Capítulo II. INDIFERENCIA
- ¿Hei? –Llamó Ruki a la nada después de unos minutos en los que se había perdido en su mente y notó que el niño con el que estaba hablando no se veía por ningún lado. ¿En qué momento se había ido?
Miró la habitación por un instante pero en ella ya sólo se encontraba Yuu escribiendo en su celular. Tampoco se veía rastro de Kai ¿Cuándo había salido el castaño?
Caminó con un cuidado innecesario hacia la puerta, preguntándose hasta dónde podía llegar en la condición que ahora tenía. Aventurándose paso por paso, de manera lenta, fuera de la estancia. Dando un último vistazo a su cuerpo justo antes de cruzar el umbral.
Ya fuera, en el pasillo, fue mucho más fácil seguir caminando y dejar de lado la incertidumbre, después de todo ya no tenía nada que perder si se arriesgaba. Debía encontrar a ese niño lo antes posible. Tenía muchas preguntas en mente y él era el único que le podía dar respuestas, porque en realidad era el único con quien podía hablar.
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En un pequeño pero igualmente lujoso departamento, un alto castaño se removió dentro de sus cobijas algo molesto, siempre que estaba a punto de despertar echaba de menos el calor corporal. Se podría decir que esa era una de las razones por las que no había pasado ni una noche sólo desde hace ya varios años, aunque no siempre se tratara de la misma persona la que despertara a su lado. Afortunadamente las cosas parecían funcionar de maravilla con su “nueva adquisición”: era lindo, atento, divertido y bastante complacedor, en todo sentido. Tal vez y hasta dejaría de buscar por un tiempo.
- ¿Mao? –susurró sin despegar el rostro de la almohada y escuchó a su lado el tono de su celular, siendo este último lo que logró despertarlo del todo.
Sentándose de mala gana sobre la cama, revolvió su cabello dando un gran bostezo. Se levantó por completo con pesadez y anduvo por la habitación sorteando el regadero de ropa que habían dejado en el suelo él y su pareja la noche anterior. Tomó el aparato y leyó la pantalla descubriendo que se trataba de un mensaje de parte de Aoi. El imbécil de Aoi.
¡¡¿¿Sigues dormido??!!
Se suponía que hoy también vendrías a visitar a Taka.
Así que trae tu lujurioso trasero egoísta aquí de inmediato.
YUU ( ò O ó )/
Gruñó con molestia y apartó el móvil con brusquedad. Había olvidado por completo lo de Takanori. Apropósito, claro está.
No habiendo de otra salió directo hacia el baño a arreglarse para minutos después bajar a la cocina y encontrar allí a su amante “perdido” haciendo el desayuno. Lo tomó por la cintura y dio una lenta lamida en el níveo cuello de este.
- ¿Qué haces? –preguntó susurrante en su odio.
- Waffles –dijo éste con simpleza, totalmente concentrado en lo suyo.
- Lo siento lindo –Volvió a hablar Uruha depositando un beso cerca de su oreja- Tendrás que desayunar sólo. Debo irme ahora o Yuu vendrá por mí para obligarme de todas maneras.
- Pero… ¿Volverás temprano? –El más bajito de los dos lo observó irse con desilusión.
- No lo sé –soltó justo antes de cerrar la puerta. Sin intención alguna de escuchar cualquier réplica de su pareja.
Sólo dio un par de pasos por la calle y como siempre la sensación de estar siendo observado le llegó varios minutos después. Desde hace un par de semanas él y sus compañeros de banda habían notado que Uruha tenía un fanático demasiado ferviente, pero en la industria en la que se manejaban ya estaban más que acostumbrados a ese tipo de cosas. “Mientras no se me acerque más de la cuenta todo está bien”, había pensado en su momento el guitarrista castaño, y habría sostenido lo dicho hasta que la presencia de su acosador comenzó a ser mucho más obvia que antes.
No tenía miedo en absoluto, igual y se merecía ser acosado, pero ya llegaba a resultar molesto y cansino. Quería su privacidad de vuelta.
Cuando llegó al fin, Takashima dejó que las puertas automáticas se cerraran a su espalda. Siguió dando pasos con la intención de ir hasta la recepción y preguntar por la habitación en la que se suponía que estaría Ruki, pero de inmediato cambió de planes al ver a Kai caminando del otro lado del pasillo. Se acercó hasta él con la suposición en mente de que le estaba esperando.
- Hola Kai –dijo con desdén llegando a su lado.
- ¿Uruha? –El moreno volteó la vista hacia él pareciendo sorprendido de verle y con el rostro bastante pálido- No sabía que vendrías –aclaró al fin.
- ¿No te lo dijo Aoi? Fue él quien me despertó para que viniera –dijo el castaño más alto, arqueando una de sus cejas dudoso- ¿Todo bien Yuta? Te vez muy pálido.
- ¿Qué? –Kai parecía estar en otro mundo a momentos- Lo siento Uruha, no te preocupes es que todo lo que pasó con Ruki me calló de sorpresa –le sonrió.
- Si tú lo dices Kai –Uruha hizo cómo si le quitara importancia al asunto. Él más que nadie conocía al batero a la perfección, luego de haber salido con el muy recientemente y por casi dos años era de esperarse, y sabía muy bien que si quería sacarle algo, tendría que tomarlo desprevenido o Kai no le diría nada- ¿Por qué no vamos por un café? –Sugirió el más alto para ganar otra oportunidad de interrogarle, además así también podría evitar ver a Yuu en un rato.
- Claro, Shima –Aceptó de inmediato Kai con una sonrisa.
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Ruki pasó por muchos lugares del hospital pero el niño no aparecía por ningún lado. Comenzaba a pensar que se había esfumado por completo mientras pasaba por una de las salas privadas del hospital, que era mucho más tranquila a comparación de todos los lugares por los que había andado en ese día. Pensaba ir de largo, pero se detuvo en seco al notar cómo un par de ojos le seguían desde el interior de una de las habitaciones y que casualmente le eran más que conocidos.
Se quedó parado frente a la puerta unos instantes sin saber que hacer o decir pero en cuanto salió de su asombro, cortó la mirada con aquel sujeto y se fue, sintiendo perfectamente cómo los ojos del otro aún le seguían.
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- ¿Dónde te habías metido Yutaka? –trató de iniciar la conversación Uruha mientras iba al lado de Kai por el pasillo rumbo a la habitación de Takanori. Ambos con un vaso de café en la mano.- Mira que desaparecer así y dejarnos la locura de Ruki a nosotros solos.
- No tenía idea de que algo como esto podía ocurrir. Lo siento mucho Uruha… –se disculpó el castaño más oscuro- pero ya verás que juntos lograremos salir de esta –Le dirigió una sonrisa que el guitarrista de inmediato pudo notar como forzada.
- Eres un mentirosillo Yuta –Uruha le recriminó con burla jalando una de sus mejillas con los dedos- Pero aún así te queremos. Y si nos quieres contar las cosas a medias, estás en tu derecho –Logró borrar la sonrisa del baterista con lo último.
- Tú no te vez muy afectado por lo que pasó con Taka–Noto Kai por el tono de desinterés con el que hablaba Takashima.
- No es que no me importe –respondió el aludido- pero Takanori ya es lo suficientemente grande como para decir qué es lo que quiere hacer con su vida, y si decidió arrojarse del edificio de la compañía para comprobar que tan alto es, pues ese es problema suyo.
- Pero somos sus amigos –objetó.
- Tú lo dijiste, somos sus amigos, y no por eso debemos controlar su vida –con eso finalizó su argumentación el castaño más alto.
- Mejor nos apresuramos antes de que Aoi se moleste contigo por tardar tanto… se veía un poco molesto cuando le pregunté por ti-le hizo saber Kai a lo que Uruha rodó la cara con fastidio la mención del pelinegro guitarrista.
- Odio que Yuu se comporte como si fuera mi padre –habló el guitarrista con hastío.
- Tiene sus razones. Todos nos preocupamos por ti… –trató de buscar las palabras correctas para hacerle comprender- Sabemos el tipo de líos en los que eres capaz de meterte…
- Mejor cortemos con esto – Takashima se apresuró a dar por terminada la conversación en cuanto vio venir el sermón de parte de Kai- ¿Todo bien con Nao? –ahora era su turno de hostigar a Kai.
- Sí, perfecto.
- ¿Y? –Continuó insistiendo el castaño presintiendo que por ahí iba lo que Kai le ocultaba- ¿Sólo perfecto y ya?
- ¿Desde cuándo te interesa tanto lo que pasa entre mi pareja y yo? –le hizo ver Kai.
- Si se trata de ti, me interesa –respondió con simpleza Uruha, sin pensar mucho en lo que dijo hasta escuchar sus propias palabras.
Luego de eso ninguno de los dos supo que más decir y entraron en completo silencio por la puerta.
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