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Nunca sabes que hay detrás de un armario por Keelop

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Notas del capitulo:

¡Buenas tardes!

Aqui traigo la continuación de la historia. Espero que la disfruteis, aunque esta parte es más tranquila, o eso creo jajaj.

Labios contra labios. Lengua contra lengua. Mis manos contra su nuca y su pelo. Sus manos contra mi cadera y mi espalda. Mi primer beso estaba siendo apasionado, salvaje y duro. Al principio había sido muy suave, supongo que Alex estaba intentando que me adaptara a su ritmo para poder seguirlo, aprendiendo poco a poco cómo besar. Después, conforme pasaba el tiempo aumentaba la pasión, el sentimiento y el movimiento de nuestros labios. No me imaginaba un primer beso mejor. Alex estaba logrando hacerme sentir en la gloria. Pero, después de pasar unos cuantos minutos, casi media hora, besándonos, nos separamos, bueno más bien me separé yo. Eran las dos y diez aproximadamente, y yo debía irme, se supone que hace más de una hora que estoy en el baño. Poco creíble. Alex accedió a separarse de mí, aunque solo fueran los labios, ya que seguía manteniendo mi cadera agarrada fuertemente y mi pecho muy cerca del suyo. Pude apreciar, a pesar de la mala iluminación del local, lo hinchados y rojos que estaban sus labios, normal después de la ronda incesable de besos que nos habíamos regalado. ¿Cómo estarían los míos? ¿Igual de hinchados? ¿Igual de rojos? ¿Mis amigos notarían lo que acababa de hacer? Tenía miedo de enfrentarlos en ese estado, aunque estaba mejor que antes, por lo menos ahora no tenía ninguna erección dentro de mi pantalón, porque, a pesar de lo apasionado y excitante que había sido nuestra batalla bucal, no habíamos tenido ningún contacto más íntimo que nuestros labios. Aunque eso ya había sido bastante.

 

-Me tengo que ir.- Dije yo apartando mi cara, para verle a los ojos. Pero el no me dejó alejarme mucho, ya que nuestras narices seguían juntas. Él miraba mis ojos y yo los suyos en un intenso intercambio de miradas. Sonreíamos, ambos lo hacíamos. Yo estaba feliz. Alex no me gustaba en un sentido amoroso, no estaba enamorado de él, pero, aun así, me embriagaba la felicidad al saber que había dado mi primer beso a un chico, a un chico tan guapo y que me había tratado con tanta delicadeza, al menos en ese momento tan especial.

 

-¿Por qué?- Me preguntó él sonriendo, aferrándose más a mí. Me dio un leve pico y yo no pude hacer otra cosa que sonreír más. Era espontáneo. Todo con él lo era.

 

-Mis amigos están abajo esperándome. Hace ya bastante que tenía que haber vuelto, se deben de pensar que me he colado por el retrete. Bueno, eso solo si se han dado cuenta que aun no he vuelto- Respondí yo irónicamente borrando esa enorme sonrisa que hacia pocos segundos había inundado mi cara. Él también cambió su expresión, aunque no sabia si la que puso era de tristeza o de enfado. Aun no le conocía lo suficiente.

 

-¿Qué ha pasado?-Volvió a preguntar, a la vez que me repartía unos cuantos besos por la mejilla, bajando hasta el cuello, donde dejó vagar libremente a sus labios. Temblé. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Debía parar esto o no me iría nunca.

 

-Ya lo viste hoy, Lucas ha preferido quedarse con Chris. Supongo que no soy lo suficientemente bueno para ser amigo de tu hermano- Confesé yo separándome totalmente de él, haciendo fuerza con mis manos en su pecho. Esta vez él aceptó alejarse de mí. Me miró fijamente, pensativo. No quería decirlo en voz alta, pero necesitaba que alguien me consolara, aunque no tenía muy claro si quería oír lo que otros pensaban acerca de lo que estaba pasando con Lucas. ¿Y si Alex pensaba que yo era un chico exageradamente celoso y no le gustaba? Pero, ¿Qué más da lo que pensara el de mí?

 

-No creo que mi hermano piense igual que tú. Él te quiere, eres su mejor amigo y eso no creo que vaya a cambiar por la aparición de otra persona. Pero, si eso te preocupa tienes que hablar con él. Ya sabes, ser sincero con él y aclararlo.- Me contestó él después de unos segundos en silencio. Yo suspiré. Supongo que tiene razón, no debería haber dado por supuesto que lo que había visto hoy era un reemplazo, aunque Lucas pensó lo mismo de mí el primer día de clase.

 

-Me da vergüenza decírselo- Confesé inocentemente. Él me miró interrogante y yo añadí- Es que no quiero que piense que no me gusta que se relacione con otra gente. Además, Chris al principio le caía mal porque tu hermano pensaba que yo le deje un poco de lado por él.

 

-¿Por eso discutíais el otro día en su cuarto?- Preguntó él mirándome con una pequeña sonrisa sincera. Yo asentí y desvié la vista a mis pies, evitando su mirada. No quería recordar como me trató Alex ese día.- Pues si fue por eso debes hablar con él, entenderá como te sientes. Después de todo él también ha sentido lo mismo, ¿no?

 

-Tienes razón- Asentí yo. –Oye, Alex, debería irme ya.- Levanté la vista a sus ojos, que me miraban intensamente. ¿Cómo me debería despedir de él? Él había iniciado todo contacto conmigo pero, aun así, si era yo quién se iba lo normal sería que yo me despidiera. ¿Debería darle un beso? Me encantaría hacerlo. Lo estaba deseando. Pero no se si tendría valor suficiente de acercarme a sus labios.

 

-Si, creo que ya te he retenido lo suficiente.- Dijo él apartándose totalmente de mi, apoyándose al lado mío en la pared. Antes de que yo dijera algo, él se me adelantó- Por cierto, sé que no es de me incumbencia y no tienes que contestar si no quieres  pero, ¿has besado ya a alguna chica delante de Lucas?

 

-¡Mierda! Sé me había olvidado por completo.- Dije yo poniéndome nervioso. Tenia que hacerlo, cumplir lo que ponía en el asqueroso papel que había dentro de la botella de ron, y más ahora que Lucas y yo no estábamos en muy buenos términos. ´

 

-Eso quiere decir que he sido la primera persona en probar tus labios, ¿cierto?- Añadió mi acompañante pícaramente, posando su mano en mi nuca, acariciándola con su pulgar lentamente. Yo le miré aun más nervioso, esbozando una leve sonrisa. Me sonrojé y asentí con la cabeza, ¿para qué negar lo evidente? Tras la afirmación, me sonrió ampliamente y tiró de mi nuca con fuerza, pero no tan fuerte como para hacerme daño, y empotró sus labios contra los míos. Esta vez yo reaccioné rápidamente, correspondiendo el beso al instante. Sus labios sobre los míos, apresándolos como si le fuera la vida en ello. Después de unos pocos minutos deleitándonos con nuestros respectivos sabores. Él se alejó, me dio un leve pico y seguidamente un beso en la frente- Ve abajo con tus amigos y no te cortes al besar a una chica, ya estás listo para ello.-Tras regalarme una amplia sonrisa se fue, dejándome con la palabra en la boca. No me dejó despedirme si quiera. Creo que debería de sentirme un poco idiota por su última frase, al parecer le daba igual que me liara con otras. De hecho me animaba a que lo hiciera, menudo amante más pasota. Espera, ¿He dicho amante?, no creo que quisiera decir eso realmente.

 

Después de despejarme un poco decidí bajar al primer piso, donde se supone que se encontraban mis amigos. Pero, antes de bajar pasé por el baño para arreglarme un poco el pelo y la ropa que había quedado arrugada tras los encuentros con Enrique y Alex. Ya que estaba en el piso de homosexuales decidí entrar al baño privado de dicha zona, a ver que se cocía por ahí, aunque me ponía un poco nervioso, por lo que había escuchado todos se llevaban allí a sus parejas o ligues para tener relaciones sexuales. Una vez entré me di cuenta de cuánta razón había en lo que había escuchado. El baño disponía de tres cubículos y cuatro espejos, cada uno con su respectivo lavamanos. Era todo muy moderno, todo tenía colores oscuros, negro, gris, etc.  Además, al lado de la puerta, que era corredera, había un gran armario con desodorantes, condones, lubricantes, colonias, peines y muchos elementos indispensables que debe tener un baño, desde mi punto de vista era un poco exagerado, pero molaba que pusieran a disposición de los clientes tantos “recursos”, por así llamarlos, aunque en el resto de los pisos eso no existía. A parte de eso, me llamó la atención que los tres cubículos estuvieran ocupados, y no exactamente por necesidades básicas, aunque seguro que así lo considerarían todos allí, incluso había una pareja haciéndolo en el lavamanos. Era la primera vez que veía a dos hombres tener sexo en directo, en realidad nunca había visto a nadie hacerlo sin una pantalla por medio, y no pude evitar mirar. Uno de los chicos estaba con ambas manos agarrando el lavamanos y la cabeza gacha, al igual que su cuerpo, mientras que el otro estaba detrás de él, embistiéndole salvajemente, de hecho llegué a pensar que él de adelante se debía estar haciendo mucho daño al darse contra el lugar donde estaba apoyado debido a la violencia de los movimientos de su acompañante. La verdad es que ambos eran guapos, tenían muy buenos cuerpos, los dos eran morenos y con espaldas anchas, aparentaban la misma edad e incluso la misma altura.  Los gemidos de ambos llegaron a mis oídos en cuanto crucé la puerta del baño, eran unos gemidos que transmitían placer, deseo, aventura, pero, a su vez, estos quejidos de los dos jóvenes que se encontraban en mi campo visual se veían opacados por los procedentes de uno de los retretes, esos sí que eran salvajes y desenfrenados, parecía que en vez de tener sexo estaban matando a alguien. Cuando entré, me fijé en que el hombre que estaba penetrando al otro moreno en el lavamanos me vio y, nada más hacerlo, aumentó el ritmo de las embestidas, haciendo gemir a su acompañante más fuertemente. Si lo que quería era excitarme lo consiguió, porque antes de poder analizar más los baños, aunque ya lo había hecho lo suficiente como para saber que yo no quería mantener ningún tipo de acercamiento sexual con nadie en un sitio como ese, tuve que salir de allí por temor a ser descubriendo haciendo algo que no debería, probablemente.

 

Justo cuando salí de baño, a toda prisa, me choqué con alguien que salía del baño de mujeres, pero yo estaba demasiado revolucionado como para girarme a ver quién era esa persona o como para pedir disculpas. No me apetecía que alguien viera lo sonrosado que estaba por lo acontecido hacia unos segundos. Igual me creían un voyeur, y yo no lo era. Antes de poder seguir mi camino noté unos brazos alrededor de mi cuello, alguien me estaba abrazando. Pensé en apartarme, en quitarme de encima a esa persona molesta de un empujón, pero su voz evitó que lo hiciera.

 

-¡Hola Thiago, amigo de Lucas! No sabía que tú también eras homosexual-Si, efectivamente era Emily, la novia falsa de mi…mi…del hermano mayor de mi mejor amigo. La verdad es que ahora que sabía que no era en realidad la novia de Alex, me caía mejor. A ver, no es que tuviera nada contra ella, pero si se juntaba con él, ¿muy buena no podía ser, no? Además, apenas me conocía y ya me trataba con mucha efusividad, aunque en casa de mi mejor amigo había sido más seca, no tanto como yo pero bueno.

 

-¡Hola Emily!- Dije yo, tratando de sonar igual de emocionado que ella, aunque no tengo muy claro haberlo conseguido. A mí no me salían ese tipo de cosas que tenían tanto que ver con socializar.- ¿Cómo tu por aquí? ¿Y Alex?- Pregunté yo inocentemente. Después de todo, si no sabía que yo era homosexual es porque no sabía lo que había pasado entre Alex y yo. Y si é no quería que ella se enterase, no sería yo quien se lo dijera.

 

-Pues, es que yo siempre he querido ver una discoteca homosexual, y había oído hablar de ésta, así que he venido con Alex y otros amigos.- Me respondió nerviosa soltándome por fin. Yo no hice ningún comentario acerca de que lo sabía todo, eso solo la habría puesto más nerviosa y era muy probable que se hubiera ido corriendo, justo como habría hecho yo.

 

-Oye Emily, me tengo que ir ya, ¿vale?- Dije yo recordando que debía volver con mis amigos de una vez. Ya me había entretenido suficiente. Ella me asintió, y recordé decirle- Y, por favor, no digas que me has visto aquí. Es un secreto y no quiero que nadie se entere, ¿vale?- Supliqué, y sin esperar respuesta, la di un beso en la mejilla y me fui rápidamente de allí.

 

Cuando llegué abajo el ambiente había cambiado mucho, los críos de catorce años que antes dominaban tanto la barra como la pista habían desaparecido y habían sido suplantados por jóvenes de dieciocho o más. Siempre era así. A la una de la mañana, aproximadamente, todo cambiaba, hasta la música pasaba a ser más lenta y sensual, y las luces más llamativas y coloridas. Y, entre toda esa marabunta de gente estaban mis amigos. Paola estaba bailando con Chris tranquilamente, aunque ambos parecían aburridos y borrachos, y María y Lucas estaban en la barra mirando hacia todos los lados, como buscando a alguien. Esperaba que no fuera a mí, aunque fuera demasiado evidente que así era.

 

Justo cuando estaba a mitad de la escalera, los ojos de Lucas se posaron en los míos y, con un rostro muy enfurecido, vino hacia mí, abriéndose paso fácilmente entre la pista de baile. Una vez llegó a mí, tan solo él, pues María había decidido no acercarse, probablemente para darnos nuestro espacio, me agarró fuertemente del brazo y tiró de mí hacia una de las esquinas del local, donde menos ruido había. Su agarre era fuerte y demandante, casi tanto como la dureza que había en su mirada. Parece que estaba enfadado, muy enfadado para mi gusto.

 

-¿A dónde se supone que has ido?, ¿Te haces una idea de lo preocupados que estábamos?, ¿Hoy es tu día para martirizarme, enserio? Primero lo de esta mañana y ahora esto. ¿Qué coño pasa contigo Thiago?- Me inquirió dándome en el pecho tres veces con el dedo índice, gesto que indicaba que su enfado era monumental y que debía elegir muy bien mis palabras si quería salir vivo de allí. Pero, entonces recordé su actitud con Chris y no pude evitar igualar, o incluso superar, su estado de enojo.

 

-No vayas tan rápido, por favor Lucas. He ido a dar una vuelta, ¿vale? Me estaba aburriendo, tú y Chris estabais muy ocupados ligando, y María estaba con otro chico. La verdad no me apetecía pasarme la noche haciendo de niñera de Paola.- Dije yo haciendo lo mismo que hizo el con el dedo índice en mi pecho- No entiendo por qué te preocupas tanto, después de todo eres tú quien me ha estado evitando desde que salimos del instituto esta mañana, así que no me montes escenas. Mejor te guardas tu rollo de hermano mayor sobreprotector para cuando te comportes como un buen amigo.- Sé que eso dolió, su cara se transformó en una triste, arrepentida, suplicante de perdón, pero a la vez cabreada por mi falta de respeto hacia nuestra amistad y mi cuestionamiento de la misma. La verdad es que también me dolió a mí, pero estaba realmente cabreado y no atendía a razones en ese momento.- Y ahora, si me disculpas, tengo algo que hacer.- Añadí antes de irme hacia donde se encontraban Chris y Paola bailando. Notaba a Lucas detrás de mí, siguiéndome, probablemente él no  había dado por terminada nuestra conversación y quería seguir interrogándome, y yo no quería darle el gusto. Así que, sin hacerme derogar, nada más llegar a donde estaban los dos nuevos bailando, le dije a Chris “no te importa que te la robe un momento, ¿no?”, y ante la cara emocionada de ella y la extrañada de él, la besé, junte mis labios con los suyos en un leve roce que ella se encargó de llevar a otro nivel, introduciendo su lengua en el juego.

 

Este beso era distinto al que me había dado con Alex, en éste yo era quien dominaba la situación, yo guiaba nuestras lenguas en unas suaves caricias. No era como él de Alex, apenas la tocaba una mejilla con la mano, mientras mantenía la otra apoyada ligeramente en su cadera, casi sin tocarla. Ella sin embargó se tomó muchas libertades y posó ambas manos en mi cuello, atrayéndome más hacia ella, y yo, a pesar de que no era lo que quería, no me negué. Otra diferencia con el beso que había compartido con Alex era que en este no había cerrado los ojos, así que pude ver las expresiones de mis amigos. Chris me miraba sorprendido, casi podía leer en su mirada la pregunta del millón “¿pero tú no eras gay?”, Lucas también me miraba sorprendido, él tenía el primer plano del beso ya que estaba al lado de ambos, era como si su enfado hubiera sido reemplazado por un interrogante enorme, ¿tampoco debería ser tan raro que yo me besara con una chica no? Después de todo, yo nunca me había reconocido homosexual ni nada. También pude ver a María, que en ese momento se acercó a Lucas, seguramente tras ver el beso fue a preguntarle el porqué de mi repentino arrebato. Ella me miraba enfadada y supongo que tenía motivos, ella siempre me decía que debía ser quien yo era, que no debía hacer cosas para caer bien a los demás, que debía gustar a la gente por ser yo mismo, aunque, claro, ella no sabía nada acerca de mi acosador anónimo.

 

Después de un rato besando a Paola, unos pocos minutos que a mí se me hicieron eternos, paramos y nos separamos ligeramente, ya que se negaba a soltar mi mano derecha, parte de mi cuerpo que había agarrado entre la “fogosidad” del beso. Ahora debía de quitármela de encima. No había contado con que, tras el beso, debería aclararle que no me gustaba, que solo había sido un lio de una noche y que no se iba a volver a repetir. Después de todo, los españoles hacemos eso constantemente y no pasa nada. Besos sin sentimientos de por medio y sin compromisos.

 

Y, además tenia que explicarle a María lo que acababa de pasar, y tenía la impresión de que no me iba a salvar de su enfado por muy buena que fuera la explicación. Pensé en fingir que estaba borracho, pero ya era un poco tarde para ello, además yo no bebía casi nada y ella lo sabia. Decir que me gustaba Paola sería una enorme mentira, además de estúpida teniendo en cuenta mi condición secreta de gay. Me quedaba sin excusas y decir la verdad no era una opción.

 

Aproveché un momento de despiste de Paola, que se giró para mirar a unos chicos mayores que la miraban con deseo, y me escabullí rápidamente hacia el baño, esta vez el del mismo piso en el que estábamos todos. Igual conseguía un poco de tiempo para pensar algo, y con un poco de suerte Paola se tiraba a los brazos de uno de esos tíos que tanto la miraban.

 

El baño de ese piso estaba vacío, no había nadie. Y, comparándolo con el del piso de homosexuales era un cuchitril. Apenas había dos cubículos pequeños y dos lavamanos. No había ni condones, ni desodorantes, ni ningún tipo de utensilio de aseo. Al comparar ambos baños no pude evitar sonreír, en esta discoteca parece que mimaban más a los homosexuales que a los heteros, y eso me resultaba tan gracioso como gratificante.

 

Me metí en uno de los cubículos, al parecer no me había dado cuenta del tiempo que llevaba sin ir al baño hasta que no entré en ese baño. Seguidamente de mí, cuando yo ya estaba meando, oí que alguien entraba rápidamente, dando fuertes zancadas. Dicha persona abrió de un portazo la puerta contigua a la mía, pero no entró allí, si no que fue hasta mi cubículo y se paro delante, haciendo que la sombra de sus pies se colara en las baldosas que estaban cerca de los míos. Seguramente será Lucas, pensé. Así que cuando terminé, me senté sobre la tapa del retrete. No tenía ganas para enfrentarlo todavía, y menos después de lo que le había dicho. Pero, la persona de detrás de la puerta no parecía conocer la palabra intimidad y tranquilidad, ya que empezó a aporrear la puerta sin parar, aunque tampoco es que los golpes fueran muy fuertes. No hablaba, solo daba golpes en mi puerta. Y ya me estaba causando dolor de cabeza, así que decidí quitar el pestillo para salir, pero como si fuera un “deja vu”, pero al revés de esta mañana, la persona que estaba fuera entró de golpe, haciéndome caer sobre la tapa donde había estado sentado segundos atrás. No, no era Lucas. Y no sé si eso fue para bien o para mal. Adrián estaba ahí, en el mismo baño que yo, mirándome con una sonrisa lasciva. Yo le miré fijamente, aunque con miedo. Él cerró la puerta con el pestillo y se acercó lentamente hacia mí, mientras yo trataba de averiguar la forma de salir de allí, sin necesidad de haber ningún herido. Su mirada me daba miedo, aunque después de todo lo que había pasado con Alex ya no me sentía tan indefenso como el lunes, y no entendía el porqué.

 

-Thiago, Thiago-Me dijo sonriendo ampliamente, al ver mi expresión de miedo.- ¿Cómo tu por aquí? Y solo. Yo pensé que solo ibas al baño cuando iba Lucas.-Siguió hablando mientras emitía una leve carcajada que me hizo sentir arcadas- Pero parece que me equivocaba. Igual no eres tan maricon después de todo, ¿no?- Terminó de hablar mientras me agarraba fuertemente el mentón, evitando que desviara la mirada. Yo le miré a los ojos, y ya, con menos miedo, me apresuré a contestar. Aunque quizá no tendría que haber abierto la boca.

 

-Pues no, igual te equivocabas al pensar que me gustan las pollas. Pero, eso no quita que a ti te gusten, ¿no? Fuiste tú quien quiso que un hombre le tocara la polla, no yo.- Si, definitivamente debería haberme quedado callado. Lo más probable es que ahora me diera una paliza, o algo peor. Una cosa era que perdiera un poco el miedo, pero otra que mi enfado con el mundo me hiciera contestar de forma tan chulesca a mi pesadilla personal. Y, por la mueca de disgusto que puso no creo que a él le hiciera mucha gracia mi arrebato de violencia verbal.

 

-¿De repente eres un puto valiente?- Me preguntó Adrián agarrando mi pelo fuertemente con una de sus manos y tirando de mí hacia arriba, haciéndome levantar. Yo no pude evitar emitir un quejido de dolor ante el improvisto ataque. Él rio de nuevo, le gustaba sentirse poderoso, eso estaba claro- Pues que sepas que esa puta valentía acabará matándote. Y el hecho de que ahora te dé por liarte con chicas, por muy guapas que sean, no te quita tu condición de maricón.- Volvió a reír. Y yo apreté la mandíbula, Adrián tenía razón, pero él no era quien para decir eso. Así que me quedé callado, tragándome mi mal humor, para evitar que aquella situación fuera a peor.- ¿Sabes que? Por hoy tu chulería no va a tener ningún castigo. Puedes irte.-Dijo él abriendo el pestillo, invitándome a salir. Yo, con miedo por lo que podría hacerme al pasar a su lado, me fui acercando lentamente hacia la puerta, y justo cuando estaba a punto de salir, noté como me agarraba el brazo y desde atrás me decía-Tómatelo como un regalo por haber dado tu primer beso a una chica.- Y me soltó, así que sin esperar a volver a escuchar su estridente risa, salí rápidamente del baño y fui hacia la pista de baile donde había dejado a mis amigos, que ahora estaban en la barra.

 

Me acerqué rápidamente, y para evitar que Paola, que aun no me había visto, se me lanzara al cuello, abracé a María fuertemente. Ella correspondió el abrazo muy débilmente, dándome a entender que estaba muy enfadada y ese abrazo no arreglaba nada de lo que había pasado.

 

-Lo siento. Enserio, lo siento- La susurré al oído mientras la apretaba un poco más entre mis brazos, pero ella seguía sin abrazarme con la misma intensidad que yo. Sentí que necesitaba decirle lo que sentía en ese momento, al menos una parte de lo que sentía. No la mentiría, solo la diría la verdad a medias.-Jope María, es que estaba enfadado por todo lo que había pasado hoy y necesitaba hacer algo para que Lucas me viera. Sé que es una estupidez pero a veces creo que Lucas me ve como a un niño, y después de haberle visto con Chris hoy, siento que él necesita hablar con alguien a quien vea como él. Ya sabes, con experiencia con chicas y esas cosas.- Esta vez, ella si que me abrazó, y más al ver que yo empezaba a sollozar levemente. Sabía que podía sonar como una tontería, pero era lo que yo sentía, y tenía que decírselo, al menos a ella. No podía ocultarla todo, y bastante era ya lo que no le había contado.

 

-No pasa nada. Supongo que tienes razón, aunque si que es una tontería, pero igual es verdad lo que dices y estoy intentando entender como te sientes- Me dijo ella separándose un poco y dándome un beso en la mejilla. Yo ya me había calmado un poco al oírla decir eso-Es solo que me da rabia que lleves tanto tiempo esperando a un chico al que querer para darle tu primer beso y que justo ahora sea una chica que ni siquiera te gusta quien te lo dé. Pero supongo que no debería meterme en eso tampoco, es tu vida.- No pude evitar mirarla un poco dolido. ¿Qué no debería meterse en mi vida? Ella tenia todo el derecho a meterse, yo le había dado la confianza para que lo hiciera siempre que quisiera. Yo quería que me dijera siempre lo que pensara y que criticara mis decisiones.

 

-¿Pero que dices? Yo quiero que te metas en todo lo que me concierne. Ya sabes que te he dado la confianza  para hacerlo, así que hazlo y no digas esas cosas.-Dije yo dándola varios besos en la cabeza, sonriendo. Ella solo asintió y volvió a abrazarme. Pero antes de que pudiéramos estar más tiempo juntos una voz nos hizo separarnos.

 

-Oye María, que Thiago es mío- Dijo Paola metiéndose entre nosotros haciendo un puchero. Así que María se apartó de mí dirigiéndome una mirada severa que entendí a la perfección. Debía hablar con ella y aclararlo todo. Y así lo haría.

 

-Paola, ¿podemos hablar un momento?- Dije yo suavemente, un poco serio. Ella me sonrió ampliamente y negó con la cabeza rápidamente.

 

-Ya sé lo que me vas a decir Thiago, y estoy bien con ello. Entre nosotros no hay nada, no sientes nada por mí y esto solo ha sido un lio de una noche. Estoy bien con ello. Somos amigos, ¿no?- Me dijo ella sonriéndome, con una sonrisa que parecía sincera. Yo asentí rápidamente. Si, seriamos amigos y ya está. Si para ella estaba bien así, para mi mejor. Menos mal que era eso lo que quería ella, porque a pesar de que estaba decidido a hablar con ella, sabía que no podría decirle lo que pensaba de forma tan directa.

 

-Bueno, creo que ya es hora de irnos, ¿no?- Interrumpió Lucas mirando hacia mí. Todos asentimos y salimos de allí para dirigirnos tranquilamente a nuestras respectivas casas.

Notas finales:

Muchas gracias por leer el fic.

Espero que les haya gustado y que comenten lo que les ha parecido^^


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