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ACORDE GEMELO por andherezu_rosui

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Notas del capitulo:

Hola.

He aqui mis niñas un capitulo mas de esta historia que se reusa a cooperar y terminar. XD 

Esperó que aunque el capitulo este medio... ¿Asi? Les revele lo que pasara a continuacion. Se que muchas no se esperan lo que estan a punto de leer pero bueno espero que lo hagan saber con un RR si es que despues de esto no deciden que es un asco y asi. No se quizas exagero... 

A como yo lo veo el cruel desenlase se acerca. Talvez salgan cinco capitulos mas y si no alcanza un epilogo lo cerrara pero confio en que me tendran paciencia. (-.-)U Espero...

En fin... ¡Felices fiestas sembrinas! Espero poder subir algo mas antes de que se termine este 2015. 

Nos leemos abajo.

Capítulo 50 Tintes Rojos… Redención…

 

Caminaron como zombis hacia sus habitaciones, con aquella melodía de violín en sus cabezas… Por algún motivo, parecían querer dudar de sus propias resoluciones, aunque sabían que no lo harían, no sabiendo lo que eso significaba… No sabiendo que dudar significaba tener esperanza… Una esperanza que los quebraría si no era cumplida, así que no podían permitirse dudar de aquella resolución a la que llegaron tan vehementemente mientras miraban aquel video.

“Su padre no merecía su perdón.”

¿Qué si había sufrido? ¿Qué si su música resonaba en sus pechos ante el recuerdo de un simple video? ¿Qué si los había protegido? ¡Lo odiaban! Todos esos años de abandono e indiferencia no cambiarían a esas alturas, aquel amargo sentimiento de saberse ignorados por sus padres, la cruda realidad de que no eran reconocidos por él. El desazón que la esperanza les había dejado tras ser abatidos una y otra y otra vez por el hombre que resultaba ser solo una víctima más al igual que ellos, ese hombre que se miraba a sí mismo en sus ojos. El viejo… El monstro… Su enemigo… Su padre… Es hombre no merecía nada de ellos ¿Por qué entonces debían considerar dudar y darle una oportunidad? ¡Él no les había dado nada! ¡Nada!

Y sin embargo…

No dejaban de darle vueltas a cada una de las palabras de Shikamaru, no dejaban de recordar cada nota musical de aquel video, cada sonrisa que su padre dibujo en su rostro al deslizar sus dedos por su guitarra, la cálida mirada de antaño que sus ojos ahora fríos perdieron…

Y ahí estaba una vez más… Dudas… ¡Su padre nunca había tenido una mirada cálida para ellos! Se negaron a sí mismos una vez más, renegando de aquella efímera sensación de ser tomados en brazos mientras eran llevados a su lecho nocturno para ser arropados y acariciados con cariñosos gestos. ¡No es real! ¡No es real! ¡No lo es! Repitieron entre susurros agobiados asechados por el leve murmullo de una voz sedosa y cansada diciéndoles…

“Lo siento…”

Una risita forzada se escapó de sus labios al unísono, sonaba seca, patética y de cierta forma solitaria. Se reían, sin ser conscientes de que en sus mejillas corrían lágrimas apuradas de sus orbes vacíos ahora por la insistente negación, convertida en una dogmática verdad.

“Segunda oportunidad…”

¡Ridículo! Aquel conjunto de palabras era tan estúpido que con burla y sin emoción provocaba su risa y llanto a la vez. Y la razón de aquella reacción quizás era porque reconocían al menos para ellos mismos que eran incapaces de poder hacer algo como eso. No eran personas lógicas como su hermano, tampoco tenían la visión analítica de su hermana que había visto la máscara de su padre incluso antes de irse para “morir” después. Ellos eran niños cuando todo eso había pasado. Sin que nadie les dijera nada, permanecieron en la ignorancia, porque la “mascara” de su padre les daba miedo. Y porque su orgullo era muy grande para poder reconocerlo.

Desde que recordaban… Nunca, ni una sola vez recibieron alguna pista ¿Cómo se supone entonces que serían capaces de intuir siquiera algo? ¿Cómo saber que su padre era un buen sujeto, sí la primera vez que se atrevieron a tratarlo los rechazo con aquella mirada gélida que se hizo frecuente con cada encuentro hasta que se acostumbraron a ella?

Cuando al fin habían llegado justo frente a un gran ventanal que daba hacia el jardín, sus miradas sincronizadas al igual que sus recuerdos los devolvió a aquella misma visión cuando apenas tenían 4 años… Un día que les enseño lo fría que podía ser aquella mirada del monstro que era su padre. Lo vacíos que se sintieron al darse cuenta de que no significaban nada para aquel hombre al que debían llamar “Otto-sama”… Lo estúpidos y patéticos que debían parecerle a todos aquellos sirvientes que les mentían tan descaradamente…

*-*

-¡Mira Sasuke! ¡Mi vestido nuevo! ¿Es bonito verdad? ¡Shie dice que mi padre lo ha elegido especialmente para mí!–Dijo emocionada una pequeña Sakura de cuatro años a su hermano mayor, mientras giraba modelando el precioso vestido de encaje blanco que su padre le había traído como regalo de parís, hacia un año que se había ido allá por negocios y para ellos dos el tiempo se había hecho eterno, sin ver a su padre tanto que casi ni recordaban su rostro. Aunque su hermana les había dicho que era idéntico a ellos así que no debían temer por olvidar su rostro. No obstante tenía tres días de haber llegado a casa y aun no había tenido la oportunidad de poder saludarle. Pues aún seguía ocupado tras haber vuelto y como buenos niños que eran, no querían estorbar a su padre en el trabajo, así que durante el día salían al amplio jardín a jugar para no causarle problemas. Esa mañana, en especial, Sakura se había despertado con la sorpresa de ese vestido sobre el perchero de su habitación. La sirvienta que la atendía Shie una muchacha de origen chino le había dicho que su padre lo había preparado especialmente para ella y emocionada pidió ser vestida con él. De esa forma si por alguna casualidad veía a su padre podría verla con aquel vestido que el había escogido para ella y elogiar lo bien que le quedaba.

-¡Mira! ¡Los cerezos pronto florecerán! –Dijo emocionada aun dando saltitos alrededor de los arboles señalando los botones de cerezo que aún no florecían. - ¡Hay que contarle a Nee-san! – Continuó hablando emocionada la niña dando vueltas con las manos extendidas, en un gesto alegre. Sasuke a su lado la observaba con una sonrisa en el rostro con las manos en los bolsillos de su sudadera que al igual que el traje de su hermana había sido un regalo de su padre, le hacía feliz la idea de que el tuviese los mismos pensamientos que su gemela y ambos esperasen con emoción poder saludar a su padre por primera vez desde que eran capaces de recordar. -¡Cuando Nee-san vuelva de la escuela le pediré que nos deje comer en el jardín! – Le conto alegre la menor observando con detenimiento uno de los arboles más grades del jardín, el alegre comportamiento de Sakura le contagio y mostrándole aquella actitud infantil que se guardaba cuando estaba en presencia de su adorada hermana mayor y su hermano corrió hasta la menor tomándola de las manos para comenzar a darle vueltas haciendo reír incluso más a la niña divertida deteniéndose sólo para decirle contento.

-¡Sí es lo que quieres te ayudaré a pedírselo! – Le respondió contento el moreno, adorando ver a su hermana tan emocionada y feliz por la idea. Sin soltar sus manos unidas por sus juegos la menor le miro con breve inseguridad para luego preguntarle con tono suplicante.

-¿De verdad? ¿Sí es Nee-chan la que le pregunte a Otto-sama, él vendrá? –Cuestionó la menor deteniendo su risa ante el nerviosismo que sintió en el estómago al pensar en cómo serían recibidos por su padre cuando al fin pudiese saludarlos preguntándose ¿Sí les abrazaría? ¿Sí les diría que habían crecido mucho? ¿Sí acaso les arroparía y contaría cuentos como su hermana les había contado que hacía con ella, cuando tenía su misma edad?

-¡Claro! –Asintió determinado Sasuke logrando que sus nervios y dudas se rezagaran hasta olvidarlas. Así que convencida de que su gemelo jamás le diría mentiras, sonrió contenta retomando los giros que antes había comenzado únicamente por el placer de ver como los volantes de su vestido de encaje se elevaban cuando lo hacía.

-¡Gracias Sasuke! –Le dijo volviendo una vez más hacia su gemelo depositando un beso en su mejilla al tiempo que el aludido cerraba los ojos para aceptar el contacto afectivo de su hermana deleitado porque ella estuviese tan feliz. Sin saber que aquella promesa no podría cumplirla a su adorada hermana siguió alentándola, escuchando lo que quería hacer para el almuerzo que nunca tomarían en ese jardín…

Horas más tarde la realidad de saberse ignorados los golpeo por primera vez…

Sin saber cómo, el tiempo había corrido entre juegos y risas habían decidió descansar a la sombra de los preciosos cerezos a media flor, Sasuke había colocado un pañuelo en el suelo para evitar que el vestido de su hermana se ensuciara, casi se dormían apoyados contra el árbol uno al lado del otro con sus pequeñas manitas enlazadas firmes, inseparables… Y cuando Sasuke estaba a punto de dejarse vencer por el sueño y cerrar los parpados sintió que su gemela se sobresaltaba y soltaba su mano tan rápido que el despertó de inmediato del sopor de estar medio dormido enfocando curioso la espalda de su pequeña gemela que corría rumbo al sendero del jardín sin pararse a pensar en nada.

-¡Otto-sama! –Escuchó a su gemela nombrarlo con emoción reflejada en su voz. Por primera vez desde que había llegado a casa tenía la oportunidad de ver al hombre que su gemela llamaba Otto-sama tan respetuosamente... La silueta de aquel adulto lucia imponente aun a la distancia del sendero, ataviado con un traje sin saco hecho a la medida. Acompañado de un hombre que vestía ropa tradicional, caminaban aparentemente ajenos a la presencia alborotada de su gemela al correr hacia ellos. Y notar que no importaba que tan lejos su hermana estuviese de él aún, era cien porciento seguro, de que era imposible no escuchar su voz llamándolo y sin embargo su padre ni siquiera parecía darse cuenta de que alguien le llamaba. Se puso de pie con lentitud pasmosa para ver como Sakura al fin llegaba justo frente a su padre.

*

-¡Otto-sama! ¡Mira, mira! ¡Es el vestido que me compraste en parís! – Dijo Sakura en voz alta mirando el vestido que llevaba puesto, cuando le había visto cruzar el umbral no había pensado lo que hacía pero mientras corría a su encuentro con su padre se sintió valiente quizás por la emoción de verlo creyendo que su padre estaba al fin desocupado, así que emocionada pensó en mostrarle su vestido nuevo que con tanto esmero había intentado no ensuciar mientras jugaba con Sasuke. Sin embargo, justo cuando se detuvo frente a él, fue capaz de darse cuenta de que había otra persona con él. Avergonzándose por su comportamiento infantil al instante en que sintió aquel par de fríos ojos negros del invitado de su padre observándola con reproche -¡Lo siento, no pensé que estuviese con un invitado! –Se disculpó, bajando los brazos y manteniéndolos rígidos a sus costados. Esperando algún comentario de decepción de su padre, bajo la cabeza esperando un regaño que nunca llego. Levanto su verde mirada hacia el frente cuando escucho que los pasos se reanudaron evitándola al pasar junto a ella.

El desconcierto cubrió su inocente rostro al cavilar lo que había pasado… Su padre ni siquiera había detenido su paso al verla acercarse. Ni una mirada. Ni siquiera parecía notar que estaba parada a un lado de él con las manos empuñadas arrugando la falda de su vestido que con tanto deseo quiso mostrarle... Sintió un vacío al pensar en que quizás su padre no la había reconocido.

Sasuke un poco más lejos vio con desconcierto aquel rechazo de su padre hacia Sakura y frunció el ceño de inmediato. Corriendo de inmediato hacia el sendero que su padre pronto cruzaría en compañía de aquel hombre, deteniéndose en una réplica impulsiva de su hermana antes extendiendo los cortos brazos a los costados para evitar ser ignorado como su hermana.

-¡Otto-sama, Sakura te ha hablado! ¿Por qué no dices nada? ¿Estas enfadado porque interrumpió tu trabajo? –Le cuestionó enfadado, notando como el acompañante de su padre gesticulaba aburrido por sus palabras. Su padre pareció dirigirle una mirada de soslayo a su gemela que insegura observaba lo que el había hecho por ella.- ¡Solo quería que la vieras con el vestido que le ha regalado! ¡Se ha esforzado mucho por no ensuciarlo y arrugarlo! –Le dijo con impertinencia que merecía una reprimenda pero no le importo, notando como una de las cejas de su padre se arqueaba con inquisición.- ¡Sí estas molesto me disculpare por ella pero no la ignores!

Una risita burlona escapo de labios de aquel desconocido junto su padre. Para después decirle con voz sínica.

-Fugaku-sama parece que después de todo no podremos liberarnos de estos pequeños si no les dice nada. – Dijo cruzándose de brazos el desconocido expectante a la respuesta de su padre. Este último se apretó la cienes con aburrimiento para después girarse hacia su hermana y decirle.

-En el futuro espero que los dos se comporten de forma decorosa frente a los invitados. –Dijo su padre con un tono imperante, Sasuke y Sakura se sorprendieron ante lo imponente de su voz. Comenzando a andar de nuevo mientras Sasuke se había sumergido en la incredulidad de sus palabras. ¡Era la primera vez que se veían desde que tenían tres años! ¿Esas serían sus primeras palabras de su padre hacia ellos? ¡No podía ser cierto!

Sasuke sintió como su padre se detenía a sus espaldas una vez más sólo para agregar algo que parecía haber olvidado decirles.

-Sakura… -Su voz fría sobresalto a su gemela al instante que dio un respingo exaltada.- Ese vestido no recuerdo habértelo comprado. Seguramente fue mi secretaria quien lo envió junto con mi equipaje. No necesitas cuidarlo tanto tu hermana puede pedirte más ropa si arruinas esas… Danzou, será mejor que entremos y hablemos en el despacho.

Los gemelos se quedaron en shock al instante, al comprender sus palabras. Al entender la actitud de su padre y reconocerlo como indiferencia… Sasuke vio en los esmeraldas ojos de su gemela el dolor que aquellas palabras dichas con simpleza le había causado reaccionando solo cuando ella se dejó caer de cuclillas al suelo tiempo después de que su padre había entrado en la casa con su acompañante. Corrió para arroparla entre sus brazos protectoramente pero antes de siquiera tocarla Sakura se levantó dispuesta a actuar como si aquel momento no hubiese sucedido.

-Sasuke… Iré a mi habitación un momento…- Dijo pausadamente como si hiciese esfuerzo por contener su emociones, transmitiéndole la confusión que sentía a él que se limitó a asentir mientras tomaba la mano de la menor para decir.

-Te acompaño…- El mutuo entendimiento decidieron no hablar de lo que había pasado con su padre a sus hermanos mayores, ni contarles que desde ese momento sentían que algo se había roto en ellos. Que su pecho les oprimía al pensar en su padre, que las palabras que les había dedicado por primera vez se habían quedado grabadas a fuego en sus frágiles mentes, y que al recordarlas, lo más parecido a la soledad se apoderaba de ellos… Logrando que en ocasiones incluso un nudo se atorara en sus gargantas y les impidiese hablar porque de intentarlo estaban seguros de que llorarían y ninguno de los dos podía permitirse aquello… Porque con su orgullo herido y su confianza en los adultos minada, llorar los haría más patéticos de lo que ya debían parecer…

*-*

Tras aquel primer encuentro, le pidieron a su hermana que retirara a Shie de su servicio, no querían que les mintiese de nuevo, no confiaban más en ella. Shizune como la mayoría del tiempo se limitó a dejarlos salirse con la suya, porque al igual que Itachi se había dado cuenta de que algo malo les pasaba. Se habían vuelto más cercanos que antes, convirtiéndose casi en el mismo ente manejando dos cuerpos, su movimientos eran la réplica del contrario, su  voces se sincronizaban con tal exactitud que no era común, sin querer habían comenzado a levantar barreras en sus corazones, barreras que solo su hermano y hermana podían apartar para llegar a ellos.

Con el tiempo su padre dio más muestras de ser indiferente a ellos, convirtiéndose eventualmente en una especie de pacto el evitarse mutuamente, acostumbrándose a la mirada vacía que les dedicaba cada vez que tenían la desgracia de topárselo en las mañanas antes de ir a la escuela, de sentir que sus ojos reprochaban su mera existencia, limitándose a devolver el trato recibido.

Porque se habían dado cuenta de que su familia estaba rota, que lo único seguro de ellas eran sus hermanos, pensando que quizás estaban malditos a ser ignorados, a ser desconfiados y dudar del afecto que eventualmente tendrían de sus contados amigos actuales… Lo único que su padre les había dado eran recuerdos carentes, vacíos y sin nada más que frialdad…

Recuerdos que con el tiempo adquirieron tintes rojos, ante la ira que los embargo cuando fueron víctimas de las injustas reprimendas de su padre, de las cosas que hizo a su hermana, de lo mal que trataba a su hermano, de la crueldad que le hizo a Sakura y de la impotencia que Sasuke sintió cuando supo que no era capaz de poder protegerla… ¿Cómo entonces podrían plantearse siquiera perdonarlo? ¡Era ridículo!

Aunque todos dijeran que había sido forzado a actuar de ese modo, sus recuerdos no desaparecerían. La desolación, el enojo, la soledad, la impotencia y el dolor que les había causado no se borrarían, no lo olvidarían… Su padre era un demonio… Un monstro y no podía existir ninguna verdad más que esa.

Sin darse cuenta, soltaron sus manos hasta ese momento, entrelazadas. A medio pasillo justo a las puertas de sus habitaciones, cabizbajos y tristes, enfadados y dolidos por todo. Comenzaron a separarse…

-Quiero estar solo/ Quiero estar sola…- Dijeron al unísono. Justo después cada uno se encerró en su propia habitación, dispuestos a no sentirse solitarios estando juntos. Sintiendo que su frágil conexión era mellada junto con todos los problemas que se cernían sobre ambos, conscientes de que no podían consolar al otro porque ambos estaban tan lastimados esta vez que sería imposible aliviar su mutuo dolor.

                                                                      *

En el hospital de Konoha. Naruto esperaba paciente a que una máquina de rayos x tomara una placa de su brazo herido. Su abuela había insistido en que le hicieran el examen completo, así que ya tenía al menos dos horas entre visitas a radiología, ortopedia, rehabilitación y otras tantas.

Sabía que su abuela tenía razón al temer a su lesión, sobre todo porque había sido lo bastante estúpido para no decir nada en cuanto notó que no sanaba.

-¿Estás listo? –Le preguntó la radióloga del otro lado de la ventana que separaba la cabina de control de la estación de muestreo donde él estaba. Con un leve asentimiento la joven que en ese momento estaba con él puso en marcha su tan mecánico trabajo. Sería la última vez que decidía darle poca importancia a cualquier lesión. La cara seria que le había dedicado el ortopedista cuando revisó su brazo por alguna razón no le había gustado. – Hemos terminado. Ya puedes arreglarte la camisa. –Le indico la joven.

Al salir al pasillo los angustiados ojos azules de su melliza le esperaban.

-¡Naru-Nii!  - Chilló Ino al verle entre aliviada y preocupada por tanto chequeo. - ¿Qué te han dicho ahora? –Inquirió inquieta.

-Solo hay que esperar los resultados mientras volvemos con el ortopedista de nuevo.- Le dijo con despreocupación, no le gustaba que Ino se pusiera triste. – ¡Ya verás que estaré perfectamente! ¡No te preocupes!

Ino sonrió contrita un breve segundo para soltar un suspiro profundo después, al tiempo que llevaba sus manos a sus mejillas y las pellizcaba estirándolas en un acto infantil de enfado.

-¡De veras que no cambias! ¡Naru-Nii, deberías ser más responsable algunas veces!- Se quejó soltándolo para girar su mirada a un lado en un puchero que no evito que se dibujase una sonrisa en su rostro, admirado porque la rubia supiera exactamente lo que estaba pensando e intentase arreglarlo actuando enfadada.

-Sí, sí lo sé.- Le respondió el siguiéndole el juego, robándole un beso en la mejilla mientras ella mantenía los ojos cerrados en su puchero, tornado sus mejillas de un rosado sonrojo y una mirada sorprendida por el gesto. El soltó una risita juguetona y ella frunció más el ceño. Adoraba a su melliza y no podía evitar que se preocupase por él porque estaba seguro que de ser al contrario él estaría igual. Intentado hacerla sentir mejor. ¿Quizás ser mellizos tenía algo que ver con eso? Se preguntó un momento curioso, sin poder imaginar cómo sería cuando al fin ellos se separaran…

*

Tras media hora más de espera a los resultados de cada radiografía que le tomaron, al fin se encontraba sentado frente al médico que observaba con ojo crítico las imágenes de los huesos de su brazo lastimado. Una vez más sintió miedo al ver la cara seria del médico. Su abuela se había parado a un lado examinando también las radiografías con meticulosidad similar a la del doctor.

-¿Y bien doctor? ¿Se curara mi brazo? –Preguntó casi monótono, asustado por recibir una negativa.

-¿Mnh? Al parecer puede sanar siempre y cuando hagas todo lo que te diré y evites utilizar bruscamente tus articulaciones. –Dijo el doctor con aparente tono despreocupado. Pero él sabía que no podía ser tan fácil, no cuando su abuela mantenía fija la mirada en aquella imagen contra luz de sus huesos y sus manos se apretujaban en puños.

-Está bien, doctor… -Dijo entonces con cara apenada. Delatando a los tres adultos que era imposible que creyese aquel dictamen.- Puede decirme la verdad.

-¡Naruto!- Le llamo su abuela con voz exaltada y el rostro contrariado.

-¡Esta bien! –Gritó el antes de que la mayor optara por sacarlo de la habitación. Consiguiendo que su abuela lo mirase incrédula ante su comportamiento. Suavizó su voz y tomando la mano de Ino a su lado para infundirse valor a sí mismo y a la rubia agregó. – Sea lo que sea… Puedo soportarlo…

Después de ver determinación en aquellos ojos azules, el doctor encanecido por la edad le dijo la verdad. Las palabras se formaban y salían de la boca del viejo doctor. Serias y formales, casi impersonales de no ser porque por momentos notaba empatía por su situación. No podía recordar todo lo que le había dicho y estaba seguro de que las lágrimas de Ino cayendo sobre sus manos mientras ella se dejaba caer de rodillas al suelo para juntar su mano enlazada hacia su frente, sabía que no era alentador.

La impotencia reflejada en la cara de sus abuelos, era evidente pero él no podía reaccionar. ¿Quizás estaba en shock? Se preguntó.

-Lo siento, Naruto-kun. –Le dijo el doctor.- Pero como dije es imposible tratar esa clase de lesión con la medicina que poseemos aquí.

-Entiendo doctor. –Dijo el con calma.- ¿Cree que es el diagnóstico definitivo? –Le pregunto y el anciano negando con la cabeza primero dijo.

-No, lo que acabo de decirte es el panorama malo. Afortunadamente, esta vez solo han sido lesiones leves, lo complicado es que fueron simultáneas, si vuelves a tener un episodio similar, los nervios quedaran dañados irremediablemente y perderás la movilidad de tu brazo. Por eso debemos hacer todo lo posible porque eso no pase. Además de que sugiero que busques ayuda terapéutica especializada. Aunque lamentablemente no tengo idea de quien podría ayudarte. Lo siento. – El asintió ante el anciano y dirigió su mirada a su melliza que seguía llorando.

-Ino... Levanta tu rostro por favor…- Pidió a la rubia que sacudió la cabeza en respuesta. Naruto decidió entonces recargar su propia frente sobre la cabeza de la menor que sostenía sus manos.- Estaré bien Ino. No es tarde. Puedo sanar si tengo cuidado. – Le dijo conciliador y ella asintió leve.

Después de aquello no quedo más que hacer ahí. Le llevaron a casa en un pesado ambiente con Ino llorando aun recargada a su hombro y el intentando ser fuerte por ella. Estaba seguro de que podía sanar, el doctor no le había quitado la esperanza. Sólo le había advertido lo que podía pasar si no tenía cuidado. Días, semanas, meses… Años, el tiempo que le tomase el sanaría y volvería a su música.

Por supuesto, sus padres y su hermano le esperaban angustiados en casa, pero él se había encargado de sosegar las preocupaciones por algo que evitaría como a la peste. Insistiendo que sanaría aun si las posibilidades eran ínfimas.

*

La noche era clara, una luna llena alta y brillante en el firmamento se alzaba majestuosa iluminando la oscura noche. Fugaku había llegado al fin a casa, cansado por todo y con mil cosas en la cabeza. Pensamientos erráticos cruzaban su mente, sobre todo lo que había pasado en los últimos dos días, y lo estúpido que parecía que solo hubiese pasado tan poco tiempo y el sintiese que había sido una vida completa.

No obstante y a pesar de la fatiga en su cuerpo y mente había algo que quería hacer desde el preciso momento en que volvió a casa y puso un pie en las escaleras. Con paso lento pero firme se dirigió a la habitación de su primogénita encontrándola sentada sobre su cama contemplando la luna filtrándose por las cortinas corridas de la habitación.

*

Shizune fue consciente de que la puerta había sido abierta, y el olor de un perfume varonil y suave, le delato enseguida la identidad de su recién llegado visitante. No se giró, ni delató el ser consciente de su presencia. Simplemente espero a que los pasos amortiguados por la alfombra se situaran a su lado para seguidamente sentir que el colchón se sumía ante el peso de su padre sentado a su lado.

-Es una noche hermosa…- Le dijo con voz rasposa, rompiendo el silencio en el que su padre parecía insistir en permanecer, girándose para poder verle a los ojos.

-Lo es…- Dijo escueto, examinando su semblante con ojo crítico.- Luces mejor. –Le dijo solemne y ella dibujo una sonrisa endeble.

-Me siento mejor…- El mayor asintió como pensando que más decir. Así que ella dijo.- No tienes que sentirte culpable Otto-sama… - Su voz sonó casi etérea en comparación con la enronquecida que había tenido antes. Su padre lucía una mueca casi desconcertada ante su llamado. Era obvio que no espero que le llamase con tanto respeto y cariño en la misma palabra. Ella cerró los ojos un momento asegurándose de guardar aquel gesto en el rostro de su padre. – Me has traído de vuelta y eso es todo lo que importa. Ahora podre ser nuevamente tu hija… Tu primogénita…

-¿Estas segura? –Inquirió su padre recuperado de la impresión inicial. Mirándola con insistencia.

-Si… - Respondió simple logrando tomar la mano de su padre, la cual se había posado sobre su mejilla morada tan suavemente como si se tratara de fina seda acariciándola.

-No puedo garantizar que tus deseos se cumplan Shizune… Pero al menos puedo devolverte lo que has perdido por tanto tiempo. –Le dijo el solemne acercando su rostro al de su hija que había logrado salir de las fauces de la muerte, pegando sus frentes mientras sostenía su rostro.- Si quieres tu libertad puedes tenerla… Y esta vez no necesitas llevar el apellido Uchiha… Volverás…

-Si me devolverás lo que he perdido, quiero que empieces devolviéndome a mi querido Otto-sama… Mi gentil y adorado Otto-sama. –Le interrumpió.- Quiero que Itachi, Sasuke y Sakura lo conozcan y sientan al fin que no están solos. ¿Lo harás?

-Si eso es lo que deseas… Debes prometer que no intervendrás en el juicio de tus hermanos. Ellos deben decidir si me quieren en sus vidas… Aunque no los culpare si deciden que no.

-Te querrán. Ya lo han hecho antes… Sólo deben recordarlo…

-¿Shizune? –Le llamó con algo que la menor reconoció como fatiga.

-¿Mnh? –Gesticulo ella sin romper aquel vínculo recién formado.

-¿Podrías cantar para tu viejo? –Pregunto el mayor y ella en respuesta no pudo más que empezar a tararear los vestigios de una canción que Fugaku reconoció como la nana que una vez le canto a Itachi cuando era un bebe. Impresionado de que ella pudiese recordarla.- Gracias… -Susurro concentrado en aquella dulce voz profunda de su pequeña imaginando a una Shizune de 6 años en lugar de la mujer en la que se había convertido, ahogando apenas el llanto que amenazaba con colarse de sus ojos conmovido por aquella dulce melodía.

Preguntándose ¿Sí sería mucho esperar que Itachi y los gemelos algún día lo aceptaran? ¿Sí acaso era posible para el poder vivir tranquilo sin temer que nadie a quien amase fuese herido de nuevo? Esperando con el corazón que el perdón de su primogénita lograse hacer que sus preguntas sin respuesta fuesen al fin convertidas en una realidad, una esperanza que no sea cubierta por los tintes rojos que la ira que sus tres hijos menores debían sentir hacia el a pesar de aquel deseo.

Cerró los ojos y se dedicó a disfrutar de la voz y la música que Shizune cantaba únicamente para él, con la luna brillante como único reflector en su habitación que se había convertido en el escenario que le regalo algo llamado redención…

Continuará… 

Notas finales:

Buenos ahi esta es un capitulo un tanto asi? Espero que lo hayan disfrutado. iba a colocar una imagen de sasuke y sakura de niños pero no logro recordar como carambas le hace uno para hacer eso y tampoco me acuerdo si se podia o no por las reglas de AY pero sera para la proxima. 

Hasta lueguito....

¿Un RR?


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