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Breave Heart por Lacrimosa Phantomhive

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Notas del capitulo:

Como prometí, he aquí el primer capítulo. Espero les guste :)

 

 

 

Capítulo 1

Yoh logró a duras penas contener el grito que amenazó con salir de su garganta tan pronto como despertó. Su piel estaba bañada en sudor, sentía una gran presión en el pecho y el hecho de recordar todo aquello con tanto detalle le causaba un gran dolor.

—Joven Yoh—le llamó el samurái visiblemente preocupado, Yoh tuvo que recordarse que fue un simple sueño

—Yo… Estoy bien—mintió, ni él mismo era capaz de creer lo que decía, pero no se sentía con  la fuerza necesaria para fingir que era verdad— En verdad estoy bien—murmuró cuando sintió la insistente mirada de Amidamaru sobre él

El espíritu no pronunció palabra alguna, él mismo sentía todo el dolor que aquel chico llevaba tatuado en el alma. Y de algún modo se sentía responsable de ello…

 

En completo silencio, y de manera casi mecánica, Yoh se levantó del futon donde se encontraba. Lo guardó para después limpiar el poco desorden que había en la habitación, cuando Amidamaru quiso decirle que ya estaba limpio la única respuesta del castaño fue: “No quiero que Ana se enoje”

 

Pero era una excusa, y eso Amidamaru lo sabía muy bien. Desde la muerte de Hao Asakura; antepasado y hermano gemelo de Yoh, este no volvió a ser el mismo. Dejó de sonreír por voluntad, pero lo intentaba de vez en cuando, causando resultados demasiado deprimentes. Su prometida Ana, aunque estaba preocupada por él, sabía que poco podía hacer. Ella misma no tenía argumentos para pelear contra Yoh. Lo conocía bastante, y sabía que hablar con Yoh sobre la muerte de Hao era lo peor que podía hacer, sabía que, si llegaba a tocar el tema, incluso tratar de convencerlo de que fue lo mejor, Yoh tendría una respuesta que la dejaría muda.

 

Y eso lo aprendió dos días luego de la batalla, pero no quería recordarlo. Solo una vez en su vida conoció al Yoh que no hacía lo que los demás querían, al Yoh que luchaba por lo que anhelaba, y eso fue antes de que él se supiese heredero de la familia, y comprometido con una chica que, más que novia, veía como simple amiga. Si había algo a lo que Ana tuviese miedo, era a Yoh enojado. Era con lo que no volvería a meterse nunca. Ni por que fuese su única opción, sencillamente era algo que no podía hacer, y jamás haría.

 

Habían pasado ya 6 meses desde que el torneo de shamanes fue suspendido. En todo este tiempo las cosas parecieron calmarse. Esa semana, como cada mes, se había programado una reunión entre los amigos más cercanos. Horo fue quien sugirió aquello, Ana ya sabía que no cambiaría nada, pero le dejó hacerlo, aún tenía esperanza de que Yoh dejara ir el pasado, que tanto daño le estaba causando.

 

Pero no podía reclamarle, pues ella misma también se negaba a dejar ir el ayer.

 

Yoh finalmente salió de su habitación seguido de Amidamaru. Bajó las escaleras y fue directo a la cocina, donde no se sorprendió al ver a un chico unos centímetros más bajo que él.

—Buenos días Ren—saludó lo más alegre que pudo, pero su voz sonó demasiado fría

—Buenos días, Yoh—contestó el otro mientras le observaba de reojo, desvió la mirada, concentrándose en el vaso de leche que bebía en ese momento

 

No hubo más palabras, Yoh fue directo a lavar los pocos trastes que había dejado la noche pasada. Tamao ya no estaba ahí para ayudar, el mismo Yoh le pidió que se fuera usando como excusa que su prometida era demasiado celosa, y él solo podía hacerse cargo de la casa sin problema alguno.

 

La chica de cabellos rosas aun lloraba pensando en que fue un rechazo directo, y eso no estaba nada lejos de la realidad.

 

Los minutos pasaban en la pensión, pero ninguno de los dos chicos parecía tener ánimo de soltar palabra. El castaño se mostraba distante, mientras que el moreno trataba de idear alguna manera de sacarlo de su depresión.

 

“Es uno de mis mejores amigos” pensó Ren algo molesto “Debo de encontrar alguna manera de ayudarle” El ceño del moreno se frunció debido a la impotencia, ¿por qué no se le podía ocurrir alguna buena idea?

 

De un momento a otro Yoh terminó su labor, tomó un vaso de agua y salió de la cocina de manera silenciosa, Ren, por su parte, solo necesitó un par de segundos para convencerse de que dejándolo ser no conseguiría nada bueno.

 

Lo siguió hasta el jardín más próximo, y le vio tomar asiento en el suelo mientras observaba el cielo de la mañana.

—Ren, ¿crees que hicimos lo correcto?—preguntó Yoh de pronto, el otro se sintió algo nervioso, dudó unos segundos antes de responder

—No teníamos muchas opciones, había matado a demasiadas personas…—respondió, y apenas terminó de hablar se sintió como un verdadero idiota

—Él hubiese cambiado—contestó Yoh con una tranquilidad demasiado falsa, pero lo que dijo no era mentira, y Ren lo sabía.

 

Porque él mismo cambió luego de conocer a Yoh.

 

Un silencio incómodo se formó entre ambos de nuevo, Ren no tenía idea de qué decir, y, para su sorpresa, fue Yoh quien tomó la palabra.

—No es culpa de nadie, no tienes porqué tomarlo con tanta seriedad—comentó mientras se levantaba, limpió los rastros de polvo de su ropa— Después de todo, la responsabilidad seguía siendo toda mía, es… era mi hermano, lo que él hizo… —tragó duro, tuvo que respirar hondo para no soltar a llorar de coraje— lo hizo por mi culpa—murmuró bastante bajo “Porque quiso ayudarme” pensó, Ren quiso pedirle que repitiera lo último, pero la nieve que comenzó a caer lo distrajo

—Ese idiota anda cerca—comentó con burla, e Yoh notó el obvio tono alegre, sonrió sin gracia para sí antes de dejar al moreno ahí, a la espera del de cabellos azules.

 

Yoh no podía negar que era entretenido ver pelear al par, pero no se sentía con ánimos de hacer absolutamente nada.

 

Apenas llegó a la puerta de su casa cuando escuchó los gritos e insultos, no le sorprendió la velocidad con la que apareció, pero sentía cierta curiosidad.

 

¿Cuándo admitirían esos dos que sentían algo más?

 

Quizás él mismo era algo despistado, pero desde… el incidente aprendió a ver el mundo con otros ojos. Y aunque parecía que fuera la primera vez que veía el mundo, Yoh Asakura solo deseaba saber algo…

 

¿Cómo habría sido su vida si Hao jamás se hubiese marchado?

 

El corazón de Yoh se encogía ligeramente debido a la preocupación, sabía que habrían crecido como hermanos que eran, pero ¿sería el mismo sentimiento que tenía ahora?

 

No es solo sentir que estás vacío por dentro, es algo mucho más profundo. Es más que saber que tu otra mitad no está, es como si el único propósito de tu existencia desapareciera tan rápido que apenas y puedes notar que tan valioso es este.

 

No podía explicarlo con demasiada claridad, lo único que sabía es que, de volver a ver a Hao en su próxima vida (por qué intuía que volvería a verlo tarde o temprano) lo primero que haría sería abrazarlo, y, de ser necesario, atarlo a permanecer ahí.

 

Quizás sería Hao el que lo llevara “al lado del mal” pero mientras se sintiera completo de nuevo, Yoh estaba seguro de que estaría bien.

 

Una mueca se formó en su rostro al notar a donde iban sus pensamientos, él siempre había pensado que una vida tranquila era todo lo que necesitaba, eso era lo único que quería, y justo ahora eso no era nada para él.

 

Creer que vivir tranquilo te traerá la felicidad, es una ilusión.

 

Con el paso de los días la pensión de Fumbari fue recibiendo más invitados. La poca comida que había no sería suficiente para los recién llegados, entre los cuales estaban: Ren, Horo, Liezerg, Ryu, Fausto y Manta, quien había comenzado a quedarse luego de que las clases terminaran, debido a ciertos incidentes tuvo que dejar de ir a las clases especiales de verano, y ese incidente respondía al nombre de Mozuke, quien se había declarado ya su espíritu acompañante.

 

 

Otro suceso increíble había sido la noticia de una nueva pareja que ninguno de los habitantes de la pensión esperaba. Liezerg había caído en los encantos del joven Ryu. Fausto había ignorado esto, como casi todo lo que pasaba a su alrededor, pero fue Manta el que notó que algo andaba mal con el médico.

 

Estaba atardeciendo ya cuando Yoh decidió ir a comprar las cosas para la cena de ese día. Dejó a todos en la pensión, y cuando los demás chicos se ofrecieron a acompañarle respondió que deseaba ir solo, incluso Amidamaru tuvo que quedarse debido al serio tono que el Asakura había usado.

 

Yoh salió de casa con paso lento, tan pronto como perdió de vista la pensión sus ojos se fueron llenando de lágrimas mientras que una creciente ira se abría paso en su interior. La verdad a él no le importaba mucho ir a comprar nada, pues desde que amaneció ese día solo una cosa llenaba su mente, o más bien, una persona no salía de sus pensamientos por más que lo intentara.

 

Hao Asakura era el nombre de aquella persona.

 

Camino sin saber a dónde iba realmente, hasta que su vista se enfocó con la de una mirada verde jade. Yoh retuvo el aliento unos momentos, negó con la cabeza y trató de pasar de largo de aquella chica mientras quitaba todo rastro de lágrimas.

—Yoh-sama—llamó con suave voz la rubia, Yoh tragó duro, ¿por qué le emocionaba verla? “Ella no vendría sin un buen motivo” pensó con cierta amargura, pues un buen motivo era lo mismo que una orden directa de Hao— Yoh-sama, ha pasado tiempo sin verlo—comentó, el castaño le dio la cara de nuevo, sorprendiéndose al verla sonreír

—Mary—susurró entre triste y alegre al verla, ella notó esto por lo que le miró con comprensión mientras dudaba si acercársele o no.

—Yoh-sama, no debe preocuparse—aconsejó ella, dio un paso y con cierta duda puso una mano en su hombro— Él dijo que todo estará bien—le aseguró, e Yoh le miró con sorpresa… Mary lo miró con una seriedad que le hizo poner nervioso—Solo es cuestión de tiempo, Yoh—dijo ella para luego sonreír— Nos vemos en el torneo— se despidió antes de dar media vuelta y alejarse hasta perderse de la vista del chico.

 

 

El joven Asakura había entrado a un estado de shock luego de escuchas las palabras de Mary. ¿Él dijo…? Su corazón comenzó a latir rápidamente, ¿él? ¿Hao?

 

Estaba tan metido en sus propios pensamientos que no vio en qué momento los demás shamanes llegaron a su posición. Fue hasta que Manta le gritó que salió de su silencio y lo miró con verdadera curiosidad.

—Yoh, el torneo…—comentó el chico preocupado, Ren tomó la palabra

—El torneo de shamanes será retomado—anunció midiendo la reacción del castaño

— ¿Estás bien?—preguntó esta vez Horo

—Joven Yoh, ¿qué debemos hacer?—cuestionó Ryu

— ¿Participará?—fue turno de Liezerg

Yoh no deshizo su expresión curiosa, en cambio los miró aun más atento, llamando así la atención de Fausto, quien lo examinaba atento. Yoh soltó una risa, una que hace tiempo no soltaba. Pequeñas lagrimitas salieron debido al ataque.

—¿No es obvio?—preguntó a Liezerg, este le miró preocupado— Participaré—aseguró

 

La seguridad de sus palabras no pudo ponerse en duda, Ren sonrió mientras se cruzaba de brazos.

—Entonces prepárate, porque yo seré el único rey—afirmó

— ¿Quién te crees tú? —Respondió Horo ofendido— El rey seré yo

Yoh volvió a reír al verlos pelear, todos se quedaron en silencio al verlo reír de nuevo, a lo que él simplemente se encogió de hombros.

— ¿No estás nervioso?—quiso saber Manta

—No demasiado—admitió para sonreír como solo él sabía, miró hacia el cielo estrellado mientras murmuraba bastante bajo— Sé que todo estará bien —Porque tu lo prometiste, Hao… pensó

 

 

 Para alcanzar mí objetivo, y no dejarme engañar por una ilusión…

 

 

Notas finales:

Próxima actualización:

Capítulo 2 - El 27 de Junio


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