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ACORDE GEMELO por andherezu_rosui

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Notas del capitulo:

Hola reportardome tardiamente con este cap.
Siento haber demorado pero las fiestas, el estres por no encontrar un trabajo aun, mas la reciente perdida de mi gato me han tenido algo ajetreada.


Incluso ahora todavia pienso que Kevin va a entrar en cualquier momento por la puerta y me maullara para resregarse en mis pies como siempre hace, pero lleva mas de tres semanas ya sin dar señales de vida y creo que ya es hora de aceptar que quizas no regrese...


Espero que sean comprensivas y que disfruten el cap, tiene de todo creo aunque siento que me quedo algo sad, atribuyanlo a mi estado de animo. Aun asi espero que en verdad lo disfruten.

Capítulo 63 Familia…

 

La sensación apabullante que las corporaciones Uchiha y todos los allegados a ella recibieron por parte de la prensa al fin habían comenzado a mitigarse…

Desde la conferencia de prensa donde muchos de los medios más destacados lucharon por poder participar, la lluvia de entrevistas, rumores de escándalos y asechamiento, por parte de los que no habían conseguido un codiciado pase para presenciar tan magnifico evento, habían mantenido un poco irritables a los miembros de todas las familias aledañas con los Uchiha.

Lo cierto era que hasta los mismos empleados habían sufrido del constante acoso de los medios, que se negaban a aceptar la noticia de que el heredero de la presidencia cambiaría a manos de la mayor de los Uchiha, que milagrosamente había despertado del coma en el que se había sumido durante cinco años, tras un trágico accidente de coche, mismo que había obligado a su padre a tomar la decisión de mantenerlo en secreto y hacer pública su muerte pues no había garantía de que la joven despertara. Sin embargo, ante tal historia los medios no pudieron evitar someter al acoso a todos los que tuvieran algo que ver con el apellido Uchiha, en busca de cualquier rumor o sospecha que pudieran tener sobre la joven que en algunos meses más tomaría el control sobre sus salarios. Sin embargo, los empleados leales a su actual presidente y conformes con la historia negaron cualquier información distinta de la que ya se conocía por medio de la conferencia hacia tres meses atrás.

La historia había sido tan dramática incluso para los medios, que la incertidumbre de la duda prevaleció sobre sus mentes ávidas de primicias y no se rendían en su búsqueda de lo que ellos amablemente llamaban “verdad”, que tuvieran la insana pretensión de por fin destruir, aunque sea ficticiamente la reputación de la empresa y su estabilidad como tal, era una cosa que bien podía ser llamada “daño colateral”

Como si se trataran de perros de caza ante una presa se habían lanzado con todo a la yugular de aquella que había surgido de entre los muertos para recuperar la posición que por derecho propio le pertenecía o según ellos “decía” que era suya. Sobre todo, porque bien podía haber salido de cualquier lado, como una simple chantajista, que de algún modo había conseguido adueñarse de la voluntad del frio y orgulloso Fugaku Uchiha…. Aunque esto en si sonara más descabellado que lo que ellos habían relatado en la conferencia como los hechos en si… Gracias a que las habilidades del selecto equipo que elucubraron tan fausta historia no hubo nada que buscar, pues todo había sido planeado como si de una obra en escena se tratara, los guiones eran impecables y sus actores aquel día sin duda se habían lucido…

Registros del hospital donde una vez Shizune fue internada, mas expedientes de larga cronología remontada desde cinco años atrás, habían sido presentadas a la prensa en la conferencia como evidencia ante sus preguntas que buscaban la verdad tras de toda la historia médica que tuvieron que adjuntarle a una recién recuperada Shizune que para suerte o desgracia dependiendo de cómo se viera, su reciente convalecencia tras el secuestro a manos de Shimura Danzo, habían hecho cambios en su cuerpo, algunas por poner un ejemplo como las cicatrices que la acompañarían en sus brazos y piernas hasta que lograran encontrar un médico competente y discreto para lograr quitarlas, la palidez desmejorada ante la anemia de la que había sido víctima por la pérdida de sangre aquella noche apenas era cubierta con maquillaje, y dejaba en evidencia la delicada salud en la que la joven se había encontrado, logrando qué la condición médica de estar cinco años en coma encajara de alguna manera como razonable dentro de las cabezas de las cincuenta personas invitadas a ver y difundir con sus propios ojos la nueva noticia, que se presentó tan abrupta según los mismos comentarios de los invitados de la prensa al recordar la forma en la que se revelaron los hechos ante ellos, dejándoles en un mutismo irreal para la cantidad de gente que los conformaban dentro de la sala, mientras en sus mentes estupefactas solo había cabida para una interrogante ese día tres meses atrás…

- ¿Podría repetirlo? – Se atrevió una trémula voz a expresar en voz alta lo que sus camaradas de oficio no podían aún enunciar…

-He decidido que mi hija Shizune retome su puesto como sucesora oficial de las empresas Uchiha. – Repitió con cierto tono aburrido el actual presidente de la corporación Uchiha, Uchiha Fugaku.

-Al ser la mayor y mi primogénita, mis socios han mostrado su apoyo en esta decisión. – Procedió a explicar el Uchiha a sabiendas que nada de lo que les estaba diciendo cobraba sentido en las cabezas de todos ellos, pero dándole igual prosiguió con su tarea de explicar las razones por las que dicho cambio se había dado. – Como saben, la empresa perdió un socio recientemente, gracias a nuestra fusión con el grupo financiero Hebi, hemos logrado salvar el problema y mantener nuestra posición como líder en el mercado. Pero la carga está comenzando a ser pesada. Por tal motivo, he decidido nombrar a mi sucesor y queríamos dar a conocer la información públicamente de que dicho nombramiento le ha sido otorgado a mi hija mayor Uchiha Shizune.

Para todos en la sala, las palabras escuchadas eran bastante razonables, ciertamente. Lo que no sonaba del todo coherente era la aparente mención de una muchacha que había muerto cinco años atrás… Y la posibilidad de que el presidente Uchiha hubiese adquirido una rara variación de esquizofrenia parecía ser una noticia más jugosa que las incoherentes explicaciones que les había ofrecido con su faz imperturbable.

Pero cuando la ansiada prueba de que todo lo dicho cobraba sentido se anunció con la llegada de la protagonista, junto a los documentos en copia que se les habían entregado como registro medico de lo que se había expuesto minutos antes, no quedo más que aceptar la posibilidad que todo fuese verdad. La expectación creció en todos los presentes, algunos indagándose internamente de la veracidad de tal broma y otros tantos agradecidos a cualquier deidad que tuviera que ver con la oportunidad de que ellos estuvieran ahí.  

Un gemido de sorpresa lleno el lugar ante la visión de aquella criatura que parecía destilar respeto y poder con su simple presencia. Ataviada con el más exquisito kimono que jamás vieron, y en una pose que esperaba paciente a ser capturada por las lentes de las cámaras, las cuales perezosas, parecían salir del sopor en el que habían entrado para comenzar a lanzar destellos a diestra y siniestra, capturando la impecable presencia de lo que parecía ser en verdad la resucitada Shizune Uchiha….

Pero… ¿Cómo era posible esto? Era la pregunta que inundaba las mentes curiosas por naturaleza de todos los presentes. Las preguntas junto al caos no se hicieron esperar…

¿Qué significa esto señor Uchiha? ¿Se trata de una impostora? ¿Por qué sigue viva? Eran solo algunas de las muchas preguntas que se dejaban caer sobre ellos en ese momento. La voz un tanto recia de Nohara Rin apenas consiguió apaciguarlos lo suficiente para establecer un poco de orden y dar paso a que la joven heredera tomara su lugar junto a su padre. A la espera de responder las preguntas que esperaban ansiosas a ser resueltas… Y finalmente tres meses después parecían haberse dado por vencidos y aceptar la nueva realidad a la que habían sido expuestos…

*

-Shizu-Nee… ¿Vas a salir hoy? – Preguntó curiosa Sakura sentada al medio de la cama de su hermana, la cual iba y venía por la habitación mientras se arreglaba. Un asentimiento de cabeza y una sonrisa enigmática fue la respuesta que obtuvo de la mayor a través de su reflejo en el espejo de cuerpo entero donde se estaba poniendo un par de pendientes rojos en forma esférica.

Sakura frunció el ceño reparando en el atuendo que lucía su hermana en ese instante, pues no era la ropa que últimamente solía usar, las faldas en corte sirena no estaban, sustituidas por un par de pantalones de cuero negro ajustados, las blusas de vestir blancas y el saco ejecutivo también brillaban por su ausencia al ser remplazados por una blusa morada ajustada de tirantes y una chaqueta de cuero que hacia juego con los pantalones. Su maquillaje sencillo y sus labios rojos más su cabello suelto hacían que la antigua imagen de Chihane Kato renaciera dejando de lado su verdadera forma. Sinceramente Sakura dudaba de que alguien fuera capaz de pensar que ella fuera Shizune Uchiha y quizás, solo quizás, estaba siendo algo paranoica al pensar en lo absurdo que resultaba que ninguno de los disque fans que tenía con su nombre falso la hubiera reconocido ya. Pero dejando eso de lado en sus pensamientos igual pregunto.

- ¿Puedo ir contigo? - Si su hermana creía que era seguro salir ahora que las cosas parecían volver a su cauce quien era ella para impedírselo? Estaba sola y aburrida sin Sasuke que se había ido de campamento con el equipo de Kendo de la escuela y que no regresaría hasta la tarde. Y salir con su hermana y pasar tiempo con ella podría distraerla hasta que su gemelo regresara y pensaran en que hacer…

- Podrías…- Dijo la mayor en retorica con una sonrisa que la lleno por un segundo de esperanzas, pero Shizune la freno al instante. -  Si fueras mayor de edad... - Le respondió con la sonrisa ladeada en forma de broma. – Además por muy hermana mía que seas no te dejaré mirar a mi Konan mientras la mimo un poco. Es mía… - Aseveró en tono posesivo y juguetón acompañando su frase con un guiño que solo consiguió que Sakura le arrojara la almohada más cercana para encubrir el sonrojo en sus mejillas al comprender sus palabras. Una risotada sincera de Shizune inundó la habitación avergonzando a mas no poder a la menor.

- ¡Que inocente eres! – Se burló traviesa sosteniendo su propio estomago de la risa, logrando irritar a la menor que la miraba con reproche.

- ¡Shizu-Nee! –Se quejó Sakura indignada. Shizune intentó calmar su risa, pero la cara de su hermanita solo la hacía soltar una nueva risotada.

- ¡Lo siento! ¡No pude evitarlo! – Le dijo conciliadora, apenas logrando apaciguar un poco a la menor que frunció mas el ceño con frustración. – La verdad es que iré al club, los chicos de Dokuo van a presentarse por primera vez desde que me retire del grupo… -Le contó sentándose en la cama, ganando la atención de Sakura. – Konan será la nueva vocalista oficial… -Dijo con orgullo. - Quiero ir para apoyarla…

Sakura vio con cierta envidia la sonrisa contenta de su hermana, ella también desearía poder escuchar cantar a su bella Ino… Pero aun no sabía nada de ella… Intentó reprimir sus pensamientos sombríos y decidió seguir su conversación con su hermana al preguntar.

- ¿Crees que pueda con el trabajo de llenar los zapatos de Chihane? – Preguntó para corroborar.

-No.- Dijo Shizune negando con un gesto serio que desconcertó a Sakura y le hizo sentir compasión por su cuñada, su hermana era algo cruel a veces pensó justo antes de que ella agregara con una mirada determinada y orgullosa. - ¡Sera mejor! – Sakura le sonrió cómplice atenta a lo que decía retractándose por su pensamiento anterior. -Todos estuvieron ayudando a Taka… Es la otra banda que comparte escenario en el Chidori como regulares… –Le explico breve. – Pero nunca tocaban todos…- Sakura observó con extrañes el tono alicaído de la mayor. – Supongo que fue muy repentino todo lo que pasó… Y mis decisiones fueron puramente egoístas con todos ellos…

El semblante de Shizune de cierta forma lucia culpable, no tenía idea de cómo había sido para ella su vida anterior y sí le preguntaban francamente le daba igual, lo único que de cierta manera agradecía es que volviera a ellos… Era egoísta también por pensar así y era consciente de ello, pero aquellos cinco años de ausencia fueron muy duros para sus hermanos y para ella… No podían permitirse perderla de nuevo…

-Nos tienes a nosotros… ¿No es suficiente? – Le preguntó insegura de obtener la respuesta que deseaba. Shizune la miro con cautela y con una sonrisa le respondió.

- ¡Tonta! ¡No tienes idea de lo feliz que estoy de volver!

Sakura sonrió agradecida de que su hermana dijera exactamente lo que deseaba escuchar. Le hacía feliz tenerla de vuelta también, era una de las cosas buenas que habían resultado de todos los problemas que habían tenido. El teléfono de su hermana sonó anunciando un mensaje, al revisarlo, una sonrisa tierna se apoderó de la cara de la mayor logrando que Sakura arqueará una ceja intrigada por un momento, antes de suponer que se trataba de Konan…

- ¿Ya te vas? – Le preguntó al verla terminar de responder el mensaje guardando el teléfono en su chaqueta.

-Lo siento. – Le respondió con cara de realmente no sentirlo en absoluto. Pensó en la pareja de su hermana y envidio por un segundo lo contentas que parecían cuando estaban juntas, se tiró de espaldas sobre el colchón y en una actitud caprichosa se quejó de nuevo.

- ¡Que fastidio! ¡Yo también quiero salir! – Shizune se carcajeo de nuevo al verla así.

- ¡No puedes ir conmigo! Konan es algo tímida, y no creo que le agrade saber que tendremos público ¿Sabes? –Le recalcó tomándole el pelo con su actitud socarrona, Sakura frunció el ceño abochornada. ¡No era necesario que se lo repitiera!

- ¡Ni que quisiera verte agasajándote con tu novia! – Le chilló avergonzada, aunque intentó disimularlo con enojo. La risa de Shizune le hizo saber que no había sido convincente. Con un par de bromas más la mayor finalmente la dejo sola en la habitación con un severo bochorno por la ligereza con la que Shizune al hablaba de su relación con la antes mencionada Konan.

Se quedó tumbada en la cama, mientras sus pensamientos viajaban al otro lado del mundo invocando la mirada azulina de la joven que amaba. Se preguntó con anhelo ¿Cuánto más tendría que esperar para al fin poder verla de nuevo?

-Espero que sea pronto… -Susurro para sí misma dejándose adormecer por el silencio de la habitación.

*

La noche parecía clara con la luna llena adornando el cielo nocturno, se dijo Sasuke deteniéndose a medio jardín de su casa para contemplarla. Estaba cansado, había sido un día largo, aunque si era sincero desde que Naruto había partido el tiempo parecía ser eterno…

Lo único que lo consolaba era saber que el volvería. Su promesa era lo único que lo mantenía tranquilo. Afortunadamente las cosas con su familia por fin parecían comenzar a estar bien. En esos tres meses habían entablado lo que podía decirse una comunicación con su padre, pero sabía muy bien que era muy frágil y que les faltaba mucho para poder entender del todo a ese hombre que llamaban padre, ahora con menos recelo en la voz…

Desde que habían aprendido a escucharle de alguna manera intuía que las distancias y asperezas comenzaban a limarse entre ellos... Pero, aún no se sentía confiado de abrirse a él, temía que todo volviera a ser como antes sin que se diera cuenta y no estaba seguro de poder soportar algo así de nuevo. Mirando la luna mientras reanudada su camino a casa se preguntó ¿Qué haría Naruto cuando le contara sobre su padre? ¿Estaría orgulloso de él?

-Ojalá me sonría… -Susurro para sí mismo antes de sonreírle a su gemela que esperaba con la puerta abierta para él en la entrada de la casa. Miró una vez más la luna en el cielo nocturno y tomando la mano de su gemela se adentró a su hogar, sabiendo que, aunque estuvieran lejos de ellos en ese instante, un día regresarían a sus brazos… Por ahora mientras eso ocurría seguirían apoyándose mutuamente en la espera que se tendía ante ellos como un largo camino… Sin llegar a ser conscientes del tiempo que podría tomarles recorrerlo.

*

El retiro le sentaba bien a Fugaku Uchiha... Parecía más relajado, menos estresado y su semblante severo se había suavizado. Hacía apenas seis meses que finalmente le había dejado la presidencia a Shizune que parecía estar haciendo un buen trabajo. El último año había sido complicado para ella acosada por la prensa en su mayoría de las veces, sin embargo, había logrado sortear todo eso para alzarse como la orgullosa heredera que siempre había sido.  Estaba seguro de que con su talento la corporación no haría otra cosa más que crecer. No debía preocuparse más por el futuro de miles de empleados. Esa responsabilidad había sido tomada por completo por su primogénita y sinceramente lo hacía más que bien.

Ahora tenía más tiempo libre y se la pasaba en casa encerrado en su despacho o en ocasiones en compañía de sus hijos, algunas veces Itachi le llevaba té y conversaban de sus planes, del futuro que parecía prometedor y de las cosas que él deseaba hacer como miembro de la familia Uchiha. Le sorprendía todavía el hecho de que el deseara trabajar mano a mano con su hermana, teniendo las posibilidades a su alcance, Itachi había terminado diciendo que quería ayudar a Shizune en su empresa por hacerse un camino en el mundo de los negocios. Había estado feliz de apoyarlo y dejarle en claro que estaba orgulloso por su decisión.

Durante aquella plática, una llamada telefónica fue la que termino interrumpiendo ese breve encuentro padre e hijo. Aquella tarde medio año atrás, donde recibió una invitación…

-Dame un segundo, Itachi. – Le dijo para dirigirse a contestar el teléfono sobre su escritorio. Era raro que ese teléfono sonara, pero cuando lo hacía generalmente se trataba de algo importante o de alguno de sus hermanos. Quizás Kakashi ya estaba dando a luz y su cuñado le estaba avisando no aún faltaba para eso. – ¿Hola?

El silencio momentáneo de su interlocutor al otro lado de la línea le hizo fruncir el ceño. Un sentimiento pesado se instaló en su pecho con una facilidad tal que no pudo más que endurecer la voz para continuar con esa llamada.

- ¿Quién eres? –Preguntó severo. Itachi que presenciaba todo compuso un gesto de preocupación en su cara al ver el cambio repentino en su voz. Estuvo a punto de levantarse de su sitio en el sillón detenido solamente por una mano suya frente a él alegando que estaba bien. – ¡Si no tienes nada que decir, colgaré! – Amenazó con su tono inflexible y su gesto impasible, hasta que escuchó la respiración de su interlocutor alterarse hipando en lo que reconoció como un sollozo de una mujer al otro lado de la línea, que le hizo reconsiderar su tono brusco.

- ¿Qué es lo que sucede? – Preguntó con una voz que pretendía transmitir amabilidad, ante la voz femenina que lloraba con desconsuelo al otro lado de la línea. Casi sonríe complacido cuando escuchó que se aclaraba la garganta, pero al final fue alguien más quien le habló…

-Nuestra madre ha muerto… Nii-sama…- Aquel fino susurro en su oído, le congelo la cara, la sonrisa que pretendía dibujarse en su rostro al conseguir que aquella voz por fin hablara, se extinguió con una lentitud aplastante. Itachi esta vez no fue detenido por él. Cuando supo que pasaba ya tenía a su hijo a su lado sosteniéndolo del brazo.

Le llevó unos segundos entender porque le sostenía y le miraba preocupado. Hasta que sintió que sus piernas parecían gelatina y solo con la ayuda de Itachi eran capaces de sostenerlo derecho, sus oídos le pitaban y sintió su pecho contraerse en una pesadez que se atoraba en su garganta. La nueva voz, al otro lado de la línea logró hacer que recuperara un poco el control.

-Disculpa que te llamáramos…- Escuchó la voz afectada de un joven y de fondo el sollozo lastimero de la chica que había intentado inútilmente confortar para que hablara. - El funeral será mañana… A nuestra madre le hubiera gustado que estuvieras aquí… Pero si no puede ser no pasa nada…

- ¡Iré! - Le interrumpió con urgencia en la voz. - ¿A dónde debo dirigirme? – Le preguntó con voz apenada por el malentendido y por la noticia. Un suspiro de alivio se dejó escuchar al otro lado para seguidamente darle una dirección finalizando la llamada. Itachi a su lado no comprendía que le había sucedido, pero se mantenía atento.

- ¿Qué fue lo que paso Padre? ¡Te vez pálido! – Le dijo arrastrándole de vuelta al sillón. - ¿Padre? – El desconcierto en la voz de Itachi fue lo único que le hizo darse cuenta de la humedad en sus mejillas… Sin darse cuenta había comenzado a llorar… Su profunda tristeza en ese momento fue presenciada por su hijo en el mas pétreo silencio y fue algo que agradeció internamente.

Al día siguiente, sin demora había acudido a la ceremonia de entierro, Itachi le acompañaba en silencio. Quizás atormentado por lo que había terminado contándole sobre su propio nacimiento. Cuando finalmente llegaron a la casa donde su madre había pasado sus últimos días, las miradas añiles de sus dos hermanos le recibieron enrojecidas e hinchadas por el llanto. Una chica y un doncel… Qué sin dudar de él, se lanzaron a sus brazos para compartir su dolor y ser confortados por el… Lo único que él pudo hacer fue abrazarles y susurrarles que todo estaría bien. Itachi a su lado simplemente lo observo acompañándoles en la pérdida.

El vacío que había quedado en su pecho al perder a su recién hallada madre, había sido compensado por la necesidad de proteger a sus dos hermanos menores. Durante ese tiempo había logrado conocerles mejor y saber una que otra cosa de ellos. Y aunque Itachi los había conocido aceptó la distancia que sus tíos habían impuesto sin forzarles a nada pues ambos habían declarado que era mejor mantener las líneas claras para poder protegerle a él, de los ojos de la prensa.

Itachi entendió todo y juro guardar el secreto de su origen a sus hermanos, según él por qué no quería defraudar su confianza. Lo cierto era que le había hecho feliz con aquella declaración, y en cuanto a sus hermanos, no había insistido en traerles con él a la mansión, en cambio había hecho los arreglos para que fueran trasladados y ubicados en una casa que había comprado para ellos, tal como antes había hecho por Rin, encargándose de proveerles todo lo que necesitaran, aún si ellos mismos podían con eso. No dejaría de lado a su familia.  

Itachi fue un gran apoyo con eso, y de vez en cuando se hacía cargo de sus hermanos en su lugar. Si bien sus orígenes no era algo que le gustara compartir con alguien, le agradaba el hecho de que fuera Itachi quien le escuchara en aquel momento. Shizune tenía sus propias responsabilidades con la empresa y la gente que ahí laboraba y los gemelos… Ellos tenían suficiente con la dura espera a la que estaban sometidos…

En cuanto a Mikoto… Pues... Aún no sabía qué hacer con ella…

Su comportamiento era tan errático que no sabía que pensar. Dos semanas atrás, ella le entregó un viejo diario que según sus palabras lo había escrito cuando era joven diciéndole…

-Si después de leer este diario. No quieres volver a saber de mí. Solo debes firmar este documento y enviarlo a Nueva York. - Dijo colocando un sobre amarillo en la mesita de noche junto al diario. Su rostro se mantuvo bajo y sus miradas no habían chocado, mientras ella decía aquello.

- ¿Qué pasara si lo envió? - Le preguntó él entre confundido y curioso ante su comportamiento. Ella le miro con melancolía y dirigiéndose a la puerta le respondió sin mirarlo.

-Significa que no volveré…

Ese día ella volvería a Nueva York recordó mirándola irse sin darle ninguna explicación más tras esas palabras. Simplemente se limitó a salir dejándolo solo en la habitación que compartían con su fiel maleta de viaje esperando por ella tras la puerta del despacho.  

Con algo de confusión tomo ambas cosas y se decidió a leer el diario de pasta verde donde sus iniciales se apreciaban en letras doradas… Jamás esperó descubrir los secretos de su esposa de esa manera, después de tanto tiempo casados creyó que la conocía lo suficiente. ¡Que tonto había sido! La ira y el rencor que invadían páginas y páginas en el diario lo impresionaron, y le hicieron sentir mal a partes iguales, pero la soledad y la tristeza que transmitían sus memorias lo asolaron sin remedio.

En aquel diario no solo plasmaba con precisión los sentimientos de dolor y pérdida por su familia, ni sus sentimientos hacia Minato quien se había llamado así mismo su hermano y quien ella creía era el amor de su vida… Le sorprendió saber que antes de conocer a Minato, hubo un tiempo en el que Mikoto también le había profesado amor, y le decepcionó la manera en la que ese amor poco a poco fue opacado por los celos hacia el por su culpa. No sabía que pensar de lo que las páginas de aquel diario decían, sobre como Mikoto se culpaba de que lo suyo con Minato no pudiese ser… Llamándose a sí misma un estorbo y una mancha imborrable…

Fue al leer la última página escrita de aquel diario, que pudo sentir como sus manos se volvieron frías, al entender lo que Mikoto creía haberle hecho merecer tanto desprecio y repudio hacia sí misma… Un solo párrafo escrito con letras nerviosas, le habían dado a entender la culpa con la que ella cargaba y el gran valor que requirió entregarle aquel diario a él… Todo cobro sentido al leer aquel párrafo final…

“Ese hombre tiene razón… Yo soy un problema para Fugaku, soy nada más que un accidente que no debió ocurrir...Quizás deba hacerle caso y mantenerme lejos de él, antes de que ese hombre decida matarme… Tal vez si yo no existiera Fugaku habría sido feliz… Pero, ¿Porque debo ser yo la que desaparezca? ¿Morir? ¿Si muero todo estará bien? Entonces, ¿Que pasara conmigo? ¿Porque debo ser yo la que debe soportar todo esto? ¿Porque no puedo ser yo la persona que él ame? ¡No quiero esto! ¡No quiero ser la que sobra! ¿Acaso no puedo desear ser feliz? ¡¿Esta mal haber deseado ser amada?! ¿Por qué soy yo la que debe sufrir así? ¡Si tan solo Minato dejara de existir! Quizás yo podría ser feliz… Si tan solo el desapareciera en mi lugar… Yo podría dejar de sentir tanto dolor… Si tan solo Minato desapareciera…”

Aquellas palabras se grabaron con fuego en su alma, pero no por odio o rencor hacia lo que ella había escrito, lo hicieron porque todo eso había sido por causa suya. La sola fecha de aquella ultima entrada, le hizo imaginar lo torturada que debió haberse sentido Mikoto tras finalizar aquel día. Las palabras a medio borrar por la humedad de pequeñas gotas era la única evidencia que quedaba del llanto culpable que debió sentir su esposa aquel día al mirar de nuevo lo que había escrito… Sobre todo, porque ese mismo día Minato y su esposa fallecieron en un accidente aéreo…

Cerró los ojos en frustración al darse cuenta por primera vez de la carga que ella había estado soportando sobre sus hombros todo ese tiempo. La culpa que ella sentía, por haber deseado algo tan vil a la persona que la amaba como a una hermana, aquellas palabras que había escrito se habían convertido ese mismo día en su maldición.

Mikoto después de aquel día no volvió a ser la misma… Él había creído que se debía al duelo y la tristeza de perder a uno de sus seres queridos, pero ahora se daba cuenta de que ese no era el caso. Él no había entendido nada, no había notado nada, y aunque la muerte de aquellos dos le dolió profundamente también, nunca sintió culpa alguna por sus muertes solo una inmensa tristeza por no haber sido capaz de disculparse con ninguno como debía. Para Mikoto en cambio aquel suceso había alentado su abandono. No se sentía merecedora de tenerles… Mientras que él simplemente creyó que su distanciamiento había sido por causa suya y que eso era lo mejor, nunca intentó traerla a su lado de nuevo… La dejo sola, sin saber nada de ella, permitió que sufriera y se lastimara así misma, la culpó por su desinterés con los chicos cuando el tampoco hacia mucho por ellos… ¡Que estúpidos habían sido los dos!

Ninguno de los dos fue capaz de perdonarse a sí mismo y eso había causado su mutua soledad… Ninguno considero el hecho de que su naturaleza pesimista los alentaba a cargar con todas las culpas… Ninguno creyó que merecía ser feliz…

Mientras el sentía culpa por arrastrarla a su vida controlada por un loco, ella se culpaba por no ser la persona que él deseaba a su lado, odiándose por que el hijo en su vientre era lo que le había atado a ella.

¿Cuánto daño le había causado sin ser consiente todo ese tiempo? ¿Qué tan ruin era por no aclararle jamás que él le amaba de igual manera que a Minato? ¿Por qué no fue capaz de admitir que era un imbécil que no podía elegir entre ellos? ¿Cómo era posible que fuese ella la que se estuviera disculpando y dándole bandera blanca, cuando era el quien no había hecho suficiente? ¡Era el quien debía haber dicho lo siento! ¡Él debía pedirle perdón por nunca hablarle con la verdad y dejarle pensar que no era amada! Él debía suplicar y arrepentirse por dejar que la amargura consumiera su corazón… ¿Qué tanto más debía hacer para conseguir que ella le perdonara su abandono? ¿Cuánto tendría que suplicar para que ella le perdonara?

Aquella tarde cuando el diario en sus manos le dejó saber la amargura y dolor en el corazón de su esposa, las lágrimas le acompañaron junto a su corazón roto, mientras sentía morir su alma cuando el contenido del sobre amarillo le mostro una solicitud de divorcio voluntario. Sabía que no deseaba perderla, pero después de leer su diario no estaba seguro de tener derecho a retenerla a su lado… Aún ahora aquel sobre amarillo seguía guardado en su cajón del escritorio, donde lo había puesto para no tener que verlo.

No podía, simplemente decirle a Mikoto que no le dejara… Tenía que hacer algo más, debía demostrarle que con fallas y todo, él realmente la amaba, que siempre lo había hecho y que le partía el corazón que ella pensara lo contrario. Pero ¿Cómo podría hacerle entender? ¿Qué tenía que hacer para mantenerla a su lado?

Su incertidumbre no le había permitido decidirse, y ahora ahí estaba, pensando una vez más sobre lo que debía hacer. Llevaba tres días así y comenzaba a cansarse de intentar actuar normal, sobre todo cuando sus cuatro hijos le acompañaban a comer, costumbre que parecía hacerse más frecuente desde que los gemelos parecían haber aceptado que lo que había pasado antes, fue por mantenerles protegidos. Las conversaciones se mantenían en un nivel moderado, pero sin llegar a ser tediosas. Sin embargo, aquella tarde no fue difícil descubrir que algo le había ocurrido, Shizune y los gemelos intuían que algo había sucedido tiempo atrás y que Itachi era el único que sabía, mas no hicieron ningún comentario al respecto, le dieron su espacio y supusieron que como con todo lo demás que había hecho hasta ese momento, aquello también tendría que esperar para que lo supieran.

Pero sus ojeras eran pronunciadas por la falta de sueño, y el tintineo que hacia su cubierto al chocar con la comida que parecía ahora un revoltijo asqueroso, hacia evidente que algo no estaba bien con él, y sus hijos estaban dispuestos a averiguarlo de una buena vez.  

- ¿Otto-sama? –Le llamó Shizune por enésima vez. Él levantó su mirada perdida de su plato y finalmente vio la preocupación en la cara de su hija mayor y la curiosidad en la cara de los demás. - ¿Estas bien?

- ¿Eh? Sí, no pasa nada. – Afirmó sin convicción. Los gemelos mostraron su enfado con un ceño y una mirada osca, Itachi arqueo una ceja desconfiado y Shizune tomo la servilleta para limpiar delicadamente sus labios en un gesto que reconoció como impaciencia en su hija mayor.

-Padre, ¿Porque no nos saltamos el juego del tira y afloja y nos dices de una vez? ¿Qué es lo que sucede? – Dijo Itachi con tono paciente recargándose en la silla dejando de lado su comida al igual que el resto de sus hermanos.

- ¡Por esto es que siempre le malinterpretan! –Se quejó Sasuke.

- ¡Debería empezar a confiar en nosotros un poco al menos! –Secundó Sakura señalándolo con un pedazo de carne ensartado en su tenedor.

-Ya les oyó, al menos denos en beneficio de la duda. Ya no somos chiquillos… Quizás Sasuke y Sakura lo sean, pero han madurado. –Comentó Shizune logrando que los mencionados se sintieran ofendido y le miraran irritados. Shizune dibujo una sonrisa ladina y continuo con tono despreocupado – Corrección, siguen siendo niños.

- ¡Shizu-Nee! –Escuchó la queja de los gemelos y una sonrisa endeble se formó a regañadientes en su cara. Le hacía feliz aquella forma de interactuar que sus hijos habían ido adoptando cuando estaban en su presencia. Hasta parecían una familia normal… Solo le faltaba algo para que todo eso comenzara a parecerse a lo que siempre quiso, caviló observando con anhelo la silla vacía en la mesa, delatándose con ese simple gesto ante todos los chicos que astutamente resolvieron parte del enigma.

- ¿Paso algo con nuestra madre? –Curioseó con seriedad Itachi, no era raro saber que de sus cuatro hijos Itachi parecía ser el más cercano a su esposa. Y al pensar en eso, el recuerdo de un recién nacido Itachi, llorando al hallarse en un lugar desconocido, llegó a él, logrando tranquilizarlo solamente con una canción de cuna que después Shizune se encargó de aprender para tranquilizar a su recién nacido hermano.

Suspiró pesaroso pasando la mirada por Shizune y la recordó frágil y pequeñita en el cunero del hospital, y su esposa haciendo lo posible por ignorarla y no mirarla, cuando la enfermera se la había llevado para darle de comer, cosa que resultó imposible ante la apatía que mostro Mikoto con la bebé, obligando a la enfermera a prepararle la fórmula y dársela ella misma. Aquella vez el doctor que las atendía le había dicho que en algunos casos se daba el rechazo de la madre con él bebé, a veces como consecuencia de un embarazo difícil en una madre primeriza y otras tantas veces por causa hormonal, pero que cambiaría, una vez se estabilizaran sus hormonas al descartar que Mikoto hubiera tenido algún problema con su gestación. Sin embargo, Mikoto no mostro mejoría ni nada parecido remotamente al cariño materno con Shizune, dejándola de lleno al cuidado de Chiyo-Basan ganándose con ese acto el desprecio de la anciana mujer y también, aunque le dolía admitirlo ahora, el suyo.

Apartó su mirada de la mayor de sus hijos y sus ojos se posaron en los gemelos que se removieron inquietos ante su mirada sobre ellos. La pena empañó sus ojos negros al admitir que tenía muy pocos recuerdos de la infancia de ambos menores, tanto o menos que Mikoto, ni siquiera sabía qué nacerían, porque la última vez que vio Mikoto las cosas no habían sido buenas, y como siempre él la había relegado al último lugar de sus prioridades convenciéndose que era lo mejor que no estuvieran juntos. Nunca pensó que ella fuera capaz de no contarle sobre su embarazo, hasta que cumplió casi los siete meses y se vio obligada a regresar a Japón por negocios o al menos eso creyó en su momento.

Sin embargo, no había tenido tiempo de reclamarle sus acciones porque cuando se dio cuenta ya se encontraba en el cunero del hospital mirando a sus niños luchar por sus vidas dentro de la incubadora donde debían permanecer los dos meses que les faltaba para cumplir con su gestación y ganar peso al ser más pequeños que un bebé normal por haber nacido prematuramente. La explicación medica fue más una acusación que otra cosa, esta vez el doctor le había dicho que la madre había estado sometida a mucho estrés y que en su avanzado estado nunca debió viajar.

Ante tales acusaciones, sintió un poco de ira en contra de Mikoto sin saber, lo cerca que ella había estado de morir, durante aquella cirugía. Reclamándole de forma cruel su descuido, a una Mikoto cansada y débil, cuya excusa había sido la expansión de su revista y lo importante que era para ella, con esa excusa de su propia boca, la decepción lo cegó y brutalmente le dejo sola en aquella habitación, sin mirar a ver el daño emocional que le había causado, sin analizar el miedo en aquellos ojos verdes agotados, prefirió dejarla con sus demonios para que los enfrentara sola.

Quizás fue su frialdad la que había causado que tan rápido como se recuperó y le dieron el alta Mikoto volviera a Nueva York, sin ni siquiera ver a los gemelos antes de partir, ni mucho menos dignarse a avisarle de su regreso, enterándose solamente cuando decidió ir a disculparse por haberla hostigado cuando ni siquiera sabía que había estado a punto de morir, algo le decía que no había sido justo con ella y menos cuando acababa de tener a sus hijos a costa casi de su propia vida. Encontrar la habitación vacía le había dejado un amargo sabor de boca, y reiteradamente lo dejó por la paz, negándose a averiguar nada más sobre ella y su estado de salud, por mero orgullo se negó a indagar nuevamente el porqué de su abandono.

En las páginas del diario se plasmaba cada parto y cada cosa que sintió al irse con las manos vacías, haciéndole sentir mal por haberla juzgado sin pensar en cada ocasión. En cada caso fue diferente la razón…

Con Shizune se negaba a tomarla en brazos, porque si se encariñaba de ella sería demasiado difícil dejarla ir, sobre todo porque Mikoto no deseaba atarlo por compromiso, su intención había sido entregarle todos los derechos sobre la niña y después irse, dejándole el camino libre para conquistar a Minato, pero las circunstancias habían cambiado sin que Mikoto fuese consciente de ello, pues él la había convertido en su esposa sin siquiera preguntarle si lo deseaba, sin molestarse siquiera en explicarle, que lo único que deseaba era protegerla a ella y a su hija recién nacida de los horrores que Danzo seguramente le prepararía si la dejaba irse de su lado. Al hacer eso sin explicarle nada le dejó creer que lo había hecho solo por la niña, creyó que ella sobraba y decidió que, aunque su estatus fuera diferente su plan original seguía siendo válido, ella no podía quedarse junto a ellos, porque no hacía falta y unas semanas después de soportar su cercanía, finalmente no pudo más y recurrió a Shikaku para ayudarla a partir una vez se decidió confiada de que eso era lo mejor para todos.

Con Itachi Mikoto había mostrado la intención de criarlo ella misma, por un momento el pensó que lo haría en verdad y dejó a su hijo con ella en Nueva York esperanzado de que Itachi si tuviera a su madre al pendiente de él, pero en medio de su nueva oportunidad de ser madre, las macabras elucubraciones de Danzou la forzaron a renunciar a Itachi y dejarlo en la mansión aquel día nevado de navidad, que por azares del destino solo la hizo verse cruel con ese acto. En el diario no especificaba con que le había amenazado Danzou, pero al recordar que en esas fechas Mikoto se encontraba con su familia para asistir a la boda de Minato y Kushina, no fue difícil de imaginar la razón.

Los gemelos simplemente fueron víctimas de todas aquellas vivencias previas. Ellos fueron dejados por el miedo que Mikoto había desarrollado hacia Danzou, el cual le había hecho una visita inesperada y la había obligado a regresar a Japón al descubrir que ella ocultaba su avanzado estado de embarazo, pues hasta ese momento Mikoto no le había dicho que su último encuentro la había hecho concebir nuevamente. Danzou le había manipulado con el miedo que ella sentía hacia él y la obligo a tomar el vuelo más cercano de vuelta a Japón, sin considerar que su médico le había prohibido viajar pues sus gemelos estaban siendo inesperadamente delicados y ya habían causado más de un susto a Mikoto al estar a punto de perderlos en dos ocasiones durante los primeros dos trimestres.

El vuelo fue malo para ella y casi al tocar suelo japonés fue trasladada al hospital para una cirugía de urgencia para que ella fuera capaz de dar a luz y no morir en el intento. Cuando al fin fue consciente de que sus hijos no estaban en su vientre el terror de que hubieran muerto la desoló, fue su visita la que logró tranquilizarla al saber por él que los bebés seguían luchando por sus vidas, y dejo que él se desquitara con ella creyéndose merecedora de tales palabras porque, no había hecho nada por tratar de contarle sobre su embarazo. Sin embargo, lo que la destrozó por completo no fue que él la culpara por la delicada situación de sus bebés, sino más bien fue el saber que había creído lo peor de ella al no defenderse, acusándola de excederse con el trabajo de su revista que hacia medio año no administraba por su delicado embarazo para poder proteger a sus bebés en su vientre, pensar que el creía que no deseaba haberse embarazado le hirió, y dolida había dicho exactamente lo que él había querido escuchar, resignándose a su ineptitud y tomando una vez más la decisión de quedarse sola, usando como excusa la asquerosa mentira que el mismo le había ofrecido, no encontró razón para reprochar o corregirle, solo dejo que todo pasara y cuando fue capaz de sostenerse en pie, ni el terror que le tenía a Danzou fue capaz de detenerla de regresar al exilio donde siempre había estado…

Él no sabía nada de eso, hasta que leyó su diario. Tragó en seco y resignado decidió confesar lo mal que se sentía consigo mismo con respecto a Mikoto sometiéndose rendido al interrogatorio de sus hijos.

- ¿Y bien? –Le insistió Itachi cruzado de brazos. - ¿Nos va a contar que sucede? – Fugaku se preguntó cuál sería la manera más fácil de decirles lo que Mikoto le había pedido, y tras ver las caras expectantes de sus cuatro hijos por fin comprendió que dicha forma no existía. Así que habló y esperó las reacciones.

-Su madre… Me ha pedido el divorcio. –Sentencio sin más. – Yo… No estoy seguro de que hacer con eso…- La cara de sorpresa pasó por cada uno de sus hijos y la preocupación se instaló en sus ojos sin más. Sabía que sus palabras habían sido ásperas y que sus ojos podrían estar rojizos por el escozor que podía sentir en ellos, pero se resistía a dejar salir ninguna lagrima, ya tenía suficiente con sentirse miserable, como para encima avergonzarse más ante ellos.

El silencio abrumó el comedor y cada uno de sus hijos pareció sumirse en su propio mundo de pensamientos. No los culpó por sus reacciones, él mismo aún no sabía que sentir aparte de frustración y su indecisión lo mantenía sin saber qué hacer.

- ¿Por qué ella ha hecho algo tan repentino? Creí que las cosas estaban mejorando entre ustedes. – Comentó Shizune seria recordando la ocasión en la que de casualidad les había visto abrazados uno al otro mientras lloraban y se consolaban mutuamente. - ¿Le ha explicado por qué? –Fugaku negó con la cabeza, a pesar de que era mentira pues le había quedado muy claro porque lo hacía Mikoto. Ella seguía luchando sola con sus propios demonios.

-No parece ser algo que ella haría…- Meditó Itachi. - Si hay algo que se de ella, es que sin dudas ella le quiere... –Afirmó mirándole fijamente. –Sí ella ha llegado al extremo de pedirle el divorcio, alguna razón de peso ha de haber.

Los gemelos parecían menos interesados de lo que estaban en realidad, no obstante, lo que ellos le dijeron a su padre aquella tarde le hizo saber a Fugaku exactamente qué era lo que debía hacer…

- Es obvio que usted no quiere que eso pase. –Dijo Sasuke divagando. – Y por las palabras de Nii-san, es evidente que ella tampoco lo desea… Ella siempre se va por largos periodos de tiempo, pero siempre regresa. Ahora parece que es más de lo mismo, pero algo ha cambiado…

- ¿Qué quieres decir Sasuke? –Preguntó Shizune sin comprender del todo la idea de su hermano menor. Sakura reviró los ojos al cielo en señal de fastidio.

- ¡Lo que Sasuke quiere decir es que ella ha decidido que esta vez es la última vez que se ira! –Les explicó con impaciencia la menor frunciendo el ceño al reconocer la confusión en sus caras. - ¡No puede ser! ¿No lo entienden? – Les increpó. Los mayores solo negaron mirándose entre ellos. - Solo puede significar una cosa…

- ¡Ella quiere que la persiga! – Reveló Sasuke con tedio al ver las caras incautas de su padre y hermanos mayores.

-Hasta ahora todo ha sido complicado entre todos nosotros. Es obvio, que las cosas han empezado a calmarse un poco, pero la que sigue sin encajar del todo es nuestra madre. - Comentó Sakura. – Cada vez que se iba parecía que lo hacía con angustia en su rostro, y cuando volvía parecía hacerlo con miedo.

-Esta vez, su rostro parecía decidido. – Dijo Sasuke recordando la cara de su madre al salir de la casa antes de marcharse hace unos días atrás. – Me dio la impresión que esta sería la última vez que se iría… No sé cómo explicarlo, pero creo que todas las veces que se había marchado siempre regresaba porque había algo que no había hecho. Esta vez parecía haber terminado con sus asuntos y que no tendría más motivos para regresar…

Fugaku sintió que su corazón se congelaba al comprender las palabras de Sasuke, y reconocer que era probable que lo que mantenía a Mikoto yendo y viniendo, era el entregarle el diario que ocultaba sus tropiezos, siendo así, tal como habían dicho los gemelos lo más probable era que ella no regresara nunca más si él no hacía algo al respecto.

-El divorcio, solo fue su última llamada de auxilio... –Concluyó Sakura firme. – Esta vez, ella quiere que seas quien decida lo que pasara con lo suyo… Es lo único que se me ocurre que sea lógico para que ella haya hecho semejante petición. ¿Cuándo se fue no le dijo nada más?

Fugaku asintió, pero no sintió que fuera necesario contarles nada, parecían que ellos habían adivinado todo ya.

-La cuestión entonces es… ¿Qué es lo que quieres hacer Padre? – Debatió Shizune al fin saliendo de su impresión ante la madurez con la que habían racionalizado todo eso los gemelos.

-Yo… Necesito reservar un boleto a Nueva York para el próximo vuelo…- Fue su sencilla respuesta. Sus cuatro hijos sonrieron con astucia satisfechos con lo que había dicho.

-Me encargaré de que así sea entonces. – Aseguró Itachi sacando su celular y llamando a la aerolínea para reservar cinco boletos a Nueva York. Fugaku lo observó sorprendido al escucharle hacer la reservación, dibujando una sonrisa cuando Itachi cubrió la bocina del teléfono para responder su pregunta muda con otra pregunta- ¿No creíste que irías solo verdad?

-Ya es hora de que empecemos a hacer las cosas como familia para variar… -Convinó Shizune satisfecha. – Pasar las navidades y el año nuevo allí no está mal tampoco…

- Nueva York… Eh… Sera la primera vez que salimos del país. –Celebró Sakura emocionada. – ¡Vamos Sasuke debemos empacar! ¡Rápido! ¡Rápido! – Insistió a su gemelo que se limitó a dejarse arrastrar tras ella.

*

Mikoto acababa de despertar, pero no había querido moverse de la cama aun, mirando absorta las vigas en su techo, era domingo y gracias a que la revista había adquirido suficiente fama podía permitirse ahora pagarles a sus equipos de diseño, márquetin y administración para que se hicieran cargo de todo sin que ella tuviese que intervenir más que mínimamente en todo el proceso. 

Así que podía quedarse más tiempo del que necesitaba en su mullida cama si quería o hasta que su estómago reclamara atención y la obligara a alimentarse. Pero parecía que tampoco sería el caso esa mañana. Habían pasado casi tres semanas desde que había vuelto de Japón, Fugaku seguía sin contactarle y la espera la estaba consumiendo lentamente, cada vez que sonaba el timbre o le llegaba correo su corazón latía frenético con emoción y angustia a partes iguales.

Desde que le había entregado el diario a Fugaku y el acta de divorcio, muchas veces deseo no haberlo hecho, se torturaba pensando en lo que haría si Fugaku le enviaba el sobre amarillo a su puerta y después se convencía de que había hecho bien en dejar las cosas claras de una buena vez. No podía hacer nada si ella no tenía lugar en su destrozada familia. No podía culpar a nadie por estar sola en esas fechas tampoco. Solo dejaría que el día pasara como cualquier otro y se distraería viendo alguna película o leyendo algún libro… Eso si encontraba la suficiente motivación para salir de su trance mirando el techo y levantarse de la cama para prepararse algo de desayunar, aunque bien podría ser su almuerzo pues el reloj sobre su pared de ladrillos frente a ella marcaba pasadas las doce del mediodía.

-Tengo que ir al supermercado…- Pensó en voz alta al recordar que solo había un triste bote de leche en la nevera y quizás una bolsa de pan blanco en su alacena. Generalmente tenia a alguien que se aseguraba de llenarle la despensa, pero al regresar no deseaba compartir su departamento con nadie y le dio el resto del mes a su ama de llaves para que visitara a su familia en Boston, así que estaba sola y tenía que hacerse cargo de todo ella misma.

Salió de la cama estirándose con rumbo al baño, cuando se estaba cepillando escuchó el sonido del timbre, pero decidió ignorarlo pensando que se trataba del conserje dejándole el periódico. Continuó con su aseo y salió del baño, para comenzar a cambiarse el pijama, estaba pasando una blusa de algodón con mangas largas, por su cabeza cuando el timbre volvió a sonar. Se quedó quieta esperando a que sonara de nuevo, pero al no escucharlo de nuevo retomó su tarea de cambiarse, cuando terminó de ponerse su pantalón bléiser, el sonido del timbre junto al cuchicheo de voces la alertó de que aún había alguien frente a su puerta.

Decidió bajar con el celular listo para marcar al 911 y pedir ayuda en caso de necesitarlo, no podía confiarse, a pesar de que la seguridad del edificio donde vivía era buena, además de que las únicas personas que podían acceder al lugar aparte de los inquilinos, eran el portero y el conserje de las áreas comunes. En su caso las únicas personas que tenían autorización para subir hasta su piso, eran su ama de llaves que estaba de vacaciones y el conserje que le hacia el favor de llevarle el diario y dejarlo en el buzón tocándole el timbre para retirarse después. ¿Así que quien podía ser sus inesperados visitantes? ¿Ladrones? ¿Sus vecinos a los que no conocía? No lo sabía, pero vivir en una gran ciudad como Nueva York la habían enseñado a esperar siempre lo inesperado…

Con cuidado se acercó a la puerta poniendo atención en las voces al otro lado, que parecían ir en distintos tonos de enfado.

*

- ¡Vuelve a tocar! – Insistió irritada Shizune a su padre que la miraba con gesto contrito. Pues estaba muerto de nervios, que cada vez menos podía disimular y que era evidente para cada uno de los cuatro chicos que le miraban entre burlones y fastidiados por su comportamiento.

- ¡Ya lo hice! – Rebatió Fugaku casi con berrinche de niño chiquito. Ganándose una mueca de desapruebo de la mayor de sus hijos. – Creo que no está, lo mejor es que regresemos después y busquemos un hotel. –Sugirió tomando su maleta y empujando a Shizune que se resistió decidida.

- ¿Qué hotel crees que nos recibiría? ¡Es navidad! ¡No habrá habitaciones disponibles! – Le regaño Shizune. Itachi y los gemelos observaban divertidos y asombrados al ver por primera vez esa cara de su padre, ni siquiera podían decir si era él. - ¡Vuelve a tocar!

- ¡Ya me harté! ¡Yo lo hare! –Gritó Sakura de repente y haciendo honor a su puesto como la menor de la familia toco el timbre del departamento sin que su padre tuviese tiempo de detenerla.

- ¡Te dije que no estaba! – Le reprendió su padre. - ¡Nadie va a abrir la puerta! – Pero el clic de los pasadores de seguridad al ser abiertos seguidos de la puerta hizo que la menor sonriera arrogante. Sasuke se acercó a ella y le dio un par de palmaditas en la cabeza, orgulloso de ella.

-Buen trabajo. – Le elogió haciendo que la chica alzara el pulgar en señal de celebración.

- ¿Qué hacen todos ustedes aquí? – Les interrumpió una impresionada Mikoto parada en el umbral de la puerta, preguntándose todavía si acaso estaba delirando. Todos los presentes se miraron unos a otros sin saber que decir dirigiendo las miradas insistentes a su padre dejándole a él la responsabilidad de explicar su presencia ahí.

*

-Hola Mikoto… -Fugaku se aclaró la garganta y miró mal a sus cuatro hijos que le desviaron la mirada como quien no quiere la cosa, era evidente que ninguno de los cuatro pretendía ayudarlo. Así que tragándose los nervios que sentía decidió empezar por responder la pregunta de una muy desconcertada Mikoto frente a él. – Venimos a verte… Los chicos querían conocer Nueva York… Así que… Los tuve que traer. - Comenzó a divagar incomodo al notar los ceños en las caras de los cuatro chicos a su lado. ¡Lo estaba haciendo de nuevo! ¡Poniendo excusas torpes que solo lastimarían a Mikoto!

-Que patético… - Susurró Sasuke con tono crítico a su gemela que asintió de acuerdo, Fugaku no pudo más que sentirse ofendido, pero admitiendo que tenían razón. Se decidió a rectificarse.

-Lo siento, no es verdad. –Dijo resuelto. No quería que Mikoto volviera a pensar lo peor por no ser claro con ella. – Yo deseaba verte, no me parece justo que lances la piedra y escondas la mano. No lo permitiré. Así que, he venido aquí porque quería entregarte esto yo mismo. –Declaró tendiéndole el sobre amarillo que ella antes le había dado.

*

Mikoto palideció al tomarlo en sus manos y tragó en seco armándose de valor para abrirlo mientras decía lo más tranquila que podía disimular su angustia.

-No era necesario que vinieran hasta aquí para hacer esto…- Respondió notando el nudo que comenzaba a formarse en su garganta, por un minuto había creído que ellos habían ido ahí a buscarla. Metió la mano en el sobre y le sorprendió tener que meter la mano hasta al fondo, antes de encontrar lo que contenía, al sacar su mano con un puñado de trozos de papel en ella, la confusión la invadió al no entender lo que pasaba, dirigiendo su atención a la cara de un serio Fugaku.

-Sí era necesario… Mikoto…- Le dijo quitándole el sobre y volteando el contenido del mismo sobre el piso, dejando caer el resto de trozos de papel y haciendo que ella soltara los que tenía en la mano, reconociéndolo al fin como el contrato de divorcio que le había dado. Levantó su mirada azorada hacia Fugaku que seguía tomándola de la mano. – Esta es mi respuesta… Mikoto… Te extrañe mucho… No sabes cuánto te extrañe…- Le susurró al oído mientras la sostenía en sus brazos. – Te amo…

Al escucharle, el nudo en su garganta finalmente se aflojó y las lágrimas corrieron con libertad por sus mejillas sin demora, él la miraba con ternura que pensó jamás ver dirigida hacia ella, no después de ver la frialdad que esos ojos negros eran capaces de mostrar en una sola mirada. ¡En verdad había dicho que la amaba! Los labios que le habían dicho eso ahora la besaban y ella no pudo más que cerrar los ojos y dejarse llevar por la felicidad, deseando que ese momento fuese eterno…

O al menos eso fue lo que pensaron ambos adultos antes de escuchar las voces de sus hijos en el interior del departamento, mientras discutían.

- ¡No puede ser! ¡No hay nada para comer! – Se quejó Sakura.

- ¡Encontré leche! – Anunció Sasuke.

- ¡¿Que?! ¿Es enserio? – Cuestionó Itachi incrédulo.

-Ni modos hay que ir al súper. –Concluyó Shizune. – Me pareció ver uno a unas cuadras de aquí.

- ¿Iremos caminando? – Inquirió no muy convencido Sasuke. – No quiero caminar estoy cansada. – Volvió a quejarse Sakura.

-No sean egoístas hay que ir, si quieren comer algo más que pan y leche. – Reprendió un tolerante Itachi después de todo había sido un largo vuelo.

- ¡Vamos!¡ El tiempo es oro! – Les apremio Shizune regresando sobre sus pasos a la entrada donde un par de sonrientes e incrédulos Fugaku y Mikoto los observaban interactuar como si nada. Al llegar hasta ellos en la puerta Shizune les dijo con tono incómodo. – Iremos al súper, no tardaremos o quizás deberíamos tardar… Mhn… En fin, creo que sería mejor si continúan con eso adentro… - Les dijo señalando las manos de Fugaku alrededor de la cintura de su madre, que enrojeció instantáneamente al entender lo que quería decir.

- ¡Shizu-Nee me niego a tardar más de lo apropiado comprando! – Reclamó Sakura apoyada por Sasuke quien burlonamente miró a sus padres y agregó. – Una hora es suficiente para ellos.

Fugaku debía sentirse ofendido por la burla de su hijo menor, pero lo que en verdad sentía en ese instante era una curiosa y burbujeante sensación de felicidad. Por fin, sentía que todo empezaba a ser como siempre debió haber sido para ellos… Cuando al fin se marcharon los chicos y la puerta estuvo cerrada Fugaku observó a Mikoto inquieta, mientras se aferraba a su abrigo de viaje.

–¿Te pasa algo? – Le preguntó. Ella le devolvió la mirada sin saber que responder antes de finalmente decir.

-No es nada…

-No parece ser nada. ¿No quieres decirme? –La interrogó triste al pensar que seguía sin confiar en él.

-Es que… Por alguna razón sigo pensando que esto es un sueño… - Admitió con tono lastimero. Fugaku tomó su rostro entre sus manos y besando sus labios castamente le dijo.

-No es un sueño… Estoy aquí… - Le susurró pegando sus frentes sin separarse de ella intentando hacerla sentir segura.

-Es que, he tenido tantos sueños como este… Que se me hace difícil creer que estas aquí. Que todos lo estén… –Se sinceró sin apartarse de él. – Cuando los vi tras la puerta, estaba tan sorprendida, que todavía mi corazón sigue latiendo como loco ¿Qué hago Fugaku? No sé qué hacer con tanta felicidad…

Fugaku se separó de ella un poco, lo suficiente para sostenerse la mirada mutuamente, y Mikoto contempló maravillada aquella sonrisa astuta que la había enamorado hacía tiempo, dibujarse en sus labios, antes de decir sugerente…

-Tenemos una hora, ¿Qué te parece si aprovechamos el tiempo? – Mikoto se sonrojó de sobre manera al escucharle, antes de sonreír y asentir jovial, guiándolo a la habitación… Fugaku tenía razón, debían empezar a aprovechar el tiempo…

Y cuando la hora concluyó y estuvo segura de que no estaba alucinando, ni nada parecido, contempló a Fugaku que seguía recostado a su lado, mientras dejaba que le acariciara el rostro con sus dedos, definiendo sus facciones escrupulosamente, finalmente le dijo.

-Yo también… Te extrañe mucho Fugaku…- El aludido le sonrió satisfecho y aliviado besando su mano con solemnidad al escucharle decirle un sincero. - Te amo…

*

Abajo en la cocina sus cuatro hijos acomodaban sus compras en las gavetas antes de decidirse a preparar la comida. Cuando el matrimonio decidió por fin bajar las miradas burlonas de los gemelos y las risitas disimuladas de Itachi y Shizune los sonrojaron y los hicieron felices a partes iguales…

Realmente parecía que todos sus sueños comenzaban a hacerse realidad y para los Uchiha no había sensación más gratificante que saborear la burbujeante felicidad que la palabra familia les daba…

 

Continuará…

Notas finales:

Bueno ahi esta, este cap abarco el transcurir de un año completo para la familia Uchiha, espero que haya quedado claro ese punto, el que sigue sera sobre los Namikaze y espero tenerlo listo para el proximo viernes, pero si no se puede lo dejaremos para el que sigue.

Nos vemos!!

 


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