En ese momento se sentía un idiota, parado en esa esquina y con el frío calando sus huesos a pesar de llevar un grueso abrigo negro. Frotó sus manos una contra la otra para darse más calor, ya que los guantes no le eran suficientes. Podría estar dentro del local, pero por alguna razón no podía dar un paso adelante. Parecía un acosador, pero simplemente no podía dejar de pensar en él. Desde el primer momento que lo vio supo que era alguien diferente. Ni él mismo comprendía que significaba ese sentimiento y por esa razón necesitaba verlo. Los pequeños copos de nieve comenzaron a caer poco a poco, aunque eso dejó de importarle cuando a lo lejos reconoció una cabellera rubia. Sonrió de lado e iba a interceptarlo, pero antes de hacerlo un par de sujetos salieron del callejón deteniendo el paso del rubio. Él frunció el ceño, y antes de dar un paso para ayudarlo, Naruto ya había golpeado a los dos sujetos y había salido corriendo a su dirección. Cuando lo tuvo cerca lo abrazó por la cintura, pero éste comenzó a removerse a punto de golpearlo. Esquivó el puño y lo apretó más fuerte.
–¡Espera, soy yo, dobe!
Naruto dejó de forcejear, alzó la vista y miró los ojos negros de su "captor".
–¡Sasuke! ¿Qué haces aquí?
Preguntó curioso sin importarle que los brazos del Uchiha siguieran alrededor de su cintura. Al percatarse de ese hecho sus mejillas enrojecieron.
–¿Puedes soltarme, teme?
Sasuke retiró sus brazos algo apenado. Parecía un colegial enamorado, aunque no se distanciaba mucho de la realidad.
–Solo pasaba por casualidad.
El Uzumaki alzó una ceja sin creer esa excusa barata. ¿Pasar por ahí a esa hora? Quiso preguntarle otra vez, pero al ver su cara enrojecida sólo sonrió. Sasuke estaba haciendo un gran esfuerzo. Lo conocía poco, pero sabía que tenía un gran orgullo, y que estuviera ahí esperándolo en medio del frío decía mucho.
–Entonces, ¿quieres acompañarme a tomar un café?
–Claro.
Ambos comenzaron a caminar. La nieve ponía resbaloso el pavimento y Naruto no puedo evitar caer a unos cuantos pasos.
–¡Auch!
–Sujétate de mi brazo o te caerás otra vez por ser tan dobe.
–¡Y lo dice un teme presumido!
–No es como si yo quisiera que te sujetaras de mí.
El Uchiha encogió los hombros y metió las manos a los bolsillos de su abrigo comenzando a caminar, sin embargo no esperó sentir un jalón en su brazo y descubrir a Naruto sujetándose de él. Sonrió ligeramente sin decir nada, no quería arruinar ese momento. El calor de Naruto le agradó demasiado.
-.-
Sasuke abrió los ojos, contemplando el techo de su habitación. ¿Por qué tenía que soñar (o mejor dicho, recordar) las cosas que vivió con Naruto en el pasado? ¿Por qué no lo dejaba sepultado en su memoria? Suponía que era por tenerlo otra vez en su vida. Siempre pensó que lo olvidaría por completo, pero el destino no estaba de acuerdo. E inevitablemente recordó que ese día se casaría con él. Un simple trámite que los uniría por completo. Un papel que consiguió sin problemas. En cuanto llegó a su casa le marcó al único abogado que redactaría un acta de matrimonio a esa hora de la noche. Kakuzu era un hombre demasiado avaricioso que vendería su propia alma al demonio por una fuerte suma de dinero. Y con la cantidad adecuada haría cualquier cosa, aun si no dormía.
Sabía que era demasiado rápido, pero debía aprovechar la vulnerabilidad de Naruto, una cosa que siempre había caracterizado al Uzumaki era su gran fortaleza. Y con sus defensas bajas por el accidente de Yusuke tendría que aprovechar la oportunidad. Tampoco le gustaba utilizar a su hijo para llegar a eso, pero era necesario si quería tener a Naruto a su lado sin que se resistiera.
En unas cuantas horas más Naruto sería solo suyo.
OwO
La tarde comenzaba a caer, se fijó en su reloj y luego en el gran edificio frente a él. A Naruto le pareció increíble que estuviera ahí de nuevo. El día que fue a pedirle ayuda a Sasuke ni siquiera le prestó atención a las instalaciones, su mente solo se concentraba en su hijo, que pasó por alto que había entrado nuevamente a Akatsuki corp., el mismo lugar en donde había ido con Kiba. Al salir del hospital había corrido a un café internet, cruzando los dedos por encontrar a Sasuke en un lugar cercano de la ciudad, y cuando apareció su fotografía y la información de la empresa en que trabajaba escribió la dirección sin importarle otra cosa. Ahora que ya estaba más calmado, se regañaba a sí mismo por no poner más atención a las cosas. Definitivamente el destino le jugaba pasadas muy malas, aunque ya no era tiempo de pensar en eso.
Tomó una gran cantidad de aire esperando que los nervios no salieran a flote. Entró a la recepción, ignoró a cualquier persona y subió al ascensor al último piso. Cuando llegó encontró a la misma pelirroja que trabajaba de secretaria para Sasuke, y antes que le dijera una sola palabra ella acomodó sus lentes y le indicó que pasara. Tocó una vez antes de escuchar la voz del moreno indicándole entrar.
–Por fin llegas, Naruto.
La voz de Sasuke sonaba tan seria como siempre, le indicó el sillón frente a su escritorio y con pasos lentos caminó hasta el lugar. Tomó asiento esperando que Sasuke continuara, pero tampoco le pasó desapercibido el hombre que lo acompañaba. Un hombre alto, de tez oscura y una mirada desagradable. Algo no le daba buena espina de esa situación.
–Él es Kakuzu, mi abogado –indicó al notar la mirada de Naruto sobre el hombre.
El Uzumaki frunció el ceño ligeramente. ¿Qué hacía un abogado ahí? Pensó que esa visita sería para discutir la propuesta, no para cerrar el trámite. Era demasiado rápido. ¡Ni siquiera le había dicho que aceptaba la propuesta!
Y casi como si el Uchiha le leyera la mente, continuó hablando.
–Kakuzu realizó el acta para casarnos. Sólo te llamé para que firmes.
Naruto se levantó exaltado de la silla.
–¡¿Tan pronto?! ¡Es muy exagerado! Apenas ayer me lo propusiste' ttebayo.
Sasuke no cambió su semblante serio.
–Te recuerdo que yo cumplí mi parte del trato, y me diste tu palabra que harías cualquier cosa que te pidiera. No veo por qué seguir esperando. ¿O acaso quieres una boda de ensueño, dobe?
El tono burlón en la pregunta hizo que apretara los labios con enojo, pero tenía que controlarse para no soltarle un golpe. No le permitiría que se burlara de él, pero el Uchiha tenía razón al decir que no esperaba una boda de ensueño (él nunca soñó con una boda perfecta como muchos lo hacían), aunque jamás se imaginó que su "boda" sería de esa manera. También estaba su palabra, él nunca se retractaba.
–No, no espero nada de eso, pero sigo pensando que es demasiado rápido.
Sasuke negó con la cabeza, alzando la mano para que Kakuzu le entregara el papel.
–Esto es un mero trámite. Mi firma ya está aquí, solo falta la tuya –indicó con su dedo índice la línea en blanco del documento. Puso el papel sobre el escritorio, frente a los ojos azules de Naruto y le dio un bolígrafo. El rubio se quedó inmóvil.
Kakuzu notó la inseguridad del Uzumaki y no dijo nada. Le importaba poco lo que ahí ocurriera, con que le pagaran el cerraría la boca. Sasuke le había advertido que no le dijera una sola palabra a su padre, y con la buena cantidad de ceros escritos en su cheque él se quedaría callado. A menos que hubiera una oferta mejor.
Naruto suspiró ligeramente, sintiéndose acorralado. No saldría de ese lugar hasta firmar el dichoso papel. Así que entre más rápido terminara, mucho mejor. Iba a tomar el papel para leerlo (no era idiota, sabía que antes de firmar algún documento debía leerlo), pero antes de alzar la hoja la mano de Sasuke se estampó sobre ésta impidiéndolo. El Uzumaki levantó la mirada observando los ojos fríos del Uchiha.
–Solo firma, no tienes que leerlo.
–No voy a firmar nada sino sé que está escrito ahí.
–Ya te dije, es una simple acta de matrimonio.
–¡Pero debe tener cláusulas o algunas condiciones' ttebayo!
–Eso no importa, solo firma.
–No.
–Si no quieres firmar olvidaré todo esto del matrimonio, pero… comenzaré con los trámites para quedarme con la custodia de Yusuke.
Naruto abrió los ojos aterrado por dicha idea. ¿En verdad Sasuke caería tan bajo para utilizar a Yusuke?
–No lo harías.
–¿Quieres averiguarlo? Dime, ¿Quién crees que tenga ventaja ante el juez? ¿Alguien como tú que no tiene trabajo y una vez fue mesero de un bar, o un respetado empresario adinerado como yo?
–¡Maldito bastardo!
–Cuida tu boca, cariño, que puede servir para otra cosa más placentera.
Las mejillas de Naruto enrojecieron ante ese último comentario y apretó los nudillos con más fuerza, y en un arrebato de ira firmó el papel, aventándoselo en su cara. Kakuzu lo sujetó antes de que cayera al suelo.
–Eso es todo señor Uzumaki, perdón, señor de Uchiha –guardó el papel en su portafolios y comenzó a caminar a la salida–. Yo me retiro, que pasen una agradable tarde –sonrió con burla sin que Sasuke lo viera y salió por completo de la habitación.
Ambos quedaron sumergidos en un incómodo silencio.
–Lo único que tienes que saber, es que si me eres infiel otra vez, nos divorciaremos y la custodia de Yusuke pasará automáticamente a mis manos –Naruto no dijo nada, siguió sentado en el sillón con la cabeza gacha–. Y cuando salga del hospital se irán a vivir conmigo.
Sasuke se levantó se lugar yendo hacia él. Paró en frente y lo sujetó de la barbilla para levantarle la cara y ver sus ojos azules. Y en un movimiento que Naruto no esperó Sasuke se agachó hasta unir sus labios para besarlo. Un beso que no correspondió por el shock.
–Ahora eres mío, Naruto –susurró en su oído.
Y sin otra palabra más salió del lugar dejándolo solo. El Uzumaki tocó sus labios ante ese toque tan frío y se preguntó en dónde había quedado el Sasuke que una vez conoció.
OwO
Naruto apretó la mano de Yusuke para tomar valor y cerró la puerta de su apartamento. Bajó las escaleras, salió y comenzó a caminar por la calle. Había pasado una semana desde su boda. Todo el tiempo se la pasó en el hospital hasta que dieron a Yusuke de alta. No había visto a Sasuke y sólo le hablaba por teléfono para saber cómo iba la recuperación de su hijo. Le pareció extraño que no se volvieran a ver pero no preguntó nada. Esa misma mañana recibió una llamada del moreno indicándole que tenían que ir a vivir a su residencia.
Sasuke le había dicho que iría por ellos, pero él decidió ir por su propia cuenta. Como tenía poco tiempo de haberse mudado sus cosas aún permanecían en cajas, aunque de nada servían porque el Uchiha le dijo que solo llevaran lo necesario. Yusuke llevaba una mochila y él una maleta con sus cosas más preciadas. Le platicó a su hijo que se mudarían, pero no le contó el porqué, y en ese instante le pareció el momento indicado.
–¿No tienes curiosidad de saber a dónde vamos?
–Sí, pero si estoy contigo no importa el lugar, Otou-chan.
Naruto sonrió ante las palabras de su hijo, se detuvo y se agachó hasta su altura para abrazarlo. No tan fuerte como quisiera, ya que apenas había salido del hospital, pero si con mucho cariño.
–Siempre estaremos juntos, cariño.
Yusuke sonrió.
–Yo nunca te dejaré solo, te lo prometo.
Alzó su pequeña manita mostrando su dedo meñique, Naruto comprendió y alzó el suyo entrelazándolo con el de su hijo.
–Es una promesa' ttebayo.
El niño asintió y lo volvió a abrazar. Lo soltó para hacerle una pregunta.
–¿Ya no regresaremos al apartamento, Otou-chan?
–No, ahora viviremos en otra casa, pero es una sorpresa.
–¡Me gustan las sorpresas!
El rubio observó la sonrisa de su hijo y sujetó su mano para iniciar otra vez su camino. ¿Qué les deparaba el destino en su nuevo hogar? No lo sabía, pero él jamás se daría por vencido.