Hacía tres días que habían llegado de aquella misión donde Clint aun había podido ver a su novio en su forma natural. La verdad es que aun no se lo creía, su novio en su otra forma era alto, azul, de ojos rojos, frío… pero hermoso. Jodidamente hermoso, por más que el otro lo negara.
Para variar, estaban tumbados en la cama, ambos leyendo en silencio: Loki uno de sus múltiples libros de historia y Clint una novela negra que había comprado el día anterior a la librería de debajo de su casa. Los únicos ruidos que hacían al pasar las páginas, el mojar sus dedos en sus labios para pasarlas con más facilidad, sus calmas respiraciones…
Ambos iban vestidos de una forma similar: pantalones de chándal y una camiseta de tirantes, Loki iba gris, su novio, negro. Con el pelo aun húmedo por la ducha que acababan de tomar y las pieles suavemente sonrosadas por el vapor del agua, no podrían estar más en calma. El arquero estaba entre las largas piernas del otro que le rodeaba con ambos brazos por el cuello pues estaba haciendo uso de su magia para dejar el libro en suspensión.
-¿Amor?- dijo Clint, tirando la cabeza hacia atrás para así poder verle.
-Dime.- contestó simplemente a la vez que bajaba la mirada para observarle.
-Vayamos a cenar fuera hoy.- propuso, girándose hasta que quedaron estómago con estómago, mirándole con ojos de cachorro, jugueteando con las puntas de su oscuro pelo, aun húmedas.
Loki sonrió ante aquel dulce rostro y le picó la nariz, cariñoso:- Está bien.- se sentó correctamente, provocando que el otro quedara sentado entre sus piernas, rodeando sus caderas con sus no tan largas piernas.- ¿Y a dónde vamos hoy?
-Humm… Lancaster Hotel.- dijo pasando sus brazos por el cuello para así besarle la mejilla.
-Ya lo tenías preparado.- concluyó negando con la cabeza.
-Ya sabes que siempre lo preparo.- le contestó riendo alegremente antes de levantarse de la cama, tirando del otro, que se levantó de un salto.
Cada uno se dirigió a su armario, sacando sus trajes de viernes por la noche, que era cuando siempre salían a comer. Loki llevaba el traje y la corbata negros con camisa verde, combinando perfectamente con sus ojos. Por su lado Clint iba también con un traje negro pero su camisa era violeta oscuro y no llevaba corbata.
Le entraban náuseas si algo le rodeaba su cuello y era demasiado apretado. A menos que fueron los brazos de su novio.
Una vez peinados con sus más que reconocibles estilos, calzados y completamente arreglados, salieron del apartamento para dirigirse al garaje. Una vez dentro del lujoso coche, (Loki, al contrario de su hermano se había adaptado sorprendentemente a la Tierra y a su tecnología) y de haberlo arrancado, el mayor habló otra vez.
-Quiero que traigas todas tus cosas a mi apartamento.- confesó sin apartar la vista de la carretera.
-Pero si ya lo tengo casi todo ahí.- acotó el rubio.
Y era verdad, casi todas sus cosas estaban ya en el apartamento del dios así que escasos objetos eran los que quedaban en su propio piso.
-Menos trabajo entonces.- paró en una luz roja y le acarició la mano con ternura.
Clint solo sonrió en respuesta.
Llegaron al hotel y Loki le dio las llaves a uno de los cocheros que inclinó la cabeza ante ellos. Se dirigieron a la mesa de reservaciones.
-Buenas noches.- saludó la mujer, repasando al moreno de arriba abajo.- Si me dicen sus nombres, por favor.
-La reserva está a nombre de Clint Barton.- dijo el rubio, cogiendo de la mano a su pareja al ver como la fémina le miraba.
-Mesa quince. Por favor.- los guió hasta su mesa con una sonrisa.- Una camarera les atenderá en cinco minutos y por el resto de la cena. Que disfruten de la comida.- les expresó antes de retirarse.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos de la pareja, el rubio volvió a hablar.
-No me gusta esa mujer.- se quejó.
-¿Qué es lo que no te gustaba? ¿Ella… o cómo me miraba?- su tono de voz, sus cejas levantadas, las manos entrelazados debajo de su barbilla, sus ojos chispeantes solo le decía una cosa a Ojo de Halcón: Loki se estaba divirtiendo a costa de él.
-Ambas.- contestó ceñudo a la vez que abría la carta y empezaba a revisar el menú.
-¿Qué van a pedir?- dijo al ver la muchacha a su lado, libreta en mano.
-Una ensalada y un solomillo al Oporto y champagne helado.-contestó.- ¿Y tú?
-Arroz con langostines y rape.- contestó, cerrando el libro con el listado de comidas.- ¿Qué vino pedimos?- el vino siempre lo elegía por razones obvias, la principal, que Clint no tenía ni idea de cual combinaba mejor con cada plato.
-Un FX Pichler Grüner Veltliner Kellerberg Smaragd, por favor.- contestó el mayor dándole ambos menús de vuelta.
-Mientras su comida es preparada, por favor, disfruten del entrante.- se inclinó levemente antes de retirarse.
Ninguno de los dos respondió a la muchacha. Sin decir palabra Loki cogió la mano izquierda de su chico y se la llevó a los labios, besándole los nudillos con ternura. Pero había algo más. Por más que Laufeyson fuera tierno con él a cada momento que tenía posibilidad de serlo, ese acto era distinto al resto: el que fueran más de un beso, sus ojos, verdes y relucientes, mirándole fijamente a los suyos.
-¿Ocurre algo?- estaba nervioso, su voz le delataba.
-No pajarito. Es solo que estoy feliz de haber salido especialmente hoy.- le contó.
-¿Especialmente hoy?- repitió, incrédulo.
-Hum. Hoy se cumplen tres años desde que… ¿cómo lo dice Peggy? ¡Ah si! I blew up midtown.- dijo con una sonrisa.- Y por lo tanto, hace tres años que me di cuenta de que no podría vivir sin ti.- y por cosas como esas no era necesario que Loki le dijera que le amaba.
-Me has hecho sonrojar.- se quejó desviando la mirada., sintiendo sus mejillas arder con fuerza.
-Te ves más hermoso.- le dijo sonriéndole.- Ahora dime algo hermoso tú.- casi demandó haciendo un puchero.
Clint cerró los ojos ante tal orden, sonriendo al ver que no había cambiado en nada, pero bueno así le amaba.
-¿Sabes por qué me gusta salir tanto a cenar contigo los viernes?- le preguntó.
-¿Por el sexo que viene después?- realmente, no podría decir si estaba bromeando o si por el contrario lo decía en serio.- Broma, Clinton, broma.- le dijo negando con la cabeza.- Prosigue.
-Me gusta porque… En realidad no lo sé.- una exhalación de diversión fue todo comentario que Loki hizo.- Es solo que… me gusta cuando estamos así, sentados en un restaurante, hablando. Ya sé que hablamos en casa mientras comemos, pero se siente diferente. Cuando estamos en casa, a veces pareces tener la cabeza a otros lugares, lugares que yo no puedo alcanzar.- sus vivaces ojos se entristecieron claramente.- Pero eso no pasa cuando salimos a comer.
-Halconcito, ¿por qué no me lo dijiste?- tomo su mentón entre sus dedos.- Si a veces estoy distraído es porque estoy pensando en asuntos de Jötunheim, nada más, ¿ok?- el menos asintió.- Que aproveche.- dijo en cuanto sus platos estuvieron delante de ellos.- A mí también me gusta salir a cenar los viernes. Por el sexo, por lo sexy que te ves vestido así y porque es cuando más te sonrojas.- masticó una hoja de lechuga antes de continuar.- Y porque es él único lugar en el que tengo tu total atención, sin que esperes ninguna llamada sorpresa.- y siguió comiendo.