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Nada que perder por Ankin

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Notas del capitulo:

Aclaraciones al final del todo.

NADA QUE PERDER

Capítulo 6: Di la verdad

A principios de diciembre las caricias ya se habían vuelto algo completamente natural. Eran ligeros toques, levísimos contactos de sus dedos con la piel del otro, tan delicados que casi parecía que no se produjeran. Pero casi era la palabra clave para entender la situación.

Aquél día Rukawa lo podía definir como extraño. Ese sábado, por cuestiones de agenda estudiantil, ninguno de los dos había tenido entrenamiento, así que durante toda la mañana se dedicaron a jugar un uno contra uno con el miedo constante de perder un dedo por el frío. No lo hicieron, pero pasó buena parte de la tarde antes de que sus cuerpos pudieran volver a una temperatura normal. El resto de la tarde, por eso, se dedicaron a actividades más propias de los chicos de su edad. El estudio.

Desde hacía unos meses Rukawa se había dado cuenta que Sendoh no era sólo bueno en el básquet. Se le daban bien los estudios, y era bastante aplicado a pesar de confesarle que solía quedarse dormido en clase. Así que, tras ver su desastroso boletín de notas, Sendoh se había concentrado en que sus notas mejoraran. No hasta el excelente o el notable, pero al menos hasta un suficiente.

Esa tarde les tocaba matemáticas, y Rukawa sólo podía pensar en lo bien que se sentiría estar afuera, con el balón en las manos y tratando de mejorar su técnica en vez de aprenderse fórmulas sin sentido.

-Rukawa- le llamó la atención Sendoh por décima vez-. Debes centrarte. Podrían echarte del equipo por tu mierda de notas, y ya no hablamos de entrar a una buena Universidad…

-Ya te he dicho que tengo intenciones de dedicarme profesionalmente al baloncesto, ¿De qué me van a servir todas estas fórmulas?

-¿Así qué quieres ser un jugador inculto?- le replicó con tono duro-. Vamos, que esto no es tan difícil.

Y ya podía quedarse de brazos cruzados, enfurruñarse o no prestar atención, que Sendoh podía pasarse horas a su lado intentando que resolviera un simple ejercicio. A veces no los resolvía simplemente por ver la tenacidad que mostraba con él, y otras se agobiaba por sentirse observado. Lo único que de verdad le gustaba de aquello era cuando le masajeaba, o más bien presionaba, sus hombros después de la tarde de estudio.

No obstante, aquella noche, porque dejaron de estudiar cuando ya debían pasar de las diez, los dedos de Sendoh se mantuvieron en sus hombros dos segundos más de lo que acostumbraba a hacer.

Con tranquilidad, se volteó a mirarlo con el ceño ligeramente fruncido.

-¿Pasa algo?- le preguntó.

Frunció más el ceño al escucharlo.

-¿Algo?

Sendoh asintió con la cabeza mientras le revolvía el pelo.

-¿Por qué me miras con esa cara?

-Es mi cara.

Lo oyó reír a la vez que sentía sus dedos en la frente.

-¿Y esto? ¿Está siempre así?

Se apartó de su contacto poniéndose en pie. Casi al instante, Queen corrió a sus piernas y tuvo que hacer verdaderos equilibrios para no tropezarse con ella. Al final, acabó captando lo que la gata intentaba decirle y la acogió entre sus brazos. Queen maulló de felicidad.

-Se te dan mejor los gatos que las personas.

Cuando levantó el rostro, fue la primera vez que vio a Sendoh con semblante serio y concentrado, mirando únicamente a su gata.

Y entonces, comprendió algo que ya había visto hacía muchísimo tiempo pero que jamás había prestado atención.


Una semana más tarde, volvió a ganarle en un uno contra uno, haciendo que la atmósfera apacible con la que Sendoh siempre se rodeaba desapareciera en un suspiro. No obstante, su reacción posterior fue muy diferente de la que había sido tiempo atrás. Simplemente recogió el balón y se lo lanzó con una sonrisa en los labios.

-No fue suerte, entonces.

-¿Preferirías que lo hubiese sido?- Sendoh negó con la cabeza mientras recibía el pase-. Mientes, lo sé.

-¿Y qué si miento?

-Sendoh.

-¿Y qué si miento?- repitió con tono duro.

-No tienes por qué mentirme a mi- replicó acercándose-. Yo puedo entenderlo. Puedo aceptar tu enfado, tu frustración, tu orgullo herido, lo que sea. Puedo entenderlo y aceptarlo, puedo…

-Rukawa…- lo oyó musitar con un hilo de voz, la mirada perdida en el suelo-. Calla.

Y calló durante dos semanas.

Para cuando Sendoh se mostró receptivo de nuevo, el mes ya estaba bien entrado. Hacía demasiado frío, así que cuando quedaron para hablar, decidieron hacerlo en un café en vez de en la cancha. Generalmente era algo que siempre hacían después de jugar, pero esa vez se sentía extraño. Era como si estuvieran rodeados de una atmosfera turbia, incómoda.

-¿Cómo le va a Sakuragi?- le preguntó una vez hubieron pedido.

Se encogió de hombros.

-¿Te interesa?

La mirada que Sendoh le dedicó decía todo lo que callaba. No, no me interesa en absoluto como le va.

-¿Qué vas a hacer para Año Nuevo?

Miró distraídamente por el cristal de la ventana, observando cómo la gente paseaba por las calles abrigada y deprisa, sin pararse a mirar a su alrededor, directos hacia su destino. Cuando se cansó, se volvió hacia Sendoh.

-Los del equipo han decidido hacer una fiesta. No estoy interesado en ella. ¿Tu?

Se encogió de hombros, aceptando el batido que la camarera acaba de traerles.

-Más de lo mismo.

-¿No vas a ir?

Negó con la cabeza.

-No estoy de humor.

-Últimamente no estás de humor para nada.

-Lo sé.

Volvieron a quedarse en silencio, pero lejos de lo que pudiera parecer, para Rukawa era un silencio cómodo, relajado. Algo de lo que habían hablado había disminuido la tensión del ambiente.

-Este fin de semana estoy solo en casa- dijo de repente mientras jugueteaba con el pedazo de tarta que había pedido-. Y mañana es el ultimo partido que hacen antes del parón de Navidad. Koshino dice que no puede venir, asi que…

Esbozó una débil sonrisa ante aquello, sintiendo por primera vez lo bien que se sentía que Sendoh volviera a hablar con normalidad con él.

-Iré.

Terminaron volviendo a su acostumbrada y rutinaria vida para principios de la siguiente semana. Apenas ambos salían del entrenamiento grupal que se encontraban para echar unas canastas, o si el tiempo no ayudaba, quedaban en la biblioteca para estudiar un poco. Como resultado, en los exámenes finales antes de Navidad sus calificaciones subieron tanto que incluso se sorprendió a si mismo.

-Gracias- musitó aquella tarde mientras Sendoh se ataba las zapatillas sentado en el suelo de la cancha de siempre.

-¿Por?

-He sacado un 70 en Historia.

-Me alegro- lo felicitó con una sonrisa y un toque en el hombro-. Pero has sido tu quién ha hecho el examen, no yo.

-Sendoh- lo interrumpió cogiéndolo por el brazo, los músculos de su compañero contrayéndose bajo la palma de su mano-. Gracias.

Sendoh no dijo una palabra mientras respondía que "de nada" moviendo los labios.


La festividad de Año Nuevo se presentó más rápido de lo que había planeado, y con ello, el fin marcado de las vacaciones. A decir verdad no había parado en todo el tiempo que duraron los festejos, así que cuando Sendoh lo sacó de su casa el día treinta y uno por la tarde con la excusa de pasar el Año Nuevo en Tokio, no debería haberse sorprendido.

-¡Cuánto tiempo!- exclamó dándole un abrazo nada más salir de su casa-. ¡Creí que te habías perdido en los vastos prados de Hokkaido!

-No- respondió escuetamente liberándose de su extraño agarre-. ¿Qué te hacía pensar eso?

-Llamé- musitó con tono triste y ojos expresivos-. Y no me devolviste la llamada.

-Nadie me dijo que llamaste- aclaró-. Te habría devuelto la llamada de haberlo sabido.

Sendoh se cruzó de brazos en un claro gesto infantil.

-¿Y por qué no me llamaste?

Extrañado por el rumbo estúpido que estaba tomando la conversación, se detuvo en mitad de la calle y obligó a Sendoh a hacer lo mismo.

-¿Qué te pasa?- preguntó acercándose hasta quedar a menos de un palmo de distancia de su compañero-. ¿Has bebido?

Sendoh se sonrojó violentamente al escucharlo y bajó la vista, intentando esconderse en la chupa de cuero que usaba aquella tarde como abrigo.

-Si- admitió arrepentido-. Todos lo hemos hecho. Uozumi nos ha reservado durante toda la tarde una sala en su restaurante. Barra libre de licores suaves.

-¿Sigues queriendo ir a Tokio tal y cómo estás?

-En realidad- y esta vez fue él quien se detuvo en mitad de la calle-, nunca he querido ir a Tokio. Había pensado que podríamos quedarnos los dos en mi casa y celebrar el Año Nuevo allí.

Rukawa frunció el ceño al escucharlos.

-¿Nosotros dos en tu casa para Fin de Año?

Lo vio encogerse de hombros.

-Creí que lo preferirías a estar rodeado de una multitud ruidosa. Sé lo poco que te gustan las aglomeraciones.

-Me parece un plan perfecto.


En casa de Sendoh no había nadie, ni tan siquiera Kuro. Según le comentó mientras se quitaba la chaqueta en el recibidor y se ponía las zapatillas, sus padres habían ido a pasar el Año Nuevo en casa de sus abuelos, perro incluido, y su hermana con la familia de su novio, dejándolo a él solo. No obstante, mientras calentaba una bandeja de comida que había en el horno previamente preparada, Sendoh admitió sentirse completamente feliz por ello.

-No me ha molestado en absoluto- insistió ayudándolo a poner la mesa-. ¿Empezar el año lejos de mis padres? ¡Eso es felicidad asegurada!

-¿Y por qué no te has quedado con tus amigos?

-¿Por qué no lo has hecho tu?- le devolvió la pregunta con cierto indicio de mofa.

-No me gustaba su plan, ya te lo dije.

-¿Y los All Star no habían quedado también?

Rukawa levantó la cabeza del plato que estaba sirviendo.

-Sí, pero ya los he visto durante una semana. Ver a alguien tan consecutivamente…

-¿Y yo?- cuestionó de repente cogiéndolo de improvisto por el brazo-. ¿No te cansas de mí?

No supo que contestar a aquello, así que calló y continuó poniendo la mesa. Viendo que no iba a obtener respuesta, o posiblemente demasiado perdido entre sus pensamientos, Sendoh continuó hablando como si nada.

-¿Cómo fueron los entrenamientos con la Selección? ¿Cansados? ¿Divertidos? ¿Alguien consiguió superarte? ¿Alguien consiguió superarme?

Se detuvo de golpe y le dedicó una mirada furibunda.

-Sendoh.

Una sonrisa amplia se ensanchó en el rostro de su amigo.

-¿Alguien consiguió superarme?

-Sendoh- repitió con tono más duro.

-No- espetó con tono mordaz pero sin borrar la sonrisilla-. ¿Alguien lo hizo? ¿Alguien logró superarme?

Negó con la cabeza.

-Nadie puede superarte.

La respuesta que recibió a cambio fue una sonora carcajada.

-¿Cómo se llama?- demandó-. Vamos, puedes decírmelo, no voy a enfadarme por ello. Simplemente me gustaría saberlo para que cuando te llame y me digas que ya no quieres quedar más conmigo por ser un cero a la izquierda pueda ponerle nombre a mi sustituto.

-¡Basta ya!- exclamó dejando una bandeja de aperitivos con demasiada fuerza sobre la mesa, provocando que una de las velas tambaleara y se tumbara-. ¡Deja de auto compadecerte!

-¡No me auto compadezco!- gritó dejando de lado todo tono amistoso que podía haber mantenido hasta entonces-. ¡Me has superado, me has ganado! ¡Cualquiera de tus compañeros de Selección es infinitamente mejor que yo!

-¡Ya te he dicho que no!- chilló con tanta fuerza que sintió como las cuerdas vocales se le tensaron-. ¿Por qué eres incapaz de entender que eres bueno?

Sendoh bajó la vista por primera vez desde que la discusión comenzó.

-No soy suficientemente bueno para el nivel que estás alcanzando- musitó sentándose en la silla-. Siento que cada vez te alejas más y más y que jamás podré alcanzarte- tomó aire y Rukawa previno una conversación seria-. La primera vez que me ganaste pensé que había sido solo suerte, así que no me preocupé más de lo necesario, pero entonces vi como mejorabas cada día y cuando me volviste a ganar, no supe que pensar. Sawakita era el único que me había ganado hasta entonces, y, desde luego, no esperaba que tú lo hicieras tan pronto. Y cuando al fin llegué a la conclusión de que debía continuar esforzándome para que no volvieras a ganarme, te fuiste con la Selección la mitad de las vacaciones de Navidad para practicar. Me sentó como una patada en la boca del estómago.

Se quedaron en silencio tras su sincera declaración. No supo cuanto tiempo estuvieron así, pero debió de ser el suficiente para que el horno acabara de calentar la comida. Cuando la campana tañó, Sendoh se levantó de su silla y fue a sacar la bandeja.

-Sendoh…- susurró acercándose a la cocina-. ¿Por qué no me dijiste esto antes?

-¿Y dejar que te compadecieras como estás haciendo ahora?- cuestionó con tristeza-. Paso.

-No me estoy compadeciendo de ti- aclaró cogiéndolo por la muñeca-. Nunca lo he hecho y nunca lo haré.

-Eso es lo que te dices a ti mismo para tratar de convencerte- musitó devolviéndole el agarre a la altura del codo-, pero sabes la verdad. Siempre la has sabido.

-¿La sé?

Sendoh le dedicó una mirada y una sonrisa apenadas.


Celebraron el Año Nuevo sentados en el sofá y con un vasito de Sake caliente en la mano. A pesar de que la festividad era alegre y la gente se había lanzado a la calle para festejar, en el piso había un ambiente más bien depresivo. No intercambiaron más de dos palabras, y ni tan siquiera una hora más tarde la situación había mejorado.

No obstante, hacia las dos de la madrugada Sendoh tomó la decisión valiente de saltar al vacío sin paracaídas.

-He llegado a cogerte realmente cariño durante todos estos meses.

Bebió lo que quedaba en su copa de un trago.

-Tú también te has vuelto una persona especial para mí.

-¿Especial?

-Valoro tu amistad.

Sendoh se quedó callado durante unos segundos.

-No sé si me refería a eso.

Y la verdad que los había estado esquivando durante tantos meses se reveló como una luz en la oscuridad.

-Creí que continuabas enfadado por lo que me has dicho antes- musitó tras unos incómodos minutos en silencio.

-Mi propósito para Año Nuevo ha sido aparcar ese tema, y desde que ya estamos en 1995…- se calló de golpe y aprovechó el intervalo de tiempo para servir un poco de Sake en dos vasitos nuevos-. Feliz Cumpleaños, Rukawa.

Bebió, y aceptó el estrecho abrazo que Sendoh le dio cuando dejó el vaso vacío sobre la mesa.

-Gracias.

Notas finales:

Lo cierto es que no sé qué decir acerca de este capítulo. Lamento el retraso, eso desde luego, pero es que han sucedido muchas cosas desde entonces. Exámenes, resfriados, clases y prácticas. Y Assassin's Creed, en grandes dosis. Así que los momentos que tenía para ponerme a escribir eran cortos y con la inspiración que huía por la ventana más cercana. Sin embargo, ayer, en pleno arrebato de furia con el sistema WIFI de la Play Station, me puse a escribir y acabé el capítulo. Y salió lo que salió, como habéis podido leer. Algo raro, extraño, pero que me ha dejado la puerta abierta, en cierto modo, para los siguientes.

Sobre algunas dudillas que han podido surgir a lo largo de los capítulos, solo decir que, poco a poco, todo se va a acabar entendiendo, y sobre el título del capítulo es, básicamente, un indicio de lo que se ve a lo largo del capítulo. Verdades y más verdades, si bien alguna de ellas oculta.

Y básicamente no tengo nada más que añadir, simplemente daros las gracias por continuar leyendo y que agradezco de corazón todos y cada uno de los reviews. ¡Muchas gracias!

Saludos, Ankin.


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