Sasuke
Tal vez han sentido en algún momento de su vida, que lo tienen todo y aún así se sienten vacios.
No importa con cuantas personas estén, se sienten solos. Yo lo he sentido muchas veces en la vida…
Cuando era niño, lo tenía todo. Una mamá, un papá y un hermano que admiraba y quería, pero aún así, me sentía fuera de lugar. Desamparado. Y al pasar el tiempo, el sentimiento se acentuó. Toda la atención la tenía mi hermano.
He de confesar que al principio y hasta cerca de los 16 eso me dolía; pero dejo de hacerlo porque apareció alguien capaz de hacerme olvidar cualquier cosa. Y me llenaba el alma con su calidez.
Era mi rayito de luz. Le conocí cuando teníamos 14… Un completo tonto. Lleno de complejos. Al que todos molestaban y humillaban. Yo simplemente lo “toleraba”. Aunque me resultaba fastidioso e irrevente, en algunas ocasiones.
De verdad, era un dobe.
Y yo no entendía el porqué. Era hijo único tenía a sus dos padres y hasta donde yo sabía lo amaban con locura. Aún así parecía querer más. Eso me hizo odiarlo tanto; tenía lo que yo tanto deseaba.
Por eso, cuando me propusieron aquella apuesta para seducirlo. No lo dude ni un segundo.
Ese niño merecía una lección y yo se la daría.
Creo recordar que algunos días antes, el había intentado acercarse a mí. El muy imbécil creía que podía usarme para ser popular. Simplemente lo ignore, pero quede realmente molesto e indignado.
Eso fue lo que impulso a tomar la propuesta sin remordimientos. Obviamente, no planeaba llegar muy lejos.
Sólo quería enamorarlo... darle un escarmiento.
Pero no resulto, o al menos, no como lo planee. Al final, sólo era un niño muy solo. Uno que nunca tuvo amigos. Que sólo tenía el amor de sus padres Y como es natural deseaba algo más.
Y sin darme cuanta poco a poco le abrí mi corazón.
Nos volvimos amigos.
El olvido su “plan” y yo deseche el mío.
Todo iba muy bien. Hasta que un día se entero de la apuesta. Y haciendo uso de un valor que no creí que tuviera. Me enfrento.
Y yo no lo negué.
No valía la pena negarlo. Y al aceptarlo existía la – pequeña- posibilidad de que con los meses me perdonara.
El necesitaba un amigo y yo también, ambos ganábamos.
Lo increíble es que me perdono casi al instante.
Y nuestra amistad en lugar de marchitarse floreció como un arbusto en primavera, después de una buena podada.
Nos volvimos mejores amigos.
Me presento a sus padres. Minato era un hombre muy parecido a Naruto, con un carácter noble. Y Kushina encantadoramente bella, con un carácter “explosivo”.
Personas muy amables.
Que al ver que era el primer y único amigo de su hijo, me adoptaron al instante como un miembro más. Una familia muy dulce.
No quiere decir que la mía no lo fuera. Sólo eran más fríos, en especial mi padre. Que me vía como la sombra de mi hermano. Al que nunca pude llegar odiar. Siempre me apoyo, en especial cuando le confesé a mi familia que estaba enamorado del dobe.
Pero volviendo al tema central. Naruto y yo nos volvimos cercanos, muy cercanos, el me vía como un amigo/hermano.
Solíamos ir a caminar y comer helado, lo cual odiaba; pero con él a mi lado era capaz de tolerarlos. Eso y más; incluso comer Ramen…
Y poco a poco y sin darme cuanta me enamore de él, de su fragilidad, soledad e imprudencia.
Pero el sólo me veía como a un hermano y yo perdidamente enamorado de un dobe dependiente de mi, en todo momento.
Uno que al pasar de los años, poco a poco desapareció, para dar paso a un joven más “maduro” y autosuficiente.
Pero jamás perdió esa chispa que lo hacía y hace tan especial, atrayente.
Dejo de ser un imbécil necesitado de amor, para ser uno con miles de amigos. Todos locos por él.
Su verdadera personalidad salió a flote. Una noble y explosiva. Paso de patito feo a hermoso cisne. Tenía muchos amigos y yo pasea ser uno más.
Sentía que lo perdía, se me iba de las manos. Y no podía evitarlo.
Por eso un día, uno de los últimos de preparatoria, le confesé mi amor.
Íbamos caminado por el parque, una de esas salidas que con el tiempo desaparecerían.
Cuando de la “nada” le bese; un dulce y tímido beso, en el que intente transmitirle todos mis sentimientos. Y al separarnos le dije que le amaba.
Y para mi sorpresa. Esos hermosos ojos brillaron más que nunca.
El me correspondía.
Y así nos volvimos novios. Entramos a la universidad.
Naruto a psicología y yo a mecatronica.
No saben cómo intente evitar que se fuera lejos de mí, lo quería a mi lado, cerca de las maquinas y lejos de los humanos.
Pero no lo logre. Se fue.
Nos veíamos muy poco, pero cada vez que lo hacíamos, el me contaba todo. De sus nuevos amigos, de sus profesores… De una vida a la que no pertenecía.
Sin embargo, yo deseaba creer que era mío.
Aunque en el fondo supiera que no era así. Sentía que el dobe era demasiado para ser mío. Y me dolía. Me asustaba la idea de perderlo. Por eso, en cuanto pude le propuse ir a vivir juntos…
Un patético intento de atarlo a mí. Pero una vez más no lo conseguí.
Parecía que estar a mi lado no lo llenaba. Que mis caricias ya no lo hacían vibrar… Y al hacer el amor… No lo sentía a mi lado.
No saben cómo intente “innovar”, meterle emoción a la relación. Le hice el amor en cada uno de los rincones de nuestro hogar, pero nada funcionaba.
Sólo obtenía respuestas negativas.
Cada día se veía más triste y lejano.
Sus sonrisas se volvieron falsas o al menos las que me dedicaba a mí.
Me mataba lentamente verlo sonreír, con calidez, para alguien que no era yo. Brillar y atraer como el sol que es. Las miradas fijas en él. Ojos deseosos de su atención.
Me llene de miedos, complejos y el vacio volvió… más fuerte que nunca.
Necesitaba sentir que valía, que era atractivo e interesante, que el dobe no me dejaría.
Por eso, y no me justifico, lo engañe.
No fue uno, fueron muchos lo que pasaron por mi cama.
Personas insignificantes que sólo servían para subir mi ego.
Hasta que la conocí a ella.
Un ser frágil, que me necesitaba y no encontraba la forma de vivir sin mí. Ella me amaba y yo amaba el sentimiento de ser necesario para alguien.
Algo que desde hace mucho no soy para Naruto.
Mentiría si dijera que no lo amo. Porque lo amo tan profunda e intensamente que su sola imagen es capaz de llenar el vacío en mi interior.
Pero duele y mucho. Saber que la persona a la que amo con el alma, es tan feliz teniéndome a su lado, como sino.
Que brillara y será encantador aunque no sea conmigo.
Y saber que… No fui suficiente...