lena las notas iniciales importante
Amnesia
Por
Konan- chan e Iyari
Capítulo 17
Ayumu y Kuromaru (Kyubi)
Continuación del capítulo 15
No se lo había esperado ¿qué rayos pasaba? Acaso Kuromaru había desobedecido una orden directa de Eiji. Eso podía ser lo más probable ya que al ver al pequeño perrito sobre el pelinegro, lamiéndolo como si de eso dependiera su vida, no les dejaba pensar en otra opción.
-Veo que aún me recuerdas… kyubi…-susurro en el oído del perrito el cual ladro de alegría. Se levantó del piso algo débil pero sin que se dieran cuenta de su debilidad y entre sus brazos a Kuromaru, más alegre de lo normal.
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Eiji solo miró con tanta rabia al joven azabache como a su “estúpido perro”, en sí no pudo disimular su ira en su rostro en cual se formó una aterradora mueca ¿Qué diablos le pasaba a ese perro? ¿Acaso se había vuelto loco? Lo más probable. Sonrió al sentir que por su mente pasaba una nueva idea, se dio cuenta de que ahora tenía una oportunidad más de acabar con su perro y de paso con aquel criminal.
En cambio Ayumu simplemente miraba a aquel perrito de oscuro pelaje, tenía tantas ganas de llorar al ver como los ojitos del pequeño animal lo miraban llenos de amor, aun lo recordaba, y eso lo hacía muy feliz. No pudo evitar que sus recueros inundaran su mente.
Flash back.
Todo el día había estado aburrido en casa por esa tediosa lluvia, no era tediosa exactamente, en cambio le encantaba la lluvia, pero no, no podía salir de casa. Su rubio oto-chan se lo había prohibido, porque según su oto-chan se “enfermaría”, pero no, ¡no se enfermaría!. ¡Que nadie lo comprendía! ¡Ya era un niño de 7 años! ya era lo suficientemente grande para cuidarse y valerse por sí mismo. Pero no, sus padres no lo entendían, era tan sencillo, pero no lo entendía, para ellos aún era su “pequeño niño que lloraba por todo”, bueno…lloraba cuando se caía, por que se le metían basuritas en los ojos y no porque le dolía, él lo soportaba, pero el “ardor en sus ojos” ¡no! Bueno… también lloraba cuando lo regañaban y no porque era sensible, no, ¡es que antes siempre se golpeaba con algo! (la primera). Lloraba cuando se asustaba y ¡no! porque fuera un miedoso es que lo tomaba de sorpresa. Lloraba cuando se iba la luz y no porque le tuviera miedo a la oscuridad, como creen…, era porque no podía ver… ¿sus manos? Lloraba al tener pesadillas y no era exactamente por eso… exactamente era…. ¡y en definitiva no se metía llorando a la cama de sus padres cuando escuchaba truenos! lo hacía para que sus papás no tuvieran miedo, en definitiva él ya era “un niño grande” “que no lloraba”…por cualquier cosa. ¡Era tan valiente que él nunca lloraría por simples cosas! (nótese el sarcasmo)
Y aun así con sus razones de “niño grande” no le dejaban salir, era tan injusto, quería salir, explorar a ese bosque que se encontraba detrás de su casa la cual era protegida por una pared, lo tenían como en una cárcel, solo podía ver de manera aburrida como la lluvia caía en su patio por la ventana de la cocina, ahí se encontraba su rubio padre el cual preparaba la cena.
-¿Por qué no puedo salir?- se quejó.
-es la centésima vez que me lo preguntas Ayumu, te enfermaras- respondió su rubio padre.
-no lo haré-
-si lo harás-
-¡que no!-
-¡que sí!-
- no me enfermaré, sólo quiero salir a jugar- miré al rubio con sus ojitos de perrito a medio morir.
-no seas tan injusto con tu hijo Naruto- escuché una voz entrar a la cocina.
. -No soy injusto Sasuke, sólo que no quiero que se enferme- respondió sin mirarlo.
-hum- bufó el azabache- ¿recuerdas cuando tenía su edad, Naruto?-
Esa pregunta cayó como balde de agua en sí, no había sido el niño perfecto, ni el mejor ejemplo de nadie, pero sólo quería dejar sus recuerdos donde pertenecían, en el pasado.
-¿enserio?- le brilló los ojitos al pequeño jamás había escuchado de la infancia de sus padres era una buena oportunidad para hacerlo.
-bueno… tu oto-chan a tu e…- no había podido continuar ya que tenía a un Naruto muy nervioso tapándole la boca y con el cuchillo con el que cortaba los vegetales muy cerca del cuello del azabache.
- Ayumu puedes ir a jugar no te preocupes, pero quiero que llegues antes de la cena- sonó nervioso, aunque el pequeño no se dio cuenta, ya iba insistir por quedarse para escuchar de la niñez de su oto-chan, pero el guiño de los ojos de su oto-san le hizo entender que lo había hecho por él. Así que sonrió y salio por la puerta trasera.
-¿puedes decirme, porque juegas con mis sentimientos Sasuke?- suspiró aliviado regresando nuevamente a la cocina.
- ¿y tú puedes explicarme por qué lo cuidas, tanto?- pregunto Sasuke viendo la parte trasera de su esposo.
-yo pregunté primero- Naruto hizo un mohín.
-te ves muy tierno cuando haces eso, nadie podría decir que ya tienes un hijo- se había aproximado por atrás abrazando a Naruto por la cintura, haciendo que el cuchillo cayera.
-No lo hagas Sasuke…- sintió como la mano traviesa del azabache empezaba a colarse dentro de su ropa.
-¡que no lo hagas, teme!-
Ayumu corría en el bosque, le gustaba tanto sentir las gotas de agua en su cara cuando saltaba, le encantaba esa sensación que le brindaba la lluvia.
Caminaba, saltaba en los charcos, sabía que su oto-chan se enojaría por la ropa mojada, pero en eso instantes no le importaban, sólo quería seguir caminando debajo del aquel cielo grisáceo.
Pasaron minutos y más se adentraba al bosque, estaba feliz, aunque ya se estaba poniendo oscuro, por culpa de la lluvia, la noche llegaría más rápido, tenía que regresar a su casa para la cena. En el momento el que se dispuso a regresar, alcanzó a escuchar unos llantos. Su valentía se había ido al suelo, solo grito del miedo, su valentía parecía que se había quedado en casa. No podía moverse y los llantos eran cada vez más fuertes y más seguidos aturdían sus sentidos, empezó a sentir como si alguien lo vigilara, sus piernas temblaban. Pero tenía que ser valiente, bueno eso era imposible, lo que le hizo que pudiera levantarse fue su curiosidad. Su curiosidad hacia que su cuerpo avanzara más a profundidad en aquel bosque, tenía que saber de quién eran esos llantos ¿y si era un fantasma? Ante tal pensamiento vacilo, pero la curiosidad, recordó el refrán que escuchó hace unos días en la academia decía: la curiosidad mato al gato. Bueno, él no era un gato, era un ¡niño grande! Así que eso no haría efecto en él y ¿sí funcionaba? Eso comprobaría que era un gato. Empezó a imaginarse como un gato y rió ante tal pensamiento, pero de nuevo se desvanecieron al escuchar más cercas esos llantos, no sabía desde que momento había empezado a llorar, ¿por el miedo? No, por el “golpe contra el árbol” (N/A: nunca hubo eso. A: deja de contar mi vergonzoso pasado.) El cual nunca existió.
Llegó hasta unos arbustos en los cuales se escondió, despacio empezó a ver que había más adelante suyo y fue cuando el sonido brusco de un trueno lo hizo saltar como una niñita (A: ¡oye! K: está bien) como “un niño grande” el cual sólo empezó a llorar y casi mojaba sus pantalones, más de los que ya estaban. Con un golpe metal y su voluntad, muy diferente a su valentía, se levantó, empezó a caminar hacia aquel un punto determinado. Despacio pero seguro, alcanzó ver una caja en al pie de un árbol, el cual ya estaba mojado por la lluvia. Los sonidos venían de ahí. No le importó y se arrastró por el suelo con una varita que había encontrado, desde una distancia considerable empezó a mover ligeramente la caja que estaba a punto deshacerse y ¿si era un monstruo bebe? Tal pensamiento hacia que retorciera, pero no, los llantos eran suaves, trágicos y melancólicos, no supo hasta qué punto esos trágicos llantos lo llenaron de tristeza, no pudo distinguirlos, ya que jamás en su vida de “niño grade” (A: ¡ya basta!) los había escuchado. Sólo suspiró y con calma se acercó hacia la caja, sabía que cualquiera que llorara con tanto dolor no podía ser malo, así que miró dentro de la caja y no pudo evitar llorar ahora de la tristeza, era todavía un niño, aun no entendía del todo las cosas, pero esa imagen fue lo bastante fuerte para desgárralo.
Se arrodilló con lágrimas en sus ojos, extendió sus manos y tomó al pobre animal que se encontraba bajo la lluvia. Lloro tanto y el perrito que seguía llorando como si llamara a su mamá, se había calmado ante el tacto frío pero amable del niño, el cual el niño lo abrazó con fuerza y el cachorrito de pelaje negro terminó acurrucado en el pecho de este.
La lluvia ceso como si supiera lo que pasaba en aquel bosque. El niño dejó de llorar, enserio tenía que hacer algo con aquellos sentimientos que brotaban tan rápido de su pecho transformándose en lágrimas. Hasta el cachorrito dejando de llorar había quedado dormido ante el calor que le daba la piel del menor, el cual antes que parara la lluvia se quitó su camiseta. Vio al cielo, aun con lagrimillas en sus ojos, mientras sentía el calor del pequeño cachorrito en su pecho, tenía que calentarlo, tenía que hacerlo. Cuando al fin las nubes de lluvia se marcharon hacia el norte vio al sol, no era tan tarde como creía, así que ahora ¿qué podía hacer? No tenía ni la fuerza ni la voluntad para dejarlo ahí, no, no era eso, no era tan cobarde, ni tan débil para dejarlo ahí a la deriva y a su suerte. Pero tampoco tenía esa valentía que tenían sus padres para luchar por algo, no podía llorar de nuevo, esa corta pero emotiva escena despertó algo dentro suyo. Tenía que ser fuerte y valiente para proteger a los más débiles, así que se esforzaría de ahora en adelante en ser alguien que no lloraría sin justas razones. Lo haría, lo haría, se decía en su mente, pero no tenía ni la menor idea de cómo hacerlo y eso lo deprimía, miró de nuevo al cachorrito sobre su pecho que dormía plácidamente y sonrió-tú me ayudar a ser fuerte-
Ahora la pregunta era, como llevaría a ese perrito a casa, no podía decir a oto-chan y tampoco a oto-san- pensó en su padre- definitivamente no a oto-san-y fue cuando recordó:
Hace más o menos un año y medio él había llevado un gato a casa, lo alimentaba y todo, pero cuando oto-san se le acercó había rasguñado toda la cara de su padre y fue desde ese día que el gatito no volvió más a casa ( N/A: no me imagino que le hizo Sasuke) y fue hace una año que también por cuestiones del destino el perro de tío Kiba, Akamaru, de manera sorpresiva había mordido el brazo de oto-chan y lo había dejado en el hospital durante 15 días y otra semana si poder moldear chacra. Si en definitiva su oto-chan odiaba a los animales y ellos también lo odiaban a él.
Se distrajo con aquellas anécdotas y se dio cuenta que ya solo faltaban cinco minutos de camino para llegar a casa y no había ideado nada, no sabía qué hacer, era realmente un problema, tenía que pasar por la sala para llegar a su habitación que se encontraba en el segundo piso, no sabía cómo entrar con el cachorrito a casa y peor como llegar a su cuarto, lo había decidido lo escondería en su habitación indefinidamente. Pero aun así con su plan no tenía idea de qué hacer con él o como cuidarlo, pero lo primero era lo primero, tenía que llegar a su cuarto sin que notaran la presencia del cachorrito y recordó. A las afueras de su habitación se encontraba un árbol. Amaba que le hayan dado esa habitación, un problema ya resuelto, ahora el otro era que le tenía miedo a las alturas (N/A: y todos se preguntan como Ayumu salto de una águila en pleno vuelo) ahora otro gran problema que no sabía cómo resolver, cada vez veía sus posibilidades de cuidar al perrito más difíciles.
Tenía que ser fuerte, tenía que hacerlo por él, por aquel cachorrito, así que sin más tomó la camiseta que la tenía colgada en uno de sus hombros la rompió para así alargarla, la escurrió muy bien hasta que el agua se fuera completamente, tenía que ser rápido, así que no tenía más opción que dejar su miedo en otro lugar; tomó al perrito, lo envolvió en la camiseta húmeda el cual el perrito se quejó un poco por el contacto con la fría camiseta. Sin más opción y para ser más rápido que una liebre….¿qué escalaba arboles? Empezó a imaginarse a una liebre escalando árboles, revolvió su cabeza de un Aldo al otro para dejar que su imaginación se fuera a otro lado, su objetivo ahora era entrar a su habitación.
Suspiró profundamente llenando sus pulmones de aire y soltando el aire, ya iba a oscurecer el sol ya estaba ocultándose, tenía que darse prisa no podía dejar que abuela Tsunade y tía Shizune lo vieran ya era más o menos la hora en las que ellas volvían de la torre Hokage. Preparando sus pies para dar un salto hacia la rama de arriba, reunió chacra, tenía que demostrar que todo su entrenamiento había sido para esto, bueno no exactamente para eso, pero más o menos. Saltó con toda la fuerza que tuvo y llegó hasta su objetivo: la rama que estaba un poco más debajo de su ventana, mentalmente se decía que no viera para abajo, grave error, había dado una ojeada hacia el suelo, sus piernas temblaron, su respiración se agitó y solo abrazó al tronco del árbol, tenía tantas ganas de llorar y fue cuando sintió como el cachorrito se removió un poco dentro de la que antes era una camiseta que estaba colgada en su pecho. Se dio más fuerza, sólo dos saltos amas y llegaba, se odiaba a el mismo por tener tanto miedo, dio su segundo salto y al igual que el primero echó una ojeada al piso. “voy a caer y morir” era lo único que pensaba, se preguntaba cómo era que Ayumu había terminado siendo una de los mejores de su clase en la academia, ni él no tenía la más mínima idea, si, era el mejor de su clase, pero solo académicamente cuando se refería a físico y en el práctico, apestaba ya que casi siempre, por no decir siempre, terminaba temblando y llorando; otro salto, esta vez estaba en frente de la ventana de su cuarto, sólo un salto más y llegaba y uno de sus problemas terminaban, amaba que la ventana de su habitación estuviera abierta, ahora que se daba cuenta tenía que quedar en el marco de la ventana para así no hacer ruido, respiró hondo y rezó a todo lo que se moviera que le ayudara. Y fue así, todo lo que se movía lo había ayudado, había caído justo en el marco de la ventana con gran equilibrio. Se sentó en el marco, se quitó sus zapatos ya que no quería ensuciar los futones de su cama, se las quitó rápidamente, no encendió ninguna de sus luces y caminaba de puntadillas hasta su armario, sin hacer mucho ruido sacó rápidamente al perrito de su camiseta húmeda el cual temblaba un poco, lo abrazó para darle algo de calor lo que el perrito se acurrucó en el pecho de este, abrió la puerta corrediza de su armario, tenía varios futones en la parte superior del armario, los jalo hasta el rincón de la parte baja, no habría muchos problemas ya que sólo servía la puerta de la parte izquierda del armario y el rincón de la parte derecha no se lo podía ver muy bien, así que estaría seguro.
-mantente callado, ahora este será tu hogar, hasta que ideé una forma de decirle a mis padres de que tu estas aquí, así que hasta que eso ocurra, esta es tu casa está aquí- no sabía cómo decirle a sus padres sobre el animalito pero ya era muy tarde la determinación de ese niño los iba a llevar a toda la familia Uchiha Uzumaki a una serie de eventos que nadie imaginó. Así que ya dejándolo bien caliente y dormido en los fotones salio de nuevo a hurtadillas de su habitación, se sentó en el marco de la ventana para ponerse nuevamente los zapatos mojados que, para llegar a casa de lo más normal. No sabía si el mundo no lo quería, pero parecía que así lo era, en una de esa, que trataba de pararse en el marco de la ventana para saltar al árbol y bajar tortuosamente, su mano se había llevado un pedazo de su camiseta húmeda el cual hizo que resbalara perdiendo el equilibrio y cayera desde el segundo piso de lleno al piso. Ni un grito lanzó, lo bueno fue que cayó en los arbustos, lo cual amortiguaron más o menos su caída, pero le dolía horrores, quería llorar, quería gritar, las lágrimas ya estaban por salir de sus hermosos ojitos, pero no, no tenía que llorar, si lloraba y le encontraban ahí, sospecharían.
Respiró profundamente fingiendo no sentir el dolor insoportable de su retaguardia , tomó la camiseta, que estaba rota, no sabía cómo iba a explicar eso, pero ahí se las idearía, así que camino hasta la entrada de su casa, pensó en su nuevo amigo y se le olvido el dolor y entro a la cocina.
Fin flash back.
-¡que le hiciste al perro de Eiji!-Miku notó como el azabache se había distraído un poco, no podían perder ninguna oportunidad, así que sin miramiento alguno lanzó un kunai hacia este, la fuerza era brutal y la rapidez igual, Ayumu, percibió aquel ataque y lo esquivó rápidamente pero por poco, ese kunai se había clavado fuertemente en el árbol que tenía detrás suyo, destruyendo la madera del árbol a por lo menos diez centímetros a la redonda. En realidad fue tan rápido que hasta corto algunos cabellos de su flequillo.
-un kunai con chacra-supuso Ayumu al ver el kunai-
-veo que eres rápido, traidor- habló esta vez Misa.
-¿por qué lo dices? ¿Acaso lo dices por aquel kunai de chacra? ¡¿Es enserio?! ¡Es tan estúpido! sólo me distraje un poco- con su tono de burla y prepotencia que enfado a la aludida
-debes saber que distraerte durante una batalla puede ser tu perdición-
-también puede ser tu perdición el ser predecible- terminó de decirlo, tomó a Kyubi/Kuromaru que aún estaba a sus pies y saltó para arriba al sentir la sombra de esa niña detrás suyo.
-sigues cometiendo los mismos errores- susurró para sí mismo-ahora viene…-
Continuara…n.n