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El regreso de... por LaNeko

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Notas del capitulo:

Wow

Nunca imaginé que actualizaría tan rápido, pero sus reviews me motivan mucho (y no sabéis cuanto, pasar de cinco meses a dos días es mucho xD)

Bueno... tengo una sorpresa... el sueño de toda fujoshi o fundashi (?)... ¡¡¡LEMMON!!!


No os tntretengo más y seguid leyendo =^.^=

-           Oye, Naruto, ¿tú te acuerdas de quién soy en realidad?

 

     Dejé de beber por un momento para asimilar un poco la pregunta. ¿Que si me acordaba de quién era? ¿¡Qué clase de pregunta era esa!? ¡Claro que me acordaba! Sí, había cambiado un poco… bastante, pero él fue el amor más puro que tuve. Lo que sí que no podía olvidar eran sus ojos, aquellos orbes tan oscuros que hacían que cualquier ser que los observara se perdiera en ellos sin poder salir. Pero su pelo… antes lo tenía un poco más azulado, pero era uno de esos cambios que solo unas pocas personas podrían notar, en los que había cambiado el pelo era en el peinado. Antes lo tenía caído, llegándole casi hasta los hombros, pero ahora lo tenía más corto y en punta.

 

     Pasé la cerveza de una mano a otra, mientras que él me miraba fijamente. No sabía que decirle, pero lo que sí que no sabía era por qué no lo sabía. Estaba dudando, pero al final decidí que...

 

-           Sí – dije-, ¿cómo olvidarme de ti? Nunca imaginé que te llegaras a casar con mi hermana.

 

     Y reí. Cualquiera hubiera dicho que era una risa de lo ridículo que me parecía eso, es más, eso era lo que quería aparentar, pero era más bien una risa amarga. Al parecer él lo notó, lo supe por la mueca que hizo, si no fuera por cómo me sentía en ese mismo momento me estaría riendo y burlando de su cara, pero era una tarde de lo más melancólica.

 

     No supe cómo pude aguantar tantos años sin él. Sí había salido con muchas personas después de que él me dejara, tanto chicos como chicas, pero nadie había conseguido superar el amor que sentí por él en ese entonces.

 

-           ¿Por qué desapareciste de repente?

 

     Él sabía a qué me refería. No terminamos nuestra relación oficialmente, simplemente desaparecimos el uno de la vida del otro, bueno, más bien él desapareció de mi vida. De repente, un día, poco después de que me graduara, desapareció, sin dejar rastro. Lo busqué por bastante tiempo, pero no lo encontré… y me rendí.

 

     Sus ojos me miraban melancólicos, como intentando comprenderme, pero eso era imposible. Era realmente increíble que nos reencontráramos después de tanto tiempo. Yo, en realidad intenté olvidarle, pero no pude. Conseguí borrar parte de mis recuerdos con él, ya que me causaban dolor, mucho dolor… y, al final, cuando nos reencontramos, volvieron todos de golpe.

 

-           Yo… yo no conseguí olvidarte – temblaba por cada palabra que decía. Le miré sorprendido -. Es-es que estaba celoso - ¿celoso? Unas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos -. Te vi con aquella  peli rosada abrazándote y dándote besitos en las mejillas… a mis espaldas, y-y… sentí celos – rompió a llorar.

 

     No habría sabido qué decirle. Había confundido a mi hermana con mi novia, en ese entonces era muy cariñosa, y bastante pija…

 

-           Pero ella estaba—

 

-           Lo sé – me cortó -, había vuelto del intercambio, era de esa clase, lo supe más tarde, pero eso ya no importa. Yo… decidí conocerla mejor, al final nos enamoramos y nos casamos… pero nunca te pude olvidar. La verdad es que ella me recordaba mucho a ti, creo que es por eso que me enamoré de ella. Cuando me contó que tenía un hermano que se llamaba Naruto me dije a mí mismo “Seguro que no es él… seguro que no es él…” Y al final resulta que sí acabaste siendo tú.

 

 

     Me dieron ganas de reírme, pero me contuve y le abracé. Me siguió contando. Dijo que se enfadó tanto conmigo que decidió mudarse como venganza, y que también se cambió de escuela, pero a uno que estaba muy cerca de la nuestra. Y que hizo lo posible para que no nos volviéramos a ver.

 

     Tras contármelo todo se puso a llorar como un crio loco y yo lo acerqué más a mí. Iba a decirle que no se preocupara, que le perdonaba y que ya podía dejar de llorar. Para eso, naturalmente, tenía que separarle un poco de mí y mirarle a los ojos, y así hice. Pero no salió como lo planeado. En cuanto le miré a los ojos me perdí en ellos. Me acerqué un poco más a su rostro… y un poco más… y un poco más… hasta que nuestros labios se tocaron. Él no hizo nada por repelerme, es más, me rodeó el cuello con sus brazos, profundizando así el beso.

 

     Esta vez, en vez de perderme en sus ojos, me perdí en sus labios. Saqué un poco mi lengua esperando que me abriera una entrada a su boca, él separó los labios ligeramente. Nuestras lenguas danzaban de una manera curiosa, pero parecían seguir algún tipo de compás.

 

     Todo aquello estaba comenzando a excitarme. No sabía si se iba a resistir, pero no se perdía nada por probar. Decidí levantarme, deshaciendo el beso. Él, con los ojos entrecerrados, se levantó también y decidió continuar el beso. Cuando ya estábamos los dos completamente pegados el uno al otro, le agarré una pierna y la coloqué en mi cintura, él la dejó ahí y no la movió. Hice lo mismo con la otra pierna y al final acabé teniéndolo en brazos. En todo eso no deshicimos el beso, pero la verdad es que pesaba bastante.

 

     Lo acabé llevando a mi habitación y cerré la puerta con la espalda. Acto seguido lo tiré en la cama y me coloqué encima. Había un bulto en mis pantalones que comenzaba a molestarme, pero luego me di cuenta de que no era el único.

 

     Comencé a besar y a morder su cuello mientras abría los botones de su camisa para dejarme ver un poco más de su blanca piel. Él lo único que hacía era gemir, excitándome aún más. Volví a besarle mientras le quitaba la camisa, dejando su torso al descubierto. Comencé a bajar por su cuello hasta  llegar a su pecho y morder y masajear un poco sus rosados botones. Él seguía gimiendo y yo seguía bajando con mi lengua… hasta que llegué a sus pantalones.

 

     Desabroché el botón y bajé la bragueta. Llevaba un pequeño bóxer que hacía completamente notoria su erección. Su sonrojo lo podría haber visto hasta un ciego, parecía un tomate de ramas negras. Saqué su virilidad y comencé a masajearla.

 

-           Ahhh… mmnaahh… Na…Na… - trataba de decir mi nombre entre sus gemidos, pero al parecer le costaba.

 

     Gimió más fuerte cuando rocé su pene con mi lengua. Luego la engullí entera, comenzando un vaivén lento y monstruoso para él. Simulaba embestidas tratando que fuera más rápido, pero me gustaba hacerlo sufrir. Varios minutos después noté cómo el sonido de sus gemidos aumentaba y sus embestidas eran más rápidas. Saqué su hombría de mi boca y tapé la punta para que no se corriera.

 

-           No… nhaaahhh… por… por favor… déjame – me suplicaba con lágrimas en los ojos, pero no cedí.

 

     Me levanté a por unos “objetos sexuales” diciéndole que no se atreviera a masturbarse. Volví con lubricante, habría traído condones, pero no me quedaban, así que... Cuando él me vio palideció un poco, sabía lo que eso significaba. La cara con la que yo le miraba reflejaba completamente la lujuria que sentía en ese mismo momento, incluso daba miedo. Me eché un poco de lubricante en los dedos y le dije que separara las piernas. Él, un poco asustado, me hizo caso. Separó las piernas, dejándome deleitarme con las vistas. Primero metí un dedo, a lo que ni se inmutó, así que metí otro. Comenzó a gemir mientras yo los movía… hasta que metí un tercer dedo. Gimió más fuerte, pero se mezclaban los de placer y los de dolor. Y entonces saqué los tres de golpe, a lo que él emitió un pequeño gruñido de desaprobación.

 

-           Así está bien, ¿no? – hice como si no quisiera continuar - ¿Nos vamos a dormir?

 

-           N-no – gimió. La cara que puso, sonrojada y con pequeñas lágrimas en los ojos, hizo que mí ya dura erección se pusiera aún más dura.

 

 

-           ¿Qué? ¿Quieres algo más? – me hice rogar, quería que me pidiera que le follara, pero que me lo dijera con palabras, con las suyas.

 

 

-           Me…mete…t-tu… mi-mi… tu p-pene… - yo hubiera querido que lo dijera más claro, pero ya no podía aguantar más.

 

     Eché un poco de  lubricante en  mis  partes privadas, y otro poco en su entrada. Acerqué mi pene hasta ahí y levanté la cabeza para besarlo y relajarlo. Entonces, poco a poco, le fui metiendo mi hombría en su… ¿hembría?

 

-           Due…duele – gimió.

 

 

     De sus ojos ya saltaban las lágrimas. Comencé a masturbarlo mientras le besaba y le embestía lentamente, para que así olvidara el dolor y sintiera solo el placer. Después de pocos minutos me rogó que fuera más rápido, y así hice. Bastantes minutos después, en los que nuestros gemidos se pudieron oír por todas partes, él se corrió, y yo me corrí, dentro de él ya que no usamos protección.

 

     Nos tumbamos en la cama, abrazados, y en pocos minutos ya estábamos dormidos…

Notas finales:

Jaja, este capítulo me salió un poco más largo... gracias al lemmon xD

Bueno... gracias a todos los que me enviaron reviews, y al anonimo que me señalo el gran fallo que tuve (cierto, la diferencia de 14 y 18 no es de dos xD )

Bueno... se habrán dado cuenta de que para mí también son paga los reviews ¿eh?


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