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Nada que perder por Ankin

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Slam Dunk pertenece al gran Inoue Takehiko. Yo solo uso a sus personajes para divertirme un poquito.

Advertencias:SituadoX días tras el Campeonato Nacional (Bueno, en realidad X tiempo después del Ten daysafter, que eso deben de ser un par de meses... (Si alguien se aclara mejor con la cronología que yo, que me lo diga, porfisxD)) ¿Qué sólo habéis visto el Anime? Corred a leeros el manga, aún queda mucha tela que cortar. Así que, obviamente, Spoilers

Advertencias II: Yaoi (eventualmente).

NADA QUE PERDER

Capítulo 7: Verdades como puños.

La rutina habitual en la que se había vuelto su vida volvió a su cauce una semana después de recibir el año. Clases, entrenamientos, uno contra uno y partidos. Una vida sencilla en otras palabras. No obstante, mientras jugaba su habitual uno contra uno con Sendoh, algo en la rutina de su juego había cambiado.

Sendoh, desde que lo había conocido, siempre le había mostrado un estilo de juego limpio y transparente, pasivo incluso, lleno de técnica pulida y movimientos básicos y complicados llevados a un terreno personal; pero desde que había comenzado el año, su estilo de juego se había vuelto más brusco y agresivo, sencillo y pasional.

Con la mirada turbia, observó impotente como el esférico se deslizó por la canasta después de pasarle por encima con naturalidad. A su lado, Sendoh esbozó una sonrisa antes de bajar los brazos posicionados perfectamente.

-Veintiuno. Te toca a ti pagar la cena.

Se volteó a mirarlo con el ceño fruncido y el rostro contorsionado por el frío y la derrota.

-No juegas igual.

-Despertaste a la bestia- susurró casi amenazante, aunque la amenaza sonó vacía, como lo hacían las falsas-. No eres el único demonio de la ofensiva aquí.

-Creí que habías decido aparcar nuestra rivalidad en la cancha.

Sendoh recogió el balón y lo hizo girar sobre su mano en un movimiento grácil y natural.

-Y lo he hecho- admitió con una sonrisita-, pero también me he esforzado para tratar de mejorar.

-Me confundes- admitió finalmente yendo a recoger su bolsa-. Hace una semana estabas depresivo y melancólico y ahora estás al pie del cañón.

-¿Yo soy el que te confunde, Rukawa?- le preguntó a su vez con tono serio-. ¿No crees que es lo contrario? Eres tú quien me confunde a mí.

-¿Yo?- cuestionó extrañado, sintiendo la incredulidad en su propio tono-. ¿Qué yo te confundo?

-Si- arremetió más que contestó pasándose la sudadera por la cabeza-. Siempre lo has hecho.

-No veo cómo- replicó-, porque no soy tan complicado.

Sendoh le devolvió el balón para que lo guardara.

-Te equivocas. Eres un revoltijo, una maraña de hilos enredados. Cuando piensas que ya vas a deshacer el nudo, simplemente te das cuenta de que todo lo que has estado haciendo solo te ha servido para enredarlo más.

-No soy un nudo.

-No- le concedió con una sonrisa-. Eres muchos.

Lo golpeó en el hombro cuando Sendoh se desvió hacia la fuente para rellenar la botella de agua.


Acabaron viendo una extraña película que daban en el canal de pago a altas horas de la madrugada. Al principio le había parecido incluso interesante, pero hacia la mitad se quedó profundamente dormido. Cuando despertó, aún era negra noche y no había ni rastro de Sendoh en el comedor.

Pensando que tal vez ya se había ido a la cama, fue hasta la habitación y se tumbó en el supletorio que había justo al lado de la cama vacía. No tuvo que pensar tampoco demasiado donde se había metido Sendoh, ya que un instante después o vio aparecer por la puerta recién salido de la ducha.

-¿No estabas durmiendo en el sofá?- le preguntó yendo hacia el armario.

-¿Por qué te duchas a las tres de la madrugada?

-Son las seis- respondió volteándose a mirarlo después de ponerse los calzoncillos.

-Repito mi pregunta.

-Estaba cansado- y como si eso lo explicara todo se dejó caer sobre su cama, volteando el rostro para mirarlo-. Y necesitaba relajarme. Debo haberme pasado una hora en la bañera.

-Y yo helándome en el sofá.

-Te he tapado con una manta. No quería despertarte.

-Muy amable por tu parte.

Sendoh rio mientras deslizaba suavemente el brazo hasta alcanzar su mano. Masajeó con el pulgar la muñeca y tuvo que reprimir un escalofrío.

-Tienes razón. Estás frío. Puedes ir a bañarte para atemperarte.

Asintió y Sendoh lo soltó de inmediato, dándose la vuelta en la cama y peleándose con el edredón para taparse.

Dejándolo sólo después de apagar la luz de la mesilla, se dirigió al baño y se permitió divagar dentro de la bañera. El ambiente era tan cálido que debió noquearlo, porque cuando volvió en si tenía las yemas de los dedos arrugadas como una pasa. Se sumergió una última vez en el agua y volvió a la habitación. No obstante, en vez de dejarse caer en su cama después de ponerse la ropa interior, lo hizo en la de Sendoh, que se despertó de un bote.

-¿Qué haces?- le preguntó con cierto tono de alarma, tratando de separarse de él.

-Dejar de confundirte.

Y lo besó como si ese fuera su último instante de vida.

Abrió los ojos de golpe y se encontró de nuevo en la bañera, tiritando y arrugado. Consternado por lo que acababa de pasar salió del agua y se tapó con un albornoz, volviendo con pasos lentos e inseguros a la habitación.

Sendoh estaba en su cama, durmiendo profundamente y enterrado debajo de su edredón. Tratando de no despertarlo se vistió en la penumbra y se metió en su propia cama, volteándose a mirarlo.

"¿En qué estaba pensando?"

-¿Sendoh?- murmuró bajito, casi como un susurro. De debajo del edredón le vino un suave murmullo, amortiguado y somnoliento. Probó de nuevo-. ¿Sendoh?

-¿Qué?

-Tengo algo que decirte.

-¿Ahora?

Se inclinó en la cama y alzó el brazo hasta tocar el de Sendoh por encima del edredón. Cuando lo tuvo cogido, lo acercó a él, haciendo que Sendoh se desplazara hasta acabar con medio cuerpo fuera de su cama.

-En Año Nuevo dijiste algo.

-En Año Nuevo dije muchas cosas. Estaba borracho.

-No- dijo con tono seguro, tirando más hacia él-. Cuando lo dijiste no estabas borracho, y antes de Navidades tampoco.

Ante aquello, Sendoh pareció reaccionar. Salió de su estado de estupor y se sentó en su cama cruzado de piernas.

-Ilumíname.

-¿Por qué cortaste con Akane?

-No tenía tiempo para ella.

La respuesta le sacó una débil sonrisa interna.

-Para mí siempre has tenido tiempo. ¿Es una casualidad?

Sendoh se llevó las manos a la frente al escucharlo. Estuvo con el rostro tapado un buen rato antes de reaccionar, y, cuando lo hizo, lo saludó con su habitual sonrisa. Sincera, amable, confiada.

-No corté con ella por eso- rio moviéndose hasta apoyar la espalda en el respaldo de la cama-. Quiero decir, no por lo que piensas, o en lo que supongo que piensas- corrigió-. Es decir, si, corté con ella por eso, pero no exactamente, ¿Entiendes?

-No.

Sendoh suspiró frustrado.

-Durante esa época había algo que me impedía continuar con ella, ¿Mejor?

-¿Por qué no me lo dijiste antes?- preguntó curioso, apoyando la mitad del tronco en la cama de Sendoh, que se volteó a mirarlo con los ojos brillantes.

-¿Decirte qué?

-Que estabas interesado de esa manera.

Sendoh parpadeó confuso.

-No creo que esté interesado de esa manera- se apresuró a decir con el ceño ligeramente fruncido-. No estoy seguro, ¿Comprendes? En Año Nuevo…

Lo calló tocándole el brazo.

-Ambos sabemos que no es algo normal- musitó buscando su mirada-. Y ambos sabemos que…- se calló de repente y subió la mano hasta posarse en su hombro-. Probémoslo.

Y el primer beso de su vida se lo dieron una madrugada oscura de Enero, en una habitación que no era la suya y en una atmósfera tensa. Fue apenas un leve roce, un contacto gentil, de tanteo de terreno.

Se separaron una décima de segundo más tarde, y Rukawa aprovechó el silencio abismal que los envolvió después para pensar. ¿Estaba bien lo que acababan de hacer? ¿Era lo que querían, lo que se supone que habían de hacer? Cientos de preguntes, miles, millares, todas y cada una en la que no había pensado hasta entonces se amontonaron en su cabeza como una marabunta, impidiendo que pensamientos nuevos y más inmediatos pudieran aparecer.

Por eso no se dio cuenta cuando Sendoh lo besó de nuevo, más profundo, más pasional esta vez. Antes ni siquiera de saberlo volvía a estar enfrascado en un beso caliente tan aglomerante que perdió toda noción del tiempo.

-Es extraño- musitó Sendoh cuando se separaron de nuevo-, pensar en ti de esta manera.

Cerró los ojos y dejó que la ínfima distancia que los separaba en aquellos momentos se redujera a cero. Una agradable sensación se extendió por su pecho y estómago, extraña y desconocida hasta entonces.

-Para mí también lo es- contestó al separarse-. Pensar así en ti.

Volvieron a besarse. Para cuando se hartaron, con los labios rojos e hinchados, el Sol ya estaba en el cielo.

-¿Vas a ir a entrenar?- le preguntó Sendoh volteando el cuerpo hacia él, ligeramente enterrado bajo su edredón.

Lo miró durante un segundo, desvió la vista a la ventana y finalmente al reloj.

-¿Tú?

Sendoh negó con la cabeza, tapándose hasta esconderse completamente.

-Yo tampoco.

Despertó horas más tarde, cuando ya era mediodía. En la cama de Sendoh no había nadie, así que supuso que estaría trasteando en la cocina con Kuro revoloteando entre sus pies. Con pereza, se puso en pie y se pasó una sudadera por la cabeza antes de aparecer en el comedor.

Se había equivocado, Sendoh estaba allí, tirado en el sofá y comiendo patatas fritas, mientras Kuro se retozaba en su canasto.

-¿Cuándo te has despertado?

-Hace un par de horas.

Tomó asiento en el sofá contrario en el que estaba sentado. Sendoh lo observó con una ceja levantada y cara de extrañeza.

-Puedes sentarte a mi lado. No hago cosas raras.

Obedeció con un niño pequeño, refugiándose bajo la manta junto a él.

-Sobre anoche…

-Madrugada- lo corrigió.

-Madrugada- especificó centrando la vista en la televisión-. Sendoh es…

-¿Extraño?- ayudó-. No me había dado cuenta.

Se giró a mirarlo y vio que Sendoh tenía una amplia sonrisa en su rostro, esa sonrisa que llevaba meses sin ver y la que odiaba con todo su corazón.

-Imbécil.

-Nunca has hecho esto, ¿Verdad?- preguntó reacomodándose-. Tener que enfrentarte a la mañana siguiente después de vomitar lo que sientes.

-No.

-Te acabas acostumbrando- dijo con tono casual llevándose otra patata frita a la boca-. Aunque si te soy sincero es la primera vez que me pasa con un chico del cuál antes era amigo. Es decir, con un chico en general.

-¿Y bien?

Sendoh le pasó la bolsa de patatas fritas.

-Actúa con normalidad. Yo soy el mismo de antes, y antes te hubiera ofrecido comida en cuanto te levantaras.

-Eso no es verdad- musitó declinando la oferta-. Me hubieras mirado malhumorado y sacarías de algún u otro modo el tema del baloncesto. Te enfadarías por haber ganado o perdido y me hubieras…

Le robó la bolsa de las manos y la dejó sobre la mesilla que había delante del sofá. Kuro hizo el ademán de acercarse a olfatearla, pero se lo repensó y volvió a su sitio a juguetear con su pelota. Por su parte, Sendoh se incorporó y lo obligó a girar el rostro en su dirección.

-Puedo hacerlo si quieres- afirmó con tono duro-. Ser un amigo amargado y desconsolado, deprimido por mi incompetencia, o puedo dejar eso de lado y mostrarte una parte más cariñosa de mi mismo que aún no has visto.

No vio un ápice de duda en sus ojos, pero apartó el rostro para que no lo besara.

-En el juego eres más decidido- le dijo.

-Es la primera vez que me pasa algo así.

-Entonces deja que te enseñe- y le giró el rostro completamente para besarlo profundamente.

Algo dentro de su corazón se rompió. La carcasa de protección con la que se envolvía de manera inconsciente se resquebrajó y fundió.

El orgullo se esfumó.


Se abrió a Sendoh aquella tarde, espiritualmente hablando. Le contó porque era así, porque costaba tanto comprenderlo, porque su única pasión era el baloncesto y, lo más importante, porque le importaba una mierda todo lo demás.

Sendoh se mostró paciente y apartado, entendiendo la violencia interna que hubiese supuesto el hecho de estar físicamente cerca. Lo dejó hablar, explayarse, confesarse, algo que nadie le había dejado jamás hacer. La gente era demasiado obtusa cuando se encontraba con alguien como él, no le entendía y no hacía el esfuerzo por hacerlo. ¿Tan difícil les era comprender que no todo el mundo tiene un don para las relaciones sociales? Por eso, y porque necesitaba tiempo para abrirse, nunca antes lo había podido hacer con alguien que no fuera su círculo inmediato de relaciones. Y por esa razón, supuso, era por la que Sendoh le gustaba tanto, o se sentía tan cómodo con él. Sendoh no prejuzgaba, no temía pasar tiempo junto a alguien, escuchándolo y comprendiéndolo, ayudándolo de manera inconsciente a liberarse. Sendoh no tenía miedo al silencio.

Cuando acabó, dejó escapar un suspiro de alivio que hacía demasiado tiempo que estaba atascado en su garganta. Con delicadeza, Sendoh se acercó lentamente a él hasta rodearle los hombros con un brazo, apoyándolo con tranquilidad en su pecho.

Le devolvió el abrazo como buenamente pudo.

-Gracias.

-A los amigos no hay que dárselas.


Su relación, si es que podía llamarse relación, cambió a partir de entonces. La atmosfera tensa que existía entre ellos se difuminó lentamente hasta volver a ser agradable. Al principio le constó entender el por qué, pero lo comprendió con el paso del tiempo, cuando dejó de ver a Sendoh como un rival al que tenía que superar para verlo como un compañero.

Aquél comportamiento, por eso, les trajo consecuencias a los dos durante el Torneo Intercolegial de invierno, cuando coincidieron en las semifinales. Al no tratarse como rivales si no como compañeros de equipo, habían creado una atmósfera extraña entre ambos equipos, instándolos a comprenderse el uno al otro en vez de competir entre ellos. Ambos entrenadores se dieron cuenta enseguida de eso, así que los sentaron tan buen punto ninguno de los dos comenzó a destacar de manera individual como solían hacerlo.

-Has cambiado- le dijo Anzai cuando tomó asiento en el banquillo, sin apartar los ojos de la pista-. Y con ello tu estilo de juego.

Se volteó a mirarlo, frunciendo los labios en una sola línea, tensa.

-No pongas esa cara- continuó con una débil sonrisa-. Eres mejor jugador que hace medio año. Has comprendido algo que siempre quise que entendieras. No puedes mejorar por ti sólo.

Volvió a sacarlo al campo a los cinco minutos, y Taoka hizo lo propio con Sendoh. Se sonrieron mutuamente cuando se encontraron y entonces Rukawa lo comprendió. No pienses en lo que puedes hacer por ti, si no en lo que puedes hacer por los demás.

Desclasificaron al Ryonan en el último segundo. Espectacularmente, Sakuragi apareció de la nada y demostró una vez más que, a veces, había que dejarse guiar por los sentimientos más que por la habilidad.

-Creo que estoy empezando a odiar a Sakuragi- se quejó Sendoh aquella tarde, mientras estaban tirados cada uno en su cama-. Dos veces, ya van dos puñeteras veces que nos deja fuera. ¿Se puede saber cómo mejora tanto?

-Tiene el cerebro vacío.

Sendoh se volteó a mirarlo en el preciso instante en que su madre abría la puerta de la habitación.

-Nos vamos al Centro Comercial, ¿Estáis seguros que ninguno de los dos quiere venir?- les preguntó alternando la mirada del uno con el otro.

-No…

Su madre los observó un instante antes de cerrar la puerta, no sin avisarles que volverían tarde ya que también iban a ir al cine. Se quedaron en silencio hasta que escucharon cerrarse la puerta de la entrada, y cuando al fin lo hizo, Sendoh tardó poco en arrástralo junto a él a la cama.

-Estoy deprimido- musitó con un hilillo de voz y una sonrisa sincera.

Lo besó como recompensa.

-Lo sé.

-¿Vas a hacer algo para remediarlo?

Se tomó un segundo para pensar.

-¿Tenemos todo lo necesario?

Sendoh abrió el primer cajón de su mesilla de noche y extrajo un preservativo.

-Yep.

Notas finales:

No me preguntéis como he conseguido pasar de una atmósfera dramática y tensa a esto. No lo sé ni yo.

¿Qué puedo decir acerca de este capítulo? Pues que ha sido rápido. Todo ha ocurrido a una velocidad vertiginosa, pero no sé por qué, estoy orgullosa de ello. A partir del beso, he escrito lo que quedaba de un tirón, y siempre que consigo escribir algo de un tirón me siento orgullosa de mi misma, especialmente porque estos brotes inspiradores son extraños y escasos y, la gran mayoría de las veces, como se escriben por sí mismos, son fluidos y calzan con la historia.

Sobre la ya relación de Sendoh y Rukawa… a ver, esperaba que sólo se aclararan en este capítulo, pero no sé porque he tenido la sensación de que solo por el simple hecho de besarse algo más grande iba a cambiar entre ellos. ¿Qué le vamos a hacer si las personas te cambian? En este capítulo, también, he tenido la oportunidad de profundizar más en Rukawa. Como personaje en la novela original es bastante simple, tiene el típico carácter antagonista y rasgos que calzan a la perfección con esa figura, pero lo que lo hace tan emocionante es ver que hay algo más debajo de esa simplicidad, algo que sólo se puede llegar a atisbar.

Del quinteto protagonista, es posiblemente del que menos sabemos. A Akagi, Mitsui, Miyagi y, por supuesto, Sakuragi, llegamos a conocerlos un poco más a lo largo de toda la serie, sus motivaciones, sus miedos, sus puntos fuertes, sus debilidades, pero de Rukawa lo que se llega a ver es más bien poco. Es el antagonista, punto, y no está desarrollado completamente. Ahora que lo pienso, Inoue, capaz de crear personajes e historias increíblemente profundas, con Rukawa se esforzó bien poco. No obstante, hay puntos en la historia dónde se puede ver que el tío frío e insensible que aparenta ser es en realidad un personaje fogoso y más sentimental de lo que se ve a simple vista. Lástima, mucha lástima que no se profundizara en él.

La manera en que yo veo a Rukawa es como si toda su parte externa, la que le muestra al mundo, es una fachada, pero no una fachada construida para protegerse de algo, si no una fachada que sale ya de su propio interior de manera natural. No es como si se aislara porqué le diera la gana o porque el resto del mundo no le comprenda, si no que lo veo más como una manera de ser. Orgullosa y egoísta, pero auténtica. En este capítulo lo que he querido demostrar es que, con un poco de esfuerzo y tenacidad, esa fachada natural de Rukawa se podía sortear. Esa inhibición podía ser desactivada. Y aquí entra en escena el complejo personaje de Sendoh que, al igual que Rukawa, presenta cierta dualidad. En su caso parece despreocupado e ingenuo, pero creo que eso si es más bien una fachada auto impuesta para esconder a alguien metódico y preciso. En el manga eso también se puede apreciar, de un personaje como Sendoh a primera vista se puede esperar que sea explosivo y totalmente desencantado con la situación, pero sin embargo, en momentos claves y de tensión, se ve como toma las riendas de la situación y la controla con frialdad y cabeza. Algo así como la fachada exterior de Rukawa reconvertida en la suya interior.

Y dejo de taladrarlos con mis diatribas, (que le vamos a hacer, las épocas de exámenes son así y sacan mi vena más filosófica xD), y me despido con un cálido saludo. No sé si será el último capítulo antes de acabar el año, pero si es así, Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.

Los reviews siempre son agradecidos, y os agradezco de todo corazón a todas aquellas que me dejáis uno. Me alegráis el día, y, si es motivador, un feedback de los que le gustan a cualquiera, me inspira para continuar escribiendo.

Saludos, Ankin.

PS: Creo que el último capítulo será el último, y después, un epílogo, así que si queréis darme alguna sugerencia este es el momento. ¡Nos leemos!


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