Loki entró en el apartamento arrastrando los pies, abatido y triste: el niño que quería adoptar había muerto bajo el efecto del veneno de una serpiente y no sabía como decírselo a su esposo.
-¡Loki!- sonrió antes de coger a su amado en brazos.- ¿Dónde está?- preguntó excitado.
-Amor, tenemos que hablar.- el que hubiera usado aquel apelativo cariñoso le había indicado a Clinton de que algo iba mal.
-¿Ocurrió algo?- preguntó sentándose en el sofá con aprensión, cogiéndole de las manos cuando se sentó a su lado.
-Él… murió. Le picó una serpiente.- le contó, soltando sus manos para poderle acariciar las mejillas con ternura.
Clint no sabía que decir, él realmente quería tener el niño, por Loki, porque parecía verdaderamente entusiasmado con la idea de ser padre. Personalmente, en aquellas dos semanas pensó que quizás aun no era tiempo, de todos modos, si el de ojos verdes lo hubiese aceptado habría intentado ser el mejor padre por el joven gigante.
-Yo…- un nudo se hizo en su garganta y sus ojos se anegaron con lágrimas.- Yo…
-Shhh… No digas nada.- le besó las mejillas.- Quiero confesarte algo.- lo cogió en brazos y lo sentó a su regazo.- Sinceramente, creo que… deberíamos esperar un poco a adoptar un bebé.- besó su frente con cariño.- No quiero decir que no quiero formar una familia contigo, solo que… creo que deberíamos esperar un tiempo más.- finalizó.
-Mientras estuviste fuera… pensé lo mismo. Además… creo que no deberíamos adoptar un recién nacido, no tenemos los instintos maternales de Steve.- apuntó a lo que el otro asintió.- Aunque… me siento realmente mal por él.- musitó.
-Yo también.- echó su cabeza hacia atrás y suspiró, larga y profundamente.- Mandé que le enterraran al lado de su madre.- le comentó.
-Eso está bien.- contestó.
Loki no dijo nada, solo puso una mano en su espalda y la acarició con cuidado. Clint se acomodó sobre su cuerpo, dejando su mejilla reposando en el hombro y su rostro en dirección al pálido cuello, respirando con tranquilidad hasta que sus ojos se cerraron con suavidad y se durmió. Un rato después el de ojos verdes se levantó con su esposo en brazos y se dirigió a su cuarto. Con cuidado le depositó entre las sábanas y las mantas y se cambió de ropa, poniéndose los pantalones de chándal y la camiseta. Se tumbó a su lado y le abrazó antes de besarle el pelo.
Cuando Loki despertó Clint le acariciaba le reseguía el contorno de la cara con las yemas de sus dedos. Esbozó una sonrisa, sin abrir los ojos y dejó que le acariciara los labios también.
-Buenos días amor.- dijo el de ojos azules antes de besarle calmadamente, disfrutando de los rellenos labios.
-Buenos días pajarito.- le acarició las caderas por encima de la camiseta y empezó a mover sus dedos en círculos en ellas.- ¿Dormiste bien?- preguntó.
-Como bebé. Como siempre que duermo abrazado a ti.- le contestó. Y al parecer, tú también has dormido redondo, porque ni con tus ultra sentidos de alarma permanentes te has inmutado cuando Fury ha llamado.- le dijo burlonamente, dejando caer su peso sobre él, que rebufó.- ¿Qué fue eso? ¿Insinúas que soy gordo?
-Claro que no pajarito. Eres ligero como una pluma.- dijo mordiéndole la punta de la nariz.- ¿Qué quería Fury?- preguntó, rodando hasta quedar ambos de lado.
-Dijo que en cuanto despertaras fuéramos a la agencia.- le respondió.- Al parecer vamos a salir todos para Alaska, algo ha estado matando gente.
-¿Un humano?- levantó una ceja en señal de duda.
-No creo que en Alaska los humanos escupan babas verdes.- le contestó.
-No, tampoco yo lo creo.- se levantó, estirando los brazos y revelando parte de su estómago.- Venga, levántate.- le dijo tirando de sus brazos.
-Ya va, ya va…- dijo juguetón, dejando que tirara de él.
Entraron a la ducha y se asearon rápidamente para vestirte con lo primero que cogieron del armario: Loki una camisa negra y unos tejanos claros y desgastados y Clint unos tejanos oscuros y ceñidos con una camiseta violeta. Salieron y subieron a la moto del de ojos verdes y se dirigieron a la nave de la agencia, donde ya estaban todos.
-Perdón por el retraso.- dijo el dios, que revolvió el pelo de su sobrina que le sonrió abiertamente.- ¿Qué hace ella aquí?- le cuestionó a su hermano mientras se sentaba en uno de los sofás y dejaba que su esposo se sentara sobre él.
-No pudimos colocarla con nadie.- contestó Thor.
-Hn. Creo que algún día deberías dejarla con mamá.- apuntó.
-No sería mala idea.- coincidió Steve, que acomodó a la niña en su regazo.- Pero no sé qué dirá Od…
-Las cuestiones familiares las dejáis para después. Gracias.- interrumpió Fury, a lo que Loki solamente rodó los ojos.- A lo que íbamos antes de que alguien nos interrumpiera: vais a Alaska, derrotáis a la cosa y volvéis. Yo me quedo con Peggy.
Todos asintieron y mientras todos se cambiaban, el de pelo negro se fue a comer un pudin que cogió de la nevera.
-Bambi. Estamos llegando, cámbiate ya que te vas a helar.- le dijo Tony.
-Cállate.- le contestó.- Además, ¿cómo quieres que me congele si soy un gigante de hielo?- le espetó con una ceja levantada.- Clint.- llamó a su marido quien fue con él, dándole la mano y dejando que le besara el oído.
-¿Puedo llamarte Bambi yo también?- le preguntó susurrando, abrazándole por las caderas.
-Claro… cuando yo me convierta en uno.- le dijo.
-Hum… ¿Y cuando será eso?
-El día en que tú te conviertas en un halcón.- le contestó antes de besarle la frente, riendo alegremente al ver la cara que había puesto el rubio.
Todos se giraron a verle, extrañados por oír su risa, algo que solo pasaba muy de vez en cuando pues, no era aquella risa sarcástica e hiriente que tan bien conocían, era una de natural y sin ser forzada. Extraña a sus oídos, pero no a los del arquero que tanto amaba aquel sonido que salía de los labios de su hombre.
Se puso de puntillas antes de unir sus labios, poniendo sus manos en el cuello del otro, que le levantó un poco del suelo.
-Me encanta tu risa.- le dijo cuando se separaron, jugando con el oscuro cabello.
-Y a mí tu sonrisa.- le contestó antes de abrir la puerta.- No hagas nada estúpido, ¿de acuerdo?- le dijo mirándole a los ojos fijamente, sujetando su mentón entre sus dedos.
-De acuerdo.- le dijo antes de ver como su novio se transformaba en un enorme lobo de color blanco.
-Subid.- gruñó Loki. Clint subió justo en lo que serían sus hombros y le frotó las orejas, causando un gruñido de placer en respuesta. Steve detrás de él se notaba incómodo, pero prefería la caída libre del dios de las mentiras al martillo giratorio de su esposo.
Tras las despedidas y advertencias de unos a otros, Loki saltó al vacío, siendo seguido por el resto. Los primeros en llegar fueron Thor y Tony, luego Bruce y poco después el resto.
Clint bajó de encima de Loki y le dio unas palmaditas en el hocico antes de ver como se transformaba en su forma gigante y seguidamente él se subía a la copa de un árbol cercano desde donde podría tener una mejor vista.
Quizás no formarían una familia tan temprano como ellos pensaron, pero eran felices mientras estaban con el otro, mientras tuviesen sus muestras de afecto, sus sonrisas y sus risas, ellos serían felices.