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Don De Familia por Shin Black

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Notas del fanfic:

Todos los personajes le pertenecen a Konomi, excepto los inventados por mi, que me pertenecen.

 

Este fic trata de ser de humor, romantico y paranormal. Tiene un poco de oscuridad pero no demasiado, muestra más de cerca los miedos de dos niños que ven más allá. 

Capitulo 1: El pequeño Kazuya.

 

 

Kazuya tenía solamente seis años y era huérfano, fue adoptado hace tres años por una pareja de ancianos. Al pequeño le había costado demasiado abandonar el hogar y trasladarse con su nueva familia, pero debido a la bondad y esperanza que esas dos personas mayores depositaron en él, el pequeño pudo dejar de lado sus miedos y emociones para adaptarse a Kanagawa, donde eran oriundos la pareja de ancianos. Su casa era bastante tradicional, pequeña y acogedora, los Minamoto solían ser una familia bastante adinerada, pero aquellos ancianos no parecían materiales, aunque eso sí, los gustos y lujos que le daban al pequeño Kazuya eran lo que más se valoraba; querían que el niño, abandonado por sus padres, pudiera crecer sin resentimientos.

 

El pequeño de cabellos negros y ojos miel había sido entregado a la señora Aiko Masuda, la encargada del orfanato Hameshi, en Tokio, por más de veinte años, el niño jamás pudo conocer ni tener indicio de quienes fueron sus padres, pero junto a él dejaron un collar con los Kanjis de “Kazuya”, nombre que adoptó el niño apenas fue entregado.
Vivió feliz durante los tres años que permaneció allí, era algo tranquilo, taciturno y muy solitario, se lo veía siempre a un costado del salón hablando solo, intentando descifrar un cuento, haciendo dibujos muy raros pero detallistas, repleto de hermosos colores, o jugando con bloques. Lo que no había duda era lo inteligente que Kazuya podía llegar a ser, aprendiendo una infinidad de palabras y kanjis a muy corta edad, también el hecho de estar sólo y concentrarse en prácticas más individuales le hizo poder entender textos sencillos al principio del año pre-escolar, cuando usualmente los niños recién están aprendiendo a reconocer la caligrafía. Fue entregado a la familia Minamoto con muy buenos antecedentes en cuanto higiene personal y un nivel intelectual superior, pero muy poco desarrollado su habilidad social; apenas y tenía contacto con los niños del orfanato y siempre se lo veía hablando solo con un amigo imaginario, típico de esa edad.

 

Yui Minamoto, su madre adoptiva, empezó a acomodar la alcoba del chico una vez realizada la mudanza, mientras que su papá, Ayase Minamoto, arreglaba todo el hermoso jardín delantero que tenían.

 

Nada podía ser mejor, empezarían una nueva vida en la jefatura de su infancia.

 

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Llevaba trabajando allí desde hace bastante tiempo, pero aun seguían siendo un aprendiz. Seiichi Yukimura no pasaba los 24 años, siempre se lo podía ver en el salón de arte y en los jardines; empezó a trabajar en el colegio RikkaiDai cuando apenas había cumplido los 21 años, como profesor de arte, pero tan bueno había resultado ser en su labor que los directivos de la institución decidieron otorgarle la tutoría de uno de los primeros años del colegio primario de dicha institución.
Seiichi vivía en un pequeño departamento cerca de la playa, su balcón daba hacia el hermoso y brillante mar. Tenía un pequeño jardín en su balcón que cuidaba más que a su vida, llevaba mucho tiempo de soltero, por lo que dedicaba sus ratos libres a su gran amor y pasión, la pintura, además de la enseñanza en arte a niveles primarios.
Le gustaba, la mayoría de las veces, cerrar los ojos y pensar en otra cosa, pero noche tras noche nuevamente los fantasmas del pasado lo atormentaban constantemente.  Había cometido un horrible error, pero no era tiempo de lamentos, tenía que ser fuerte y seguir su vida, ahora, sus padres no controlaban su existencia como hacía unos años atrás.

 

Yukimura tenía amigos, muy buenos amigos: Yanagi Renji era uno de ellos. El joven hombre de 25 años era un intelectual recibido, tenía licenciatura en matemáticas y un profesorado impecable, impartía clases de análisis matemático en la secundaria Rikkai, donde había conocido a Yukimura. Yanagi llevaba dos meses saliendo con Akaya Kirihara, un trotamundos que aun continuaba con sus estudios secundarios en el turno noche de la escuela de adultos, no era muy inteligente pero tampoco era un idiota, más bien, podría definirse como un “busca vida”. Akaya fue un excelente tenista, y dedicó gran parte de su tiempo en el deporte que en el cerebro, con la ayuda de Yanagi estaba volviendo a ejercitarlo, pero muy constantemente era bochado.

El medio hermano de Yanagi se llamaba Hiroshi Yagyu, un estudiante destacado de la universidad de medicina. Yagyu era hijo del padrastro de Yanagi, además de un excelente ser humano, ellos dos congeniaban muy bien y siempre que necesitaba ayuda el otro estaba dispuesto a hacerlo. Yukimura conoció a Yagyu cuando trabajaba en la enfermería de la escuela para hacer sus prácticas, pero una vez terminado de licenciarse empezó a trabajar en el hospital general de Kanagawa, por lo que tuvo que dedicar su mayor tiempo a él y no pudo volver a realizar servicios sociales por la paga mínima en la escuela. Durante ese corto tiempo donde, Yagyu con sus 24 años, curaba a los niños, conoció a Masaharu Nioh, otro de los amigos de Yukimura; el joven de 23 años trabajaba como profesor de teatro en los primeros años de primaria y en el jardín de niños junto a la institución. Nioh era excelente profesor, además de un engañador nato, pues con sus artimañas siempre lograba lo que quería y los pequeños se quedaban callados y quietos en las dos horas donde Nioh se explayaba en su don.

En la cocina de la escuela y no muy lejos de su ex pareja se encontraba Marui Bunta, el ex novio y mejor amigo de Nioh, no se llevaban bien pero se querían dentro de todo, eran como hermanos y tal vez por eso su relación no fusionó. Marui tiene 23 años también, y estudia cocina en una importante escuela de arte gastronómica, aun así realizaba pasantías sin suelto en el Rikkai, junto a su primo lejano Jackal Kuwahara, hijo de la prima de su padre que se casó con un hombre mitad Brasilero. Jackal era un buen chico, estudiaba en la facultad de veterinaria y cuidaba de los 8 perros de Marui, inclusive de Nioh algunas veces cuando iba a pedir comida a lo de Bunta dado que Hiroshi no cocinaba tan bien como todos creían.

 

Por último y no por eso menos importante, Genichirou Sanada, el AUTORITARIO ex novio de Seiichi Yukimura. Habían tenido una relación hermosa, pero sus padres siempre estuvieron en contra de la relación, hasta fueron amenazados en varias ocasiones dado que las dos familias eran realmente importantes, y que uno de sus hijos fuera homosexual no era permitido en lo absoluto, por tanto fue una relación conflictiva y oculta que no aguantó mucho tiempo antes de explotar. Genichirou era policía, tenía 28 años, además que enseñaba educación física en el Rikkai debido a su formación deportiva y pedagógica. No solía llevarse bien con Yukimura debido al turbio pasado juntos, pero trataba de ser amable, cosa que Yukimura no lo era con él en lo absoluto.

 

–Me muero porque ya empiece el nuevo año –habló Marui organizando el buffet–. Los chiquilines estarán ansiosos de probar mi comida.

–Es verdad todos lo estamos –dijo Jackal comenzando a limpiar las mesas, Marui suspiró.

–Todo está más tranquilo este año –murmuró y se acercó al ventanal observando allí el inmenso jardín–. Ya pasó tanto tiempo desde esos días.

–Bunta, no hables de eso, sabes que no deberíamos –el pelirrosa bufó molesto colocando sus manos en la cadera–. ¿Por qué me miras así?

–Por nada….–se acomodó el cabello y volvió a observar el vivero–. Sabes, escuché por ahí que el primo de Seiichi vendrá a cubrir el puesto de enfermería, y su pareja, un tal Tezuka, viene a enseñar historia moderna. Espero lucir bien, aunque el verde estará de moda este año.

–¿Y cómo sabes eso? –preguntó Jackal.

–Lo leí en la revista de Atobe.

–¿Desde cuando Atobe tiene una revista? –nuevamente se sentía excluido del mundo.

–¿Vives en una burbuja? Hace meses que publica su magazine “Atobe Super Star” –murmuró sacando de su bolso un fascículo de la revista–. ¿Ves?

–No sé que es peor, qué Atobe saque una revista donde es portada siempre o que tú lo compres.

Atobe era el lunático del pueblo, el típico niño rico y mimado que le restriega a todos su poderío. Desde que Marui y Jackal tenían conciencia, Atobe siempre había dejado relucir lo poderoso y excelente que es. Trabajaba en la compañía de su padre y siempre se lo veía paseando en su Ferrari rojo por la ciudad, realmente era patético.

–¡Es igual! –empezó a ojear la revista.

–¡¿QUE HACES?! –un grito se escuchó y Marui saltó de su silla para observar al muchacho joven parado frente a él.

–¿Sa….Sanada? ¿Qué haces aquí? Tú eres policía –señaló el joven mascando un chicle.

–Y tú eres cheff y aun así estás aquí –murmuró.

–Bueno, pero yo soy el cheff del colegio….y… ¿qué haces con esas ropas? –el pelirrosa se detuvo un momento para observar el equipo deportivo azul que llevaba su compañero, decorado con su gorra negra.

–¿No es obvio? Soy el nuevo profesor de educación física.

–Hm, yo que tú tendría miedo, nunca se supo que les pasó a los anteriores profesores de educación física –habló Jackal, Sanada suspiró.

–Lo sé, pero pondré todo mi empeño para ésto, además, soy la autoridad, soy un policía ¿no? Sino me hacen caso a mí que tengo un arma, ¿a quien más le harán caso? –susurró sacando una hermosa arma de fuego negra.

–¡AAAAAAAAAAAAh! ¿Traes el arma aquí? –Gritó Marui escondiéndose tras Jackal–. Tírale a él, no es tan apuesto como yo.

–¡BUNTA! –le reprochó Jackal algo avergonzado.

–No le voy a tirar a ninguno………….aunque me tienta –se colocó de nuevo el arma en el estuche–. Sólo la traigo por si algún chico se pasa de listo.

–¿Vas a tirarle con eso? –preguntó Marui señalando el arma.

–Nooooo, voy a bailar tango con ella –suspiró y explicó–. No voy a tirarles, pero ante la duda muestro que soy más poderoso que ellos.

–Solo debes sacarte la playera para demostrar eso –una voz más simpática y dulce se hizo aparecer, todos se dieron la vuelta para ver un Yukimura realmente cambiado. Traía un flequillo hacia la derecha y vestía como todo un docente con camisa blanca, un suéter con cuello en V color marrón claro y unos pantalones oscuros.

–Yu…Yukimura….

–¡Seiichi! Nuevamente te veo aquí, que bien –preguntó Marui emocionado–. Al fin estaremos juntos todos, como los viejos tiempos cuando nos reuníamos en la esquina a tomar gaseosa.

–Lógico –una tercera voz apareció, Yanagi se encontraba parado detrás de Yukimura, veía más correctamente con un traje elegante color marrón oscuro, corbata rosa y camisa blanca–. Nunca pensé que Nioh trabajara en la sección infantil.

–Que extraño, aunque no me sorprende, los pequeños son inocentes y él es especialista en volver perversa las mentes inocentes –explicó Genichirou.

–Mañana empiezan las clases –Sanada frunce el seño–. Supe que vienen un nuevo profesor y un enfermero. ¿Es así?

–Tuvimos que abrir la enfermería el día que Akaya entró al club de Tenis –murmuró Yanagi.

–Yukimura, he escuchado que eres titular de primer año de primaria, felicidades –Genichirou intentó volver a hablar con su amigo de la infancia nuevamente y ex pareja, Seiichi alzó una ceja y se recostó en el lumbral de la puerta.

–Gracias, yo también escuche que te ibas a casar con la hija de una respetada familia –Genichirou abrió grande sus ojos, impresionado–. Felicidades a ti también –ironizo.

–Ehm, bueno, eh, que lindo día ¿verdad? Hay que volver al trabajo –Yanagi interrumpió la charla tomando a Yukimura del brazo–. Vamos Seiichi, hay mucho que hacer en las aulas de primaria.

 

Arrastrando prácticamente se lo llevó. Seiichi había cambiado muchísimo desde el acontecimiento que cambió su vida, pero Genichirou no tenía la culpa y bien sabían todos los demás lo doloroso que había sido para el muchacho de cabellos oscuros, pero era obvio que jamás lo entendería Seiichi, pues los dos tenían una óptica tan distinta sobre los acontecimientos pasados.

 

–Si se pudiera retroceder el tiempo –susurró Marui, Genichirou se dio la vuelta y con el dedo le hizo un gesto de que guarde silencio.

 

Aquel secreto guardado a vivas voces…..

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Dentro de la sección pedagógica de la institución se encontraba Kuranosuke Shiraishi, un muchacho de 28 años recibido recientemente en la área de psicología y especializar en psicología infantil; este sería su primer año allí y se encontraba algo nervioso, a decir verdad no entendía demasiado cual sería su función, pero estaba dispuesto a escuchar y tratar a niños con problemas de aprendizaje en el enorme colegio. Su compañero de salón era un excéntrico muchacho de cabellos azulados, casi negros, y ojos castaños: Senri Chitose. Por lo que había oído, ese “ejemplar” de humano era un experto en pedagogía, y llevaba un año trabajando allí, aunque se cuestionaba qué tan experto podría llegar a ser teniendo 26 años.
Ahora bien, analizando a Chitose, podía decir a simple vista que el “sujeto” llamaba realmente la atención, más allá de la onda hippie que se traía y las velas aromáticas esparcidas por todo el pequeño salón, que al lado de la estatuilla aforme que se encontraba encima del escritorio frente a él, no era nada anormal. Shiraishi dudó si el joven hablaba o no su idioma, por lo cual simplemente se limitaba a observarlo meditar; no quería sacar conclusiones rápidas pero el tal Senri era extraño.

Por otra parte el servicio de limpieza estaba compuesto por dos hombres, uno que se había quedado dormido en el sillón de la sala: Jirou Akutagawa, y otro hombre que a pesar de lucir inteligente se encargaba de la limpieza para pagar sus estudios de postgrado: Inui Sadaharu.

Viéndolo mejor ahora, Chitose era el más normal.

 

–Em, disculpa –susurró Shiraishi extendiéndole la mano–. Soy Shiraishi Kuranosuke, psicólogo de aquí, soy nuevo y me gustaría que me pueda informar de como se realizan las tareas aquí, sino es mucha molestia.

–Hmmmm…..–aun meditando–. Estoy meditando…..mmmmmm….. ¿Puedes apartarte un poco? –abre su ojo derecho mirándole–. Estas tocándome el aura.

–¿Eh? –Shiraishi observó que estaba bastante cerca y aunque no entendía que era eso del aura, saltó un metro a la derecha–. No entendí.

–Ah, es que se mezclan –se paró y abrió ambos ojos–. Soy cuidadoso con mi aura, disculpa.

–No, no, esta bien, soy yo el que…………………….–no entendía lo que estaba diciendo pero continuó–. Tocó tu aura.

–Chitose Senri, psicopedagogo, mentalista y médium –susurró dándole la mano.

–Shiraishi Kuranosuke, psicólogo y…….veo TV pública –Shiraishi, con su sutil ironía, comenzaba a jugarle pequeñas bromas que Chitose nunca entendió, pero le gustaba ver la reacción de aquel extraño sujeto.

–Wooo, me gusta mucho tu aura –mirando alrededor de Shiraishi–. Eres una persona genial, Shiraishi-san.

–Em, llámame Kuranosuke-san, creo que deberíamos tener confianza dado que trabajaremos juntos muchos años.

–Ah, si, si, siéntate –le hace sentarse en una silla frente a él–. ¿Quieres que te tire las cartas? –tomó una baraja que estaba en la mesa.

–Em. No, gracias…..

–Oh, que mal –guardo la baraja en su cajón–. Bien ¿qué necesitas?

–Que me enseñes como trabajas.

–Fácil, viene un niño, lo ayudo en su problema y lo devuelvo al salón ¿algo más?

–…………..

–…………–sonrisa.

–…………………..em…..creo que no.

–Bien, un gusto hablar con usted Shiraishi-san…..ehm, digo, Kuranosuke-san.

 

Chitose se levanta y saca unos sahumerios de su segundo cajón para prenderlos y colocarlos en diferentes sectores del salón. Ok, ¿había dicho que Chitose era el más normal? Grave error.

 

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–Ya estamos por llegar, aunque me incomoda un poco enseñar en una nueva escuela –murmuró Tezuka manejando su auto, Fuji estiró los brazos.

 

Tezuka Kunimitsu era un joven muchacho de buena familia, estaba en pareja con Fuji desde hacía diez años, pero nunca habían sido aceptados por la familia de Kunimitsu. Muchos  problemas acontecieron a su círculo familiar de tal manera que tuvo que irse de su casa para poder vivir con Syusuke. Tenía 27 años y una horrible y extraña relación con sus padres.
Por mientras, el joven primo de Seiichi, Syusuke Fuji, tenía 24 años, era enfermero no licenciado, le faltaba la tesis, pero iba a realizar sus prácticas en la enfermería del Rikkai gracias a que un profesor, Satoshi Keisuke, le había recomendado ese lugar, además que su primo trabajaba allí. A Tezuka también lo envió Satoshi para que enseñase historia, dado que había un cupo libre.

 

–Esta bien enseñar  en distintos lugares, con el tiempo te sentirás cómodo, además, fue  Satoshi quien nos consiguió el trabajo –murmuró el joven de ojos azules–. Tenemos  una linda casa cerca del mar y podremos, no sé, recomponer lazos afectivos.

La relación entre ellos no era la mejor, pero Syusuke pensó que este nuevo empleo y cambiar de aires le haría limar asperezas. La relación en definitiva empezó a agriarse a raíz de un acontecimiento que intentaban olvidar.

–Jaja, si, aunque también dejamos a nuestra familia en Tokio.

–No estamos tan lejos de Tokio, amor, estamos en Kanagawa, dentro de Kantou, no nos encontramos en…. ¡no sé! …..Okinawa.

–Bueno, es verdad, no tardaremos mucho en ir a Tokio si queremos, pero aun así son “aguas diferentes” –el muchacho dobló en la esquina–. Todo parece tan extraño –murmuró Kunimitsu mientras observaba las casas.

–Aaaaay bueno, nos acostumbraremos –murmuró.

 

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Kazuya se subió a la cama de sus padres quienes se encontraban viendo viejas fotos del pequeño cuando apenas era un niño de 3 años,  el niño curioso tomó una foto donde era un bebé y llevaba puestos unos escarpines celestes. Pestañó un par de veces y no pudo recordarlos, ¿sería que no los tendría con él ahora? ¿Los habrían tirado?
Kazu-chan conservaba toda la ropa de bebé que tenía, aun la que llevaba puesta en esa misma foto, para así recordar un poco de su historia, y a pesar de tener consigo zapatillas, calcetines y hasta otros escarpines, jamás había visto “AQUELLOS”.

 

–Mamá –el niño se acercó a la mujer mayor y señaló la foto–. ¿Por qué no tengo estos escarpines?

–¿Hm? –La mujer mira extrañada la foto y abre una caja donde se encuentran las viejas cosas de Kazuya–. Que raro, no están aquí.

–Mira mamá, en esta foto del orfanato con Aiko-sensei, era igual de chiquitito pero no los traigo puestos ¿qué habrá pasado? –el pequeño tenía un rico vocabulario, además de una poética forma de expresarse, todo lo llevaba en las venas seguramente.

–A ver, esta foto es de…..–miró con cuidado el respaldo de la fotografía–. 25 de Septiembre…..esto fue una semana después de nacido, quiere decir que fue casi el mismo día que te llevaron.

–¿Por qué en esta foto tengo los escarpines y en esta otra no? –preguntó nuevamente el niño, la madre no sabía que responder.

–Creo que esta primera foto, te la sacó tu madre……

–¿Mi mamá? –Kazuya nota los delicados brazos que lo sostienen y sonríe–. ¡Si! Es mamá, puedo sentir a mamá en esta foto.

–¿En serio? ¿Puedes sentirlo? –la mujer se impresionó ante la habilidad del niño, pero éste no parecía notarlo.

–Mamá tiene un aura celeste, es muy bonita ¿sabes qué significa el celeste?

–Em, no, ¿tú sabes? –preguntó curiosa.

–Lo leí en un libro hace unos meses, tenía mucha duda que pudiera ver colores en las personas, así que empecé a leerlo –el niño gatea encima de la cama y abre una caja con su nombre, sacando un libro de allí, bastante bien cuidado para ser viejo–. Le dije a Midorima-sensei que podía ver algo que rodeaba a la gente, que tenía muchos colores y que quería saber su significado.

–¿Y qué te dio Midorima-san? –preguntó la anciana.

–Este libro de colores –murmuró y empezó a buscar muy torpemente–. Mami tiene este color de aura –señala un celeste–. Es un color posi….positi….to…

–Positivo –sonrió, a pesar de ser inteligente aun no reconocía ciertas palabras, aunque admitía que tenía un delicioso vocabulario.

–Si, eso es bonito, el celeste es bonito.

–Claro que si amor.

–Y…..esto –el niño sacó de la caja un pañuelo azul–. Cuando Midorima-sensei me lo mostró, me dijo que el último que lo tocó fue mi papi, le pertenece a él, mi papá tiene el aura roja, ¿sabes que significa?

–¿Qué, corazón? –la mujer escucha atentamente a su pequeño hijo.

–Papi tiene el aura así –busca nuevamente en su libro y muestra un color rojo, casi naranjo–. Es rojo. Es va…..val…..valente…

–Valiente amor, aquí dice valiente.

–Si, y es….líder, eso significa que es una persona con mucha personalidad, mamá….–el niño realmente parecía optimista.

–Ven, te lo leeré yo para que lo entendamos los dos: Aura azul o celeste. Como tonalidad dominante, el azul indica idealismo y gran capacidad de comunicación. Son virtudes esenciales de esta tonalidad la fortaleza, la franqueza y la sinceridad. En sus variantes negativas, el azul sugiere inestabilidad, dispersión y ansiedad. Como color secundario indica una etapa positiva y optimista. En sus variantes negativas, sugiere un momento de depresión.

–Mamá…..–baja la cabeza.

–Tranquilo amor, tiene cosas positivas también, ahora vamos con el rojo. Aura roja.  Como tonalidad principal indica ambición, optimismo, valentía, carisma y capacidad para el liderazgo. En sus aspectos negativos (Ésto es cuando vira hacia el rojo fuego, sangre u oscuro), el rojo puede ser indicador de egoísmo e impulsividad. Como color secundario puede ser indicador de una exaltación temporaria fruto del entusiasmo en algún proyecto o decisión. Pero también puede señalar un momento de excesivo nerviosismo e irritación.

–Jajajajaja

–¿Qué pasa amor? ¿De que te ríes? –indagó la mujer.

–Papá y mamá son raros.

–Jajajajaja debe haber un papá y una mamá de Kazuya en el mundo –besó la frente de su hijo y siguió acomodando.

 

Cada día aprendía más de las habilidades de Kazuya, no era un niño común, sabía leer las auras y verlas, pero escondía más secretos en su pequeño cuerpo y mente, por una parte, sentía que conocía a sus padres más de lo que creía, seguramente, porque aun recordaba que era cegado por las auras de sus padres cuando apenas era un recién nacido, y aquello había quedado en su memoria durante los 6 años de su vida.

 

Continuará.

Notas finales:

Personajes originales:
Kazuya Minamoto (Vive con sus padres: Sr. Y Sra. Minamoto)
Eiichirou Tezuka  (Vive con sus padres: Ayana y Kunihara Tezuka; Kunimitsu es su hermano mayor).


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