó que Sasuke lo había leído por completo. Su hermano menor, era demasiado agudo como para engañar, y se conocían tan bien el uno al otro, que el simple intento de mentirse entre ellos era un caso perdido. Era la desventaja de ser familia– Es la primera vez, que los veo a ti y a Naruto tan tranquilos. –Sasuke hizo una mueca confusa. Itachi continuó explicando– No han peleado, ni discutido, ni nada de eso. Es la primera vez que ocurre. Y que están en buenos términos por tanto tiempo, es inusual. Claro, no digo que sea malo, al contrario, simplemente que, antes no había pasado.

 

– Bueno, creo que estas exagerando en decir que es la primera vez que no peleamos. –Sasuke volteó a ver la hoja envuelta, con la intención de distraerse en ella otra vez– Nunca has estado con nosotros todo el tiempo.

 

– ¿Qué? –Se ofendió– Me lo dices como si no los hubiese visto crecer, Sasuke. –Sasuke lo miró a los ojos con seriedad.

 

– Vernos crecer es distinto a estar con nosotros. –Dijo– Si Naruto y yo no estamos peleando, entonces, ¿Es anormal? –Frunció el ceño– Nosotros no nos odiamos, Itachi.

 

– No quise decir eso… –Se llevó una mano a la sien– Es difícil de explicar, sólo siento que hay algo distinto en ustedes. Quizás sólo esté alucinando, pero en verdad creo que algo ocurre.

 

– Tienes razón. –Sasuke se puso de pie– Estas alucinando.

 

– ¿Por qué estas tan enojado? –Itachi se levantó de su lugar. Vio fijamente a Sasuke– Sasuke, si tienes alguna preocupación, dímelo.

 

– No ocurre nada. –Sentenció.

 

– Me harás que hable con Naruto, si tú no me lo dices. –Mencionó, conciliador. Después de todo, Sasuke siempre se negaba a pedir ayuda o consultar sus problemas. Si solicitaba alguna clase de apoyo, era porque en verdad lo necesitaba, y no podía resolverlo por sí mismo. Si Itachi quería saber algo que Sasuke se negaba a contarle, se lo preguntaba a Naruto, quien siempre le respondía con sinceridad. Lo único que quería, era ayudar a su hermano menor– Yo sé que si hay algo malo, él me lo dirá y… –Sasuke golpeó el escritorio con el puño, sorprendiendo a Itachi, silenciándolo de golpe en medio de la frase.

 

– ¡Tú no le vas a preguntar nada, maldición! –Vociferó. Furioso– ¡Deja ya de meterte en mis asuntos! –La mueca de Itachi era de asombro. No era la primera vez que Sasuke reaccionaba violentamente hacia él, pero era la primera vez que lo hacía de una forma tan férrea. Se hizo un silencio incomodo, donde Itachi no supo que decir, y Sasuke apretó los dientes, frustrado.

 

– Perdón. –Susurró Itachi– Sé que me pasé de la línea. No quería acorralarte, Sasuke. –Volvió a tomar asiento– Esperaré a que me digas lo que pasa, y si no pasa nada, entonces dejaré de darle vueltas al asunto. –Volteó a ver a su hermano– Y no le preguntaré nada a Naruto. –Esa frase hizo que el cuerpo de Sasuke, dejara de estar rígido. Se estaba calmando– Sé que a veces te presiono demasiado, y que no te gusta que te pidan explicaciones. Pero compréndeme un poco también, soy tu hermano mayor y estoy a cargo de ti. No te vi durante tres años, y ahora estas en este mundo. –Sonrió apenado– Sólo me preocupo por ti. Me preocupo de cualquier cosa que pueda pasarte.

 

– Yo también… –Murmuró, tranquilo– No quería gritarte. Pero, ¡Diablos, Itachi! Insistes mucho. –Itachi rió quedamente– De verdad… –Miró a su hermano mayor a los ojos– De verdad no ocurre nada malo. Naruto y yo estamos bien, no pasa nada. Todo está bien. –Itachi asintió, creyéndole– Bueno… sólo quería saber si iba a salir con un equipo pronto. –Se alejó de la silla– Avísame cuando decidas, nos vemos. –Dio media vuelta, caminando hacia la puerta, para después, salir por ella. Itachi aspiró aire, después lo soltó pesadamente.

 

– Quizás sólo estoy pensando demasiado. –Recargó su espalda en el respaldo de la silla, y volteó a ver el techo de la habitación.

 

– ¡Estas pensando demasiado, en lugar de trabajar! –Gritó Deidara, llegando a la habitación. Itachi se enderezó calmadamente y siguió trabajando.

 

 

 

 

 

 

 

Naruto parpadeó un par de veces, tratando de adaptarse a la nueva iluminación. Nunca se acostumbraría al ambiente oscuro en el que Sai vivía, pero siempre valía la pena ir. Sai tenía una alergia severa a la luz del sol, por lo cual nunca se le veía fuera de su habitación. Ubicado en un cubículo bajo tierra, Sai era la siguiente generación de dibujantes de diarios. La habilidad de Sai era tan impresionante, que podía hacer ilustraciones que llegaban a igualar la exactitud de una fotografía. Un talento sorprendente. Pero lo que más le había maravillado a Naruto, era el hecho de poder estampar la silueta de alguien a quien ni siquiera conocía, sólo con darle un par de detalles.

 

Cerca de dos semanas atrás, Naruto le había hablado un poco acerca de su madre, Kushina. Cuando volvió para ver el dibujo, Sai pareció bastante preocupado. Le preguntó a cada momento, sin en verdad su madre lució de esa manera, si no se había equivocado en algo, si era realmente fiel a como su madre lució en vida.

 

Eres realmente increíble, Sai…. A comparación del dibujo de Sasuke que habías hecho antes, éste no tiene ningún error. Es exactamente como mi madre era…

 

Contestó. Pero por alguna extraña razón, Sai sólo pareció más intranquilo. En esa ocasión, Naruto iba por otro dibujo, uno que anteriormente la había pedido que le hiciera. Era una sorpresa. Llegó al final de las escaleras en forma de caracol y la luminosidad candente de una antorcha, le alumbró el rostro. Los segundos pasaron y sus ojos se adaptaron, comenzando a ver más allá de la oscuridad. Masas difusas que después adquirían la forma de muebles.

 

– Buenos días, Naruto-kun. –Sai salió de la oscuridad, sonriendo con su pálida tez. Si no fuera porque  ya se había acostumbrado, Naruto probablemente hubiera salido corriendo del lugar. Sai siempre parecía hacer esa clase entradas, como si asustar a las personas fuera divertido para él.

 

– Hola, Sai. –Saludó, sonriendo– ¿Estas ocupado? –Preguntó en cuanto vio que Sai llevaba en sus manos, varios instrumentos.

 

– Estoy por terminar la actualización de un diario. –Mencionó. Caminó hacia el escritorio y colocó encima los utensilios. Naruto se acercó con curiosidad– ¿Venias a preguntar si había terminado el dibujo? –Preguntó, sin voltear a ver a Uzumaki.

 

– Bueno, sí. –Llevó una mano detrás de su nuca– ¿Te estoy apurando? No quería hacer eso…

 

– No. No lo haces. –Comenzó a grabar la portada de piel de un diario. Naruto no alcanzaba a ver el rostro del dueño– Escuché que se abrió la temporada de caza. –Platicó, siguiendo con su trabajo– ¿Vas a salir?

 

– Itachi no me ha dicho. Sasuke fue con él hace rato, a lo mejor a preguntarle. –Naruto llevó sus manos a los bolsillos. Miró la espalda de Sai, inmerso en su tarea. Se hizo el silencio en donde sólo se escuchaba el raspar de la piel del diario, y se respiraba el olor de la tinta y el cuero humedecido. Naruto ladeó su cabeza– ¿Estas enojado conmigo? –Susurró. Sai se detuvo.

 

– ¿Por qué lo preguntas, Naruto-kun? –Giró su rostro, con la intención de ver a Naruto sobre su hombro– ¿He hecho algo que parezca que estoy enojado contigo? –Naruto se meció en su lugar.

 

– Bueno, no. Pero… –Miró hacia el suelo. Sintiendo que estaba incomodando– Es que siento como si te estuviese comportando diferente conmigo. Quiero decir… yo…

 

– No estoy molesto. –Interrumpió– Es sólo que me gustaría preguntar algo, pero no sé si debo… –Dejó los utensilios y giró la silla. Viendo a Naruto de frente. 

 

– ¿Preguntar qué? –Alentó. Sai entrecerró sus ojos, viendo a Naruto fijamente. La mirada de Sai pareció el preludio de algo serio. La sonrisa que siempre tenía, había dejado de estar en sus labios. Un momento, en el que Sai pareció meditar como haría su pregunta, los sumergió en un breve silencio.

 

– ¿Qué clase de persona era exactamente Kushina-san? –Preguntó al fin. Naruto cerró los ojos, confundido.

 

– ¿Todo esto tiene que ver con mi madre? –Relajó su postura. El había creído que era un tema serio– Sai, me asustaste, pensé que me ibas a hablar de algo como la última vez. Sobre este mundo y eso. –Sai no dejó su seriedad. Naruto suspiró, rindiéndose– ¿Cómo era, en qué aspecto? –Cedió.

 

– Me refiero a la clase de comportamiento que tenía, ¿Cómo era su personalidad? ¿Era ella peculiar en algo? No. –Se detuvo un momento, en el que una pregunta más importante apareció en su cabeza– Dime, por favor, ¿Cómo fue que conoció a tu padre? –Pidió, casi a modo de suplica. Naruto abrió los ojos, asombrado por ello. Sin saber la razón, su cuerpo sintió el estremecimiento del peligro. Aun así, habló. Habló ausente, como si la información que le pedían, brotara con ansias acumuladas. Como si hubiese estado resistiendo por decir todo aquello, que ni siquiera se detenía a procesar. Palabras que ni siquiera sabía que estaba diciendo.

 

– Mi padre me contó que cuando era joven, visitó un bosque con mi abuelo y mi abuela una vez. –Su mirada se perdió, mientras su cuerpo se quedó estático– Su familia no acostumbraba hacer viajes de campamento, no tenían unas costumbres tan campiranas como para hacerlo, después de todo, su familia había estado viviendo la mayor parte de su vida en América. Nunca entendieron porqué el repentino entusiasmo de mi abuela por ir. –Sai notó su estado, pero no dijo nada– Fue en el segundo día de campamento. Mi padre fue al lago muy temprano en la mañana porque quería meterse a bañar antes de que mis abuelos despertaran. Subió a un bote y navegó al centro. El dijo que acababa de apagar el motor cuando, de pronto se escuchó como si se hubiese atascado. Cuando levantó la hélice, estaba enredada en cabello rojo. Me dijo que se asustó tanto que, saltó al agua a toda prisa. Debajo del bote había una chica al borde del ahogo. Ella era mi madre. –Sai abrió los ojos asombrado. Pero Naruto no se detuvo, las palabras se escapaban de sus labios, sin saberlo– Le cortó parte del cabello a tirones, porque estaba hecho un lío en la hélice, le preocupaba que ella no se despertara a pesar de eso. La llevó a la orilla y después a un hospital, y por fortuna logró salvarse, pero estaba llena de heridas y cortes. Los doctores dijeron que posiblemente la golpeó la hélice del bote antes de que su cabello se atorara. Eso fue lo que la salvó, de lo contrario, el bote le hubiera rotó la cabeza, y hubiera muerto. –Naruto miró al suelo. Sus ojos sin parpadear– Ella no recordaba muchas cosas por el trauma. Mi padre iba a visitarla seguido, puesto que no había ningún familiar que fuera a buscarla. Parecía extranjera, así que la situación se complicaba más. Cuando la dieron de alta del hospital, ella le dijo a mi padre que no tenía a donde ir. Mis abuelos decidieron ayudarla, la llevaron a un internado porque ella parecía ser muy sensible. Todo le causaba miedo y parecía como si fuera la primera vez que estuviera en una ciudad tan grande o viera a mucha gente. Mi padre como de costumbre, se preocupaba por ella, nunca la dejó sola e iba a visitarla al internado seguido. Al parecer se sentía responsable de ella después de haberla salvado. Mis abuelos le pagaron la escuela y la apoyaron mucho, le habían tomado el cariño de otra hija, y les entristecía lo sola y desprotegida que estaba. Tiempo después, papá y ella se enamoraron. Mis abuelos no objetaron y por el contrario, siempre mencionaron que debió de haber sido el destino que ellos dos se encontraran. Naturalmente se casaron, poco después ella quedó embarazada. Ella siempre fue amable, alegre y entusiasta, era la madre más enérgica que alguien haya visto, y nunca nos dejaba solos a mí o a papá. Yo tenía ocho años, cuando murieron. Viajaban junto a los padres de Sasuke en una avioneta. Los cuatro murieron en un accidente aéreo. –Naruto parpadeó. Frunció el ceño confundido, como si se hubiese desconectado de algo.

 

Naruto sintió como los ojos de pronto le escocieron. Llevó el dorso de su mano a ellos y sintió la humedad. Estaba llorando. Se sintió extraño. ¿Por qué estaba llorando?, no tenía idea. Volteó a ver a Sai, que seguía sin cambiar la expresión de su rostro.

 

– Naruto-kun. –Llamó– ¿Kushina-san alguna vez te contó historias extrañas? –La pregunta se quedó en el aire. El silencio que siguió a continuación, se sintió pesado. Tenso. A diferencia de la pregunta anterior, Naruto sintió el golpeteó de alerta. Naruto experimentó la sensación de sopor, cuando vio a Sai fijamente– ¿Naruto-kun?

 

– No. –Habló. Sai observó la postura de Naruto. Altivo y rígido, alerta. Su gesto parco y serio, con ojos fijos y entornados. Sai recargó su espalda en la mesa tras él. No por descanso. Sino por la inconsciente necesidad de retroceder. Naruto en ese momento. Con la luz de antorcha a su espalda, le dio miedo. Naruto abrió la boca y Sai respingó– Ella nunca me habló de cosas extrañas. –Sentenció, con un ausente y seco tono de voz. Y entonces se dio la vuelta– Todavía no está listo el dibujo, ¿Verdad?

 

– Eh… No, todavía no. –Tartamudeó. Sai carraspeó en seguida, tratando de volver su voz a la normalidad. Sonrió con su mueca fingida, a pesar de que Naruto le daba la espalda y no lo podía ver. Pero era una medida de seguridad. La máscara que lo protegía– Es probable que lo termine mañana en la noche.  

 

– Entonces vendré por ella después de la cena de mañana.

 

– ¡No! –Dijo de inmediato. Naruto volteó hacia atrás, al escuchar la urgencia en la voz de Sai. Así que el chico volvió a sonreír con toda su voluntad, tratando de corregir su negativa desesperada– Mejor yo subiré a dejarla hasta tu cubículo. No te preocupes. –Naruto asintió, avanzando al marco de la entrada y subiendo las escaleras, marchándose. Cuando el eco de los pasos dejó de escucharse, Sai relajó su cuerpo con un largo suspiro. El asombro le llenó el cuerpo al recordar todo lo que Naruto le había dicho. Volteó a ver sus manos. Estaba temblando.

 

 

 

 

 

 

 

Sasuke odiaba bajar a las bóvedas. Siempre que veía las pilas de diarios, le daba un vuelco en el estomago. Su diario estaba apenas escrito y a regañadientes. El día que estuvo a punto de morir cuando salió de cacería con el grupo Natura, recordó en lo que parecían sus últimos momentos, que nadie sabría quien habría sido él. Su diario no tenía más que su nombre escrito, con su rostro en la portada, sin nada que decir. Días después, comenzó a escribir en él de mala gana. Hizo caso de Naruto y comenzó contando un poco de su vida en su mundo. Los sentimientos que experimentó ante la pérdida de Itachi, entre otras cosas. No tenía un gran número de páginas escritas, pero suponía que bastaba por ahora. Iría escribiendo gradualmente sobre su día a día, con el paso del tiempo. Lo que pensaba. Lo que veía. Lo que aprendía. Estaba dudoso en escribir lo que ocurría con Naruto y él. Temía que en algún descuido, alguien llegase a leerlo. Después de todo, era un diario. Todo mundo sentía curiosidad por los diarios de vida. Una vez que comenzabas a escribir sobre ti mismo, se comenzaba a formar una sensación de inseguridad. Parecía que en ningún lugar estaba a salvo, y que podía caer en manos equivocadas en cualquier momento. Escribir un diario, generaba todo eso.

 

Pero ese no era el motivo por el cual se encontraba ahí. Sasuke caminó hacia los estantes entremedios de los pasillos. No quería distraerse en el odio que sentía por la clase de trampa que era ese mundo. Estaba en busca de otra cosa. Algo que en ese momento, era más importante. Trató de recordar, en que pasillo se había metido Naruto a dejar el último diario que llevó al cubículo. Deseaba encontrarlo. No para leerlo. No. Sino para encontrar información sobre el nombre de la persona, cuyo diario sí deseaba leer. Vagó por las repisas, leyendo rápidamente los nombres de los lomos, esperando que alguno le resultara familiar. Entre tantos libros apretujados y tantas repisas que conformaban un solo estante, Sasuke sabía que la búsqueda le tomaría tiempo. Pero también era consciente que, buscar el otro diario, sería el verdadero desafío.

 

El diario de Sugihara Riku, apareció media hora después. Ese era el nombre del dueño del diario que Naruto había llevado hacía más de un mes atrás. El diario que le causó muchos dolores de cabeza a Sasuke, así como malos entendidos. El diario que expuso frente a él, la verdadera naturaleza de la fortaleza. La escases de mujeres, obligaba a muchos de los hombres a satisfacer sus necesidades, con otros hombres. Sasuke abrió el diario, buscando las páginas antes de la revelación. Buscando el nombre del hombre de quien había quedado enamorado, el dueño del diario. Lo encontró después de una breve lectura superficial. Sasuke no quería leer las palabras cursis de Sugihara Riku, ni de sus temores y rechazos por ser un hombre débil y afeminado. Él quería encontrar el diario de la pareja de Riku. Quería el diario de Kaze Chisato. Con el nombre en la cabeza, devolvió el diario de Riku a su lugar, y comenzó a buscar por las filas, ese nombre.

 

Sasuke no sabía si se encontraba en ese estante. Desconocía si había muerto antes o después de Sugihara Riku. Se pasó otra media hora buscando en ese mueble, sin éxito. Entonces comprendió, que quizás había muerto años después. Por lo que decidió trasladarse de anaquel. El tiempo pasó mientras él continuaba buscando. Incluso ignoró el hecho de que otro hombre bajó a las bóvedas. Escuchó sus pasos pasearse de un lado al otro, igual que él. Seguramente buscando algún diario en específico también. Pero ese no era asunto de Sasuke, así que continuó, sin prestarle atención. Le tomó alrededor de otra hora dar por fin con el nombre. Kaze Chisato lucía como un hombre de algunos treinta y cinco años en la portada de su diario. Por alguna razón extraña, eso le sorprendió. Quizás porque Sugihara Riku lucía aun joven, pero entonces recordó que los diarios habían estado en diferentes anaqueles, así que el amante de Chisato, simplemente murió varios años antes que él. Por alguna curiosidad natural, Sasuke se dirigió a las últimas páginas del diario, interesado en saber la causa de muerte del hombre. Levantó las cejas al percatarse de que, a comparación del diario que Naruto había llevado, cuyo final estaba marcado por un pie de página de una escritura ajena, no era el caso en ese diario. La letra parecía pertenecer al mismo Chisato, quien en lugar de un simple y breve renglón, se encontraba una extensa y borrosa carta. Quizás la tinta escurrida por los años, o por alguna humedad inmediata. Quizás lágrimas, pensó. Así que, intrigado, decidió leer.

 

…He vivido ya suficientes años sin él. Fingí que no me dolió perderlo. Continué cazando. Hice mía a una mujer. Tuve hijos… Pero no he podido olvidar. Mi amado Riku, a quien nunca tuve oportunidad de darle felicidad. A quien obligué guardar el secreto de lo nuestro. A quien he atesorado siempre en mi corazón. Muchos más que la mujer que escogí. Mucho más que los hijos que vi nacer. Mucho más que mi propia vida. Ya he vivido suficiente. Suficiente sin él. Pediré en silencio disculpas a la mujer que permaneció a mi lado y nunca pude querer. Porque sé que leerá este diario como su derecho. Que di mi mayor esfuerzo por intentar pertenecerle. Pero en la vida sólo se tiene un compañero eterno, y él mío fue él. No encontrarán mi cuerpo cerca. Me escabulliré de noche hacia los bosques en plena oscuridad. Con la esperanza de quizás encontrarlo en el camino. Tomaré el mismo sendero que él tomó por mí. Esta vez, buscándolo yo a él. Riku fue un hombre que conocí. Fue un hombre que amé. Y fue la causa de mi felicidad y mis enojos. De mi frustración y de mi alivio. De mi culpa. Yo no he podido perdonarme a mí mismo. He vivido ya suficientes años… sólo quiero verlo otra vez.

 

Sasuke se quedó sin nada que pensar. No conocía la historia de ellos dos, y cuando tuvo en sus manos el diario de Sugihara Riku, lo encontró fastidioso. No volvió a darle una segunda leída. Apenas y podía darse una idea de lo que quizás había ocurrido, y de alguna forma, sintió pesado su pecho. Estuvo tentado en volver a colocar el diario en su lugar, porque los motivos por el que lo había buscado, eran simplemente impuros.

 

En ese momento, Sasuke comprendió un poco de lo que Chisato escribió. El secreto, la culpa. La frustración de no poder ser feliz libremente. La tristeza de fingir. Ya fuera en ese mundo o en el suyo, Sasuke sabía que la situación hubiera sido la misma. Una unión como la que Naruto y él tenían, no era aceptada. Al menos en su mundo, Sasuke hubiera podido darse el lujo de mandar al diablo todo. Hubiera agarrado a Naruto de la mano e irse lejos, en donde nada, ni nadie fueran lo suficientemente relevantes como para detenerlos a pensar dos veces, que lo que sentían por el otro no era correcto. Pero, ahí. Donde no había un lugar a donde correr, ni siquiera para mantenerte a salvo. Creaba una presión insistente. Su menté trajo a colación la imagen de su hermano mayor, Itachi. Las preguntas eran ya en sí poderosas; ¿Qué pasaría si los descubrían?, ¿Qué pensaría Itachi de ellos?, ¿Qué reacción tendría?, ¿De qué manera actuaría hacia ellos?, ¿Haría lo que estuviera en sus manos para separarlos?

 

Sasuke suspiró, cerrando los ojos. Sabía que eran preguntas que debía tener presente en todo momento. Ser cuidadoso, ser inteligente. Proteger a Naruto. Proteger lo que en ese instante tenía. Lo que deseaban vivir. Entre abrió los ojos para ver las palabras de Chisato. Cerró el diario y volvió a abrirlo en su mediación. El propósito de buscar el libro, no fue para encerrarlo en una burbuja de dudas y preocupaciones. Sino por el contrario, adquirir algo que le trajera felicidad. Sólo esperaba poder hacerlo. Rogó que las personas, escribieran en las hojas, los detalles mínimos de su vida. Aquellos que él deseaba aprender. Olvidándose de pensamientos oscuros, relacionados al trágico final de Chisato y Riku. Sasuke se transportó a los relatos entusiastas, nerviosos y caóticos que Chisato había plasmado a lo largo de su vida. El momento en que Sugihara Riku cambió ante sus ojos. La primera vez que entabló una conversación larga con él. El día en que le dijo lo que sentía. La mañana en que le correspondió. Hojas y hojas. Recuerdos y anécdotas.  

 

Leyendo superficialmente, Sasuke estaba a punto de rendirse. Lo que buscaba no parecía estar ahí. Suspiró insatisfecho y estuvo a poco de cerrar el diario y abandonarlo en su sitio. Dio la vuelta a una última hoja y entonces en los primeros renglones encontró una pista. Los deseos que Chisato sentía por Riku habían llegado a un punto de no retorno, pero Chisato desconocía como avanzar. Un compañero de grupo era su consejero, le diría como hacerlo detalladamente. Sasuke hojeó un poco más, buscando el relato. Sonrió al encontrarlo.

 

Katase es el único a quien le he contado sobre esto. Ambos hemos tenido la misma clase de vida, e incluso los dos perdimos a nuestros compañeros de cacería, habitación y mejores amigos. Tuve la confianza de decirle mi situación, pero no quien es con quien salgo. No quiero involucrar el nombre de Riku en todo esto, todos saben cómo es su padre. No quiero arriesgarlo a que lo mate a golpes si llega a enterarse.

 

Sasuke siguió leyendo, pasando de largo todos los comentarios que él creía innecesarios en ese momento. Sasuke buscaba el instructivo que le iluminaría el camino. Sasuke deseaba a Naruto. Los besos y caricias que compartían eran prueba suficiente para saber que era reciproco. Sasuke no tenía una computadora, internet y la facilidad de investigar cualquier duda que tuviera al respecto del sexo entre dos hombres, así que no le quedó otra alternativa que correr hacia los diarios en los estantes. Los odiaba, pero no había otra fuente de confianza a la cual afianzarse. El no cometería la insensatez de preguntarle a alguien. No confiaba en ningún hombre, y tampoco mantenía una relación estrecha de amistad con alguno en la fortaleza. Y aunque lo tuviera, no contaría algo tan privado como eso. Nadie más que él tenía el derecho de saber cosas personales e intimas sobre Naruto, y él mismo. Dio con el instructivo que una vez Naruto le había dicho que los diarios eran, sólo que en esta ocasión, no eran consejos de cacería, o al menso no de la mortal.

 

Lo anotaré tal cual Katase me indicó que tenía que hacerlo. Debo asegurarme de no olvidarlo más adelante. Lo primero que tengo que hacer es escabullirme en la enfermería. Fue muy específico en decirme que el ungüento de corteza era importante. Sólo puede ser ese frasco, ungüento de corteza verde, aquel que suelen usar para las irritaciones por el cuero de los arcos o quemaduras de sol, dijo que era lo único que no podría traerle a Riku efectos secundarios. También me dijo que el ungüento me ayudaría a entrar. Debo usar algo pequeño primero en la entrada de Riku, porque tengo que hacerla más grande, y el ungüento hará que todo resbale y no lo lastime. Claramente dijo; “Puedes meter los dedos primero, dale vueltas adentro y cuando sientas que se vuelve la carne suave, entonces podrás poner el tuyo”. También me advirtió que debo hacerlo despacio, aguantarme y si veo que aun no puedo entrar, dedicarle un poco más de tiempo en abrirlo. El tiempo que sea necesario dedicarle, señaló. Puedo entenderlo a la perfección, yo tampoco quiero que Riku se queje de dolor, porque se supone que esto es algo que deben hacer las personas que se aman. Por ahora, voy a seguir esto al pie de la letra, no es difícil conseguir el frasco de ungüento de corteza. Sólo tengo que inventar una excusa, son frascos que rara vez usan, y si tomó varios, nadie se dará cuenta. Cambiando de tema, hoy en el entrenamiento, Kazuma dijo que…

 

Sasuke cerró el libro. Sonrió. Tomó nota mental del instructivo. No era algo complicado, incluso si lo meditaba con cuidado, tenía cierta lógica que, se reprochó no haber caído en cuenta de ello antes. Ungüento de corteza verde, subrayó. Ahora todo lo que le quedaba era conseguirlo. Aunque la enfermería era el último lugar en el que deseaba a volver a poner un pie dentro. Hizo un gesto. Ino estaba en la enfermería. Con su cuerpo seductor, su porte sensual, su rostro atractivo, y su odio y rencor venenoso. Lamentaba haberse involucrado con esa mujer, ahora más que nunca. Pero entonces recordó que Sakura también estaba en la enfermería. La Sakura que Naruto había dicho, gustaba de él. Quizás conseguir lo que quería no sería complicado, siempre y cuando fuese inteligente e hiciera sus movimientos con astucia. Asintió para sí mismo, comenzando a formar su plan.

 

Dejó el libro en el estante y fue entonces cuando salió de su concentración. Sintió a alguien a su lado y giró la cabeza, sorprendido. Un hombre estaba a pocos pasos de él, también cruzado de brazos, recargado en el estante, como si estuviera aguardando algo. Sasuke hizo que su rostro dejara la ligera sorpresa, para volver a su indiferente expresión, quizás los pasos que antes había escuchado habían pertenecido a él. Enderezó su cuerpo y dio un paso a un lado para retirarse. El hombre suspiró con alguna especie de alivio y se acercó la repisa, tomando el mismo diario. Por alguna razón, Sasuke se sintió agredido ante eso. El hombre volteó a ver a Sasuke, y sonrió tranquilamente.

 

– Te tomaste mucho tiempo. –Abrió el diario en las hojas de en medio, yendo hacia las páginas que Sasuke había leído anteriormente– Usualmente sólo leen esto y se van. –Sasuke frunció el ceño, sin comprender. El hombre ladeó la cabeza apuntando al diario– El instructivo. Normalmente leen eso que les interesa y lo vuelven a dejar, aunque hay muchos otros diarios que debería decir cosas como esta, pero buscarlos uno por uno es un dolor en el trasero. –Rió animadamente, ignorando que Sasuke se había enraizado en su lugar. Ese hombre sabía lo que había hecho, sabía que había venido a investigar, y por consiguiente, sabía lo que iba a hacer. Pánico. Enojo. Recelo. Los puños se le cerraron automáticamente, y sintió la electricidad cubrir la palma de sus manos. En esos momentos en los que lo único que tenía en la mente, era la forma de hacer desaparecer al testigo, su mente fríamente incluso llegó a contemplar el asesinato, sin remordimientos. Al ver la actitud defensiva de Sasuke, el hombre levantó rápidamente las manos– Tranquilo. Yo no vi nada. Yo no estuve aquí, y tu tampoco, ¿Entiendes? –Sasuke aflojó su postura, escuchándolo– Es normal. Y no voy a meter la nariz en eso, esos son sólo tus negocios. Así como yo sé que tú no dirás nada acerca de mí. Ese es el acuerdo.

 

– No olvides que conozco tu cara. –Amenazó, accediendo a la propuesta– Si algo de esto sale a la luz, asumiré que fuiste tú quien abrió la boca, y entonces iré tras de ti. ¿Quedó claro? –Entrecerró los ojos, usando toda su energía en volver su mirada lo suficientemente fría y mordaz, como para que ese hombre viera que, hablaba completamente en serio.

 

– Claro, hombre. –Asintió– Y aunque yo no puedo hacer la misma amenaza que tú, al menos déjame decirte que, yo también espero que no digas nada. A nadie le conviene que esto sea de conocimiento público. Nunca lo ha sido.

 

– Más vale que así sea. –Se dio media vuelta, dispuesto a salir rápidamente de las bóvedas, antes de que se arrepintiera de dejar al tipo libre.

 

El hombre vio a Sasuke subir por las escaleras, saliendo del sitio. Meneó la cabeza, ligeramente impresionado. Conocía a Sasuke. Había llamado la atención cuando se supo que era hermano menor del líder de la fortaleza. Llamó la atención cuando se supo que al segundo día de su caída, había salido de la fortaleza, en el grupo The Specielist. Había llamado la atención en los entrenamientos de los cazadores, y su imponente habilidad. Había llamado la atención cuando se supo que había peleado con Nagato. Había llamado la atención cuando se supo que cuando el Natura salió de cacería, había sido abandonado por Shino en medio del bosque y tormenta, y por su propio pie regresó a salvo, aun sin conocer el camino. Uchiha Sasuke era alguien que todos conocían, por una u otra razón. Por lo cual se aseguraría de no tropezar y hablar de más, porque de lo contrario, la noticia de que Sasuke estaba planeado involucrarse con otro hombre, se esparciría como la pólvora, y estallaría justo en los oídos de Uchiha Itachi. Sasuke estaba bien posicionado, sin saberlo. Se recargó en el anaquel.

 

– No hay que ser muy inteligente para darse cuenta que, si está detrás de alguien, es justamente de ese Uzumaki Naruto. –Resopló. Porque Uzumaki Naruto también había llamado la atención, y porque también era el protegido del líder de la fortaleza. Pero sobre todo, porque era buen amigo de miembros importantes de los grupos de cazadores– Hay que ver. –Se dedicó a leer lo que buscaba, dejando ir el tema. Lo último que quería, era meterse en líos.

 

 

 

 

 

 

 

Sasuke se detuvo frente al pasillo que daba a la enfermería. Dudó en dirigirse hacía allí, no estaba seguro de tentar a la suerte y entrar. Detrás de esa puerta podría estar Sakura, la chica que se entorpecía en su presencia, y que con un par de sonrisas, lograba distraerse de lo que la rodeaba, haciendo que su labor fuera sencilla. O podría estar Ino. La mujer cuyo orgullo y ego había herido, y que no dejaría de aguijonearlo con la mirada en cuanto llegara. No le apetecía llegar a tener alguna especie de reclamo o confrontación. Dejó caer los hombros con pesimismo, para alejarse del sitio. Después encontraría una forma de ejecutar su plan, sin que éste se viera frustrado por Ino. Se dirigió al pasillo principal, donde estaban las escaleras al segundo piso, cuando otro par de pasos llamó su atención. Giró la cabeza y vio a Naruto dirigirse hacia la misma dirección que él. Su rostro reflejaba tensión.

 

– Hey. –Llamó Sasuke en una especie de saludo. Naruto levantó la cabeza, saliendo de cualquier cavilación en la que estaba inmerso. Asintió con la cabeza, correspondiendo el saludo– ¿De dónde vienes?

 

– Ah, Sasuke. –Sonrió, dirigiéndose hacia él– Estaba con Shikamaru en el frente. No tenía nada que hacer así que les ayude a tender la ropa que lavaron hoy. –Sasuke enarcó una ceja, notando algo.

 

– ¿Pasó algo? –Uzumaki lo miró sin entender– Bueno, es que tienes una cara extraña. –Se explicó– Parece como si estuvieras, no sé... triste. ¿Te dijeron algo? –Naruto sonrió de inmediato.

 

– No. ¿Cómo crees? –Se llevó las manos por detrás de la cabeza, adoptando una postura relajada– Sólo estoy cansado. Creo que iré a tomar un baño un rato. –Se dirigió a las escaleras, comenzando a subir. Sasuke iba tras él. Volteó a verlo– ¿Vienes también? –Preguntó al ver que lo seguía.

 

– Si, ¿Por qué no? –Se encogió de hombros con aparente desinterés– Tengo ganas de relajarme un rato. Ojalá que no haya nadie en las termas. –Deseó. Naruto rió y siguió subiendo. Sasuke mantuvo una expresión serena, casi indiferente.  

 

Pero la verdad es que Sasuke tenía muchas ganas de tomar un baño con Naruto. Desde que se habían convertido en algo así como una pareja, el tiempo que tenían para ellos se reducía sólo al estar en su habitación. No era que Sasuke se quejara, porque poder tocar a Naruto y satisfacerse el uno al otro, era algo de lo cual no podía llegar a lamentarse. Naruto no era su primera pareja, ni tampoco el primero con quien mantuviera ese grado de intimidad. Pero al mismo tiempo, no podía comparar a Naruto con todas las novias que tuvo antes, y con las cuales ni siquiera logró pasar al siguiente nivel, que era tener sexo.

 

Naruto representaba para Sasuke en ese momento, algo parecido a la perfección. Tenían una relación amena, tenían algunos gustos en común, se conocían casi por completo, podían bromear entre ellos, podían pelear entre ellos. Y lo más importante. Podían desearse y tocarse entre ellos, sin tener que detenerse a meditar demasiado lo que sentían. O tener que decirlo en palabras. Lo sabían con verse a los ojos. No había necesidad de ponerle un nombre o colocarse una etiqueta. Cualquier cosa que Sasuke sintiera por Naruto, y Naruto por él, era correspondido. Y era todo lo que les bastaba.

 

Fueron a recoger un par de toallas y se encaminaron de inmediato en dirección a los baños. A esas horas del día, todos estaban ocupados con sus tareas habituales, así que había una gran y placentera posibilidad de que los baños estuviesen totalmente vacios. Temprano en la mañana y momentos antes de dormir, eran consideradas las horas pico en los baños. La mayoría de las personas deseaban sentirse limpios al recién despertar o antes de irse a dormir, así que el lugar estaba atiborrado. Desde el pasillo deshabitado, se podía escuchar el agua correr y el característico aroma de las aguas azufrosas. Naruto abrió una de las puertas dobles y una cortina de vapor escapó al exterior. Sonrió al escuchar solamente los repiqueteos húmedos resonar contra las paredes de piedra. Las termas estaban vacías de personas.

 

– Tenemos suerte, Teme. –Gorgoreó feliz. Entró a los baños, seguido de Sasuke, y se encaminó a la orilla seca que se encontraba a pasos de la pileta llena de agua caliente– Mejor nos apuramos antes de que sea la hora de comer. –Sugirió, quitándose la camisa. Al mismo tiempo se sacó los tenis con sus propios pies, echó la camisa a un lado y se quitó los calcetines.

 

Sasuke lo imitó, sacándose la camisa por encima de su cabeza. Se desabrochó el cinturón y abrió sus pantalones. Escuchó la risita de Naruto y se distrajo de su labor para verlo correr desnudo hacia la pileta de agua caliente. Se sentó en el borde y se dejó caer como un niño pequeño dentro del agua, salpicando a su gusto. Salió del fondo dando una inhalada risueña y llena de gusto. El agua debía de estar deliciosa. Algo dentro de Sasuke pareció haberse despertado y con prisa impaciente, se jaló los tenis y calcetines para patalear su pantalón hasta tenerlo fuera de sus piernas, así como su bóxer ajustado. Caminó hacia las termas, viendo a un Naruto reclinado en una esquina, reposando los brazos en los bordes. Tenía los ojos cerrados y una sonrisa ligera, disfrutando de la quietud y el espacio. No salió de su sopor, ni siquiera cuando sintió a Sasuke introducirse en el agua, ni cuando las ondas chocaron contra su cuerpo, avisándole que se acercaba.

 

– Naruto… –Llamó. Pero ni siquiera esperó a que Uzumaki dejara su letargo y lo mirara por cuenta propia. Sasuke tomó el rostro del rubio entre sus manos y lo haló hacia él, besándolo intempestivamente.

 

Naruto abrió los ojos, sobresaltado. Luego correspondió la caricia. Entreabrió la boca y Sasuke rápidamente introdujo su lengua en el interior. Naruto dejó escapar un ligero quejido, se sentía muy bien. Levantó las manos y abrazó el cuello de Sasuke, impidiéndole que rompiera el beso. Sasuke sitió el húmedo cuerpo de Naruto adherirse a su pecho. Tibio por la temperatura del agua y dejando caer gotas sobre él. Sasuke sintió una molestia en su baja espalda por estar inclinado tanto tiempo. Dobló sus piernas y se sentó en el agua, estando a la misma altura que Naruto, pasando sus manos a los costados de él, asemejando un abrazo.  Naruto quiso sonreír cuando sintió a Sasuke comenzar a respirar mas fuerte por la nariz, soplándole en las mejillas. Hizo la cabeza hacia atrás y relajó la mandíbula, dándole mayor profundidad al roce de sus lenguas. Después de un par de segundos más, sacó su lengua de la boca de Sasuke y cerró sus labios, para terminar el beso con una ligera succión.

 

Sasuke se pasó la lengua por los labios, llevándose cualquier rastro de saliva que se haya escapado de su boca mientras besaba a Naruto. Uzumaki apretó los labios, lamiéndolos en el interior y después le sonrió al pelinegro con complicidad. Sasuke le sonrió también y después se dejó caer hacia atrás, hundiéndose en el agua un segundo para mojarse el resto del cuerpo y el cabello. Emergió escuchando la risa de Naruto resonar en la habitación. Se mantuvieron en silencio después de eso. Sentados muy juntos, se limpiaron con los jabones. Sasuke acomodó a Naruto entre sus piernas y le lavó el cabello, igual a cuando eran pequeños y como había querido volver a hacer desde hacía un tiempo. Comenzaron a platicar de cosas simples y recuerdos casuales. Debajo del agua, juntaron sus pies, peleando con sus dedos. Acariciaron la rodilla del otro con la mano o simplemente se recargaron entre ellos. Acomodados en una esquina de la pileta, recostando la cabeza en el borde, se quedaron mirando el techo de piedra y el vapor danzante, mientras platicas sin hilo y frases efímeras, les hicieron compañía en esos cómodos momentos juntos. Abrazados, acariciando, besándose ocasionalmente, suspirando satisfechos de haber tenido la oportunidad de saborear un nuevo tipo de intimidad. Fue un buen baño.

 

 

 

 

 

 

 

– Lamento interrumpir su hora de la cena, pero debo hacer un anuncio. –Itachi, posicionado en el centro del comedor, cerca de las ollas de raciones, levantó la voz provocando que las platicas y movimientos en el recinto, cesaran. Al poseer la atención debida de todos en la fortaleza, se aclaró la garganta para hablar– El día de mañana serán dos los grupos que harán salida. –Ligeros murmullos se levantaron, esperando pacientemente el nombre de los equipos. Itachi continuó– Debido a la insistencia de uno de los grupos de expedición, no me quedó otra alternativa que organizar esta salida doble antes de tiempo. El equipo de The Seers, tiene el turno de solicitud para la próxima salida de la fortaleza. Uchiha Sasuke les acompañará. –Sasuke levantó una ceja desde su lugar en la mesa de los jóvenes. Le había pedido a Itachi el día anterior que le avisara si saldría, antes de anunciarlo. Obviamente no le había hecho caso. Itachi suspiró pesadamente al ver desde lejos la expresión insatisfecha de su hermano menor. No tenía ganas de dar el siguiente anuncio, pero no ganaba nada con guardárselo, así que simplemente esperó que nada malo ocurriera– El segundo grupo por petición exclusiva, es The Specialist. –Tragó saliva– Uzumaki Naruto les acompañará.

 

– ¡¿Qué?! –Todos voltearon a ver a Sasuke tras haber exclamado sin pensar. Itachi cerró los ojos con fuerza por un segundo, rogó que Sasuke no hiciera un escándalo en el salón. Al ver esa acción en Itachi, Sasuke rechinó los dientes y se contuvo. Era obvio que él no había querido anunciar aquello– Ese hijo de puta. –Murmuró, refiriéndose a Nagato. Las probabilidades de que él haya pedido tener a Naruto en su equipo, eran altas, casi certeras. Después de todo, había tenido interés en Naruto y en él, desde el inicio.

 

– ¿Salir con Nagato? ¡Que me lleve el carajo! –Gruñó Naruto, no muy contento de escuchar la noticia. No estaba de buen humor desde el día anterior, como para que ahora le pusieran una cereza encima, y le dijeran que saldría con el bastardo y malnacido de Nagato.

 

– Oye, Naruto, recuerda lo que te dije la última vez. –Dijo Kiba– No te fíes de Nagato y mantente cerca del grupo, no importa lo que te diga u ordene, no te separes, ¿Entendido? –Aconsejó. Lee asintió, de acuerdo.

 

– Estoy seguro de que lo harás bien, Naruto-kun… –Animó– Demuestra el poder de tu juventud y no te dejes intimidar por Nagato-san si intenta decirte algo.

 

– Está bien, chicos… –Suspiró cansino. Odiaba que lo trataran como a un sujeto que no podía cuidarse solo. Miró de reojo a Sasuke que, en ese momento, apretaba la cuchara  de madera con fuerza. Estaba seguro que todo era por culpa de Sasuke y sus ridículos arrebatos. Por eso ahora, influenciados, todos deseaban sobreprotegerlo– Puedo cuidarme a mí mismo. –Remarcó– No me da miedo Nagato. Puedo hacerlo. –Soltó un bufido y continuó comiendo. Todos se vieron entre sí, preocupados, pero dejaron el tema, Naruto parecía molesto.

 

Sasuke se tragó todas sus palabras de reclamo. Cerró los ojos y hundió la cuchara en la sopa de carne y patatas. Naruto estaba de mal humor debido a lo que había ocurrido entre ellos la noche anterior. Mordió su pan de mala gana, recordando.

 

Una noche antes, después de cenar, había dejado que Naruto se adelantara a subir al cubículo. Sasuke había notado que Ino había salido de la enfermería con dirección a la cocina. Así que se escabulló con rapidez a buscar el bendito ungüento que había leído en el diario. La fortuna estaba de su lado y Sakura también estaba ausente. Con agilidad se dirigió al anaquel de frascos. Agradeció por primera vez, haber sido castigado por Itachi, ya que había asistido la enfermería tantas veces, que ahora conocía el lugar del todo. Arrastró una de las escaleras plegables frente al estante cuando no encontró el frasco a su alcance. Mentalmente, preparaba una excusa eficiente, por si Sakura o Ino irrumpían, sorprendiéndolo en medio de su faena. Rebuscando en la repisa más alta, leyendo varias etiquetas y tratando de volver a colocar las cosas en su mismo espacio, comenzó a sentir el estrés y la tensión del paso del tiempo, hasta que por fin, dio con varios frascos del nombre que buscaba, colocados hasta el fondo. Tomó uno y se lo echó rápido al bolsillo. Agradeció que fuera tan pequeño como una crema de tocador, así que no llamaría la atención entre sus ropas. Bajó de un salto, colocó la escalera en su sitio y salió corriendo hacia su habitación.

 

Al llegar a su cubículo, Naruto lo estaba esperando, nervioso y reticente. Obviamente recordando la apuesta que se habían hecho. Sasuke recordó el nerviosismo que sintió cuando vio que Naruto se recostó en la cama, esperando a que él le tocara primero. Tragando saliva, Sasuke intentó primero crear un buen ambiente para los dos. Distrajo a Naruto con besos y caricias. Haciéndole recordar el baño que habían tomado más temprano, siguió desnudándolo con lentitud. Mientras repartía besos por su cuello y pecho, Sasuke creó un camino hacia el estomago y vientre de Naruto, poniéndolo alerta. Tener por primera vez un pene erecto frente a su rostro, hizo que Sasuke casi se retractara de su desafío, a pesar de haberlo dicho con tanta seguridad. Alguna vez le habían hecho sexo oral, pero nunca pensó sentirse tan intimidado ante la idea de él realizar uno. Con duda y un poco de antipatía, lo tomó entre sus manos recordándose constantemente que aquella erección pertenecía a Naruto, y que si lograba hacerlo venir, entonces él también tendría su recompensa.

 

El gusto no había sido tan malo como Sasuke esperó, ni el olor tan penetrante como para no tolerarlo. La textura entre la rigidez y la suavidad, fue fácil de manejar. Se abstuvo de lamer previamente, con miedo a degustar algo desagradable y terminara por no querer continuar, así que simplemente, metió el glande a su boca y succionó.  El temblor que atacó el cuerpo entero de Naruto, le provocó una perversa satisfacción. Mientras que con una mano bajaba y subía la piel suavemente, Sasuke succionaba el glande, pegando la lengua y apretando con los labios, moviendo su cabeza en semicírculos. Le fue imposible imaginarse que era otra clase de cosa lo que tenía en su boca, el constante líquido pre-seminal, le amargaba el paladar y el sentido cálido de la carne, era demasiado real como para eso. Así que, resignado y esforzándose por adquirir un poco de gozo en la nueva experiencia, prefirió deleitarse con las acciones de Naruto. Sus caderas moviéndose hacia arriba, su cuerpo temblar y estremecerse, los espasmos de su vientre, el esfuerzo que hacía por acallar sus jadeos y gemidos. Y sobre todo, la manera erótica en la que le rogó detenerse cuando sintió su cúspide cerca. Sasuke había alejado su rostro de la erección, pero no detuvo la masturbación, así que obtuvo el mínimo detalle del orgasmo del rubio.

 

La expresión de Naruto después de terminar, era la combinación perfecta entre el cansancio y la perplejidad. Obviamente sorprendido de la sensación que había obtenido. Un trabajo de sexo oral, seguramente había sido la gloria para alguien que sólo conocía la masturbación manual hasta ese momento. Sasuke lo había sacado de su meditación, cuando le recordó nuevamente el reto que se habían impuesto. Ahora que su trabajo había terminado satisfactoriamente, Sasuke estaba ansioso de ser atendido por la boca de Uzumaki. Hacer que Naruto cumpliera su palabra, había requerido una discusión e insultos, pero cuando pudo observarlo acuclillado entre sus piernas, desabrochando su pantalón, la semi-erección que Sasuke había obtenido mientras succionaba a Naruto, se había intensificado, así que el rubio no tendría mucho trabajo en ponerlo de ánimo. Unos toques por parte de la mano de Naruto, consiguieron que Sasuke quedara completamente erecto.

 

Instruir a Naruto paso a paso, lejos de molestarlo, había encendido a Sasuke mucho más. Indicarle que tenía que hacer con su pene, donde debía tocar, que fuerza usar en la succión, que movimiento hacer con su lengua, cuanta humedad derramar con su saliva sobre él, había sido la primera conversación sucia en su vida, y le había fascinado. Naruto era una persona que se abochornaba con facilidad en algunas circunstancias, y eso lo volvía torpe. Pero ese hecho, justo en ese momento, derritió algo sobre el estomago de Sasuke. Viendo la cabeza rubia subir y bajar, no pudo resistir la tentación de acariciarle el cabello, apartando el flequillo sobre su rostro. Ojos cerrados, ceño fruncido, mejillas arreboladas. Mezclado con los sonidos de chasquidos húmedos y el placer, provocaron que Sasuke grabara en su memoria ese momento, siendo algo que seguramente recordaría para toda su vida. El escalofrío delicioso que subió por su espalda y rebotó hasta su erección, provocaron que Sasuke se relamiera los labios con anticipación. El fuego subió de su escroto a la punta, provocando una punzada ansiosa por la liberación. Naruto se dio cuenta del espasmo y se intentó retirar, pero Sasuke no lo dejó. Lo sujetó de la cabeza y levantó las caderas, metiendo su erección más profundo en la caliente boca, eyaculando con fuerza. Los quejidos de Naruto al verse súbitamente lleno, provocaron que toda la esencia se escurriera por la comisura de sus labios. Arañó las manos de Sasuke y retrocedió su cabeza, escapando de la profana cosa que casi y lo había ahogado. Sintió un calosfrío cuando el gusto amargo y acido fue saboreado en sus papilas con la consciencia de lo que realmente era. Vio a Sasuke, con los ojos a medio abrir y su expresión embotada, y su enojo se disparó de inmediato. De una patada en el estomago, bajó al Uchiha de su gozo, y la discusión se desató, hasta que se durmieron.

 

Sasuke regresó a la actualidad volviendo a suspirar, frustrado. De haber sabido que perdería el control de esa forma, quizás y no hubiese propuesto el sexo oral entre ellos. Pero su cuerpo se había movido de forma inconsciente, y no había tenido la intención de lastimar a Naruto. Aunque no era ese hecho por el cual le había reclamado el rubio, sino porque lo había tratado como un mero objeto de desahogo sexual. Rodó los ojos, o eso decía él. Si las cosas seguían así, entonces no habría oportunidad para proponerle dar el segundo paso. Y él realmente deseaba hacerlo. Miró a Naruto de reojo, aun con las cejas juntas y su actitud fría. Sasuke quizás admitía, a regañadientes, que disculparse con Naruto era la solución a toda esa nueva pelea, pero era muy difícil para él ser el primero en doblegarse. Aunque haya sido su culpa.

 

Se levantó de su asiento, dejando el cuenco de comida vacio sobre la mesa. Se echó las manos a los bolsillos y decidió irse a su habitación. Ya había entrenado en la mañana, y había hecho algunos buenos tiros con el arco, también se había ejercitado y tomado un baño, así que realmente no tenía nada más que hacer. Sasuke no era de los que ayudaba a otros en sus tareas, tal cual hacía Naruto. No. El prefería quedarse en su cubículo, escribiendo en su diario de porquería un poco, dormitar o simplemente, quedarse aburrido y recostado sobre la cama. Así como estaban las cosas, dudaba que Naruto pusiera un pie en su habitación hasta bien entrada la noche, así que tampoco volteó a mirarlo mientras salía del comedor. Le daría el espacio que requería para que se calmara. En la noche se disculparía con él, y entonces todo volvería a la normalidad.

 

Se detuvo en el borde de la escalera y meditó si debía ir con Itachi. Pero realmente no le apetecía discutir con él, ni reclamar nada, así que desistió. Arrastró los pies hasta la puerta de su cuarto y entró en el sin ánimo de nada. Bostezó. Recordó que saldría de cacería el día siguiente. Levantó las cejas. Por un breve momento lo había olvidado. Se sorprendió por eso, estaba tan inmerso y preocupado por su situación actual con Naruto, que incluso algo tan importante, había sido dejado de lado momentáneamente. Se sentó en la cama y juntó sus manos. Naruto saldría con The Specialist, el grupo de Nagato. Aquello no era algo que tomar a la ligera. No se había vuelto a encontrar con Nagato desde su pelea en el comedor. Los pasillos laberínticos de la fortaleza, y la ayuda de los miembros del equipo de Nagato, habían hecho eso posible y no se volvieran a encontrar por meses. Sin embargo, ahora un reencuentro era inevitable, aun cuando fuera en las puertas de salida del castillo, se volverían a ver las caras y no estaba seguro de cómo reaccionaría Nagato, ni él mismo. O peor aún, no sabía cómo reaccionaría Nagato con Naruto. Sasuke y Nagato habían peleado por causa de Naruto. Sasuke había explotado y lanzado el primer golpe, en cuando Nagato sugirió deshacerse de Uzumaki. Su frase atacante aun hacía eco en sus oídos.

 

¿Sabes qué es lo que los cazadores, solemos hacer con las distracciones?... Las matamos.

 

Apretó los dientes. Internamente juró, que si Nagato atentaba seriamente contra Naruto en venganza por sus acciones, si algo le ocurría al rubio el día siguiente, no le importaría morir, golpearía a Nagato tan fuerte, se quitaría de encima a quien intentara detenerlo y seriamente, daría paso libre a su furia, hasta matarlo. Nagato no quedaría impune. Con ese pensamiento, Sasuke oprimió los puños, sintiendo la tensión llenar su cuerpo, a causa del enojo que imaginarse la situación, le provocaba. Unos golpes se escucharon sobre la madera de su puerta y logró distraerlo. Giró la vista hacia la entrada, cuando volvieron a golpear, Sasuke suspiró cansino, sin ánimo de atender a nadie. Aun así, se levantó. Abrió la puerta, viendo a alguien bajo una capucha de tela tosca, sorprendiéndolo.  

 

– ¿Quién eres? –Murmuró, desconcertado.

 

– Soy yo, Sasuke-kun. Sai. –Habló la persona cubierta, encorvándose en su lugar– Lo siento, aun hay mucha luz. ¿Podrías cerrar la ventana? Es importante. –Pidió, al tiempo que daba un paso dentro de la habitación, obligando a Sasuke a retroceder. Sasuke recordó que Sai era alérgico extremo al sol, así que apresurado, se dirigió a la ventana de su cubículo.

 

– Si, espera un momento. –Tomó las puertas de madera y las cerró, asegurándolas con un trozo de tabla. La oscuridad inundó la habitación, por excepción de un ligero rayo luminoso que se colaba por el tragaluz encima de la cama, lo suficientemente lejos de Sai, como para que no lo lastimase– Si sabes que estás tan enfermo, ¿Entonces porque te arriesgaste a salir antes de oscurecer? –Preguntó, dándose media vuelta. Sai asomó la nariz fuera de la capucha, como si olfateara algo, después se la echó atrás, descubriendo su cara.

 

– Por lo que veo, Naruto-kun no está aquí. –Mencionó, volteando a ver la habitación por todas partes.

 

– No sé donde podría estar, pero si es importante que hables con él, podría ir a buscarlo. –Bufó, cruzándose de brazos. Sai no le agradaba mucho. No porque le haya dicho o hecho algo en particular, sino porque le molestaba su cercanía con Naruto. Al escuchar sus palabras, el rostro de Sai dejó de escudriñar el cuarto y giró rápidamente hacia Sasuke. Su expresión temerosa, sorprendió a Uchiha.

 

– ¡No! –Exclamó por impulso, casi calmándose inmediatamente después. Recompuso su rostro, mostrándole a Sasuke una sonrisa obviamente fingida– No es necesario que te molestes, Sasuke-kun. Está bien si hablo contigo.

 

– ¿Y qué es lo que quieres hablar? –Caminó hacia el mesón, sacando una silla y señalándola. Una clara invitación para que Sai tomara asiento. Cosa que hizo– ¿Es tan importante como para que vinieras hasta aquí, a estas horas del día? –Hurgó con curiosidad, dirigiéndose al otro lado de la mesa, sentándose frente a Sai. Aun con la opacidad, el rostro del dibujante era increíblemente fácil de percibir. Tan pálido como alguien muerto y con una expresión sonriente perturbadora, como el de las mascaras noh. Si fuese Naruto quien estuviese ahí, seguramente estaría muerto del miedo.

 

– Naruto me hizo dibujar esto, y vine a entregarlo. –Levantó la tela de su capuz, sacando un rectángulo envuelto en papel marrón, amarrado por una delgada cuerdilla de fibra. Sasuke arqueó una ceja y tomó el paquete sin tomarle mucha importancia, simplemente lo dejó sobre la mesa. Sai agachó la cabeza, silenciándose. La acción de las manos echas puño bajo la capa, no pasó desapercibida por Sasuke.

 

– Entonces… –Canturreó, arrastrando las dos últimas letras– ¿Qué es lo que tienes que decirme que no quieres que se entere Naruto? –Sai alzó la vista, sorprendido. Sasuke chasqueó la lengua contra sus dientes– Eres fotosensible y aun así recorres la fortaleza para venir aquí a sabiendas de que Naruto siempre está afuera durante el día. Inspeccionas la habitación por si de casualidad te equivocaste, y entraste aquí cuando sólo debiste entregarme el paquete en la puerta, si hubiera sido verdad que sólo tenías la intención de entregarlo e irte. O más sencillo... –Vio fijamente a Sai, que en ningún momento pareció intentar rebatir sus argumentos– Pudiste habérselo dado a Naruto tu mismo, en otro lugar. –Sentenció.

 

– Eres muy observador, Sasuke-kun. –Recompuso la expresión de su rostro, para volver rápidamente a la máscara– O quizás yo fui lo suficientemente obvio.

 

– Ambas. –Dijo, sin la intención de actuar con modestia– Ahora escupe lo que tienes que decir. –Apresuró. Sasuke no era de las personas que se andaban con rodeos cuando sabía que buscaban obtener algo de él. Ya fuera un objeto, dinero, favores o información. Tal y como le había dicho a Naruto una vez, él nunca esperaba cosas gratis. La vida le había enseñado a detectar a las personas que tenían intenciones interesadas. Lo había vuelto desconfiado, suspicaz.

 

– Por lo que Naruto-kun e Itachi-san me  han contado, llegaste a conocer a los padres de Naruto-kun ¿No es así? –Comenzó. Vio a Sasuke escudriñarlo rápidamente, analizando. Como artista que dibujaba rasgos faciales, Sai también era alguien observador y los mínimos cambios en las expresiones, le decían algo. En ese momento, en el que observaba profundamente a Sasuke, supo que Uchiha era alguien astuto. Un hombre con el suficiente control sobre sí mismo, como para crear una barrera que evitara que alguien pudiera leerlo. Sai no era como Itachi o Naruto. No conocía a Sasuke de toda la vida, así que los fugaces detalles en su mirada, no significaban nada para él. Para Sai, Sasuke era la perfecta cara de póker, que él siempre intentaba ser– Cuéntame sobre su madre. Quiero… No. – Rectificó–  Necesito que me digas que clase de persona fue esa mujer.  

 

– ¿Qué piensas ganar con esto? –Entrecerró los ojos, dudoso– ¿Por qué estas interesado en la madre de Naruto?

 

– Sólo te diré, que es importante que yo lo sepa. –Le sostuvo la mirada. Se serió– No puedo darte muchas explicaciones, pero es importante. Puede que la vida de Naruto-kun dependa de ello. –Presionó en lo que todo mundo sabía, era la debilidad de Sasuke. Sasuke escaneó a Sai, encontrando en sus ojos desesperación, pero también un extraño indicio de miedo. Sasuke no estaba seguro que era lo que en verdad Sai quería decir con eso de que la información sobre Kushina dependía para la vida de Naruto. Pero al no ver intenciones perversas en ello, suspiró con resignación.

 

– ¿Qué es lo que quieres saber de Kushina-san? –Aceptó. Sai mostró una visible mueca de alivio, lo que le corroboró a Sasuke que, efectivamente decía la verdad. Sai entonces, volvió a adoptar su pose seria y pareció meditar muy bien qué clase de preguntas haría. Entonces habló.

 

– ¿Alguna vez notaste algo extraño en esa mujer? –Preguntó, viéndolo directamente a los ojos, y algo dentro de la cabeza de Sasuke se gatilló, viéndose reflejado en la expresión sorprendida de su mirada– Lo hiciste, ¿Verdad? –Aseguró. Sasuke apretó sus labios un momento, recordando. Entonces miró a Sai otra vez.

 

– Kushina-san nunca fue una mujer realmente normal. –Recargó los codos sobre la mesa, entrelazó los dedos y recargó su barbilla en ellos. Meditando– Nunca dije nada al respecto puesto que era una muy querida amiga de mis padres. Pero yo siempre pensé que en alguna parte de ella, algo no estaba bien.

 

– ¿A qué te refieres, Sasuke-kun? –La habitación se sumergió en un ambiente pesado, perturbador.

 

– Estaban estas historias que contaba. –Murmuró, perdiéndose en sus recuerdos– Solía matar a Naruto del miedo antes de dormir. Cuentos con moralejas que nunca logramos entender. Hablaba sobre el infierno, sobre demonios, sobre muerte y horror. –Notó que la oscuridad en la habitación parecía más insistente. Volteó a ver a la cama, donde el rayo luminoso del tragaluz se estaba reduciendo. Oscurecía– Kushina-san de vez en cuando se acercaba a mí a escondidas, advirtiéndome de locuras que nunca ocurrían. Y tenía una especie de fobia extraña a las playas o desiertos. –Se puso de pie y caminó hacia el closet, donde estaba la veladora– Nunca estuve seguro de que era lo que en verdad le desagradaba de ellos. Quizás porque nunca tenían un equilibrio. En las playas estaba el océano, demasiada agua. En los desiertos sólo estaban las dunas, demasiada arena. No lo sé. –Se encogió de hombros. Alcanzó los fósforos y encendió la veladora, colocándola sobre la mesa. Tomó asiento y recuperó su postura anterior– Había muchas cosas que no lograba entender de ella.

 

– Sasuke-kun, mencionaste que les contaba estas historias. ¿Recuerdas con detalle alguna de ellas? –Se apresuró a preguntar. Naruto había negado la existencia de dichas historias, y Sai no le había creído, pero en ese momento no había sido capaz de rebatirlo. En ese momento, había estado asustado de Naruto– Cuéntamelo, por favor. –Sasuke frunció el ceño, en un notorio esfuerzo por recordar. Había muchas cosas que Kushina le había dicho, pero no siempre estuvo interesado en recordarlas, hasta que un susurro escalofriante se coló por sus recuerdos como una maldición sobrenatural. Como si desde la muerte, Kushina le murmurara. Y al igual que ocurrió con Naruto, Sai notó como la mente de Sasuke se ausentó y movió los labios, como si fuese el títere de alguien más.  

 

En lo profundo del bosque los demonios se esconden. –Comenzó– Abres los ojos en un limbo extraño, donde cada paso es una maldición. Sentías en tus pies, la humedad que te perseguía, los suelos se volvían de sangre… la noche caía eterna como olas sofocantes, encerrándote en su prisión. Y he ahí el sonido de sus pasos, encubiertos por la penumbra. Un victimario sediento, que busca el alma en ti. –Sai estaba impresionado. Trataba de guardar cada palabra en su memoria. Se esforzaba por no desaprovechar ningún detalle, mientras Sasuke, perdió la mirada en el baile del fuego– Se acerca, te ve, te escucha. Lo sientes, pero no lo encuentras. Está ahí, en frente, en un juego cruel de impaciencia latente. Podías escuchar sus pasos venir, su aliento excitarse, la caricia de su mirada pensando en matarte y ante tal oscuridad sólo podías orar por salir con vida. Desplegando su voluntad, podías sentir el peligro. La muerte. Viene hacia ti, te ha elegido. No hay a donde huir, pero no enloquezcas. Está ahí, está contigo. Un solo lugar, un solo destino. Atrapado en el infierno… ¡Corre! –Sasuke parpadeó, como si alguien lo hubiera despertado de improvisto. Volteó a ver a Sai, y arrugó la frente, recobrándose– Lo siento, es todo lo que recuerdo. Sé que hay más pero, no recuerdo la continuación. –Se levantó de su asiento, alejándose de la mesa. Se encaminó cerca de la puerta y colocó una mano en el pomo– Quizás debas preguntarle a Naruto. El escuchó esas historias más veces de las que yo lo hice, él debe recordarlas bien. –Sai hizo un gesto frustrado, pero entendió la indirecta de Sasuke. Era hora de retirarse. 

 

– Lo haré. –Mintió, sonriendo nuevamente mientras se ponía de pie– Muchas gracias, Sasuke-kun. Has sido de gran ayuda. –Hizo una leve inclinación con su cabeza. Caminó hacia Sasuke y esperó a que le abriera la puerta, para después salir– Espero que te guste el encargo. –Mencionó antes de retirarse. Sasuke cerró la puerta, sin comprender lo que le había dicho. Era un tipo extraño.

 

 

 

 

 

 

 

Naruto entrecerró los ojos. Mirando fijamente las llamas del fogón de los sopladores de vidrio, soltó un bostezo. Naruto realmente no estaba interesado en aprender cómo hacer frascos para las medicinas, tarros para las veladoras o vasos para la cocina. La única razón por la cual había ido al ala sureste, fue para perder tiempo y emberrincharse de lo que Sasuke había hecho la noche anterior. Apretó las manos que tenia cruzadas sobre sus rodillas cuando una punzada en el fondo del estomago, también le provocó un cosquilleo en sus partes bajas.  

 

Aun recordaba la visión de Sasuke sobre su bajo vientre, la sensación caliente del interior de su boca, la humedad de su lengua,  la presión de las succiones. Sasuke le había hecho lo que nadie antes. Sasuke la había mostrado la intimidad que se podía tener entre dos personas, y el sentido del placer compartido. El placer que sólo alguien ajeno podría crear. Dejó caer la cabeza con pesimismo. Mañana tenía salida hacia el exterior, no podía esperar a que se hiciera más tarde. Pese a que la noche recién había cubierto el cielo, en ese mundo guiado por las luces del sol y las flamas de las veladoras, dormir cuando era de noche, trabajar cuando era de mañana, era la ley. Alguien que no siguiera ese ritmo, no podría estar cómodo.  

 

Se levantó de su lugar, sacudiendo el polvo en sus pantalones, con un movimiento ligero en la mano, se despidió de a quien le interesara. Los sopladores de vidrio se sumergían en su dedicada labor. Hornos a temperaturas increíbles, pinzas, hierro, utensilios. Algunos no sólo hacían vasos y recipientes. Naruto apenas notó en ese instante que observó la habitación, que en el fondo se encontraban estantes con figuras de flores, arboles, bestias y demás objetos en vidrio. Se sintió ligeramente impresionado, pero no debía quedarse más tiempo ahí. Salió de forma sigilosa y sintió el repentino aire fresco exterior. El castillo de la fortaleza no cerraba sus puertas a menos que hubiera lluvias y ventiscas muy intensas, por lo que la frescura de la temporada se colaba por cada pasillo de las tres plantas, hasta chocar con las puertas de los cubículos que insistían en mantener cálidos a sus habitantes.

 

Subió los peldaños de la escalera uno a uno, con la energía de aquél que realmente no quiere llegar a su destino. Naruto tenía sentimientos encontrados, entre el orgullo y terquedad, contra su lucidez y el cariño hacia Sasuke. Si lo pensaba claramente, Sasuke no había hecho realmente algo malo, simplemente se había dejado llevar, había perdido un poco el control. Ese pensamiento. El hecho de que Naruto haya logrado que Sasuke, el hombre centrado que la mayoría de las veces pensaba antes de actuar, perdiera el control debido a sus acciones, le daba un pinchazo de regocijo dentro de su pecho. Sintió entonces, que el mal humor que había tenido durante toda la mañana, amainaba de a poco. Por si fuera poco, mañana ambos estarían expuestos al peligro de nuevo, así que no era momento de pelearse. Levantó el mentón y subió las escaleras más a prisa. Cuando llegó a la segunda planta, sus pies se detuvieron frente a la figura que bajaba del tercer nivel.

 

– ¿Naruto? –Itachi sonrió ligeramente al ver al rubio– ¿Qué haces afuera? –Preguntó. No estaba prohibido salir fuera de las habitaciones, simplemente que Itachi acostumbraba a ver los pasillos vacíos al oscurecer. Naruto encogió los hombros con inocencia.

 

– Voy hacia el cubículo, es solo que estaba viendo a los sopladores. –Dijo, dirigiéndose al nombre abreviado que todos hacían con los fabricantes de vidrio. Itachi ladeó la cabeza, acercándose más al mejor amigo de su hermano menor. A quien consideraba al final de cuentas, otro miembro de su familia– ¿A dónde vas tú, Itachi? –Curioseó.

 

– Voy a dejar estos registros a Deidara antes de que se duerma. –Señaló los delgados libros que llevaba en su brazo– Su habitación está aquí en el segundo piso. ¿Sasuke también está afuera? –Un gesto en el rostro de Naruto ante la mención de su hermano, le tranquilizó– ¿Te peleaste con Sasuke? –Abordó sin ninguna preliminar. Naruto frunció el ceño, dándole una respuesta positiva sin la necesidad de decir nada– ¿Qué pasó esta vez? –Levantó una mano, palmeando el cabello de Naruto, en un gesto fraternal que siempre le alentaba a hablar. Cualquier duda que Itachi hubiese tenido en el pasado, cualquier sombra de inquietud ante la perspectiva de ver a Naruto y Sasuke juntos, desapareció con el puchero de Naruto. Aquel gesto familiar que lo acompañó desde la infancia. 

 

– No pasó nada, es sólo que Sasuke es un estúpido-ttebayo… –Juntó los labios, dejando escapar su voz en un infantil reproche. Itachi rió en voz baja. Ahora se sentía mejor. Sasuke tenía razón, no pasaba nada malo entre Naruto y él, simplemente habían estado tranquilos. Pero como siempre ocurría, aquella faceta de paz, nunca duraba– Ah, Itachi. –Cambió su expresión de pronto– Acerca de mañana…. –Itachi suspiró, asintiendo.

 

– Ya lo sé. Es sobre porque te coloqué en el equipo de Nagato, ¿Verdad? –Murmuró con ligera culpa– Lo siento, pero deben pasar por todos los grupos antes de tomar su decisión a cual pertenecer. Además, Nagato me recordó que la primera salida que tuviste con The Specialist no había contado, así que era tu turno de salir con él.

 

– ¿El te pidió que me colocaras en su grupo? –Preguntó, sorprendido– ¿Por qué? ¿Acaso planea algo? –Entrecerró los ojos con suspicacia hacia Itachi.

 

– No lo creo. –Aseguró– Es verdad que Nagato no se tomó bien el escándalo que tuvo con Sasuke, pero no hay razón para pensar que tiene planeado desquitarse contigo, así que no debes preocuparte. –Cambió los libros a su otro brazo cuando el peso lo cansó– Aun así, quiero que mañana tengas cuidado, no te alejes para nada del grupo, pero tampoco de acerques a Nagato demasiado. –Naruto asintió, obediente.

 

– No creo que la perspectiva de estar en el equipo de Nagato me preocupe. –Aseguró. Naruto se cruzó de brazos en una pose altiva, imponiendo su valor– Si hay algo a lo que debo de temer, es a la bestia del manto y nada más. –Itachi se serió. Naruto y Sasuke eran los primeros sobrevivientes del manto, y eso era algo que pocos sabían. Todo parecía indicar que ninguno de los dos tenía idea de lo peligroso que era el manto carmesí en sí. Ni la fortuna excepcional que tenían al haber salido y estado cerca de volver a estar a merced de un segundo manto, para finalmente escapar. Itachi se acercó a Naruto y posó una mano sobre su hombro para que le prestara atención. Naruto lo volteó a ver desconcertado. Cuando se topó con la mirada oscura, seria y severa, su cuerpo inconscientemente se volvió dócil ante la sensación de autoridad que Itachi mostraba.

 

– Naruto, quiero que me escuches con atención, ¿Entendido? –Naruto asintió rápidamente, al igual que lo hacía un niño pequeño y nervioso. Casi podía sentir que Itachi estaba a punto de reprenderlo– Si por alguna casualidad, el manto llegara a aparecer, quiero que intentes regresar aquí lo más rápido que puedas en cuanto la alarma suene. –Indicó. Naruto frunció el ceño confundido, porque sabía eso. Itachi continuó– Sé que Sasuke y tu, apenas y conocen lo peligroso que el manto es, porque yo realmente no me he tomado el tiempo de explicárselos debidamente.

 

– Sabemos que las bestias grandes aparecen con el manto… así que… –Se interrumpió cuando Itachi volvió a tomar la palabra.

 

– Si, lo saben. Lo que no saben es la cantidad enorme de bestias que existen. –Naruto abrió los ojos, mostrando una interrogante obvia que Itachi logró entender, negando con su cabeza antes de responder– No. No es sólo esa bestia de cuatro metros que vieron la primera vez. Hay más. Decenas, quizás cientos, nadie lo sabe con certeza. Nadie ha sobrevivido. –Naruto trató de recolectar la nueva información que le era lanzada de golpe. Más bestias dentro del manto. De alguna forma lo imaginaba, pero no a esa escala– El manto es su dominio, es la puerta abierta al infierno de este lugar, no lo subestimes. –Naruto sintió un latido ansioso en su pecho, muy parecido a la preocupación– Nadie sabe lo que ocurrirá una vez que el manto los alcanza. Nosotros, los que estamos en la fortaleza, rezamos al escuchar sonar la alarma, esperando que aparezcan por las puertas antes de que se oscurezca. –Su voz se volvió de pronto grave– Si los cazadores están fuera, ruegan e imploran porque regresen con bien. Pero si el manto los cubre, lloran y agonizan, porque quienes aman han muerto. –Dejó ir a Naruto. Sin dejar de ver al rubio a los ojos ni desaparecer su gesto serio, Itachi enderezó su postura– No hay esperanza para quienes están fuera si el manto alcanza estos muros. Nunca la ha habido.

 

– Itachi… yo… –Susurró sin saber que decir. Bajó la cabeza y apretó los puños. Un nuevo miedo le había embargado de pronto, aquel riesgo latente de ser alcanzado por el manto en medio de su cacería. Con la distancia que sólo aumentaba a cada recorrido que hacían, la posibilidad de regresar a la fortaleza si el manto aparecía se volvía menor. Si el día de mañana eso pasaba, entonces ellos morirían. Itachi notó como el cuerpo de Naruto se tensaba y suspiró con remordimiento. Volvió a colocar su mano sobre la cabeza de Naruto y acarició conciliadoramente su cabello. Uzumaki subió su mirada– ¿Itachi?

 

– Lo siento, no quise preocuparte de esa forma, mucho menos cuando mañana debes de salir. –Sonrió apenado, pidiendo disculpas con su mirada– Fui imprudente, perdóname. –Se acercó lo suficiente como para inclinar su cabeza y apoyar la frente sobre la de Naruto, intentando imitar aquel gesto lenitivo que solía hacer Sasuke– No pienses en eso por ahora y ve a dormir, necesitas descansar para mañana. –Ser alejó con lentitud tomando camino hacia el pasillo opuesto, yendo hacia la habitación de Deidara– Buenas noches, Naruto. –Se despidió.

 

– Buenas noches, Itachi. –Respondió antes de que el mayor se fuera. Soltó un suspiró cuando lo perdió de vista y se dio media vuelta con dirección a su propio cubículo. A pesar de que Itachi le dijo que no pensara en ello, seguir ese consejo parecía imposible.

 

Llegó a su habitación y detuvo su mano a medio camino de abrir la puerta. Vio por debajo de la rendija de la puerta la ligera luz de la vela, y supo que Sasuke lo estaba esperando. Dio un paso atrás. Caminó haciendo un pequeño círculo. Regresó a su lugar. Se frotó las manos. Tomo aire y suspiró. Estaba listo. Abrió la puerta sin más miramientos, y entró en su habitación. Sasuke, que tenía la espalda recostada en la cama, mientras que sus pies estaban apoyados en el piso, se recompuso de inmediato para quedar sentado en el borde.

 

– ¿Dónde estuviste todo el día? –Preguntó con un suave tono de voz. Estaba claro que estaba haciendo todo lo posible por cuidar sus acciones y evitar pisar alguna zona minada que hiciera molestar a Naruto– Te he estado esperando.

 

– He andado por ahí. –Respondió, cortante. Naruto cerró los ojos un segundo en auto reprimenda. Había contestado a la defensiva por simple costumbre, pero él en realidad tampoco quería seguir peleando. Suspiró, pretendiendo relajarse. Entonces, lo intentó de nuevo– Estaba con el cejotas haciendo ejercicio, después fui con Chouji a que me enseñara a tejer. ¡Hombre soy un desastre para ello!, lo intenté hacer muchas veces pero eso de un derecho y un revés, simplemente no me lo aprendía. Así que terminé con un nido de pájaro entre las manos. – Rió entretenido, consiguiendo que Sasuke se relejara al escuchar su pequeño monologo–  Después fui con Kiba al huerto y le ayudé a sacar algunos granos para pan, pero me cansé de estar en el sol, así que bajé a ver como soplaban vidrio, pero me aburrí y decidi regresar. –Sasuke se puso atento. Parecía como si Naruto estuviera por decir que lo perdonaba. Se dio cuenta que no cuando Uzumaki cambió su animada pose a una de decisión– ¡Además debo de dormir, tenemos cacería mañana! –Apretó el puño, dando por terminada la charla sin tocar ni de cerca alguna clase de sentimentalismo por su pelea de la noche anterior. Sasuke suspiró cansino, entendiendo la indirecta. Lo mejor sería que fingieran que no había pasado nada, de lo contrario se avivaría el fuego con resultados no muy gratos.

 

– Tienes razón, debemos de dormir. –Dijo finalmente, aceptando la tregua. Naruto asintió y se dirigió al closet para cambiarse a una ropa más cómoda. Sasuke se le quedó mirando unos momentos y luego desvió sus ojos al pequeño frasco encima de la mesa, junto al paquete que había traído Sai. Tal y como había pensado, la oportunidad de probar lo que había aprendido, no estaba ni siquiera cerca. Recordó el mensaje de Sai al volver a ver el paquete– Oh, es cierto. Sai te trajo algo. –Mencionó, logrando que Naruto que terminó de cambiarse, volteara a verlo– Esta sobre la mesa, dijo que era algo que le pediste que dibujara.

 

– Ah, si… –Recordó, caminando lentamente hacía la mesa. Alcanzó el paquete con su mano y lo observó por un momento. Miró a Sasuke, quien ante su repentino escrutinio, enarcó una ceja con curiosidad. Naruto volvió a posar la vista en el paquete y torció la boca en un gesto pensativo. Quizás ese dibujo sería una buena forma de hacer las paces con Sasuke. Asintió para sí mismo, y sin más miramientos arrojó el paquete hacia Sasuke, quien hábilmente logró atraparlo entre sus manos– Es para ti. –Dijo, acercándose lentamente– Anda, ábrelo. –Alentó.

 

Sasuke frunció el ceño sin entender realmente, pero decidió obedecer a Naruto en esa ocasión, y simplemente abrir el paquete. A Sasuke realmente no le gustaban los regalos sorpresa, le incomodaba la perspectiva de lo desconocido, así que cuando recibía algo, se encargaba de descubrir de inmediato lo que era. Por lo que siempre lo verían, abriendo impacientemente las envolturas. Naruto sonrió ligeramente ante la imagen. Quizás Sasuke no se daba cuenta, pero daba la impresión de ser un niño pequeño en navidad. Lástima que su gesto contrariado restara encanto. Sasuke desenredó el papel marrón en una última vuelta, sintiendo entre sus manos, una sensación lisa y fresca.

 

– Esto… –Murmuró al ver que era una especie de marco fotográfico hecho con alguna clase de cuarzo marfilado en color azul oscuro. Colocó el envoltorio a su lado en la cama y vio que, efectivamente era un cuadro fotográfico. La pestaña que lo sostendría de pie, era lo que veía en ese momento. Sasuke tuvo que darle la vuelta para saber qué clase de imagen le aguardaba dentro del marco. Porque estaba seguro que era una imagen, no una fotografía. Era imposible en ese mundo tener algo de semejante tecnología– Oh. –Suspiró sorprendido e inmediatamente un golpe en el pecho le hizo dar un fuerte latido en el corazón. Una onda cálida y nostálgica le inundó al punto que se le llenaron los ojos de lágrimas.

 

– Le pedí a Sai que lo hiciera para mí. –Dijo Naruto, recargando la cadera en el borde de la mesa, observando cuidadosamente la expresión de su amigo–  Lo obligué a hacer muchos bocetos, para que quedara perfecto.

 

– Naruto… –La voz de Sasuke emergió en un trago ahogado. Ese sonido característico de quien lucha por contener el llanto. Entre sus manos temblorosas, Sasuke tenía la imagen de su familia. Su padre, su madre, su hermano y él, como en una fotografía muy juntos entre ellos, sonriendo felices. Casi parecía una de esas emotivas tarjetas de navidad que se les enviaba a los amigos cercanos para demostrarles que todo en su hogar estaba bien. Tenía un fondo neutro, pero por alguna razón Sasuke imaginó la pared de la sala de su Casa. Fugaku Y Mikoto Uchiha estaban en cada orilla, Itachi y Sasuke en el centro, ambos con su edad actual. Sasuke sollozó sin poder evitarlo, al ver las manos de su madre sobre los hombros de su imagen, en ese gesto maternal y afectivo que suplanta un abrazo en público. El porte de su padre era incluso perceptible en esa simple hoja de papel, su brazo sobre el hombro de Itachi con ese especial orgullo que su hermano mayor siempre le provocaba. Muchas veces Sasuke deseó tener a su padre vivo para que observara cada logro suyo, preguntándose si también le compartiría ese suspiro bañado en dicha, donde le nombraba con suficiencia, su hijo– Naruto… gracias. –Volteó a ver al rubio, olvidándose de su acostumbrada vergüenza, al mostrar su debilidad. Al mostrar sus lágrimas.

 

– Me alegro que te gustara. –Sonrió, conmovido por el hecho de que Sasuke se mostrara tan feliz a su propia manera.

 

Naruto sabía que la escena que estaba viendo ahora mismo, sería difícil de repetir. Sasuke era un hombre obstinado, orgulloso y fuerte. Después de la muerte de sus padres, las veces en las que Naruto había visto llorar a Sasuke, eran fácilmente contadas con los dedos de una sola mano. Por lo que entendía lo mucho que significaba esa imagen para él.  

 

Sasuke se puso de pie y caminó hacia Naruto. Colocó el marco con el dibujo encima de la mesa y se acercó a Uzumaki para abrazarlo con fuerza. Sasuke sabía que posiblemente Naruto no tenía idea de la acción tan especial que había hecho por él. Para Sasuke, no era la imagen de su familia reunida lo que en verdad le llegaba hondo, sino el pequeño recuerdo de que alguna vez perteneció a un círculo completo. La visión alterna de una vida feliz, era un hilo de cordura que lo ataría con mayor fuerza, brindándole la fuerza para luchar un día más. Sasuke extrañaba a sus padres como Naruto extrañaba a los suyos, pero el acto de ver reflejada la preocupación que el rubio sentía hacia él, era más invaluable.

 

¿Acaso existiría otra persona que le hiciera sentir así?, se preguntó. En un conflicto interno, Sasuke se debatió entre el odio y miedo que ese mundo le provocaba, y el agradecimiento de ser su presa, permitiéndole descubrir que no había un camino más seguro para él que Naruto. De nunca haber caído ahí, posiblemente su vida sería distinta. Hubiesen ido juntos a presentar el examen de la universidad la próxima semana. Hubiesen viajado a la playa en sus vacaciones. Juntos comprobarían sus resultados y si ambos eran aceptados, entonces celebrarían con euforia. Entonces iniciaría su vida universitaria, siendo amigos nada más. Naruto eventualmente encontraría una mujer de la cual se enamorara. Sasuke saldría con mujeres de vez en cuando, hasta dar con aquella que pudiera compartir su tiempo, que pudiera llevar su ritmo y que le brindara estabilidad. Ambos paulatinamente dejarían de pasar tanto tiempo juntos, para poder dedicarse a la persona a su lado. Se graduarían. Trabajarían juntos. Se casarían. Tendrían hijos. Harían su vida aparte, encontrándose sólo ocasionalmente en algún fin de semana libre, donde vieran a sus hijos jugar entre ellos, teniendo la esperanza de que llegasen a ser tan buenos amigos, como ellos lo fueron también. Voltearían a ver a sus familias, sintiéndose conformes con lo que han logrado, pero en el fondo de su corazón, algún deseo desconocido seguiría murmurando que algo les hacía falta. Algo que nunca llegarían a descubrir, porque la situación que les hiciera abrir los ojos, nunca sucedió. Se voltearían a ver ya entrados en años, y demasiado tarde, se darían cuenta que quizás, ellos una vez pudieron vivir juntos algo más profundo de lo que si quiera pudiesen tener idea. Pero ya no había vuelta atrás.

 

Una vida vacía, sin saber que era vacía. Sasuke subió las manos y acunó el rostro de Naruto, atrayéndolo hacia él, besándolo con ímpetu. Naruto instintivamente abrió la boca y se sintió inundado por el sabor dulzón que Sasuke le provocaba cada vez que su lengua rozaba con la suya. Naruto trastabilló ligeramente hacia atrás cuando Uchiha dio un paso forzado, intentando apegar su pecho. Las manos de Sasuke abandonaron las mejillas de Naruto y se encadenaron a su espalda y cintura, abrazándolo otra vez.

 

Sasuke se sentía feliz. Naruto le había hecho un gesto que tenía un significado sublime para él. Junto al pensamiento de fortuna al haber descubierto lo que sentían el uno por el otro, se encargó de reforzar ese hecho. De haber continuado con sus vidas anteriores, nada de lo que pasaba en ese momento hubiese ocurrido. Ni el latido frentico de su corazón, ni los roces ardorosos de sus labios, ni el sabor de su saliva o el maleable movimiento de su cuerpo contra el suyo. Nada de eso hubiesen tenido. Nada de eso hubiesen conocido. Nada de eso hubiesen disfrutado.

 

Naruto soltó un jadeo inquieto cuando Sasuke lo apretó desde la cintura y le despegó los pies del suelo. Sintió su cuerpo girar junto al de Uchiha, cambiando de dirección radical de la mesa a la cama. La punta de sus tenis apenas y rozaban el suelo, sin poder o querer evitar el avance hasta el lecho. Los besos de Sasuke dejaron su boca y cayeron en su barbilla, descendiendo aun mas hasta debajo de la mandíbula y después el cuello. Naruto sintió un hormigueo en cada lugar que Sasuke besaba, y como esa sensación se extendía hasta clavarse en el fondo de su estomago, para emerger como un escalofrió en su bajo vientre. Sin querer dejar a Sasuke ser el que hiciera todo, las manos que tenía aferradas en la camisa de Sasuke, se abrieron y sujetaron detrás del cuello del pelinegro, halándolo hacia arriba, exigiéndole un beso.

 

Sasuke percibió la repentina resolución en Naruto y cerró los ojos con deleite cuando lo sintió frotarse contra él. Esta vez no quería parar. Sasuke sabía que sólo tocarse no bastaría. No ahora. No con esos sentimientos. Se irguió por la fuerza, deshaciendo la cadena que Naruto había hecho con sus brazos y lo vio a los ojos. Los ojos azules estaban interrogantes, tratando de comprender el repentino alto de Sasuke. Uchiha tragó la saliva que se le había acumulado en la boca después de tantos besos e intentó volver a hablar después.

 

– Naruto… –Su voz salió más grave de lo normal, y eso le avergonzó un poco. Carraspeó para aclararse y continuó– Naruto, yo quisiera que lo intentáramos llevar más lejos esta noche.  –Las cejas doradas se juntaron en un gesto de confusión. Obligando a Sasuke a ser más claro. El rostro de Sasuke se serió un poco, tratando de buscar las palabras correctas que pudieran entregar el mensaje, sin que hicieran huir a Naruto– Me refiero a que… me gustaría poder, ya sabes, intentar que tú y yo lo hiciéramos de verdad. –Aclaró finalmente.  

 

– ¿Hoy? –Levantó las cejas, descolocado. La petición de Sasuke no era extraña, puesto que Naruto siempre había sido consciente de que llegarían a esa situación eventualmente. Sin embargo, le había sorprendido que se lo pidiera una noche antes de salir de cacería– Yo… no lo sé… –Dudó.

 

– Bueno, quizás no debamos hacerlo hasta el final… –Se rascó la nuca con nerviosismo– Pero quiero que por lo menos tratemos un poco. –Se incorporó un poco mas– Yo he estado buscando un poco de información al respecto, y estoy casi seguro de que podré hacerlo bien.

 

– ¿De dónde demonios has encontrado esa clase de información aquí? –Preguntó, interesado. La mueca que hizo Sasuke a continuación le dio una ligera pista– ¿Acaso, leíste eso en algún diario? –Sasuke se quedó quieto en su sitio, pero después volvió a hacer una mueca y asintió de mala gana– Vaya… –Apenas y dijo, impresionado.

 

– Entonces… –Vaciló– ¿Crees que podamos?, Es decir, ¿Me dejarás intentarlo? –Preguntó, viéndolo a los ojos, buscando autorización.

 

Naruto no estaba del todo seguro. Era un paso demasiado grande como para aceptar de buenas a primeras, y él aún no se había mentalizado del todo. Sintió que los labios le temblaron en una respuesta negativa, pero después intentó recapacitar. Miró detenidamente a Sasuke. Estaba familiarizado con lo que Uchiha podía provocar a su cuerpo. Conocía su forma de besar, de tocar. En ocasiones se descubría a si mismo recordando los suspiros que a Sasuke se le escapaban cerca de su oído. Sus manos grandes sobre su estomago, su cuerpo entre sus piernas, sus dientes en su hombro. Y aun recordando todo eso, existía ese temor instintivo y auto conservador. La expectativa desconocida de lo que ocurriría si dejaba que Sasuke indagara más allá. Una ligera idea no era lo suficientemente seguro como para acceder sin más. En su mente se debatía la decisión de ser algo mas, compartir el último paso y reclamarse como mutua posesión. Y también el abandonar todo para ponerse en manos de alguien más. La idea de ceder su dominio, de abrirse a alguien más, dejarlo entrar hasta ser inundado. Era aterradora y fuera de toda naturaleza. Porque simple y sencillamente, también era un hombre.

 

Entonces, como por obra de alguna invocación demoniaca, llegaba el torpe mediador de todo; los sentimientos. Sentimientos que saltaron inmediatamente a la balanza que le pedía a gritos aceptar y dejar que Sasuke hiciera con él lo que quisiera. Los sentimientos que le recordaban lo importante que Sasuke era para él y lo mucho que deseaba hacerlo feliz, aceptando lo que le pedía. Naruto apretó los dientes, frustrado. Esos tontos sentimientos no lo dejaban pensar con claridad. Le exponían una imagen demasiado ensoñada de las cosas, y le obligaba a olvidar cualquier clase de orgullo o necedad. Parecía que lo que las personas llamaban afecto, en realidad era sacrificio. Porque los hacía cerrar los ojos y saltar sin precaución alguna, sólo esperando lo mejor. Maldijo en voz baja, enojado consigo mismo.

 

– Este bien. –Gruñó de mala gana, auto derrotado– Vamos a intentarlo. Aunque la idea de morder la almohada no me gusta. Pero ya sé que no vas a cederme el honor por más que te lo pida, así que al diablo. –Levantó una mano, y apuntó a Sasuke con el dedo índice, seriamente– ¡Pero si te digo que no quiero seguir o algo sale mal, tú vas a parar! ¿Entendido? –Aclaró. Sasuke abrió los ojos, perplejo y asintió dos veces como un idiota.

 

– Si. Claro que sí. –Tartamudeó– Haré lo que me digas. Si quieres que me detenga, me detendré. –Prometió, ansioso.

 

Naruto no pudo evitar sentir un pinchazo de satisfacción mezclado con nervios al notar esa reacción en Sasuke. Se recostó en la cama, colocando sus manos a cada lado de su rostro, viendo a Sasuke inclinarse hacia él, comenzando su labor. Sintiendo sus besos y caricias de nuevo, Naruto comprendió entonces el poder que tenía. Quizás Sasuke lo dirigiera, y pudiera quedarse con el tan fabuloso puesto dominante, pero Naruto recién había descubierto, el que tenía el mando en realidad era él. El era quien tendría la última palabra. El decidiría cuando continuar, cuando detenerse. Hacer, no hacer. Naruto sonrió con orgullo cuando Sasuke le pidió que levantara los brazos para sacarle la camisa, viendo la llama oscura en sus ojos y los dedos presurosos por continuar, era claro lo ansioso que estaba. El podría llegar a ser la perdición de Sasuke. El objeto de sus deseos y su obsesión hacia el placer. Vaya que enorme regocijo, sentirse tan poderoso.

 

No era un patrón distinto. Mutuamente habían descubierto poco a poco, las zonas que eran sensibles. Naruto se estremecía con los susurros en el oído, con las mordidas en el hombro, con los besos en el cuello y los lametones en el lóbulo de la oreja. Sasuke gustaba mucho de besar, los besos hambrientos donde las lenguas luchaban lo enardecía, las mordidas en el vientre y caderas, con las caricias debajo de la nuca, y el que tiraran amablemente de su cabello. Era una pelea sin tregua donde su fin no era sólo tener su goce, sino derribar al otro con el placer.

 

Sasuke se deshizo de su camisa, percibiendo el golpeteo de su corazón, extasiado. Sentirse desbocado, sin límites que lo detuvieran, sin reprensión, era el gatillazo que necesitaba para poder continuar sin miedo e inseguridad, del deseo que Naruto sentía por él.  Nunca antes se había sentido tan nervioso y emocionado a la vez. La perspectiva del sexo siempre le había parecido una idea atractiva, una forma de poder encontrar la relajación, el desfogue y el placer. Todas las mujeres que había elegido como pareja, fueron aceptadas porque le atraían físicamente y estaba seguro de que no tendría problemas en excitarse, los sentimientos no le importaban, ni su supuesto amor hacia él.  Sasuke sólo había cumplido con el código de conducta que una relación se suponía obedecer. Llamarse por teléfono, mandarse mensajes, comer juntos, salir a citas, ir de compras, obsequiarles alguna baratija simbólica, pasar los días festivos juntos. Todo era parte de una agenda que le brindaba puntos para avanzar. Primero un beso, después caricias, luego roces indecorosos, después roces sexuales, al final tener sexo apropiadamente. Ninguna de ellas había aceptado la última fase, todas exigían primero confirmar alguna especie de prueba de amor, una palabra, una frase, un gesto. Y Sasuke no podía dárselos, porque no las amaba. Verse rechazado por una inseguridad sentimental dependiente, le hacía ver a Sasuke que todo había sido trabajo perdido, por lo cual no se detenía a pensarlo dos veces, antes de pedirles romper. Después de todo, no le eran útiles.

 

Pero Naruto era diferente. Naruto no había sido algo de lo cual sólo deseaba tomar y largarse. Su rubio amigo que levantó sus brazos pidiéndole atención y besos, le provocó a Sasuke un sinfín de golpes en el pecho que jamás esperó sentir por nadie. Sasuke no necesitó seguir un protocolo, era imposible de todas formas intentar hacer alguna especie de plan con el torbellino Naruto que siempre iba a su propio ritmo, siendo espontaneo e impredecible. Sasuke no tuvo que fingir ser amable con él. La amabilidad era algo muy relativo para ellos, incluso algunas formas de agredirse era una muestra de la gentileza distorsionada que siempre realizaban entre los dos. Sasuke no buscó estar con Naruto con un fin en específico, una meta siniestra que compensara todo el tiempo que invirtió con él. Naruto para Sasuke era el lazo inquebrantable que lo sostenía en la tierra. Era todo lo que buscaba en el mundo contenida en una sola persona. Amistad, odio, lealtad, rivalidad, tristeza, felicidad, deseo, miedo. Las buenas y malas cosas que los complementaban, se las daba sólo él.

 

Naruto levantó la barbilla cuando sintió la lengua caliente de Sasuke subir desde las clavículas hasta debajo de su mentón. Cerró los ojos un momento cuando las manos de Sasuke presionaron su cintura y después subieron por su estomago hasta su pecho, volviendo a bajar por sus hombros. Tembló cuando en un malévolo acto, la punta de la lengua de Uchiha entró en su oído, aturdiéndolo con el sonido húmedo, para después abrirle paso a los dientes que mordisquearon suavemente el lóbulo, molestándolo un momento antes de succionarlo. Eso. Eso es lo que hizo que Naruto sin resistencia, soltara un jadeo audible cuando el calor de su estomago viajó con prisa hacia su vientre. Su interior se retorció con cosquilleadas sensaciones que nacieron de ese fuego, para dispersarse al resto de su cuerpo. El inicio de los escalofríos que su cerebro reconocía como placer.

 

Sasuke sonrió complacido. Bajó una de sus manos y la frotó en el vientre de Naruto, bajándola lentamente hacia el zíper del pantalón, buscando provocar una erección en su sometido. La reacción estaba latente, pero aun no era suficiente. Sasuke apretó los dedos encima de la tosca tela, lo suficiente para estimular. Con dedos hábiles desabrochó el botón superior y después bajó el zíper, logrando libre acceso a su interior. Coló los dedos y acarició el principio del vello, para luego encontrar la suavidad de la piel de su miembro. Sasuke no quiso hacer muchos preámbulos. Naruto era poco paciente en cuanto a las caricias previas, siempre pedía abiertamente lo que realmente quería, aunque no fuera con palabras.

 

Naruto apretó las piernas, atrapando la mano de Sasuke dentro de los pantalones, en una clara señal de que deseaba ser tocado más. Sasuke entendió de inmediato. Anticipado a ese hecho, tomó el miembro de Naruto entre sus dedos y lo liberó de la ropa, comenzando inmediatamente un masaje. Su otra mano se ocupó de bajar la ropa de Naruto, obligándolo a encoger las piernas para que el pantalón y sus bóxers dejaran de estorbar entre ellos. Aprovechando la cercanía de sus pies, Sasuke también le quitó los calcetones, para tenerlo por fin, desnudo frente a él. Naruto lo miró, expectante de cada movimiento que haría. Esperando que quizás hiciera algo diferente a lo de siempre. Algo que le dijera que era el momento de avanzar un paso más.

 

Pero no hubo nada diferente. Sasuke continuó masturbándolo como siempre lo hizo, besándolo, acariciando. Incluso cuando llegó el momento para Sasuke de estar desnudo, ambos continuaron con los mismos movimientos, frotándose entre ellos, buscando su cúspide. Naruto entre la bruma de sus pensamientos se preguntó, si tal vez Sasuke se había arrepentido. Se encogió de hombros en sus pensamientos, y pensó que quizás lo mejor era dejarlo pasar, al parecer él tampoco estaba listo. Cerró sus ojos cuando liberó un gemido que dio anuncio a su orgasmo. Saboreó la tensión que se apoderó de su cuerpo, esperando absorto la liberación. Y de un momento a otro, Naruto dejó de sentir las manos de Sasuke en él, también el calor de su cuerpo sobre el suyo, a sólo unos segundos de terminar.

 

Naruto abrió los ojos, sorprendido. Localizó a Sasuke con la mirada, justo frente a él. Pero Sasuke no lo miraba, su atención estaba puesta en otra cosa. Buscaba con la vista donde había dejado el ungüento, y lo encontró encima del mesón, sin saber cómo es que lo había olvidado antes. Irguió su cuerpo, alejándose del rubio, con la intención de salir de la cama.

 

– ¿Qué haces? –La voz de Naruto hizo que volteara su rostro para mirarlo. Uzumaki tenía las cejas juntas en un gesto frustrado e impaciente. Ligeramente molesto de que Sasuke se detuviera en el momento más crítico– ¿A dónde vas? –Sasuke le sonrió, apenado.

 

– A ninguna parte. –Murmuró. Tan concentrado había estado de repente por encontrar el ungüento y enlistar de su memoria cada uno de los pasos a seguir, que olvidó decirle a Naruto lo que haría a continuación– Sólo voy a tomar algo de la mesa. –El bufido disgustado del rubio, le hizo volver a sonreír– Es importante. –Aclaró.

 

Naruto se dejó hundir en la cama, emberrinchándose un poco. Cerró los ojos escuchando el sonido de las telas en la cama que le decían cada movimiento que Sasuke hizo. Después los suaves y amortiguados pasos de los pies descalzos de Sasuke sobre el concreto. El chirriar sutil de algo sobre la madera de la mesa, signo de que algo había sido tomado de su superficie. Cuando menos lo pensó, volvió a sentir a Sasuke sobre él. Fue ahí cuando Naruto volvió a abrir los ojos, viendo el rostro de Uchiha acercándose al suyo, besándolo. Fue un beso de los que Sasuke acostumbraba hacer con la intención de tenerlo casi desfallecido. Aquel donde le golpeteaba la lengua, en un vaivén de su boca a la suya, y lo dejaba con los labios adoloridos y calientes.

 

– Voy a usar esto… –Susurró, bajando hasta su cuello, raspando los dientes y lamiendo– Quiero hacer que te acostumbres… –Dejó un camino de besos por su pecho hasta el abdomen, haciendo de su voz, algo mas grave– Se sentirá frío al principio, pero después se calentará… –Naruto escuchó el sonido del pop cuando se abrió el frasco– Meteré uno de mis dedos, no te preocupes, lo haré despacio… el ungüento es para eso, hará todo más fácil… –Naruto entendió porque Sasuke le decía todo eso justo ahora. Si le explicaba el procedimiento mientras lo acariciaba, no le daría tiempo para que se pusiera nervioso, no habría tiempo de reconsiderar. Sasuke era un hombre astuto– Puede que sea algo incomodo, pero después debe de sentirse bien… –La última frase salió con poca convicción, debido a que Sasuke tampoco estaba seguro. Era la primera vez que hacia esto.

 

– De cuerdo… –Aceptó. Sasuke lo miró a los ojos, encontrando decisión. Naruto era de la clase de hombres que tomaban sus decisiones rápidamente, y no se echaba atrás.

 

Sasuke se pasó un trago de nerviosismo y entonces hundió tres dedos en el ungüento que reposaba cerca de su rodilla. Se inclinó hacia Naruto y lo besó otra vez. Volvió a hacer el recorrido de besos del cuello al vientre, a veces mordiendo, a veces succionando. Sacó los dedos del frasco y los dirigió entre las piernas de Naruto. Uzumaki respingó ante el repentino tacto fresco y cremoso que cubría a los dedos de Sasuke. Levantó ligeramente su cabeza con la natural curiosidad de saber que sería de él a continuación. Y lo que vio le sorprendió. Sasuke bajó la cabeza rápidamente, para ir más debajo de las caderas de Naruto.

 

– ¡Espera, tu…! ¡Nh! –Se detuvo de golpe con un sobresalto. Sasuke sin aviso o meditación, encerró la erección de Naruto con la humedad de su boca, inmediatamente haciendo una succión. Naruto sufrió un temblor por lo largo de su espina, estremeciéndose de pies a cabeza. Su mente apenas y se detuvo para identificar que era lo que Sasuke le hacía exactamente– ¡Mierda! –Gimió.

 

Sasuke pegó su lengua a la punta y bajó su cabeza creando un vacio en el interior que cada vez que volvía a subir, se escuchaba el sonido húmedo y morboso del chapoteo. Escuchó a Naruto gemir para él una vez más, y notó como entre los huesos de las caderas, la parte baja de su estomago temblaba. Quiso sonreír, pero no pensaba detenerse. Lo que hacía en ese momento, tenía un propósito; Distraer a Naruto. A pesar de que algo dentro de Sasuke se regocijaba al ver como el cuerpo de Uzumaki se volvía manso y ansioso, no podía desconcentrarse de su verdadero cometido. Entrecerró los ojos, dividiendo su mente en dos. Una parte vigilaba las reacciones de Naruto, se concentraba en los movimientos de su boca y en mantener el ritmo. La otra recordaba cada consejo que había leído y ordenaba a sus dedos moverse al tiempo y forma que no perturbara el placer del rubio. El frescor del ungüento había desaparecido y ahora simulaba la temperatura del cuerpo de Naruto, acarició el perineo en círculos pequeños, cubriendo el área con lo que le serviría de lubricante. Con cuidado probó hacer presión. Hizo una mueca cuando encontró el pasaje reacio a cooperar, estaba demasiado cerrado. El dedo medio se hizo de espacio y en picada entró apenas unos milímetros.

 

Naruto dio un salto y toda su excitación pasó a segundo plano. Dirigió sus ojos hacia Sasuke, pero no puso atención al trabajo oral que le brindaba, sino a aquella invasión extraña que estaba ocurriendo en sus partes más bajas. Sasuke contuvo un gruñido frustrado, y dejó escapar la erección que estaba dentro de su boca. Había sido descubierto, así que ya no tenía caso continuar por el momento. Subió su cuerpo hacia Naruto y le acercó el rostro para buscar distraerlo con besos, pero su amigo de la infancia ladeó el rostro. Nadie quería que le metieran la lengua a la boca, después de que ésta había estado lamiendo erecciones goteantes. Así que sin decir nada, Sasuke disimulando el rechazo, se fue a atacar el cuello. Cuando dio un par de besos que consiguieron que Naruto volviera a relajarse, su dedo ejerció otra vez presión, permitiéndose un casi glorioso centímetro de ventaja.

 

– Eso se siente… horrible. –Jadeó Naruto– No seas tan bruto.

 

– Lo siento. –Lo besó debajo de la barbilla– Pero esta es la parte incomoda que tienes que superar. –Levantó el rostro, consiguiendo que lo viera– Resístelo un poco, por favor. –Pidió– Y relájate.

 

– No es tan sencillo, bastardo… –Encogió un ojo en cuanto sintió como el dedo de Sasuke entró mas. Intentó respirar para relajarse, pero apenas y conseguía lograrlo un poco, Sasuke inmediatamente aprovechaba y profundizaba la invasión, incomodándolo otra vez– Carajo… así de mal deben de sentirse los supositorios. –Se quejó.

 

– Ten cuidado, en esta ocasión buscamos meter algo más grande que un supositorio. –Avisó, sonriendo de medio lado– Así que si no puedes con esto, te irá peor después. –Bromeó.

 

– ¡Ah, vaya! Ahora sí que has conseguido relajarme, idiota. –Graznó en sarcástico reclamo– ¡Mierda! ¡No lo muevas sin avisar!

 

– Pero si te aviso te vas a tensar. –Explicó, ligeramente rígido– No es como si me lo estuviera pasando genial, Dobe. Se siente raro aquí, es como si…

 

– ¡No me lo expliques, maldición! ¡No quiero saberlo! –Aulló avergonzado. Sasuke era un idiota, de seguro aquello era el peor intento de tener sexo en la historia– Será mejor que lo hagas con cuidado, o te daré una patada en la entrepierna, cabrón.

 

– Eso intento, pero si te pones tan nervioso, harás que me ponga nervioso también. –Rechinó los dientes. Era la verdad, estaba nervioso. Naruto estaba inquieto, incomodo y se estaba quejando, eso hacía que Sasuke se diera cuenta que la forma en la que estaba avanzando era errónea. Apretó los labios y respiró por la nariz, para relajar a Naruto, primero debía de tener dominio de sí mismo, de lo contrario, si él no estaba seguro de lo que hacía, haría que el cuerpo de Naruto reaccionara a su ineptitud, y entonces se asustara–  Respira lentamente. –Murmuró, ya calmado–  Concéntrate aquí.  –Usó su mano disponible y la colocó sobre la erección de Naruto, acariciándolo.

 

Besando en las clavículas y los hombros, Sasuke dejó de sentir que Naruto apretaba su dedo con tanta fuerza. Consiguiendo que pudiera rotarlo en su sitio con mayor delicadeza. Lo movió de un lado al otro, sintiendo como todo poco a poco, comenzó a volverse suave, húmedo y resbaladizo. Sasuke sintió un gran alivio cuando Naruto comenzó a suspirar otra vez. Nuevamente ocupaba su mente al placer que estaba sintiendo y se derretía, permitiéndole maniobrar. Sasuke pensó que era apropiado insertar un segundo dedo, cuando se dio cuenta que dentro de Naruto parecía haber más espacio, la dilatación funcionaba. Así que con lentitud, empujó la punta del dedo índice, buscando entrar también. Era frustrante notar que Naruto volvía a tensarse cada vez que agregaba un dedo o cambiaba de maniobra, y Sasuke sentía que era un baile de pasos adelante y atrás, donde al final avanzaba poco.

 

– Creo que… ya… –Murmuró para sí mismo cuando pasaron unos minutos dedicándose sólo a dilatar a Naruto, terminando por fin con tres dedos dentro. Ahora, todo volvía a ser suave y húmedo en el interior de Uzumaki, y sobre todo, todo volvía a ser suspiros y gemiditos de placer– Naruto, pon atención… –Llamó, sacando lentamente los dedos del interior del rubio, haciéndolo bajar de la nube de gozo en la que había estado sumergido, para pesar de él– Vamos a intentarlo ahora, así que, por favor no te asustes.

 

Naruto lo miró intensamente y dejó caer los parpados, resignado a ese hecho. Sasuke fijó su vista hacia abajo, empeñado en tener cuidado y no cometer errores grandes. Tenía ya un tiempo que se había desnudado y su erección rozaba contra la pierna de Naruto o la sabanas, según se fue moviendo, también se masturbó un poco mientras preparó a Naruto, pero dejó de hacerlo en cuanto se sintió demasiado bien. No quería venirse todavía.

 

Arqueó sus dedos y los introdujo en el frasco de nuevo, tomando sólo un poco mas de ungüento. Después bajó su mano y lo untó sobre su erección, esparciéndolo con su mano en toda su longitud hasta que se volvió escurridizo. Miró hacia Naruto, quien había erguido un poco su postura, tratando de ver. Sus miradas se sostuvieron un momento y el silencio en la habitación colocó en sus cuerpos un peso grande de consciencia sobre lo que estaban a punto de hacer. No había marcha atrás ahora, si alguno de los dos huía, habría una gran posibilidad de que no volvieran a intentarlo pronto. El miedo y la inseguridad los colocaría en una mala situación. Con eso en mente, Sasuke afiló sus ojos y regresó a concentrarse. Tomó su erección con una mano y sostuvo la pierna de Naruto con la otra, haciéndola a un lado para poder tener acceso libre al interior de sus muslos.

 

Naruto escuchó el trago seco que pasó por su propia garganta y esperó que Sasuke no lo hubiera notado también. Su cuerpo se tensó de inmediato, ver a Sasuke acercándose a él con el propósito de tener sexo, fue una sensación avasalladora. Cerró los ojos, no podía ver lo que venía después. Respingó cuando la punta de la erección de Sasuke lo rozó, y su cuerpo se puso rígido al sentirlo frotarse contra él, justo en el pasaje del esfínter con la intención de lograr que el liquido pre seminal y el ungüento lograran su objetivo de ser un buen lubricante.     

 

– Respira. –Sugirió Sasuke en cuanto lo percibió tan nervioso– Intenta soltarte un poco, por favor.

 

Naruto asintió, pero no abrió los ojos. Inhaló aire tan profundo como pudo, lo retuvo y lo soltó lentamente. No se sentía mejor, pero lo estaba intentando. La mano de Sasuke se posó encima de su vientre, acariciando conciliadoramente. Sintió el peso de su cuerpo acomodarse mejor entre sus piernas, seguramente adoptando una pose mas cómoda sobre sus rodillas, una que le permitiera avanzar y moverse. La punta presionó y Naruto aspiró y exhaló varias veces de forma discreta. Estaba asustado. La erección de Sasuke insistió y el ungüento junto al líquido pre seminal hicieron que el esfínter se abriera. Naruto se atragantó con un jadeo que contuvo con todo su ser. Aquello estaba sucediendo en verdad. El pasaje se abrió un poco más, permitiendo que la punta de la cabeza entrara sólo un poco.

 

Sasuke cerró un ojo con dificultad, estaba más ajustado de lo que había imaginado, aun después de la dilatación. Y había algo más, una resistencia desfavorable. Miró hacia el rostro de Naruto, que parecía tranquilo, tratando de relajarse, pero sus manos a su lado, apretando fuertemente las sabanas de la cama, le decían que estaba muy incomodo. Regresó la vista a su labor, no sabía si debía darse prisa o hacerlo lentamente. No quería incomodar a Naruto con todo eso, pero tampoco quería lastimarlo. Adelantó su pelvis un poco y la mitad de la punta del glande entró. Sólo con eso, él ya lograba percibir el calor dentro de Naruto, una sensación abrazadora y excitante. Si tan sólo lograra meter la cabeza de su miembro por completo, el resto del pasaje sería sencillo. Imprudentemente empujó, metiéndola de una sola embestida y el jadeo doloroso de Naruto se escuchó rebotar contra la pared de piedra.

 

– ¡Demonios! –Gimió sorprendido– ¡Quema!

 

– Lo siento, intenta relajarte. –El cuerpo de Naruto se sacudió en dolor, instintivamente retrocedió un poco, buscando alegarse de la fuente de su sufrimiento– Quédate quieto. –Suplicó– No te muevas o te dolerá.  

 

– No, no… esto es demasiado, sácalo. –Dijo, estremeciéndose de dolor. Sasuke apretó los labios y se acomodó en sus rodillas, buscando la forma de avanzar sin inquietar más a Naruto. Su movimiento le hizo dar una ligera embestida que adentró su pene por lo menos dos centímetros en el pasaje. Y eso le robó el aliento a Naruto– ¡Sasuke, por favor, sácalo! ¡Duele en serio! ¡Por favor!

 

– Sólo estas demasiado nervioso, no te preocupes. –Atropelló sus palabras. Naruto había logrado impregnar el miedo y el nerviosismo en él– Sólo… sólo déjame tratar de hacerlo más despacio…

 

– No, no lo entiendes… –Llevó las manos a sus ojos– En verdad me estas lastimando… por favor, Sasuke… tienes que sacarlo fuera, me duele mucho… por favor… –Soltó un sollozo sin poder evitarlo.

 

Jamás pensó que le dolería a ese extremo. Quizás en parte era su culpa, porque no había logrado relajarse como Sasuke le había pedido, y el hecho de que su cuerpo luchaba con la intrusión, moviéndose de adentro hacia afuera, intentando expulsarlo, le desgarraba el alma. Sasuke vio como una lágrima se deslizó por debajo de las manos que cubrían el rostro de Naruto, y rechinó los dientes frustrado. Si se detenían ahora, Naruto no querría volver a intentarlo. Pero tampoco podía forzarlo a continuar, si era verdad que le dolía tanto. Con pesar y renitencia, se hizo hacia atrás liberando la cabeza de su miembro y los pocos centímetros del tronco que había logrado penetrar. Se sintió irritado por no ser capaz de continuar, pero más le molestaba haber sido tan brusco. Bajó la mano dispuesto a quitarse el ungüento de su erección y divisó cerca del orificio de la uretra un delicado rastro de sangre diluida.

 

Volteó a ver a Naruto de prisa, y la visión de su rostro cansado y tortuoso le dio un golpe de culpa. No había exagerado, le había dolido de verdad. Lo suficiente como para que Naruto, el hombre que no se echaba atrás de nada, suplicara y llorara. Lo suficiente como para casi haberlo hecho sangrar. Se sintió en ese instante un malnacido, porque él había insistido en seguir, y descaradamente buscó entrar más profundo. Se había sentido bien el calor, el abrazo de las paredes húmedas a su alrededor, pero también incomodo por la estrechez. Al final de cuentas, no había disfrutado realmente nada. Ni Naruto ni él. Se reclinó sobre el pecho de Uzumaki, llamando su atención.

 

– Lo siento… –Susurró de forma honesta, viéndolo a los ojos. Naruto, que estaba recomponiendo su respiración, entrecerró sus ojos acuosos y asintió, aceptando las palabras– Olvidémonos de hacer esto por ahora. –Sonrió, tratando de consolarlo– Terminemos como lo hacemos siempre, ¿Está bien? –Naruto lo miró un momento, pero después asintió.

 

– Lo siento también… –Dijo cuando Sasuke notó como la erección de Naruto había menguado– La próxima vez trataré de aguantarlo mejor. –Naruto buscó que esas palabras le dijeran a Sasuke que no era un rechazo absoluto, dejando abierta la puerta a futuros intentos. No se echaría atrás, al menos no en eso.  

 

– Está bien. Yo también trataré de hacerlo mejor, no quiero que te vuelva a doler así. –Acarició lentamente el miembro de Naruto, consiguiendo poco a poco que volviera a recuperar su dureza– Por ahora, vamos a intentar sentirnos bien. –Apoyó su erección junto a la de Naruto, ahuecándolas entre sus manos– Tenemos mucho tiempo para volver a intentarlo. –Gimió quedamente, mientras empujaba hacia sus manos, llevando a Naruto y a él mismo a ese acostumbrado y relajante placer.

 

Naruto asintió a las palabras de Sasuke y enganchó los brazos al cuello de Uchiha, guiándolo a sus labios y darle un beso. Su cuerpo se sentía extraño, pero la incomodidad iría pasando, en ese momento Naruto sólo quiso saborear las sensaciones que Sasuke buscaba darle. Después de todo, él tenía razón. Tenían tiempo para intentarlo otra vez. No importaba cuántas veces fuera necesario, Naruto se prometió que daría lo mejor de él para poder lograr hacer el amor con Sasuke.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Naruto cerró un ojo cuando se agachó a recoger su estuche de flechas. La sensación de una ligera molestia en su espalda baja causó que apretara los dientes, avergonzado. Disimuladamente desvió su mirada hacia atrás, donde el equipo The Seers se preparaba también para salir. Y en el fondo, al lado de Nara Shikamaru, líder del equipo, se encontraba Sasuke. Uchiha tenía una mueca seria, asintiendo de vez en cuando a lo que fuera que le estuviera diciendo Shikamaru, posiblemente instrucciones de último minuto, o una introducción al modo de operar de su equipo de cazadores.

 

Una expedición de cacería. Naruto no podía decir que las extrañaba pese a que sólo había participado en dos de ellas, pero sencillamente Sasuke y él ya habían tenido suficientes experiencias cercanas a la muerte como para llenar la cuota de su vida. Salir fuera de los muros de la fortaleza, cruzar la delimitación de las rocas blancas perimetrales y pisar el bosque apenas conocido, era entregarse deliberadamente a las manos del peligro. Sin embargo era un deber que tenían que cumplir, y en esta ocasión más necesario que nunca. Estaban a poco tiempo de entrar al equinoccio de invierno y era posible que cayera una nevada. El clima extremo dificultaría las maniobras de los cazadores, sin mencionar que muchas de las especies de bestias que habitaban los terrenos, invernaban.

 

Por supuesto la fortaleza tenía una reserva privilegiada de vegetales, granos y legumbres que se habían empeñado en cosechar y que ahora reposaban a salvo en los sótanos fríos. Pero aun así era indispensable la carne para complementar las raciones de comida que se aseguraban de servirse tres veces al día, y que directamente tenían el propósito de llenar un hueco en el estomago que ayudara a ahorrar en sus reservas. Siendo una población no grande pero tampoco pequeña, era de vital importancia llevar a cabo un conteo adecuado de las provisiones, no se debía tener el riesgo de que los habitantes dentro del castillo sufrieran hambruna alguna. Incluso las familias de gallinas y polluelos, habían sido preparados para el clima flemático futuro, asegurando sus refugios y trasladándolos dentro de las paredes del edificio en un área cálida. Siendo los únicos animales que pertenecían al mundo real, los cuidaban casi devotamente.

 

– ¿Vas a quedarte ahí parado como estúpido? –Interrumpió una voz grave, sacando a Naruto de sus pensamientos– Ven acá, ahora, niño. –Ordenó Nagato, que llegaba al lugar con su equipo de expedición siguiéndole los pasos.

 

Naruto frunció el ceño y giró su cabeza para observar al líder del grupo The Specialist, el equipo con los mejores cazadores dentro de la fortaleza, pero también el que ha tenido mayor número de bajas. El equipo con el que ese día debía salir. Apretó su arco con disimulo, pero aun así accedió a hacer lo que Nagato le había gritado, se acercó a la tropa

 

– He visto tus prácticas y déjame decirte que no eres nada sorprendente… –Bufó con burla, escupiendo al suelo en una actitud despreciativa– Espero que no seas un estorbo para mí.

 

– Si tanto odias que esté en tu equipo, le pudiste haber dicho a Itachi que no me integrara, maldición. –Respondió rápidamente, desafiante. Naruto dio un paso cerca de Nagato, viéndolo a los ojos– Y no me hables como si yo estuviera feliz de tener que ver tu maldita cara. –Nagato sonrió con diversión, inclinó su postura para estar a la misma altura que Naruto, y le inspeccionó el rostro en un aire insolente, nada intimidado por la actitud que Uzumaki tenía con él. 

 

– ¿Por qué perder la oportunidad de conseguir un buen señuelo? –Desvió un segundo su vista. Sin embargo Naruto notó enseguida la intención de ese ademan. Nagato había enviado un vistazo a la dirección donde se encontraba Sasuke– Necesito algo con que tentar a la bestia, para así degollarla con gusto. –Sonrió– ¿No lo crees? –Naruto entrecerró los ojos, furioso– ¡Nos iremos en diez, así que comiencen a prepararse! –Ordenó, enviándole una última sonrisa cargada de sorna a Uzumaki.

 

Naruto apretó los dientes de su mandíbula, no debía de caer en las provocaciones de ese sujeto, no debía ser impulsivo. Se echó su estuche de flechas a la espalda y la ató en el frente de su pecho. Calentaría las piernas en el camino, le demostraría a ese idiota que él no era ningún señuelo, ni para que lo usara contra Sasuke, ni contra las bestias. Enfrentaría a Nagato como cazador, y le haría tragarse sus palabras. 

 

– ¿Qué te dijo? –Murmuró Sasuke llegando junto a él. Naruto notó que todo el equipo de Shikamaru ya comenzaba a movilizarse cerca de la entrada– ¿Qué te dijo ese sujeto? –Repitió Sasuke ligeramente impaciente, recuperando la atención de Naruto. Naruto frunció el ceño, hizo un gesto con sus labios, juntándolos un poco.

 

– Nada importante, simplemente busca hacerme enojar, amenazándote a ti. –Dijo. Sasuke miró hacia la dirección donde The Specialist estaba preparándose, sus ojos reflejaron un tenue ápice de desprecio. 

 

– Si, él hace eso. –Concordó– Cuando peleé con él, hizo lo mismo y te amenazó a ti. Así que no pude soportarlo. –Volvió a centrar su mirada en Uzumaki– Asegúrate de no separarte de los demás, y no te dejes llevar por ninguna de sus provocaciones como la última vez. No quiero que te ocurra algo. –Naruto asintió, recordando que Itachi le había hecho la misma advertencia. Pero sinceramente a Naruto no se le antojaba esconderse detrás de los demás cazadores como si estos fueran las faldas de su madre. No. Él quería enfrentar a Nagato en su propio terreno. Quizás no era un arquero prodigioso como Sasuke, pero tenía instinto– Nosotros ya nos vamos. –Aquella frase volvió a colocar a Naruto en el presente.

 

– ¿Qué, ya? –Sasuke asintió, y Naruto trajo a su cabeza que había olvidado decirle a Sasuke sobre la información que el mayor de los Uchiha le había compartido, acerca de los peligros del manto que ninguno de los dos había considerado antes, y decírselo en ese preciso momento, le parecía mala idea. Pero a la vez tenía que hacerlo, Naruto tuvo en ese momento un conflicto. Sasuke palmeó su cabeza y Naruto levantó la barbilla para verlo– Pase lo que pase, regresa a salvo, bastardo. –Murmuró de mala gana. Sasuke sonrió.

 

– Claro que lo haré, no te preocupes. –Shikamaru pasó a su lado, enviándole una mirada a Sasuke, indicándole que era hora de salir. Sasuke asintió, y miró a Naruto para terminar de despedirse– The Seers no ha tenido bajas en muchos años, así que todo va a estar bien, me preocupas mas tu. 

 

– No tendré problemas. –Aseguró– Cuando regreses hay algo que quiero contarte, ayer no tuve tiempo, pero es importante. –Sasuke asintió, palmeó la cabeza de Naruto otra vez. Lo hizo suavemente, introduciendo los dedos entre las hebras doradas, bajando hasta la nuca para rozar con la yema de los dedos el cuello. Una caricia disimulada que Uzumaki notó, y provocó que un poco de color le subiera a las mejillas– Bastardo. –Reclamó débilmente– Me vengaré de eso cuando vuelvas. –Sasuke le envió una última sonrisa de medio lado, cargado de un gesto provocativo que hizo que Naruto lanzara una maldición en su mente. Sasuke estaba muy creído sólo porque era 5% menos virgen desde la noche anterior. Pero en cuanto estuvieran en su habitación lo golpearía un par de veces, de esa manera le haría bajarse del pedestal.

 

– Nos vemos en la tarde, Usuratonkachi. Te prometo que regresaré. –Dijo, colgándose el arco en el hombro y dándose media vuelta, comenzando a caminar hacia los marcos de piedra abiertos que daban al exterior.

 

Naruto vio como el sol de la mañana se levantó por sobre los árboles, causando un fulgor cálido que rebotó en cada superficie. La luz brilló hacia la fortaleza, deteniéndose por las grandes paredes que la rodeaban, buscando entrar desesperadamente, hasta dar con la abertura rectangular entre la piedra. Naruto cerró un ojo cuando la luz entró sin misericordia, cegándolo momentáneamente. Entonces la vio. La figura de Sasuke caminando hacia el exterior, rodeado de la luz de primera hora, como si entrara a las puertas de algo infinito, casi divino. Un latido en su corazón le gritó algo que no reconoció y los labios le temblaron con las ganas de exclamar unas palabras que no tenía idea cuales eran. Dio inconscientemente un paso al frente, escuchando como su corazón se aceleraba. Su boca se abrió por sí sola, gritando sin pena alguna.

 

– ¡Asegúrate de volver, Teme! –Su voz se disparó sin reparos, sin dejar entrever del todo su tono lleno de ansiedad. La misma preocupación que lo aquejaba cada vez que Sasuke debía salir a ese peligroso mundo– ¡Quiero que cuando regrese tu ya estés aquí! ¡Así que vuelve!

 

Sasuke no se detuvo, siguió caminando firmemente, sin embargo levantó su brazo al aire, cerrando su mano y resaltando el dedo pulgar. Respondiéndole a Naruto que aceptaba su petición. Él había hecho una promesa. Iba a regresar. Entonces la radiante luz lo consumió todo, como si los hiciera desaparecer, pero era solo que ya estaban fuera del resguardo de las sombras de las paredes, ahora estaban en el exterior, caminando hacia el perímetro de las rocas. La delimitación que los mantenía a salvo.

 

Naruto suspiró, pesaroso. No era la primera vez que Sasuke y él salían en grupos separados, pero al fin logró entender el desasosiego que seguramente Sasuke había sentido cuando él se fue con el equipo The Express de Kiba. Y aunque estaba seguro de que Shikamaru era un excelente líder, un brillante estratega y un cazador de confianza, nunca se podía predecir lo que sucedería. Las bestias de ese mundo perdido era algo a lo que no subestimar, ni mucho menos la naturaleza infernal del manto carmesí que liberaba a todos los demonios de temer. Cerró los ojos, aspirando aire para tranquilizarse. Debía relajarse, todo estaba bien. Aguardó por unos minutos a que los demás miembros de su equipo temporal se alistaran para salir.

 

– ¡Andando! –La orden de Nagato se cumplió con simpleza. Cargando con sus estuches repletos de flechas, tantas que incluso el peso se tornaba molesto si no se estaba lo suficientemente acostumbrado, tomando con fuerza la madera de su arco, siempre a un costado. Todos los cazadores del equipo contaban en la parte trasera de su cinturilla una navaja para campistas. Lo herreros se habían encargado de hacerlas lo suficientemente filosas como para penetrar la gruesa piel y carne de las bestias.

 

Naruto caminó detrás del grupo, asegurándose de mantenerse prudentemente cerca. Cuando salieron de la salida trasera de la fortaleza el frescor matutino los acarició con el olor húmedo del rocío en el césped y árboles. Era extraño ese familiar recorrido seguro, en donde todos caminaban distraídamente, pero una vez que llegaban al límite territorial donde las rocas se mostraban como anfitrionas del bosque, todo cambiaba de forma radical. La postura en los cazadores se erguía, los ojos se afilaban, el agarre en su arco se ceñía y agudizaban su oído a cualquier sonido ajeno al susurro del viento. Una vez que daban un paso en ese terreno, la competencia iniciaba. La eterna guerra de buscar ser cazador y no presa. Una guerra contra los animales que tenían mucho con que ganar.

 

El grupo se dirigió a la curva de la cordillera, donde se encontraba la pradera. Naruto había escuchado antes que era la zona donde Nagato solía cazar, y no permitía que otro grupo husmeara en sus dominios mientras él estaba afuera. Naruto supuso que cada equipo tenía su habitad perfecto. The express buscaba la combinación de una zona boscosa con senderos limpios, para ejecutar su plan de señuelo y carrera. Natura era un equipo que se dirigía a las zonas cerca de los lagos y cascadas, donde reinaba el bosque oscuro, frondoso y tierras desniveladas con pendientes. Vitally era esporádico, nada caprichoso y adaptable, ellos se dirigían a donde el viento les llamara y no temían de los terrenos desolados y rocosos. The Seers Escogía los campos con claros, lugares con puntos abiertos donde ejecutar sus despliegues organizados, una peculiar forma de trabajar. Naruto dirigió una mirada al frente, viendo la espalda de Nagato a la cabeza del grupo, caminando con seguridad. The Specialist por otra parte, tenía una reducida zona de caza que abarcaba desde las praderas hasta la cordillera, no tenían tácticas específicas, sólo se guiaban por la velocidad, la fuerza y la agilidad. Te consideraban bueno sólo si sobrevivías, eran casi un grupo instintivo, los planes se decían una sola vez, obedecer no era una sugerencia, era una necesidad. Todos eran buenos cazadores que actuaban conforme la situación, pero eran increíblemente dependientes de Nagato, aún cuando sabían que posiblemente no los salvaría. El terreno del equipo The specialist era única y exclusivamente elegido para encontrar a Ginger. Uno de los gemelos asesinos de Konan. La obsesión de Nagato.

 

Lo único positivo de los dominios de Nagato, eran lo razonablemente cerca que estaban de la fortaleza. No más que un par de kilómetros en una carrera desenfrenada que podía lograr ponerlos a salvo. Las caminatas lentas sólo los ayudaban a preparar sus cuerpos sin métodos agresivos. Relajaban los muscos de sus piernas, los que más necesitaban. Una caminata larga a un ritmo que no lograba agotarlos, dándoles la oportunidad de volcar su energía a la cacería. Después de cuarenta minutos de caminata a la pendiente de la cordillera, el grupo subió por la pendiente, continuando su camino a las praderas con relajación. Estando a tantos metros sobre la tierra, ninguna bestia los tomaría por sorpresa, dándoles el tiempo de relajarse, bajar la guardia y concentrarse solamente en las tácticas futuras.

 

– Bien, ahí están. –Anunció un miembro del equipo, señalando al terreno pastoso al inferior de la roca– Por donde puedo ver son un grupo de orejas de conejo, no veo Monoke a la vista, ni tampoco algún gemelo. –Volteó a ver a Nagato– ¿Esperamos o iniciamos ahora? 

 

– Maldición, no puedo creer que no haya ninguna buena presa cerca. –Nagato chasqueó la lengua contra los dientes, evidenciando su molestia. No estaba interesado en presas fáciles, él buscaba peligros y retos. Algo que sólo los gemelos le otorgaban. Además de poder cazarlos, buscaba a Ginger al mismo tiempo. Abrió su boca para dar la noticia de que aguardaría por un tiempo, pero se detuvo. Vio a Naruto por el rabillo del ojo y sonrió para sus adentros. En una sonrisa sádica y divertida, giró sobre sus talones para encarar a su equipo, pero más específicamente, asegurarse de que el rubio le prestara atención– Vamos a hacerlo en esta ocasión. –Dijo– Cazar otra cosa es bueno de vez en cuando. –Los hombres del grupo compartieron entre ellos una mirada fugaz de duda y temor. Nagato nunca hacía eso, algo tramaba– Los orejas de conejo son considerados las bestias mas rápidas, entre los de las especies pequeñas, claro. –Explicó. Se llevó las manos a la cintura, caminando frente al equipo mientras hablaba. Sonriendo– Será una buena oportunidad para probar su velocidad. –Su mirada bajó en picada hacia los ojos azules que lo veían atento– ¿Qué tal si comenzamos contigo? –Retó. Nagato notó el momento en que la mirada de Uzumaki se afiló en comprensión, tomando en el aire el trasfondo de sus palabras, su reto con guante blanco. Y todos en el grupo hicieron silencio, tratando de hacer caso omiso de la locura que su capitán estaba por hacer– Quiero que caces uno de esos tu solo, después de todo, tu amigo lo hizo. –La sonrisa de Nagato se extendió hasta que todos sus dientes fueron visibles– ¿O me vas a decir que no puedes hacerlo? –Naruto dio un paso al frente. Su mirada entrecerrada de enojo.

 

– Dime cuál de ellos quieres y lo tendrás, líder. –Dijo, logrando que la palabra ‘líder’, sonará como el peor de los insultos. Nagato dejó escapar un bufido altanero y volvió a concentrar su atención en los campos de la pradera, buscando.

 

No quería dejárselo fácil al chico, aunque dudaba con todas sus fuerzas que lograra hacer un tiro tan bueno como lo había hecho Sasuke. De hecho, dudaba siquiera que pudiera hacer un tiro. Uzumaki Naruto no tenía destreza con el arco, cada entrenamiento que había observado desde el balcón de la tercera planta, se lo confirmaba. Así que no entendía de donde venía tanta arrogancia. Pronto encontró una presa digna, cerca del perímetro del claro se encontraba un joven orejas de conejo, en perfecta forma y con piernas traseras visiblemente fuertes. Nagato estaba seguro de que no tenía más de unos meses de haberse convertido en adulto, por lo que podría correr distancias largas y alcanzar una buena velocidad en cuestión de segundos.

 

– Ese. –Indicó. Naruto caminó hasta la orilla de la cordillera, colocándose al lado de Nagato para ver qué clase de dolor de cabeza habría elegido, porque estaba seguro de que no se lo haría sencillo. Nagato era un sádico de primera, alguien que le gustaba humillar a los demás, así que lo más probable es que quisiera verlo derrotado, otorgándole un objetivo casi imposible– El orejas de conejo que está a la derecha cerca de los pastizales altos. ¿Lo ubicas? –Naruto agudizó la vista, encontrándolo. Entonces asintió– Tráelo para mí. –Sonrío– Si puedes.

 

Naruto gruñó en voz baja. Nagato se alejó de la orilla y se sentó cerca de una protuberancia que le sirvió como apoyo. Quería verlo. Quería ver qué clase de ridículo haría ese niño. Seguramente prepararía torpemente su arco, tardaría una eternidad en tratar de enfocar su puntería. Quizás dispararía una flecha inestable que se desviara fácilmente a otra dirección y entonces espantara a los animales, haciendo de esa cacería un fracaso, logrando el odio de todos en el equipo. O tal vez, si era alguien inteligente, después de tratar de apuntar correctamente por mucho tiempo, bajaría su arco, se daría media vuelta y con una mirada lamentable admitiría su falta de habilidad y diría abiertamente que no puede hacerlo. Pero Naruto no parecía alguien inteligente, por lo que definitivamente cometería la primera opción. Aunque sin importar cuál de las dos hubiese resultado, Nagato ganaba. Estaba tan centrado en que su teoría era certera, que simplemente no pudo hacer otra cosa que dar un respingo en su lugar en cuanto vio como Naruto daba un salto al vacío fuera de la cordillera.

 

– ¡¿Pero qué…?! –Exclamó poniéndose de pie y corriendo hacia la orilla de la serranía. Si no fuera porque vio la cabeza de Naruto correr pendiente abajo, Nagato pudo haber creído que el chico había cometido suicidio por la presión. Sintió a todos sus hombres llegar a su lado, seguramente tan sorprendidos como él– ¿Qué acaso ese mocoso intenta cazar cerca de ellos? –Se cuestionó. Claro. Si no podías hacer un tiro de larga distancia, lo mejor era acercarse al blanco para hacerlo más sencillo. Pero en esa ocasión no estaban en una zona de prácticas donde los objetivos se quedaban quietos. No. Si el chico cometía un error en cualquier cosa insignificante, alertaría a los demás animales, estos lo atacarían y sería asesinado. La apuesta era tan grande, que Nagato no pudo más que sonreír un tanto interesado por su audacia– Que locura.

 

Naruto intentó respirar por la nariz para evitar hacer ruidos innecesarios. Corriendo por los arbustos, apoyando el talón y después la punta de sus tenis, buscando ser lo más silencioso posible, fue acortando la distancia al orejas de conejo que Nagato le había indicado.  Tomó una flecha de su estuche y la colocó sobre el borde para tenerla lista, bajando el arco. Agazapó su cuerpo escudándose con la altura de los arbustos de los pastizales en el borde de los árboles.

 

Nagato y su grupo prestaban atención total, desde la altura en la que se encontraban era fácil ver como se desarrollaba la cacería. Persiguiendo la mota de cabello dorado entre todo el color verde y bronceado de la tierra y las plantas, a más de uno se le escapó un sonido bajo de asombro. Naruto se deslizaba por el terreno demasiado rápido, pero no sólo era su velocidad, sino el hecho de que en todo ese tiempo no había sido detectado por ninguno de los animales. Y es que Naruto no era tonto, antes de decidir qué acciones llevaría a cabo revisó la dirección del viento como Kiba le había sugerido en anteriores ocasiones. Si estaba en la misma dirección del viento, entonces su olor sería llevado lejos de los olfatos de las bestias, su localización sería tardía mediante ese sentido. Sólo le quedaba ser silencioso y discreto, para poder burlar los demás.

 

Algo era diferente en esa ocasión. Quizás porque en verdad era la primera vez que en realidad se sentía cazador. No estaba a la defensiva, no estaba huyendo, no estaba a la expectativa de lo que ocurriría con él. No. En esa ocasión era Naruto quien estaba acechando, era quien se acercaba sigilosamente con la intención de sorprender, de atrapar, de derrotar. Era la primera vez que su mente estaba concentrada en la acción sádica de matar. Sus ojos se dilataron, las aletas de su nariz se abrieron, sus oídos escuchaban el zumbido del silencio fuera del viento y del crujiente movimiento ligero del pasto en el prado. Ya ni siquiera se podían escuchar sus pasos sobre la tierra. Era un depredador.

 

Los ojos de Naruto localizaron su objetivo y sonrió. A menos de tres metros de distancia, el orejas de conejo irguió su cuello. Naruto se detuvo, preparando la flecha. Los animales cerca movieron sus orejas detrás hacia delante, buscando. Algo los había puesto alerta, alguna especie de presencia peligrosa que el instinto les gritaba. Naruto jaló la flecha hacia atrás teniendo cuidado de no hacer chirriar la cuerdilla del arco. Se encorvó poniendo una rodilla en el suelo mientras que se apoyaba con firmeza en la otra. Ahí estaba. Recostado sobre el suelo, con sus orejas levantadas, el animal seguía buscando al igual que los otros, el origen de esa presencia que los perturbaba. Los labios de Naruto se abrieron casi dolorosamente en una sonrisa que descubría todos sus dientes. Podía verlo con claridad, como si de pronto todo lo que era un obstáculo desapareciera, todos los troncos, todas las hojas, parecían hacerse a un lado, descubriendo la figura de su presa. Incluso casi pudo jurar que, su vista utilizó alguna especie de zoom, porque ahora lo observaba con más detalle.

 

Apuntó con el arco, tomándose su tiempo para enfocar. No quería lastimarlo y arriesgarse a que las otras bestias se alertaran de forma agresiva y entonces corrieran a su dirección. No. Lo que Naruto deseaba era un tiro limpio, que no hiciera ruido, que no diera una segunda oportunidad. Quería un tiro aniquilador, uno que matara al instante. Así que subió la mira hacia la cabeza. Con suficiente fuerza estaba seguro de que la punta se abriría paso entre la carne y el hueso, lo necesario como para lograr su objetivo. Observó los pastizales lejanos y vio como se movían, aprovecharía la ráfaga de viento para cubrir el zumbido veloz. Contó mentalmente las milésimas y cuando los pastos cercanos estaban por mecerse, soltó la cuerdilla. Como una obra maestra, las ramas de los arboles se mecieron encubriendo el sonido de la flecha viajando y el tirón de la cuerda del arco. El animal no se dio por enterado en ningún momento. Naruto simplemente vio como su cabeza se meció rígidamente y después cayó secamente al suelo, muerto.

 

Ver la sangre resbalando por la abertura de la cabeza del orejas de conejo le hizo sentir un lengüetazo de excitación entusiasta. El viento trajo consigo la textura ferrosa y salada del líquido carmesí, pero también viajó hacia todas direcciones, llamando la atención de las bestias que corrieron codiciosas ante la tentadora esencia. Naruto frunció el ceño al ser sacado de su sorpresiva y momentánea zona de confort victoriosa, si se acercaban muchos al mismo tiempo lograrían detectarlo. Y así fue. El olor humano en la flecha tenía un camino invisible hacia el culpable. Cuando dos orejas de conejo se acercaron hacia el cadáver, olfatearon la flecha y gruñeron. Fue como si supieran a quien pertenecía, y que era alguien fácil de atrapar. Ellos no les temían a los humanos. Cuando lanzaron un gruñido alto lleno de enojo, las bestias pequeñas se dispersaron inmediatamente ante el sonido amenazante que daba anuncio a una cacería. Y entonces lo vieron. A través de las cortinas de hierba, distinguiendo su cabello rubio entre los demás colores, el intruso fue detectado y los orejas de conejo soltaron un bramido corriendo a su dirección.  

 

Naruto dejó escapar una maldición, se echó el arco al hombro, dio un salto que lo puso de pie y giró su cuerpo en una carrera de escape. Los animales saltaron sobre la maleza y fueron tras él. Naruto pensó mientras corría que, en esa clase de situación que sólo se repetía cada vez que se veía en una salida de expedición, usualmente sentía miedo. Pero no en ese momento. Alguna especie de extraña tranquilidad gobernaba su cuerpo y sentía el impulso de detenerse, dar media vuelta y enfrentar a las bestias. Algo ridículo. Recordó que, a diferencia de los gemelos, los orejas de conejo no poseían garras para escalar, con eso en mente corrió hacia uno de los árboles. Al estar a punto de colisionar contra él, levantó una de sus piernas, apoyó la planta del pie y sin meditarlo mucho, ejerció fuerza de empuje logrando que su cuerpo se elevara rápidamente hacia una de las ramas. Naruto nunca se detenía a analizar cómo es que en ocasiones lograba hazañas como esas. Saltos de distancia, velocidad de carrera, impulso y ligereza. La adrenalina seguramente hacía de las suyas sin mucha lógica, pero al menos le salvaba la vida.

 

Alzó sus manos que se aferraron a la primera rama firme y encogió sus piernas, meciéndose para adelante. Un orejas de conejo saltó tras él, abriendo el hocico, listo para morder. En ese momento en el que su cuerpo ya iba en retroceso del balanceo, empujó hacia atrás su cadera para tomar velocidad, desdobló una de sus piernas y aprovechando el impulso, golpeó a la bestia con el talón, desequilibrándolo y arrojándolo al suelo. Mientras él, terminaba la oscilación, tocando con los talones una rama alta, soltando sus brazos y luchar con su equilibrio hasta quedarse ahí, a salvo. Los animales estaban debajo del árbol, dando saltos e intentando agarrarse al tronco con sus uñas, sin lograr sostenerse por mucho tiempo. Para ellos era imposible escalar. Naruto no podía simplemente quedarse ahí a esperar que se aburrieran y lo dejaran. Eso no sucedería. Las bestias se empecinaban una vez que encontraban una presa, por lo que lo mejor era ahuyentarlas, o matarlas. Naruto tanteó el arco sobre su hombro que por suerte no se había caído en ningún momento y tampoco le dificultaron la huida. Lo descolgó de su sitio, tomó una flecha y preparó el tino. Los oreja de conejo eran estúpidos, no parecían reconocer el peligro que representaba una flecha apuntándoles. A diferencia del gemelo que lo había atrapado junto a Sasuke en una grieta, el cual en cuanto vio a Uchiha a punto de disparar, deformó sus rasgos animales en pánico. Había una clara diferencia en cada uno de esos monstruos, algunos estaban dotados de aguda inteligencia, otros no. Y algunos, pensó, parecían simplemente malignos, recordó al traer a su cabeza esa imagen. La imagen del demonio de cuatro metros parado cerca del límite de las rocas, el monstruo que lo vio a los ojos y lo observó con meditabundo humor. El que lo había marcado como presa personal.

 

Dejó su mano quieta, inhaló lentamente, reteniendo la respiración. Abrió los dedos que suspendían la flecha y ésta se dejó caer sobre el cráneo de uno de sus persecutores, arrancándole un leve chillido y después silenciándolo por completo, dejando desplomar su peso muerto en el suelo. El otro animal pareció verse confundido, se acercó a la otra bestia ya muerta, la olfateó y aulló tristemente para salir corriendo asustado. Naruto lo vio desaparecer entre los arbustos, esperó un poco asegurándose de que no traería refuerzos, cuando vio que no fue así, suspiró de alivio y entonces se decidió bajar del árbol, que le pareció más complicado que haberlo subido antes. Se sujetó del tronco, tanteando con un pie alguna rama que le ayudara a reducir la distancia entre él y el suelo, pero en cuando dejó de apoyarse, su cuerpo resbaló aun abrazando el tronco, cayendo a la tierra con el trasero.

 

– ¡Mierda! –Se quejó al sentir el golpe seco. Ni siquiera había tenido tiempo de prepararse para amortiguar de algún modo su caída. Se puso de pie de mala gana– Ouch… el mundo tiene algo en tu contra, ¿No es así? –Le habló a su trasero, poniéndose de pie mientras se pasaba ambas manos por él, sobando– Ayer Sasuke te ataca y hoy el suelo te besa, tengo miedo a mañana-ttebayo… –Resopló. Vio el cuerpo del gemelo a su lado y le dio una ligera patada en el costado– ¡Y tú! Apuesto a que lo querías morder, ¿verdad? –Acusó– Pero no lo pudiste hacer, soy demasiado bueno para ti. –Se mofó.

 

– ¡Oi, Naruto! –Naruto volteó cuando al escuchar el llamado. The Specialist entero se acercaba, sonriente– ¡Eso fue genial, muchacho! –Felicitó el hombre. En cuando se acercó a Naruto le dio un amistoso golpe en el brazo.

 

– ¡Dos bestias en sólo unos minutos! –Apremió otro– ¡Y como escapaste de ellos fue genial! ¡Eres rápido, yo casi creí que te atraparían!

 

– ¿Cómo hiciste para subir a este árbol tan rápido? ¡Y tan alto! –Otro le pasó el brazo por el cuello, atrayéndolo en un gesto de camaradería– ¡Sasuke es bueno con el arco, pero tú sí que tienes agallas! ¡Eres perfecto para este equipo!

 

– ¡Estoy de acuerdo! –Rieron– ¡Sin miedo, capaz de acercarse tanto y veloz! ¡¿Qué dices tú, Nagato, se queda o qué?! –Todos voltearon a ver a su líder, sonrientes. Nagato llegaba hasta ellos serio, cruzado de brazos. Con la vista fija en Naruto, como si lo estuviera juzgando. Naruto le devolvió la mirada, retador.

 

– Si hablamos de habilidad, Uchiha Sasuke es mucho mejor que tú. –Naruto sintió esas palabras como un aguijón, recordándole a las supuestas amistades de sus padres, que siempre lo compararon con Sasuke y lo rebajaban a él como un inútil. Los miembros del equipo se seriaron, y el ambiente se tensó. Nagato se paró frente a Naruto. El hombre que lo abrazaba lo soltó de inmediato, haciéndose a un lado, esperando lo que su líder diría ahora– Te toma tiempo apuntar, no tienes la habilidad de la estrategia, haces las cosas por impulso, ni siquiera tienes un plan de contingencia por si todo lo que haces sale mal. En resumen, sólo eres un maldito loco. –Naruto apretó los dientes, molesto. Nagato sonrió de pronto, con un aire arrogante– Si. No eres más que un maldito loco que tiene la habilidad para acercarse a acechar a estos monstruos. Un loco que parece tener un instinto de supervivencia notable, un loco que mató a dos bestias él solo. Si. Eres perfecto para este equipo. –Todos los hombres sonrieron viéndose entre sí– ¿Qué me dices, mocoso? Este equipo es conocido como el mejor de todos, cualquiera que desee ser cazador apunta para este grupo, pero yo sólo acepto a los mejores. –Naruto estaba sorprendido. Tanto, que ni siquiera se sintió incomodo o molesto cuando Nagato le palmeó el hombro– Veo mucho potencial en ti. Eres como un gran diamante cubierto de basura, pero pulirte no será complicado. ¿Estás interesado en quedarte aquí? Estarías loco si rechazas la oportunidad, aunque bueno, estar loco es lo que te da boleto de entrada a este equipo, ¿No? –Volteó a ver a sus subordinados, lanzándoles una sonrisa cómplice que cada uno de ellos correspondió. The Specialist era el mejor grupo de cazadores. Si hubiera una crema y nata en cuanto a habilidad en ese mundo, probablemente ella se encontraría en The Specialist. Cada cazador del grupo tenía una habilidad salvaje que Nagato había logrado ver, y por ello los elegía. Instinto, ferocidad, agilidad, valor, locura. La tendencia a volverse un malnacido, justo como Nagato. Naruto no quería eso. Frunció el ceño y abrió la boca, listo para rechazar la oferta, pero Nagato habló primero– Sé lo que vas a decir. –Interrumpió, nuevamente serio– Y antes que nada voy a decirte una cosa, prefiero tu inútil trasero aquí que soportar a otro Uchiha. Así que vas a pensártelo por tres días. Una vez que analices esto de forma no personal, sino como un hombre dispuesto a matar a estas basuras… –Escupió con desprecio el cadáver del orejas de conejo en el suelo– Vas a darme una respuesta. Porque mi grupo es el que más salidas tiene, el que más presas trae consigo, el que más pelea. Y eso nadie va a negarlo. –Los hombres asintieron. La mirada de cada uno reflejaba una historia distinta, y pero todos tenían la misma experiencia–  Nosotros somos…. Supervivientes. ¿Entendido?

 

Naruto asintió, no había nada que pudiera decir en contra. Al final debía de escoger un grupo y a pesar de que la sola idea de tener a Nagato como líder era lo suficientemente desagradable como para declinar instantáneamente, también tenía razón en decir que, las mejores peleas, las tenían ellos.

 

– Bien. –Dijo finalmente– Lo pensaré. En tres días te daré mi respuesta. –Nagato pareció darle una sonrisa de aprobación, después volteó hacia sus subordinados.

 

– ¡Dejen de estar ahí parados como idiotas! –Señaló a la bestia en el suelo– Quiero que preparen los dos animales para largarnos de aquí, ¡Muévanse! –Ordenó, haciendo que los hombres se agilizaran a sacar cuerdas de su estuche o fueron a cortar ramas gruesas para usar de soporte. Era hora de regresar a la fortaleza ahora que ya tenían un buen botín.

 

Naruto no esperó a que Nagato le dijera algo, y él mismo se acercó al grupo más cercano para ayudar en algo. El tiempo fuera de las puertas pasaba muy rápido. Naruto inconscientemente se preguntó, que tal la estaría pasando Sasuke con The Seers.

 

 

 

 

 

 

 

Sasuke sonrió en medio de su jadeo cansado. En el círculo que formaba el equipo que Shikamaru dirigía, una bestia de metro y medio yacía muerta. Sasuke no dejaba de impresionarse cada vez que conocía un nuevo tipo de monstruo, y como cada fisonomía parecía adaptarse de alguna manera al habitad en el que se encontraba. Sin embargo, en esa ocasión no tuvo tiempo de preguntar u observar al animal en acción, había estado muy ocupado en seguir las instrucciones de todo lo que Nara le había indicado antes.

 

Desplegados de forma estratégica a lo largo de ese bosque abierto con sendero amplio, Shikamaru parecía ver el futuro. Sabía hacia donde el animal correría, a quien atacaría, cómo reaccionaría, parecía tener respuesta estratégica para todo.  Y mientras un dúo desviaba al animal, los demás disparaban en lugares específicos para matarlo antes de llegar a la zona cero. Que era una línea en el suelo dibujada por una rama, donde Shikamaru había calculado que la cabeza del animal caería. Y así fue.

 

– Vaya, es problemático pero es momento de prepararlo para llevarlo a casa. –Shikamaru se rascó la cabeza con pereza– De solo pensar en el largo camino que tendremos con eso a cuestas, me dan ganas de llorar.

 

– Sigo estando sorprendido. –Dijo Sasuke limpiándose el sudor de la frente– Eres muy bueno haciendo observaciones. –Shikamaru volteó a otro lado, no estaba cómodo con los halagos, pero no se quejaba tampoco– Estar en tu grupo quizás no sería tan malo. –Dijo finalmente, haciendo que Nara le dirigiera una sonrisa.

 

– Debo admitir que me gustaría tenerte como cazador de este equipo. –Se agachó a ayudar cuando sus hombres comenzaron a pasar ramas por debajo del animal para crear un soporte base. Sasuke se agachó a su lado para hacer lo mismo– He visto tus prácticas y sé que tienes buena puntería, pero pensé que sería diferente a la hora de estar en una cacería.

 

– ¿Esperabas que fallara? –Hizo un nudo sobre las patas traseras, y después las sujetó con una rama.  

 

– No me malentiendas, no es que quisiera que lo hicieras. –Sonrió aun mas– Simplemente estaba preparado para que lo hicieras, después de todo es normal. Práctica y cacería son cosas completamente distintas, al menos durante los entrenamientos, estás quieto, con un blanco fijo y sin el miedo a nada. Mientras que en acción hay muchos factores que podrían hacer que tu tiro se desvíe y en lugar de contener al animal, lo enfades más. –Volteó a ver a Sasuke– Es mi trabajo tener en mente cuantas variantes me sean posibles para poder dar una orden rápido basado en lo lógico y correcto en lugar de causarles confusión o pánico. –Bostezó como si el hablar lo cansara demasiado– A lo que me refiero es que, me da mucho gusto saber que eres confiable hasta este punto. Tiros a distancia tan veloces y precisos, no ocurren muy a menudo y cualquier líder de expedición daría lo que fuera por tener a miembros así. Si te decides por este grupo, de mi parte eres bienvenido. –Se levantó y se fue a ayudar a otro lado. Sasuke suspiró aliviado de tener luz verde. El equipo de Shikamaru era organizado y seguro, una opción idónea. Después le sugeriría a Naruto entrar a ese grupo en cuanto regresara.

 

Después de que los preparativos estuvieran hechos, el grupo se distribuyó alrededor de la bestia. De la cama de ramas y cuerdas, se hicieron de un espacio para ayudar a cargarla. La caminata se sentía más lenta y de poco avance, con el peso voluminoso de un animal que rondaba los 160 kilos en puro musculo, poco importaban su forma delgada o estética hecha para la carrera veloz, su largo de dos 2.40 metros de la cabeza a la cola era suficiente estorbo para aquellos que deseaban regresar pronto.

 

Sasuke resopló aburrido. Como todos cooperaban, el peso no se sentía tan martirizante, e incluso podría no ser cansado, pero la lentitud era terrible. Sin nada a tu alrededor más que árboles, rocas o sendas, pasear tu vista como un idiota no te entretenía en nada. Así que decidió meterse a sus propios pensamientos. Su mente voló sin dudar al momento que más le importaba ahora; su relación con Naruto. Los avances que habían hecho hasta la noche anterior habían sido buenos, pero simplemente no podía perdonarse haber arruinado de esa manera lo que pudo haber sido su primera experiencia con el sexo. Estaba contento que al menos Naruto había dejado una posibilidad clara para futuros intentos, pero entonces Sasuke ahora tenía que volver a investigar sobre el tema. No sabía que había hecho mal, según los pasos que leyó, no se había saltado ningún detalle importante. Chasqueó la lengua contra sus dientes, frustrado. Ahora que tenía todo el tiempo del mundo para repasar detalle a detalle todo lo que hicieron en secuencia, el problema había sido aparentemente su tamaño. Negó con la cabeza. El problema había sido que no se había dedicado el tiempo de relajar a Naruto. Uzumaki había estado tenso todo el tiempo y eso impidió que pudiera penetrarlo sin causarle dolor. Si quería que dieran el paso final, debía encontrar algo que desarmara al rubio, lo suficiente como para conseguir que soltara su cuerpo y así no volviera a ejercer fuerza contra la intrusión. Asintió para sí mismo, creando una estrategia.

 

– Esperen. –Dijo Shikamaru, deteniéndose de golpe. Todos dejaron de estar distraídos y miraron el ceño fruncido de su líder que veía hacia el vacío, como si primero intentara comprender él mismo lo que lo perturbaba– Siento que algo no está bien. –Murmuró.

 

Sasuke abrió la boca para preguntar algo, cuando lo sintió. Una atmosfera que ya había experimentado anteriormente. El silencio súbito del bosque y la nula presencia del viento que creó una capa creciente de tensión. Como si ese mundo se preparara para algo. El pánico pareció desprender un aroma al momento en el que todos los demás se vieron influenciados por la sensación. Shikamaru abrió los ojos, incrédulo de la fuerza que de repente pareció cubrir la atmosfera, y actuó rápido.   

 

– ¡Suelten a la bestia, nos largamos de aquí! ¡Ahora! –Algunos se tropezaron con esa orden cuando quebró el sobrenatural silencio y torpemente abrieron sus manos dejando caer la carga que tenían– ¡Tranquilícense! ¡Conocen el camino, corran, ahora! –La carrera se desató con desesperación y el grupo se dividió en dos– ¡Sasuke, ve con ellos! –Gritó al Uchiha que pareció no decidirse por a qué grupo seguir– ¡Ellos irán por las grietas, es más seguro! –Sasuke asintió y se concentró  en alguna espalda, para seguirla y no perderla de vista.

 

Fue cuestión de unos minutos cuando el cielo retumbó con ferocidad. El manto daba su anuncio. La tierra dejó de estar en silencio y las vibraciones del suelo se intensificaron. De todas partes salieron bestias pequeñas y medianas, huyendo. Sasuke se sorprendió de ver el terror en el escape de los animales que los ignoraban y pasaban a su lado como si no estuvieran allí. Levantó la vista al escuchar la alarma sonar a lo lejos. Volteó hacia atrás y las nubes a la lejanía crearon una línea negruzca que se extendió primero a lo ancho y después comenzó a avanzar hacia su dirección. Un grito lo hizo volver a mirar al frente. A la lateral suya uno de sus compañeros era mordido por una bestia enorme de pelaje pardusco.  

 

– ¡Imposible! –Gritó otro que estaba al frente– ¡Esa cosa no debería estar aquí! –La voz que salió de su garganta estaba envuelta en terror de solo ver como su amigo era atrapado de la cintura con las fauces del monstruo que rozaba las puntas de los árboles y lo apretaba con saña, apagando sus gritos de dolor con una muerte cruel.

 

A Sasuke no le importó ver la sangre de ese hombre ser dispersada por el suelo, tampoco el momento en el que ese demonio dejó el cuerpo a medio comer por ir tras otro miembro del grupo que corría con todo su ser, al igual que él. Fueron las palabras del otro sujeto lo que le habían resonado tan peligrosamente. ¿Por qué esa cosa no debía estar ahí?, aceleró sus zancadas tratando de alejarse lo más posible del campo visual de la bestia. ¿Por qué ese animal no debía de estar ahí? ¿Era porque no era su habitad? ¿Era porque no corría como los otros?, abrió los ojos asustado, ¿Era porque el manto aun no estaba completo?

 

¡Maldición!

 

El sonido de la alarma retumbaba aun por el lugar. No había pasado ni siquiera un minuto y la sirena parecía gritar roncamente como si lo hubiese hecho desde hace horas. Una sombra salió por su costado y Sasuke apenas y tuvo tiempo de razonar lo que era cuando su cuerpo se alejó de forma instintiva, corriendo en diagonal para evitar el golpe. Otro monstruo enorme brincaba fuera de los árboles para alcanzar a un animal similar al que anteriormente habían cazado. De un solo mordisco lo atrapó de la cabeza y levantó en el aire sacudiéndolo de un lado al otro hasta que las patas que se movían desesperadamente, dejaron de hacerlo. Y al igual que el otro demonio que estaba detrás, dejó su presa en el suelo sin siquiera tragar, para ir por otra.

 

Sasuke sintió el empujón de alguien a su lado, viró su cabeza y se encontró corriendo lado a lado de un Orejas de conejo que chillaba temerosamente como un perro herido. Despavorido en medio de la estampida de criaturas que buscaban escapar. Una sombra se puso tras ellos y al mismo tiempo jadearon de terror. Un hombre frente a ellos se tropezó, rodando por el suelo. Sasuke no pudo detenerse. En ese momento en el que sus piernas parecían tener vida propia y todo su pensamiento estaba enfocado en correr, no había manera de que su raciocinio gobernara por sobre su impulso por protegerse a sí mismo, su instinto de auto conservación a su máximo nivel. Al igual que el orejas de conejo, saltó al hombre dejándolo atrás, ignorando sus suplicas de ayuda, incluso cuando lo llamó por su nombre. Cuando el grito desgarrador y agónico llegó a los oídos de Sasuke, fue cuando se dio cuenta de lo que había hecho. Lo había dejado morir. Y más tarde aún notó, que ese hombre era al que había estado siguiendo antes, aquel que le indicaría hacia donde podría ponerse a salvo. Pero no podía detenerse a compadecerse o maldecirse, y aunque lo hiciera, nada quitaría el alivio de su pecho al notar que la sombra que lo perseguía ya no estaba más.  

 

Miró hacia los lados y horrorizado presenció que el número de hombres había disminuido. La situación se tornaba peor cuando el sol parecía opacarse, en anuncio del manto tan cercano. Adelante vio a los animales comenzar a dar saltos al avanzar. Agudizó la vista y logró distinguir los fragmentos faltantes de suelo. Shikamaru había llamado al lugar grietas, recordó. Y en ese momento entendió el porqué. No era que el suelo estuviese desértico para que las formase, sino que era algo similar a un campo de obstáculos donde si te veías atrapado por alguna zanja en el suelo, posiblemente caerías a una profundidad desconocida para Sasuke aun. A punto de maldecir a Nara por engañarlo, Sasuke visualizó una senda en medio libre de imperfecciones, demasiado delgada para las enormes zancadas de los animales, demasiado frágil para el peso monumental de las bestias enormes. Era un camino seguro sólo para un humano, cuyo tamaño y peso eran reducidos. Las bestias que los persiguieran por otro camino, romperían el suelo y se verían sumergidos. Si. A comparación de una carrera a campo abierto, ese sitio era el más seguro.

 

Dos hombres iban por delante de él. Sólo dos. Los demás habían huido por otra ruta, o simplemente habían muerto. La situación era cada vez mas critica. El manto estaba por alcanzarlos. Sasuke simplemente apretó los dientes y puso todo su ser en seguir corriendo. Después de las grietas estaba el camino a la senda principal. Por ese camino, siguiendo derecho, se encontraba el lugar más próximo a las rocas divisorias. Si lograba llegar ahí, estaría a salvo. Un kilometro parecía demasiado para alcanzar, pero a la velocidad que corrían y con la adrenalina bombeando sin control, un kilometro no sería nada. Era una carrera con muchos riegos. Bestias hambrientas. Caminos peligrosos. Tropiezos. Cansancio. Perder la orientación. El manto.

 

…Cuando regreses, hay algo que quiero contarte…

 

Sasuke encogió un ojo cuando un dolor punzante le atravesó la costilla, pero no detuvo su carrera. Trató de reglar su respirar. Aspirar por la boca. Exhalar por la nariz. Y es que las palabras de Naruto golpearon su cabeza recordándole que había alguien que esperaba su regreso.

 

…Te prometo que regresaré…

 

Iba a regresar. Sasuke iba a regresar. No permitiría que Naruto y su hermano tuvieran otro golpe de perdida. Naruto le había salvado la vida en más de una ocasión, no iba a desperdiciar sus esfuerzos. A Itachi le había dicho que no dejaría que lo mataran, no iba a decepcionarlo. Pero por sobre todas las cosas, no dejaría a Naruto solo, nunca más. Había rogado por una segunda oportunidad y la había obtenido. Estaba dispuesto a entregarse por completo a su mejor amigo. Había logrado descubrir que el vínculo que los unía era más fuerte que la hermandad.

 

Jadeó con esfuerzo al sentir las enormes pisadas detrás de él. La alarma sonaba distante como un eco perpetuo. La sombra del manto llegó hasta él rozándole la espalda. Corría a la par que las nubes avanzaban. Para él el frente seguía estando iluminado. No iba a voltear atrás. Sin importar que bestia lo estaba persiguiendo. Sin importar cuantas estaban apareciendo detrás de él. Sin importar que la carrera entre el manto carmesí y él siguiera estando en empate. Sasuke no iba a detenerse. Algún monstruo debió de haber saltado fuera de la sendera, porque el sonido de la tierra colapsando se unió al coctel de jadeos, gruñidos y sirenas que estremecía a ese mundo. El suelo se sintió suave bajo sus pies y Sasuke no tuvo otra opción que ver hacia abajo. Las grietas pequeñas en el suelo se desquebrajaba y partía dejando a su espalda pozos irregulares. Las grietas se extendieron por todas direcciones y unos metros hacia el frente un pedazo de tierra se sumió como si creara un peñasco.  

 

¡No voy a morir aquí!

 

Se gritó a sí mismo, sacando energía sin saber de dónde. Ignorando el dolor desgarrador que se extendió por sus piernas llevadas al límite.

 

¡No voy a morir aquí!

 

Insistió dando zancadas y saltos, esquivando las protuberancias del suelo levantado en fragmentos débiles, mientras la tierra se seguía abriendo. Esa enorme grieta al frente suyo sólo se hacía más grande. Pero no le importó. Sasuke no pensó en nada que no fuera continuar. No pensó en que quizás no lograría saltar ese acantilado. No pensó en que el dolor de sus piernas le haría colapsar más temprano que tarde y dejarlo a merced de todo. No pensó en nada más que en sobrevivir por Naruto. Naruto que estaba esperándolo en su habitación. Aquel a quien no le importó que tan grande pareciera la locura de ser amantes y lo aceptó. Aquel que haría que su estancia en ese mundo fuera tolerable. No le importaba quedarse ahí toda su vida por tenerlo a su lado. En ese momento de desesperación, Sasuke incluso bendijo ese mundo por haberle mostrado que no había nadie más importante en su vida que Uzumaki Naruto. Naruto, a quien ni siquiera le había dicho que le gustaba. A pesar de que con sólo mirarse el uno al otro, podían entender lo que sentían, nunca se lo dijo. La atracción, el cariño, la lealtad, el deseo. Estaba enamorado de Naruto. Y si quería decírselo, tenía que llegar.

 

Sasuke llegó al borde del abismo, dobló sus rodillas y se empujó con todas sus fuerzas. El viento de la velocidad le golpeó el rostro y casi le escoció dentro de los ojos. El vacío quedó debajo de él y su cuerpo simplemente se dejó llevar por el impulso. Sasuke suspiró de alivio cuando, la otra orilla se acercaba con seguridad, mientras que a su espalda todos los pasos amenazantes se detenían en seco, seguramente por no arriesgarse a caer dentro del acantilado o romper el suelo si caían al otro lado. Lo había logrado. Miró hacia abajo y sus ojos se abrieron de impresión ante la visión de algo que jamás en su vida creyó ver nunca.

 

 

 

 

 

 

 

– ¡La alarma! –Exclamó Naruto cuando escuchó la sirena que se encontraba en la parte frontal de la fortaleza. The Specialist acababa de cruzar las puertas cuando el sonido golpeó la tranquilidad de todos– ¡¿El manto va a aparecer?! – Nadie respondió su pregunta. Todos los habitantes que se encontraban en el área de cultivos o los campos de flechas, dieron un grito ahogado y corrieron hacia el interior del castillo.

 

– ¡¿Qué haces ahí parado?! –Gritó uno de sus compañeros de quipo mientras Naruto tenía el rostro pálido y se quedaba enraizado en su lugar– ¡Vamos a la parte frontal! ¡Debemos ver si The Seers también volvió, andando!

 

Aquella frase hizo que Naruto regresara a la realidad con un escalofrió. ¡Sasuke!, el equipo de Sasuke también había salido. Tiró su estuche de flechas y su arco al suelo y corrió hacia la entrada. En medio del pasillo principal todos estaban amontonados y presurosos, avanzando a empujones para lograr llegar al otro lado. Era obvio, sabían que un equipo estaba afuera, un grupo de hombres que ellos conocían. Sus hermanos, sus hijos, sus amigos, sus parejas. Ellos estaban afuera y el manto estaba por venir.

 

Naruto no tuvo el remordimiento de meter su cuerpo a la fuerza entre la multitud y mucho menos dar golpes a discreción con tal de abrirse paso. Cuando llegó al otro lado del castillo pudo ver la espalda de Itachi subir por las escaleras que daban hacía el pasillo sobre el muro, aquel donde estaba la caseta, que ahora se encontraba repleta de cazadores. Sin pensarlo, se dirigió hacia allí también, después de todo era un punto alto donde podría visualizar si el equipo de Sasuke estaba volviendo. Subió los escalones a zancadas y tropezó al final, pero no le importó, llegó al lado de Itachi y puso sus manos en el barandal de piedra que hacía de una especie de balcón. Miró hacia el frente y desesperadamente movió sus ojos de un lado al otro, tratando de buscar a alguien entre los arboles del bosque.

 

– ¡Allí! –Gritó un joven, apuntando hacia un punto en el bosque. Todos se amontonaron para lograr ver– ¡Allí vienen!

 

– ¡Gracias a dios! –Se escuchó decir a unas mujeres abajo.

 

– ¡No son todos! –Gritó otro, volviendo a poner tensión a la población que estaba enteramente reunida en la explanada frontal– ¡Dios, son sólo la mitad! ¡Son sólo la mitad! ¡Dios, dios! –Sollozó, histérico. Llevándose las manos a la cabeza, negando una y otra vez. Muchos gritos de angustia sonaron entre la multitud.

 

Naruto distinguió a Shikamaru y se sintió un poco menos tenso. Shikamaru no dejaría solo a Sasuke, así que definitivamente estaba cerca de él. Buscó el cabello rebelde del Uchiha en cada cabeza que aparecía, pero no dio con él. Sus manos temblaron. El grupo de Shikamaru llegó hasta la entrada, pero no había rastro de nadie más.

 

– ¡Hay más a lo lejos! –Anunció un hombre. Itachi se movió con velocidad y lo hizo a un lado para poder ver mejor. Naruto se acercó también– ¡Pero el manto esta cerca, no sé si lo logren!

 

Efectivamente, a lo lejos se veían figuras diminutas que aparecían y desaparecían entre los arboles a lo lejos. Conforme se fueron acercando, Naruto vio que ninguno era Sasuke. Estaba por gritar de terror, pero se mantuvo firme. Volteó hacia arriba, el manto se acercaba. Apretó las manos al barandal, lastimándose las uñas al enterrarse en la piedra. Sasuke iba a llegar. Sasuke no se dejaría vencer por ese mundo. Hasta que el manto no llegara ahí, aun había una posibilidad. Si. Sasuke estaba por llegar. Se dijo a sí mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Sasuke aspiró aire con sorpresa. El tiempo pareció detenerse mientras su cuerpo estaba suspendido en el aire, viajando más lentamente hasta el otro lado del peñasco. Sus ojos fijos hacia el vacío bajo sus pies, abriéndose con sorpresa, incredulidad. Porque en la oscuridad de la grieta, justo cuando el manto carmesí logró cubrirlo, Sasuke presenció cómo los monstruos del manto aparecían.

 

…Dios mío…

 

Pensó. En ese entorno oscuro y sobrenatural, con el manto avanzando hacia la fortaleza, en el fondo de la grieta se formó una neblina roja. Vaporosa y volátil que se acumuló en un sitio adquiriendo una forma animal. Sasuke no lo podía creer, las bestias del manto se materializaban. La respuesta a la pregunta que Itachi siempre se había hecho, estaba ocurriendo frente a él.  

 

Esa neblina con forma de animal se oscurecía, se solidificaba y le daba paso a un par de ojos brillantes y rojos. A un pelaje hecho jirones, a una masa de musculo y terror. La neblina se convertía en una bestia. Como una invocación demoniaca que sólo se manifestaba en el fenómeno diabólico que cubría al cielo de sangre. Ese mundo no era normal. Ese mundo era realmente el infierno.

 

La bestia levantó sus ojos hacia Sasuke y gruñó. Un rugido cargado de malicia rencorosa, como si el animal se diera cuenta que su secreto había sido descubierto. Un secreto que nadie que lo presenciara podría tener la suerte de divulgar. Sasuke aspiró aire con pánico cuando vio al animal agazaparse. Sacudió sus manos alterado cuando la vio saltar. Volteó a ver la orilla ya tan cercana y estiró su cuerpo hacia ella. Alzó las manos tratando de alcanzar aquel bendito pedazo de tierra que era su salvación. Pero entonces una sombra se interpuso en su mirada. La visión de aquel bosque que aun no estaba cubierto por el manto fue remplazada por la de unos ojos rojos y siniestros.

 

…Naruto…

 

 Sasuke nombró en su cabeza a su mejor amigo al ver esa imagen sonriente de él como uno de sus recuerdos más valiosos. Sintió como los ojos se llenaban de lágrimas y entonces gritó despavorido cuando las fauces del animal se abrieron hacia él, tomándolo del estomago y alejándolo de la luz. Hundiéndose junto a ese demonio a la oscuridad del bosque con el manto, donde su alarido se perdió en un eco tras otro.

 

 

 

 

 

 

 

El manto se acercaba a la fortaleza. Naruto percibió el temblor temeroso de sus labios y continuó buscando entre los arboles el indicio de que alguien más podría llegar. De que Sasuke podría llegar. Levantó la vista al manto. La bajó al bosque. La levantó al cielo, a las nubes ya llegando a la vereda tras las rocas.

 

…No, no, no, no…

 

Repitió incansablemente en su cabeza. La línea de oscuridad se aproximaba y nadie venía. El corazón de Naruto se sacudió con latidos forzados. El frio subió desde sus pies conforme las nubes llegaban. Jadeó con miedo. Apretó los dientes. Su cuerpo se debilitó. Y cuando el manto llegó hasta la fortaleza, la alarma cesó.

 

Todo quedó cubierto de oscuridad y silencio. Naruto estaba con la vista perdida hacia el bosque, con los ojos y la boca abierta, el rostro pálido y un cuerpo tembloroso. No estaba. Sasuke no estaba. Sasuke no había llegado. El manto gobernaba y Sasuke no había llegado. Una gota húmeda se deslizó por su mejilla.

 

…Si los cazadores están fuera, ruegan e imploran porque regresen con bien. Pero si el manto los cubre, lloran y agonizan, porque quienes aman han muerto…

 

Las palabras de Itachi se amontonaron en su mente. Resonaron como una sentencia maldita en la penumbra. Naruto fue aquejado por el dolor más agonizante que jamás había padecido antes. Un dolor que le quitó el habla, la razón y la voluntad de vivir. Sasuke estaba muerto.

 

Y con ese pensamiento, Naruto se derrumbó de rodillas en el suelo, gritando con todas sus fuerzas, llorando de pesar.

 

 

 

 

Continuara…

 

 

 

Notas finales:

Nah! 

A puesto a que me quieren matar. Lo sé. Pero tenganme un poco de fe. Sé que la espera con este final será dura, pero valdrá la pena. Por fin se acerca el arco de esta historia donde todo va a poder pasar, donde muchas cosas de este mundo se comenzarán a revelar y también, faltan ya pocos episodios para su final. Asi, es. Esta hsitoria tedrá mas o menos un total de 15 o 17 capitulos, asi que ya llevan poco mas de la mitad del camino recorrido. y si ya llegaron hasta aqui, van a tener su recompensa pues el bombardeo de información comenzará pronto. 

Obviamente no me queda mas que agradecer su infinita paciencia y apoyo. Y que nos vemos en la próxima entrega que, dios quiera sea muy pronto. O al menos eso quiero yo, no sé si la vida se me siga poniendo tan perra como para retrasarme tanto en las actualizaciones. Espero que no. Daré mi mejor esfuerzo. 

y como mencioné arriba, aqui les dejo unos links de imagenes oficiales de este Fanfic, que espero que les guste. 

 

¡Gracias por leer!

¡Dejen reviews! 

 

 

http://agonia12.deviantart.com/art/The-Promise-473445236

http://agonia12.deviantart.com/art/Naruto-UnderWorld-489099466

http://agonia12.deviantart.com/art/Hunters-UnderWorld-489549771

 

RHYO DARCK 


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