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Almost Here por waby

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Notas del capitulo:

¡Hola!

¿Cómo han estado?

Tiempo sin verlas~

 

Muchas gracias por los reviews que dejaron, de verdad, me alegra mucho que les haya gustado.

Este capítulo dedicado a todas ustedes que se preocuparon por comentar, así como tambien para Yesy y Jacq que cumplieron años hace poco

 

Espero les guste!

 

PD: Se pueden saltar las parejas que no les guste y así cofnoquieroquejascof xD 

Capítulo 2.

 

Todo parecía estar pasando en cámara lenta. Las enfermeras que entraban y salían corriendo de la habitación, los gritos de Takanori dando instrucciones, sus movimientos tratando de revivirlo.

Yuu sabía que debía moverse, que debía hacer algo, que debía ayudar, pero no podía.

Estaba petrificado viéndolo, sus ojos no terminaban de dar crédito al cuerpo de Uruha, acostado en esa camilla.

 

-          ¡Yuu! – Takanori lo llamó, el volteó a verlo levemente antes de volver a ver al castaño – ¡Shiroyama por dios! ¡Muévete! ¡Haz algo! – Yuu reaccionó un poco y se acercó a la camilla… pero no sabía que hacer, todos sus conocimientos médicos habían quedado en el olvido…

 

… Y Uruha estaba ahí. Las maquinas conectadas a el emitiendo el mismo pitido que lo volvía loco.

 

-          ¡Shiroyama! ¿Pero que esp…? – comenzó a gritarle Takanori, pero de repente se detuvo, abriendo mucho los ojos y totalmente incrédulo. Miró a Yuu, luego a Uruha, antes de volver a mirar a Yuu – ¡Es él! ¡Lo sabía! ¿D-de dónde? ¿C-cómo…? – pero se obligó a detenerse ahí – ¡Sáquenlo! ¡Saquen al doctor Shiroyama de aquí! ¡Ya mismo! – una enfermera trató de sacarlo, pero Yuu forcejeó hasta soltarse. Finalmente reunió el valor y se acercó a la camilla donde estaba el castaño.

 

-          Uru… – agarró una de las manos del otro entre las suyas – Uruha por favor… – no supo en que momento había comenzado a sollozar. Apretó la mano del castaño y en ese momento el monitor que se había mantenido en un pitido constante, pareció salirse de control, emitiendo agudos sonidos que ninguno de los dos había oído antes.

 

-          Llamen al jefe de Cardiología, el doctor Ishihara, ¡alcáncenme el desfibrilador! ¡y saquen a Yuu de aquí! ¡Pero ya!

 

-          ¡No! – Yuu gritó al ver como Takanori preparaba las paletas. Recordó el dolor en la expresión de Uruha al ver como lo hacía con aquella mujer que había muerto. No quería que Uruha sufriera… pero no pudo hacer nada. Entre varias enfermeras lo sacaron de la habitación al tiempo que entraba el Doctor Ishihara.

 

Trató de volver a entrar pero se lo impidieron. Incluso lo amenazaron con quitarle la licencia médica si no se comportaba.

Así que aguantándose las lágrimas se dirigió a sentarse en la sala de espera más cercana.

 

Estaba temblando.

No entendía nada.

Uruha estaba vivo…

Vivo…

 

Pero estaba en coma… y esa realidad no era mucho más agradable que la que había vivido los últimos meses.

 

Si sobrevivía al paro respiratorio, lo cual la parte lógica de su ser veía muy difícil dado el tiempo que había pasado…

 

Si sobrevivía solo quedaría eso… el cuerpo del otro hombre… solo un hermoso envase, pero nada más. El espíritu de Uruha muy probablemente se había perdido con los espectros del sótano.

 

Y en caso de que no… nadie despertaba de un coma así…

 

Suspiró. No había dejado de temblar y como pudo secó unas lágrimas que habían vuelto a empapar su rostro.

 

-          ¡Yutaka! – una voz gritando desde el pasillo lo sobresaltó. Dejo de hundirse en sus pensamientos para fijarse en lo que había en su alrededor. Se sorprendió al ver a aquel chico que había visto en sus primeros días en el hospital, corriendo hacia un pelinegro que estaba sentado frente a él. El otro se levantó, viendo al rubio asustado. Habían lágrimas secas en su rostro y Yuu lo reconoció inmediatamente como el chico que Uruha había reconocido – ¿Qué pasó? ¿Por qué me llamaste? ¿Qué pasó con Kouyou? – el que respondía al nombre de Yutaka tembló levemente, mirando al otro con miedo antes de responder.

 

-          Le dio un paro resp…

 

-          ¿¡Qué?! – Akira hizo ademan de dirigirse a la habitación, pero Yutaka lo detuvo.

 

-          Aki… están haciendo lo que pueden… lo sabes, pero… – su voz perdió fuerza –… no es la primera vez que le da… no le haces ningún bien a Kouyou manteniéndolo ahí – susurró – creo que lo mejor sería que…

 

-          ¡Cállate! – no lo dejo terminar y Yuu agradeció el hecho profundamente. Aunque en el fondo sabía que tenía razón. Uruha sufriría menos si moría… Yutaka se disculpó pero el rubio se mantuvo alejado de él un rato. Dando vueltas por la sala de esperas y poniéndolo mas nervioso. Luego de un par de horas… o quizás fueron minutos, Yuu jamás lo sabría, Akira se dejo caer en el asiento junto al otro pelinegro y este lo abrazó con algo de duda, pero el rubio correspondió el abrazo, apretando al otro hombre entre sus brazos antes de alejarlo de el y besarlo suavemente en los labios. Yuu sonrió al verlos, así que eran pareja…

 

Pero poco a poco la sonrisa se fue borrando de sus labios, después de amar tanto a Uruha, dudaba que él corriera con esa suerte.

No supo cuanto tiempo pasó después de esto.

Estaba perdiendo toda clase de esperanzas.

Había pasado demasiado tiempo.

Podía ver a lo lejos como entraban y salían constantemente enfermeras del cuarto donde sabía estaba Uruha.

Se había obligado a despegar la vista de la habitación y observaba un punto fijo del suelo del hospital, cuando escuchó la voz de Takanori.

 

Se levantó de un salto, pero se obligó a controlarse ya que no habría manera de explicar su preocupación por el castaño.

 

Takanori veía a los dos hombres frente a él, casi al mismo tiempo que miraba a Yuu de reojo. Parecía que tenía problemas encontrando las palabras.

 

Oh no… eso era malo.

 

Takanori nunca había sido bueno para anunciar las muertes a los familiares. Yuu estaba preparado para comenzar a gritar y llorar del dolor, cuando los ojos de Takanori se clavaron en los suyos.

 

-          D-despertó – balbuceó. Tres pares de ojos se abrieron con la misma dimensión de sorpresa. Akira fue el primero en reaccionar y prácticamente corrió hacia la habitación de Uruha, seguido de Yutaka y un poco más atrás Yuu.

 

El médico parecía estar en una ensoñación. Akira y Yutaka entraron a la habitación pero el no pudo dar mas de dos pasos, se quedó mirando la puerta, escuchando su corazón latir con demasiada fuerza. Detrás de esa puerta estaba él…

 

Estaba despierto… estaba vivo, después de no tener ninguna esperanza, la razón de su felicidad, estaba detrás de esa puerta. Takanori lo miraba a la expectativa y le hizo una seña para que entrara. Sabía que había algo misterioso y mágico en relación a Yuu y ese paciente. El pelinegro respiró profundo y entró.

 

Akira tenía a Uruha entre sus brazos. Yuu podía ver las lágrimas del rubio, a pesar de la sonrisa que adornaba su rostro. El chico de la bandita se separó finalmente de Uruha antes de ayudarlo a recostarse nuevamente en la cama. Sus ojos estaban entrecerrados y sus movimientos eran lánguidos y lentos. Yuu escuchó un quejido de los labios de este al tratar de moverse una vez más, para luego parpadear y que varias lágrimas salieran de sus ojos.

 

-          ¿Q-qué pasa? ¿Por qué no habla? ¿Por qué llora? – preguntó Akira casi con desespero.

 

-          Tiene dos años sin moverse ni hablar, está desorientado  y adolorido. Me parece lógico que llore – Takanori estaba hablando. Luego siguió explicando un par de cosas más pero Yuu ya no lo oía. Uruha finalmente había volteado y lo había visto. Sus hermosos ojos marrones estaban viéndolo, pasando de una expresión de dolor a una de sorpresa, y luego confusión. Por varios minutos, solo se miraron a los ojos. Yuu no podía con la anticipación de acercarse y abrazarlo, solo necesitaba alguna señal en el castaño. Pero este alejó su mirada de él tan de repente como había llegado.

 

¿No lo recordaba?

 

Yuu quiso creer que se debía a la enorme desorientación que el castaño tenía, pero eso no impidió que le diera vueltas al asunto mil veces luego de que los mandaron a salir de la habitación.

 

Estuvo dos días de reposo (Gracias a Takanori) por lo que tuvo dos días en los que tenía terminantemente prohibida la entrada al hospital. Yuu sentía que las ansias lo iban a matar.

 

Pero de cualquier manera, la vida seguía con o sin Uruha, por lo que, al volver tuvo que atender docenas de casos, revisar otra docena de pacientes, entregar una buena cantidad de informes antes de poder acercarse a donde estaba Uruha.

 

Una vez más se quedó parado frente a la puerta, pensando en si debía entrar o no. Pensando en si sería capaz de afrontar lo que sea que pasara detrás de esa puerta. Llenándose de valor, respiró profundo y entró.

 

Uruha estaba sentado en la cama y volteó a verlo de inmediato, para luego sonreírle. El corazón de Aoi dio un vuelco… ¡se acordaba de él! Tuvo el impulso de correr hasta el otro y abrazarlo, pero las palabras de Uruha lo detuvieron.

 

-          ¡Hola! ¿Eres un nuevo médico? – preguntó sin dejar de sonreírle. Yuu abrió los ojos con exageración, y despegó los labios un par de veces sin poder decir nada. La sonrisa se borró del rostro de Uruha  y lo miró preocupado – ¿pasó algo?

 

-          No… no… lo siento – su voz salió un poco quebrada, por lo que respiró profundo acercándose cautelosamente al castaño. Uruha volvió a sonreír – ¿c-cómo te sientes?

 

-          ¡Bien! Bueno… mejor que ayer, y definitivamente mucho mejor que hace dos días – Yuu le sonrió algo forzado. Dolía mas de lo que parecía… por un par de segundos había pensado que para ese momento ya habría al menos besado al otro hombre, pero no. Se estaba desesperando por sentirlo, y sabía que lo que se le pasaba por la mente estaba completamente mal y muy lejos de las éticas medicas. Aún así, debía hacerlo. Se acercó más a Uruha y tocó su frente, luchando completamente con su autocontrol por no empezar a acariciarla. Se separó del otro hombre para buscar con que medir su tensión para luego acercarse y colocarle el aparato en el brazo. Uruha seguía todos sus movimientos con la mirada, curioso. Cuando Yuu terminó le sonrió radiante y este sintió que podría perderse completamente en esa sonrisa – eres un buen médico – dijo Uruha sin abandonar su sonrisa.

 

-          ¿Por qué lo dices?

 

-          Porque esas cosas siempre las hacen las enfermeras – Yuu cayó en cuenta de que era cierto, y no se había percatado. Se sonrojó levemente para luego asustarse. Solo lo había hecho por tocar a Uruha – me caes mejor que los otros médicos – murmuró. Yuu le sonrió. Debía irse, ya tenía mucho tiempo en ese lugar. Se despidió pero la voz del castaño lo detuvo  antes de salir – ¿doctor? – Yuu se dio la vuelta para ver al otro hombre – eh… yo… q-quería saber si podría hacerme  un f-favor – balbuceó. Yuu simplemente asintió. Uruha le hizo un gesto para que se acercara – podría decirme si… si tengo cicatrices en mi espalda – volvió a balbucear – y-yo quería preguntarle a algún otro médico pero… pero… no me atrevo. Y Akira… no me quiere decir… se que debo tener… pero… ¿se ven muy mal? – estaba totalmente apenado. Yuu respiró profundo y asintió una vez más. Uruha subió entonces la franela de su pijama, la piel de su pecho se veía tan suave… pero el médico recordó lo que debía hacer así que dirigió su vista a la espalda del otro. Y en efecto, una cicatriz prácticamente atravesaba la espalda del castaño.

Acercó una de sus manos a la espalda del  otro y lentamente pasó sus dedos por ese lugar. Solo se detuvo cuando sintió el cuerpo del menor temblar levemente.

-          ¿Se ve muy mal? – susurró el castaño.

 

-          No… existen cremas que ayudan a disminuirlas… es una herida grande. No se las razones de tu estado de coma, pero supongo que es por la operación – recitó. Uruha asintió y bajó de nuevo su franela. Obligando a Yuu a mover las manos que no había quitado de su espalda.

 

-          Fue un accidente – susurró Uruha. Parecía perdido en sus pensamientos. Yuu iba a preguntar mas cuando la puerta del cuarto se abrió, dejando ver al rubio de la bandita en la nariz. Uruha sonrió aún más y Yuu tuvo que reprimir el jadeo cuando vio a Akira acercándose más a la cama de Uruha, rodeándolo con sus brazos para luego besarlo.

Abrió los ojos con exageración y se apresuró a salir de la habitación.

Trató de calmarse mientras caminaba, pero era imposible... Su vista estaba borrosa por las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos.

Demasiadas emociones para un día, demasiadas malas noticias, demasiadas decepciones.

 

Uruha tenía algo con Akira... Probablemente lo amara y fueran felices. Mientras que el, no era nadie.

Un médico más.

Un idiota que se había enamorado de un espectro...

De cualquier manera iba a terminar mal.

Pero dolía... Dolía saber que el objeto de su amor estaba ahí y no poder hacer nada... Dolía incluso más que cuando no podía tocarlo...

 

Pronto todo el dolor se convirtió en rabia dirigida al rubio al recordar.

¡Akira estaba engañando a Uruha!

Había besado al tal Yutaka el día en el que el castaño había despertado...

Su primer impulso fue ir y contarle a Uruha. Desenmascarar al otro hombre frente a el.

Pero no podía... Armaría un escándalo que probablemente le costara su puesto de trabajo... Además, ni siquiera sabía con certeza lo que estaba pasando.

¿Quizás el engañado fuera Yutaka?

 

Decidió que no se daría por vencido. No se alejaría de Uruha ahora que lo había encontrado, así que, sin perder el tiempo fue directo a hablar con los médicos residentes para conseguir tantos casos como pudiera en el área de neurología.

El siguiente paso fue Takanori. Desde aquel día no lo había visto. No tardo mucho tiempo en encontrarlo.

El más pequeño le sonrió al verlo, y ni siquiera lo dejo hablar

-          Déjame adivinar. Quieres el caso de Takashima – dijo sin dejar de sonreír.

 

-          ¿T-Takashima? – repitió tontamente Yuu. ¿Quién era Takashima?

 

-          ¡Kouyou! El chico que despertó del coma...o, ya va, ¿Cómo era? ¡Ah! Uruha... – susurró. Yuu lo miró anonadado ¿Cómo sabía? Takanori pareció entender la confusión de Yuu y siguió hablando –…así lo llamaste. El día que estaba en paro, lo llamaste Uruha y su corazón reaccionó de inmediato. Creo que tienes mucho que explicarme Yuu Shiroyama.

 

-          ¿Su corazón… reaccionó? – susurró

 

-          ¿¡No te diste cuenta!? ¡Es lo más extraño que he visto, u oído, o leído, en todo el tiempo que llevo estudiando! Y quita esa sonrisa de idiota – dijo al ver la expresión casi emocionada de Yuu – Explícame… ¿Uruha? ¿De dónde lo conocías? ¿Por qué lo llamabas así? ¿Por qué no sabías su nombre real? ¿Por qué no sabías que estaba en coma? ¿Por qué…?

 

-          ¡Takanori! ¡No puedo responderte tantas cosas a la vez!

 

-          ¡Pero necesito una explicación! – el mas bajo de ambos médicos se veía totalmente emocionado y ansioso por escuchar lo que Yuu tuviera que decir. Tomó aire antes de hablar.

 

-          No se como podría explicarte sin que termines dándome una orden directo a psiquiatría – Takanori se encogió de hombros.

 

-          Tendrás que arriesgarte. Pero cuenta, cuenta…  

 

-          Es que… ¡Es inverosímil Takanori! Lo vi desde el momento en que llegué al hospital…

 

-          ¿Pero qué? ¿En un sueño o algo así? – exclamó Takanori interrumpiéndolo. Yuu suspiró

 

-          Creo… Creo que al final fue solo un sueño. Al parecer, pasó solo en mi mente – su voz sonaba totalmente monótona y sin ánimos. El mas pequeño trató de decir algo, pero Yuu se alejó de donde se encontraban. Takanori gruñó con fastidio pero comenzó a seguirlo.

 

-          ¿Te enamoraste, Yuu? – susurró al alcanzarlo. El pelinegro lo miró de reojo, pero no respondió. Takanori suspiró y negó con gesto de decepción – Akira es la pareja de Kouyou – murmuró. Yuu se detuvo al escucharlo y volteó a mirarlo, dolido, antes de que la rabia se apoderara de él.

 

-          ¡Pero el maldito lo engaña con ese otro… ese otro… niñito! – murmuró sin encontrar como llamarlo sin que sonara ofensivo. Takanori lo miró anonadado.

 

-          No inventes Yuu. Akira ha estado los últimos dos años sin separarse ni un solo día de al lado de Kouyou, ¿y tu dices que lo engaña?

 

-          ¿No recuerdas la escenita que le hizo Yutaka el otro día? Después fue que uní los cabos… cuando los vi besándose – Takanori parpadeó incrédulo, sin dejar pasar el énfasis que había hecho el otro hombre en la palabra “besándose”

 

-          ¿¡Los viste besándose!? – exclamó, pero casi un susurro. No podía hacer un escándalo en la mitad del pasillo del hospital. Yuu simplemente asintió. Takanori dejo escapar una especie de resoplido, incrédulo. Pero la expresión de Yuu era seria, y no dejaba lugar a dudas – ¿Le dirás a Kouyou? ¿Enfrentarás a Akira? Aunque… Kouyou no sabe nada de ti, realmente, no te serviría de nada – susurró. Yuu suspiró.

 

-          ¡Lo sé! ¡Lo sé Takanori! – en su mente solo estaba la expresión de alegría de Uruha al ver a Akira  – ¡No puedo hacer nada! Lo correcto sería decirle a Kouyou, pero se supone que no es mi problema. Soy solo un médico más – suspiró una vez más y se encogió de hombros. La frustración que sentía era tanta, que Takanori no pudo más que sentirse arrastrado a esta por igual.

 

-          No eres solo un médico más… eres su médico – le dijo sonriendo, mientras le entregaba la historia que cargaba en sus manos. Yuu lo miró incrédulo, sin saber si debía sonreír o comenzar a saltar – ¡es mi caso! ¡Me costó mucho conseguirlo! ¡Así que no creas que serás tu solo! Pero si… es tuyo – se encogió de hombros y se sonrojó levemente cuando Yuu lo abrazó con fuerza, e incluso lo levantó del suelo por la emoción – ¡bájame Shiroyama! – exclamó casi con un chillido. Yuu rió alegremente y lo colocó de nuevo en el suelo – te aprovechas de mi tamaño – se quejó ofendido, arreglándose la bata con expresión molesta, pero inevitablemente se contagió con la sonrisa del mas alto.

 

-          ¿Accidente automovilístico? – la sonrisa de Yuu desapareció al comenzar a leer la historia. Era considerablemente grande, y por lo que podía leer, los años que había estado en coma, habían sido casi una pesadilla. Sintió como si le dieran un golpe en el pecho al leer. Takanori dudó por un momento de que hubiera sido una buena idea, pero Yuu se repuso al momento, le sonrió una vez más a Takanori y se encaminó a la habitación de Kouyou.

 

El castaño estaba solo, mirando al techo con expresión soñadora, pero algo triste. Yuu tuvo que carraspear un poco para llamar su atención y Uruha dio un respingo sonriendo al verlo.

 

-          Yuu… – susurró. El médico abrió los ojos casi con exageración. Recuerdos de su nombre siendo susurrado con esa misma voz llegaron de golpe a su memoria. Uruha lo miró asustado, probablemente malinterpretando la reacción del médico – Lo siento. S-Shiroyama-san – balbuceó. Yuu

 

-          No… no. Está bien. Puedes decirme Yuu. Solo me tomó por sorpresa – Uruha asintió aún algo asustado. Yuu se acercó a los pies de la camilla en donde estaba el otro hombre, revisando la información de sus signos vitales y demás que habían anotado las enfermeras. Todo bajo la atenta mirada del castaño, de repente cayó en cuenta de algo – ¿Cómo supiste mi nombre? – preguntó realmente contrariado. Uruha dejo escapar una risita divertido y señaló su pecho. Yuu controló su imaginación antes de pensar ilógicamente y se dio cuenta que en el lugar que se señalaba Uruha era donde él cargaba la insignia con su nombre – Oh – murmuró sintiendo como el sonrojo subía a sus mejillas. Uruha sonrió enternecido y Yuu no pudo evitar devolverle la sonrisa. El castaño se mostraba tan feliz, siempre tenía una sonrisa para todo, y a pesar de esto, se veía tan triste cuando había entrado a la habitación.

 

Sin darse cuenta, ambos se estaban mirando a los ojos, sin poder separar su mirada de los ojos del otro. Estuvieron un buen rato así, ninguno se atrevía a dejar de mirar al otro. Hasta que escucharon como llamaban la puerta y Akira entraba  a la habitación. Uruha dejo de mirar al médico, pero Yuu pudo notar que un pequeño sonrojo se había comenzado a formar en sus mejillas, antes de que este le sonriera radiante al rubio.

 

-          ¡Te traje espagueti Shima! – anunció el otro hombre y Uruha sonrió aún más si es que era posible – ¿Puede comerla verdad? – Yuu tuvo que esperar un par de segundos antes de darse cuenta que hablaba con él.

-          ¡Claro! No veo ningún problema – Akira le agradeció y sacó el envase en donde le había llevado la comida. Uruha lo tomó entre sus manos, abriéndolo. Tomó el tenedor de las manos del rubio y se dispuso a comer, pero se detuvo, mirando el recipiente algo contrariado.

 

-          Aki… – balbuceó mirando al otro hombre.

 

-          ¿Qué tiene? Es muy sabrosa. A Yutaka le fascina esa receta. La venden en un restaurant… ¿pasa algo? – Akira se detuvo y miró al castaño. Uruha miraba el envase mordiéndose un labio, antes de alzar la mirada y sonreírle al rubio. En ese preciso momento Yuu, aprendió a diferenciar las sonrisas fingidas de Kouyou, de las verdaderas.

 

-          Nada Aki… Gracias – susurró. Yuu, al estar más cerca del castaño, pudo ver el contenido del envase.

 

-          Oh… A Kouyou no le gustan las aceitunas – murmuró antes de darse cuenta de que lo hacía. El castaño volteó a verlo de inmediato, sus ojos abiertos casi desorbitados, mientras que el rubio se consumía en la sensación de culpa.

 

-          Oh por dios, ¡Es cierto! ¡Lo había olvidado por completo! ¡de verdad, de verdad, lo siento! – quitó el envase de las manos del castaño, pero este ni se inmutó. Seguía viendo a Yuu con la misma mirada de total y completa sorpresa. Akira murmuró algo de ir a comprar otra cosa y salió de la habitación.

 

Otra vez la mirada de ambos se había conectado, Yuu trató de decir algo, pero no sabía con que justificarse. Kouyou también parecía querer decir algo, pero no hallaba las palabras.

 

-          ¿Cómo supiste? – preguntó el castaño, su voz casi un susurro. Yuu respiró profundo.

 

-          Tu me dijiste – para su sorpresa la expresión de Kouyou no cambió a una de incredulidad si no que parecía algo dudoso.

 

-          ¿Cuándo? – Yuu respiró profundo – no hemos hablado tanto pero… siento que… recuerdo habértelo dicho – miró al médico por unos momentos más, mientras el corazón de Yuu latía con cada vez mas fuerza, finalmente, y después de casi un minuto, respiró profundo y dejo de mirarlo. A Yuu no se le escapó que la respiración del otro había salido entrecortada, y luego escuchó un pequeño sollozo.

 

-          ¿¡Q-qué pasó?! ¿Te duele algo? ¿Te sientes mal? – Uruha logró sonreír levemente en medio de los sollozos que siguieron al primero. Negó, restándole importancia, pero Yuu siguió mirándolo preocupado.

 

-          Es solo que… me he perdido…  dos años de la vida de Akira… ¡Dos años! No se, no se que ha hecho en todo este tiempo. Si se ha sentido bien o mal. Si… si se ha enfermado, no se si sus gustos habrán cambiado, si habrá encontrado algo que le apasione… ¿y si se estaba cansando de esperarme? Solo ha pasado lo de las aceitunas pero y si… ¿y si poco a poco, lentamente, se ha ido olvidando de mi? – volvió a sollozar. Yuu lo veía sintiendo como su propio corazón agonizaba con el dolor del castaño, sin saber que hacer.  Dio un par de palmaditas en la espalda de este, totalmente incómodo y sin querer más nada que apretarlo entre sus brazos, y consolarlo. Decirle que estaba ahí para él, que lo amaba, lo amaba más que nada. Uruha, a pesar de lo patético de su consuelo se preocupo en calmarse y sonreírle agradecido al otro hombre.

 

A pesar de que Uruha parecía bien, no quitaba el hecho de que su despertar había sido casi milagroso, y que durante el tiempo que había pasado en coma había estado bastante mal. Por lo que, para bien del deseo egoísta de Yuu, después de casi un mes, aún no lo daban de alta.

 

La parte médica de Yuu, esa que había jurado proteger a los pacientes, dar lo mejor de si para cuidarlos, curarlos, y mantenerlos en el mejor estado posible, no dejaba de recriminarlo ni un segundo. Sencillamente porque el pelinegro, tenía a Uruha por encima de todos. Era el primer paciente que veía todos los días, con el que pasaba más tiempo, y el último que veía antes de irse.

Se había convertido en un elemento frecuente en la vida de Uruha, conociendo también a Yutaka y Akira en el proceso.

Se veía que Kouyou y Akira se adoraban, se conocían desde que eran unos niños, habían crecido juntos, estudiado juntos, y si no hubiera sucedido el accidente, se hubieran graduado juntos.

Yutaka, por su parte, era un chico que habían conocido en la universidad y que de inmediato había sido integrado, formando ese pequeño grupo.

 

Yuu no tardó en darse cuenta, como las sonrisas de Uruha eran más forzadas cuando Yutaka iba a visitarlo junto a Akira, lo cual no pasaba cuando Yutaka iba solo. Era solo la visión de ambos chicos juntos que parecía descolocarlo. El médico comenzaba a sospechar que quizás el castaño sabía lo que sucedía entre los otros dos. Yutaka, por su parte, no se quedaba atrás. Se notaba su inmensa incomodidad al ver a Akira y Kouyou juntos, la enorme tristeza y resignación de sus ojos. El único que parecía totalmente contento con la situación era Akira, por más que quería, Yuu no podía descifrar al rubio, no entendía que podría pasar por su mente para seguir con esa actitud. Yuu jamás hubiera imaginado que poseer tanta información fuera al mismo tiempo tan frustrante.

 

-          Estoy cansado de estar aquí – susurró Uruha sacándolo de sus pensamientos. Yuu había casi entrado en un mutismo, mirando a Yutaka y Akira sentados frente a la cama donde estaba Uruha. Había entrado a la habitación con Takanori, y este estaba chequeando los medicamentos del castaño. Yuu volteó a mirarlo y Uruha, por primera vez, en lugar de sonreírle lo miró con los ojos entrecerrados – ¡estoy cansado! – exclamó con más fuerza – ¡quiero levantarme! Supongo que puedo hacer eso ¿no? – miró a Yuu con rabia antes de dirigir su mirada a Takanori.

 

-          Aún estas muy débil y no creo que sea buena idea… – comenzó Takanori, pero Uruha solo resopló.

 

-          ¡Estoy bien! ¡Estoy perfectamente bien! – se sentó derecho en la cama, esta vez mirando a Yuu, como desafiándolo a que lo detuviera. el pelinegro iba a hacer precisamente eso, pero Uruha adivinó sus pensamientos y bajo por el otro lado de la cama. Los monitores comenzaron a emitir un sonido constante indicando que el castaño había despegado los cables de su pecho con el movimiento – ¿Ven? – dijo cuando ya estuvo de pie, mirándolos a los ojos desde el otro lado de la cama. Todos lo miraban a la expectativa – estoy b… – comenzó, pero no pudo terminar. Trató de mantener el equilibrio agarrándose de la cama, sin éxito. Yuu y Akira salieron casi disparados a alcanzarlo, pero ninguno llegó a tiempo para impedir que Uruha cayera aparatosamente al suelo.

 

-          ¡Shima! – exclamó el rubio corriendo a su lado, mientras que Yuu sentía que su corazón se detenía los pocos segundos que tardó en llegar junto a los otros. Yutaka y Takanori miraban la escena petrificados. Entre Yuu y Akira lograron subir el cuerpo inconsciente de Kouyou a la cama. El pelinegro no sabía que hacer, había comenzado a temblar y se veía aún mas preocupado que Akira. Takanori fue el primero en reaccionar y comprobar el pulso y la respiración del castaño, volviendo a colocarle los monitores.

 

-          ¿¡Qué pasó?! Takanori ¿qué pasa…? – Yuu y Akira hablaron casi al mismo tiempo, el más bajo de todos miró a un muy asustado Yuu con advertencia y le hizo una seña para que se acercara.

 

-          Te calmas o estás fuera del caso – le susurró con severidad. El pelinegro asintió rápidamente, respirando profundo, al tiempo que Takanori medía la tensión arterial de Uruha. Al terminar Takanori suspiró, y miró a los tres pares de ojos que estaban clavados sobre él – es solo una hipotensión – Yuu respiró mas calmado, pero los otros dos siguieron con la misma expresión de susto – su presión arterial bajó bruscamente – comentó al tiempo que agarraba el teléfono que había en la habitación – con el tratamiento adecuado despertará pronto. No se preocupen – miró a Yuu seriamente luego de hablar con una enfermera, y salió de la habitación, haciéndole un gesto al mas alto para que lo siguiera – no te voy a tolerar que vuelvas a perder el control de esa manera. ¡Eres un médico por dios! ¡Se supone que tienes que reaccionar, no quedarte como estúpido viendo como todo pasa frente a sus ojos! – Yuu simplemente asentía, totalmente arrepentido. Pero no podía evitarlo, cuando se trataba de Uruha, el pánico se apoderaba de su ser, de hacer algo mal y que el afectado fuera el castaño. Takanori suspiró y negó con decepción antes de alejarse del lugar. Yuu no tardó en dirigirse a la habitación, pero se quedó parado fuera para ver lo que sucedía

Akira estaba sentado en la cama junto al cuerpo de Uruha, acariciándole el cabello, mientras Yutaka estaba de pie, frente a ambos.

 

-          No sabes lo mucho que odio verlo dormir – susurró Akira – tengo tanto miedo de que no vuelva a despertar – Yutaka sonrió tristemente y apretó una de las manos de Akira entre las suyas. El rubio dejo de mirar a Uruha para verlo a él, sonriéndole de la misma manera. La expresión de Akira cambió, casi de inmediato a una algo arrepentida y se soltó del agarre de Yutaka. El pelinegro suspiró.

 

-          ¿Crees que lo recuerde? Lo que pasó antes del accidente… – Akira negó lentamente.

 

-          No lo creo. No quisiera saber nada de nosotros – susurró.

 

-          Akira… – murmuró Yutaka luego de un silencio – ¿…Y nosotros? ¿Qué va a pasar con… lo nuestro? – se mordió un labio, nervioso. El rubio simplemente suspiró y negó. Yutaka no se movió por un par de segundos, antes de caminar hacia la salida. Yuu no tuvo tiempo de reaccionar por lo que Yutaka lo vio parado frente a la puerta. Este tan solo lo observó por un par de segundos antes de alejarse por el pasillo, rumbo a la salida. Yuu volteó a mirar al rubio acompañando a Uruha, antes de seguir al otro chico. Necesitaba aclarar que pasaba, y decidió usar a su favor la tristeza de Yutaka. Muchas personas solían creer que sincerarse con los médicos era un buen método de desahogo. Yuu solía odiar cuando eso pasaba, pero en ese momento, lo agradecía.

 

Corrió un poco para alcanzar al otro pelinegro, cuando lo encontró, este esperaba el ascensor para irse. Yuu se le acercó y le sonrió con simpatía al ver las lágrimas del otro.

 

-          ¿Quieres un café? – Yutaka se limpió las lágrimas y lo miró extrañado, finalmente se encogió de hombros – ¡bien! Yutaka… ¿cierto? – el chico asintió.

 

Bajaron en el ascensor y salieron del edificio, ambos sabían muy bien que el café dentro del hospital no era el mejor, así que caminaron hasta una pequeña cafetería frente al hospital, abarrotada de médicos y enfermeras, pero aún así lograron encontrar un pequeño lugar donde sentarse. Ambos pidieron y comenzó el silencio. Yuu no sabía como abordar el tema, pero para su sorpresa, Yutaka fue el primero en hablar.

 

-          Se ha encariñado mucho con Kouyou, ¿verdad Shiroyama-san? – Yuu asintió tontamente, aún sorprendido por que el otro comenzara a hablar. Yutaka sonrió, tristemente. Yuu aún no había visto al hombre frente a el sonreír con sinceridad en el tiempo que había pasado – así es Kouyou, es imposible no quererlo – la mesera llegó en ese momento con sus pedidos, y cuando se fue. Volvió a instalarse el silencio entre ambos – ¿escuchaste la conversación verdad? – Yuu consideró mentir por un par de segundos. Pero Yutaka no parecía molesto así que no lo negó – el accidente lo dañó todo – musitó – todo hubiera estado tan bien… desde ese día, todo iba a mejorar. Aki y yo estuviéramos juntos… – respiró profundo para evitar llorar y siguió –… pero descubrió todo y ahora Akira cree que es su culpa que Kouyou  haya salido huyendo y… y… – tomó un trago de café y volvió a respirar profundo – haya ocurrido el accidente. No quiero sonar egoísta, no quiero. Pero, Akira me ama… no a Kouyou… no debería estar con él por lastima, ni mucho menos por sentirse culpable – su voz se volvió casi un susurro. Yuu lo escuchaba atento sin decir nada y sin juzgarlo – ahora que Kouyou despertó, y no recuerda nada de antes del accidente, Akira quiere tomarlo como un nuevo comienzo con Kou y yo… – rió con falsedad –…yo no importo – finalizó, parpadeando y un par de lágrimas rebeldes rodaron por sus mejillas.

 

-          Pero, Akira te ama – se aventuró Yuu, el más pequeño alzó la mirada y vio al médico a los ojos – si de verdad te ama, eventualmente se dará cuenta y dejará a Kouyou y…

 

-          ¡Pero entonces Kouyou saldrá mas herido! Innecesariamente… entiendo que Kouyou está pasando por un momento muy difícil y necesita un apoyo, pero, Akira no debería mentalizarse en seguir con Kouyou de esa manera… pero lo conozco… y se que no sería capaz de dejarlo, nunca – suspiró, Yuu podía sentir el dolor del otro, pero así como no sabía que hacer para aplacar su propio dolor, no sabía que hacer para consolar a Yutaka – gracias, muchas gracias por escucharme. Siento si me tome demasiada confianza – el más pequeño se levantó e hizo una inclinación respetuosa dejando unos cuantos billetes en la mesa, antes de salir de la cafetería. Yuu lo siguió con la mirada, y terminó su café, al tiempo que trataba de reflexionar acerca de lo que acababa de escuchar.

 

_

 

Tan pronto Uruha se recuperó del desmayo, siguió intentándolo. Yuu descubrió que era perseverante y dedicado como ninguno, sentía que se enamoraba más de él con cada día que pasaba. Cada día conocía algo más del otro hombre que lo hacía sentirse el hombre más dichoso del mundo solo por poder conocerlo, al mismo tiempo de sentirse el más desdichado al no tenerlo a su lado.

Habían comenzado a pasar una considerable cantidad de tiempo juntos. Ahora que el castaño podía caminar, solía escaparse de su habitación y hacer los recorridos a los pacientes junto a él. Yuu recordaba como Uruha hacía exactamente lo mismo cuando creían que era un fantasma y no podía evitar sonreír por la situación.

Pero el día en el que saldría de alta, llegaba con rapidez, Uruha mejoraba con cada segundo y esto a pesar de que alegraba enormemente a Yuu, sabía que llegaría el día en que no lo vería más. Así que trataba de acaparar su tiempo, aprovechándose de esa pasión recién descubierta de Uruha por la medicina, lo mantenía la mayor cantidad de tiempo que podía, alejado de Akira. Sentía que al mismo tiempo, le estaba haciendo un favor a Yutaka, a pesar de que las visitas de este último comenzaban a disminuir. Yuu sabía que para Uruha no pasaba desapercibido la cantidad de veces en las que Akira se perdía en sus pensamientos cuando Yutaka no estaba junto a él.

No entendía, sabía que Uruha tenía una idea de que algo pasaba entre los otros dos. El, en su lugar ya hubiera hecho un escándalo y pedido explicaciones. Pero el castaño no, se callaba y veía como todo pasaba frente a sus ojos.

-          No tengo a mas nadie – le dijo Uruha de repente, mientras ambos caminaban de vuelta a su habitación – Akira y Yutaka… son todo lo que tengo – Yuu lo sabía. En el registro de Uruha no habían familiares, ni tampoco había visto jamás a otras personas visitándolo aparte de esos dos – conocía a mucha gente… pero después de dos años… – rió tristemente – …son muy pocos los que están dispuestos a esperarte  – en ese momento Yuu lo entendió. La razón por la que Uruha se quedaba callado, la razón por la que soportaba ver a Yutaka y Akira juntos frente a él. En cierto modo podía imaginar el dolor que sentía al quedarse callado, él mismo tenía que guardarse todo lo que sentía por el más alto. Pero cualquier cosa, era mejor a perderlo.a imaginar el dolor que sent

 

-          Te entiendo – balbuceó. Uruha volteó a mirarlo extrañado, pero no dijo nada. Ambos llegaron a la habitación del castaño y se quedaron parados frente a esta, mirándose y sin decir nada. A Yuu, la escena se le hizo terriblemente parecida a una cita, y sin poder evitarlo se sonrojó un poco. Uruha sonrió enternecido y se mordió el labio, tratando de contener una pequeña risa. Yuu lo miró a los ojos, inevitablemente recordando la última vez que había visto esos ojos castaños devolviéndole la mirada con amor – Uruha… – susurró antes de darse cuenta de lo que hacía. El castaño abrió mucho los ojos, su mirada pasó de la sorpresa, al miedo, para luego irse a la confusión. Yuu estaba buscando desesperadamente excusas para retractarse, o simplemente para tener una razón de lo que había dicho.

 

-          ¿Uruha? – Yuu lo miró ya sin saber que hacer o decir. El castaño parecía estar perdido en sus pensamientos – no puede ser, tu… – comenzó a decir, mirando a Yuu casi en shock, el médico podía escuchar los latidos de su corazón, no imaginaba esa reacción en el otro hombre. Si no recordaba nada, la simple mención del nombre no debía causarle nada, pero ahí estaba, visiblemente afectado por lo que acababa de oír, y Yuu no podía con la expectativa. Finalmente, Uruha sonrió, algo forzadamente antes de hablar – ¿me pusiste un sobrenombre? ¡Que tierno! ¡Te prometo que buscaré uno para ti también! – habló rápida y atropelladamente – nos vemos mañana ¿no? – entró a su habitación y cerró la puerta de inmediato.

 

Yuu se quedó parado frente a esta sin saber que hacer. Ya había perdido la cuenta de las veces en que había pasado eso. Tener todas las esperanzas al máximo para después volver a quedar sin nada. Suspiró y dio media vuelta. Aún tenía mucho trabajo que hacer.

 

Cuando llegó al hospital al siguiente día. Uruha había puesto a todos de cabeza. Desde muy temprano había salido de su habitación y nadie lo encontraba. Yuu de inmediato comenzó a buscarlo junto a los demás. Yutaka y Akira estaban casi entrando en pánico y Takanori los obligó a quedarse sentados en la habitación, mientras los demás buscaban.

Yuu no tardó en darse cuenta, de que sus pies prácticamente se movían solos camino a la azotea, no se sorprendió en encontrarlo ahí. Apoyado en el borde y viendo hacia abajo. Su expresión era totalmente desolada. Esa que no se permitía mostrar nunca frente a Akira o Yutaka.

 

-          Kouyou… – Yuu lo llamó suavemente y este volteó a verlo. Le sonrió de inmediato.

 

-          Sabía que serías tu el que me encontraría – dijo simplemente – también tenía la esperanza de que fuera Akira, pero… – se encogió de hombros –…no soy Yutaka – Yuu iba a decir algo, pero ambos escucharon pasos que subían por las escaleras y a los pocos segundos las voz de Akira.

 

-          ¿Kouyou? – si Uruha no hubiera agarrado a Yuu de un brazo y se hubiera escondido detrás de un gran aparato de calefacción, Akira los hubiera visto al asomarse por la puerta que daba a la azotea.

 

-          ¿Está? – la voz de Yutaka se escuchó poco después.

 

-          No… este es el único sitio que se me ocurre – Yutaka suspiró.

 

-          Ven, bajemos. Takanori se molestará si no nos ve allá – trató de bajar pero al parecer el rubio lo detuvo.

 

-          Yutaka… ¿te pasa algo? – no escucharon la respuesta, pero al parecer había negado porque Akira siguió insistiendo – ¿seguro? Últimamente no pareces estar bien tú…

 

-          Aki. Deja de preocuparte por mí. Kouyou está perdido el…

 

-          Aparecerá en cualquier momento. Ven acá, mírame – se escuchó un forcejeo y se movieron un poco, apareciendo de inmediato en el alcance de visión de Yuu y el castaño. Yutaka se negaba a corresponder la mirada del rubio y este lo agarró de la barbilla, obligándolo a que lo viera – ¿qué pasa?

 

-          Sabes lo que pasa. Sabes que me duele Akira, sabes que te amo, sabes que…

 

-          Yo también te amo Yutaka, pero tienes que entender que Kouyou me necesita y… – ambos sonaban desesperados, Yuu se sentía un intruso al estar de testigo en algo tan sentimental e intimo para ambos. Pero no podía moverse, menos al sentir como Uruha se acercaba más a él y lo abrazaba, escondiendo su rostro en su cuello. Apretó al castaño más hacia él, la conversación de los otros dos hombres quedando en un segundo plano.

 

-          ¡Lo sé! ¡Lo sé demonios! – escuchó levemente a Yutaka exclamar, pero lo ignoró por completo. Estaba abrazando a Uruha. Por primera vez lo estaba sintiendo, por primera vez podía tocar su piel con un significado mas allá de un examen médico. Sin darse cuenta se había tensado, y Uruha se dio cuenta. Lo que resultó en que se alejara del cuerpo del médico. Un camino de lágrimas recorría su rostro, y Yuu no fue capaz de ver más nada que al hombre que tenía al frente.

 

No supo en que momento los otros dos se hab

No supo en que momento los otros dos se habían ido de la azotea y ahora estaban solos.

 

-          Lo siento, lo siento muchísimo. No debiste enterarte de esta forma, lo siento – comenzó Yuu. Uruha se limpió las lágrimas y le sonrió, negó restándole importancia.

 

-          Ya lo sabía – susurró – Lo sabía desde hace mucho tiempo… desde el día del accidente… – Yuu lo miró anonadado.

 

-          ¿Recuerdas…? ¿Recuerdas lo que pasó el día del accidente? – preguntó sin poder creerlo, Uruha simplemente asintió – pero, ellos creen que no lo recuerdas…

 

-          … – Uruha rió sin ganas antes de responder – ellos quieren que no lo recuerde. Y todo estaría mejor si no lo hiciera. Ojalá no lo recordara… pero mi memoria es perfecta ¿sabes? No sabes lo que daría por no saberlo. Por no haberlos visto besándose, por no haberlos visto mirarse con esa cara de enamorados… pero no, lo recuerdo perfectamente. Recuerdo a Akira diciéndole que lo amaba, cuando tenía meses sin decírmelo a mi, recuerdo el dolor que sentí, como si mi corazón se rompiera a pedazos, como no pude contener las lágrimas y me vieron. Su cara de arrepentidos… ¡pero se amaban Yuu! ¿Qué podía hacer yo? – las voz del mas alto se quebró en ese momento – no podía hacer mas nada que correr y huir de mis sentimientos… y eso fue exactamente lo que hice… sin importarme los gritos de Akira a mi espalda, corrí hasta que no pude más y solo en ese momento me di cuenta de que estaba casi en la mitad de la autopista. Recuerdo el miedo que sentí, recuerdo ver los carros avanzando hacia mi, la expresión de pánico de Akira al otro lado de la acera, y recuerdo como pensé perfectamente que si me quedaba quieto y dejaba que el carro me golpeara sería lo mejor… pero el dolor fue insoportable – después de eso no pudo más y sollozó. Yuu simplemente lo miraba, sintiendo ese dolor como si fuera el suyo – dolía muchísimo y quería que se acabara… pero siguió, el dolor siguió hasta que tuve ese sueño, ese sueño donde estabas tu, y me desperté sin sentir nada por Akira… después nada tuvo sentido… porque… porque siento que te recordara antes de despertar, y es imposible… ¡es imposible porque jamás te había visto antes…! y no podía soñar contigo si no te había visto… pero las aceitunas… ¡fue un sueño!… estoy seguro de que fue un sueño luego de despertar, es solo que estaba tan confundido que pensé que había sido de antes y… – estaba divagando, parecía nervioso en medio de sus lágrimas y se negaba a ver a Yuu a los ojos – lo siento… lo siento, debo parecer un loco contándote mis sueños y…

 

-          No fue un sueño – susurró de inmediato, Uruha subió la mirada de inmediato al escuchar eso, mirando al médico como si estuviera loco – sabes que no fue un sueño – Uruha negó repetidamente, negándose a creer lo que Yuu decía – ¿cómo supe lo de las aceitunas?

 

-          ¡No lo sé! – trató de alejarse del otro, pero Yuu lo agarró con fuerza y lo mantuvo en su sitio.

 

-          ¿Recuerdas esa parte del sueño? ¿Recuerdas que más pasó ese día? – el castaño asintió lentamente, las lagrimas habían comenzado a caer con mas fuerza y estaba temblando levemente – según tu sueño… ¿qué mas debería saber? – preguntó suavemente, Uruha lo pensó por un momento y respiró profundo antes de hablar.

 

-          ¿C-cuál es mi color favorito? – preguntó escéptico.

 

-          El morado… no, antes te gustaba el morado y después ya no – el castaño abrió los ojos con exageración y miró al otro sin poder creerlo.

 

-          ¿Futbol o beisbol? – preguntó con un hilo de voz. Yuu sonrió

 

-          Futbol… definitivamente – eran sus palabras exactas. Uruha siguió, su voz perdía convicción con cada segundo que pasaba.

 

-          ¿Café o Té?

 

-          Café…

 

-          ¿Calor o frío? – susurró

 

-          Calor… – respondió Yuu sin siquiera dudarlo, Uruha jadeó y miró al otro hombre, sin saber que decir. Ambos se quedaron callados, tan solo mirándose. Esperando la próxima pregunta.

 

-          ¿Cómo me…? – comenzó, pero los dos sabían que no era él quien debía hacerla.

 

-          ¿Cómo te llamas? – se acercó más al castaño, sus labios casi se tocaban.

 

-          Uruha… me llamo Uruha. Ese… – las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Estaba temblando como nunca, ambos los hacían, la fuerza de lo que estaba sucediendo. La cantidad de sentimientos, lo increíble y mágico del momento…

 

-          …es el único nombre que importa – finalizó Yuu. Uruha asintió varias veces, dejando escapar un sollozo – te amo… te amo Uruha – trato de unir sus labios pero el mas alto se alejó.

 

-          No… Yuu… esto, es totalmente… increíble… no puede ser verdad, tiene que ser mentira. Nada de eso pasó – comenzó a negar y trató una vez mas de salir de donde estaban.

 

-          ¿¡Entonces como explicas lo que se?!  ¿Cómo explicas lo que sabes? ¡Tus recuerdos! ¡Los míos! – le gritó el médico logrando que se detuviera en la puerta

 

-          ¡No lo se! ¡No lo se! ¡Pero no me pidas que crea en toda… toda esta locura! – casi chilló antes de cruzar la puerta y bajar las escaleras corriendo. Yuu se quedó mirando el lugar por donde había desaparecido el otro hombre, respirando con dificultad y sintiendo la calidez de sus lágrimas resbalar por su rostro. Se quedó donde estaba, tratando de calmarse, por mas de diez minutos. Finalmente bajo de la azotea y trató de concentrarse en la mayor cantidad de pacientes que pudo, sin dirigirse a la habitación de Kouyou.

 

-          ¡Yuu! – Takanori lo encontró en el área de urgencias. Yuu suspiró, pensaba que había escogido un buen escondite – odias urgencias ¿Qué haces aquí? – el pelinegro se encogió de hombros y siguió suturando la herida del paciente que tenía en frente. Takanori resopló – Cuando termines ahí subes a Neuro, hay que firmar el alta de Kouyou.

 

-          ¿¡Qué?! –exclamó Yuu, sobresaltando al paciente. Se disculpó antes de voltear a ver a Takanori – ¿el alta? – su voz fue mas un gimoteo que otra cosa. Takanori parecía molesto.

 

-          Si. Apareció exigiendo que lo dejaran irse, y honestamente Yuu, está bien, nada que no pueda ser tratado en su hogar – Yuu terminó de suturar la herida rápidamente antes seguir a Takanori hasta la habitación de Uruha.

 

 Cuando llegaron, el castaño estaba solo, sentado en su cama y moviendo las piernas ansiosamente. Takanori no tardó en sentir la tensión entre ambos, así que tan solo le confirmo a Uruha que firmarían su alta antes de salir rápidamente de la habitación. La tensión era sofocante. Uruha se levanto de la cama sin mirar a Yuu y comenzó a recoger sus cosas.

 

-          ¿De qué estás huyendo? – Uruha detuvo lo que hacia, pero siguió sin ver al médico a los ojos.

 

-          No estoy huyendo. Me siento bien y por lo tanto debo irme – Yuu negó varias veces

 

-          Estás huyendo, Uruha – el castaño no dijo nada y retomó lo que hacia – Uruha...

 

-          Kouyou – lo interrumpió el mas alto – mi nombre es Kouyou – susurró. Yuu lo miró dolido, sin importarle que el otro no estuviera viéndolo. El silencio volvió a instalarse de manera incómoda entre ambos

 

-          ¿Dónde esta Akira? – Yuu rompió el silencio, Kouyou no se esperaba esa pregunta, por lo que finalmente volteó a verlo. El médico tenía los ojos rojos, era obvio que había estado llorando. Uruha se mordió un labio al verlo sin saber porque le dolía tanto una simple expresión del otro hombre, pero el fondo, conociendo que la realidad era que lo sabn del otro hombre, pero el fondo, conociendo que la realidad era que lo sabía, perfectamente, pero no quería aceptarlo.

 

-          Está firmando los papeles que faltan para poder irme – murmuro. Yuu suspiró antes de hablar .

 

-          No te pido que te quedes, es un hospital y no es un lugar agradable, lo sé. Pero al menos... Al menos piénsalo, permíteme seguir viéndote – Uruha volvió a dejar lo que hacía, miró al mayor mortificado y negó, repetidas veces.

 

-          No, no hay nada que pensar. No hay razón para seguir viéndonos. Akira es mi pareja, y pretendo… de verdad, que siga siéndolo… el amor que siento por él es…

 

-          Es solo de amistad… – completó ya que el otro parecía haberse quedado sin palabras. El castaño lo miró a los ojos y volvió a negar, su expresión era resignada, había dolor en ella, tanto como lo había en la del médico, Yuu no pudo más – ¿¡De verdad vas a hacerlo?! ¿De verdad vas a condenarte a ti y a Akira a vivir con las personas que no aman? ¿Vas a ser tan egoísta como para negarle a Yutaka que sea feliz solo porque tú te niegas a creer que todo lo que pasó haya sido verdad? ¡No! Miento... No es que te niegues a creerlo, en el fondo, crees con cada partícula de tu ser que es cierto, solo que te niegas a aceptarlo. Puedo ver todo eso en tu mirada, Kouyou – el castaño lo miro perplejo al no escuchar 'Uruha' de los labios del médico. Yuu se dio cuenta de inmediato – si, Kouyou, porque el Uruha que yo conocí, el Uruha que yo amo... Jamás haría algo como esto.

 

-           Yuu... – trató el mas alto, pero el médico ya había salido de la habitación hecho una furia.

 

Cuando volvió a verlo, fue por obligación, junto a Takanori fue a darles las indicaciones de lo que debía hacer, de los medicamentos que debía tomar, de las cosas que debía evitar, en fin, las cosas de rigor que debía saber.

Yutaka se acercó a él y se despidió animadamente, agradeciéndole todo lo que había hecho por ellos. Yuu asintió forzándose a sonreír, Akira también se despidió, agradecido. Finalmente Uruha se acercó. Le ofreció su mano para que la estrechara y así hizo.

 

A ninguno de los dos les pasó desapercibido esa especie de corriente eléctrica que los recorría al tocarse, ambas miradas, cargadas con la misma cantidad de tristeza se conectaron, acoplándose la una a la otra. Yuu fue el primero en reaccionar, dejo de mirar al castaño para observar el suelo al tiempo que soltaba su mano. Uruha no dejo de mirarlo, quería decir algo, pero no se atrevía, por mas que separó sus labios sus palabras se negaron a salir.

 

-          Nos vemos en una semana – susurró al fin. Yuu subió la mirada, sorprendido, pero ya los tres chicos habían dado media vuelta y estaban caminando hacia el ascensor. Se volteó a ver a Takanori, el mas pequeño lo miró de arriba abajo antes de negar decepcionado.

 

-          En una semana tiene que venir para un chequeó… te ves miserable Yuu – el pelinegro rió sin ganas. Lo sabía – no puedo darte un reposo cada vez que te veas así pero…

 

-          No necesito un reposo – susurró antes de devolverse al área de urgencias para seguir trabajando.

 

Yuu no quería ansiar el momento en que pasara una semana. No quería, pero inevitablemente se vio contando las horas. Jamás se había sentido tan solo, sentía que le hubieran arrancado un pedazo de su pecho, y habían dejado un enorme vacio.

 

No le tomó mucho tiempo concluir en que el vacio en su pecho, era porque Uruha se había llevado su corazón al marcharse.

 

Vivía como un autómata, todo lo hacía en piloto automático. A veces llegaba de una esquina a otra del hospital sin saber como. No se le escapaban las miradas preocupadas y casi de lastima que le dirigía Takanori.

 

Ese día había tenido guardia en pediatría, por lo que solo había logrado deprimirse más. Pero un niño llamado Tadashi (Yuu había temblado un poco al oír el nombre) le había regalado una pequeña pelota anti estrés, así que iba rumbo al área de descanso jugando con la pelotita, lanzándola al aire para volver a agarrarla. Cuando llegó, se acostó, tal cual estaba vestido, y siguió lanzando la pelota al aire.

 

De repente, y de forma extraña ya que no había fallado nunca, la pelota se le fue de las manos y comenzó a rebotar por el cuarto, deteniéndose a la orilla de la cama mas alejada de la habitación. Esa de la esquina en la que nadie se acostaba por voluntad propia. Yuu suspiró y se levantó, caminando hasta donde estaba, pero al tratar de agarrarla, se resbaló de sus manos hasta quedar bajo la cama. Yuu volvió a suspirar y se arrodilló para buscar la pelota, había quedado en medio de la cama, por lo que tuvo que meter la mitad superior de su cuerpo bajo esta para alcanzarla. Pero lo que vio ahí lo hizo querer tratar de levantarse bruscamente, y por lo tanto golpearse la cabeza.

 

Siseó de dolor y maldijo por lo bajo, agarrando la pelota, el collar y volviendo a salir de debajo de la cama. Volvió a maldecir por lo bajo al ver que había ensuciado toda su bata y fue a buscar otra para ponerse. Lanzó la pelota y el collar a la cama, pero se obligó a mirar el collar mas detenidamente.

 

No quería hacerlo, solo le traía mas recuerdos y de inmediato las lágrimas se agolparon en sus ojos, apretó el collar entre sus manos antes de ponérselo y terminar de cambiarse.

 

_

 

La semana finalmente pasó, y el día en donde Uruha iría llegó sin avisar.

Trató de escaparse y hacer otra cosa, pero al fin y al cabo era su caso, y debía estar presente.

 

Y no, el castaño no tuvo la decencia de irse un poco desarreglado. De al menos tener consideración con Yuu y no ser tan ridículamente hermoso. Llegó con el cabello un poco mas corto y peinado cuidadosamente.  Una chaqueta lo cubría, ya que llovía casi torrencialmente ese día, pero se la quitó tan pronto entró al consultorio.

 

No, tampoco tuvo la decencia de parecer serio, le sonrió a Takanori y a Yuu con calma y hablaba animadamente de lo mucho que estaba mejorando, de los dolores que estaba desapareciendo, de la cicatriz que iba ocultándose.

 

Al final Takanori terminó encargándose de todo, mientras Yuu solo se dedicaba a observar cada uno de los movimientos del castaño, porque aunque Uruha lo hubiera saludado y sonreído cuando había entrado, ni una vez mas sus ojos se habían posado en él. Y en esa posición se mantuvo, no volteó a ver al médico pelinegro, no hasta que la consulta hubo terminado y se acercó a Yuu a darle la mano para despedirse.

 

Sus ojos primero se clavaron en el collar que adornaba el cuello de Yuu, antes de subir lentamente, enfocándose en sus ojos.

 

La mirada castaña se suavizó de inmediato. Sentía que por primera vez lo estaba viendo. Sentía como si una venda hubiera sido arrancada de sus ojos y por primera vez estuviera viendo claramente al hombre de sus sueños frente a él. Al hombre de esos sueños que con cada segundo se volvían menos sueños y se convertían mas en recuerdos verdaderos.

 

Yuu le devolvía la mirada confundido. Uruha se había descolocado totalmente. Quería decir algo, quería desesperadamente decirle al pelinegro que era verdad, que lo amaba… pero había hecho todo mal cuando había tenido la oportunidad, por lo que no puedo pronunciar ninguna palabra y en dos segundos había salido huyendo del edificio del hospital.

 

Takanori no se sorprendió demasiado, ni mucho menos cuando Yuu se llevó las manos a su cuello murmuró “el collar” y desapareció atrás de Kouyou.

 

Yuu corrió hasta alcanzarlo, Uruha no se había puesto la chaqueta y caminaba apresuradamente por el estacionamiento para salir del hospital, apretándola entre sus brazos. Se estaba empapando pero no parecía importarle, por lo que Yuu decidió que a el tampoco le importaría y salió del edificio del hospital, corriendo una vez más hasta estar lo suficientemente cerca.

 

-          Kouyou… – lo llamó. El otro hombre se detuvo de inmediato, pero no se volteó –... Kouyou tengo tu… ¿Kouyou? – seguía sin voltearse, y Yuu notó de inmediato que su espalda temblaba –…Uruha… – susurró. El aludido se volteó, estaba lloviendo, estaba empapado, pero definitivamente había mas que solo agua de lluvia corriendo por el rostro de este – tengo tu collar… – trató de quitárselo pero al mas alto lo detuvo.

 

-          No… es tuyo –

 

-          Pero…

 

-          Akira me dio ese collar – dijo, sonriendo con ensoñación – aún no empezábamos a salir cuando me lo dio y me dijo que… que ese collar me mantendría junto al amor de mi vida – rió levemente y miró al mayor a los ojos por unos segundos, sin poder soportarle la mirada – claro, en ese momento refería a él, y lo fue, por mucho tiempo. Pero cuando te vi… con ese collar lo entendí todo Yuu…  ese vacio que he sentido durante toda esta semana y me di cuenta de todo lo que estoy perdiendo… todo lo que estoy sacrificando por no querer aceptar lo que pasó… porque simplemente es demasiado fantástico para ser real… lo siento… lo siento… no te merezco – se atoró con sus palabras y sollozó con fuerza.

 

-          Shhh… Uruha… mírame – el castaño le obedeció, ya estaban mas que empapados y temblaban de frío y anticipación – ¿por qué no?

 

-          ¡Porque yo no lo aceptaba! Porque tu Yuu… ni por un momento dudaste de este amor y yo… es lo único que he hecho. Sabía que estabas sufriendo viendo porque no te recordaba… y no hice nada por evitarlo… porque todo debía ser un sueño, si te veías triste era solo por casualidad, si me mirabas con amor era solo porque eras un buen médico. No sabes cuantas excusas tuve que inventar para mi mismo… para convencerme de que no pudo haber pasado… lo siento… de verdad, perd… – no pudo seguir porque Yuu agarró sus manos entre las suyas. De inmediato esa corriente los recorrió y Uruha jadeó levemente. El pelinegro apretó sus manos, las acarició, antes de subirlas y tocar sus brazos. Uruha sonrió al darse cuenta de lo que pasaba y se dejo hacer, observando al hombre frente a el con la mirada cargada de amor, y sintiendo como su corazón latía irregularmente cuando los ojos de Yuu se volvieron a encontrar con los suyos y una sonrisa de absoluta felicidad, junto con unos ojos llenos de emoción le devolvían la mirada.

 

-          Te amo – susurró Yuu, ya sus manos tocaban su cuello, y ahora estaba muy cerca, tan cerca que Uruha podía sentir la respiración del otro en su cuello, en su rostro, cerca de sus labios.

 

-          Yo también te amo – susurró Uruha de vuelta – te amo Yuu, te amo, te amo… – y hubiera seguido, pero Yuu eliminó la poca distancia que había entre sus labios, primero fue un roce, pero lentamente lo profundizaron más, temblando cuando sus lenguas hicieron contacto la una con la otra. Se separaron para respirar pero volvieron a acercarse, delineando sus labios, saboreándolos, sintiéndolos. Yuu abrazó a Uruha por la cintura, acercándolo más hacia su cuerpo. y sin romper el beso acarició la espalda del otro, su cintura, todo lo que estuviera a su alcance. Uruha rompió el beso, y de inmediato se refugió en el cuello del mayor, abrazándolo, apegándose más a él si es que era posible, llorando de la emoción que sentía.

 

Se podían tocar, se podían sentir, el calor del otro, sus besos, la textura de su piel… ya tendrían tiempo para explorarla más a fondo, en ese momento solo con estar juntos bastaba.

 

Estaban solos en el estacionamiento, eran los únicos lo suficientemente locos como para estar afuera con esa lluvia, pero en ese momento la lluvia era lo de menos.

 

Solo importaban las manos de uno sobre el otro, sintiéndose y acariciándose con amor, por primera vez.

 

 

 

Notas finales:

 

 

Y Fin!

 

 

Espero les haya gustado!

Iba a terminarlo en la parte de la azotea, pero... me decidí a alargarlo. Soy complicada, los complico a ellos ><

Pero no fue tanto eh? 

Espero que este romántico D:

 

En fin~

 

Nos leemos en algún otro fic

No olviden dejar su opinión

Gracias por leer!

 

Cuidense!

 

Bye

 

^^ 


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