Con la ira recorriendo sus venas y la determinación en su mirada el peli verde se puso de pie, dejando a Sanji con delicadeza en el suelo. Desenvaino sus katana, dispuesto a acabar con el enemigo de una vez por todas cuando el cielo brillo por última vez, mostrando el instante en que Jirou había secuestrado al rubio y él había muerto por la vida de su amado cocinero…
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Todos los presentes se habían quedado en silencio, admirando el último de los recuerdos que se vería patente en aquel hermoso lienzo dorado. Vieron una especie de prisión subterránea reflejada en el cielo, desde la cual se escuchaban gritos de terror y odio, pero por sobre todo de dolor.
La escena cambio drásticamente a una pequeña celda apenas iluminada, en la cual se veía a Sanji siendo torturado por Jirou, quien se divertía y reía como desquiciado ante los aullidos de dolor que escapaban de la garganta del rubio. Dejo unos momentos el látigo con el cual había estado torturando al cocinero en el suelo, tomándolo de sus cabellos con brusquedad sin siquiera inmutarse de la sangre que había escupido el oji azul y que habían manchado su rostro.
-“Vaya, KuroAshi. Nunca creí que pudieses resistir más de dos días completos de torturas sin llegar a desmayarte”- comento con un tono divertido en su voz, sin molestarse en limpiar la sangre de su rostro-“el ya debe de estar por llegar, así que se buen chico y comportante hasta que vuelva y acabe con tu vida de una vez por todas”- Jirou se puso de pie, tomando la espada que había dejado apoyada en una pared cercana mientras miraba al rubio directamente a los ojos-
-“¿Qué es lo que quieres del marimo, cabronazo?”-pregunto Sanji con la voz entrecortada por el cansancio, intentando darle u cabezazo fallido cuando su captor se acerco un poco para apreciar la expresión de dolor que teñía su rostro-“Zoro no se dejara ganar tan fácilmente ni caería en una trampa tan obvia. Cualquiera en su sano juicio sabría eso, mas si es alguien que ha luchado con el antes…”-
-“claro que lo sé, Kuroashi. Como tú también sabes que es lo que planeo realmente ¿o me equivoco?”-se mofo un poco el pelinegro, saliendo de la celda pero dejando la puerta entreabierta mientras una poderosa explosión se sentía en el ambiente-“es hora de que los deseos de mi jefe se cumplan, y para ello tu querido novio debe morir…”-
Apenas Jirou desapareció del rango visual de Sanji, este cerró sus puños con fuerza al entender el real significado oculto tras sus palabras. Un guerrero de la talla del peli verde no sería derrotado tan fácilmente, inclusive en aquellos momentos existían pocas personas, además de su capitán, que fuesen capaces de hacerle frente y poder siquiera empatar en combate. Pero nadie es perfecto en este mundo, todas las personas tienen una debilidad por más que intenten negar u ocultar en las sombras…
…y el, era su debilidad…
Desde hacía ya un par de meses ambos habían sido conocidos como uno de los dúos más poderosos del Nuevo Mundo, pero también por culpa de un desliz de Luffy en medio de una de sus tantas batallas habían quedado expuestos como pareja oficial. Ambos sabían que aquello algún día les traería problemas, pero no esperaban que algo así ocurriese tan pronto…
Era fácil darse cuenta del plan del pelinegro: vencerle con trucos sucios y malas jugadas para luego tomarle de rehén, seguro de que Zoro vendría en su rescate. Lo utilizaría como cebo, como una carnada que le traería directo a la trampa del enemigo, de la muerte en persona. Y aunque sabía que el peli verde no era tan idiota como para darse cuenta, era un terco enamorado que haría cualquier cosa por salvar su vida…
Mordió su labio con fuerza ante la impotencia que sentía en aquellos momentos, recordando con claridad aquel momento en que Jirou le había tomado por sorpresa, atacándole sin reparos pero venciéndole con pasmosa facilidad luego de tan solo un par de cortes que le habían debilitado casi al instante, dejándole desmallado minutos después de empezar el combate. Aun no sabía cuál era el plan del pelinegro o quien era su supuesto jefe, pero lo que tenía más que en claro era que aquella espada no era normal…había algún poder oscuro tras de ella, oculto en lo más recóndito como si fuese un depredador esperando el momento exacto para cazar a su presa…
-“debo hacer algo…”-susurro el rubio con la voz cansada, intentando librarse de mil y una maneras de las cadenas que le mantenían preso, que le mantenían convertido en una trampa humana…-“¡¡ZORO!!”-exclamo con desesperación el cocinero, haciendo un esfuerzo tal que casi le desgarro por completo la garganta-
No muy lejos de donde se encontraba el rubio, Zoro se abría paso por la base del enemigo. Mataba a diestra y siniestra a todo aquel que se interpusiera en su camino, hasta que el desesperado grito de su pareja le hizo parar en seco, sintiendo como su corazón se detenía para luego bombear con aun más fuerza que antes.
-“Sanji…”-susurro el peli verde con un renovado brillo de esperanza en su mirada, sintiéndose ya más relajado al darse cuenta de que su rubio aun seguía vivo, pero tensando su cuerpo al darse cuenta del tinte que tenía su voz: dolor, miedo, pero por sobre todo peligro…algo andaba mal en todo aquello, lo sabía desde el momento en que extrañas muertes habían empezado a ocurrir en el Nuevo Mundo, incluida la de su maestro. Sanji le había advertido que lo más probable era que luego se ensañasen con alguien de la tripulación al ser la más fuerte del mundo, y ahora se maldecía internamente al darse cuenta de que era lo que ocurría…de que ambos serian los próximos en la lista de muerte del enemigo…-
Zoro siguió avanzando con una rapidez difícil de ver, luchando como un demonio antes de que fuese demasiado tarde. Cuando logro dar con el subterráneo luego de un par de vueltas por la primera planta, fue interceptado casi al instante por Jirou, quien freno su paso impidiéndole llegar donde se encontraba su amado cocinero.
Ambos luchaban con todo lo que tenían, destrozando el lugar a los pocos minutos de batalla. En un descuido, el peli verde cayó al suelo al perder el equilibrio, viendo con su único ojo como el fin parecía cernirse sobre su cabeza.
-“¡¡Cuidado!!”-exclamo una voz conocida a sus espaldas, viendo como Sanji se interponía entre el y la katana, recibiendo la estocada de lleno en su hombro derecho-“idiota, no debiste venir….”-susurro con tono cansado el rubio mientras caía al suelo, intentado mantenerse despierto a pesar de que el dolor hacia mella en el con más fuerza que antes-“ni se te ocurra…que esa espada llegue a tocarte, marimo…de otra forma, estaremos los dos perdidos…”-murmuro este como pudo, gritando del dolor al sentir como el pelinegro sacaba su katana de su cuerpo haciendo que la sangre manara de su herida con rapidez-
-“Oh, así que te has dado cuenta Kuroashi”-rio entre dientes Jirou mientras lamia con descaro la sangre que se había impregnado en su espada-“tal y como tú piensas, mi katana no es un arma común”-vio divertido como el peli verde se agachaba al lado de Sanji, vendando su hombro con un trozo de su abrigo-“esta espada no solo causa daño físico, sino que por cada estocada causa un daño espiritual…”-su sonrisa se ensancho un poco al ver el rostro asustado del moreno-“es decir, que por cada corte que recibas tu alma también lo hará. A estas alturas ya es imposible salvar a tu querido novio, ha recibido demasiado daño como para poder salir vivo sin perder gran parte de sus recuerdos como mínimo”- alzo su espada un poco, viendo como el peli verde se ponía de pie, enfrentándole con su mirada llena de odio-“veamos quien de los dos cae primero, Roronoa san…”-
Tsusuku (o tal vez no xD)