La pesada puerta se abrió rechinando fuertemente. Sam dormía en las penumbras del lugar. De repente las luces se encendieron, encandilando al muchacho que apenas pudo distinguir una silueta distinta a la que había visto esos últimos días. Alguien nuevo se le acercaba lentamente.
- Hola Sam…-
Una voz familiar resonó en los oídos del muchacho. ¿Acaso era…? ¿Realmente lo habían encontrado?
- … por favor… sácame de aquí…- rogó Sam
Sam cerró los ojos mientras respiraba hondamente. Esperaba comenzar a oír voces conocidas, sin embargo eso no sucedería. De pronto comenzó a sentir unas manos frías recorrer todo su cuerpo.
- Por… favor
- Cierra la boca
- …¿qué…?
El hombre golpeó al muchacho fuertemente en el rostro
- …por favor ayúdame- balbuceó confundido- …dile a Mid que venga por mí…
La puerta nuevamente se abrió.
- ¿qué haces aquí?
- Eh… yo…
- Sabes que no puedes entrar aquí. Ya dejé pasar una vez lo que hiciste… ya toleré tus asquerosas perversiones… pero este es mi trabajo, y no dejaré que interfieras
- ¿Qué puedes hablar tú sobre perversiones…? De todas formas lo matarás
- Ya está muerto ¿acaso quieres mancillar el cadáver de un chico? ¿eres un maldito necrófilo?
Sam se movió quejándose, casi delirando.
- ¿cadaver? ¡¡Está vivo!! Sólo que estás demasiado loco como para poder verlo
Necros alzó la vista inquisidoramente, casi ignorando lo último que había oído.
- ¿Te reconoció?
- …no- mintió
- Lárgate de aquí
Aquel intruso se fue dando un fuerte golpe a la puerta. Sam ardía en fiebre, por lo que el asesino se dedicó a bajarla, mientras algo se removía molestándolo en su interior. Para evitar complicaciones, debía deshacerse de aquel ayudante deficiente.
Aun no salía el sol cuando Midane abrió los ojos. Mijissu dormía a su lado. Era verdaderamente hermosa. Le gustaba verla con el cabello suelto y desordenado sobre la almohada, ya que siempre lo usaba recogido. Su cintura fina y sus largas piernas transmitían un suave calor, así como toda su presencia. Aún tenía su ropa puesta, ya que nada entre ellos había pasado aquella noche.
El detective se levantó y preparó café. Al acercarse a la mesa notó los papeles, acerca de Necros, que la mujer había estado leyendo. Recordó a Sam, sintiendo un insoportable sentimiento de culpabilidad. ¿Qué estaba haciendo? Sam lo necesitaba más que nunca y él solo se limitaba a lidiar con su propia angustia y sus deseos alternos. Sin embargo… ¿qué era lo que realmente sentía por el chico? Estaba seguro de que deseaba más que nada salvarlo de las garras de Necros, pero ¿qué pasaría después? ¿qué era aquello que alguna vez Sam supo despertar en su interior? No tenía tiempo de pensar en ese tipo de cosas, primero se aseguraría de que el chico estuviese a salvo.
Dejando la taza de café casi llena, tomó su abrigo y salió rápidamente del departamento. Era una mañana fría y nublada. El auto avanzaba lentamente, casi al mismo ritmo que los espesos pensamientos del detective. Le dolía la cabeza, y ni siquiera había comenzado la jornada de ese día. Una vez más repasaba los sucesos de principio a fin. Nada, ni una sola punta, todo asquerosamente prolijo y limpio.
En la central sin embargo se veía un intenso movimiento. Otro paquete de parte de Necros había llegado. Esta vez era un tubo de ensayo con unas gotas de sangre, no obstante, no era el interior lo que convertía a aquel objeto en una importante pieza en la investigación. Sobre el vidrio del pequeño envase había una huella digital.
Para cuando el sorprendido e ilusionado Midane llegó a su escritorio, Fade revisaba viejos expedientes, mientras, al igual que todos, esperaba los resultados de la comparación de la huella. Fade era un hombre bastante joven para la experiencia con la que cargaba. Midane no estaba seguro de su edad, a pesar de considerarlo como un gran amigo, nunca le había dado importancia a ese tipo de datos. No era muy alto, delgado, de rasgos fuertes y varoniles. Se lo conocía como muy mujeriego, a pesar que nadie lo había visto nunca con alguna mujer. Especialmente le atraía cualquier dato que hablase de Necros, así como demostraba gran interés por el caso de Sam.
- ¿Estás mejor?- interrogó el joven
- …¿eh? … s…sí- mirando la venda en la mano de Fade- perdón por eso
- No creímos que volverías tan rápido
- No podría estar en mi casa sin hacer nada
- Deberías… te ves muy cansado
Esbozando una sonrisa un tanto irónica- ¿tú crees?
De repente, entró Gore con los resultados de la comparación de la famosa huella. Tal y como miedosamente Midane esperaba, aquella marca era compatible con otra que habían encontrado en otro caso de Necros, la cual aún no tenía dueño.
- ¡mierda!
La huella podía ser de Necros como de cualquier ayudante, lo que significaba que estaban como al comienzo. Fade y el resto del equipo bajaron la vista y siguieron con su trabajo a pesar de la inmensa expectativa que habían demostrado ante el anuncio. Midane, por su parte, estaba otra vez con un terrible odio en su interior… ¿Cómo al principio? Cientos de horas trabajando y nada ¿era eso posible? Pasivamente se levantó y bebió un café… esa noche revisaría los expedientes del caso por su cuenta. Algunos datos se estaban filtrando.
La tarde pasó fugazmente. La central había quedado casi vacía. Midane tomó la gran carpeta que contenía todo acerca del caso de Sam. Había fotos del muchacho en la escuela, con sus dibujos, datos personales e imágenes de los presentes que Necros les había hecho llegar. El detective sintió como se le revolvía el estómago. Sin embargo todo indicaba que aquellos elementos se habían tomado de un cuerpo vivo. Eso significaba que Sam aún podía estar esperándolo. Estaba sufriendo, pero aún con vida. De repente el sonido estruendoso de una puerta cerrándose lo desconcentró por completo. El creía estar solo, pero no lo estaba…
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