Y entonces para asombro de todos e ingenuidad del cocinero, una fuerte luz apareció en el lugar donde él y el peli verde se encontraban. No podía creerlo, no podía creer que “eso” estuviese sucediendo…
…Una luz en la tempestad. Al fin, el milagro había ocurrido…
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El peli verde estaba sorprendido, sin poder apartar su vista de aquel hermoso resplandor dorado que poco a poco había empezado a cubrir su cuerpo. Aquella luz le impedía poder moverse, pero a pesar de ello sentía que, de una u otra forma, aquel sentimiento de protección y seguridad ya lo había experimentado con anterioridad y le era sumamente conocido para él.
Giro un poco su rostro, lo máximo que podía al tener su cuerpo entumecido, abriendo los ojos desmesuradamente antes de que aquella luz le cegara por completo y le obligase a cerrar sus orbes con fuerza.
Antes de que su campo de visión desapareciera debido a aquel extraño resplandor, había logrado ver que su adorado cocinero también estaba en sus mismas condiciones, preocupándole en extremo al no saber qué pasaría con ellos ni al saber la procedencia de aquella extraña luz.
Repentinamente sintió un fuerte dolor en todo su cuerpo, ahogando un grito de desesperación entre sus labios con mucho esfuerzo. El peli verde sentía como si estuviesen derritiendo su cuerpo, sintiendo un extraño calor inundando cada célula de su cuerpo, pero a su misma vez, una increíble fuerza empezaba a crecer en su interior hasta estallar con furia y potencia hacia el exterior.
Abrió los ojos, más confundido que nunca en su vida al ver que se encontraba tendido en el suelo del patio de su instituto. Ignorando las exclamaciones de sorpresa de sus compañeros y el resto de los presentes se puso rápidamente en pie mientras buscaba con la mirada a su rubio.
Sentía su cuerpo extraño y aun algo entumecido, mas no le presto atención alguna hasta que, con el corazón amenazándole por escapar de su pecho, vio al cocinero sentado de rodillas frente suyo.
Su rubio se encontraba en excelentes condiciones, sin una herida o un golpe que cruzase su cuerpo; mas, lo que en verdad había sorprendido al peli verde, era nueva la apariencia que este tenía: su cabello, lacio y rubio, ahora lo llevaba ligeramente más largo y desordenado de la habitual, su barba también se había hecho más espesa y tenía un fino bigote sobre sus labios.
Sus habituales ropas de profesor habían desaparecido, siendo cambiadas por un elegante traje negro con una camisa a juego. Se notaba algo mas alto y sus músculos habían aumentado un poco, mientras que su pálido rostro estaba cubierto por una expresión de mera incredulidad.
-Zo-zoro…tu…tu cuerpo…-dijo entrecortadamente Sanji, notándose el tono estupefacto en su voz-
El peli verde aun algo confundido le hizo caso al rubio viendo que, para su sorpresa, Sanji no era el único que había cambio. Su cuerpo había cambiado, ahora era más alto y su masa muscular también había crecido. Paso sus manos por su cabello, notándolo más largo de lo habitual y ahora, tenía una cicatriz en su ojo izquierdo.
Inclusive su ropa había cambiado, ya que ahora en vez de estar usando su clásica ropa escolar vestía con una especie de túnica entreabierta, un haramaki, pantalones y botas verdes. Y, al mirar más detenidamente, vio que en un cinto rojo alrededor de su cintura no solo estaba Wadou Ichimonji, su katana predilecta, sino que también otras dos katana mas que pudo reconocer a la perfección: Shusui y Sandai Kitetsu.
Una sonrisa ladina apareció en su rostro mientras ayudaba a su novio a ponerse de pie, entendiendo que era lo que había pasado. Se coloco en frente de Sanji a modo de protección, mientras desenvainaba sus katanas y colocaba a Wadou en su boca, blandiéndolas de forma amenazante mientras avanzaba hacia el peli plateado con una mueca sádica y divertida surcando su rostro.
-terminemos con esto de una vez-dijo el peli verde con voz neutra, aun y a pesar de sostener una katana entre sus dientes y se posicionaba para realizar su primer ataque- acabare contigo con un solo ataque, jodido hijo de puta…-
Tsusuku (o tal vez no xD)