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Nada que perder por Ankin

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Notas del capitulo:

Aclaraciones al final del todo.

Disclaimer: Slam Dunk pertenece al gran Inoue Takehiko. Yo solo uso a sus personajes para divertirme un poquito.

Advertencias: Situado X días tras el Campeonato Nacional (Bueno, en realidad X tiempo después del Ten days after, que eso deben de ser un par de meses... (Si alguien se aclara mejor con la cronología que yo, que me lo diga, porfisxD)) ¿Qué sólo habéis visto el Anime? Corred a leeros el manga, aún queda mucha tela que cortar. Así que, obviamente, Spoilers

Advertencias II: Yaoi (eventualmente). De momento y hasta nuevo aviso, amistad.

NADA QUE PERDER

Capítulo 3. Comunicación no verbal

Octubre entró furioso, tormentoso y frío. A causa de eso habían tenido que posponer sus encuentros, pero Rukawa había continuado viniendo sábado si, sábado no a ver el partido. En esas semanas había descubierto más sobre su compañero que lo que se suponía que sabían sus verdaderos compañeros de equipo.

-¿Para qué hablar tontamente?- le preguntó aquella noche mientras se peleaba en la cocina con los fogones, después de que le cuestionara por enésima vez por qué nunca decía más de dos palabras seguidas.

-Comunicarse. Es algo que va muy bien.

-Dime qué utilidad tiene.

-Comunicación.

-Dime algo que no hayas dicho ya- se quejó rodando los ojos.

Mientras pensaba, aprovechó para agacharse y coger a Kuro en brazos, que se revolvió intentado liberarse. Al no conseguirlo, apoyó la cabecita en su hombro y dejó escapar el aire de manera que parecía un suspiro.

-Hablar ayuda a expresarte.

Rukawa apartó la olla del fuego, ayudándose de una pala para sacar los tallarines y servirlos en dos platos.

-También el lenguaje no verbal.

Palmeó la espalda del perro mientras se acercaba a la cena. Rukawa no es que fuera un excepcional cocinero, pero parecía tener más idea que él con los fogones, o, al menos, se desenvolvía mejor en ellos.

-Huele bien.

-No cambies de tema.

-No lo hago, simplemente digo que huele bien- Rukawa le dedicó una fría mirada como única respuesta-. Está bien, no tienes por qué hablar si no es necesario, pero te comunicas mejor que con gestos.

-Entonces no es estrictamente necesario.

-Para coger confianza si- arguyó-. Y en este deporte necesitas confiar en tus compañeros de equipo, sobretodo si quieres progresar en él.

Rukawa dejó los platillos con salsa en una bandeja.

-¿Qué insinúas?

Se encogió de hombros.

-Yo nada.

Rukawa lo miró como si no le creyera, pero le dio igual. Ya había plantado la semilla de la duda en él.


El rato en el que estaban tumbados en el sofá en un estado que oscilaba entre el sueño y la vigilia era su preferido, básicamente por la falta de conversación. La gente tendía a pensar erróneamente que, como le gustaba sonreír y ser agradable, también le gustaba hablar hasta hincharse. No era cierto, nunca había sido cierto, disfrutaba más un silencio mal llevado que una conversación bien llevada. Pero lo que le había dicho a Rukawa por la tarde era cierto, la comunicación era esencial. Si bien no pedía que le contara su vida, si demandaba un poco más de atención, algo más que monosílabos a modo de respuesta. No obstante, empezaba a entender que, tal vez, aquél fuera el único modo que Rukawa tenía para expresarse.

-¿Acaso en tu casa no te dejan hablar?- preguntó al aire.

Rukawa levantó la cabeza del respaldo del sofá en el que se había acomodado.

-¿Qué dices?

Negó con la cabeza. No pretendía que respondiera a la pregunta, puesto que había sido una retórica para él mismo, técnicamente encerrada en su cerebro.

-Nada.

-Te he oído hablar.

-Hablo solo- respondió estirándose él también en el sofá-. No me hagas caso.

-Eso es malo, ¿Sabías?

-Lo sé.

-Y no, no es que en mi casa no me dejen hablar, simplemente no me gusta hablar. ¿Qué he de hacer para que lo entiendas?

Se incorporó de golpe al escucharlo, mareándose en el intento. Se masajeó la sien antes de enfocarlo.

-¿Estabas escuchándome?

Rukawa le dedicó una mirada fría como el hielo.

-Yo siempre escucho.

Tuvo que reír ante la respuesta.

-Eres un X-men.

-Ya- afirmó irónico-. Por eso aún no he sido capaz de ganarte.

Volvió a recostarse en el sofá, dirigiendo la vista a los anuncios de teletienda que llevaban más de una hora viendo. En ese momento anunciaban una potente aspiradora que dejaba mucho que desear.

-Es que yo también soy un X-men- respondió ausentemente-. Pero ahora sin bromear, ¿Siempre vas a volver a lo mismo?- cuestionó incorporándose de nuevo. Casi parecía que estuviera haciendo gimnasia, casi-. Puede que para el torneo de invierno ya hayas conseguido superarme.

Rukawa también se incorporó en el sofá que había tomado como suyo.

-A veces deseo con todas mis fuerzas superarte- admitió tras unos segundos tensos de silencio-, pero entonces me pregunto que haré cuando lo consiga. ¿Podré alzarme ya con el título de mejor de Japón? ¿Podré hacer las maletas e irme? ¿Habré llegado al máximo de mi capacidad? Lo pienso y deseo no superarte, pero cuanto más pienso que no quiero más quiero hacerlo.

-A eso se le llama estar en una encrucijada- musitó inclinándose para coger su vaso de agua-, pero dudo mucho que cuando me superes ya seas el mejor de Japón. No soy tan bueno.

Rukawa apoyó los pies en el suelo, inclinándose sobre si mismo para poderlo mirar directamente a los ojos.

-¿Eso crees?- cuestionó con tono duro-. Hasta encontrarte a ti nunca había conocido a alguien mejor que yo. Ni tan siquiera en el Campeonato Nacional o la Selección hay jugadores tan buenos como tu. La mitad no te llegan ni a la suela de los zapatos, a excepción de Sawakita, claro.

-Por eso ellos están en el Campeonato y en la Selección y yo no- sentenció con un susurro-. Puede que no hayas conseguido ganarme aún porque nuestro juego es muy parecido y yo ya me he dado cuenta de algo que tu hasta hace poco no, pero eres un jodido demonio de la ofensiva. Eres mejor que yo, simplemente.

-¿Qué es esto?- preguntó severo, levantándose de su sitio para mirarlo desde arriba-. ¿Te estás compadeciendo? ¿Dándote ya por perdido?- continuó arrufando el ceño-. Eres mi rival, no puedo haber escogido a uno cutre.

-Oye, te estoy alabando. Te estoy diciendo que me puedes superar- arremetió con el mismo tono mordaz que Rukawa estaba usando con él-. Eso aquí y en la otra punta del mundo se considera esperanza.

-No quiero que me regales la victoria simplemente porque estás deprimido- admitió finalmente-. Quiero ganarte cuando estés en tus plenas facultadas.

-Entonces quieres hundirme- tradujo para si mismo-. Quieres verme derrotado completamente, física y mentalmente.

-No deseo eso- murmuró para si mismo más que para él-. Quiero ganarte, pero también quiero que ganes tú.

-Eso no tiene sentido.

-Me caes bien, ¿Entiendes?- casi le gritó en un arrebato de sinceridad-. No quiero que te quedes ahí detrás, deprimido y compareciente cuando te derrote. Quiero que te vuelvas a alzar de nuevo, y que seas mejor que todos los demás, para así conseguir ser yo más fuerte y tú conmigo.

Dejó escapar un suspiro al escucharlo, recostándose en el respaldo.

-No te entiendo.

-No tienes por qué entenderlo aún- lo oyó murmurar con tono más relajado, casi triste-. Simplemente sigue mejorando, así los dos podremos conseguir ser profesionales.

Volvió a reírse ante aquello.

-Cuando te dije que tal vez iba a ser profesional no lo decía totalmente en serio. Me habías motivado para que lo dijera. Pero ahora me doy cuenta, y cada vez más, que parece un sueño inalcanzable, totalmente irreal.

-Los sueños parecen irreales e intangibles hasta que los consigues- le replicó recuperando el tono duro y frío que había adoptado en su conversación-. Por eso son sueños. Pero no te puedes rendir, no tan fácilmente. Eres Sendoh, todo el mundo te llama genio.

-El genio de la lámpara que no puede conseguir ni llegar a los Nacionales- contestó mordaz.

-Oye- notó como Rukawa lo cogía por la camiseta, tironeando hacia él-. Yo no suelo hacer esto, no soy del tipo que da coraje, pero te voy a decir esto una sola vez para que recapacites. Eres bueno, pelea para demostrárselo a todos los que estén dispuesto a ver. Y a los que no, dales por el culo.

Agarró a Rukawa por la mano, separando uno a uno los dedos que le amarraban la camiseta. Cuando consiguió ser libre no lo soltó, por alguna extraña razón era demasiado cálido como para hacerlo.

-Creo que es la primera vez que te oigo hablar tanto.

Rukawa se soltó con un suspiro y un rodeo de ojos.

-Idiota.

Sonrió ante la familiaridad que estaba adquiriendo para acabar así las conversaciones.

-Capullo.


Aquella noche durmieron cada uno en un sofá, despertando cada poco rato y hablando sobre frases inconexas entre sueños. Al final, cuando los primeros rayos de Sol se colaban entre las persianas, Sendoh se puso en pie, se encerró en la cocina y preparó un almuerzo que consistía en sobras de sopa de miso que había dejado su madre, arroz, zumo y un pescado a la plancha. Despertó a Kuro, le dio de desayunar, lo paseó y cuando el perro ya jugueteaba feliz entre los cables de debajo den su escritorio, despertó a Rukawa, apartándose justo a tiempo para evitar un manotazo involuntario (o voluntario, porque después de tantos días igual empezaba a tener ciertas sospechas).

-Son las ocho y media.

Rukawa se dio la vuelta en el sofá, tapándose con el cojín sobre el que había babeado largo y tendido.

-Los domingos me despierto a las once.

-Pues este domingo no- sentenció quitándole la manta de encima-. Había pensado que, en vez de ir a la cancha, podrías acompañarme a comprarme unas zapatillas nuevas.

-¿Y por qué tengo que ir yo? ¿Y hoy?- refunfuñó incorporándose.

-Te he hecho el desayuno.

Rukawa aceptó la bandeja. Con tranquilidad removió la sopa de miso y la acabó esturreando por encima del arroz como si fuera salsa.

-Lo has calentado, querrás decir- se quejó bebiéndose el zumo.

-Eso da igual- contestó sonrojándose-. No te esperarías que en Hoteles Sendoh te prepararan el desayuno.

-Es lo mínimo si vas a hacer que te acompañe a comprarte unas zapatillas nuevas.

-Disculpe entonces las molestias.

Rukawa lo observó por encima del bol de arroz.

-¿Y por qué no le pides a Akane que te acompañe? Es tu novia, eso es lo que se supone que se hace con las novias.

Se tomó su tiempo para beberse su sopa de miso. Tiempo que utilizó para pensar en como iba a abordar el tema. No es que a Rukawa le importara, eso estaba claro, pero aún no había tenido ni el valor de decírselo a sus amigos.

-Lo dejé con ella el domingo pasado.

Rukawa se entretuvo mareando a Kuro.

-¿Lo siento?

Sonrió ante aquello.

-Lo siento- afirmó.


Rukawa le pisó las nuevas zapatillas apenas se las probó en la cancha donde practicaban cada fin de semana. Dio un pisotón fuerte, restregó la suela por su empeine y apunto estuvo de romperle un dedo por la presión.

-Te has quedado a gusto, ¿No?- murmuró intentando sacarse la suciedad de las, hasta menos de un minuto atrás, limpias zapatillas.

Lo vio encogerse de hombros mientras sacaba el balón de la mochila.

-Podrías torcerte el tobillo si están tan duras.

-Tu lo que querías era pisarme, admítelo- dijo con una sonrisa-. No voy a enfadarme por ello.

Rukawa le pasó el balón con fuerza.

-Ese es el precio que pagas por despertarme.

-Nos salió vengativa la princesa.

Fue solo un amago, pero Sendoh juró que durante apenas un segundo, Rukawa esbozó una sonrisa sincera.

Volvían a pasar de las siete de la tarde cuando ya debían de dejar de jugar. A pesar de que hacía más de un mes que habían rellenado una extensa solicitud del ayuntamiento que le trajo su padre para que iluminaran la cancha, la susodicha seguía aún sin luz artificial. Tampoco era que se quedaran a jugar hasta bien entrada la noche, pero un poco de luz era de agradecer, sobretodo cuando apuraban tanto su tiempo que tenían que bizquear para diferenciar el aro. Como era de esperar, en ese tiempo la mitad de los tiros fallaban, hasta que a Rukawa se le ocurrió usar la estrategia de cerrar completamente los ojos y dejar que su cuerpo tomara el control de la situación.

Nunca había probado esa técnica y, a pesar de que los diez primeros tiros que probó de ese modo erraban más que entraban, a partir del onceavo entraban más de los que fallaban.

-¿Cómo no puedes ser buen jugador si tu cuerpo recuerda el movimiento?- lo escuchó murmurar a su espalda.

-¡Vamos! ¡Deja ya la cháchara absurda sobre lo bueno que soy!- exclamó volteándose a mirarlo-. Si no te conociera y fueras una chica diría que casi estás intentando ligar conmigo.

Rukawa le dedicó una mirada furibunda.

-¿Quién te dice que no lo esté haciendo adrede?

Dejó escapar una carcajada ante aquello.

-¿Ahora te dedicas a hacer bromas?- preguntó sarcástico-. Te creía el hombre de hielo, Rukawa. Entre esto y que no paras de animarme, empiezo a pensar que el de carácter depresivo soy yo.

-Yo nunca he sido depresivo- aclaró con rapidez-. Distante y solitario tal vez.

-Lo que aprendes de un hombre cuando te tiene confianza- musitó pasándole el balón.

-Lo que simplemente ves de un hombre- respondió enigmático.

-No te sigo.

Lo vio encogerse de hombros, un gesto que parecía adorar.

-¿Quién dijo que debías?


Para cuando quiso darse cuenta ya estaban en Noviembre y encontrarse con Rukawa los fines de semana ya le era tan normal como respirar. También pasar los fines de semana el uno en casa del otro, a veces con la compañía de Kuro y otra de los ariscos gatos de Rukawa. Con el tiempo, Sendoh llegó a pensar que por qué no había conocido antes a Rukawa, y en que perdía el tiempo.

"Ah si, pescando, hace siglos que no voy a pescar" pensó aquella tarde-noche de domingo, tumbado en el suplemento al lado de la cama de Rukawa. Porque cuando iba a su casa a pasar la noche, Rukawa siempre sacaba la cama que tenía debajo de la suya. Con el paso de los días se dieron cuenta de algo, y es que les salía más a cuenta dejar la cama fuera que dentro.

-¿Te gusta el mar?- preguntó jugueteando con uno de los gatos. El persa blanco arisco y cabezón que le habían especificado claramente que no tocara la moral.

-¿No estábamos hablando de que suspendiste el último examen de trigonometría?- cuestionó Rukawa a su vez, jugueteando también con un gato esfinge que debía haber costado su peso en oro.

-Oh si, siempre es más emocionante hablar del maravilloso mundo del dibujo técnico- ironizó-. ¿Y por qué no tienes un gato normal?

Rukawa dejó que el gato le mordiera los dedos.

-Prince es un gato normal- musitó haciendo referencia al gato normal y corriente que siempre dormitaba en la planta baja de la casa.

-Por eso lleva nombre de cantante.

-Deja de meterte con mis gatos- contestó con tono ligeramente autoritario.

-Entonces deja tú de recordarme mi examen de trigonometría, y responde a mi pregunta, ¿Te gusta el mar?

Rukawa hizo ademán de mirar por la ventana, a pesar de que era físicamente imposible que consiguiera verlo. Si, vivían ambos en localizaciones costeras, pero ninguno de los dos podía ver el mar asomándose a la ventana.

-¿A quién no le gusta?

-¿Y te gusta pescar?

-¿Es una pregunta trampa?- cuestionó dejando al gato en libertad. El persa salió disparado de sus brazos al ver que el esfinge corría ya escaleras abajo-. La última vez que contesté algo así me obligaste a beberme una cerveza.

-No es ninguna pregunta trampa- contestó apoyándose sobre los codos mientras recordaba la mala tarde que había pasado Rukawa aquél día.

-No, la verdad es que no. Esperar pacientemente a que suceda algo no va conmigo.

-En eso tienes razón- tuvo que admitir-. Pareces tranquilo y sosegado, frío y calculador, pero luego resultas ser visceral y apasionado, fogoso incluso.

Rukawa le dio la espalda, hundiendo la cara en su almohada.

-Y tú pareces despreocupado y después le estás dando vueltas a las cosas más de un millar de veces. Nunca conoces a un hombre verdaderamente.

-Estoy empezando a conocerte- dijo tocándole el hombro con un dedo.

-¿De verdad?- Rukawa volteó el rostro para mirarlo, y entonces Sendoh se perdió en su mirada, en sus ojos azules que rozaban el negro.

No era la primera vez que le pasaba. A decir verdad, era la décima en aproximadamente un par de semanas, contando que se veían seis de cada quince días. Eso daba más de una pérdida por día.

Generalmente eran momentos en que la conversación se volvía tan estúpida que perdía el rumbo de sus pensamientos, y sólo parecía capaz de prestar atención a la mirada gélida y furiosa de Rukawa. Otros, simplemente se sorprendía perdiéndose en las profundidades (abisales para él) sin razón aparente. Ese era uno de esos días.

Lo que más le sorprendía es que Rukawa sabía que se lo quedaba mirando. Debía sentirlo por narices, pero no le decía nada, simplemente dejaba que se ahogara hasta hartarse. No se había quejado ni una sola vez. Y eso lo tenía muy inquieto.

-Creo que te conozco lo suficiente como para afirmar que te conozco- musitó aún perdido en sus ojos. Alrededor de la pupila, el azul marino se volvía claro, nítido casi límpido.

-Entonces no me conoces.

-No, no te conozco.

Y era verdad, porque no entendía aún por qué misteriosa razón Rukawa no le apartaba nunca la mirada.

Notas finales:

La inspiración es algo que viene y que va. Cuando no estás inspirado ya puedes esforzarte, que no va a salir nada o va a ser un absoluto truño (perdón por el vulgarismo). Eso no garantiza que con la inspiración no se formen textos extraños, pero el hecho de perderse en medio de la narrativa se reduce. Hoy me ha pasado eso. Hacia media tarde (noche), ya que ya es de madrugada mientras escribo esto, he tenido un brote de inspiración y, prácticamente, el capítulo se ha escrito solo, confirmándome algo que ya venía suponiendo de antes. Adoro los libros/fanfics con grandes párrafos con explicación, pequeñas obras maestras que cuentas más que la propia historia, y envido a los autores por poder escribir esas maravillas. Porque luego voy yo, intento hacer lo mismo, y lo único que se me ocurre son cientos de páginas de diálogo. Por eso, la gran mayoría de mis fics parece que estén flotando en el ambiente. Amo las conversaciones, y por eso escribir este fic me está resultando maravilloso, si bien puede que al leer quede perdido en la inmensidad.

¿Y a qué viene este parrafote sin sentido que nada aclara? Pues bien, la respuesta es sencilla. No sé si la historia os parecerá que está tomando un rumbo lento, o que, por decirlo de alguna manera, carece de total línea argumental. En si podríamos decir que esa afirmación puede y no puede ser correcta. No es que en si en la historia no pase nada, porque pasa, pero como me pierdo en divagaciones y cosas que no vienen a cuento, parece que esto no va a ninguna parte. No sé que hacer para arreglarlo, pero os garantizo que la historia si sigue un rumbo y que es algo más que diálogos sin sentido en situaciones diversas.

¿Qué más? Solo decir que al final del capítulo se cuela un pequeño homenaje a Prin (Sendoh perdiéndose en la mirada de Rukawa, no debería ser nuevo para las que leéis Deep Purple), y que se atisba el comienzo de algo.

Sobre el título solo comentaré que Comunicación no verbal engloba tanto a la forma de comunicación de Rukawa, como a los movimientos imperceptibles de que algo más esta pasando.

Acabo diciendo que este capítulo es puramente de transición y que, mientras repaso lo que he escrito, me doy cuenta de que parece que me haya tomado algo extraño y haya vomitado en Aclaraciones del texto toda una paranoia filosófica. No me lo tengáis en cuenta, quedaros simplemente con el fic en si xD

Os agradezco que continuéis leyendo la historia y así aprovecho para decir que los reviews no son malos, se hacen rogar, pero son una maravilla recibirlos. Ya sea para tirarme tomates o decirme que os gusta, yo acepto encantada todas las críticas. ¡Nos vemos!

Saludos, Ankin


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