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-Diamond Virgin- [Todakanu tegami] por aiko shiroyama

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Notas del capitulo:

Han pasado 3 años desde la última vez que nos encontramos.

Hace dos días, encontré este documento dentro de una carpeta olvidada en Google Drive, lo abrí y al pasar tanto tiempo leí el escrito como si no fuese mío.

Me emocioné de tal manera que me lo leí de una sentada´, 78 páginas en unas dos horas, corrigiendo obsesivamente un montón de errores.

Leí hasta donde quedé y sentí la misma desazón que sentía al leer fanfics que amaba inconclusos. No pude evitar pensar en todas las personas que leían este fanfic y se aburrieron de esperar por él.

Si alguna de ellas, llegase a encontrarlo en su inicio, quiero pedirles disculpas. Lamento mucho haberme tardado tanto.

Hpy me he pasado la maypor parte de la noche leyendo , pensando, escuchando canciones y escribiendo. He vuelto a escuchar Diaura cada día luego de estar alejada de todo lo japonés por casi dos años.

Me he reencontrado con lo que siempre he sido y también , vengo a reencontrarme con ustedes.

Si son nuevos, sean bienvenidos.

Es una actualización muy breve pero, necesaria para cerrar el capítulo VII.
He hecho un bosquejo de TERRORS, el capítulo VIII.

Nos leemos, coméntenme con honestidad lo que piensan. Mi gratificación, son sus palabras.

¡Muchas gracias!

 

 

 

 

Pensamientos extraños una sensación de desrrealización, de no estar corpóreamente en este mundo, o quizá, aquella era la manifestación de su más profundo deseo en ese momento.
Shoya no cayó en cuenta de la realidad, hasta que sintió en su boca algo frío, tanto que causaba una contradictoria  sensación de quemazón. Con los ojos abiertos, volvió a ver más que el vacío  notando acelerar su corazón al ver a Yo-ka arrodillado frente a él.

 

 

 

No  movió ni un músculo, acaso sólo su respiración pudiese despertar la bestia iracunda del día del juicio.

 

 

 

—Sho… estás hecho un desastre. Pónte esto ahí, mañana debes estar bien. —Le soltó con increíble frialdad. Apenas, recibió y sostuvo la bolsa de gel, sin embargo su brazo parecía haber perdido por completo la fuerza y se esfumó de su mano. Gimió de terror, Yo-ka le clavó los ojos encima y sólo atinó a taparse la boca y cerrar los ojos. Dejó de respirar cuando sintió el húmedo y lento beso que le plantó en la mejilla, acaso pudiese ser más escalofriante la situación, notó aquel frío depositarse en sus piernas y los pasos  de Yo-ka alejándose, quizá cansado de su estupidez.

 

 

 

La infinita estupidez de su error.

 

 

 

Intentando reunir valor y por sentirse hiperventilar, se dejó caer sobre la cama, haciéndose un ovillo. Dormitaba cuando escuchó el fuerte portazo de su puerta de entrada, entreabrió los ojos… ¿sería su oportunidad?, miró hacia el velador, su móvil permanecía ahí y aun así se sentía  demasiado débil como para alcanzarlo. Arrastrándose, llegó hasta él notando las llamadas perdidas de Kei.

 

 

 

“Ayúdame”, tecleó quizá de manera inconsciente. Buscó en los contactos el kanji de aquel hombre del estigma que sentía clavado en el alma, aquel por el cual sangraba. Frustrándose al leer muchas veces “no encontrado”, acabó lanzando con furia el teléfono contra el armario, gritó y se jaló el cabello arrollándose sobre sí mismo. Ni siquiera tenía su número, no tenía sentido, incluso hasta dudaba que todo eso hubiese sucedido, si él lo supiera, ¿qué haría?

 

 

 

Ojalá pudiese ser sostenido, ojalá pudiese dejar de sentir que estaba cayendo en un oscuro pozo. Y aun así, de una manera extraña, sobrenatural, en lo más profundo de sí había una profunda gratitud y también desolación; había bebido  de una desconocida fuente un agua distinta, una capaz de saciar su sed infinita de amor y ahora, estaba en el más árido desierto.

 


No valía la pena escapar, ni siquiera intentarlo. Se durmió abrazado a sus piernas, sollozando de hito en hito al debatirse entre la realidad y el sueño.

 

 

 

Cuando el carcelero llegó, sin hacer caso de la evidente fiebre del otro, le desnudó por completo y de manera casi solemne, totalmente absurda, se dedicó a repartir besos en cada herida y cada magulladura del maltrecho cuerpo que sostenía entre sus brazos,  en su cabeza evocó la imagen del crucificado del cristianismo. Al acercar su rostro al del bajista que yacía desvanecido con los  labios entreabiertos y resecos, saboreó la sal de sus lágrimas, el dolor clavado hasta lo más profundo de su inconsciencia. No dejaban de brotar pero él las bebería hasta que se agotasen, porque cada parte de ese frágil cuerpo ahora impuro le pertenecía.

 

 

 

Shoya lo había traicionado y debía ser purgado para poder permanecer a su lado, volver a ser digno de dios.

 

 

 

 

 

Llego hasta el lugar y vuelvo atrás, tu piel en la sal se extinguirá

…ojos, bocas se apagaran.

 

 

 

 

 

 

Los siguientes días pasaron deprisa. Los primeros de ellos se levantaba dos horas antes de lo habitual para poder ponerse la bolsa de gel antes de maquillarse lo suficiente como para no tener que soportar preguntas molestas. Todo, absolutamente todo era un teatro de marionetas, pero era un pecador y no merecía absolutamente nada mejor, se lo repetía y se convencía a sí mismo que debía esperar, esperar por el perdón de dios, quien apenas se dignaba a mirarlo en cuanto salían de los ensayos, las fotos, las entrevistas en las cuales ya casi no soltaba palabra, cuando ya no necesitaban fingir. A veces, mientras iba en la van en la cual Yo-ka permanecía hasta que lo fuesen a dejar a casa y lo viese cerrar la puerta, miraba hacia fuera y veía las gigantografías y camiones llenos de anuncios del próximo tour de The Gazette. Era irónico como una persona con la que compartió hasta el aire ahora estaba tan terriblemente distante, como cuando lo veía por televisión. Una estrella en los límites más lejanos del universo cuya luz era incapaz de alcanzarle. Entonces, prefería cerrar los ojos como si con eso pudiese anular el peso de la realidad, de cada día profundamente vacío.

 

 

 

 

Vacío y solitario, con el único objeto con el que mantenía una comunicación real y genuina era con su guitarra. El mundo se movía a demasiada velocidad y cada vez sentía más miedo, Aoi se sentía casi enloquecer cuando se veía a sí mismo revisando en la laptop por largas horas información acerca de las apariciones de Diaura. Iba un mes y medio que no sabía absolutamente nada de Shoya y no se atrevía a ni siquiera  hacer algo. Escondido en el silencio de su habitación cada noche se daba vueltas sin llegar a ninguna parte. No podía arruinar más la vida del bajista, no tenía derecho, a medida que pasaban los días aquella llama irracional se había ido apagando, acobardándose, convirtiéndose en una honda melancolía.

 

 

 

 

Odiaba ser un cobarde.

 

 

 

 

Quería pensar que él estaba bien y mejor, pero insistía en inventarse a sí mismo que Shoya lo necesitaba, cuando probablemente era el único que sentía eso. Sin embargo, tenía grabada en su mente la cara de Shoya en las fotos de los lanzamientos de Genesis en las tiendas, todos haciendo poses ridículas y él, sosteniendo algo frente a su cara, a veces, sin ni siquiera dejar al descubierto sus ojos, ¿por qué?. En ese momento, girando sobre su cama daban las 5 de la mañana y debía levantarse dentro de una hora. Reprodujo una vez más aquella única mezquina entrevista que por obra y gracia de los fans estaba ilegal  en internet. En ella podía verlo vivo, con movimiento y pensar, que al menos estaban existiendo bajo el mismo cielo. Mientras más lo veía, reproduciéndolo una y otra vez, más sentía en lo profundo de sí que algo iba mal, podría jurar sin ni siquiera verlo de cerca que no estaba bien y eso le punzaba por dentro. Incluso, juraría que había perdido peso. Agotado en su insomnio cerró los ojos al fin, intentando retener las lágrimas que se había resistido a dejar salir durante todo ese tiempo. En una hora más emprendían la gira, una muy larga y sólo había malgastado su tiempo, sin mover una sola pieza en el tablero.

 

 

 

 

Un mes después Diaura empezaba su propio tour del Genesis. Cada vez que abandonaban una ciudad mientras todos dormían, él miraba el cielo nocturno, buscando alguna estrella demasiado brillante que perdió en algún lugar.

 

 

 

 

Mientras el pelinegro a su vez, abrazaba el teléfono móvil con una imagen del castaño que tenía escondida en la carpeta más recóndita y en lo más profundo de sí mismo.

 

 

 


Cada vez quedaba menos.

 

 

 

 

 

No puedo dormir y tú duermes mal, se te ve morir en el latir…

Tardes, lluvias, viajes; que alumbré con cantos.

 

 

 

 

 

 

 

El 24 de agosto, luego de 3 meses de gira sería el live final del tour en Tsutaya O-east.

 

El 24 de agosto, luego de 4 meses de gira, The gazette tenía su penúltima presentación  en el Tsutaya O-east.

 

 

 

 

 

Veo aquel lugar con un cristal de un catalejoque encontré,

y ojos, bocas se ven volver…

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Puede ser mezquino, pero al menos he regresado <3

Espero me hagan saber si vale la pena, en este momento arduo y ocupado  de mi vida debido a mi proceso de titulación, si vale la pena continuar con esto.

¡Gracias por leer!

 

 

Nos leemos pronto, viajeros <3


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