Capitulo 2: Promesas Y Dudas, La Verdad Empieza A Esclarecerse
En un humilde departamento a las afueras de la cuidad se encontraba una peli azul algo nerviosa preparando la cena de esa noche. Estaba preocupada, por lo general su amigo nunca tardaba tanto en llegar, y si bien sabía sobre su nulo sentido de la orientación y de sus continuos conflictos y peleas, ya habían pasado más de dos horas desde que debería haber llegado.
No sabia que pensar, y para su mala suerte, esa mañana Zoro había salido tan apresurado que había olvidado su teléfono celular junto a su bento. Ya era la tercera vez que miraba el reloj en menos de diez minutos cuando sintió el timbre de la puerta. Se apresuró a abrirla, pero justo cuando iba a tomar el pomo se dio cuenta que algo había mal, sabia que si bien el chico era descuidado por naturaleza, el acostumbrara a tocar fuertemente la puerta, no a utilizar el timbre que, según el, era un artefacto por demás molestoso e inservible.
Tomo la escoba, lo primero que tenia a mano en esos momentos y abrió la puerta con sigilo. Ya estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones en las cuales se veía atacada directamente en su casa por un grupo de delincuentes con los que había tenido conflictos anteriormente. Apenas sintió que entraban en la habitación, empezó a golpearles con aquel trozo de madera haciendo gala de una agilidad sorprendente. Después de todo, ella era una de las mejores en sus clases de kendo y era superada solo por Zoro y su maestro, sabia defenderse a la perfección aunque solo contase con lo mínimo.
Poco a poco se empezó a ver sobrepasada por aquellos tipos, dos hombres que vestían trajes formales oscuros y que la miraban con seriedad. En un descuido, tropezó con uno de los muebles y cayo estrepitosamente, logrando que con la confusión perdiese su arma provisoria y quedase a merced de aquellos malhechores. Cerró los ojos cuando creyó venir el golpe final, pero para su sorpresa este nunca llego. Los volvió a abrir con cierto deje de temor, sorprendiéndose nuevamente al ver que era otro hombre el que había detenido con una facilidad increíble el golpe que se hubiese estampado en plena cara, frenándolo con una mano desprovista de cualquier arma.
-deberían ser mas cuidadosos, saben como se cabrea cuando una chica sale lastimada, en especial si es una vieja conocida suya- les riño a los otros dos presentes- además, se nos pidió que la llevásemos entera, no inconsciente. Que les advirtiera que fuese fuerte no significaba que se pasaran tanto, idiotas- se arrodillo a la altura de la peli azul-entonces ¿nos haría el favor de acompañarnos, Kuina-san?
-tu… ¿Por qué?- pregunto la chica, asustada al reconocer al tercero de los recién llegados
Mientras tanto, en una mansión en el punto opuesto de la cuidad, se encontraban Zoro y Sanji conversando amenamente. Apenas se había dado cuenta de quien se trataba, el peli verde se había lanzado a sus brazos con lagrimas corriendo por sus mejillas producto de la alegría que sentía en esos momentos, de aquella felicidad que le embargaba por dentro al haberle encontrado pero por sobre todo, el sentimiento de paz y protección que no sentía desde la ultima vez que había entado rodeado por esos brazos tan fuertes como nunca había experimentado con nadie mas. Por su parte, el rubio le había mantenido abrazado contra si, dejando que su amigo se desahogara en su pecho mientras le calmaba con dulces caricias en su espalda y en su corta cabellera verde.
Una vez se hubiesen separado, Sanji le había vuelto a recostar con cuidado de no dañarle mas, teniendo presente su estado y fijándose en las reacciones del muchacho. Luego, y para el sonrojo y vergüenza de Zoro, le había secado sus lagrimas con dulzura mientras le sonreía con cariño; viéndose obligado a desviar la vista para evitar que su compañero no se percatara el tono carmín de su rostro que ya ni siquiera podía ser ocultado por su morena tez. Luego de eso, habían estado conversando por unos minutos, donde el peli verde le había contado con una alegría casi infantil sus vivencias pasadas desde que se había por última vez.
El rubio le había escuchado con atención, hasta que su celular había sonado obligándole a dejar su charla por unos momentos. Una ligera sonrisa se asomo en su pálido rostro al recibir el reporte de uno de sus hombres, confirmándole que todo había salido justo como lo había planeado.
-lo siento mucho Zoro, pero tengo asuntos que atender y deberé de dejarte solo- el chico se acercó hasta su amigo mientras le arropaba con las mullidas colchas de la cama y le revolvía con dulzura sus cabellos- descansa por ahora, ya mas tarde te explicare porque te salve y que ha pasado conmigo todos estos años ¿ok?-
El joven espadachín asintió, la verdad es que hacia ya un buen rato se había estado preguntando que pintaba el en todo eso, pero prefirió seguir sus ordenes al pie de la letra y dormir por un par de horas mas. Pero al sentir como Sanji se levantaba de la cama, sintió unas irrefrenables ansias de impedírselo y, sin saber porque, le tomo por la corbata y estampo sus labios contra los ajenos. Al darse cuenta de lo que había hecho, se sonrojo furiosamente e intento apartarse para poder disculparse por sus acciones; cuando sintió como su beso era correspondido lentamente por parte del rubio.
Aquel contacto perduro durante algunos minutos, sin que ninguno de los dos quisiese separarse más de lo necesario. Sanji le regalo un último beso, pero esta vez en su frente, y le abrazó con fuerza mientras sentía el debocado corazón de su amado amenazando por salirse de su pecho
-no sabes cuanto te he extrañado todos estos años, Sanji- el peli verde correspondía desmedida pasión - cuanto me has hecho falta. Puede que no te lo creas, pero desde que te conocí supe que eres alguien sumamente especial y, al pasar el tiempo, me di cuenta de que mi corazón ya tenía dueño… que me había enamorado de ti, y que aun lo estoy. Sé que eres mayor que yo, pero por favor acéptame… dame una oportunidad de quererte y protegerte como te lo mereces, por todo el tiempo en que estuvimos separados-
-yo también te quiero, Zoro, no sabes cuanto. Y respecto a la edad, tampoco soy tan viejo ¿sabes? Ahora duerme, tenemos todo el tiempo del mundo mi niño- se encamino hacia la salida y la cerraba con suavidad
El peli verde sonrió, no podía pedir nada más a la vida que el amor de Sanji. Pero había algo que le molestaba, como si hubiese olvidado algo muy importante y no lo recordase. Cerró los ojos, pensando que mañana seria un nuevo día y que ya tendría tiempo de resolver todas sus dudas.
A su vez, el rubio apenas había salid de la habitación se había derrumbado totalmente. Se apoyó contra la pared mientras llevaba sus manos a su cara, tapando las furtivas lágrimas que escapaban de sus azules orbes. Se sentía un estúpido, casi se había dejado llevar por sus emociones cuando había estado con su amado, especialmente cuando había oído esas cariñosas palabras de su parte. Prendió un cigarrillo con lentitud y parsimonia, mientras cerraba sus ojos y se dejaba llevar por sus recuerdos.
Grilletes, una maldición, un secuestro, sangre, una muerte, plumas negras y un destino marcado por la oscuridad. Eso era lo que era ahora, y nada ni nadie podría cambiar esos hechos, pero aun así…
-después de tantos años, después de mas de mil años al fin he podido cumplir mi promesa- sus sollozos aumentaban paulatinamente- pero aun así, no puedo contarte toda la verdad, al menos por ahora, por mucho que me gustaría… no dejare que ‘‘eso’’ se vuelva a repetir… esta vez seré yo quien te proteja, marimo…-
Tsusuku (o tal vez no xD)