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Sentimientos encontrados por mei yuuki

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Notas del capitulo:

Hola!! waaa tanto tiempo ke no actualizaba este fic >.<, mil disculpas por eso, es ke la mayoria de las ideas ke me venian eran para otros fics y despues no me quedaba tiempo para este.

pero bueno, aqui esta y espero ke sea de su agrado ^^

 Las orbes de color castaño profundo se abrieron con desmesura al escuchar la confesión de Zero; esas palabras que casi había perdido ya la esperanza de llegar a oír.


El peliplata se removió incómodo en su lugar, sintiéndose terrible mente avergonzado. En serio, en ese mismo momento sentía que podía morirse de vergüenza en cualquier instante; y eso habría sido mucho mejor que ser escrutado de ese modo por la intensa y sorprendida mirada de Kaname. Soltó su brazo en ese momento al darse cuenta de que aún lo sostenía y tiraba de su ropa.


-Yo ...tengo que irme. -Logró articular al fin, pudiendo llenar en parte el incómodo silencio que se formó tras sus inusitadas palabras. Ojalá le sirviera para escapar de allí.


Se volteó dispuesto a irse, pero antes de que siquiera pudiera dar un paso, Kaname lo abrazó por detrás, atrapándolo entre sus fuertes brazos y congelándolo en el acto.


-¿Cómo puedes creer que podría dejarte ir así después de lo que acabas de decir? -Susurró cerca de oído, causándole un leve estremecimiento en el joven de ojos amatista.


-... Suéltame, ya te dije que debo irme a casa. -Intentando sonar seguro y convencido, a pesar del perceptible temblor en su voz.


Kaname lo estrechó más fuerte al sentirle temblar. Cerró sus ojos al oler su fresco cabello plateado y dijo:


-Además; aunque dices eso, en realidad no quieres que te dije ir, ¿no es así ?


-... Eres un idiota.


-Jejeje lo he sido hasta ahora, por eso enmendaré mis errores para contigo. -Presionó sus labios contra su cuello y después rápidamente lo volteó, quedando frente a frente.


-¿Que quieres decir con eso? -Respondió arrugando la frente y mirando haci un lado, todavía notoriamente sonrojado.


El castaño le sonrió y tomó su mano entrelazando sus dedos.


-Sólo espera, no hay necesidad de preguntar.


Lo besó de nuevo, borrando de su mente cualquier pensamiento que no tuviese relación con él y con aquel sublime momento en el que incluso los sonidos de la calle a su alrededor parecían alejarse y apagarse en la incipiente noche.


 


•¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤•


 


Llegaron a casa del castaño no mucho después de eso, en dónde no había nadie. Recordó entonces que Yuuki le dijo que esa noche se quedaría en casa de una amiga y que no regresaría hasta mañana. Más oportuno no podía ser.


Era su gran oportunidad para estar a solas con él; y no es que estuviera planeando hacer hacer algo más con Zero en ese preciso momento, o al menos no aún. Aunque en realidad, cuando lo llevó con él hasta allí no pensó en nada, sólo en que al fin podía estar a su lado de esa manera, y en los nervios y en las ansias que eso le hacia sentir.


Zero todavía se sentía consumir por la vergüenza, y ahora también por la incertidumbre. ¿Qué pasaría ahora?, estaban solos y eso no le facilitaba precisamente las cosas, o por lo menos no en el sentido que esperaba.


Podía sentir su mirada fija en él; aunque sin decirle aún ninguna palabra, y él tampoco se atrevía a romper el silencio. El corazón le latía muy deprisa, quizás lo mejor en este tipo de situaciones era...


Sus pensamientos inconexos fueron rotundamente silenciados por los labios ajenos, que sin aviso previo lo atacaron suave y dulcemente. Sus ojos se abrieron por reflejo al sentir la ligera presión de estos. Se quedó inmóvil, dudando entre si debía detenerlo o simplemente dejarse llevar por él y por todos esos intensos sentimientos desconocidos que bullían en su pecho.


Aprovechándose de ese breve momento de duda y de debilidad, Kaname lo rodeó con sus brazos, apresándolo y profundizando más el beso. Pasó sus manos por su cuerpo, tocándole aquí y allá por sobre la tela de la polera.


-¡Oye espera! ¿E-en dónde crees que estás tocando? -Intentó separarse, pero el castaño se lo impidió y no lo soltó.


-Lo siento, pero al estar así contigo, tan cerca, no puedo controlarme. -Dijo con sinceridad, acariciando su sonrosada mejilla. -Aunque... Si tu no quieres, tendré que detenerme.


El oji amatista se sonrojó más si podía e hizo un mohin, incómodo.


-... Realmente no sé si quiero o no que pares... -Se le escapó antes de que se diera cuenta y pudiese pensarlo. De inmediato se arrepientió por ello. -Eh... No quise decir eso, sólo que...


Kaname volvió a besarlo entonces, quitándole la oportunidad de objetar nada más.


-No digas nada. Entiendo lo que quisiste decir. -Dijo con un amago de sonrisa tras el beso. -Te ayudaré a decidirte.


Kaname tomó su barbilla, impidiéndole desviar la vista. Sus ojos se encontraron nuevamente, antes de cerrarse lentamente al sellar sus bocas en un beso.


No había lugar a dónde escapar, pero tampoco quería que lo hubiera.


 


•¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤•


 


Entraron al cuarto de Kaname, tropezándose. Compartiendo un beso seguido de otro; habían tenido una increíble suerte de subir las escaleras sin caerse en el camino. Después de eso, cerró la puerta y Zero fueron a parar sobre la cama.


Todo estaba pasando demasiado rápido, ninguno de los dos pensaba en nada ya, envueltos como estaban en la pasión chisporroteante del momento. Poco a poco se desprendieron de sus ropas mientras se besaban, dejándolas descuidadamente sobre el suelo. Enfrascados en aquella acalorada lucha de lenguas, Kaname recorrió su piel ahora desnuda, con las yemas de sus dedos. Delineaba lo que parecían dibujos invisibles sobre esta, cuya temperatura iba aumentado a causa de todo ese estímulo.


Apretó los lisos y suaves pezones del peliplata con los labios y con su lengua, este gimió suavemente y cerró los ojos, apretando sus labios. Repartió besos por su torso, hasta su ombligo, el que perfiló también con la punta de su lengua.


-Ahh... Unghm... -Tembló por sus caricias. Nunca había sentido algo así. No era que le desagradara, no; sólo le hacía sentirse algo expuesto y vulnerable, pero a la vez encendía una llama en su interior. La expectativa de lo que acontecería después le hacía estremecer, casi tanto como sus caricias descaradas.


El castaño sonrió lascivamente al ver la expresión de su rostro cuando desabrochó sus pantalones y se los quitó, tomándose su tiempo en presionar su miembro ya despierto entre sus dedos. Zerro tembló y enterró sus uñas en las sábanas claras, y luego cerró los ojos cuando sintió que su compañero lo liberaba también de la ropa interior y arrastraba sus manos por el contorno de sus caderas antes de acariciar la punta de su virilidad. Jadeó y se mordisqueó el labio inferior. Esa situación era tan... Incómoda, -aunque sin embargo, eso no quitaba que fuera placentera-, si no fuera porque de verdad quería a Kuran no le permitiría nunca tocarlo así; aunque tenía que reconocer que en más de una ocasión había fantaseado con él y con cosas parecidas a esta...


-Ahh... K-kaname... -Su mano se deslizaba hacia arriba y hacia abajo, podía sentir también como con la otra continuaba dedicándole tiernas caricias en la cadera y en el muslo.


El castaño apresuró el movimiento sin despegar sus ojos de su rostro teñido de placer. Sonrojado, con los ojos acuosos y jadeante, le pareció la imagen más erótica que había visto nunca, así como la perfecta representación de la lujuria en la piel del que antes fué su amigo y que ahora se había convertido en su amante.


No pasó mucho tiempo más antes de que Zero se corriera en su mano, estremeciéndose y Kaname recorrió con su lengua la palma de su mano manchada por el liquido blanquecino, haciéndolo desviar la vista a causa de la aún reticente vergüenza que todavía portaba. Aunque eso sólo lo hacía más adorable a ojos del castaño.


Recibió gustoso otro de sus besos, mientras él se colaba entre sus piernas desnudas. Un gemido ahogado moría entre sus bocas. Llevó sus labios hasta la sien derecha y depositó en ella otro beso, deslizando su diestra con la que presionaba la cadera del peliplata hacia abajo y atrapó una de sus nalgas. La estrujó a conciencia. Mordió su cuello hasta casi hacerle daño y tanteó hasta finalmente encontrar la entrada, que se cerraba a su contacto.


-Relájate... -Le susurró cerca de su oido, cuando se aventuró a introducir uno de sus digitos y el cuerpo contrario se removió.


Zero intentó mantenerse quieto y dejarlo proseguir, tratando de olvidarse de la leve incomodidad de esa intromisión. Se conformaba con más de sus besos para saciar su hambre por el momento y soportar ese proceso de dilatación.


Lo besó por debajo de la barbilla e introdujo con cuidado un segundo dedo en el interior del peliplata, cuyos ojos amatistas permanecían cerrados ahora, pero no así sus labios, los cuáles estaban entreabiertos y de vez en vez escapan algunas sonidos.


Recorrió su clavícula con la lengua y con el filo de sus dientes, degustando su piel mientras seguía hurgando en su interior estrecho y cálido. Como deseaba terminar pronto con aquella tarea y llenarlo de sí.


Farfulló su nombre con matiz de éxtasis, perdiéndose en el limbo. Arañó la piel ajena al clavar sus uñas en ella, se sentía a estallar, y eso que lo principal aún ni comenzaba. Movió sus caderas y se volvieron a besar, profundamente antes que sus dedos lo abandonaran.


Cuando se separaron, jadeantes, Kaname le beso brevemente la curva de la mandíbula y en un rápido movimiento, lo volteó dejándolo boca abajo. Recibió un gruñido por lo bajo en respuesta, pero optó por ignorarlo y se dedicó a besar la parte posterior de su cuello y espalda, dejándole uno que otra marca de succión también allí, así como había hecho en su torso y cuello. Sus hábiles manos rodearon una vez más sus caderas. Zero dio un respingó y gimoteó casi inaudiblemente; el castaño rozaba ahora su entrada con su virilidad. Le hacia delirar entre la expectación, el nerviosismo y el ansia incontenible. Sus deseos ocultos por fin le eran cumplido, casi temía que no fuese real.


Se internó en él, con lentitud pero sin rastro alguno de duda. Sus carnes le apretaron y el cuerpo bajo suyo tembló, seguido de un pequeño quejido que alcanzó a escuchar.


Clavó sus uñas en la almohada, agitado por la excitación y el dolor. Sus lágrimas, aunque discretas, mojaron la blanca y mullida tela. Pero fué consolado, casi de inmediato. Kaname presionó sus labios contra su nuca y le masturbó con suavidad y premura. Con su otra mano recorrió su níveo pecho. Apretó y presionó uno de sus pezones, sin moverse aún. Sintió su cuerpo destensarse un poco y le oyó suspirar.


-... Muévete... De una vez... -Logró articular. Ser atacado desde tantos lugares sensibles le estaba haciendo caer y prolongar la espera le era casi doloroso.


Resuelto a no hacerlo esperar más, clavó sus dientes en su jugoso cuello y arremetió contra él. Había pretendido hacerlo despacio y suave, dado que era la primera vez y quería disfrutar y grabar en su memoria cada instante unido a Zero, pero sus instintos y lujuria tenían otros planes. Le embistió con vigorosa potencia, incentivado por sus sensuales gemidos.


Giró hacia atrás su rostro y sus labios se encontraron con los de él. Se unieron en un beso acalorado mientras continuaba el vaivén a un ritmo desenfrenado. La saliva resbaló por las comisuras de sus bocas, al igual que el sudor compartido por sus pieles, de la mano de espasmos y estremecimientos de placer.


-Ahhh... Kaname... Mnm...


-Zero... -Salió de su cuerpo y lo volteó, entrando aprisa de nuevo. De frente ahora, podía besarlo cuanto quisiera sin restricciones, eso hizo mientras las piernas del peliplata envolvieron sus caderas, apegándose más a él. Sus dedos se enredaron en los desordenados cabellos castaños, afianzándose más. Jadeó cerca de su oido, sabiendose envuelto y devorado por el exquisito y asfixiante calor. Nunca olvidaría todo aquello, y tampoco la forma en que lo miraba él, con una pequeña y candente llama en el fondo de sus ojos.


El intempestivo viaje terminó con sordos estruendos, primero para Zero, vaciándose entre los dos. Kaname lo siguió poco después, hasta dejarse caer sobre él desde la cumbre del clímax, el meejor y más poderoso de su vida hasta ese momento.


Le besó una última vez y luego se incorporó. Se acostaron debajo de las sábanas y se abrazaron allí, en la penumbra.


-... ¿Está bien que me quede aquí? -Preguntó Zero de repente, con inminente inseguridad y sintiendo los párpados pesados.


-Por supuesto que si, además, estamos solos. Y por si las dudas, te aseguro que no te dejaría ir. -Contestó Kaname, cansado también. Sus brazos apegaron más hacia sí el cuerpo de su amante.


Zero sonrió de medio lado, complacido por sus palabras y su cercanía.


-Ya lo creo.


Antes de caer en un sueño profundo, coincidieron en un único pensamiento, más bien un de deseo. La petición anhelante de que lo que acababa de ocurrir entre ellos esa noche, no quedara solo en eso, que su relación, que por fin había avanzado un palmo no volviese a retroceder. Ya no más cosas dichas a medias ni indecisión, eso solamente los había hecho distanciarse antes y perder tiempo. Tiempo que pudieron haber pasado juntos como ahora. Aún así, daba la impresión de que las cosas siempre estaban a su favor, uniéndolos en el momento y lugar indicados. Ojalá el universo continuase jugando en su beneficio, aunque si este dejaba de ser el caso, que se le iba a hacer. El resto dependería exclusivamente de los dos.


 


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-Zero, despierta. Ya es hora de levantarnos. -Le decía cerca del oido, aunque no muy convencido de sus propias palabras. Todavía soñoliento contemplaba el rostro sereno del oji amatista. Esbozó una sonrisa algo tonta, no pudo evitarlo. Era realmente fantástico despertar y tenerle a su lado, y todavía más lo que había pasado entre ambos la noche anterior. Lo había estado deseando y amando desde hace bastante tiempo ya, sin ser consciente de ello. De ahí que lo soñara tanto durante las noches. Pero que idiota había sido, sin ser capaz de ver sus propios sentimientos, y también los de él.


Zero se removió quedamente y fué abriendo poco a poco sus ojos. En lo posible habría preferido seguir durmiendo, pero ya que lo despertaban...


-Buenos días. -Le saludó el castaño regalándole una sonrisa.


-B-Buenos días. -Respondió secamente y miró hacia otro lados, lejos de su rostro. Demasiado luminoso, casi cegador. Le hizo sonrojarse con discreción. Se incorporó en la cama e hizo una mueca al percatarse del dolor de sus caderas, consecuencia obvia de lo sucedido anteriormente. No era que se arrepintiese de ello, en lo absoluto. Pero sentir pudor era inevitable, aunque eso no llegaba ni de lejos a opacar la felicidad que permanecía allí, floreciendo desde lo más profundo de su corazón.


-¿Pasa algo? -Dijo sentándose también y rodeándole la cintura por detrás. Lo besó en el cuello y exhaló cerca de su oido izquierdo, provocándole un predecible estremecimiento. -¿Te duele algo, quizá?


-Estoy bien. -Respondió Zero girándose y encarándolo. -No soy tan frágil.


Kaname volvió a sonreír.


-Ya veo. Pero realmente pareces frágil así, aunque lo niegues. -Besó su cuello de nuevo y su hombro después. Sus manos se movieron hacia su pecho desnudo, y lo acariciaron. -Tu piel por ejemplo, sin duda lo es. Además de sensible y deliciosa.


-Ya detente, tenemos que levantarnos ahora, ¿recuerdas? -Dijo algo nervioso. Los cálidos besos continuaban a lo largo de su cuello, animosamente.


-Cambié de idea. Mejor quedémonos y repitamos lo de anoche. -Respondió con malicia. Ahora sus manos recorrían su vientre, en su trayecto hacia abajo.


-N-No. Sería raro si los dos nos ausentamos y sobretodo, sería irresponsable. -Se alejó y se echó hacia un lado. Un poco más y hubiese sido demasiado tarde. Por mucho que lo deseara, se negaba a sucumbir ante Kaname tan temprano en la mañana.


-Supongo que es cierto. -Le miró frustrado. -Por esta vez ganas tú. Pero ya verás la próxima...


-Tch, ¿es una amenaza? -Dijo con falsa molestia, alzando una ceja y asomando una sonrisa.


-Es una, si. Una que pienso cumplir. -Tomó sus mejillas con delicadeza y le acercó a sus labios. Se besaron con pasión inextinguible hasta que les faltó el aliento.

Notas finales:

Gracias por leer, y perdon si es ke hay algun error/falta de ortografia ke pase x alto.


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