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Danza Húngara por Nasuada

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Notas del capitulo:

Hola n.n

Disfruten el cap, y no me odien jujuuju

 

¡A leer!

XI

Mentiras y promesas

 

 

    No dijeron gran cosa después de aquello. Tardaron otros veinte minutos en terminar sus bebidas y Lawrence le ofreció a Liam dar un paseo por Central Park. Cada quien pagó lo consumido porque ambos consideraron en silencio que era lo más adecuado y Liam, cuando Lawrence salía del establecimiento, dejo a la mesera una propina de veinte dólares.

    Caminaron toda la calle Broadway hasta llegar a la glorieta de Columbus. En todo el trayecto hablaron de cosas totalmente banales. Liam quería preguntarle sobre Oliver, pero no se atrevía por temor a que Lawrence le mencionara a Sandra. ¿Eran un par de malditos infieles?

    No. Todavía no habían hecho nada malo.

    Mierda, como quería besarlo. Pero parecía que ambos habían hecho un acuerdo silencioso de no demostrarse nada.

   Lawrence se sentía extrañamente tranquilo. No parecía que nada hubiera cambiado y, al parecer, Liam estaba igual. Aunque los dos estaban a punto de gritar de felicidad a los cuatro vientos, se contenían, y mejor gastaban poco a poco la energía dedicándose sonrisas que nunca antes se habían compartido. Quizás porque desde antes ambos sospechaban de sus sentimientos… o de verdad eran el uno para el otro.

    Law maldijo en silencio. Comenzaba a emanar de él ese Lawrence cursi que por primera vez había desatado otra persona.

    Caminaron por uno de los empedrados caminos del parque. Estaba tan lleno como se podía esperar un domingo al atardecer. Lleno de puestos de comida chatarra y niños jugando por doquier con sus padres vigilantes caminando detrás de ellos. También había muchos perros que paseaban al lado de sus dueños. El ambiente de Central Park siempre le sacaba a Lawrence una sonrisa; aunque últimamente no se pasaba por allí. Liam parecía conocerlo igual de bien, pues sonreía cálidamente a los niños que pasaban a su lado para comprar perros calientes o pretzels bien azucarados y caminaba con confianza observando a lo lejos uno de los estanques más cercanos.

    — ¿Quieres un pretzel? —preguntó Liam al fijarse en el puesto donde un gordinflón con mala cara repartía aquellos bollos horneados a una larga fila de personas. Lawrence estaba a punto de contestarle que no, pero el primero avanzó con las manos en los bolsillos hasta el carrito y regresó con dos grasosos pretzels en cada mano.

    Se internaron entre los árboles para comerlo y se sentaron frente a un gran abeto que daba una deliciosa sombra y que, además, estaba atrás de una fuente de sodas, por lo que nadie en particular se sentaba allí.

    — ¿Cómo van tus clases con Catherine? —preguntó Liam dándole un bocado a su postre.

    — ¿A qué viene esa pregunta? — Contestó Lawrence en tono irónico—. Hablas como si no nos hubiéramos visto en un año.

    De repente a Liam, su fiesta, que apenas había sido el día anterior, le resultaba lejana. Como un recuerdo cerrado de alguna noche, años atrás.

    —Tú ya no querías hablarme— respondió Liam mirando fijamente su pretzel y decidido a hablar con total tranquilidad de lo que había pasado entre ellos esas ultimas semanas.

    —Ah, sí. Es que eres un idiota.

    — ¡Oye! — exclamó Liam y le dio a Lawrence un empujón en la espalda. Lawrence se lo devolvió con una sonrisa de oreja a oreja.

    Las risas cesaron y el ambiente pareció volverse silencioso a propósito. Liam se acercó a Lawrence lentamente. Necesitaba besarlo y sabía que allí nadie los estaba observando. Lawrence lo miraba fijamente con una expresión que no supo identificar y, justo cuando casi tocaba la comisura de sus labios, Law ladeó su rostro, rechazándolo.

    Liam sintió en su estomago un presentimiento horrible.

    — ¿Qué pasa? —preguntó tratando de que su ansiedad por saber que había pasado no se notara demasiado. De repente un mal humor se había apoderado de él.

   Lawrence lo miró. Ahora mismo no podía echarse para atrás. Tenía que decir todo lo que se había estado guardando para el momento indicado:

    —No podemos comportarnos como niños de secundaria— comenz, suponiendo que era el mejor momento para aclarar las posiciones. Liam se asustó ante aquella sórdida seriedad—. No es suficiente el hecho de que ambos sintamos lo mismo, y lo sabes.

    — ¿De qué hablas? —preguntó Liam apartando la mirada. Necesitaba levantarse. Estar sentado de aquella manera tan relajada le parecía sofocante en una escena como aquella. Entonces se puso de pie y Lawrence lo imitó.

    —Yo no quiero tener una relación secreta, Liam.

    De repente, Liam sintió un ligero mareo apoderándose de él y la brisa, húmeda por los lagos que se acomodaban en diversas partes del parque, le resultó sofocante. Ahora sabía a qué se refería Lawrence y entendía su punto aunque no quería aceptarlo. Ese era el momento en el que todos sus miedos cobraban forma y se depositaban en sus hombros de una forma terrorífica. Se confió demasiado. Pensó que Law entendía lo que pasaba por su cabeza.

    El tampoco quería tener una relación secreta, pero no se sentía preparado para anunciar un cambio en su vida tan rápido en esos momentos.

    —No quiero que me rechacen, Lawrence.

    Law trató de no fruncir el seño.

    —Terminé con Oliver hoy… yo ya no oculto nada.

    Eso solo le hizo sentir peor. Dio dos pasos hacia atrás y se apoyo en la pared de concreto pintada de blanco de la parte posterior de la fuente de sodas. Lawrence se mantuvo con la postura fría y seria.

    —Por favor no me presiones, por favor.

    Lawrence recordaba perfectamente el día en que había hecho pública su homosexualidad. No entendía el miedo de Liam, porque todos sus familiares y amigos lo habían tomado tan bien como una mariposa que revolotea por los jardines de tu casa. Y los recuerdos desagradables en la escuela preparatoria formaban parte de aquel pasado insignificante como cualquier anécdota de él comiéndose un emparedado. Jamás le había importado demasiado la opinión que las personas ajenas tenían acerca de él. Los únicos que podían preocuparle, si a caso, eran las personas a las que quería. Y punto.

    Obviamente, Liam no era así. No lograba entenderlo pero podía intentar.

    —No sé como lo vaya a tomar mi madre— continuó Liam bajando la mirada—. Ella… es la única familia verdadera que tengo. No me malinterpretes, Lawrence… algún día tengo que hacerlo, lo sé.

    Me rechazarán, eso te lo aseguro, pensó Liam, pero no dijo nada.

    —Te prometo que…

    Liam no terminó la frase al darse cuenta de que Lawrence lo había rodeado con sus brazos. No entendió el porqué hasta que se dio cuenta de que en los últimos minutos había estado hablando como una persona que sostiene veinte elefantes en sus brazos día y noche, sin descanso y sin razón. Como un desvalido que no tenía donde sostenerse. Tragó saliva y, sin dejar de mostrarse sorprendido, colocó sus brazos alrededor de la cintura de Law.

    —Tranquilízate— dijo Lawrence tratando de mostrar serenidad en cada una de sus palabras—. No te estoy pidiendo que salgas del armario mañana, ni la semana próxima— se separó de Liam y puso las manos en sus hombros. Su expresión se volvió más seria. Respiró profundamente y exhaló las últimas palabras—, te apoyaré. Pero no pretendas que yo sea tu amante por las noches. Hasta que todo se aclaré no podemos tratarnos más que como…

    —Amigos— terminó Liam sintiendo un dolor en la parte frontal de su pecho. Le costaba muchísimo aceptar las condiciones que ofrecía Lawrence, pero estaba de acuerdo. Lawrence se merecía mucho más que solo besos secretos y sexo rápido mientras lo cubrían con excusas—. Lo sé. Estoy… estoy de acuerdo con eso.

    Lawrence le mostró una media sonrisa. Sabía que Liam mentía y estaba tan asustado como un ratón acorralado, pero no podía echarse para atrás. Si iban a empezar algo debían hacerlo bien. Pues sabía que, de no ser así, las cosas empeorarían tarde o temprano.

    Liam se levantó a las cuatro de la mañana del lunes con un horrible sabor en la boca. Lo definió como sabor a perdedor. A perdedor y a cobarde. Ahora que estaban claros los sentimientos mutuos de Lawrence y él no sabía cómo comportarse de ahora en adelante.

    Odiaba preocuparse por ello y sabía que tenía cosas más importantes en que pensar. Por ejemplo, el terminar con Sandra y comenzar los preparativos mentales de salir del closet en frente de sus familiares y amigos. Se mantuvo pensando en todo eso hasta que dieron  las cinco de la mañana y se levantó de su cama para darse una ducha. Normalmente su reloj despertador sonaba a las seis y media, pero ese día en particular el insomnio nervioso se había apoderado de él.

    Tarde o temprano tendría que hacerlo y, lo que más le consolaba era que, además de tener a Lawrence consigo, por supuesto, conseguiría dormir por fin.

    El agua caliente lo relajó tanto que pensó en quedarse allí toda la mañana. Abrir la llave de la tina y darse un relajante baño de burbujas sería algo que le caería de mil maravillas. De repente sentía que necesitaba descansar un mes. Dormir y no despertar hasta que todo hubiera pasado.

    Escuchó que la puerta de su habitación se abría y descubrió al entreabrir la cortina de la ducha (pues nunca cerraba la puerta del cuarto de baño cuando se duchaba) que Leonor había entrado a la habitación a acomodarle con cuidado la ropa limpia en su ropero. Normalmente eso lo hacía cuando Liam estaba dormido y el, que tenía un sueño tan jodidamente pesado, no se enteraba de ello.

    — ¿Por qué tan temprano, Liam? —preguntó Leonor, al escuchar caer el agua de la regadera, mientras colgaba una camisa en un gancho de madera. Liam la escuchó con dificultad desde el baño.

    —No podía dormir— respondió.

    Leonor frunció el ceño, bastante contrariada. Había cosas que Liam no podía hacer, pero una de ellas no era  no poder dormir.

    Liam se vistió en el baño con unos pantalones de vestir negros y una camisa gris que Abbie, al pedírselo Liam el día anterior, le había planchado con una perfección solo digna de esa chica. Es que planchaba tan perfecto…

    O quizás era simplemente un asombro típico del que no sabe hacerlo. Y su madre tampoco lo hacía con mucha frecuencia.

    Cuando estuvo listo, observó el reloj. No podía ser que apenas marcaba las siete menos diez. Se tumbó en su cama y trató de dormirse otro rato más, (ignorando los reproches de Leonor al decirle que se le arrugaría la camisa), pero no pudo. Parecía que todos los nervios que no tenía cuando estaba en sus cinco sentidos se acumulaban y salían para que el insomnio lo consumiera.

    Cerró los ojos y tapó con las manos extendidas todo su rostro. Dio un gran bostezo y, justo cuando volvía al limbo de entre sueños y despertar, sonó su móvil indicando una llamada entrante.

    — ¡Mierda! —replicó con un enfado autentico, aunque luego se levantó de un salto con los ojos abiertos y una emoción inexplicable lo envolvió.

    Podía ser Lawrence.

    Buscó su celular por toda la habitación y lo encontró justo al lado del estuche de su saxofón. Tomó la llamada sin siquiera voltear a la pantalla.

    — ¿Si?

    —Hola, guapo.

    Una autentica decepción lo hizo cambiar de estado de ánimo por completo.

    —Hola, Sandra.

    Y otra vez, se sintió como un imbécil.

    — ¡No me jodas, Law! — Courtney había escuchado a su mejor amigo con tal atención que casi se cae del asiento del autobús en donde iban. Lawrence la miraba con desdén por haber gritado tanto. Los asientos próximos a ellos se giraron bastante atentos a aquella conversación.

    — ¿Es todo? —preguntó Law al observar como Courtney se le quedaba viendo pero no decía nada más.

    —No lo sé, Law. Me has dejado totalmente… —ni siquiera pudo terminar la frase.

    —Solo dime qué es lo que opinas.

    Courtney suspiró.

    —Lawrence, no conozco mucho a Liam. Y no quiero que te lastime… menuda mierda sería que en tu segunda relación formal te rompan el corazón. Otra vez.

    Lawrence se puso serio y miró hacia la ventana, pensando en lo que Courtney decía. Se había puesto de mal humor de repente. Lo que era una mierda era que su amiga, la más querida que había conservado desde años, le dijera una cosa así. Que no lo apoyara y mencionara su mala suerte.

    —No soy un niño, Courtney. Se bien en lo que me estoy metiendo— replicó volviendo a mirarla. Por el rabillo del ojo observó que una señora en el asiento detrás de ellos los miraba fijamente atenta a cada palabra de la conversación que al parecer, era muy interesante para ella. Frunció el ceño y volvió a concentrarse en su mejor amiga.

    Courtney lo miró unos segundos. Sabía que no iba a poder convencerlo de lo contrario y que, si había algo por lo que tenía que luchar, lo haría. Fuera lo que fuese. Así de terco era su mejor amigo para esos aspectos amorosos que nunca se le habían dado especialmente bien.

    —Muy bien. Entonces tienes todo mi apoyo.

    Lawrence sonrió aunque no estaba muy convencido.

    Cuando llegaron a la universidad apareció Evan, y Courtney le había platicado todo lo acontecido con Liam como si fuesen un par de vecinas amas de casa sin nada más que hacer que contarse mutuamente los chismes semanales. Evan había estado tan sorprendido como Court.

    — ¡Hombre, pero ¿qué es esto?! — Dijo, abrazando a Lawrence por los hombros—. Voy a enseñarle a Sandra a tocar el chelo a ver si así se me quita la mala espina que tengo de ella… y de paso me acuesto con ella ¿Qué tal mi idea?

    Law y Courtney soltaron unas carcajadas.

    —Si, Evan. Y así también se acaba ese problema para Lawrence. No solo matas dos pájaros de un tiro, matas tres— agregó la chica incluyéndose en el abrazo.

    —Dejen de burlarse en mí contra, malditos.

    Pero dejaron de reírse cuando el automóvil de Liam apareció en la entrada del estacionamiento. Se miraron los unos a los otros con complicidad y, Courtney y Evan, observaron atentamente cada movimiento de Lawrence. Todos se habían quedado tiesos como estatuas haciendo que se recalcara la obviedad de estar observando directamente el deportivo rojo propiedad de Liam, del que éste salía… acompañado de Sandra.

    —No…me… jodas— dijo Courtney abriendo mucho la boca y observando a Lawrence con una actitud típica de amiga defensora.

    Lawrence ocultó su descontento y, después de que su mirada y la de Liam se cruzaran por un momento, le dio la espalda alejándose al lado de sus dos mejores amigos.

    —Uff, aquí olió a mierda…—replicó Evan volviendo a colocarse sus lentes de sol, que se había quitado al saludar a sus amigos.

    Law se limitó a apartarse seriamente. Sabía que algo como eso iba a pasar, aunque siempre el dolor era inesperado. Solo esperaba que Liam tuviera el valor de hacer que las cosas cambiaran antes de que su marcada impaciencia lo obligara a tomar medidas drásticas que, probablemente, terminarían en un adiós lo más cordial posible. No podía evitar el enfadarse, y aunque no quisiera hacerlo tampoco se iba a quedar mirando el espectáculo de “todo es la mierda de antes” mientras ambos sabían que no era verdad.

    Pensar en aquello hacía que su corazón diera un vuelco y la frustración llegara a si mismo tan rápido como un parpadeo.

 

    La clase de contrapunto había sido como el infierno para Lawrence. Liam y el se observaban a cada rato y, cada vez que Sandra lo abrazaba o le besaba en medio de cada lección, Liam miraba con el rabillo del ojo y lleno de culpa a un Lawrence que se había decidido a darle toda su atención a la clase del profesor Grant.

    Después de todo, el sabía de qué iba todo eso. Y había estado dispuesto a aceptarlo. Aunque bien podía rechazarlo… joder. Malditos sentimientos contradictorios.

    La mano de Sandra estaba mucho más activa que en días anteriores. Comprendía que a su cariñosa novia le tenía sin cuidado cuándo y dónde comenzaba a toquetearlo; pero en clases de contrapunto, con el profesor Grant a menos de tres metros delante de ellos, Daniel al lado y Lawrence echándole miradas de vez en cuando, era demasiado.

    — ¡Sandra…!— murmuró quitando la delicada mano de la chica de su entrepierna. Ella lo miraba con una sonrisa pícara, cosa que le irritó. No estaba para juegos en esos momentos.

    Se levantó de su asiento pidiendo permiso para ir al baño y no regresó a escuchar el resto de la clase. Si tenía algo más en su cabeza, estaba seguro de que iba a explotar. Caminó lentamente con las manos en los bolsillos y subió las escaleras. Llegó justo a la azotea del edificio, y sintió como un viento fresco le enfriaba el rostro.

    Suspiró. El día estaba nublado y amenazaba lluvia, pero la ciudad era la misma de siempre: Manhattan y Nueva York no se habían movido de lugar.

    Caminó hasta la barda y observó la playa neoyorquina que se había teñido de un deprimente gris oscuro, combinado con la arena blanca que bordeaba y adornaba las olas. Ni siquiera un paisaje tan tranquilo como el mar había logrado relajarlo, pero por lo menos no se sentía sofocado entre dos personas que eran importantes en su vida: Lawrence y Sandra.

    Soltó un suspiro lleno de frustración y cubrió su rostro con las palmas de sus manos.

    Desearía ser más valiente.

 

    — ¡Si será puto! —parecía que Courtney desquitaría su coraje en el pobre bote de pudin de chocolate que tenía en la mano. Miraba al infinito recordando lo que había pasado en clases de contrapunto.

    Lawrence y Evan se miraron el uno al otro frunciendo el ceño como si su amiga estuviese loca. Se encontraban en la hora del descanso y, naturalmente, en el comedor. Law no había querido contarles a sus amigos el tema de Liam porque sabía que, por lo menos de parte de Courtney, no dejaría su boca de hablar del asunto.

    Court susurraba maldiciones mientras veía como Sandra se acomodaba  graciosamente en una mesa, junto con un montón de amigas, muy alejada de ellos, y raspaba la superficie del bote de pudin con la cuchara con tanta fuerza que parecía que le haría un agujero a la cubierta de plástico; la cual, estaba absolutamente limpia, pues Courtney se había encargado de quitar con fuerza cada milímetro del postre de chocolate.

    —Court, por favor, estás más enfadada que yo— dijo Lawrence jugando con la ensalada de lechuga y fresas que se había comprado.

    —Alguien debe tener dignidad aquí ¿O no?

    Evan soltó una carcajada y, tomando la cabeza de su amiga con una de sus grandes manos, la agito levemente.

    —Qué pesada eres. Si Law quiere con todo su corazón cogerse a Liam pues que lo haga y ya. Y que luche por ello. Y ya está.

    Courtney lo fulminó con la mirada.

    — ¿Es mi imaginación o tu andas por la vida pensando solo en sexo?

    —Tú no sabes lo romántico que puedo ser… pregúntale a Abbie.

    Court abrió los ojos de par en par y, por primera vez en el día, la chica se dedicó a pensar en algo más no relacionado con Liam. Comenzó a pedir detalles a Evan sobre sus citas con Abbie Simons, la chica que le había enseñado a Law a bailar.

    Y, por segunda vez en la mañana, parecían dos vecinas locas, cotilleando.

    Law comía su ensalada distraídamente y reía de vez en cuando al escuchar alguna estupidez divertida que decían sus amigos.

    — ¿Puedo sentarme?

    Lawrence levantó la vista frenéticamente al escuchar la voz de Liam. Sus amigos se habían quedado petrificados, alternando miradas entre la pareja delante de ellos.

    Liam estaba allí de pie con una bandeja en sus manos y claramente avergonzado. Y pasaban los segundos.

    —Si…— replicó Evan al ver que ninguno decía nada. Se sentó al lado de Lawrence después de echarle una mirada a Evan y luego volvió a observar a Law durante unos minutos en los que ninguno dijo nada. Evan y Courtney se echaban de vez en cuando miradas incomodadas.

     —Y bueno…— habló Courtney pasando una mano por su cabello y mirando a Evan tratando de reprimir una carcajada incomoda—, creo que olvidé decirle al profesor Grant…

    — ¡Oh, cierto, el profesor Grant! — replicó Evan siguiéndole la corriente.

    —Sí, vamos. Tenemos que decírselo…—Courtney no dejaba de mirar a Liam.

    —Sí, si…

    Recogieron sus cosas a la velocidad del rayo y huyeron despavoridos de aquel escenario tan incomodo, no sin antes dirigirles otras miradas para ver las expresiones de cada uno. Law y Liam los miraban marcharse.

    Lawrence sonrió. Qué idiotas…, pero por lo menos habían quitado un poco la tensión.

    —No me mires así— dijo Lawrence riendo al observar la mirada llena de culpa de Liam. Decidió que fingiría no estar enfadado.

    Liam lo miró con una extrañeza nada propia en el, pero sin duda se relajó y tomó asiento a su lado.

    — ¿No te parece que es un excelente día para que me invites una rebanada de pastel de chocolate? —dijo Lawrence haciendo como si nada, señalando las muestras de pasteles que estaban detrás de las vitrinas del puesto de comida. El pastel de la universidad era famoso por ser, extrañamente, delicioso. A pesar de ser preparado por señoras gruñonas que odiaban su trabajo.

    Liam lo observó con sarcasmo ¿Acaso lo estaba chantajeando?

    — ¿Desde cuándo existen “días excelentes” para comprar pastel?

    —Desde ahora— respondió Law, con una sonrisa.

    Liam se levantó a comprarle su estúpida rebanada de pastel de chocolate. Y en cuanto regresó le dijo, más confianzudo:

    —Mi madre te extraña mucho.

    Lawrence le sonrió comiendo un bocado. Los alumnos que pasaban a sus lados los miraban con extrañeza y se dirigían miradas confundidas al observar la repentina amistad de ese par.

    — ¿Solo tu madre?

    — ¿Quién más te extrañaría? ¿William? — contestó Liam con falsa incredulidad.

    —Quizás tú, idiota.

    —No soy tan cursi para extrañarte de un día para otro… idiota— callaron un momento, dando por terminada aquella conversación—. Deberías ir a mi casa un día de estos. Mi madre estaba tan acostumbrada a verte todos los días y a alegrarse con tu simple presencia que ahora parece como si hubiera perdido a un hijo.

    Lawrence soltó una carcajada.

    —Bien, iré.

    — ¿Si? — exclamó Liam un poco más emocionado de lo que planeo, lo que logró una mirada burlona del rostro de Law.

    Otro silencio. Lawrence quería hablar con más seriedad del asunto que lo tenía demasiado entusiasmado.

    —Liam ¿Ya has pensado en…?

    — ¡Pullman! — la voz de Daniel se escuchó en todo el recinto.  Había llegado sin invitación a sentarse junto a ellos y agitaba con una sonrisa burlona un cuadrito de jugo de manzana que tenía en su mano derecha— ¿Por qué de repente tan juntitos?

    Ninguno de los dos dijo nada. Liam se había quedado totalmente serio y se había alejado unos centímetros de Lawrence, cosa que éste no pasó por alto.

    — ¿Ya te pegó las malas vibras, Liam? — preguntó Daniel otra vez con la misma sonrisa. No iba en serio, eso ambos lo sabían. Daniel nunca había molestado a Law por ser homosexual, solo le jugaba malas pasadas por las diferentes clases sociales. Aunque los maricones no ocupaban, precisamente, un pedestal en sus pensamientos.

    —Qué va, ¿No podemos ser un poco cordiales, Dan? — Respondió Liam siguiéndole la corriente a su mejor amigo—. Después de todo Lawrence me ayudó con las lecciones de piano… y deberíamos comenzar a madurar.

    Daniel lo miró un rato borrando su sonrisa, aunque sin perder la mirada divertida.

    —Sí, supongo que tienes razón— replicó alzando su jugo, en señal de tregua, hacia Law. Y éste le sonrió medianamente.

    Lawrence se levantó de su lugar, bastante irritado y, con una sonrisa hipócrita, le dio dos golpecitos en la espalda a Daniel, siguiéndole el juego. Habría sido una oportunidad bastante provechosa, algo inesperada, pero, aun así, oportuna. Y Liam la había desperdiciado dando por hecho, otra vez, una mentira.

    Eso, antes que nada, debería evitarlo. Solo le traería más problemas.

    —Nos vemos.

    Era gracioso como habían terminado las hostilidades de una forma tan simple. Definitivamente era solo una cuestión de inmadurez.

    De cualquier forma era lo que menos le interesaba. Estaba demasiado enfadado como para hablar del asunto de forma totalmente natural. Liam lo negaba en todas partes y eso lo ponía de muy mal humor, al punto de querer alejarse de él hasta que todo estuviera resuelto.

    Por supuesto eran inútiles esos pensamientos. No podía alejarse, ni aunque su salud mental se lo rogara con creces. No podía alejarse de Liam.

    Pasó una semana y media sin rastro ni pista alguna de las acciones silenciosas que Liam formulaba en su mente para salir del closet. Eran prácticamente nulas, y esto era inaceptable.

    El mal humor de Lawrence cada vez era más notorio. Ya no podría ocultarlo si volvía a ver otra vez a Sandra tan empalagosa, tocándolo de forma inapropiada en cualquier lugar. Incluso parecía que lo hiciera a propósito y esto le preocupaba a ambos cuando pensaban que quizás Sandra por fin comenzaba a sospechar algo dada la poca muestra de cariño y la mala gana que tenía últimamente su novio respecto a las actitudes propias de un novio común y corriente. Y eso no era lo peor…, lo peor era que Liam parecía dispuesto a seguirle la corriente a todos. Era un fraude, eso es lo que era.

    Aunque aun así sentía la necesidad de ocultar su enfado lo más que pudiera.

    — ¿Radiohead? —dijo Liam levantándose de su cama para ir hasta un estante donde tenía todos sus discos compactos en orden alfabético. Lawrence le había mencionado su búsqueda por el álbum de aquel grupo que no lograba encontrar y Liam, al ser uno de sus grupos favoritos, comenzó a buscar hasta que encontró una portada que leía el nombre del álbum una y otra vez en letras de colores. Se lo extendió a Law y sonrió.

    — ¡Mierda! — Dijo Law enfadado al tener el disco en sus manos—. Qué injusta es la vida.

    Liam soltó una carcajada y volvió a recostarse al lado de Lawrence en su amplia cama King size. Lawrence se sentía demasiado cómodo en aquella cama. El colchón era perfecto y el edredón rojo y  esponjoso le resultaba increíblemente confortable. Ojeó con mucho cuidado la caratula de In Rainbows.

     —Si hubiera sabido antes que tenías este disco, te lo hubiera pedido a cambio de las jodidas lecciones.

    Liam rió.

    —No lo hubiera aceptado… Radiohead es de mis favoritos.

    Lawrence sintió que había algo más porque querer a Liam y sonrió ante aquel nuevo descubrimiento. Cuando le daba las lecciones a Liam tenían tiempo para conversar de cosas bastante triviales, y se dio cuenta de que se habían enamorado el uno del otro por leves aspectos que, aunque no eran menos importantes, dejaban mucho para descubrir mutuamente.

    —Es mi favorito— replicó, y de nuevo se intercambiaron otra de esas sonrisas especiales.

    Se quedaron en silencio unos segundos. De ese tipo de espacios sin palabras que ponía nervioso a Lawrence. Liam cada vez se fue acercando más a él, peligrosamente. Eso pasaba muy seguido cuando estaban juntos, y Lawrence había comenzado a perder esas fuerzas que le obligaban a rechazarlo. Se sentía incapaz de cumplir la promesa que se hizo a si mismo: nada de secretos de ese tipo, nada de tocar a Liam, de ninguna manera. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca para que sintieran ambos la acompasada respiración del otro, Liam tomó entre su mano derecha la mejilla de Law.

    —No lo hagas— dijo Lawrence sin demasiada fuerza, mirándolo directamente a los ojos. La sensación experimentada era muy parecida a la embriaguez del alcohol: sabía lo que pasaba y su mente le daba golpes psicológicos reprochándole el grave error que estaba a punto de cometer; sin embargo su cuerpo no se detenía. Y su corazón seguía latiendo con fuerza.

    —Solo esta vez…— Liam se acercó hasta que sus labios se rozaron—, solo esta vez.

    Solo esa vez. Era completamente aceptable y en cuanto Lawrence lo comprendió, comenzó a cerrar los ojos, lentamente. Bastante complacido al pensar que podría volver a experimentar algo tan adictivo como los besos de Liam.

    Justo cuando Liam había cerrado los ojos, escucharon el ruido de la puerta al abrirse. Liam se levantó de la cama tan rápido como un rayo y, arrebatándole el disco a Law, fingió acomodarlo nuevamente en la repisa mientras la puerta dejaba ver el pasillo. El mismo Liam se sorprendió de sus reflejos fugaces.

    Lawrence tardó unos instantes en asimilar lo que pasaba y voltear su rostro hacia la puerta, mientras un remolino de irritación y decepción surcaba todo su cuerpo.

    Era Emma, que llevaba consigo una bandeja con dos rebanadas de pastel de chocolate y dos vasos con leche fría. Desde que la madre de Liam había descubierto que a Law le encantaba el pastel de chocolate, en aquella casa siempre había.

    Le sorprendió descubrir que era Abbie quien lo preparaba.

    — ¡Hola, niños! — exclamó la mujer con una sonrisa radiante. No se había enterado de nada, para fortuna de Liam.

    Pero Law estaba a punto de explotar.

    — ¿Interrumpo algo? —preguntó la madre de Liam al notar la cabizbaja y seria expresión de Lawrence.

    Éste levantó su rostro y sonrió sin muchas ganas.

    —Nada importante — Dijo recibiendo el vaso de leche y el pastel que Emma le ofrecía—. Gracias.

    Emma se retiró, no sin antes preguntarles si no se les ofrecía nada más. Liam bufó en silencio. Emma nunca tomaba aquel papel de ama de casa atenta a todo, a menos que alguien importante estuviera en casa. Normalmente de todo eso se encargaba Leonor.

    Liam se volteó para mirar a Law, quien se había comido con una rapidez extraordinaria la comida que le habían ofrecido.

    —Qué inoportuno— dijo Liam con una sonrisa, volviendo a sentarse en la cama. Lawrence le vio con una mirada demasiado fría—. Amm… ¿Pasa algo?

    Lawrence bajó la mirada pero no respondió nada. No podía ser tan egoísta… pero odiaba eso. Odiaba que Liam se comportara como un idiota.

     —Mi madre fue muy inoportuna— replicó Liam sin enterarse de nada, al observar el silencio de Lawrence.

    —No culpes a tu madre— Lawrence se arrepintió de inmediato al decir esto. Se maldijo mentalmente y trató de serenarse, pero no podía. Si seguía así una pelea estaba a la vuelta de la esquina, y era lo ultimo que quería. Pero nada le ayudaba a que bajara su temperamento. Nada.

    Recuerda lo que dijiste, Lawrence. Le darías tiempo a Liam: no tenía que salir del closet hoy, ni la próxima semana…

    —Tengo que irme. — replicó antes de que los impulsos lo obligaran a gritar como desquiciado. Se bajo de la cama de un salto y cogió sus cosas con mucha rapidez, dejando a Liam bastante desconcertado.

    — ¿Por qué? — preguntó siguiéndolo y colocándose delante de su puerta para evitar que la abriera y se largara casi corriendo. Fue entonces cuando Liam se percató de que el rostro de Lawrence estaba impregnado de una ira silenciosa que amenazaba con hacerle salir de sus casillas.

    Lawrence ya casi no podía ocultar su frustración.

    —Liam, por favor apártate. Tengo prisa.

    Liam frunció el seño pero no se movió, ni un centímetro. Esperaba una respuesta.

    — ¡Mierda!— exclamó Lawrence dándole la espalda y tapando el rostro con sus manos; estaba lleno de frustración y si Liam le decía algo más no podría contenerse.

     Liam lo observó con los ojos abiertos desmesuradamente. Trataba de ocultar el reciente miedo que le estaba consumiendo el estómago. Aunque de repente comprendió todo en un lapso de aclaración de mente, y también se enfadó.

    —Pensé que habías dicho que no me presionarías— dijo, tomando el brazo de Lawrence para que por fin lo mirara.

    —Sí, lo lamento. Pero tampoco puedes esperar que me quede como piedra mientras tú…— se intentó contener. Aun podía hacerlo, solo tenía que respirar.

    — ¿Mientras yo qué? — exclamó Liam más enfadado de lo que pretendía estar.

    Y para Lawrence fue suficiente, su calma se fue al diablo en un instante.

    — ¡Mientras tú no haces nada! No has intentado nada, a pesar de todos los consejos que te he dado.

    Liam se quedó como piedra. Aquellas palabras habían sido más dolorosas que un golpe en el estomago, pues él sentía que se estaba esforzando lo más que podía. Pero no podía encontrar nunca el momento adecuado. Sintió como el enfado era reemplazado por una gruesa nube de tristeza, que le comía las entrañas y le obligaba a explicarse lo mejor que podía.

    —Te juro que hago todo lo que puedo.

    —No. — Dijo Lawrence secamente, negando con la cabeza—. Incluso parece que te escondes más, por tus estúpidos comentarios que excusan tu amistad conmigo.

    Liam negó con la cabeza intentando borrar todo ese malentendido. ¿Qué acaso hablaba en chino?, porque le pareció que Lawrence no le entendía en lo más mínimo en sus intentos por justificarse. Le desesperaba cuando Law se mostraba así de seguro de lo que decía, y con ese enfado tan característico de él que hacía que dijera cosas horribles.

    —No es verdad— replicó, tratando de que su voz no sonara entrecortada.

    —No te creo.

    Liam levantó su mirada y lo miró con el seño fruncido.

    — ¡Es difícil para mí! ¡Tú no lo entiendes, Lawrence… seguro para ti fue muy sencillo!

    — ¿Entonces qué? ¿¡Prefieres que tu vida sea una puta mentira!?

    No sigas, no sigas, no sigas…

    — ¡NO! — Replicó, sintiendo como un hueco en su estomago se hacía terriblemente grande. Obviamente no lo prefería. Se estaba esforzando ¡No dormía por ello! El apetito se había ido de su cuerpo y ahora Lawrence le preguntaba eso. De nuevo le invadió la rabia.

    —Pues no parece— dijo Lawrence, sin poder detenerse, con toda la frialdad que fue capaz.

    Liam ya no se sentía capaz de alzar la voz. Lo miró a los ojos:

    —Vete a la mierda, Lawrence…

    Un silencio se prolongó unos segundos. Lawrence lo fulminó con la mirada y, abriendo la puerta con brusquedad, salió de la habitación, seguido por un portazo.

    Liam se quedó allí de pie, frente a  la puerta, más de cinco minutos. Intentaba comprender que era lo que había pasado. Hace diez minutos, si Emma no hubiera abierto la puerta, Lawrence y él se estarían besando. Pero ahora él se había ido: enfadado.

    Y tenía más miedo de que por ello, Law ya no quisiera verle más.

    Se encerró en el baño, y no salió hasta que las lágrimas, de coraje y de tristeza, hubieron cesado.

 

 

 

Notas finales:

¿Me odian?

Jejeje, espero que les haya gustado. Como siempre, gracias a todos los que me leen y me comentan, sigan haciendolo ;D

Oh, tengo una mala noticia. Hoy iba a llamar a alguien al teléfono fijo de mi casa, y cual fue mi sorpresa al descubrir que ya me lo cortaron por la falta de pago :I,  y puede que pronto me quiten tambien el internet, así que si no actualizo la prox. semana, ya sabrán por qué. ¡Pero claro! Haré tooodo lo que esté en mis manos para actualizar, se los prometo.

Bueno, creo que es todo... ¿Qué me dicen del capitulo? c:

¡Besos!


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