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Hetalia Fantasy por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Aclaraciones y Advertencia: Este fic está ambientado en los juegos de calabozos y dragones y contiene, fantasía, yaoi, lemon y AU.

Parejas: Ninguna hasta el momento.

 

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Hetalia Fantasy

 

 

Capitulo 1 Inicia el viaje

 

 

En el reino de Asturnel se realizaba un torneo para encontrar a los más feroces y fuertes héroes, los cuales serian enviados a una misión para recuperar un extraño objeto que había sido robado.

Muchos valientes hombres y mujeres habían asistido al llamado, pues se decía que el rey premiaría al ganador con el título de primer caballero y muchas cosas más.

 

Alfred observaba todo ansioso; ya quería que las pruebas comenzaran para demostrar que él era un verdadero héroe, junto a él se encontraba Itzamma, un joven perteneciente a una tribu del norte.

 

—Otra vez, ¿Por qué estamos aquí? —preguntó Itzamma poniendo mala cara. —Se supone que querías ir a mi tribu, porque según tú, es “peligroso”         que yo regrese solo.

—Podemos ir a casa de Izama después, ¡Esto es más emocionante! —el moreno bufó molesto, ése tarado de Alfred seguía pronunciando mal su nombre. Si no fuera porque le debía la vida de su hermana a ése rubio idiota, ya lo habría desollado vivo y comido su corazón.

 

Itzamma miró a los presentes; al inicio del torneo, las personas se contaban por millares, ahora su número no pasaba de los cien individuos, pero no representaban ninguna amenaza para él o Alfred.

 

Había mucho ruido, las personas hablaban sobre el torneo o de cosas triviales; en un momento, todos se callaron, un anciano que se acercó a la multitud, ayudado de un largo bastón, llamó la atención de los presentes.

 

—Bienvenidos valientes —habló el hombre, su voz resonaba por todos los rincones de la arena, pero en ningún momento levantó la voz —. Yo soy Galadard, consejero y hechicero del Rey. Ustedes cien son los mejores, pero entre todos deben salir los 6 mejores. Ahora iré directo al grano —se aclaró la garganta. —Mañana tendrán sus últimas pruebas por ahora descansen.

—Vejete idiota  —murmuró Itzamma molesto pues el hechicero no les había explicado nada relevante.

—Itma debe tranquilizarse, mañana demostraremos que somos unos héroes, ¡hahaha! —dijo Alfred riendo a todo pulmón, lo que ocasionó que muchos los miraran como si estuvieran locos.

—Me llamo Itzamma —le recordó el moreno antes de darle un golpe en la nuca —. Pendejo.

A la mañana siguiente los cien finalistas se enfrentaron a pruebas sumamente difíciles hasta que de ellos sólo quedaron los dos amigos, un bardo, un bárbaro de las tierras del hielo, un hechicero y una guerrera. Los seis se encontraban en sus respectivas habitaciones.

 

Itzamma se encontraba sentado en su cama, junto a un enorme jaguar.

 

—Hay algo que no cuadra en todo este asunto —él era un hombre del bosque, su vida giraba alrededor de la naturaleza; desconocía por completo las cortes y los problemas de un reino, pero su instinto le dictaba que  había algo oculto tras los intereses del gobernante de ese país.

 

El jaguar lo miró y después al traje que se encontraba en silla; minutos atrás, una doncella había ido a dejárselo para que se cambiara y pudiese asistir a la cena que se daría en honor de los seis ganadores. Itzamma gruño por lo bajo, comprendiendo que su amigo quería; a regañadientes se arregló para ir a la dichosa celebración.

 

Cuando llegó al comedor; los otros ya se encontraban ahí, junto a los miembros más importantes de la corte.

 

—Deja de verme el escote o te partiré el cráneo —amenazó una joven de largos cabellos castaños, a un hombre rubio que la observaba descaradamente.

—Sólo admiró tu belleza, mon cherry.

 

Itzamma bufó molesto cuando Alfred se metió en la discusión, tomando su papel de “héroe”; fijó su atención en un hombre alto que se encontraba centrado en una silla alejada del resto, le sorprendió ver una sonrisa infantil en sus labios, pero había algo que le llamaba poderosamente: el extraño tenía un aura melancólica a  su alrededor.

 

—¡Es suficiente! —gritó un rubio de grandes cejas antes de estampar la cabeza del pervertido contra la mesa.

—¿Podrían dejar de pelear? —pidió Itzamma comenzando a sentir una fuerte jaqueca; suficiente tenía con soportar a Alfred como para agregar a esos dos lunáticos.

—Lo siento mon petit —se disculpó el pervertido —. Me llamo Francis Bonnefoy, soy un bardo, él es mi compañero, Arthur Kirkland —dijo señalando al rubio de cejas pobladas.

—Itzamma, hechicero —respondió checamente.

—Yo soy Alfred F Jones, ¡y soy un héroe!

—Es un placer; mi nombre es Elizabeta y soy una guerrera.

 

Itzamma observó al hombre alto, como aguardando a que éste dijera su nombre, pero al parecer no tenía intenciones de presentarse. Dio un largo suspiro y se levantó de su silla para ir a sentarse junto al misterioso joven.

 

—¿Cómo te llamas? —el hombre lo miró sorprendido, como si fuese la primera vez que alguien se le acercara.

—Iván —Itzamma le sonrió, no con una de sus acostumbradas sonrisas sarcásticas, si no con una inocente… dulce. El hombre de los ojos violeta le correspondió con una igualmente sincera.

 

Alfred estaba a punto de hacer uno de sus acostumbrados berrinches, al no recibir la atención de Itzamma, pero se vio interrumpido por el monarca.

 

—Estimados ganadores; antes que nada quiero felicitarlos. Ustedes son lo mejor que sus reinos pueden ofrecer…

—Ve al grano reycito —le soltó Itzamma en tono aburrido. El rey gruñó por lo bajo, dedicándole una mirada de reproche, pero prefirió pasarlo por alto.

—Cuando mi abuelo era rey. Una reliquia familiar fue robada, hace poco, Galadard, mi hechicero, descubrió su ubicación, en el bosque oscuro…

—¿Qué ganamos nosotros si te traemos esa reliquia? —preguntó Elizabeta.

—Un gran tesoro y todo lo que encuentren en su viaje y más —le respondió el monarca en tono tranquilo.

—¿Cómo se supone que encontraremos ese tesoro? —dijo Arthur en tono serio; aquel asunto le gustaba cada vez menos.

 

El rey miró al hechicero, les explicó que no sabía cuál era la apariencia de la reliquia, pero que sería fácilmente identificada por el escudo real; se les haría entrega de un mapa, con la ubicación del lugar donde se creía se encontraba el tesoro. El rey se levantó despidiéndose de sus invitados, para luego salir del gran comedor.

 

—Esto no me gusta —dijo Arthur en tono serio.

—Sí, hay algo extraño con todo esto —lo apoyó Elizabeta.

 

 

A la mañana siguiente los seis se encontraban en lo que parecía ser el estudio del hechicero consejero, éste les entregó armas, provisiones, el mapa y todo lo necesario para el largo viaje.

 

La misión seria larga y extenuante, pero Alfred confiaba plenamente en sus habilidades de héroe y gran líder; además, teniendo a Itzamma para hacerle compañía, nada malo podría pasar, ¿o no?

 

 

Continuará…

 

 

 

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XD No pude resistir la tentación de hacer un fic después de ver el capítulo especial de Hetalia, espero les guste n.n


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