Mijissu revisaba algunos detalles en la computadora de su casa, cuando encontró un dato que podría salvar la vida de Sam.
El celular de Midane chilló en el silencio asuntándolo.
- Mijissu, lo siento, te llamo luego, estoy ocupado
- ¡Espera mid! Es importante
- ¿qué ocurre? – el detective caminaba rápidamente por los pasillos a oscuras hacia el lugar de donde había venido aquel ruido
- La familia de Sam, tiene un mausoleo en el cementerio de la zona oeste
- No comprendo
- Estoy segura que Necros lo sabe y va a ir a enterrarlo ahí
- Da aviso al lugar y…
La llamada se interrumpió. Mijissu volvió a marcar el celular de Midane, sin embargo nadie respondía. Rápidamente tomó las llaves del auto y salió rumbo a la central. Tenía un mal presentimiento.
Sam despertó algo confundido. Estaba mareado y tenía muchas náuseas, más de lo normal. Sin embargo, lo que más le preocupaba era un fuerte dolor de cabeza que se manifestaba en repentinas putadas que lo obligaban a cerrar los ojos en una mueca de dolor. Observó como el asesino limpiaba, de espaldas a él, unas pequeñas herramientas.
- ¿te sientes mejor?- preguntó el hombre sin voltearse ni abandonar su labor
- …sí
- Estuve todo el día para bajar la fiebre
- Estuve alucinando… ¿cierto?
- No lo sé- acercándose al muchacho- ¿recuerdas algo?
- Creí ver a alguien… pero no es posible. Bueno, era muy real lo que veía pero… lo que sucedía no… no era real
Necros miró detenidamente al chico
- ¿a quién viste Samm…?
De repente Sam puso los ojos en blanco y comenzó a convulsionar. Necros se desesperó, no entendía que era lo que sucedía, cuando entre los bruscos movimientos de Sam pudo ver detrás de su pierna marcas de agujas. Aquel imbécil de su ayudante lo había estado drogando en su ausencia para quién sabe qué. Lo que veía ahora era un ataque de abstinencia, por lo que atinó a inyectarle una espesa sustancia que hizo que Sam detuviera aquellos temblores y quedase inconsciente. El incidente de ayer había impedido que le suministrara la dosis de ese día.
Mijissu entró rápidamente a la central. Podía oir el eco del ruido que hacían sus tacos al caminar. Todo estaba en completa oscuridad, y en ciertos lugares, donde no llegaba el resplandor del alumbrado público de las ventanas, debía caminar a tientas sin ver absolutamente nada. De repente oyó unos pasos detrás de ella.
-¿Mijissu?
- ¡Mid!
El hombre la observaba inmóvil. Aquella actitud asustó un poco a la mujer, que sin embargo, se acercó y acarició el rostro inmutable del detective.
- Se cortó la llamada telefónica. Creí que te había sucedido algo
- Había alguien…
- ¿…alguien?
- No sé… pero estoy seguro que estaba por el caso de Sam… estuve revisando algunos datos y hay cosas que no coinciden. Quisiera que me ayudes con esto.
- Por supuesto, pero creo que ahora no es el momento, además si hay irregularidades no te conviene que todos sepan que estuviste quedándote solo aquí.
Midane se acercó a Mijissu y la besó en los labios.
- Gracias… por cuidarme
Necros revisaba desesperadamente el cuerpo de Sam. Mientras que el joven de a poco recuperaba la lucidez.
- Chico, necesito que me digas exactamente lo que recuerdas de esas alucinaciones
- Lo siento, no estoy seguro… no sé qué era lo que pasaba… sólo recuerdo a alguien
- ¿QUI…N?
- ¿…qué ocurre?
- ¡¡DIME A QUI…N VEÍAS!!
- No recuerdo su nombre… sólo sé que trabaja con…- en ese instante Sammuel pensó que aquella persona podría haber ido en algún tipo de operativo para rescatarlo - trabaja con mi padre…- mintió.
- … con tu padre… ¿y dices que no recuerdas lo que pasaba? ¿acaso no te hacía… cosas?
Sam se estremeció.
- ¿…cosas? n… no comprendo… ¿qué clase de…? – realmente no recordaba que había pasado y eso lo asustaba
- Luego hablaremos de eso… por cierto, en los días que te restan no creo que puedas hacer esa llamada que querías y… un trato es un trato, y creo que tu parte estás cumpliéndola bien. Si todavía quieres hacerla debe ser mañana… luego ya no podrás hacerlo
- Bien… - Sam comenzó a llorar en silencio. A pesar de que trataba de ser valiente, estaba aterrado. El calvario aún no había empezado pero estaba más cerca que nunca ¿a qué se refería exactamente con “ya no podrás hacerlo”? se suponía que lo mantendría vivo hasta el décimo día, pero… eso no aseguraba que lo mantendría ileso.
Midane y Mijissu cenaron juntos en el departamento del detective. Luego de comer se sentaron juntos en un enorme sillón que estaba en la mitad del living. No hablaban nada, solo estaban abrazados, como si necesitasen del calor del otro
- Mijissu – habló Midane alejándose del contacto de la mujer, la cual sólo lo miró en silencio.- ¿tu… odias a Sam?
- ¿Qué estás insinuando?- preguntó molesta
- Nada, sólo quería saberlo
- No puedo creerlo… - levantándose violentamente del sofá- ¿estás desconfiando de mi? ¿¿EH??
- No lo sé
- ¿¡qué es lo que no sabes Midane!? ¿¡no sabes que estoy enamorada de ti!? Creo que eso sí lo sabías ¿cierto? Cuando necesitabas alguien que llene tu cama no desconfiabas mi ¿verdad? – tomando su abrigo- no puedo creer que esstés diciéndome esto
- Sólo respóndeme… luces asustada
- ¡NO ESTOY ASUSTADA! ¡¡ESTOY ENOJADA, FURIOSA!! Fui una completa estúpida – aventándole unas carpetas al detective- ahí tienes, comprueba todos los datos que quieras, si crees que soy una criminal denúnciame- saliendo del departamento y dando un fuerte golpe a la puerta.
Midane solo se quedó sentado en donde estaba… ¿qué estaba pasándole? ¿el dolor estaba impidiéndole pensar? No, no es fácil tener que desconfiar de tus amigos, pero era por el bien de todos. Menos el traidor, todos corrían peligro, y si proteger a Mijissu también implicaba alejarse de ella, lo haría. Por ella, y por Sam.
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