Sasuke abrió la pequeña cajita negra una vez más y sonrió ligeramente al observar la joya dentro de ésta: un anillo de oro blanco. Esa noche por fin lo había decidido, invitaría a Naruto a cenar y le pediría que se casara con él. El anillo lo había comprado con sus ahorros, no con el dinero de su padre. Quería ver la sonrisa del rubio ante la noticia.
Subió al ascensor y llegando al piso indicado sacó las llaves para abrir la puerta, pero al entrar le pareció raro encontrar todas las luces encendidas, caminó hasta su alcoba que estaba con la puerta entreabierta. ¿Naruto había ido a su casa? No lo sabía (él le había dado una llave al Uzumaki en caso de emergencias), pero si estaba ahí le haría la propuesta en ese mismo instante. Abrió la puerta poco a poco, sus ojos miraron alrededor, pero cuando se posaron sobre la cama, su pequeña sonrisa desapareció por completo.
«Es una broma de mal gusto», quiso pensar, pero las personas entre las sabanas eran tan reales como él. Apretó la pequeña cajita con impotencia, las palabras no le salían y un escozor comenzaba a invadir sus ojos.
Frente a él, en aquella cama que había compartido con Naruto, permanecía durmiendo éste, abrazando a su hermano, ambos desnudos. No tenía que ser un genio para saber lo que pasó ahí. Las dos personas que más quería lo habían traicionado. Sintió un dolor en el pecho, las únicas personas en las que confiaba le habían apuñalado por la espalda.
Reaccionó apretando los nudillos hasta ponerlos blancos. De un manotazo tiró el jarrón de la mesita cercana y provocó un estruendo que despertó a los ocupantes.
–¡¿QUÉ DEMONIOS SIGNIFICA ESTO?!
Gritó sacando parte de su dolor. Sasuke necesitaba respuestas, algo que le dijera que era un malentendido.
Por los gritos y el ruido Itachi despertó y parpadeó adormilado, se sentó enfocando la cara furiosa y la mirada decepcionada y dolida de su hermano menor.
–¿Sasuke? ¿Qué haces aquí?
–Eso debería preguntártelo yo. ¡¿Qué hacen los dos desnudos en mi cama?!
Con los nuevos gritos Naruto también abrió los ojos, identificó a Sasuke y desvió la mirada, no quería ver como esos ojos negros lo miraban decepcionados y dolidos. Pidiendo respuestas que no podía darle.
–Lo siento, Sasuke, yo… no sé cómo explicarlo.
–No importa, Itachi, no quiero explicaciones.
El Uchiha menor miró a Naruto, éste solo se cubría con las sabanas y miraba a otro punto que no fuera él. ¿Acaso ni siquiera diría nada? Quería ir hasta él y pedirle explicaciones, pero ¿para qué? La situación hablaba por sí sola. Recompuso su rostro en uno carente de emociones y miró a su hermano. No, ese hombre ya no era su hermano.
–Quiero que se vayan de mi apartamento, no los quiero ver nunca más en mi vida.
Itachi se levantó intentando detenerlo, pero Sasuke salió con prisa sin darle oportunidad.
Se subió a su auto y fue a encerrarse al primer bar que encontró en el camino. Se hundió en el alcohol, esperando dejar de pensar en la misma escena que su mente repetía infinidad de veces. Y las lágrimas no tardaron en acompañarlo.
Cuando llegó a su casa al otro día, no había nadie. Las cosas seguían igual, con excepción de las pocas pertenencias de Naruto, todas habían desaparecido. Esa fue la última vez que vio al Uzumaki.
-.-
Sonrió con amargura al recordar su pasado. Había sido tan estúpido al pensar que Naruto le quería, cuando en realidad solo lo usaba como excusa para acercarse a su hermano mayor. Su padre y su abuelo tuvieron mucha razón al decirle que el rubio era solo un oportunista. Y él fue un imbécil al confiar en el Uzumaki.
Después de eso no supo nada de su hermano ni de él. Quiso ser fuerte, aparentando que nada le afectaba, se concentró en los negocios y en el alcohol.
Y esa mañana en Akatsuki Corp. (la compañía de su abuelo) al ver esos ojos azules del pequeño infante le hicieron recordar que aunque pasaran muchos años no dejaría de pensar en Naruto.
Comenzó a escribir un nuevo informe para distraerse, pero la llamada de su secretaria lo interrumpió.
–Señor, le buscan.
–¿Quién?
–No me quiso dar su nombre, pero dice que es realmente importante.
Lo pensó por unos momentos y decidió aceptar.
–Está bien, Karin, hazlo pasar.
–De acuerdo.
Un minuto después, las puertas de su oficina se abrieron.
–Hola, Sasuke.
El Uchiha alzó la vista de sus papeles al identificar el tono de esa voz. Abrió los ojos ante la sorpresa, pero recompuso su semblante serio. Que irónica era la vida, justo cuando lo recordaba se presentaba otra vez en su vida.
–¿Qué haces aquí, Naruto? La última vez te dije que nunca quería volver a verte.
La mirada fría del moreno le dolió, pero no se intimidó.
–Lo sé, pero no estaría aquí sino fuera realmente importante' ttebayo.
Sasuke volvió la mirada a sus papeles.
–No tengo tu tiempo, mejor vet…
–¡Es sobre mi hijo! –Interrumpió Naruto para que lo dejara hablar.
¿Un hijo? Otra puñalada en la espalda.
–No me importa nada de ti, ni de tu hijo, tengo mucho trabajo, será mejor que te vayas y no regreses.
–Sólo escúchame… tuvo un accidente y está muy grave en el hospital, puede morir.
–¿Y? ¿Quieres dinero? –Preguntó con arrogancia. Su último recuerdo sobre el rubio no ayudaba en nada. Alzó sus ojos negros y los concentró en los azules–. Además, ¿por qué salvaría la vida del hijo de Itachi?
–¡Porque Itachi no es su padre! –Gritó, y lo vio directo a los ojos, a esos ojos negros que no había visto por cinco años–. Sino tú, Yusuke es tu hijo.
Los ojos de Sasuke se abrieron ligeramente, pero no se dejó llevar por las emociones, al contrario, frunció el ceño. ¿Por qué imbécil lo tomaba? No se creería semejante tontería.
–No te creo, estás mintiendo.
–¿Por qué te engañaría en algo tan importante? ¿Qué ganaría ahora inventándome algo tan serio, Sasuke?
A Naruto se le estaban agotando las esperanzas. Sacó una fotografía de Yusuke y la puso sobre el escritorio. Sasuke parpadeó sorprendido al ver en la foto al mismo niño de la mañana. ¿Destino? ¿Coincidencia? Pero no, las coincidencias no existen, sólo sucede lo inevitable*.
–Por favor, Sasuke, haré lo que me pidas, te daré lo que tú quieras… volveré a desaparecer de tu vida si eso deseas, pero por favor, salva a mi hijo… Yusuke no tiene la culpa de nada.
Naruto nunca lloraba, eran raras las veces que dejaba su orgullo para suplicar, pero en ese momento no le importaba, se arrodillaría si fuera necesario, de sólo pensar en perder a su única luz se le encogía el corazón.
El moreno observó como las lágrimas empapaban las mejillas del rubio. Se dio el lujo de escudriñarlo a detalle, comprobando que seguía tan atractivo como lo recordaba, con ese cuerpo menudo, sus sedosos cabellos rubios, la piel tostada y esos expresivos ojos azules. ¿Podría sacar algún beneficio de eso?
–Está bien, lo ayudaré.
Las palabras del moreno le impresionaron.
–¿En verdad' ttebayo?
Sasuke asintió. Y Naruto sabía que no sería gratis, pero no le importaba pagar cualquier precio.
OwO
En el hospital hicieron todo lo necesario. Los exámenes sanguíneos fueron positivos y no tardaron en hacer la transfusión. Pero en privado Sasuke le pidió al médico en turno (dándole una cuantiosa gratificación económica) realizar una prueba de paternidad, confirmándole lo dicho por Naruto; Yusuke en verdad era su hijo. Ahora, ambos estaban en el área de cuidados intensivos, viendo a Yusuke a través del cristal, recostado en su cama con varios aparatos conectados a su pequeño cuerpo.
–Gracias, Sasuke. Me iré de aquí lo antes posible, sólo esperaré a que den de alta a mi hijo' ttebayo.
Sasuke lo miró de reojo.
–Yo no he dicho que te vayas.
–¿Entonces qué quieres?
Sin despegar la mirada del frente, y con el mismo tono seco, respondió:
–Que te cases conmigo, Naruto.
–¡¿Qué?!
Naruto no comprendió nada. ¿Qué tramaba Sasuke Uchiha? No lo sabía, pero estaba seguro que no sería nada bueno.