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ACORDE GEMELO por andherezu_rosui

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Notas del capitulo:

Hola mis queridas niñas. 

Les traigo un capitulo mas de este fic. Espero les guste y tambien espero mas RR. 

Gracias de antemano por leer y saludines a todas.

Capítulo 42 Opresión consumada…  

 

¿Era una broma de mal gusto? ¿Podía llamarse así? ¿O quizá un sueño bizarro? Lo cierto es que no sabía la respuesta… Sin embargo, se aseguró de grabar la imagen de aquel lugar en su mente. Más, que un campo de batalla, lucia como una escena salida del infierno, con cuerpos desparramados por todo el lugar, ahí en donde mirase... Sabía que no podía adentrarse más, tenía que reprimir ese impulso morboso de ir y ver con sus propios ojos las heridas que habían llevado a la muerte a todos esos hombres en el lugar. ¿Cuántos serían? Se preguntó anonadado por la masacre frente a él.

El olor oxidado de la sangre llenaba sus pupilas al punto de las náuseas, las dos personas que Shikamaru había salvado con ayuda de Lina debían haberlas matado, ¿Y ellas habían ayudado a esos asesinos? ¿Por qué?

-¿Itachi-sama? –Le llamó preocupada la voz de Shiho a su lado. Debía responder, lo sabía, pero… No podía.

Alejar sus ojos de aquellos cuerpos desperdigados por el lugar, inertes y sin vida era algo quimérico para él en ese instante, en su mente, sólo podía pensar con confusión e impotencia la razón que todos esos hombres muertos en el lugar tuvieron para terminar así. ¿Por qué prefirieron morir a rendirse? Y ¿Por qué Lina estaba dispuesta a matar para salvar a quien lo había hecho?

- ¡Itachi-sama! – Le nombró una vez más la voz serena de Shiho acompañada de un leve toque en su hombro, consiguiendo atraer su atención hacia ella.

-Lo siento… Yo… -Intentó explicarse pero vio en los ojos de Shiho su incertidumbre al verle tan afectado. Aunque fue reemplazada poco a poco con comprensión. Shiho parecía entender lo que pasaba por su mente en ese momento, y sí por alguna razón dudaba de aquella conclusión, las palabras de la muchacha se lo ratificaron.

-Puede ser difícil acostumbrarse… Mejor dicho, dudo que alguien pueda digerirlo siquiera, pero debe aceptarlo tal como es… De lo contrario le perseguirá de por vida.- Le dijo buscando explicarse a sí misma. – No tenían otra opción. De haberla tenido, no hubiese habido tantos sacrificios. Todos esos hombres, eligieron morir por voluntad propia.

-¿Cómo lo sabes?- Inquirió él afectado. Shiho le sonrió con reserva.

-Sólo lo sé. No debe pensarlo demasiado. Así es mejor…

La resolución en aquellas pupilas violeta le transmitió un fuerte sentimiento de empatía. Shiho tenía “experiencia” en casos como esos, debía hacerle caso y ver aquello, no como una enajenación salida de una pesadilla, o una masacre a las puertas del infierno, sino como la consecuencia de las decisiones equivocadas de cada una de aquellas vidas cegadas. Después de todo sí estaban con Danzou no podía ser gente que valiese la pena salvar… Shiho tenía razón, no era bueno pensarlo demasiado...

Morir o matar… Comer o ser comido. El fuerte contra el débil, ¿No era acaso eso de sentido común? ¿La ley de la vida? Lina y las demás no eran simples asesinas, ellas no mataban por placer como parecía ser el caso de aquellos que quedaban, la mirada de Shiho le transmitió aquello. Ellas como cualquiera estaban dispuestas a hacer lo necesario para sobrevivir… Sólo eso. Shikamaru no ayudaría a alguien que hiciera semejante acto sin una razón coherente…

La situación en la que se habían desplegado, tanto antes como en ese instante habían sido únicamente para ayudar a alguien en problemas. Las dos personas que esperaban, estaban en peligro de muerte cuando ellos habían llegado ¿No? Shikamaru debía conocerles para enviar a Lina en su ayuda. Para ayudarles al igual que lo hacía por él.

Dejo salir aire de sus pulmones relajándose al respirar un poco más acostumbrado al olor sanguinolento y a muerte en el lugar. Fijo su vista en la distancia, comprobando que las siluetas de dos personas se acercaban a ellos con paso atropellado pero constante. La oscuridad de la noche y la poca luz le impedía identificarlos pero mientras más se acercaban, más sentía que el desconcierto se apoderaba de su mente de nuevo.  ¿Qué hacían Nohara Rin y Hatake Kakashi en ese lugar?

***

Los segundos previos al inicio del combate, fueron tensos. Los del bando enemigo observaban escépticos, a las quince jóvenes ataviadas en vestidos oscuros y mandiles blancos. Algunos no pudieron evitar burlarse por la osada imagen. Todas las jóvenes ahí presentes, carecían de expresión en el rostro.

Parecían muñecas inmóviles esperando a que alguien les diese una razón para moverse. Y tan absurdo como sonaba eso para cada uno de ellos, era el instinto que les decía que por ningún concepto debían darles esa razón. Sin embargo, ¿De qué había servido el instinto a sus compañeros caídos? Lo único que todos ellos tenían en común era proteger a su jefe, aquel hombre que les había tendido la mano cuando lo necesitaron. Morir por alguien como él, significaría la realización de sus vidas. No importaba lo que el instinto dijera, ellos caerían en la inopia antes que abandonar al hombre que les había dado una razón para existir. Tal como sus compañeros caídos habían hecho.

-¡Ataquen! – Bramó aquel que los demás reconocían como su “Aniki” el último de los cabecillas que quedaban vivos. Su voz se oía retumbar en determinación fútil mientras sus subordinados se lanzaban a la muerte segura.

*

Lina escuchó aquel grito como la aprobación para empezar con la cacería. En su mente sólo había espacio para atacar y eliminar a todos cuantos amenazaran su vida y las de sus compañeras.

Corrió primera al encuentro con sus adversarios, con sus cuchillos en mano, los brazos extendidos hacia atrás para adquirir velocidad en su carrera contra el enemigo. Llegando al primero que apenas vio lo que pasó cuando enterró su navaja en la blanda piel de su garganta. Sé giró como si bailara, a una velocidad impresionante degollando a tres sujetos más antes de que el primero tocase el suelo. Había resuelto no contar más, sería imposible, después de esa noche dudaba incluso recordar las caras de aquellos a los que asesinase y mucho menos su cantidad. Sumergiéndose en la marabunta de adversarios rebanando cuellos a diestra y siniestra.

Ayame armada con una katana, estocaba a sus víctimas arrebatándoles la vida en un suspiro, giro medio cuerpo para lograr cercenar el pecho de uno de sus atacantes que con un mazo pretendía golpearla. Esquivaba y pegaba saltos enterrando a veces la punta de su espada en puntos vitales, otras tantas blandiendo la espada y clavándola ahí donde acertase, matando a todos a su paso.

Kim un poco rezagada se encargaba de detener con una malla invisible de hilos a aquellos que consiguiesen pasar la fuerte defensa de sus compañeras, encontrando la muerte en la mutilación de sus extremidades, cuándo la joven ceñía sus hilos en una mortal telaraña que atrapaba a sus adversarios sin que estos pudiesen hacer más que gritar al morir destazados.

Samui peleaba a la par contra sus oponentes usando sus puños vestidos con unos nudillos de acero rompiéndoles a golpes el cráneo, el crujido morboso de los huesos romperse bajo sus puños, colocaba un gesto indiferente en ella, parecía hacer todo sin el más mínimo remordimiento o duda. Lo cierto era que para la rubia las muertes de aquellos sujetos no le provocaban ninguna clase de sentimientos, hacia eso porque era lo que se esperaba de ella para proteger a sus camaradas, sonreír o disfrutar la matanza en si no era algo que le interesara en particular.

Taruho, Yuna, Mei, Honoka, al igual que Lina combatían con cuchillos de cacería de distintos tamaños, y formas. Algunos cortando limpiamente la piel de sus víctimas otros cercenando la carne a su paso, Rima, Ryoko, Ritsu las trillizas recién contratadas por Shikamaru, peleaban como un ente mortífero especializadas en combate de medio alcance, usando agujas venenosas en el caso de Rima, unas pequeñas cuchillas en forma de picas de al menos cuatro centímetros envenenadas en el caso de Ritsu y de doble filo en el caso de Ryoko.

Yolko, Yui, Megumi y Yukio peleaban con artes marciales, sus armas eran únicamente sus manos vestidas con nudillos de acero al igual que con Samui, sus golpes podrían lucir inofensivos pero todas ellas habían salido del ejercito con altos grados en lucha cuerpo a cuerpo y defensa personal, podían matar incluso con la punta de un lápiz. Acercarse a sus oponentes y sostener una lucha de entre diez y treinta segundos era suficiente para asestar el golpe donde el otro no pudiese moverse más. Su trabajo aunque agotador, era limpio y preciso, matar podría ser para estas jóvenes igual a quebrar nueces.

*

La batalla era equilibrada, no obstante, mientras más peleaban, los oponentes más fuertes quedaban, comenzando a contrarrestar su fuerza de ataque. Lina supo que conforme la batalla se alargase, las probabilidades de que alguna de ellas fuera vencida, aumentaban. Y el ver frente a ella a un sujeto de aspecto distinto al resto de los que acudían a su encuentro sólo confirmaba ese pensamiento.

Este nuevo adversario, lucia y parecía fuerte, tanto que cuando ella se lanzó al ataque fue repelida al instante, apenas a salvo tras amortiguar la gran espada que su adversario blandía, con sus cuchillos astillándose uno en el proceso. Consiguió detener su carrera hacia atrás sólo cuando maniobrando su cuerpo en el aire logro enterrar la hoja de su cuchillo astillado en el suelo, quedando agazapada sobre el pasto observando a su nuevo oponente sonreír con superioridad ante ella, al tiempo que colocaba la gran espada sobre su hombro en una pose casual.

-Esta vez no te será tan fácil… Mujer… -Le retó arrogante sin perder de vista sus movimientos. Lina se irguió lentamente, verificando el estado de sus cuchillos, uno de los cuales comprobó nuevamente estaba inutilizado. Sin más remedio, tuvo que deshacerse de él, y prepararse para pelear con sólo uno.

-Oh… Pareces ansiosa de morir… Mujer… -Le dijo de forma despectiva. Sin embargo Lina no escuchó sus provocaciones, atenta a su adversario. Que al ver su determinación sonrió complacido y arremetió sin demora hacia ella, unos segundos antes de que ella le siguiera el paso chocando su cuchillo contra la hoja de su espada, rechinando ambos metales ante el impacto.

Cruzo las miradas con su oponente, comprobando que a diferencia de los anteriores sujetos a los que mató, este valdría la pena el esfuerzo. Cambió su expresión a una entretenida, al separarse para arremeter una y otra vez en un duelo de fuerza, midiendo sus oportunidades de matar al otro a la brevedad. Aquel combate estaba emocionando a la morena, anticipando lo que sentiría al derrotarle.

***

Al mismo tiempo, Itachi miraba con asombro a la pareja que había aparecido frente a él.

-¿Qué significa esto? –Cuestionó atónito, mirando a Kakashi depositar a Rin en el suelo exhausto. Para que segundos después Shiho se precipitara a revisar aquella herida sangrante en el hombro de la mujer.  

-¿Nohara-sama, puede sentir dolor en el hombro?- Le preguntó la rubia sacando una serie de utensilios de la pequeña maleta en sus cintura.

-No, hace un rato que lo siento entumido…- Respondió la castaña permitiendo que Shiho apartase su blusa despejando la herida. Pasó algunas gasas, limpio el orificio que la bala había dejado a su paso al salir, según anunció Shiho después la bala había salido tal como había entrado, y con una habilidad experta cosió la herida de ambos lados.

Fue hasta ese momento, en que la herida de Rin estaba siendo vendada, que Kakashi al fin decidió dedicarle una mirada. Lastimosamente, no supo cómo interpretarla y tan mudo como había quedado después de verles aparecer esperó a que el mayor dijese algo.

-No tienes que poner esa cara tan extrañada… -Comentó en cambio Rin con voz fatigada. Itachi la miro entonces con desazón, dándose cuenta de que la mujer lo había estado viendo todo el rato mientras era curada.

-Puede parecerte extraño vernos aquí.- Agregó Kakashi ayudando a la castaña a recostarse un poco sobre el pasto. -Pero créenos cuando decimos que tenemos una buena razón… Igual que tú.

-No entiendo. –Decidió al fin decir él rendido. - ¿Qué razón podría ser esa?

-Ya te lo dijo Nii-sama… -Intervino Rin cerrando los ojos claramente agotada.- La misma que tú…

-¿Nii-sama? –Balbuceó el moreno afectado por aquella referencia. ¿Esos dos eran hermanos?

-¿Todavía no lo entiendes?- Preguntó Kakashi sentándose en el pasto junto a la castaña. Shiho permaneció callada todo ese rato, recogiendo las gasas que había usado y colocándolas en una pequeña pila a la que luego prendió fuego. Kakashi arqueo la ceja algo desconcertado al ver las llamas.

-Hay que evitar dejar evidencias.- Respondió la rubia solemne, poniéndose de pie para después presionar el botón del comunicador en su oído. – Shikamaru-sama, me uniré a la ofensiva ahora…

***

En lo alto del edificio Shikamaru respondió con un elocuente “Bien” a su doncella médico, enfocando al pequeño grupo que había quedado en punto neutro. Itachi lucia aún a la distancia, perturbado, pero en ese momento no podía hacer nada por él más que esperar a que todo terminase bien.

-¡Matsuri! ¡Aléjate de las demás y mantén vigilado el punto neutro! –Ordenó a la joven pelo corto marrón a su lado. Que asintió cambiando de posición la mira de su lente hacia donde estaba el trio.

Shikamaru asintió conforme con el movimiento de la joven a su lado y enfoco el lente de sus prismáticos hacia su doncella predilecta, que parecía pelear por primera vez en serio desde que aquel asalto había comenzado.

***

En el campo de batalla Lina luchaba a la par con aquel hombre de la espada, si ella intentaba cortar su cuello en una apertura, él la evadía golpeando con su puño algún punto de su abdomen. Había conseguido asestarle al menos tres golpes de lleno en su estómago.

El impacto había sido brutal en su momento sacándole el aire de los pulmones e incluso hacerle sangrar levemente en consecuencia. Lo supo, porque sintió el metálico sabor de su sangre inundar su boca con el tercer golpe. Escupió sin gracia y limpió su comisura con la manga de su uniforme los restos de sangre. Su adversario la miraba con fascinación, aparentemente entretenido por la pelea, ella muy a su pesar sonrió en igualdad. Era la primera vez que matar a un sujeto le causaba tantos problemas. O mejor dicho era la primera vez que sentía la necesidad imperante de destruir a alguien y disfrutarlo. Podía incluso decir que este combate era el mejor combate que había tenido jamás.

-¿Cuál es tu nombre?- Sé escuchó a si misma preguntar. Si lo mataba no valía la pena numerarlo, tenía que saber el nombre de este sujeto. El aludido arqueó una ceja extrañado y soltó una carcajada divertida, ella no dijo nada y se limitó a esperar.

-Te lo diré si consigues apuñalarme… Mujer…- Le dijo cuándo su risa paso. Ella lo miro con hastío, le empezaba a molestar que le llamase “Mujer” de forma tan despectiva.

-Bien, te recordaré cómo “Basura” entonces…- Aseveró ella con monotonía. La ceja de su oponente se encrespó en una especia de tic.

-¿No te crees capaz de apuñalarme? –Le preguntó con fastidio modulado el hombre. Lina jugueteo con su cuchillo girándolo en su mano un par de veces.

-Al contrario... Pero cuándo rebane tu cuello no podrás decir nada más…- Respondió con su mirada vacía. El tic en la ceja de su oponente se hizo más evidente y su risa se dejó oír nuevamente, sin embargo ya no parecía una risa arrogante o fanfarrona, esta vez, su risa se oía nerviosa.

El hombre se posicionó en defensa, indicándole a la morena que esperaría su ataque. Ella empuñó su cuchillo, saltó un par de veces hacia atrás poniendo distancia entre ellos e inclinándose hacia adelante en una posición que sugería que se preparaba para correr. Una gota de sudor resbaló por la frente de su adversario que la miraba con recelo y en guardia.

En un segundo Lina inicio su carrera con su cuchillo empuñado en su mano derecha a la vista de su oponente que posicionó su espada de forma que fungiera como un escudo, la velocidad de la muchacha aumentó en los últimos dos metros que les separaban, vio con consternación ir directa a su yugular llevando su cuchillo en dirección a esta. El hombre sujetó su espada para interceptar el golpe y evitar el estoque, abanicando el aire al comprobar con consternación qué Lina, había cambiado la dirección de su cuchillo al acuclillarse y derribarle con sus piernas, intercambiándolo con su mano izquierda en el proceso, saltó y con precisión apunto a su pecho. ¡Demonios!

Su adversario apenas tuvo tiempo de reaccionar, antes de que la morena consiguiera enterrar y girar su daga en su corazón logrando apresar sus manos con fuerza. Estaba de espaldas al suelo, y Lina ahora estaba sobre él, inclinada prácticamente con las manos capturadas por su adversario que luchaba por evitar que ella terminase de clavar el cuchillo en su corazón.

El rostro de la joven lucia tan inexpresivo como en todo el combate, hasta que vio como la silueta de lo que parecía ser una sonrisa surcaba sus labios de forma enigmática, sus ojos oscuros apenas tenían un brillo lóbrego, la fuerza de su impulso permanecía inalterable, a pesar de saberse atrapada por las manos de él.

*

Zabusa sabía que había llegado su hora, aquella mocosa con vestido le había atrapado, si bien era más fuerte que ella, el cuchillo que blandía había entrado medio camino en su pecho y sería cuestión de tiempo que consiguiera llegar y matarlo. ¡La muy maldita había tenido razón! ¡No podría siquiera hablar del dolor que aquella fría navaja provocaba al enterrarse en su pecho! Casi podía sentir las venas de su frente palpitar con ímpetu, llevando la sangre de la adrenalina por su cuerpo.

Se aferró más a las muñecas de aquella mujer, intentando reunir fuerzas para sacársela de encima. Pero parecía una guerra perdida. La maldita ni siquiera parecía inmutarse a sus esfuerzos. Ahora que lo notaba, ni una gota de sudor corría por su frente y a pesar de causarle problemas terminar el trabajo, su rostro permanecía pétreo, como el de una estatua tallada. Su ceño jamás se había fruncido, ni cuando limpiaba la sangre que había conseguido sacarle con sus acertados golpes. ¿Qué era esa mujer?

*

Lina intentó presionar un poco más sus manos sobre su contrincante, ¿Quién diría, que opondría resistencia hasta el final?  Escuchó el ruido de los pasos que se dirigían a ella en ese momento, levantando la mirada al ver a varios enemigos acercarse dispuestos a acabarla mientras estaba retenida, uno de los cuales tenía dos pistolas en las manos apuntándole mientras corría. Disparó pero su precisión caía por su brusca carrera, ella se inclinó más para conseguir de una vez por todas enterrar su cuchillo en el corazón de su rival. Sin embargo éste se negaba a ceder.

Los nuevos rivales, ya estaban a pasos de ellos y entonces decidió intentar soltarse para que no la atraparan con la guardia baja, sin embargo su rival se dio cuenta de esto y la retuvo de todas formas. Levantó la vista hacia el sujeto que intentaba atinarle con sus pistolas ya a medio metro de ella y sin meditarlo mucho utilizó el apoyo que su rival le había dado, al evitar que ella se liberara de su agarre, logrando en el camino, enterrar de una vez el cuchillo en su corazón.

El acto causó que el hombre vomitara sangre, mientras ella giraba el cuchillo en su pecho, en una maniobra donde sus pies quedaban levantados en el aire, y su torso se contorsionaba en dirección a su nuevo oponente que distraído por el grito ahogado de dolor que el hombre bajo su filo dio al penetrar su corazón.

Lina entonces consiguió darle una patada en la cara, destrozándole el tabique de la nariz, y zafándose al fin del agarre que el otro hombre le había tenido. El haber girado su cuchillo le impidió obtenerlo de vuelta, teniendo que abandonarlo en el pecho de ese sujeto para tomar a vuelo las dos pistolas que el otro sujeto había soltado al recibir el impacto que había destrozado su cara.

Las pistolas parecieron girar adaptándose a las manos de su nueva usuaria que las había atrapado por el gatillo, cayendo después sobre la cara del sujeto que las había llevado hasta sus manos. Y en menos de milésimas de segundo apuntó y mató al resto de sujetos que venían a ella. Quedando de pie ante lo que parecía ahora una pila de muertos. Paseó su vista por los alrededores de la batalla descubriendo a Shiho, cortando con maestría las venas principales de sus oponentes que se desangraban un segundo después. La cortina de hilos de Kim llena de sangre y partes de cuerpos regadas a su alrededor, cabezas rebanadas y cuerpos mutilados por las demás chicas y otros más amoratados al morir por los impactos violentos que Samui y las demás les había dado para provocar sus muertes. Y otros tantos, muertos, con las cabezas destrozadas por los certeros impactos de las francotiradoras en la cima de su escondite.

Suspiró con poco menos que alivio al ver a Ayame rebanar la cabeza del último enemigo. Contempló con solemnidad la apariencia de sus compañeras todas ilesas, algunas ensangrentadas por sus enemigos, otras con las ropas un tanto roídas por el combate cuerpo a cuerpo, y luego se miró a si misma notando la pequeña mancha de sangre sobre su mandil blanco. Giró su vista hacia el hombre que tenía su cuchillo en su pecho y observó la gran casona esperando a ver si algún rezagado salía a encontrar su muerte.

Puso un par de dedos en su oído, presionando el botón del comunicador.

-Shikamaru-sama… El área esta despejada…

***

En el interior de la casa Shimura, en los aposentos de Danzou. Fugaku permanecía inmóvil ante la visión de su hija mutilada. Tan quieta que no estaba seguro de si respiraba. Danzou parecía satisfecho con lo que había hecho, y al igual que él suponía que la menor estaba muerta. Vio con rencor las cadenas en las manos de su hija, la furia que recorría su cuerpo en ese instante le serviría para quitar esas cadenas de la pared. Sin embargo, Danzou se le adelantó tirando un pequeño objeto metálico, que tintineo en el suelo al caer a sus pies, dando un par de giros antes de que el pudiese ver que eran unas llaves.

Miró a Danzo interrogante, debía tener cuidado pues estaba demasiado cerca de su hija y cualquier cosa que el hiciera podría ponerla en peligro, primero debía alejar al maldito bastardo de ella y comprobar si estaba con vida. El anciano pareció ver su duda y con esa fastidiosa sonrisa aun en su rostro le dijo.

-Adelante… No te detendré.- Le dijo ofreciendo la llave al tiempo que extendía su mano en una especie de caravana. Sin quitarle la mirada de encima levantó la llave del suelo y con paso lento se dirigió a su hija. El anciano le miraba de igual forma, con las manos en sus mangas en una pose solemne, pero sin apartar su atención de él ni moverse de donde estaba.

Al llegar a la menor se colocó de forma que pudiese mantener vigilado al anciano mientras quitaba las cadenas de su hija. Colocó y giró la lleve en el ojivo que abrió como una especie de dispositivo unido abriendo al mismo tiempo todas las cadenas dejando caer sobre él, el cuerpo inmóvil de su hija.

Sentirla fría, al rozarle sus mejillas fue espantoso. Las cadenas crujían conforme el las quitaba de las muñecas y tobillos de Shizune. Mientras ella inmóvil cómo estaba permanecía recostada en su pecho. Con una mano sostuvo la delgada cintura de la menor, sintiendo una vez más el gélido tacto de su piel. Apretó los dientes con dolor, pretendiendo negar lo que parecía tan evidente… Queriendo pensar que aún no era tarde. Sintió cómo su vista se nublaba, en señal de que las emociones se desbordarían en sus ojos en forma de lágrimas, las cuales apenas retenía al insistir en lo que el cuerpo inmóvil y frio de su hija decía desde que la había visto.

-¿Qué se siente Fugaku-sama? –Escuchó la voz ronca del anciano que sin darse cuenta se posicionó tras él, alertándolo al sentir una frialdad rozando su cuello. -¿Qué se siente ver morir a tu hija? –Dejó salir una risita astuta. Fugaku le miraba de reojo analizando la situación. – Deberías sentirte orgulloso de ella. No grito ni una vez…- Le contó con saña en la voz, mientras Fugaku contenía lo mejor que podía su enfado. – Aguantó cada uno de mis castigos con el orgullo y dignidad que sólo un verdadero Uchiha posee… Y mírala ahora… Tan patética… Tan frágil… Tan débil… Desangrándose hasta morir… ¿No crees qué es hermoso?- Preguntó con soberbia morbosa.- El color de la sangre… Es precioso… ¿No está de acuerdo Fugaku-sama? –Preguntó de nuevo punzándole el cuello sin perforarle la piel con su navaja.

-¡Eres un maldito! –Le siseó furioso.  Debía idear una manera de mantener a salvo a su hija inmóvil en sus brazos. La cabeza de Shizune reposaba tranquila en su hombro acunada en su cuello. Sus brazos, languidecidos por la debilidad a sus costados. Tras él Danzou enloquecido hasta la médula apunto de enterrarle una navaja en el cuello. ¿Qué podía hacer?

-“¡Piensa!” - Sé ordenó impaciente. Sintiendo que el tiempo se le agotaba.

*

Danzou pensaba que todo al final se movía de acuerdo a sus deseos, aquel que venía a matarle se encontraba a su merced ahora. Podía quitarle la vida con sus manos, pero algo le obligaba a alargar ese momento, prolongando el placer que ver la dominación de un Uchiha le provocaba. ¡Torturarlos y doblegarlos, era tan placentero! No quería que terminase… Y entonces se maldijo.

-¡Es imposible!- Chilló al sentir su muñeca torcerse en una posición extraña dislocándole el hombro y causándole un infinito dolor, obligándole a apartarse de su víctima y caer adolorido. - ¡Mi brazo! ¡Me duele! – Gritó con lágrimas en sus ojos, arrastrándose hasta llegar al otro lado de la habitación, aterrado de ese par de ojos carmesí que le miraban con infinita cólera. -¡Maldita! ¡Maldita! – Injurió con voz quejumbrosa sosteniendo su brazo dislocado. ¿Cómo había podido hacerlo? ¡Debería estar muerta a esas alturas!

*

Fugaku atónito aún por lo que había pasado, apenas había girado su rostro en dirección a su hija. Escasamente, había sentido un leve movimiento rozar sus brazos antes de escuchar las quejas del anciano. Apartó a la menor un poco para verificar su estado, y al hacerlo descubrió sus preciosos ojos ónices abiertos. Mirándolo con confusión y extrañeza.

-¿Papá?- Inquirió dudosa y el sólo pudo sonreírle en respuesta acariciando su rostro golpeado. -Estas aquí…

-Sí, lamento haber tardado…- Le dijo sin dejar de acariciar la mejilla de la menor que levanto sus manos hacia el repitiendo el gesto, mientras negaba con la cabeza.

-Viniste y eso es lo que importa… - Respondió ella con voz cansada. Fugaku, dejó que los segundos pasaran en esa caricia, para después con delicadeza recostar a la chica semi sentada en el suelo y contra la pared. Sé fijó en sus ropas roídas y los moretones que se habían formado en su abdomen, las cortadas en sus brazos y piernas y la herida que sangraba en su cabeza, se quitó la chaqueta que tenía puesta y envolvió a la menor con ella.

Acomodó su cara de forma que no callera al suelo y depósito un beso en su frente con ternura, Shizune cerró los ojos en respuesta al contacto y se dejó hacer.

-Espera aquí… Terminare enseguida… -Le susurró levantándose para girarse en dirección a un aterrado y adolorido Danzou que le miraba de igual forma. Ahora, con su hija lejos del maldito y con ningún otro estorbo podía proceder a descargar la ira que había acumulado desde que supo lo que ese bastardo había hecho.

-¡No te acerques! ¡Aléjate!- Dijo el anciano sosteniéndose el brazo roto e intentando huir sin éxito. Fugaku llegó frente a él, dejándole la imagen grabada de sus ojos rojos en la mente del pávido anciano.

***

En el punto neutro, Itachi y compañía seguían sumidos en el alivio de saberse a salvo. Kakashi se puso de pie, al escuchar el ensordecedor silencio que daba por terminada la batalla.

-Terminó…- Logró decir con agobio y alivio el mayor.  Itachi se apresuró a presionar el botón del comunicador en su oído.

-¿Shikamaru?- Inquirió intranquilo.

*

El Nara desde lo alto de la torre, sé había quedado estático, se dejó caer sentado en el suelo, aliviado de que todo hubiese terminado al fin. Sus doncellas le miraban con inquietud, al verle caer rendido. Él se pasó la mano por la frente apretando su cien en un gesto agotado. Escucho la voz de Itachi llamarle y dándose un momento para asimilar todo, y segundos más tarde al fin decidió responder.

-La batalla ha terminado. Pero es mejor que no te muevas de ahí, Sempai. – Le advirtió al Uchiha.- Nos reuniremos en diez minutos con ustedes. –Dijo ordenando con la mirada a sus doncellas levantar sus armas y guardar su equipo. –Lina, toma a todos los escuadrones y entren en la casa, busquen y recuperen a Shizune.

***

Lina atenta a las órdenes de su joven amo, asintió al escucharlas. Había tres puertas en el lugar. Así que dividió a los escuadrones para que entraran por cada uno y revisaran a fondo la casa. Era probable que encontraran más oponentes en el interior así que debían ir en guardia. Ella se quedó al último para preguntar.

-¿Qué hacemos si encontramos sobrevivientes? – Inquirió serena. Shikamaru lo delibero un segundo y respondió con seriedad.

-Si se oponen, elimínenlos.

-¡Recibido! –Aceptó la joven y se dispuso a seguir a las demás adentrándose en la puerta a la derecha.

Conforme pasaban los pasillos, se daban cuenta de que la mayoría de los habitantes habían perecido ya. Llegaron a una bifurcación y notando los pasillos intricados de la casa, envió a cuatro de las chicas por el pasillo que parecía oscuro mientras ella y Shiho se apresuraban por el pasillo que tenía rastros de combate.

Al entrar a la estancia siguió con la mirada el trayecto de cuerpos caídos descubriendo las puertas por donde pensaron había pasado Fugaku. Corrieron hacia la dirección indicada descubriendo diez cadáveres en el suelo. Sé quedaron quietas ante la masacre en ese cuarto. Buscaban con la mirada la ubicación del sus objetivos, deteniendo sus movimientos al escuchar crujir algo al otro lado de la pared. Con un par de señales, Lina le ordeno a Shiho permanecer en guardia mientras ella se dirigía a la habitación con su cuchillo en mano.

Con parsimonia abrió la puerta de aquella habitación encontrándose con una escena algo perturbadora. Ante ella Fugaku Uchiha se encontraba golpeando el bulto de lo que parecía haber sido el cuerpo de Danzou que apenas gemía ante los aparatosos golpes. Shiho extrañada por la aparente sorpresa reflejada en el rostro de su compañera se acercó para observar lo que le había desconcertado tanto, sintiendo al instante sus ojos desorbitarse ante lo que quedaba de Danzou Shimura. Qué en ese instante fue tirado al suelo cómo si se tratase de un bulto de ropa.

El Uchiha respiraba profundamente, recuperando el aliento por lo que estaba haciendo. Con las manos cubiertas de sangre. Y recuperando poco a poco la lucidez de sus ojos rojos hasta ese momento, convirtiéndose nuevamente en posos oscuros. Se giró parcialmente al detectar sus presencias en el lugar, su rostro lucia dispuesto a pelear al girarse, sin embargo suavizó su mirada al reconocerlas.

Fue entonces que Lina se atrevió a entrar y hablar con el mayor.

-¿Fugaku-sama se encuentra herido?-Le preguntó al tiempo que se acercaba a él. Fugaku pareció reflexivo, no entendía que hacían ellas ahí.

-No.- Respondió y volvió su mirada en dirección al bulto en una esquina. Al mirar Lina y Shiho en inercia descubrieron a Shizune semi inconsciente, arropada por la chaqueta que supusieron pertenecía al mayor.

Sin demora alguna Shiho se acercó a la joven, revisando sus heridas, y procediendo a curarla en lo mayor posible. La palidez de sus labios era alarmante. Retiró la chaqueta descubriendo que la herida de su abdomen se había pronunciado más luciendo morada e inflamada, palpó con cuidado las costillas suspirando aliviada al descubrir que a pesar de su apariencia no estaban rotas. Vio las heridas sangrantes de sus piernas y las limpió con premura y rapidez al suturar las más profundas que eran las de sus brazos, revisó la herida de la cabeza y descubrió una fisura algo profunda, pero afortunadamente no peligrosa.

Fugaku permaneció alerta vigilando los movimientos de la maid rubia, dignándose a mirar a Lina en cuanto vio que la actitud preocupada de la chica era sustituida por eficiencia en su rostro.

-¿Shikaku les ordenó venir? –Preguntó mirando a su hija ser costurada por Shiho. Lina se volvió al escuchar la pregunta.

-Shikaku-sama no sabe que estamos aquí…- Respondió solemne. Fugaku arqueo una ceja extrañado ante tal afirmación, sin embargó Lina no le dejo indagar al agregar- Shikamaru-sama fue quien nos ordenó venir.

-¿Shikamaru? ¿Cómo?- Balbuceó consternado.

-Itachi-sama se lo pidió.- Dijo Lina con seriedad. Fugaku quedo atónito momentáneamente.

-Lina-san he terminado de dar primeros auxilios. –Anuncio Shiho.- Hay que llevarla a un lugar tranquilo y revisar a fondo sus lesiones en caso de que haya alguna interna. Y hacerle una transfusión, ha perdido mucha sangre.

Fugaku asintió y procedió a levantar en brazos a su hija que al sentirse arropada por él, se acurrucó en sus brazos. Cuándo se disponían a salir de la habitación, Lina escuchó el leve quejido del anciano apaleado hasta romperse en el suelo, deteniéndose para verificar si seguía vivo al ver que aun en el estado que se encontraba su cuerpo el anciano temblaba en espasmos adoloridos delatando que aun luchaba por su vida. Lina saco su cuchillo dispuesta a finalizar el suplicio de aquel sujeto, pero Fugaku la detuvo.

-Déjalo así.

-Pero sigue con vida. – Explicó seria. Fugaku miró con desdén al hombre en el suelo y dijo dándole la espalda.

-No merece piedad de tu parte. Morirá de todas formas. Déjalo. –Repitió saliendo de la habitación seguido de Shiho. Lina observó la cara irreconocible de Danzou Shimura y guardo su cuchillo, Fugaku-sama tenía razón moriría de todos modos.

***

Shikamaru se había reunido con Itachi y compañía. Sus cuatro doncellas centinelas habían formado una barrera de protección. Hasta que Lina y las demás no anunciasen que la casa estaba completamente limpia no podían permitirse acercarse.

-¿Cuánto más debemos esperar?- Cuestionó impaciente Itachi.

-Lo que haga falta Sempai. No sabemos lo que pasa ahí dentro. –Respondió cansado Shikamaru. Itachi notó al fin que el menor estaba pálido y buscaba apartar la mirada del jardín tendido con muertos. Se sintió culpable por presionarle demás y con pena tomo su mano en un mudo apoyo.

Él había reaccionado igual al ver de cerca los cadáveres, era natural que Shikamaru se impresionara también. El menor recargó su frente en su hombro intentando respirar el olor del moreno, apartando el teñido olor de la sangre en el aire, dejando que Itachi le palmara la espalda gentilmente, pretendiendo distraerle de aquella escena. Escuchó el sonido del comunicador en su oído y presionándolo escucho la voz de su doncella.

-Hemos recuperado a los dos objetivos. Nos dirigimos a su encuentro. –Anunció Lina con sosiego. Shikamaru miro significativo al moreno que al igual que él había escuchado el anuncio de la joven. Kakashi decidió preguntar entonces.

-¿Ha pasado algo?

-No, los han encontrado. –Aclaró el castaño, con los dedos aun en su oído cuestionó.- ¿Están ilesos?

-Fugaku-sama no tiene ninguna herida…- Respondió Lina. Itachi tuvo que reprimir un impulso al escuchar el nombre de su padre.- Shizune-sama está herida pero fuera de peligro.

-De acuerdo. Nos reuniremos con ustedes en la entrada. –Decidió el Nara, girándose a los dos mayores que descansaban en el suelo.- ¿Pueden caminar o prefieren quedarse aquí?

Los hermanos se miraron entre sí, antes de disponerse a ir con ellos. Kakashi ayudo a Rin a ponerse de pie y luego le sirvió de apoyo al caminar. Durante todo el trayecto que les separaba de la casa, Shikamaru evitó ver directamente los cuerpos en el suelo. Itachi buscaba pasar por lugares donde la acumulación de cadáveres fuera mínima, mientras mantenía al Nara cerca de él. Estaba impaciente por encontrarse con su hermana pero, Shikamaru necesitaba un apoyo en ese momento también.  Las cuatro centinelas se mantenían alerta ante la noche.

*

Al estar cerca de la casa, la masacre era más evidente. Shikamaru contrajo un gesto desagradable al pisar una mano de alguien desmembrado, dando un respingo del susto al ver de qué se trataba. Había sido difícil ver aquella masacre desde las alturas, pero ahí, de pie, rodeado por aquellos cuerpos, la vorágine de sensaciones le estaba abrumando. Itachi aferro un poco más su agarre sobre los hombros del menor que temblaba levemente, le vio respirar hondo y tragar un par de veces. Identificándose con él, al reconocer los mismos síntomas que él tuvo que superar minutos atrás.

-Está bien, Shikamaru, no te agobies con esto. Estoy a tu lado…- Le dijo tranquilizando poco a poco la respiración del castaño que le miró avergonzado por su poca entereza. Itachi simplemente se limitó a sonreírle gentil.

Tras esperar algunos minutos, las siluetas de Lina, Shiho y Fugaku se dejaron ver de entre las sombras de la casa. Itachi sintió que el aire se le iba al ver a su hermana en brazos de su padre. Se quedó estático mirando la bizarra imagen de su hermana tan pálida y frágil, siendo cargada con dulzura.

Shikamaru le dio un pequeño empujón al darse cuenta de la conmoción que había en sus ojos, el apenas le dedico una mirada para caminar hacia su hermana con menos prisa de la que en verdad sentía. Fugaku se detuvo frente a él con el rostro impasible, al mismo tiempo que él quedaba a centímetros de ellos. Deslizó su mirada sobre el rostro de su padre buscando alguna señal que le indicara que estaba todo bien. Descubrió al mirar con atención, que los ojos de su padre se habían tornado un poco menos indiferentes y ahora más bien lucían cansados, pero serenos.

Era alguien al que no reconocía como su padre. ¿Quién era ese hombre frente a él? Sé preguntó confundido sin decidirse a hablar primero. Bajó la mirada a la de su preciosa hermana que con los ojos entre abiertos y la mano extendida hacia él le había tocado el pecho.

La observó por primera vez con atención, sintiendo que algo se rompía en su pecho al verla tan lastimada. Abrigada apenas por la chaqueta que supuso era de su padre. Sintió un nudo en su garganta y lágrimas agolparse en sus pupilas al ver tan triste imagen de la mayor.

-Estoy bien…- Le susurró con voz endeble y el apenas logro asentir, antes de que las lágrimas cayeran sobre la mano de su hermana en su pecho la sostuvo con delicadeza, aliviado de que estaba a salvo ahora. La vio acurrucarse más contra el pecho de su padre y decidió intercambiar miradas con su progenitor nuevamente.

Fugaku miraba con ternura a su primogénita en sus brazos, la acomodó de tan forma que su peso recayera en su antebrazo izquierdo y pudiese liberar su mano derecha, para después depositarla sobre la cabeza de Itachi en una caricia revolviéndole el cabello. El menor le miró desconcertado dejando que sus lágrimas aliviadas corrieran libres por sus mejillas. Fugaku espero de cierta manera que él le apartase pero Itachi dejó que le confortara.

Para el resto de los presentes aquella escena más que conmoverles les hiso sentir que todo comenzaba a acomodarse. Shikamaru se aseguró de gravar aquel momento en su mente, contento de que su Sempai estuviese a un paso de recuperar todo lo que creía perdido.

*

Kakashi y Rin miraban con afecto a su hermano y sus hijos satisfechos porque todo hubiese salido bien, Fugaku al fin se dio cuenta de sus presencias, algo alejados de donde estaba él y sus hijos, vio abatido la sangre en la blusa de su hermana. Sé acercó hasta Rin y Kakashi, con Shizune en brazos e Itachi siguiéndoles.

-¿Estas bien? –Le preguntó preocupado. La castaña sonrió a pesar de sentirse cansada y adolorida.

-No, es nada. Shiho me ha hecho el favor de curarme.

-¿Y tú Kakashi?- Inquirió al pelo plata que solo suspiró agotado.

-Ileso. –Fue su respuesta.

***

En el interior de la casa el resto de doncellas seguían la búsqueda de sobrevivientes. Kim, Ayame y Honoka se adentraron en uno de los pasillos de la casa más profundo, encontrando un edificio un poco menos cuidado que el resto de la casa. Sin tanta ceremonia, se dispusieron a investigar el lugar. Honoka abrió la puerta primero, siendo atacada al segundo después por alguien que aparentemente se resguardaba en el interior.

Los reflejos de la morena, le ayudaron a esquivar y neutralizar con éxito a su agresor. Ayame encendió las luces al tiempo que varios chillidos se dejaban oír por el alboroto que se había armado en cuestión de segundos.

Con la luz encendida, las tres doncellas descubrieron algo que no esperaron encontrar. Kim presiono los botones del comunicador, intentando conectar con su amo.

-¿Shikamaru-sama?- Indagó al escuchar sólo estática en el aparato. – No puedo enlazar la comunicación. – Informó a sus dos compañeras.

*

Itachi aun asimilando la nueva actitud de su padre, y razonando hasta donde su mente le permitía en ese momento, dedujo que en efecto Kakashi y Rin eran hermanos de su padre, la pregunta era ¿Cómo? Era tan bizarro saber que aquella mujer que durante años fue la asistente personal de su padre había resultado al final de cuentas ser su tía, y que el padre del rubio que últimamente le robaba los pensamientos también lo era.

Por un segundo se imaginó a sí mismo en el papel de su padre y a los otros dos como los gemelos, ellos habían ido a rescatar a Shizune, era más que obvio. Y pensó con cierto desconcierto que de no haber llegado a tiempo uno de ellos hubiese muerto, tal vez ambos. De ser así sería enfermizo cargar con aquella pena. Sin embargo el trio estaba ahí, sonriéndose mutuamente aliviados, porque toda esa pesadilla llegase al fin a término.

*

Shikamaru escuchó de forma entrecortada la voz de Kim hablarle en su oído, arqueó una ceja y presionó los botones para intentar responderle. El resto de las chicas comenzaban a llegar también con minutos de diferencia, anunciando la limpieza del lugar y la obtención de evidencia de sus presencias en ese lugar, entre los cuales se hallaba el video de las cabinas de vigilancia y un folder con algunos papeles que podrían resultar útiles a su causa.  

-¿Kim? ¿Sucede algo?- Preguntó, al tiempo que los presentes se ponían en alerta Fugaku decidió intervenir entonces. Puso la mano sobre el hombro de Itachi, este le miró con expectación.

-Toma a tu hermana y llévala a casa. Necesita descansar. –Itachi asintió cargando a la joven. Fugaku le acomodo el cabello a la chica una vez estuvo en los brazos de su hermano. –Será mejor que ustedes también salgan de aquí.- Dijo a sus dos hermanos que le miraron con resignación, en el estado en el que se encontraban era mejor salir del camino.

-De acuerdo. – Respondió Kakashi cargando a Rin para ayudarla a salir. Lina ordenó a Mei, Yui y Megumi escoltar a los Uchiha fuera de la mansión y asegurarles en el transporte que les llevaría de vuelta a casa.  Antes de irse Itachi buscó la mirada del Nara que sólo asintió incitándole a seguir su camino, Itachi lucio indeciso de irse pero su padre tenía razón, era mejor sacar a Shizune de ahí primero.

-¿Crees que paso algo?-Le preguntó Fugaku llegando a su lado. Shikamaru negó con la cabeza.

–No lo sé, hay que estar listos por cualquier cosa. –Advirtió a las demás doncellas que se posicionaron alrededor de ellos dos.

*

Honoka quito la vara con la que le había intentado golpear antes, a su agresor y lo lanzo lejos, ejerciendo presión sobre su brazo para mantenerle sometido.

Ayame guardó su espada, observando a todas aquellas jóvenes, algunas niñas, en aquella habitación. Todas asustadas y con miradas inseguras, después miró al chico que obviamente era un doncel sometido de rodillas en las manos diestras de Honoka. Tenían órdenes de matar a todos los que se resistieran, pero era evidente que estas jóvenes solo pretendían defenderse.

-Honoka, suéltalo. –Le dijo a la morena que después de mirarla perspicaz asintió liberando al joven en sus manos. El chico se sostuvo el brazo en un gesto de dolor. Era obvio que ellos no representaban un peligro para ninguna de ellas. – Tranquilícense, no les haremos ningún daño. –Les dijo con solemnidad, las jóvenes ahí presentes temblaban desconfiadas a sus palabras. –Por favor compórtense y síganos, no podemos dejarles aquí.

Una de las jóvenes más grandes se atrevió entonces a preguntar.

-¿Quiénes son ustedes? – Las tres doncellas intercambiaron miradas serias.

-Sí desean saberlo, deberán acompañarnos. Sí están atrapadas aquí, podemos sacarlas. – Dijo dando la vuelta para salir de ahí.- Si se niegan a venir no nos dejaran más opción que acabar con sus vidas…- Aseveró. El joven se puso de pie entonces y hablo por todas las chicas, asustadas.

-Iremos… ¡Así que no, nos lastimen!

-No queremos hacerlo…- Les afirmó Ayame. Kim y Honoka se hicieron a un lado para permitirles salir. Emprendiendo la marcha de regreso al estar todos afuera. Cuando habían llegado a la bifurcación de los pasillos Ayame indago al joven si había más de ellos. Y el chico simplemente negó en respuesta.

Conforme se acercaban a la salida, la estática del intercomunicador se disipaba y podían intentar llamar a su joven amo nuevamente.

-¿Shikamaru-sama?- Intentó Ayame sin detenerse. Al otro lado de la línea escuchó al fin la respuesta de su joven amo.

-Ayame ¿Qué pasa? –Cuestionó preocupado.

-Encontramos sobrevivientes. Nos son peligrosos. –Informó la chica mirando de reojo a las quince jovencitas y al chico que las seguían. –Repito. Nos son peligrosos.

*

Los músculos de sus hombros se relajaron al instante, al escuchar a su maid repetir que no había ningún peligro.

-De acuerdo. Dense prisa hay que salir de aquí. – Instó a las faltantes. – No hay de qué preocuparse tío Fugaku - Le dijo al mayor a su lado.

-Bien… - Concordó Fugaku cruzándose de brazos a la espera de las doncellas faltantes.

Cuando estas aparecieron los ojos de Fugaku se desorbitaron incrédulo, Shikamaru lucio afectado también pero pudo disimularlo un poco. Las personas que sus doncellas habían encontrado apenas y eran mayores que él mismo. Incluso veía a una niña quizá de doce o trece años. ¿Qué rayos hacían todas ellas ahí?

-Shikamaru-sama, encontramos a estas personas ocultas en uno de los hangares más lejanos a la casa. –Explicó Ayame en pose reverente al joven Nara que miraba ahora con cierta especulación a los recién llegados. – No parecían ser peligrosos, así que decidimos traerles.

Fugaku meditó un poco la razón por la que semejante cantidad de mujeres, o mejor dicho niñas estuvieran en esa casa. La conclusión a la que llegó no le gusto en lo absoluto. No sería raro que todas esas jovencitas hubiesen sido tomadas de sus hogares por órdenes de Danzou. ¡Maldito anciano! Quería volver por él y terminar de matarlo, pero no le veía el caso.

Una de las chiquillas miraba asustada hasta las lágrimas el espectáculo necrótico en el que se había convertido el jardín de la casa Shimura. Suspiró cansado eso se estaba volviendo más extenuante a cada minuto. Shikamaru en cambio, llegó a una resolución más rápido, adelantándose al Uchiha acercándose a la pequeña que de un minuto a otro lloraría tendiéndole un pañuelo. La jovencita le miro con cierta desconfianza pero accedió a tomar el pañuelo, poniéndolo sobre su nariz para evitar respirar aquel olor a oxidó de la sangre.

-¡Huele bien!- Dijo emocionada al sentir el perfume del pañuelo, ganándose una sonrisa del Nara. Todas las demás jóvenes parecieron reaccionar positivas a la gentileza mostrada por el castaño. Qué las miraba a todas, como reconociéndolas y deteniéndose en la cara del único chico entre ellas.

-Mi nombre es Shikamaru Nara, tal como ven a su alrededor. Hubo una batalla. Venimos aquí a buscar a una persona que nos fue arrebatada por el que antes gobernaba esta casa. No era nuestra intención provocar tales sacrificios, pero el señor de éste lugar se negó a rendirse. – Dijo con voz dirigente y segura el menor.- Ustedes son las únicas personas con vida que quedan de esta casa. Y como pueden ver, no me es posible permitirme dejar evidencias.- Las jóvenes se tensaron al escucharle- Sin embargo, no creo que ustedes quieran morir. Por eso, les ofrezco un trato.- Anunció desconcertando a las jóvenes. – Vengan conmigo. Las llevaré a sus hogares y las recompensaré por guardar silencio de lo que han visto hoy.

-¿Nuestros hogares?- Dijo una de las chicas despectiva.- ¿Porque querría volver a una casa donde fui vendida para pagar una deuda? ¡No hay nadie a quien volver, ni razón para vivir!

El desprecio en la voz de aquella joven desconcertó al Nara que frunció levemente el ceño compadeciéndose de la joven. Fugaku supuso que algo similar había pasado con todas las demás, pues en cadena compusieron caras rencorosas y tristes por su situación.

-¡Entonces, vengan conmigo! ¡Yo seré su nuevo hogar! –Respondió Shikamaru.- ¡Trabajen para mí! ¡Sí, lo que quieres es una razón para seguir adelante! ¡Yo me convertiré en esa razón!

La sorpresa y el desconcierto, pasaron por las caras de todas las jóvenes que miraban con atención al joven que les ofrecía, una vida nueva. La pequeña que había tomado su pañuelo se separó de las demás para ofrecer una reverencia al Nara que la miro complacido por la determinación de la pequeña. Las demás se miraron dudosas entre sí, antes de seguir el ejemplo de la más joven de todas. El chico, fue el último en dudar. Pero tras ver que los ojos serenos de Shikamaru no daban lugar a dudas, accedió a vivir por él.

Shikamaru entonces presionó los botones en su comunicador, llamando a Yui que había salido primero con Itachi y los demás, ordenándole acercar uno de los vehículos a la entrada. Irían apretados, pero no había tiempo para preparar otro más.

Sin más por hacer Fugaku, sonrió con cierta suficiencia. Compadeciéndose de su mejor amigo, ya que su hijo era más eficiente y eficaz que ellos dos juntos. Levantó la cara al cielo nocturno contemplando brevemente la luna llena de esa larga noche. Sintiendo que al fin todo había terminado…

-Tío... –Escuchó al castaño a su lado -Es hora de irnos…- Fugaku asintió para seguirle sin mirar atrás ni una sola vez.

***

Continuará…

 

Notas finales:

Bueno ahi lo tienen el que sigue lo tendre para febrero mas o menos. Les comento que estoy beteando si se le puede decir asi los capitulos ya antes publicados. Solo corrigo errores de redaccion y ortograficos. No han cambiado casi nada pero notaran si los vuelven a leer la diferencia.XD Creo...

Bueno nos vemos a las que siguen y enserio queiro RR!!


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