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..::Creciendo Juntos::.. por SeptimaKolera

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Notas del capitulo:

Perdón por las horitas de retraso :) GRACIAS POR LOS REEEEEEEVS!!!!!!!!!!!!!! ESTE ES EL ÚLTIMO KAP DE LOS 22 AÑOS, SABEN LO KE ESO SIGNIFIKA???? KEDAN SÓLO 8 KAPÍTULOS :P

Veintidós años: .-Despedida-.


Naruto iba acostado en la parte de atrás del auto, tenía los ojos cerrados pero no dormía. Miraba la luz  color anaranjado a través de sus párpados. Cada vez que Sasuke conducía cerca de la sombra de varios árboles, la luz parpadeaba. Eso le gustaba.

—¿Lo hablaremos hoy con papá y mamá?

—Algo así-dattebayo. Aunque debo confesar que estoy nervioso.

—Tranquilo. Todos sabíamos que el día en que “dejarías el nido” llegaría. Lo que me preocupa es qué le dirás a papá respecto a que volverás a tu antigua casa, con tu abuelo.

—No lo sé tampoco. ¿Qué le digo?

—No lo sé. Me preocupa. Quizás debas mentirles y decirles que vienes a vivir a  Shizouka, a un departamento o algo así. Yo te cubro.

—Eso es bajo, Sasuke. No quiero mentirles-dattebayo.

—Claro... —“Lo haces todo el tiempo cuando pretendes que todo está bien y no es así. Nos mientes a todos, todos los días”, pensó Sasuke—. Bien, digámosle la verdad.

—Sí… será difícil, pero debo hacerlo-dattebayo —Naruto habló con decisión, abriendo los ojos y levantándose para colarse por entre los asientos y pasar a sentarse al asiento de copiloto con dificultad—. ¿Vendrás a visitar, no nii-chan?

—¡Hey! ¡Te he dicho que no hagas eso mientras estoy conduciendo, dobe! —Se quejó Sasuke mientras Naruto se sentaba a su lado—. Un día nos vas a matar así, imbécil. Y claro que vendré a visitarte, no seas idiota. Si pudiera vivir sin ti ya te habría mandado a la mierda hace mucho tiempo, dobe.

—¡Aaaaw! Eso fue algo ofensivamente lindo, teme —Naruto le acarició la cabeza con soltura, desordenando su cabello—. Eso fue tierno viniendo de una persona como tú.

—¡Suéltame! ¡Nos vas a matar! ¡Dios!, crece de una vez, ¿quieres?

—Oblígame-dattebayo —Sasuke aceleró el auto a todo lo que pudo haciendo que Naruto se agarrara de la guantera casi como un gato—. ¡Nos vas a matar!

—Quizás si nos mato entiendas que no debes jugar en el auto.

—¡Ok!, ¡ok!, ¡ok! Ya lo entendí, fui un muy mal niño. ¡Lo siento-dattebayo! —Sasuke desaceleró con una sonrisa triunfal—. ¡Por todos los cielos, nii-chan! Jeje, desde hace tiempo que no bromeabas con algo así.

—Quizás es que a mí también me falta “crecer”.

Ambos sonrieron. Estaban nerviosos por llegar a casa y tener que comunicarles a sus padres que Naruto se iría, pero de todos modos Sasuke también planeaba irse apenas terminara la práctica profesional.  Sabían que lo que causaría controversia no era el hecho de que Naruto se fuera, sino a “donde” de iba a ir, pero no importaba: Sasuke lo iba a apoyar, con el dolor de su alma, pero lo iba a apoyar de todos modos, porque “eso hacen los hermanos mayores” y estaba cansado de decepcionar a Naruto. Se lo prometió a sí mismo, ¿no? No volver a herir a Naruto nunca más y ser el mejor hermano que él pudiese tener. Para eso fue todo ese circo, ¿no? Sacar un clavo con otro clavo (En este caso Gaara), para volver a ser hermano de Naruto, echarse la culpa de todo y luego vivir en pos de que Naruto alcance sus metas, tenga una linda familia y cumpla todos sus sueños como un “profesor normal” de escuela. No seguir siendo ese “estorbo” que pondría en riesgo la vida profesional de Naruto. Ese era el plan… ¿no? Pues Sasuke en este momento se lo repetía todo el tiempo, como creyendo que si se lo repetía mil veces… legaría a creérselo.



**********************************************************

 

—Buenas tardes.

—Buenos tardes, Obito. ¿Qué hay para hoy?

—Cheesecake de frutos rojos, kuchen de nuez, tartaleta de manzana, pie de limón, biscocho de tiramisú,  y los pasteles de siempre de selva negra, frambuesa, piña, tres leches y merengue con frutillas.

—Se escuchan deliciosos —Kakashi se acercó al pelinegro y lo besó en la boca, como era su costumbre al llegar al trabajo, estando solos en la cocina—. Aunque no tan delicioso como esto.

—Sin duda. —Obito le sonreía.

—Voy a ponerme el uniforme. ¿Hoy viene el jefe?

—Nah, solos de nuevo.

—Desde que se dio cuenta que entre los dos nos las apañamos muy bien ese tipo jamás viene.

—Lo sé. A veces sólo viene a cuadrar las ganancias. De todos me da igual, así tengo más tiempo y libertad para ponerme creativo en la cocina.

—Jeje, lo que acabas de decir es tan… “tú”.

Kakashi acarició la cabeza de Obito, alejándose luego para ir a cambiarse. Obito le siguió con la mirada, aguantándose un suspiro. Técnicamente no eran novios porque no habían “formalizado” nada, pero… oh Dios, ¡cómo lo amaba! Kakashi era un sueño vuelto realidad para él. De su corazón no podía salir nada más que un intenso amor puro y sincero, que hacía que Obito se tambaleara cada vez que Kakashi siquiera le dirigiera la mirada. Ya habían sido dos años en que “salían”. Se veían todos los días, se acostaban de tanto en tanto y se trataban con mucho cariño. Pero ni Obito tenía el valor de pedirle noviazgo a Kakashi ni Kakashi parecía estar interesado en formalizar nada. Eso hacía que Obito se sintiera inseguro, pero no se desanimaba, pensaba que si perseveraba algún día Kakashi le correspondería. Era realmente un joven muy puro y animoso, aunque debía confesar que hoy por la mañana, cuando vio a Itachi en el estacionamiento de los departamentos de Kakashi se le erizó la piel. ¿Cómo no? Era obvio: ese chico era el amor platónico de Kakashi, y por más que ya habían hablado antes y sabía que Itachi era heterosexual… siempre tenía miedo. Mucho miedo. Trataba de no demostrarlo, y además Itachi le caía bastante bien… pero eso no evitaba sentir el dolor de saber que si el día de mañana Itachi le dijera a Kakashi que quería estar con él, Kakashi no demoraría ni dos segundos en olvidarse del pobre pastelero. Esa era la realidad. La triste realidad.

—¿En qué nube te encuentras ahora, bobo? —Kakashi interrumpía sus pensamientos, ya con el uniforme puesto, abrazándolo por detrás—. ¿En quién piensas?

—… en ti, como siempre. —Kakashi se sonrojó ante la sinceridad de Obito y escondió su cara en el cuello del chef.

—¿Sí?... Hey… ¿Qué tal si vienes hoy a mi casa a dormir conmigo? Anoche te extrañé bastante —Las manos de Kakashi acariciaron el vientre y el pecho de Obito con un poco de lascivia—. Me hiciste falta.

—Estabas con Itachi, ¿no? Pensé que estabas divertido con él. Siempre te diviertes mucho con él porque no lo ves muy seguido.

—Sí, lo sé, pero Itachi no me da lo que tú, Obito. Además… —Se acercó a oreja y lamió el lóbulo antes de continuar con una voz ronca—. Verte me da hambre.

—Jeje… dices cosas tan raras a veces —Obito rió nervioso, separándose de Kakashi en un salto—. Ya estoy terminando aquí. Voy a…. ¡barrer la calle! ¡Eso! ¡Barrer la calle frente a la pastelería! ¡Byeeeeeeeee!

Salió casi corriendo mientras Kakashi se reía. Le encantaba poner a ese chico nervioso. Sabía que hoy de todos modos iría a su casa. Quizás Obito no lo notara, pero para Kakashi él era más que sólo un “buen polvo”. Lo que sentía por él era lo suficientemente intenso como para haber renunciado a todos sus otros empleos y cambiar su estilo de vida. Sabía lo que eso implicaba. Sabía todo lo que arriesgaba si no podía pagar su “deuda”, pero ¿qué demonios? Ya estaba cansado de huir. Cansado de vivir una vida en que tenía que esconderse, y al parecer… “estaba funcionando”. Desde hace mucho que sus cobradores no se aparecían y dejaron de ir a su departamento. ¿Eso era una buena señal, no? Trató de no pensar demasiado en aquello y se fue a la caja registradora.

Obito salía a barrer frente a la puerta principal de la pastelería. Era un chico torpe pero siempre con una sonrisa tan grande que todo el mundo solía perdonarle. Estaba en tal estado de ensoñación que chocaba con la gente que iba pasando al barrer, pero se disculpaba con tal entusiasmo que nadie se molestaba, además muchas personas que solían hacer ese recorrido a diario frente a la pastelería ya lo conocían y sabían que era un dulce tonto sin remedio.

Se puso a silbar, muy feliz cuando recordó las manos de Kakashi sobre su vientre y en su pecho hace un rato. Realmente lo derretía el pensar que hoy iría a casa de Kakashi pasaría la noche con él. ¡Qué felicidad! Su alegría se vio interrumpida cuando sintió unas miradas sobre él desde el otro lado de la acera. Levantó la mirada y vio que atravesando la calle estaban dos hombres, los identificó de forma inmediata. “Yakuzas”, pensó. “Esta es mi oportunidad para encararles…” Miró a ambos lados de la calle y cruzó rápidamente, los hombres no se inmutaron, como si esperaran a que él lo hiciera.

—¡Ustedes! —Les llamó Obito cuando llegaba frente a ellos—. Ustedes dos, disculpen, pero siempre se quedan mirando la pastelería, ¿se les ofrece algo?

—Obito, ¿no es así? —Le habló serio uno de ellos.

—¿C-como es que sabe mi nombre?

—Eso no debería importarte tanto. Sólo venimos a dejar un mensaje para el mesero de tu pastelería, ¿puedes entregárselo?

—Ehmm… supongo.

—Es un mensaje simple, dile que su padre le manda a decir que fue el otro día al hospital y conoció a un doctor muy bueno que le dijo que no iba a necesitar volver al hospital al menos en dos años. Sólo eso. Adiós.

Los hombres se subieron a un auto estacionado a pocos pasos de ahí y se fueron. Obito quedó muy confundido “¿Sólo eso?, ¿qué tipo de broma es esta?”. Cruzó la calle pensado que los yakuzas no eran tan temibles como había pensado, sólo vinieron a dejarle un mensaje de su padre sobre su salud a Kakashi, ¡qué lindos!, pensó. Quizás entonces las cosas no estaban tan mal como pensaba con respecto a Kakashi y su padre, porque si este le mandaba a decir que conoció a un doctor muy bue… Detuvo sus pensamientos en ese segundo… ¿doctor?... soltó la escoba haciendo que esta cayera al piso dando un ruido seco, muestra de su propio asombro…  ¡Itachi! ¡Saben lo de Itachi!


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Sasuke y Naruto se sentaron a la mesa. Las rodillas del menor temblaban, pero estaba determinado en su decisión. Como todas las cenas, se sentaban los cuatro a conversar sobre sus días, pero esta vez el tema de conversación se orientó a dónde habían estado las últimas dos noches.

—¿Qué les dio por salir a recorrer la carretera juntos? Me gusta que salgan juntos —Minato preguntaba con una sonrisa.

—Nada en especial realmente, ¿verdad Naruto?

—Sí… nada tan especial-dattebayo.

—En la cajuela del auto hay regalos que trajimos para ustedes y que llevaremos a Itachi mañana. También para Kakashi.

—¡Kakashi!, ¿qué será de mi compañero de ajedrez? —Se preguntó Minato cuando mencionaron al peliplata—. Lo extraño mucho.

—Todos lo extrañamos, querido, todos. ¿Sigue trabajando en la pastelería? —Preguntaba Mikoto con su voz de gorrión.

—Sí, es el trabajo que más le ha durado en toda su vida.

—¿Quién lo diría? ¡Qué gusto! —Exclamaba la mujer con una sonrisa—. No me imaginaba que el trabajo perfecto de Kakashi hubiese sido una pastelería, quizás realmente le gustaban los pasteles y nunca nos lo dijo. ¡Si hubiese sabido habría horneado más pasteles para él!

—Jeje, mamá , no creo que tus pasteles hubiesen gustado mucho a Kakashi-nii. Digamos que tienden a… ¿quemarse-dattebayo? Creo que si cocinaras más pasteles para él, lo veríamos incluso menos de lo que lo vemos.

—¡Oh!, ¡que malo es mi Naru-chan! —La mujer repicaba mientras todos reían—.  Ser así de cruel con su madre…

—Jeje, lo siento no pude evitarlo-‘ttebayo.

—Jajaja, no lo culpes amor, algo de razón tiene Naruto —La consolaba Minato—. Volviendo al tema, ¿el auto les presentó algún problema?,  ¿hasta dónde llegaron con el auto?

—El auto se portó bastante bien… —Sasuke miró a Naruto como diciéndole con los ojos que la otra pregunta debía contestarla él. Naruto lo entendió y supo que había llegado el momento de tocar el tema.  Respiró hondamente y habló.

—Fuimos a Shizuoka —Minato se atoró ligeramente con el pedazo de carne que tenía en la boca. Tomó un sorbo de agua antes de hablar.

—¿Shizuoka?, jeje, ¿qué les dio por ir tan lejos? —Preguntó nervioso.

—Nada sólo… algo de nostalgia-dattebayo —Respondió Naruto con la cabeza gacha. Minato tragó un poco de saliva y miró a Sasuke como preguntándole de qué se trataba todo aquello.

—Nostalgia por nuestras vacaciones en Shizuoka hace años, ¿no es así? Ese verano que conocimos a Kakashi. —Preguntó con una sonrisa nerviosa Mikoto, tratando de componer el humor de Minato.

—No del todo. En parte sí —Repuso Sasuke—. ¿No, Naruto?

—Sí, en parte por eso… y en parte porque yo quería ir a Shizuoka por otros recuerdos que tengo de allá.

Minato le miró sorprendido. ¿Recuerdos?, ¿recuerdos de qué? ¿De… “eso”? Se removió en su asiento y trató de pensar. No, Naru-chan no recordaría nada de Shizuoka… era muy pequeño… ¡o no?

—Recorrimos Shizuoka buscando un lugar que le traía nostalgia a Naruto… ¿no?

—Sí, fuimos a un lugar que pensé que había olvidado… —Naruto al fin levantaba la mirada y buscó los ojos de su padre, pero este parecía abatido mirando serio el centro de la mesa.

—¿Q-qué… lugar, Naru-chan? —Preguntó Mikoto como con miedo a la respuesta.

—… Mi casa de cuando era niño.

Un gran silencio se hizo en la mesa. Mikoto empezó a entender lo que estaba pasando. Quiso buscar la mano de Minato para mostrarle apoyo, pero este las tenía entrelazadas delante de sí, mirando un punto fijo en la nada, como pensando en todo lo que se venía en ese segundo. Optó or depurar el asunto.

—¿Y por qué esa nostalgia repentina, hijo? —Habló tratando de aligerar su tono de voz sin éxito.

—No es repentina, papá… —Naruto se molestó un poco con la pregunta. ¿Nostalgia repentina? ¿Qué acaso no había notado en todos estos años todas las noches de pesadillas por el recuerdo de su madre y los llantos nocturnos?, ¿a eso le llamas “nostalgia repentina”? Sasuke pareció estar pensando exactamente lo mismo ya que salió en defesa de Naruto.

—Quizás Naruto siempre tuvo esa nostalgia, más no la “oportunidad”  ni el tiempo para ir a sanar esa nostalgia, ¿no lo crees, papá?

—Puede que tengas razón, Sasuke, pero si él quería ir a “sanar esa nostalgia” podía perfectamente decírmelo y yo lo hubiese llevado.

—¡Ah, claro, como tú estás tan pendiente de Naruto, papá!, ¡le prestas tanta atención a sus deseos y necesidades! —Habló sarcástico Sasuke exaltándose—. ¿Acaso también tiene que decirte que tiene hambre para que a ti se te ocurra alimentarlo?

—¡Sasuke! —Mikoto le reprendió, pero estaba tan impactada que no pudo decir más.

—Es la verdad, mamá. Papá no puede hacerse el sorprendido de todo esto, tarde o temprano Naruto iría allá, ¿no?

—¿Te lo dijo alguna vez acaso, Sasuke?, ¿alguna vez Naruto verbalizó lo que realmente quería? —Minato tenía un punto a su favor, Naruto nunca ha sido muy comunicativo respecto a lo que siente y suele ocultar las cosas con tal de que los demás no se sientan mal—. ¿Crees que soy adivino, acaso?

—¡No se necesita ser adivino para sentarte cinco minutos al día a un lado de tu hijo y preguntarle acerca de sus sentimientos!

—¡¿Para qué?!,  ¡si quien se supone que es “experto” en lo que siente Naruto eres tú!, ¡¿no, Sasuke?!

—¡Paren! ¡Dejen de hablar de mí como si yo no estuviera presente-dattebayo!

Naruto hizo callar a ambos, quienes ya se habían puesto de pie diciéndose cosas hirientes. Volvieron a sentarse al ver la cara realmente cabreada de Naruto. Mikoto tomó discretamente la mano de Naruto con cara de aflicción y muy conmocionada por todo. Naruto la miró unos segundos y vio en su cara el miedo que vio hace años en una situación parecida a esta: cuando Sasuke y él le comentaron de su relación a sus padres. No permitiría que las cosas se salieran de control como esa noche. Tomó la mano de Mikoto en un agarre confiable y le sonrió para tranquilizarla. Habló mirándola a los ojos, como si estuviera solo con ella pero sabiendo que los otros dos le escuchaban.

—Mamá, no fue gran cosa. Le pedí a Sasuke que me llevara porque quería ver una vez más la casa donde nací, eso es todo. Cuando llegamos, nos sorprendimos bastante, ¿sabes? ¡Es una casa preciosa!, ¡y está tal cual estaba en mis recuerdos-dattebayo! Papá tuvo la delicadeza de jamás venderla. Encontrar la casa fue una verdadera aventura para nii-chan y yo y cuando llegamos, ¡adivina qué encontramos! —Naruto narraba las cosas con una sonrisa y los ojos brillantes, haciendo que la mujer se tranquilizara y compartiera su sonrisa. Esperó un poco antes de decir la respuesta sólo para ayudar a la atmósfera—. ¡Encontré a mi abuelo! ¡El papá de mi mamá! ¿No es grandioso? —Minato se esperaba aquello y bajó la mirada. Sasuke se dio cuenta de eso y se arrepintió de ser tan injusto con su papá hace unos momentos. Corrió a su silla en su dirección y estiró la mano hasta alcanzar la mano de Minato, como pidiéndole perdón por las palabras rudas de hace un rato—. Es un vejo genial-dattebayo. ¡Nos contó historias toda la noche a Sasuke y a mí! Pasamos la noche en esa casa con él porque ahora él vive allí, ¡y lo mejor es que es profesor de literatura en una escuela en Shizuoka! ¿No es genial? Dijo que el director es su amigo y puede conseguirme hacer la práctica profesional allá, ¡es mega-fabuloso-dattebayo!

—… Osea… —Habló tímida la mujer—. ¿Qué quieres ir a vivir allá?

—Sí, al menos hasta que dure la práctica profesional.

—Aquí también hay escuelas… —Susurró Minato, apretando la mano de Sasuke, con la cabeza gacha.

—Lo sé, papi, pero quiero quedarme allá un tiempo. ¡Ese viejo sabe tanto!, además quiero cambiar un poco de aire y eso es perfecto. Amo el mar, ¡es como un gran tazón de Ramen! Además quiero estar cerca de mi abuelo y recuperar un poco del tiempo perdido. Realmente estoy muy feliz de haberlo conocido.

—Yo… lo siento mucho… —Minato llevaba una de sus manos hasta sus ojos para contener las lágrimas, pero Sasuke se puso de pie inmediatamente para abrazarlo desde los hombros. Naruto también se puso de pie y caminó hasta él para luego hincarse a un lado de la silla y hablarle con mucho cariño en su tono de voz.


—No es tu culpa, papi. Hasta el abuelo dijo que no era tu culpa. No pasa nada, yo te quiero tal y como siempre te he querido. Vendré seguido. Recuerda que este teme de Sasuke no puede vivir sin mí, lo sabes-dattebayo.  Además… quizás podrías ir tú también a verme. Así… tendrás… nuevos recuerdos de Shizuoka. Quizás… ahora no signifique sólo algo que quieres olvidar.

—Nunca lo olvidaría ni en mil años, Naruto —Minato levantaba la mirada y esbozaba una débil sonrisa temblorosa—. Nunca de los nunca me olvidaría porque no quiero olvidarlo. Sólo siempre pensé que a ti te hubiese hecho bien olvidarlo, pero veo que me equivoqué en grande. Lo siento mucho hijo. Sólo puedo desearte buena suerte y… ¡Por supuesto que iré a verte!

Continuará…

 

Notas finales:

bye bee!!!


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