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Yo nunca... por Altair

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Notas del capitulo:

¡Lo siento mucho! Tenía planeado publicar esto en semana santa, pero hubo un problema con mi ordenador y no pude. (Lo expliqué en los reviews) Pero al final conseguí salvar el fic c': Y terminar el capítulo.

En fin, quiero decir una cosa que me ha pasado en semana santa y que me quedé en blanco: Me pasó lo mismo que a Bunny en el primer capítulo o_o Quedé con unos amigos para tomar algo y nos pusimos a jugar al yo nunca... solo que esta vez sí tomamos alcohol y el juego fue mucho más allá de lo que habíamos ido nunca. ¡Fue impresionante! ¡Lo juro! Habíamos jugado muchas veces, pero nunca con confesiones tan brutas. (Y que conste que ni lo de ir a beber ni lo de jugar fue cosa mía. Todo cortesía de mis amigos :'3)

Aunque la mitad de los que jugaron ya sabían de mí, fue una curiosa manera de que los nuevos del grupo supieran que era bi xDU Pero como estábamos entre queers, no pasó nada. (En serio, de 8 personas, 5 no éramos hetero xDD)

Así que ahora puede decirse que este fic está basado en hechos personales del futuro (?) Escribiré que a Bunny le toca la lotería o algo, a ver si cuela... xD

Por cierto, esta vez hay POV de los dos.

Barnaby POV

Escuché el sonido del despertador como algo más molesto de lo normal. Espera, esa no es la melodía que suelo usar… Ah, claro, el móvil de Kotetsu. Se había quedado a dormir ayer. Entonces debió poner la alarma también. Todavía medio dormido, me giré y le di un codazo al hombre perezoso y dormilón que tenía a mi lado, que no parecía escuchar el ruido.

-Viejo, apaga tu móvil –dije incorporándome y mirando el reloj de la pared-.

-Hmm… –no se despertaba-.

-Oh, pero si todavía es temprano –efectivamente, todavía eran las ocho-. Kaede aun llega a las nueve y cuarto… –susurré a modo de queja-.

Era demasiado pronto para levantarse, así que yo mismo alcancé ese cacharro infernal y lo apagué. Podíamos dormir por lo menos media hora más.

Aproveché el momento y me quedé mirando como dormía Kotetsu. Seguía abrazando el conejo de peluche. Por un momento, por mi cabeza pasó la idea de que era realmente tierno, y me entraron ganas de abrazarlo. Pero no lo hice. Podría despertarse. Así que simplemente me acerqué más y vigilé su respiración. Tan lenta y apacible… Un par de mechones caían por su cara; los aparté con cuidado. Acaricié su pelo, era suave.

Podría jurar que no hay un solo ser sobre la faz de la Tierra que odie a este hombre. Siempre tan amable, tan… como él es.

Encontrará a alguien mejor.

Me acomodé a su lado y cerré los ojos intentando dormir esa media hora extra. Antes de caer en el sueño, susurré un vago “te amo”. Tan bajito, que habría jurado que jamás salió de mi boca.

 

Volví a despertar a eso de las ocho y media. Intenté despertar a Kotetsu también, pero lo dejé. Parecía muy a gusto. Así que programé la alarma de mi móvil para dentro de diez minutos y me fui a duchar. Busqué la ropa en mi armario, no quería vestir como siempre. Kaede siempre me decía que mi ropa estaba bien, pero que tenía que probar cosas nuevas. Cogí un pantalón vaquero algo ajustado, un jersey de cuello alto de color negro y la chaqueta de cuero que había llevado ayer. Dejé todo eso encima de una silla al lado de la cama junto con mis gafas y me metí en el cuarto de baño.

El agua me despejó todos esos pensamientos que tuve hace un rato. ¿Cómo pude pensar siguiera en abrazarlo? Debo controlar estas cosas. Oh, eso me recuerda… En su casa, cuando le corté el paso… También me costó mucho contenerme. Kotetsu puso una cara… Supongo que fue eso por lo que paré. Pero me inquieta. Esa situación me es familiar, no sé por qué. Nunca antes había hecho algo así, pero tengo la sensación de que ya lo hice antes.

Bah, chorradas.

No podía ser nada serio. Estaba completamente convencido de que nunca pasó nada de eso. Cerré el grifo de la ducha tras auto imponerme la norma de dejar de preocuparme por tonterías. Me sequé un poco el pelo y el cuerpo y luego puse la toalla alrededor de mi cintura.

Entré en mi habitación a por la ropa. Cuando estuve dentro, vi que Kotetsu estaba sentado en la cama con mi teléfono en la mano.

-Eh…  Estaba sonando… –me dijo señalando el aparato después de unos instantes de reflexión-.

-Sí, puse la alarma para que te despertaras.

-¿Y por qué no me despertaste tú? Vamos un poco justos de tiempo –lo dijo con tono de queja, pero no estaba realmente molesto-.

-Es que no te despertabas, viejo –mentí-.

Se rió y dejó el teléfono en la mesilla.

-El baño ya está libre, ¿verdad? Me voy a dar una ducha.

-Bien. Yo me voy vistiendo.

Y así lo hice.

Puse la ropa interior y el pantalón vaquero primero. Luego, el jersey de cuello alto. No estaba muy acostumbrado a vestir ese tipo de ropa, pero bueno… Además, por lo visto hoy va a hacer bastante más frío que estos últimos días. Estaría mejor así que con mi camiseta de manga corta y mi chaqueta roja. Malditas bajadas repentinas de temperatura… ¿Por qué no habré nacido en un lugar más cálido? O al menos, con un clima más estable.

Dejando de lado mis quejas, fui hasta la cocina para preparar el desayuno… Y ahí me di cuenta de que no sé qué desayuna el viejo. Seguro que arroz frito con mayonesa. Después de tanto tiempo, puedo asegurar que ese hombre es capaz. En fin, un café siempre sienta bien por la mañana. Dos tazas… y bien cargado.

Acababa de meter las tazas en el microondas cuando escuché un grito.

-¡Bunny! ¡Bunny! ¡Ven un momento!

¿Para qué demonios me llamaba ahora? Me acerqué hasta el cuarto de baño y desde detrás de la puerta le pregunté:

-¿Qué quieres?

-Es que… aquí no quedan toallas. ¿Me puedes dar una?

-Ah, claro… Un momento.

Rebusqué en el armario de mi habitación y cogí una toalla blanca. Volví a la puerta.

-¿Se puede? –di un par de golpes antes de entrar-.

-Claro que sí –abrí la puerta-. Pero vamos a ver, ¡si nos cambiábamos de ropa juntos en los vestuarios de Hero TV! ¿Y ahora pides permiso para entrar? –rió-.

-Es que…

Lo pensé bien. Era idiota. Ya no me acordaba. Y yo ahí haciendo el ridículo llamando a la puerta como si no nos conociéramos de nada.

Él estaba sentado en la bañera. Ya había cortado el agua, pero todavía no había salido. Para no mojar el suelo, supongo. Se levantó despacio. Alargué un poco el brazo para entregársela. No me acerqué mucho, verlo en ese estado… No, no podía acercarme.

Miró la toalla y luego me miró a mí.

-Gracias –dijo, un poco más seco que de costumbre-.

Y salí del baño antes de que hubiera alguna “consecuencia”. O sería yo el que necesitase otra ducha… de agua fría.

Volví a la cocina. Ya estaba el café listo. Preparé la mesa en lo que él se vestía. También hice un par de tostadas. Eché azúcar en mi taza y lo esperé revolviendo el café. Entonces él entró en la cocina. Se quedó un poco sorprendido.

-Hice el desayuno –le comenté antes de que pudiera decir nada-. No sabía qué tomabas por la mañana; hice café y tostadas, pero también tengo zumo y bollitos de esos rellenos de chocolate.

-No, así está bien. ¿Tienes leche? –asentí-. El café solo no me gusta mucho… Es amargo.

Abrí la nevera y dejé la leche encima de la mesa. Él se sentó en donde estaba la taza. Yo, en el lado de enfrente. Y empezamos a desayunar. Kotetsu echó un poco de leche en su taza para suavizar el sabor del café, pero se pasó y el líquido desbordó.

-¡Kotetsu!

-¡Ah, lo siento, lo siento!

Llevé una mano a la frente, desesperado. Que desastre de hombre. Luego quiso limpiar el estropicio con un trapo, pero entonces le dio un golpe a la botella de leche, que casi cae. Al borde de un ataque, atrapé la botella al vuelo y lo frené. Ya lo limpiaría yo más tarde. Ahora teníamos que terminar rápido para ir a por Kaede.

 

Kotetsu POV

Escuché el sonido del despertador como algo lejano, pero enseguida se detuvo. ¿Sería un sueño? Estaba desorientado. Pero no abrí los ojos. Me encontraba muy cansado. Ya volvía a ese estado de sueño semi consciente de cuando todavía no estás dormido del todo cuando noté que algo me tocaba la cara y parecía apartar mi pelo de ella. Seguí con los ojos cerrados, pero ya estaba completamente consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Estaba en casa de Bunny, hoy íbamos a por Kaede. Así que tenía que ser él el que apartaba mi pelo con esa delicadeza. Sentí algo extraño. Eran movimientos muy lentos, y en cierto punto… agradables. Sí, esa era la palabra. Agradable. No quería que parase. Pero se detuvo.

Noté como se volvía a tumbar completamente para luego escuchar muy débilmente…

-Te amo…

Abrí los ojos esperando encontrarme con su mirada, no creía que me lo fuera a decir de verdad. El corazón se me encogió en el pecho tras oír su confesión. Pero él tenía los ojos cerrados, y parecía que ya había comenzado a dormitar. En cierta manera, esperaba que estuviera despierto, al menos para esperar una respuesta. Quizás lo haya dicho en sueños…

Pero… ¿Quería que continuara con las caricias? ¿Esperaba que estuviera despierto? ¿Por qué?

Estaba… ¿decepcionado?

Dejé todos esos pensamientos de lado y seguí durmiendo. No me apetecía levantarme, lo único que deseaba era dejar de cavilar. Y además todavía era bastante temprano.

Volví a escuchar un sonido estridente. Pero no era de mi móvil. Me levanté. Bunny no estaba en la cama, pero su teléfono estaba sonando. Lo cogí y vi que era una alarma, así que la apagué. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió y por ella entró él, con el pelo y el cuerpo húmedos y únicamente cubierto por una toalla que llevaba en la cintura y le tapaba hasta las rodillas. Entonces me miró.

Me quedé en blanco.

-Eh… Estaba sonando…

Le señalé el teléfono, rezando por que creyera que ese momento de silencio era debido a estar recién despertado.

Como el baño estaba libre, apuré y entré. No sabía qué me había pasado hace un momento… Necesitaba espabilar ya.

Me metí en la ducha buscando despejarme, pero en vez de eso, mis pensamientos cada vez se enredaban más y más… Por alguna razón, todos mis sentidos estaban alerta cuanto Bunny estaba cerca. Como si cualquier cosa pudiera pasar en cualquier momento. Mi pecho sufría la gran presión de mi corazón latiendo fuerte dentro. ¿Nerviosismo? Sí, me ponía nervioso cada vez que se aproximaba. Ah, debo acostumbrarme a esta situación. Vale, él es gay y yo le gusto, pero no por ello va a… Bueno, sí, me besó, pero porque estaba borracho. Además, no se acuerda de nada. Con la cabeza hecha un ovillo enmarañado de pensamientos, cerré el grifo. Salí de la ducha y abrí una de las puertecitas del mueble donde estaban las toallas. No había ninguna.

Mierda.

Tenía que llamarlo. No había nada con que pudiera secarme para ir hasta la habitación sin salpicar el suelo, y mi ropa estaba fuera. Pero… me vería desnudo. Ya me había visto otras veces en los vestuarios, pero… Bueno, esto es un poco distinto.

Lo llamé. Se acercó hasta la puerta y preguntó algo molesto lo que quería, sin llegar a abrirla. Escuché como abría el armario y pasados unos instantes daba un par de golpes en la puerta. Mi corazón me jugó una mala pasada al rebotar de golpe. Me sentí ahogado.

-¿Se puede?

-Claro que sí –entró-. Pero vamos a ver, ¡si nos cambiábamos de ropa juntos en los vestuarios de Hero TV! ¿Y ahora pides permiso para entrar? –le recriminé para destensar el ambiente-.

-Es que…

Abrió mucho los ojos, como sorprendido. Seguro que también pensó lo mismo que yo de este momento tan incómodo. Luego, agachó la cabeza muy poco, casi de manera imperceptible, parecía cortado, y sin dar un paso más alargó su brazo para entregarme la toalla. No quería acercarse más. Se podía leer perfectamente en su cara. Deseaba mantener las distancias, supongo que para salvar la amistad que teníamos. Pero sé lo que es enamorarte de un amigo. Bueno, en mi caso, una amiga. No hay cosa más dura que desear estar lo más cerca posible de ella y, al mismo tiempo, formar una barrera imaginaria alrededor suya para evitar estropearlo todo.

Pero conociendo ese dolor y el carácter de Bunny puedo deciros con total seguridad que llegará un día en el que él no pueda aguantar más. Algo asustado de ello, agarré la toalla y con sequedad le di las gracias. Él salió del baño apurado, y yo comencé a secarme, con el corazón latiendo desbocado… otra vez.

Un rato después entré en la cocina, y para mi sorpresa, el desayuno estaba preparado. Era café y… unas cosas marrones y quemadas que parecían tostadas. Él estaba apoyado en la encimera, de pie, sujetando una taza de café con una mano y dando vueltas a una cucharilla con la otra.

-Hice el desayuno. No sabía qué tomabas por la mañana; hice café y tostadas, pero también tengo zumo y bollitos de esos rellenos de chocolate.

-No, así está bien. ¿Tienes leche? –él asintió-. El café solo no me gusta mucho… Es amargo.

Dicen que el sabor del café puro únicamente es comprendido por los adultos. Supongo que en el fondo nunca llegué a madurar del todo. Me río internamente mientras Bunny deja una botella encima de la mesa. La agarré y con cuidado comencé a derramar la leche sobre la taza, pero ésta estaba bastante llena ya, así que sin darme cuenta, desbordó. Lo primero que escuché fue mi nombre en un grito. Intenté disculparme de manera apresurada y limpiando lo que había manchado, pero le di con el codo a la botella abierta, que casi cae. Los reflejos de Bunny salvaron a la mesa.

-Déjalo, ya lo limpiaré luego. Ahora apura, que vamos a llegar tarde. Van a dar las nueve.

Salimos a toda prisa y nos subimos al coche. Bunny puso música. No lo suficientemente alta como para no hablar, pero de todos modos no nos dirigimos una sola palabra. Quizás encendiendo el reproductor evitaba esa sensación de ligera incomodidad del silencio. Pero a medio camino, yo comencé la conversación.

-¿Tienes ganas de ver a Kaede?

-Bueno… sí. Hace mucho que no la veo.

Solté un gemido afirmativo como respuesta.

-Casi pareces su tito Barnaby –bromeé; Bunny era como un hermano, y esos dos se llevaban tan bien…-.

-¿Tito? –respondió seco-. ¿Qué clase de expresión es esa?

-Oh, de cariño. ¿Nunca llamaste a tu tío tito o a tu abuela yaya?

- … No. Y tampoco quiero que lo hagan conmigo.

-Oh, venga…

-No.

-No eres lindo, Bunny. Siempre así de frío.

-Así me hicieron los demás.

- …

Me sorprendió su respuesta. Sabía exactamente a qué se refería. Barnaby ha tenido en su vida un montón de frentes por los que sentirse presionado y por los que cualquiera se habría encerrado en sí mismo, en un mundo el cual nadie más tiene permitido entrar. Como una barrera que él mismo ha ido formando a través de los años. Conmigo es algo distinto, claro, pero aún así no deja de ser una persona fría y poco emocional.

De ahí a poco llegamos a la estación. El reloj del edificio marcaba las nueve y diez. Quedaban cinco minutos.

-¿Quieres un refresco? Voy a la máquina –me preguntó-.

-No, gracias.

Se fue y, al momento, volvió con una lata de Coca-Cola. Estuvimos hablando de cosas sin importancia hasta que un tren llegó y vimos aparecer a Kaede, maleta en mano, mirando en todas direcciones.

-¡Kaede! ¡Aquí!

Ella nos vio y su rostro se iluminó. Vino corriendo hasta los bancos en donde nos habíamos sentado al entrar.

-¡Papá!

-¿Cómo está mi niña? –dije acariciándole el pelo-.

-No soy una niña… –protestó-. Bien. Hola, Barnaby –saludó algo emocionada, Bunny la saludó también-. Qué raro que no haya gente alrededor tuya, ¿verdad?

-Sí… Deben de estar todavía medio dormidos y no se dan cuenta de que estoy aquí.

-No te creas tanto, héroe. No se acercan porque ya no trabajas en Hero TV –bromeé-.

-¿Ah, sí? ¿Y quién fue el que más ofertas para hacer anuncios recibió después de renunciar, viejo? ¿Quién es el famoso aquí? –me contestó-.

-Ah, no empecéis –suspiró mi niña-. ¿Podemos irnos ya? –y tras llamar nuestra atención, me fijé en su maleta-.

-Dios santo, pero ¿qué te ha metido tu abuela ahí? Solo van a ser unos días. Déjamela, yo te la llevo.

-¡No! ¡Yo puedo!

Y de pronto, Kaede empezó a emitir un aura azulada y levantó la maleta con una sola mano y sin esfuerzo. Varias personas se sobresaltaron por la luz y empezaron a mirar hacia nosotros. Escuché sus cuchicheos.

-Mira, ¿es una NEXT?

-Sí, lo es. Tan pequeña…

-Eh, ¿ese no es Barnaby?

-¡Sí, el Héroe!

-¡Barnaby!

Y antes de darnos cuenta, se había formado un pequeño grupo de cinco o seis personas a nuestro alrededor. Todos ellos clamando la atención de Bunny.

-Te lo dije –me susurró lleno de ego-.

-Tú firma rápido esos autógrafos, que quiero irme a casa –era deprimente que él fuera el único de los dos al que reconocieran. Bueno, yo llevaba siempre máscara, pero la gente no es tonta. Si ven que Tiger siempre va con él, y ahora Bunny está con un hombre parecido…-.

-Barnaby aún es famoso, ¿verdad? –me dijo Kaede-.

-Sí… –suspiré-.

Una de las chicas había sacado su teléfono móvil y le había pedido una foto. Bunny se giró hacia mí y puso cara de pena fingida. Maldito…

Tras un rato, Kaede dejó de brillar y puso la maleta en el suelo.

-¿Tienes tu antifaz aquí? –me dijo una vez terminó con los autógrafos-.

-Pues no. Desde que nos retiramos ya no lo llevo…

-Qué pena… Iba a presentarte como Wild Tiger… –dijo en voz baja-.

¿Qué? ¿Bunny presentando a su compañero para dejar de ser momentáneamente el centro de atención? ¿Lo haría para reírse de mí?

-Barnaby, ¿quiénes son ellos? –preguntó curioso uno de los del grupito de fans-.

-Oh, ellos… –me miró con duda-. Ellos son…

-¡Wild Tiger! –grité escondiendo a mi hija detrás mía-.

Ya no éramos héroes, así que supongo que no importaba si descubría mi verdadera identidad. A Bunny no le fue muy mal.

-Ah, ¡el compañero de Barnaby!

-Ese mismo.

-¡El viejo torpe!

-Oye, no soy tan viejo…

Al final yo también acabé firmando autógrafos y sacando fotos. Y me sentó de maravilla. Todavía había gente que me apreciaba. Gracias a la llegada de Bunny al mundillo de los héroes, he de admitir, pero ya no importaba.

-¿No has pensado en seguir trabajando como héroe?

-Pero mis poderes…

-Tú siempre dijiste que un héroe es un héroe hasta el final, ¿verdad? –el más joven me miró con ojos emocionados-.

-Entorpecería demasiado a mis compañeros. No creo que compense –confesé con pena-.

-Bueno, se acabó la entrevista, tenemos que irnos –dijo Barnaby con la voz más amable y dulce que fue capaz de fingir-.

La gente se quejó un poco, pero la mitad enseguida se dispersó. Aunque los demás nos siguieron hasta el aparcamiento.

-¡Adiós! –se despidieron emocionados-.

-Adiós –despedimos a la vez los tres-.

Metí la maleta de Kaede –que al final terminé llevando yo- en el maletero del coche de Bunny. Luego, me senté en el asiento del copiloto. Kaede se sentó detrás. Bunny comenzó a conducir en dirección a mi casa.

Qué ganas tenía de pasar estos días con mi hija… y olvidarme de todos esos pensamientos que por momentos me asfixiaban. Pero qué poca idea tenía entonces de que las cosas no iban a estar tan tranquilas como deseaba.

Notas finales:

¡Espero que os haya gustado cómo se va desarrollando! Sé que quizás es un poco lento en comparación con otros fics de por aquí, pero el amor lleva su tiempo... :P Más aún en casos así. Y es que me gusta guardar un poco el realismo de estas situaciones.

Para el siguiente capítulo prometo ya algo más de acción. (Y no, no me refiero a lemon xD) Las cosas se van a tensar bastante entre estos dos.


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