Ciel dejó caer su espada, sus dedos estaban temblorosos y su cuerpo no reaccionaba… hubiera sido el momento perfecto para que el rubio lo atacara, pero algo había cambiado… y ya sabía qué era.
Escrutó con la mirada cada detalle del rostro del chico que estaba en frente suyo, su interior se sentía desbocado por la alegría que tenía.
Nada parecía indicar rastro alguno de que Alois estuviera siendo controlado, sin embargo su expresión era cansina y a duras penas lograba mantenerse en pie… su extremidades temblaban ligeramente y la fatiga del rubio lo consumía poco a poco.
Al fin una sincera sonrisa de alivio se dibujaba en el contorno de sus labios, el peligro parecía haberse esfumado tan fácilmente que le parecía imposible que sucediera otra cosa por la cual lamentarse luego.
Sin embargo su sentido común le decía a gritos que aún faltaba para que todo acabara… aquél demonio que lo había torturado seguía sin mostrarse y eso le preocupaba.
De pronto sintió que caía, sus rodillas parecían haber flaqueado, además una ligera presión le oprimía la cintura… con un sonido sordo chocó contra el suelo… pero no había sido su culpa… era Ciel quien prácticamente lo había tacleado con un fogoso abrazo y no parecía querer soltarlo.
En principio se sorprendió y no supo cómo reaccionar, el chico escondía su rostro contra su pecho y lo apretaba tanto que incluso le costaba respirar.
La expresión atónita del principio fue reemplazada por una alegre pero cansina.
Poco a poco pasó sus brazos por alrededor del otro como diciéndole que ya estaba todo bien, aunque no estaba seguro si la aseguración iba dirigida para sí mismo o para el otro.
- Hey… ¿Ciel? – preguntó tímido de romper el silencio y la tranquilidad que lo envolvía, no quería salir nunca de ahí y poder congelar el momento por la eternidad, pero también sabía que no era posible y que lo mejor era moverse con rapidez de ahí.
- ¿Hmm…? – fue toda respuesta de la que fue capaz, no quería dejarle ver al otro que había estado sollozando entre sus brazos, le parecía tan ridículo algo como aquello, pero no había podido evitarlo.
- Debemos irnos… pronto. – fue su respuesta… al observar más detenidamente a su alrededor, la inquietud había vuelto y con mayor fuerza.
Ciel no respondió, sabía que era cierto… pero aún no podía creerlo del todo, por alguna razón se sentía siendo engañado y que en realidad el rubio no estaba ahí… había muerto ¿no es así?
Como si necesitara asegurarse de que era real lo apretó más firmemente, pasando sus manos por los trastos que tenía como ropa y sin despegar su frente de su pecho.
Alois comprendió lo impresionado y choqueado que debía de estar y lo dejó recuperarse de aquello con paciencia, sintió su tacto sobre la tela y también el ritmo de su respiración.
Una vez que Ciel parecía haberse asegurado de que era cierto que se encontraba ahí, dio un imperceptible suspiro de alivio.
Le aterraba mirar, temía descubrir que en realidad no era Alois, que se había desvanecido como una ilusión.
No obstante también sentía una insistente desesperación por admirarlo, asegurarse que estaba ahí y poder apreciar sus perfectas facciones.
Alois se sentía extraño en cierto modo, el chico tan altanero de siempre y tan serio, se había convertido ante sus ojos en un indefenso niño. Le parecía tan frágil en esos momentos que no podía dejarlo ir. De pronto se removió un poco y sin previo aviso se detuvo, estaba muy quieto y Alois no podía dejar de mirarlo y de sostenerle el abrazo, lo único que quería era encontrarse al fin con la mirada que lo había hecho perder todo rastro de cordura.
Lenta y muy despacio movió su cabeza hasta encontrarse al fin con aquellas orbes de un profundo celeste cielo, algo en su pecho quería explotar, estaba a punto de empezar a hiperventilar de pura dicha.
Antes de cualquier otra cosa, la realidad cayó sobre sus hombros con pesadez y se dio cuenta del valioso tiempo que los estaba haciendo perder.
- Tienes razón… vámonos. – sentenció de repente, recomponiéndose y volviendo a ser el mismo de siempre.
Una sonrisa socarrona se formó en los labios del rubio, simplemente nunca podría acostumbrarse a esos cambios tan repentinos de humor ni a esa capacidad incomparable de recuperar la compostura tan rápido.
Ciel se levantó de encima, su imponente figura no hacía más que recordarle a Alois que no era un niño pequeño, sino un adolescente que imponía mucho más respeto que lo que otros adultos jamás lograrían.
Alois intentó seguirle rápidamente para no quedarse atrás, de un salto intentó levantarse, pero un agudo y punzante dolor lo atravesó sin piedad.
Con tanto ajetreo y la presencia embriagadora de Ciel, había olvidado por completo lo que había tenido que hacer para liberarse del control del monstruo.
Con un pequeño quejido se llevó la mano hasta el lugar de donde provenía el dolor, una mueca de disgusto pasó por su cara sin poder evitarlo.
Ciel lo miró desconcertado sin entender el problema, por alguna razón su amigo no había sido capaz de levantarse, pronto su mirada fue a clavarse hasta el lugar donde se sujetaba Alois, la espada seguía clavada en su pierna y de la herida brotaba mucha sangre.
Ciel rodó los ojos como queriendo decir “no tienes remedio” y se inclinó a ayudarlo.
- ¿sabes que eres demasiado melodramático para todo? No deberías haber hecho eso… - le dijo revisando el daño.
- Pff… de nada por haberte salvado… - le contestó con gran sarcasmo en la voz, definitivamente ese chico era un insoportable en todo, pensó para sí el rubio.
- Quitaré el cuchillo a la cuenta de tres… - volvió a replicarle sin prestar mucha atención a sus comentarios.
- ¿tienes idea de cuán insoportable eres? Creo que hubiera sido mejor no haber hecho nada. – hablaba Alois con una media sonrisa y algo despreocupado.
Ciel lo quedó observando con una mirada entre incrédula y taladrante, con el semblante muy serio y sin dejar de verlo a los ojos le quitó la espada de un tirón y sin ningún aviso.
- ¡Aagh!... ¿y qué pasó con a la cuenta de tres? – le preguntó enfadado y adolorido.
- Ups… lo siento lo olvidé… es que soy demasiado insoportable… - fue la única respuesta que obtuvo por parte del pelinegro.
- ¡¿es por eso…?! ¡eres increíble Ciel!... no tienes idea de cuánto dolió eso! – le gritoneó en la cara – muy maduro de tu parte… - volvió a replicar el rubio cargado de sarcasmo y acompañado de una mirada asesina. Ciel rasgó una tira de tela de la camisa de Alois, al fin y al cabo ya estaba demasiado a mal traer como para conservarla, la amarró con un nudo simple sobre la herida para detener la hemorragia.
- Ya deja de reclamar como una niña… - le dijo Ciel pasando su brazo por alrededor de su cuello y ayudándolo a pararse.
- Já… no recuerdo que fuera yo quien gusta de pasearse por ahí vestido de chica… - le respondió con una risita entre dientes.
Sin poder contenerse, soltó al rubio haciendo que se diera otro porrazo y dirigiéndole otra de sus miradas de odio.
- Auch… eso debe haberte dolido… - le dijo divertido mientras el otro le reclamaba con blasfemias demasiado vulgares como para ser tomadas en cuenta.
- … - Alois detuvo su perorata de insultos para intentar hacer su mejor esfuerzo en levantarse y comenzar a caminar por su cuenta… pero sus esperanzas de lograrlo no llegaron más allá de los primeros dos pasos, ya que su percepción del equilibrio parecía haber desaparecido por completo.
- Hey… tranquilo… - le dijo Ciel sujetándolo por la cintura antes de que se fuera de cara contra el suelo.
- Gracias… - le dijo arrastrando las últimas letras para hacer notar su enfado. – de todas formas no necesito de tu ayuda… - volvió a hablar haciendo un desprecio demasiado infantil.
- Jajaja… no parece ser así… esta vez eres tú quien no puede ni mantenerse de pie… - le contestó el de ojos zafiro recordando el primer encuentro que habían tenido, una sonrisa atravesó su rostro e iluminándole como no le sucedía hace ya tiempo.
- Ah… ya cállate niño mimado… - le objetó ya sin argumentos para combatir contra eso.
- Jajajajaja… - Ciel no pudo contener una carcajada que sorprendió indudablemente al otro chico que jamás lo había visto reír de esa forma.
- … ¿y tú de qué te ríes ahora? – inquirió inocentemente el chico, sin comprender la razón de su repentina carcajada.
- …de ti… - logró responderle Ciel, apenas se calmó un poco, a lo que Alois lo miró acusadoramente… ¿cómo podía ser tan descarado de decirle en su cara que se burlaba de él vaya a saber uno por qué razón? - …es que eres demasiado infantil y molesto incluso en los momentos más críticos… - continuó mientras detenía sus carcajadas, lo que más le hacía reír no era sólo la inmadurez del otro… sino que su capacidad de hacer caso omiso del mundo y de mantener su propia burbuja.
Ambos comenzaron a caminar lo más rápido que les resultaba posible, el ambiente se había vuelto a tensar al cabo de unos cuantos minutos, podían sentir la atmósfera maligna aplastándolos como si hubiera adquirido peso.
Además Alois ya no parecía estar tan bien como hace un rato, Ciel apenas si podía mantenerlo lúcido, intentaba hablarle para que no cayera inconsciente… no podía permitir que eso sucediera o quizás ya no despertaría.